iencias humanas es un concepto epistemológico que designa a un extenso grupo
de ciencias y disciplinas cuyo objeto es el ser humano en el aspecto de sus manifestaciones
inherentemente humanas, esto es el lenguaje verbal en primer término,1 el arte y el pensamiento y, en general, la cultura y sus formaciones históricas. El término de Ciencias humanas se opone y, por otra parte, complementa al de Ciencias naturales o físico- naturales.2 El término de Humanidades no es en realidad sino una abreviatura, de preferencia anglosajona, frente al uso más tradicional germánico y románico de Ciencias humanas, directamente establecido sobre la tradición humanística. Las modernamente denominadas Ciencias humanas constituyen una entidad fundada en la Antigüedad clásica, con posterioridad humanísticamente delimitada, tras el régimen medieval del Trivium et Quadrivium, mediante la designación secular de Studia humanitatis (es decir, característica y centralmente Gramática, Retórica, Dialéctica, Poética, Poesía o Literatura como disciplina y lectura del canon clásico, Historia, Filosofía, especialmente Ética o Filosofía moral).3 A finales del siglo XIX y comienzos del XX surgieron las denominaciones de Ciencia de la Cultura4 y Ciencias del Espíritu, esta última preconizada por Wilhelm Dilthey, el más importante teórico moderno sobre la materia,5 las cuales designan teorías fundamentales de la epistemología de las Ciencias humanas y, generalizada y permanentemente, han sido consideradas como términos equivalentes al de estas. Entre las Ciencias humanas y las Ciencias naturales existe, a partir del siglo XIX, tras la crisis de la metafísica idealista y la irrupción de la Sociología, la serie intermedia ya estable designada Ciencias sociales, de definición sin duda menos nítida en virtud de su carácter interrelacionado. Fuera de los campos humanísticos, existe en nuestro tiempo la frecuente tendencia a omitir o aminorar la presencia de las Ciencias humanas en favor de una sobrexposición de las Ciencias sociales como consecuencia, entre otros factores, del incremento de la tendencia occidental, ahora también extendida a Asia, de predominio de las razones económicas de mercado frente a las clásicas y actualmente secundarias de cultura humanística, así como de la extraordinaria influencia desempeñada por los medios de comunicación y sus potentes capacidades de inserción política y social.6
La epistemología de las Ciencias humanas y la cuestión
metodológica[editar] La historia de las ciencias humanas asienta en una antigüedad primigenia por principio fundada en saberes profundos pero indiferenciados cuya referencia indiscutible se encuentra en Pitágoras. Las Ciencias humanas se remontan evidentemente a época tan antigua como la de cualquier rama del conocimiento humano. En el pensamiento socrático y en el pensamiento más técnico de los sofistas queda constituido plenamente el saber de la ciencia humanística, ya en la "enciclopedia" aristotélica configurado en el orden más general de las ciencias, es decir, por ejemplo, Retórica y Poética, Ética y Política, o Biología. Dilthey, heredero de la hermenéutica de Friedrich Schleiermacher, asume el concepto de "comprensión" (Verstehen) como principio cognoscitivo de las Ciencias humanas. Esto representa la oposición del par "explicación" / "comprensión", mantenido por Droysen, en tanto oposición Ciencia natural / Ciencia histórica o humana. Dice Dilthey: "La comprensión cae bajo el concepto general del conocer, entediéndose por conocer, en el sentido más amplio, aquel proceso en el cual se busca un saber de validez universal". "Llamamos comprender al proceso en el cual se llega a conocer la vida psíquica partiendo de sus manifestaciones sensiblemente dadas". "Denominamos interpretación la comprensión técnica de manifestaciones de vida fijadas por escrito" .7 Wilhelm Dilthey (1910) En la Introducción a las Ciencias del Espíritu, afirma Dilthey que el estudio de las ciencias humanas o “ciencias del espíritu” es la interpretación de la experiencia personal en un entendimiento reflexivo de la experiencia y una expresión natural de los gestos, las palabras y el arte. También indica que todo saber debe analizarse a la luz de la historia. Sin esta lógica, el conocimiento solo puede ser parcial. En El mundo histórico, que ofrece el desarrollo epistemológico por antonomasia de la ciencia del espíritu como humanística, dice Dilthey a propósito de "los métodos en los que se nos presenta el mundo espiritual": "La conexión de las ciencias del espíritu se halla determinada por su fundamento en la vivencia y en la comprensión, y en ambas encontramos diferencias tajantes con respecto a las ciencias de la naturaleza, que prestan su carácter propio al edificio de las ciencias del espíritu".8 El objeto de las Ciencias humanas, que se define, frente al de las físico-naturales, en virtud de su singularidad, irrepetibilidad e historicidad, estatuye una gama metodológica que alcanza desde el método filosófico y dialéctico, el hermenéutico y el histórico-crítico hasta el comparatista. Los métodos cuantitativos y estadísticos, si bien pueden ejercer subsidiariamente alguna función en la investigación científico-humanística, según en sana lógica cabe comprender, en ningún caso son susceptibles de desempeñar alguna función decisoria ni constante en Ciencias humanas, a diferencia de las Ciencias sociales, en las cuales desempeñan a menudo un procedimiento característico o imprescindible. Existen taxonomías de criterio tanto en Ciencias humanas como naturales y sociales. Alguna de ellas incluso se quiere transversal entre humanas y sociales, pero de hecho, al presentar múltiples insuficiencias e indeterminaciones, ofrece resultados señaladamente antieconómicos. Existe una discriminación que divide en ontológicas, metodológicas y epistemológicas, pero cuyos solapamientos devienen insostenible desajuste. Como es evidente, la clasificación de las ciencias, humanas o cualesquiera otras es cambiante y responde a la cultura académica y epistemológica de cada época.