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Fiscal
Profesor de la Escuela Judicial (Barcelona)
Profesor asociado de Derecho Procesal (Universidad de Barcelona)
I. INTRODUCCIÓN
1
ello se ha utilizado como método expositivo el análisis de algunos casos conocidos por
el TEDH, especialmente aquellos dictados en relación con los arts. 6.2 (presunción de
inocencia) y 6.3.d) (garantía de contradicción) CEDH. He tratado de reproducir aquellos
antecedentes de hechos más relevantes, pues la jurisprudencia del TEDH es
eminentemente casuística y concede una importancia decisiva a las particularidades
fácticas de cada uno de los casos sometidos a su consideración. Por su parte, en la
exposición de la doctrina jurisprudencial se han introducido constantes alusiones a
pronunciamientos anteriores para constatar su grado de aceptación y consolidación.
II.1. Los juicios paralelos y la presunción de inocencia: STEDH caso CLAES y otros
contra Bélgica, de 2 de junio de 2005
1
En la misma línea STEDH caso BUTKEVICIUS contra Lituania, de 26 marzo de 2002; en este caso las
declaraciones públicas habían sido realizadas por el Presidente del Parlamento (Seimas) que debía
resolver sobre la concesión o no de suplicatorio al ser el demandante Ministro de Defensa y miembro del
Parlamento.
2
En la STEDH caso CLAES y otros contra Bélgica, de 2 de junio de 2005, se
aborda el espinoso problema del tratamiento por los medios de comunicación social de
las noticias relacionadas con una investigación penal. Concretamente se denunciaba la
actitud de los medios de comunicación social al ofrecer al público unas imágenes
transmitidas por la prensa audiovisual y escrita que insinuaban la idea de culpabilidad y
que habían sido obtenidas por la negligencia del personal de escolta en los traslados
efectuados durante la detención de los demandantes2 . A juicio de los demandantes esta
negligencia que posibilitó la toma de imágenes dio lugar a una campaña de prensa
hostil 3 atribuyendo, por tanto, a las autoridades públicas una violación indirecta de la
presunción de inocencia. El TEDH rechaza que en virtud del art. 10 CEDH pueda
cuestionarse directamente ante él la responsabilidad de los medios de comunicación
social, aunque sí que puede cuestionarse la del Estado si existe un comportamiento o
una omisión culpable por su parte. Tras examinar las imágenes de la cinta de video
aportada por el demandante el TEDH descarta que existiera una actitud negligente por
parte de los gendarmes encargados de la custodia durante los traslados. Por otro lado,
llega a la conclusión de que la actitud de la prensa no tuvo ninguna influencia en el
desenlace judicial del proceso, pues no existía ningún dato que permitiera afirmar que el
Tribunal de Casación al dictar sentencia hubiera tenido en cuenta para formar su
convicción sobre la culpabilidad de los demandantes las informaciones aparecidas en
los medios de comunicación social.
2
Para comprender el verdadero alcance de la queja hay que señalar que dos de los demandantes eran
Ministros cuando se cometieron los hechos objeto de imputación, lo que motivo que el procedimiento
penal tuviera un amplio seguimiento tanto por la prensa como por el público, siendo conocido como el
caso Augusta-Dassault.
3
Según alegaba el demandante el propio Fiscal general adscrito al Tribunal de Casación no dudó en
hablar de “verdadero linchamiento mediático”.
4
ESPIN TEMPLADO, E. “En torno a los llamados Juicios paralelos y la filtración de noticias judiciales,
Poder Judicial, nº especial XIII, pág. 123, define los juicios paralelos como “el conjunto de
informaciones aparecidas a lo largo de un periodo de tiempo en los medios de comunicación sobre un
asunto sub iudice... a través de los cuales se efectúa por dichos medios una valoración sobre la
regularidad legal y ética del comportamiento de personas implicadas en los hechos sometidos a dicha
investigación judicial”.
5
Expresión recogida de la doctrina norteamericana por la STEDH caso SUNDAY TIMES, de 26 abril de
1979. Un análisis más detallado puede verse en VERGER GRAU, J., Los juicios paralelos y la
presunción de inocencia con especial referencia al Jurado, en AA.VV., La criminalidad organizada
ante la justicia, director GUTIERREZ-ALVIZ CONRADI, Sevilla, 1996, págs. 191 y ss.
