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LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES Y EL MITO DEL AMOR

ROMÁNTICO.

La violencia contra las mujeres es un problema grave y extendido


en todo el mundo, que afecta a mujeres de todas las edades y
contextos. Uno de los mitos que contribuye a la normalización de
esta violencia es el amor romántico, que promueve la idea de que
el amor verdaderamente apasionado es egoísta, posesivo y, a
menudo, abusivo.

El mito del amor romántico se basa en una idea idealizada del


amor donde el hombre es el protagonista y la mujer es la que le
completa, un ser inferior que necesita al hombre para ser feliz.
Este mito puede llevar a relaciones abusivas donde el hombre
tiene el poder y el control, y la mujer es victimizada y violentada.

Además, la violencia contra las mujeres también puede ser el


resultado de ideas sexistas y estereotipos de género que perciben
a las mujeres como inferiores a los hombres y les niegan el
derecho a ser tratados con respeto y dignidad.

Sin embargo, existe un movimiento cada vez mayor que está


trabajando para desafiar estos mitos y estereotipos, y para
promover relaciones más equitativas y saludables entre hombres
y mujeres. Este movimiento promueve el respeto, la igualdad y la
comunicación en lugar de la posesión y el control.

En resumen, el mito del amor romántico es solo uno de los


factores que contribuyen a la violencia contra las mujeres.
Para acabar con esta violencia, debemos trabajar juntos para
desafiar este mito y promover relaciones más equitativas y
respetuosas.

Los celos surgen del temor que se tiene a perder aquello que se
percibe como una posesión. Por muchos años, la cultura, los
medios de comunicación, el cine, la publicidad, entre otros, han
contribuido a perpetuar la falsa idea del amor “romántico”, un
amor basado en relaciones fantasiosas e imposibles de alcanzar.

Más allá de la decepción, las falsas expectativas o la frustración


que esto puede generar en mujeres y hombres, esta concepción
del amor —y los comportamientos e ideas asociados a ésta—
contribuye a perpetuar patrones de conducta desiguales que con
frecuencia conducen a la violencia en las relaciones de pareja.

Durante las relaciones de pareja, es común escuchar frases como


la de “te celo porque te amo”. Esto refuerza la idea de que sin
celos no hay amor, un recurso dañino que se usa para justificar los
comportamientos controladores que restringen la libertad y la
autonomía de la pareja.

En realidad, los celos surgen del temor que se tiene a perder


aquello que se percibe como una posesión, es decir son un
ejercicio de pertenencia y, por lo tanto, son tóxicos. Pensar que tu
pareja te pertenece es un error que conduce a actos de violencia
que pueden ir escalando de intensidad con el paso del tiempo.
Por último, la idealización del amor o el romanticismo conducen a
pensar que el amor lo puede todo al punto de decir “te quiero
más que a mi vida”.

Esto pone a la pareja en completa sumisión y la “obliga” a aceptar


situaciones o conductas no deseadas en nombre del “amor”.

La realidad es que el amor no va a cambiar mágicamente la


conducta de la otra persona, ni es un pretexto para justificar o
aceptar conductas violentas, maltratos, abusos o explotación.

Romper con el mito del amor romántico que nos enseñan los
cuentos de princesas permite construir relaciones igualitarias y
libres de violencia.
RESPONSABILIDAD SEXO-AFECTIVA

Las relaciones sexo afectivas son una parte importante de la vida


de las personas y es necesario que todos los involucrados asuman
su responsabilidad para que éstas sean sanas y respetuosas.

En primer lugar, la información es clave para tomar decisiones


conscientes en las relaciones sexo afectivas.
Es importante que las personas involucradas en una relación se
compartan información importante sobre su salud sexual y
emocional, para evitar situaciones de riesgo y mantener una
relación segura.

En segundo lugar, es fundamental que exista un consentimiento


explícito y claro en todas las interacciones afectiva y sexuales.
Esta es la base del respeto mutuo y la confianza, y es importante
para evitar situaciones de abuso y acoso.

En tercer lugar, la elección es una parte importante de la


responsabilidad afectiva. Cada persona involucrada en una
relación debería poder tomar sus propias decisiones y no ser
presionada por su pareja o por cualquier otra persona en la
relación.

Por último, la responsabilidad afectiva es un compromiso con las


relaciones sexo afectivas respetuosas y saludables.
Las personas deberían ser conscientes de sus acciones y cómo
éstas afectan a sus parejas y a sí mismos. De esta manera, es
posible construir relaciones sexo afectivas saludables y duraderas.

La responsabilidad sexo afectiva implica ante todo ser personas


honestas, pero también entender que nuestras acciones tienen
consecuencias en la otra persona.
Se debe ser claro y cumplir los acuerdos previamente
establecidos, no se vale brincar en indecisión después de ilusionar
a la otra persona. Responsabilidad es asumir acuerdos, no huir,
dejar claras las expectativas, saber negociar y poner límites sanos.

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