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MANTENER LA PASIÓN EN LA PAREJA

BIBLIOGRAFÍA: “Inteligencia Erótica” Esther Perel

-La búsqueda de la seguridad debilita la vitalidad erótica:

Permanencia, fiabilidad, estabilidad y continuidad. Por otro lado


necesitamos innovación y cambio; fuerzas que le dan a la vida plenitud y alegría.
Estabilidad y cambio como el ancla y las olas. Las relaciones entre adultos refleja esta
dinámica. El desafío es conciliar ambas necesidades.
La lucha para definir la expresión sexual como un derecho inalienable;
convirtió a la sexualidad en una propiedad personal que desarrollamos, definimos y
renegociamos durante toda nuestra vida. Es parte de lo que somos y no de algo que
hacemos. La satisfacción sexual pasó a ser un derecho y un deber.
La libertad no ofrece sensación de pertenencia. Estamos más solos,
ontológicamente más ansiosos. Las relaciones íntimas adultas son abrumadoras por la
expectativa de que el otro nos brinde la protección y la conexión que antes nos daban una
multitud de redes de contactos sociales. Esto es lo que hace renunciar a la libertad a
cambio de estabilidad.
Así nace el aburrimiento matrimonial, disfrutar de la comodidad y sentirte
encarcelado.
Aplacar nuestras ansiedades a través del control.
El erotismo florece con lo impredecible. La pasión en una relación es
proporcional a la cantidad de incertidumbre que se puede tolerar.
Los filósofos orientales saben que aquella es la única constante. Cambiamos
en occidente una fantasía por otra: pasión por estabilidad. Al incorporar cierta
incertidumbre y dejar la certeza reconocemos el misterio inherente a nuestra pareja. El
erotismo implica un riesgo.
La previsibilidad es un espejismo. Reducimos al otro, ignorando o
rechazando ciertas partes esenciales cuando éstas amenazan el orden establecido en la
pareja; también nos ponemos un freno deshaciéndonos así de buena parte de nuestra
personalidad en nombre del amor. Terminas de este modo con la pasión y no obtienes
ninguna seguridad. Sólo te vuelves más vulnerable.
El erotismo se aloja en el espacio ambiguo que existe entre la ansiedad y la fascinación.

-Más intimidad menos sexo: el amor busca proximidad pero el deseo requiere
distancia:

En el “mito de la creación” de cada pareja (o en su pacto fundacional), está


la clave para comprender la manera en que se desarrolló su relación. Tu me completarás.
Echar entonces un vistazo debajo de los escombros para ver qué era lo que alguna vez
tuvieron.
Si el amor es un acto de imaginación, la intimidad es un acto de realización. Espera que la
excitación se calme para poder insertarse pacientemente en la relación. La clave de la
intimidad es el tiempo y la repetición.
Elegirnos uno al otro una y otra vez. La familiaridad es apenas uno de los
aspectos de la intimidad. Una alta intimidad emocional sin embargo, no siempre conduce
al buen sexo, sino más bien es acompañada por un bajo deseo sexual.
La sexualidad tiene su propio lugar, es algo paralelo.
La alteridad: condición necesaria para que exista conexión. Cuando la
intimidad es fusión obstaculiza el deseo. La conexión erótico afectiva crea una cercanía
que puede resultar claustrofóbica. El espacio seguro se convierte en espacio confinado.
La intimidad hace pensar en el bienestar del otro. Mientras que el sexo y el placer
requieren de cierto grado de egoísmo.
Es difícil sentir deseo cuando estás atrapado por la preocupación. El
deseo sexual no obedece a las mismas leyes que la paz y la satisfacción. La agresión, la
obsesión, la deshumanización existen a la sombra del deseo, componentes de la pasión que
no siempre cultivan la intimidad.
Cuando el amor cómodo reemplaza al amor sensual, se pierde el deseo y el erotismo.
El erotismo es un movimiento hacia el Otro (Simone de Beauvoir). Nutrir la
individualidad, desarrollar una intimidad personal con uno mismo como un contrapeso
para la pareja. Cultivar el jardín secreto. El fuego necesita aire.

-El diálogo no es el único camino a la intimidad:

La intimidad se ha convertido en el principal antídoto para el


aislamiento. El frenesí de las redes virtuales oculta una profunda necesidad de contacto
humano.
La feminización de la intimidad, pone el énfasis en el diálogo abierto y
sincero, nos provee de recursos necesarios para satisfacer las exigencias de las relaciones
modernas. La expresividad desmedida no fomenta una intimidad armoniosa y sana.
Cuando no hay nada que esconder no hay nada que buscar.
Cuando privilegiamos el diálogo y minimizamos el cuerpo, actuamos en connivencia con el
mantenimiento de la represión de la mujer.
La agresividad es el lado oscuro del amor. También es un componente intrínseco de la
sexualidad y nunca podrá ser totalmente eliminada de las relaciones sexuales.
La incomunicación paraliza el deseo. La libertad, el acto de elegir, que
lleva implícita una elección, es lo que mantiene viva una relación.