3
influencia en atención a las características particulares del juicio paralelo desarrollado
en los medios de comunicación social. Riesgo de influencia que se presenta con mayor
intensidad en los casos de juicios celebrados ante el Tribunal del Jurado. La
constatación de esa probabilidad razonable de influencia podría dar lugar a un supuesto
de falta de imparcialidad objetiva del Tribunal enjuiciador incardinable en el art. 6.1
CEDH6 . Si se exigiera al demandante la acreditación de una influencia efectiva se le
colocaría ante una situación de dificultad probatoria, que constituiría un verdadero
ejemplo de probatio diabólica. No obstante, en este caso el demandante no alegó la
vulneración de dicha garantía limitándose a denunciar la vulneración de la presunción
de inocencia.
II.2. La presunción de inocencia como regla de juicio del proceso penal: Decisiones
TEDH casos BELLERÍN contra España, de 4 noviembre de 2003; HERNÁNDEZ
CAIRÓS contra España, de 17 de febrero de 2004; y MATO JARA contra España, de 27
de abril de 2004
En los tres casos se desestimó la violación del art. 6.2 CEDH al constatar
formalmente la existencia de pruebas de cargo practicadas en el acto de la vista oral
respetando las garantías de publicidad y contradicción. En la Decisión TEDH caso
HERNÁNDEZ CAIRÓS se afirmó que “El Tribunal constata que los derechos de la
defensa fueron respetados por los tribunales internos ante los que el demandante pudo
presentar los elementos de prueba que consideró útiles para la defensa de su causa. Por
otro lado, resulta del expediente que los tribunales en cuestión basaron sus decisiones
exclusivamente en los motivos de prueba que fueron presentados y libremente debatidos
en la vista. En cuanto a la culpabilidad del demandante, el Tribunal constata que ésta
fue probada por el Tribunal de fondo sobre la base de un conjunto de elementos de
prueba examinados en la vista, respetando los principios de contradicción y publicidad”.
En sede del art. 3 CEDH el TEDH sí que acude al estándar de prueba de “más
allá de toda duda razonable” para determinar la existencia o no de tratos inhumanos o
degradantes. Admitiendo además que dicha prueba puede resultar de un conjunto de
indicios, o de presunciones no rebatidas, suficientemente graves, precisas y
concordantes 8 . Esta cuestión se planteó de nuevo en la STEDH caso MARTÍNEZ
6
Vid. STEDH caso WORM contra Austria, de 29 agosto 1997. No es esta, sin embargo, la posición
mantenida en la STC 132/1999, en el conocido caso Herri Batasuna, pues no se limita a exigir la alta
probabilidad de influencia, sin necesidad de acreditar que efectivamente la influencia mediática tuvo un
efecto concreto en la decisión judicial, acaba reclamando la prueba del eventual perjuicio por parte de los
juzgadores. Vid. HERNÁNDEZ GARCÍA, J., Justicia penal y medios de comunicación. Los juicios
paralelos, en Problemas actuales de la Justicia Penal, director PICÓ I JUNOY, J. M. Bosch Editor,
Barcelona, 2001, págs. 82-83.
7
STEDH caso EDWARDS contra Reino Unido, de 16 diciembre 1992.
8
STEDH caso LABITA contra Italia, de 6 abril 2000.
4
SALA y otros contra España, de 2 noviembre 2004, en donde los demandantes alegaban
haber sido objetos de malos tratos durante su detención policial. El TEDH después de
examinar las pruebas obrantes en la causa, especialmente los informes médicos
forenses, concluyó que no concurrían indicios suficientes para sostener más allá de toda
duda razonable que se habían producido los malos tratos denunciados9 .
En el caso ahora analizado los demandantes habían sido absueltos del delito de
tentativa de homicidio por el que venían siendo acusados. Los demandantes presentaron
ante el Tribunal de Apelación de Ámsterdam, que había confirmado la absolución, una
petición de indemnización por el tiempo pasado en prisión preventiva. El Tribunal de
Apelación desestimó las peticiones. En dicha resolución el Tribunal exteriorizó su
convicción de que los demandantes hubieran sido inevitablemente condenados por los
hechos imputados si hubieran sido acusados de un delito de amenazas contra la vida y
no de un delito de homicidio por el que fueron acusados y absueltos. Este razonamiento
a juicio del TEDH supuso una declaración de culpabilidad por un delito específico sin
que los demandantes hubieran sido declarados culpables según la ley, por lo que se
violó el art. 6.2 CEDH.
9
No obstante el TEDH estimó que sí se había vulnerado el art. 3 CEDH ante la ausencia por parte de las
autoridades judiciales españolas de una investigación profunda y efectiva sobre las alegaciones de malos
tratos efectuadas por los demandantes.
