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Había una vez dos grandes amigos llamados Andrés y Miguel, a ambos les gustaba el parque

de juegos, era su lugar favorito en toda la tierra, sobre todo había una atracción que era su
favorita, el aclamado tobogán rojo brillante, siempre que iban al parque era la primera
atracción a la que subían.

Un día Andrés llego corriendo junto a su madre a la casa de Miguel y le dijo

—¡Miguel! ¡Miguel!, vamos al parque

Andrés daba saltos de alegría y emoción, pues le encantaba pasar tiempo con su mejor amigo

—¿Puedo ir Mamá?

Pregunto Miguel viendo a su madre

—Claro que puedes ir mi pequeñito

Dijo su mamá viendo la emoción en sus ojos

—¡Yeiiii!, Vamos Andrés

Ambos junto a la madre de Andrés salieron hacia el parque, como era de esperarse ambos
fueron en dirección al tobogán rojo que les encantaba.

Estaban jugando a que aquel hermoso tobogán era un portal hacía otro mundo en el que había
todas sus cosas favoritas, dulces, animales, payasos, una gran casa del árbol. Ambos reían
imaginando aquellos lugares, de pronto ambos decidieron lanzarse desde el punto más alto
del tobogán, contaron 1…2…3, y ambos se lanzaron entre risas y felicidad, de pronto frente a
ellos apareció una puerta, era extraño esa puerta no se encontraba ahí desde un inicio, su
curiosidad fue tanta que decidieron abrirla, al hacerlo ambos vieron una casa

—Mira Andrés
Dijo Miguel con emoción

—Qué linda, vamos

ambos entraron por la puerta acercándose cada vez más a la casa, al abrir la puerta de la casa
se percataron que solo había una llave en el suelo y una puerta dentro de la casa, ambos se
vieron y sonrieron, tomaron la llave y abrieron la puerta.

¡Detrás de la puerta había un circo!, ambos emocionados corrieron dentro, habían globos,
palomitas de maíz, payasos, y en uno de los asientos un pequeño ratón que amablemente los
saludo diciéndoles

—¡Pero qué lindos niños! Bienvenidos al circo de las maravillas, para pasar a la siguiente
puerta deberán de superar 1 prueba

—¿Qué prueba?
Pregunto curioso Andrés
—Veo que si quieren jugar, pues muy bien.

El ratoncito que llevaba una corbata de muchos colores los guio hacia el centro de la carpa

— Detrás de estas cajas hay una llave, esa llave les llevará hacia la siguiente puerta, pero
para eso deberán resolver una suma

¡Oh no! ¿Una suma? Andrés era malo en matemática, sin embargo, con toda la suerte del
mundo a Miguel le gustaban las sumas, así que Miguel confiado dijo

—¡Yo resolveré cualquier suma!

El niño entusiasmado se acercó a la mesa donde estaban las 3 cajas, el ratoncito le dijo el
problema que debía resolver

—¿Cuánto es 2 más 1?

¿Tú lo sabes? Porque Miguel sí que lo sabía

—¡Es tres!

Dijo sonriendo

—¡Correcto!

Dijo el ratoncito señalando una de las cajas que tenía pintado de amarillo, el número 3,
Miguel agarro la caja y vio debajo la llave dorada, con emoción la agarro y salió corriendo
hacía Andrés

—¡Lo lograste!

Andrés felicitó con un abrazo a su amigo Miguel, ambos agradecieron al ratoncito su


amabilidad y corrieron hacía una puerta color rosado, al abrirla vaya sorpresa era una dulcería

Ambos entraron a la dulcería emocionados viendo toda clase de dulces, dulces de leche,
caramelos ácidos, algodones de azúcar, chocolates, gomitas, galletas, un montón de cosas
deliciosas

—¡Mira Andrés!

Grito entusiasmado Miguel

—¡Qué rico!

Los dos emocionados tomaron unos cuantos dulces y los probaron totalmente felices de haber
atravesado la puerta, de pronto una ancianita apareció detrás de ellos asustándolos

—¡AY!

Gritaron los dos niños llevándose un gran susto


—Hola pequeños

Dijo riendo la anciana

—Siento mucho haberlos asustado, no era mi intención, es solo que hace mucho tiempo, ya
que ningún niño se acercaba por acá a probar todos estos dulces que hago con tanto amor

La ancianita parecía triste, así que ambos se acercaron a ella y la abrazaron fuerte

—Nosotros estaremos encantados de poder probar sus dulces

Dijo Andrés

—¡Sí!, son muy deliciosos

Comento Miguel con entusiasmo

—Pero qué niños tan amables

La ancianita ya no parecía tan triste, ahora tenía una bonita sonrisa en el rostro

—Mi nombre es Dulce, ¿cuál es su nombre, niños?