“Una paradoja que controlar, no un problema que solucionar”


Mantener el deseo implica, libertad y compromiso. En todos los
sistemas encontramos la misma tensión o polaridad; estabilidad y cambio; pasión y razón;
interés personal y bienestar colectivo; acción y reflejo, y otros. Expresan una dinámica que
es parte de la propia naturaleza de la realidad. Son conjuntos de opuestos
interdependientes que pertenecen al mismo todo, no puedes elegir uno de los dos; el
sistema necesita de ambos para sobrevivir. Con la intimidad y la pasión sucede lo mismo;
entre la seguridad y la aventura. Cómo conservar una sensación de libertad en medio de
una relación íntima
-Cuando chocan puritanismo y hedonismo:

El factor más comúnmente citado, por el que se distancian


eróticamente las parejas, es el estrés. Sin embargo la verdadera causa es la profunda
ambivalencia cultural que rodea a la sexualidad. Plagada de tabúes u orientada a los
excesos, convergen de manera problemática.
Se ha divorciado al sexo de la continuidad emocional y social. Hace
falta una sexualidad integrada, en la que el placer florezca en un contexto de conexión.
Esto no implica el amor profundo; sino el cuidado y el aprecio por otra persona en un
nivel básico.
Da miedo sentirse, al mismo tiempo, eróticamente expuesto y
emocionalmente unido a la misma persona.
Trascendemos cuando podemos estar presentes tanto en el amor como en el sexo.

-Modelos eróticos, cómo te amaron, cómo haces el amor:

Ninguna historia tiene un efecto tan duradero sobre nuestros amores


adultos como la que escribimos con aquellos que nos criaron. ¿Les pedimos protección o
huimos de ellos para protegernos a nosotros mismos? Abrirnos o cerrarnos; llorar o
contener; atrevernos o sentir temor.
Nuestras preferencias sexuales surgen de las emociones, los desafíos y
los conflictos de nuestros primeros años de vida. El inconciente es leal al pasado. Lo que
nos excita surge muy a menudo de nuestras heridas y frustraciones de la infancia. Los
detalles de nuestras tendencias y aprensiones eróticas, se perfeccionan a lo largo de la vida,
pero siempre sus orígenes están en las experiencias de la infancia. Muy poco de nuestra
imaginación erótica responde a la mera casualidad.
Las cosas se complican cuando aparece la necesidad de la autonomía. Tal
vez ésta sea la razón por la cual nuestros miedos y anhelos más persistentes emergen en el
sexo íntimo: la inmensidad de nuestras necesidades, el temor al abandono, el terror de ser
engullidos, el deseo de omnipotencia.

“La lucha del niño por la autonomía se da en el ámbito del cuerpo y sus placeres”. Si el
erotismo se ha trasladado al campo del deber y está sobrecargado con presión, culpa y
preocupación; todos ellos funcionan como antiafrodisíacos.

Se necesitan dos personas para crear un patrón de comportamiento,


pero sólo una para cambiarlo. La idea del egoísmo se vincula con el sexo, es el tipo de
deseo que permite a una persona rendirse al vigor de sus propios ritmos de placer y
excitación sin sentir culpa, preocupación ni vergüenza. Cultivar cierto sentido de falta de
piedad en nuestras relaciones íntimas es una solución fascinante a los problemas del deseo.
Ser capaz de la entrega es saber que nuestra relación es lo suficientemente enorme para
contenernos.

-Paternidad:

La liberación que tanto reforzó la sexualidad de las mujeres aún debe


cruzar el umbral de la maternidad, la cual todavía no ha perdido el aura de moralidad y
de santificación que siempre ha tenido. La asexualización de la madre constituye el puntal
de las culturas tradicionalmente patriarcales, agudizando la invisibilidad sexual de las
madres de nuestro moderno sistema occidental. En cambio un hombre con un bebé
transmite la idea de estabilidad, compromiso y cuidado, eso es sexy.
Es fundamental en la etapa de la crianza de los niños, planificar los
encuentros amorosos. Ya que una forma muy recurrente de aislarnos de la sexualidad en
la familia es suponiendo que debemos esconderla para proteger a los niños. De este modo
al censurar nuestra sexualidad, frenar nuestros deseos
o renunciar a ellos, transmitimos intactas nuestras inhibiciones a la próxima generación.

-Piel y fantasía, en la mente erótica encontramos una ruta directa al placer:

La capacidad de ir a cualquier lugar gracias a nuestra imaginación es


una expresión pura de libertad individual. El amor y la ternura se enriquecen con un
toque de imaginación. Nuestras fantasías combinan la singularidad de nuestra historia
personal con el amplio alcance de la imaginación colectiva.
Las fantasías son el camino ingenioso que nuestra mente creativa
recorre para superar toda clase de conflictos relacionados con el deseo y la intimidad. En
la mente erótica encontramos un espacio psicológico seguro para desatar las inhibiciones y
temores que nos perturban. Las fantasías sexuales no reflejan la realidad, implican una
ficción. Constituyen una simulación, una actuación, no son algo real; complejas
creaciones psíquicas, cuyos contenidos simbólicos no deben traducirse de manera literal.
El explorar el propio erotismo no implica hacerlo público; hay muchas
maneras de incluir a nuestro Yo erótico en nuestras relaciones sexuales.

