Está en la página 1de 2

1.

LA MODERNIZACIÓN DEMOGRÁFICA DEL SIGLO XIX


La población española creció considerablemente en el siglo XIX, aunque lo hizo menos que en otros
países europeos. El aumento de producción agrícola permitió alimentar a una población en constante
crecimiento, pero la limitada industrialización ralentizó el proceso de urbanización.

1.1. LA LENTA TRANSICIÓN DEMOGRÁFICA

A lo largo del siglo XIX, la población española pasó de los 10.5 millones en 1797 a los 15.6 en 1860 y a
los 18.5 en 1900, cifras que suponen el aumento superior al 75%. La tasa de crecimiento fue mayor en
la primera mitad del siglo y se redujo en la segunda. Las causas fueron la desaparición de algunas
epidemias, la mejora de la dieta y la expansión de cultivos como el maíz y la patata.

Sin embargo, el crecimiento demográfico español fue uno de los más bajos de Europa Occidental por
su alta mortalidad y elevada natalidad.

En relación con los países del Norte de Europa, a finales del siglo, la natalidad española era más
elevada y la mortalidad muy superior a la media europea, incluyendo la mortalidad infantil. La
esperanza de vida en 1900 era de tan solo 34,8 años, cuando en Francia, Gran Bretaña o Suecia
superaba los 45.

Todos estos factores explican el limitado crecimiento de la población española, que hasta finales del
siglo XIX y en el primer tercio del siglo XX, no experimentó un aumento.

Además, durante todo el siglo XIX, continuó aumentando el peso demográfico de la periferia lo que
perjudicó un crecimiento demográfico de la España interior, excepto Madrid.

Entre mediados y finales del siglo, el elevado crecimiento demográfico de regiones como Madrid,
Cataluña, Murcia, Canarias y País Vasco contrasta con el limitado aumento en Aragón, La Rioja, las dos
Castillas y Navarra.
1.2. ÉXODO RURAL Y CRECIMIENTO URBANO

A partir de 1860, la población inició un pausado éxodo rural que comportó el aumento de la población
urbana, especialmente de las capitales provinciales.

En 1836, menos del 10% de la población residía en estas ciudades, mientras que en 1900 la cifra era
del 16.6%. El crecimiento más importante se dio a partir de 1850 en Madrid, centro político, y en
Barcelona, principal núcleo industrial y hacia donde se dirigían los flujos más importantes de
población, no tanto por la demanda de trabajadores como por la miseria rural, que hacen preferible el
éxodo aun en condiciones inciertas.

Así pues, en el siglo XIX y como consecuencia del atraso agrario, que obligaba a la mayor parte de la
población a producir alimentos y a quedarse en el campo, el proceso de urbanización en España fue
limitado pero constante.

A pesar de la creciente urbanización, a principios del siglo XX la mayoría de la población española


continuaba siendo rural. Un 70% residía en núcleos de menos de 20.000 habitantes, de los cuáles, más
de la mitad eran pueblos de menos de 5.000 habitantes.

1.3. HACER LAS AMÉRICAS

En las décadas finales del siglo XIX, el desequilibrio entre el aumento de la población y las escasas
oportunidades de empleo condujeron a muchos españoles a emigrar a ultramar para intentar mejorar
sus condiciones de vida.

El principal destino fue Latinoamérica, aunque a partir de 1850-1860 también se produjeron


emigraciones hacia el Norte de África.

Los focos de emigración más importantes fueron Galicia, Asturias, Cantabria y Canarias, zonas con
escasez de tierras y de trabajo. También Cataluña hacia Cuba, atraído por las tradicionales relaciones
de los comerciantes catalanes.

Hasta 1860 se calcula que permitieron algo más de 200.000 personas hacia América, seducidas por las
oportunidades que ofrecía el nuevo continente y por la facilidad del viaje que había supuesto la
navegación de vapor.

En el último tercio del siglo llegaron a ser 100.000 los emigrantes anuales. Los gallegos fueron los más
numerosos: entre 1853 y 1882 emigraron a América unos 325.000.

También podría gustarte