Pregunto viéndolos

—Mi nombre es Andrés y el de mí amigos es Miguel

Miguel totalmente desconcentrado comiendo chocolates solo asentía a lo que Andrés decía

—Oh hohoho

Río la ancianita viendo como Miguel disfrutaba los chocolates

—Veo que te gustan mucho mi pequeño Miguel

Dijo acercándose a Miguel para limpiarle la boca, pues, estaba llena de chocolate.

—Así es

Miguel dejó de comer mientras que la ancianita le limpiaba la boca con tanta dulzura.

—Disculpe señora Dulce

Dijo Andrés viendo una puerta detrás de una estantería

—Dime Andrés

—¿De casualidad usted no tiene la llave de esa puerta?


Pregunto acercándose a la puerta de color verde

—La tenía, pero se quedó atrapada en aquel reloj

señalo un reloj que estaba muy alto, ambos se vieron y retrocedieron un poco, no les gustaban
las alturas, ¡qué miedo!

—¡Vamos Miguel!

Dijo Andrés

—Podemos vencer juntos nuestros miedos

Andrés vio con una sonrisa reconfortante a Miguel; que aun teniendo miedo subió sobre una
silla de madera

—Cuidado, pequeños

Dijo la ancianita viendo a los pequeños niños que con toda la determinación del mundo
subieron a la silla de madera para poder alcanzar la llave que necesitaban para poder seguir su
camino

—Si señora Dulce

Dijo Miguel estirándose para al fin alcanzar la llave

—¡La tengo!

Grito feliz Miguel bajándose con cuidado de la silla

—¡Eso!

Dijo Andrés sentándose en la silla de madera

—Qué valientes son mis pequeños

Dijo la ancianita, ambos sonrieron y con la ayuda de la ancianita movieron la estantería que
cubría la puerta verde

—Gracias por todo señora Dulce

Dijo Miguel quién abrazo a la ancianita

—Gracias a ustedes, mis niños, lleven un regalito para el camino

La ancianita saco dos barras enormes de chocolate y se las entrego a los niños que con una
sonrisa enorme le agradecieron para luego abrir la puerta, al entrar por la puerta vieron un
zoológico
Al ver el zoológico ambos corrieron emocionados a ver a todos los animales, de pronto un
guardia de seguridad se les acercó a preguntarles si se encontraban bien

—Hola niños, ¿y sus padres?

Cuestiono viéndolos

—¿Nuestros padres?

Dijo Andrés algo nervioso

—Sí, sus padres, ¿dónde están?

Miguel tomó de la mano a Andrés para salir corriendo de aquel guardia que ya sospechaba
que no iban con ningún adulto

—ALTO AHÍ

grito comenzando a correr detrás de ellos quienes corrían como nunca en su vida

—¿Dónde iremos Andrés?

Pregunto Miguel mientras corrían tomados de la mano

—No sé Miguel, no sé

Dijo Andrés corriendo entre los adultos, ¿qué iban a hacer? Los iban a atrapar, de pronto una
niña corría con ellos

—¡Hola!, me llamo Ana y voy a ayudarlos

Dijo la niña tomándolos de la mano para llevarlos a un tipo de jardín secreto

—¿Cómo nos ayudarás?

Pregunto Andrés viendo a la niña que vestía un vestido color azul con puntos blancos y unos
zapatos de charol negros

—Primero contesta mis preguntas y luego yo responderé las tuyas, ¿Cuál es su nombre?, Y
¿Qué es lo que buscan?

Pregunto escondiéndose entre los arbustos

—Mi nombre es Andrés y el de mi amigo es Miguel, y buscamos una llave para poder ir a
otro lugar, verás estábamos en un parque jugando en el tobogán y de pronto frente a nosotros
apareció una puerta, cuando la abrimos había una casa dentro y dentro de la casa había una
puerta y una llave, utilizamos la llave para abrir la puerta y en esa puerta había un circo y…

Su historia fue interrumpida por la niña que poco a poco iba comprendiendo que era lo que
buscaban
—Buscan una llave, ¿verdad?

Dijo saliendo entre los arbustos arreglando su vestido

—Si

Dijo Miguel no muy convencido de que esa niña los ayudara

—Pues bien, está en la jaula de los tigres

dijo con un tono tranquilo en su voz como si no fuera preocupación

—¡¿Dónde?!

Dijo Miguel bastante sorprendido

—En la jaula de los tigres

La niña sonrió tomando de la mano a Andrés y Miguel quienes parecían asustados y


preocupados

—Espera un segundo, ¿cómo entraremos en una jaula llena de tigres?