-El invencible “nosotros”:

Nuestra monogamia occidental, pone el énfasis en construir cercanía y


no en sustentar la individualidad; el invencible nosotros sustituye al enclenque Yo. No debe
sorprendernos que las personas se sientan inquietas en el matrimonio; la fantasía de la
variedad infinita se ve frustrada por el compromiso. Sin embargo la madurez no es
entender al amor sin pasión, sino como un amor que sabe de otras pasiones no elegidas.

-Traer el erotismo al hogar:

En casa seguridad; afuera la pasión. Sexo y erotismo no son la misma


cosa. El matrimonio nos ha sido inculcado como una relación fuerte en lo que atañe a
cooperación y la comunicación; pero débil respecto a la complicidad y picardía. De este
modo una amistad desapasionada no cultiva el erotismo. En la vida doméstica y cotidiana
de un matrimonio el erotismo está cubierto por un velo de pudor y corrección.
¿Se puede desear lo que ya se tiene? El aumento de la frecuencia lleva a
la disminución de la satisfacción.
La gran ilusión del amor comprometido es pensar que nuestras parejas nos pertenecen. En
realidad su otredad es invulnerable y su misterio impenetrable.

El mito de la espontaneidad. El sexo siempre es planificado, aún en el inicio de la


relación. La terapia se convierte en un proceso destinado a desmantelar estas creencias y
que las personas dejen de asociar la planificación con obligación y trabajo. La
planificación implica intencionalidad lúdica.
CONCLUSIONES

La queja por el aburrimiento sexual es fácil y habitual. Alimentar el


erotismo es un acto de valiente desafío.
La convivencia lleva implícita pudores y la escisión del compromiso y la pasión. El amor
siempre conlleva al odio. Recuerdo a Tato Pavlosky decir, que lo peor del matrimonio es
convivir con nuestros propios monstruos. Ellos afloran en la cercanía y la obligación. Los
monstruos son nuestros falsos pactos de lealtad inconciente con aquellos que nos
enseñaron a amar. Leales al pasado, dispuestos a no morir ni claudicar por una nueva
forma de amar. Trascender esa propia intimidad emocional es el paso fundamental para
crearla de a dos.

La intimidad erótica es un acto de generosidad y de egocentrismo, de


dar y recibir. Necesitamos ser capaces de entrar en el cuerpo o en el espacio erótico de otro
sin el temor a ser absorbidos y perder nuestro propio Yo. Conectarnos sin temer a la
destrucción, experimentar nuestra otredad sin miedo al abandono. En el encuentro erótico
alcanzamos una intimidad única y por otro lado en el desenfreno experimentamos
sensación de libertad.
La intimidad erótica abriga la ilusión de perderse y hallarse a uno
mismo. Estar dentro de otra persona y dentro de nosotros al mismo tiempo es un estado
místico. Así lo define el tantrismo, fusión y desapego. Llegar al Uno, primero siendo dos, a
través de la trascendencia que implica la sexualidad ritual: prepararse, planificar, que la
fusión llegue como un estado místico y sagrado para trascender lo cotidiano. También al
igual que los antiguos maestros orientales; la autora nos habla del erotismo como la
expansión de los sentidos en el cuerpo, la mente y el espíritu.

Coincidiendo con la autora, no soy partidaria de dar mucha tarea,


especialmente en parejas jóvenes sobrepasadas de responsabilidades. Creo un espacio de
dos horas, en el que tenemos tiempo de hablar y de hacer ejercicios; personalmente utilizo
el repertorio tántrico. Éste se caracteriza por su sensualidad, erotismo, fusión espiritual y
un alto grado de reconocimiento, generosidad, tolerancia y gratitud. Lo que permite en el
desarrollo del ritual, un reencuentro profundo, bajar el nivel de hostilidad y aprender a
generar energía sexual. Un reaprendizaje de la espontaneidad, la que quedó entregada a
nuestros niños.
En un matrimonio con hijos, hay tantas razones para renunciar al
sexo que aquellos que no lo hacen, son los valientes y con determinación. Son los que saben
que no han sido los niños los que extinguieron la llama del deseo, sino los adultos que
fracasaron en mantener la pasión encendida.
Nuestra imaginación erótica, el comprender lo que nuestras
fantasías hacen por nosotros nos ayuda a entender qué buscamos, tanto sexual como
emocionalmente; encontrar la energía consciente de nuestra propia sexualidad.

La fidelidad sin deseo, sin erotismo, sin pasión; es un celibato de


débiles más que de virtuosos. Animarse a la libertad y autonomía, a lo otredad que cada
uno implica; es el único camino a lo lúdico, la entrega, el permiso del placer por el placer
mismo: que no es poca cosa. Para el Tantra y las sexualidades orientales en general, el
placer es la única vía de evolución. Es simple, no es fácil. Implica romper tabúes, mitos,
falsos pactos de lealtad, conducirnos a nuestra mismidad: trasgredirla y trascenderla.
Lic. Olga Tallone

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