10
Un análisis del alcance de la presunción de inocencia en la jurisprudencia del TEDH puede verse en
MONTAÑÉS PARDO., M. A., El derecho a la presunción de inocencia en la doctrina del Tribunal
Europeo de Derechos Humanos, en Estudios Jurídicos. Ministerio Fiscal, Tomo V-2000, Madrid,
Ministerio de Justicia, 2000, págs. 267 y ss. LÓPEZ ORTEGA, J. J., Elementos esenciales de la noción
de proceso equitativo en el orden penal (panorama de la jurisprudencia del TEDH), en Estudios
Jurídicos. Ministerio Fiscal, Tomo V-2000, Madrid, Ministerio de Justicia, 2000, págs. 324 y ss.
11
Vid. SSTEDH casos MINELLI contra Suiza, de 25 marzo 1983; LUTZ contra Alemania, de 25 agosto
de 1987; caso O. contra Noruega, de 11 febrero 2003; caso HAMMERN contra Noruega, de 11 febrero
2003; BAARS contra Holanda, de 28 octubre 2003.
5
Es doctrina consolidada del TEDH que la admisibilidad de las pruebas depende
de las normas de derecho interno. La simple inadmisión de las pruebas propuestas por
alguna de las partes no supone vulneración del derecho a un proceso justo del art. 6.1
CEDH. No obstante, dos son los extremos sometidos al control del TEDH. Por un lado,
la necesidad ineludible de motivar dicha inadmisión12 . No se trata de examinar si dic ha
negativa a admitir las pruebas presentadas tenía fundamento, pues ello corresponde a los
Tribunales nacionales, sino si la resolución estaba motivada, permitiendo a la parte
proponente conocer las razones de la inadmisión. La falta de una resolución motivada
supone, por tanto, una vulneración del art. 6.1 CEDH 13 .
12
Vid. más ampliamente mi trabajo La prueba de testigos en la jurisprudencia del Tribunal Europeo de
Derechos Humanos, Estudios Jurídicos. Ministerio Fiscal, V-2000, Madrid, Ministerio de Justicia, 2000,
págs. 365 y ss.
13
STEDH caso SUOMINEN contra Finlandia, de 1 julio 2003.
14
El artículo versaba sobre el magistrado G. Caselli, en aquella época Fiscal jefe de Palermo, y en el se
hacía referencia al procedimiento incoado por dicho magistrado contra G. Andreotti.
15
Mediante dichas pruebas el demandante pretendía acreditar la militancia política del querellante en el
Partido Comunista Italiano, esto es, sus convicciones políticas.
16
Vid. mi trabajo El concepto de prueba ilícita y su tratamiento en el proceso penal, J. M. Bosch Editor,
2ª edición, Barcelona, 2004, págs. 57 y ss.
6
Es doctrina consolidada del TEDH que la admisibilidad de las pruebas depende
de las reglas del derecho interno. También, que corresponde a los Tribunales nacionales
determinar y declarar la legalidad o ilegalidad de las pruebas. El TEDH debe limitarse a
comprobar si el proceso en su conjunto, incluido el modo de presentación de las
pruebas, reviste un carácter equitativo. En una doctrina, a mi juicio cuestionable, afirma
que la simple admisión y valoración de una prueba ilegal no constituye, por sí misma,
una infracción del derecho al proceso debido.
17
En el mencionado caso KHAN se admitió la vulneración del art. 8.2 CEDH pues no existía ninguna ley
interna que regulara el uso de los mecanismos encubiertos de escucha. No obstante, a continuación, y aun
reconociendo que las grabaciones habían sido utilizadas como única prueba de cargo contra el
demandante descartó que se hubiera producido una vulneración del derecho a un proceso justo,
argumentando que el demandante había tenido varias oportunidades, durante el proceso ante los
Tribunales nacionales, de recurrir tanto la autenticidad de la grabación como su utilización: vid. más
ampliamente mi trabajo El concepto de prueba ilícita...., cit., pág. 64.
7
Como consecuencia de ello se grabaron tres conversaciones que fueron transcritas por la
policía, y el demandante fue condenado penalmente.
18
En dos ocasiones anteriores el TEDH condenó a España por violación del art. 8 CEDH por
incumplimiento de las exigencias derivadas de la “previsibilidad de la ley”: SSTEDH caso
VALENZUELA CONTRERAS, de 30 julio 1998, y caso PRADO BUGALLO, de 18 febrero 2003.
8
demandante. Su tarea es examinar si el proceso, incluida la manera en que se han
obtenido elementos de prueba, ha sido equitativo en su conjunto, lo cual implica el
examen de la “ilegalidad” en cuestión y, en el caso en que se encuentre en causa la
violación de otro derecho protegido por el Convenio, de la naturaleza de esta
violación19 .
