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La fiesta de San Pedro es la fiesta del Papa y, por esto, se eleva como fiesta de

los católicos. Ella es nuestra Fiesta Patronal, oh Hijos de la Divina Providencia.


Es la fiesta de la Congregación, que tiene como fin propio consagrar a todos sus
afectos y sus fuerzas para unir, con un vínculo dulcísimo y
estrechísimo de toda la mente y el corazón, al pueblo cristiano de las clases más
humildes y los hijos del pueblo al beato Pedro y a su Sucesor el Papa. Con la
ayuda divina deseamos volver a dar a Cristo al pueblo al Vicario de Cristo.
Nosotros, entonces, mis amados hijos, en nuestras Casas e Iglesias debemos
rogar siempre por el Papa, hablar del Papa y celebrar, con el mayor fervor de
piedad, con el mayor amor filial, la fiesta del Papa. Ella debe señalar para
nosotros y para todos, de año en año, una renovada onda de entusiasmo en la
adhesión a la Fe de Pedro.
El Papa es la síntesis viviente de todo el Cristianismo, es la cabeza y el corazón
de la Iglesia, es la luz de indefectible verdad, es la llama perenne que arde y que
brilla en el monte santo. ¡Donde está Pedro, está el camino, la verdad, la vida!
¡Oh! ¡Cuánto deben propagar la Fiesta del Papa los Hijos de la Divina Providencia!
Ella, diría, antes de ser instituida –antes que la fiesta de San Pedro fuese
transformada en fiesta del Papa–, había sido dada a nuestra Congregación, como
fiesta propia, para que consagrara el gran amor de la Congregación al Papa y a su
fin principal.
***
Promover la fiesta del Papa, es promover y difundir el amor al Papa; es adherir a
su doctrina, a sus deseos, es reconocer en el Papa el primado de Pedro y de sus
sucesores, es venerar en el Papa al Padre de la Fe y de las almas, al Pastor
Supremo, al Pontífice Máximo, al Conductor del ejército de
Cristo, es celebrar y glorificar al Papa como Cristo visible y público sobre la
tierra.
Amados Hijos de la Divina Providencia, ustedes bien saben quién es Pedro, es el
Papa, el fundamento de la Iglesia, aquel al cual Jesucristo dijo: “Alimenta a mis
corderos, alimenta a mis ovejas”, o sea a los fieles y a los Obispos; sólo a Pedro,
al Papa, le fue dicho: “He rogado por Ti, y Tu fe nunca decaerá..., reafirma a tus
hermanos”.
Hoy, querida fiesta de San Pedro, la Iglesia canta: “Tu es Pastor ovium”: Tú eres
el Pastor de las ovejitas: Tú el Príncipe de los Apóstoles, a Ti Dios te ha dado la
llave del reino de los cielos.
¡Oh! ¡La hermosa antífona, viva expresión del primado de Pedro y del Papa! Hijos
de la Divina Providencia, nosotros debemos palpitar y hacer palpitara miles y
millones de corazones alrededor del corazón del Papa, debemos llevar,
especialmente, a El, a los pequeños y a las clases de los humildes trabajadores,
tan insidiadas; llevar al Papa a los pobres, a los afligidos, los abandonados, que
son los más caros a Cristo y los verdaderos tesoros de la Iglesia de Jesucristo.

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