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LA LECTURA BÁRBARA

Alejandro Rossi

Leer mal un texto es la cosa más renglón. El texto –déjense de cuentos- no


fácil del mundo; la condición es una estructura verbal compleja e
indispensable es no ser analfabeto. Una interdependiente; es una mera excusa
vez superada esa etapa, más cívica que para introducir el parágrafo clave.
intelectual, las posibilidades que se Imagino que esta visión degradada de la
ofrecen para desmantelar, tergiversar e lectura es la propia de quien está forzado
interpretar erróneamente una frase, una a consumir la prosa burocrática, los
página, un ensayo o un libro son, no diré innumerables informes, los proyectos, las
infinitas, pero sí numerosísimas. No disculpas, las peticiones. En ese remolino
pretendo ni agotarlas ni clasificarlas, de letras quizá no haya otra manera de
tareas destinadas a eruditos pacíficos o a sobrevivir. Unos más, otros menos, todos
hombres seguramente geniales. Me hemos remado en esa galera y todos
conformo con enumerar algunas aprendimos a utilizar el famoso lápiz
variedades exponiéndolas no por su rojo. El desastre sobreviene cuando esos
rareza sino por su recurrencia. Nada de hábitos no son conscientes y actúan sobre
cisnes negros o tréboles extraños; más un escrito que no se propone pedir un
bien perros callejeros que trotan en aumento o solicitar un préstamo o
grupo. esbozar la solución de aquel problema
tan espeluznante y tan urgente. Cuando
Abundan, por ejemplo, quienes eso sucede, se practica una lectura
reducen la lectura a la búsqueda nerviosa primitiva e injusta, disfrazada de eficacia
de la “conclusión”, único sitio en el que y malicia y cuyo resultado es una triste
se detienen, señalándola, por lo general, comedia de equivocaciones, sorpresas y
con algunas rayas victoriosas. La idea altanerías. Lectores mediocres para
subyacente debe ser sin duda la de que quienes el universo es una oficina y una
todo el resto es un simulacro de página siempre es un oficio.
argumentaciones y pruebas, una
hojarasca inútil sin ninguna conexión con También existe el vicio contrario:
el final. Como si fuésemos las víctimas leer las primeras seis o siete líneas y
de un ritual tedioso que obliga a escribir creerse autorizado a adivinar lo que
páginas y más páginas antes de llegar a sigue. Aquí opera de nuevo una imagen
las cinco o seis frases esenciales. Por complaciente de sí mismo: la de una
consiguiente, sólo los ingenuos o los persona tan avezada en el mundo de las
primerizos pierden el tiempo leyendo ideas que las primeras disposiciones
cuidadosamente todas y cada una de las tácticas son suficientes para prever todas
palabras, sólo ellos postulan la quimera las etapas sucesivas. Como un
de que la conclusión se apoya en alguna matemático que frente a unos axiomas
otra parte. Almas blancas que deletrean supiera instantáneamente cuáles son los
con cuidado, temerosas de saltarse un teoremas que pueden derivarse. Esa,
vanidad en el fondo, se mezcla con una Quien escribe un texto se
actitud pasiva y escéptica ante la labor convierte en un misionero, un hombre
cultural, una actitud que goza la que ha entendido que no es el caso –
posibilidad de que no haya nada nuevo ahora- de cavilar sobre los misterios de la
bajo el sol. Segrega su egoísta y Trinidad. En cuanto al testimonio
minúscula profecía amparado en la conviene, naturalmente, que sea político
ilusión de que ya ha visto ése y cualquier o, por lo menos, sociologizante, con una
otro espectáculo. cierta profusión de palabras sagradas –
dependencia, explotación, gorilas, tercer
Muchas veces, sin embargo, la mundo, subdesarrollo, producto nacional
mala lectura es la consecuencia de la bruto, etc.- y que además esté redactado
popularidad que alcanzan ciertos en una forma tal que no quede la menor
géneros. Cada cultura tiene sus duda acerca de la indignación del autor.
preferidos. Entre nosotros se reparten los Es imprescindible que sea una denuncia,
favores –apenas exagero- el libro de texto un alegato. Su aparente urgencia lo
y el testimonio. Los dos contribuyen a disculpa de cualquier compromiso
configurar lo que podríamos llamar la teórico: una astucia puede pasar por una
“retórica del texto valioso”, la cual explicación, una tautología por un
codifica las propiedades que debe reunir pensamiento sintético, una generalización