Pregunto Andrés quien solo seguía a la niña

—Simple, esperamos a que los tigres se duerman y entramos a sacar la llave

Dijo frenando de golpe al estar frente a una puerta gigante

—No haremos eso, es muy peligroso, además ¡somos niños!

Dijo Miguel viendo a Andrés

—Vamos Miguel, si no lo hacemos no podremos ir con Mamá y Papá

Dijo Andrés mientras le daba una sonrisa reconfortante

—¡Ay bien!, lo haremos

Dijo este abriendo poco a poco la puerta que daba a la jaula

—Esa es la actitud

Dijo la niña mientras caminaba de puntillas dentro de la jaula

—Shhh guarda silencio

Andrés iba al frente mientras entraban a la jaula

—Si nos escuchan pueden comernos


Comenzaron a caminar entre todos los tigres que dormidos parecían simples gatitos

—Ahí está

susurro Ana señalando la llave que estaba sobre una roca dentro de la jaula de los tigres

—Tómala Andrés

Miguel, quién aún estaba asustado, empujo despacito a Andrés para que fuera él quién
agarrara la llave para poder irse de aquel lugar

—Bien, ya voy, pero no empujes

Susurro mientras se acercaba lentamente a agarrar la llave, cuando la tuvo en sus manos soltó
un grito de alegría logrando despertar a los tigres

—Ups…

Los tres niños salieron corriendo hacia la puerta de la jaula cerrándola de golpe mientras
reían

—Eso… fue… INCREÍBLE

Grito Miguel mientras reía

—¡Lo sé!, chicos ustedes son muy valientes

Dijo Ana mientras los veía feliz y emocionada

—Gracias

Dijeron ambos mientras caminaba hacía una puerta café que apareció de pronto frente a ellos

—Gracias por todo Ana, eres una gran amiga

Dijo Miguel abrazando a la niña

—¿somos amigos?

Pregunto Ana correspondiendo al abrazo que Miguel le proporcionaba

—¡Claro que lo somos!

Dijo Andrés

—Nadie hubiera entrado a una jaula llena de hambrientos tigres por una llave si no fuera
nuestro amigo, esperamos verte luego Ana

Andrés utilizó la llave para abrir la puerta y ambos entraron en ella y al hacerlo la puerta
desapareció detrás de ellos

—¡Adiós, chicos!, buen viaje

Dijo Ana despidiéndose de sus nuevos amigos

Al momento de entrar a la nueva puerta esta los lanzo sobre una gran pila de heno

—¿Dónde estamos?

Pregunto Miguel mientras sacudía su cabello

—Están en la granja del pájaro amarillo

Dijo una voz muy ranchera

—Bienvenidos niños

Dijo un granjero viéndolos con una gran sonrisa en el rostro

—Mi nombre es Juan ¿Cómo se llaman y por qué están aquí?

Pregunto ayudando a Andrés a pararse

—Hola señor Juan, mi nombre es Miguel y mi amigo se llama Andrés, estamos buscando una
llave para poder ir a casa

Miguel respondió con una pequeña sonrisa mientras veía a su alrededor

—Exacto, buscamos una llave ¿La ha visto usted?

Pregunto Andrés mientras le daba la mano al granjero

—¿Que si he visto una llave por mis campos?

Pregunto sonriente

—Pero por supuesto que si, de hecho, la enterré en algún lugar cerca, pero justo ahora no
recuerdo donde

Dijo el señor Juan mientras se acostaba sobre el verde pasto

—Qué mala suerte…

Aquel amable granjero vio que Miguel parecía triste por lo que le entrego un mapa en sus
manos

—Búscalo hijo, seguramente tú encontraras la llave en cuestión de segundos


Dijo cubriendo su rostro con su sombrero quedándose dormido

—Ven Miguel, busquémoslo

Le dijo Andrés a Miguel dirigiéndose hacía un laberinto de maíz

—Bien… el mapa dice que la llave está enterrada al otro lado del laberinto, ven Andrés,
vamos

Ambos niños entraron en el laberinto de maíz, al poco tiempo ambos estaban perdidos dentro
de aquel laberinto

—¡Este mapa no sirve!

Miguel lanzó el mapa bastante desesperado

—Jamás iremos con Papá y Mamá

Dijo mientras sollozaba sentado en el suelo

—Tranquilo Miguel

Dijo Andrés abrazando a Miguel

—Seguramente estamos viendo algo mal, ven

Andrés ayudó a Miguel a ponerse nuevamente de pie para continuar con su recorrido, luego
recogió el mapa y lo abrió dándose cuenta de que en vez de girar a la derecha giraron hacia la
izquierda

—Miguel, giramos mal

Andrés rio levemente mientras veía a su amigo

—¿En serio?

