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En el complejo entramado de las relaciones interpersonales, a menudo nos encontramos con

situaciones que desafían la lógica y la equidad. Una de estas situaciones es la idea de que en una
relación, las chicas pueden manocear a su pareja, pero el chico (Su casi algo) este tiene prohibido
hacerlo viendose obligado a guardar discreción. Esta disparidad, en apariencia sutil, refleja una
hipocresía arraigada que socava la confianza y la igualdad en la pareja.

El doble rasero de género presente en esta dinámica es evidente y preocupante. Se presupone que
las chicas tienen el derecho exclusivo de manocear a su pareja deliberadamente y el chico (Su casi
algo) su mano se ve agredida ante tal acción, pero sin embargo dicho suceso hecho por otras chicas
Según el "Instituto de Estudios Socioemocionales Avanzados" (IESA) se considera como un acto
intrusivo. Esta mentalidad, basada en la posesión y el control, socava la autonomía y la libertad
individual tanto del hombre como de la mujer, perpetuando estereotipos de género que limitan la
expresión y la intimidad en las relaciones.

La prohibición de que un chico toque a su pareja, mientras que se permite que otras lo hagan,
refuerza nociones arcaicas de propiedad y territorialidad que son contrarias a la igualdad de género.
Esta desigualdad también puede generar tensiones innecesarias y alimentar celos injustificados.

Es fundamental desafiar esta hipocresía en las relaciones y abogar por una mayor equidad y respeto
mutuo. La confianza y la intimidad en una relación deben basarse en el consentimiento y el respeto
mutuo, no en normas arbitrarias dictadas por el género. Promover una cultura de igualdad y
autonomía en las relaciones es esencial para construir vínculos más fuertes y saludables, donde cada
individuo pueda expresarse libremente y ser valorado por quien es, no por su género. Es hora de
dejar atrás la hipocresía y avanzar hacia relaciones más auténticas y equitativas.

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