un trabajo para que sea considerado vacua por una predicción, una
importante, significativo, comprensible. correlación elemental se verá como un
ejemplo de dialéctica viva y palpitante, la
El libro de texto, desde el historia transformándose ante nuestros
manualito sombrío hasta el vademécun ojos. La relevancia, por otra parte, será
oleoso, se beneficia de la convicción mayor si describe no una calamidad
generalizada de que hay que aprender y, antigua o constante, sino un
sobre todo, aprender rápido. La acontecimiento efímero, pasajero, volátil.
pedagogía lo redime y lo presenta como Lo que se vio, lo que se escuchó, lo que
un instrumento necesario e indispensable se vivió entre el catorce de noviembre o
en la lucha por la educación; si durante la noche fatal del trece de abril.
agregamos la creencia de que la Libros que, en la mayoría de los casos,
educación conduce a un estadio superior magnifican sucesos mínimos, aportan
–sea éste el que fuere-, estaremos a un datos triviales, nos quieren imponer
paso de elevar el libro de texto a los conversaciones de sobremesa y ejercen el
altares ideológicos. Una vez allí, no hay terrorismo de la espontaneidad. Género
quien lo empañe. Como por definición se híbrido que participa del noticiero
dirige a un público ignorante, es natural cinematográfico, la grabadora y el
que sean simples, poco matizados y sermón.
frecuentemente dogmáticos. Que en
ocasiones sea difícil distinguirlos de un El lector, aturdido por esos
catecismo o de un recetario es algo que testigos y educado en esos compendios,
sólo asustará a los beatos de la cultura. se acostumbra a asociar ciertos temas con
unos procedimientos estilísticos cómicas o en sus presentaciones más
definidos. Así, los problemas políticos primarias: la descripción de un banquete
deben tratarse con una prosa didáctica, donde los ricos llevan monóculo, lucen
aséptica e informativa; la virtud suprema calvas crueles, cuellos carnosos, mientras
es la literalidad y el único adorno las mujeres, no obstante la abundancia de
tolerado son las citas de los clásicos, esos sillas, se empeñan en sentarse sobre las
beneméritos nunca suficientemente rodillas de esos tiburones.
leídos. La repetición no es un defecto,
sino una vieja sabiduría de aula. Para El lenguaje no es la única víctima.
evitar confusiones es aconsejable no La principal es el lector que ha sido
escribir a secas norteamericano; es adiestrado en el reconocimiento de una
mucho más claro decir “los imperialistas cuantas fórmulas pobretonas y
norteamericanos”. También ayuda, monótonas. Le han enseñado una retórica
cuando se menciona a la Unión escuálida que lo separa a la vez de la
Soviética, añadir “la patria del estética y de la crítica. Un lector que cae
socialismo” o “revisionista” al hablar de en un mar de perplejidades si el ensayo o
Trostky o “lacayo” si el tema es un el libro se apartan un milímetro del
presidente bananero. El otro tono sonsonete habitual; un lector, por
admitido para las cuestiones políticas es consiguiente, que se escandaliza con
la página violenta, pero siempre que se demasiada facilidad. Un lector a quien le
sujete –esto es lo esencial- a los adjetivos han cerrado muchas puertas. La lectura
y a las figuras retóricas establecidas. La bárbara a la que está encadenado es, en
sátira y la ironía, esas armas definitiva, la reducción del lenguaje a
tradicionales, suelen estar excluidas del registros mínimos y clasificados. Pero un
arsenal local porque las confunden con la lenguaje amputado corresponde siempre
ambigüedad y con la indefinición. Para a un pensamiento trunco.
estos despistados habría que escribir
como en un pentagrama, indicando con
un garabato los momentos paródicos o Rossi, Alejandro. “Manual del distraído”.
los pasajes donde se intenta la burla; y México. Fondo de Cultura Económica.
quizá habría que emplear dos garabatos 1987
para hacerles entrar en la cabeza que la
“posición” del autor puede expresarse al
través de la elección de un verbo,
mediante recursos lingüísticos cuyo fin
es ridiculizar o desnudar la tesis
contraria. Habría que inventar garabatos
aún para recordarles que la estructura de
un parágrafo y el tono de la voz son a
veces equivalentes a una opinión. Incluso
el humorismo es sospechoso y sólo se le
reconoce en los dibujos de las tiras

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