Pregunto secando sus lágrimas

—Sí, ven, vamos a donde giramos mal

Ambos niños se dirigieron hacia la parte donde habían girado mal

—Ves Miguel, debes ser paciente

Dijo Andrés caminando mientras veía el mapa

—Lo siento

Miguel siguió a Andrés de cerca para no perderse de nuevo, al final ambos salieron del
laberinto y vieron dos palas, tomaron las palas y comenzaron a excavar en un lugar donde
había una X

—¡Mira Andrés!, ahí está la llave

Dijo Miguel viendo la llave brillar entre los montones de tierra. Siguieron excavando hasta
que sacaron la llave, ambos estaban felices de por fin terminar de excavar, de pronto la puerta
reapareció frente a ellos

—No podremos despedirnos del señor Juan

Dijo apenado Miguel viendo la puerta

—No creas niño, aquí estoy

Dijo el granjero mientras los veía sonriente

—Buen trabajo, niños, ambos aprendieron a ser pacientes y a concentrarse, felicidades

Ambos se despidieron del granjero y volvieron a entrar a la puerta

Al entrar por la puerta fueron trasladados hacía una casita del árbol, era muy linda y llamativa, ambos
subieron las escaleras rápido para poder llegar hasta el punto más alto del árbol

—Ven Miguel, casi llegamos

ambos no querían ni siquiera fijar su vista hacia abajo, pues aunque eran valientes aún le tenían miedo
a las alturas y eso estaba bien, al final de cuenta todos tenemos miedos, al llegar hacia la puerta de la
casita la abrieron y entraron en ella, era una casita del árbol “normal”, comenzaron a revisarla y
Andrés encontró un botón rojo que le llamaba la atención.

—Miguel mira

Dijo Andrés, al ver que su amigo estaba distraído, presiono el botón, de pronto toda la casa comenzó a
temblar ¡oh no! ¿Qué había hecho?, la casita del árbol comenzó a dar vueltas haciendo que ambos se
asustaran

—¿Andrés que pasa? ¿Por qué todo da vueltas?

Pregunto Miguel pegándose a una pared, con el corazón acelerado, vio a su amigo que parecía aún
más asustado

—No lo sé

Mintió Andrés, pues temía que Miguel dejara de ser su amigo al enterarse de que él había presionado
un botón que había hecho que toda la casa comenzara a dar vueltas

—Falso

Dijo una voz mientras que la casita comenzaba a dar vueltas cada vez más rápidas

—¿Qué dijo?
Pregunto Miguel acercándose poco a poco a Andrés

—No escuche

Nuevamente Andrés hizo una mentira

—Mentira número 2

La casa había hablado y estaba descubriendo las mentiras de Andrés; sin embargo, él no quería
reconocer sus mentiras.

—¿Qué quieres decir casita?

Pregunto Miguel, ambos estaban asustados

—La casa no ha hablado miguel

Otra mentira, la casa de pronto comenzó a flotar mientras daba vueltas, los dos niños estaban
mareados y querían salir de ese lugar

—Di la verdad y pararé

Dijo la casa mientras seguía dando vueltas cada vez más rápidas

—¿Qué verdad Andrés?

Miguel veía confundido a Andrés que estaba temblando del miedo, de pronto ya no pudo más y dijo

—¡Yo, presione un botón y por eso la casa da vueltas! ¡Si escuche lo que dijo la casa! ¡Perdón
Miguel!

Grito asustado Andrés, de pronto la casa paro de dar vueltas y se quedó quieta, ambos suspiraron
aliviados

—¿Por qué no dijiste la verdad, Andrés?

Cuestiono Miguel

—Tenía miedo de que te molestaras conmigo por haber presionado el botón rojo… lo siento, la
próxima vez que haga algo, prometo decir la verdad

Ambos se abrazaron y uno de los cajones de un ropero se abrió revelando una llave, Miguel se acercó
hacía el cajón para tomar la llave, la puerta reapareció de nuevo y ambos se tomaron de las manos
para poder abrir la puerta

La puerta se abrió y una gran y brillante luz apareció frente a ellos dificultándoles ver qué había detrás
de ella, ambos aún tomados de la mano atravesaron la puerta volviendo a aparecer en el parque de
juegos

—¡Por fin en casa!

Dijo Miguel

—Niños valientes, amables, bondadosos, felicidades por pasar mis pruebas


Ambos voltearon a ver hacia la puerta y vieron al ratoncito del circo, a la ancianita, a su amiga Ana y
al señor Juan, todos ellos les decían adiós con la mano, poco a poco la puerta sé cerro y al momento
de hacerlo desapareció dejando en su lugar una llave dorada.

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