El TEDH rechaza que existiera vulneración del derecho a un proceso justo por
las razones siguientes. En primer lugar, pues a diferencia del caso SCHENK los
Tribunales nacionales concluyeron que las grabaciones no habían sido obtenidas de
manera ilegal. Segundo, por que el contenido de dichas grabaciones no constituyó el
único elemento de prueba contra el demandante, pues existían otras pruebas. Por último,
no constaba que el demandante denunciara de manera motivada que las grabaciones en
cuestión tuvieran una incidencia en el resultado del proceso penal.
19
Doctrina que no constituye una novedad pues ya había sido proclamada en la mencionada STEDH caso
KHAN contra Reino Unido.
20
STS 31 octubre 1994.
21
STC 122/2000, de 16 mayo.
22
SSTEDH casos MURRAY contra Reino Unido, de 8 febrero 1996; y HEANEY y Mc GUINNESS
contra Irlanda, de 21 diciembre 2000.
9
este sentido dicho derecho está estrechamente vinculado a la presunción de inocencia
del art. 6.2 CEDH23 .
10
del proceso penal. Es significativo que al igual que había concluido el TC la queja fue
rechazada por carecer manifiestamente de fundamento.
Los hechos más relevantes, expuestos de una forma resumida, eran los
siguientes:
28
STEDH caso GOKTEPE contra Bélgica, de 2 junio 2005.
29
Vid. SSTEDH caso EDWARDS contra Reino Unido, de 16 diciembre 1992; caso FITT contra Reino
Unido, de 16 febrero 2000.
30
El TC desestimó el amparo en su sentencia 80/2003, de 28 de abril.
11
Hay que recodar que no es la primera vez que el TEDH se enfrenta al problema
del valor probatorio de las declaraciones incriminatorias de un coimputado obtenidas sin
respetar la garantía de la contradicción. El leading-case en esta materia viene
constituido por la STEDH caso LUCÀ contra Italia 31 . En dicha sentencia el TEDH
extendió la aplicación de las garantías derivadas del art. 6.3.d) CEDH a las
declaraciones de los coimputados32 , tanto si hubieran sido prestadas en el mismo
procedimiento penal como en un procedimiento penal conexo. Se apreció una violación
del art. 6.1 y 3.d) CEDH pues el demandante nunca había tenido la oportunidad de
interrogar durante el procedimiento al coacusado, que en la vista oral se acogió a su
derecho a no declarar, cuyas declaraciones incriminatorias realizadas ante el Ministerio
Público en la fase de investigación fueron decisivas para fundamentar el
pronunciamiento condenatorio 33 .
31
Un amplio comentario sobre dicha sentencia puede consultarse en mi trabajo “Las declaraciones de los
coimputados y las garantías del art. 6.3.d) del Convenio Europeo de Derechos Humanos (Comentario a la
STEDH caso LUCÀ vs. Italy, de 27 de mayo de 2001), Revista de Derecho Penal, nº 6, mayo 20002,
págs. 107 y ss.
32
Utiliza un concepto amplio de testigo, destacando que cuando una declaración es utilizada como
elemento probatorio sobre el que fundamentar la convicción del Tribunal sentenciador, tanto si es hecha
por un testigo en sentido estricto como por un coacusado o coimputado, debe considerarse como una
prueba de cargo y, por tanto, sometida a las garantías previstas en el art. 6.1 y 3.d) CEDH.
33
Un supuesto similar se planteó en la STEDH caso CRAXI contra Italia, de 5 diciembre 2002, pues la
condena dictada por los Tribunales nacionales italianos se había basado en las declaraciones hechas con
anterioridad al proceso por los coimputados que en el acto del juicio oral se negaron a declarar
acogiéndose a su derecho a guardar silencio (apartados 87-88).
34
La cursiva es del autor.
12
intervención no llega a tener lugar por motivos o circunstancias que no se deben a una
actuación judicial constitucionalmente censurable”. Concluye su argumentación
indicando que en el presente caso cuando se producen las declaraciones de los
coimputados el demandante había huido de la justicia y no se encontraba personado en
el sumario, por lo que no puede imputarse su falta de intervención en tales declaraciones
a una actuación reprochable del órgano judicial35 .
35
La sentencia menciona como antecedentes las SSTC 57/2002; 174/2001 y 115/1998.
13
los demandantes. En estas circunstancias, teniendo en cuanta además que las
declaraciones de los coimputados era la prueba principal, pues las demás pruebas
practicadas presentaban un carácter corroborante de las referidas declaraciones, el
TEDH concluyó que se violaron los arts. 6.1 y 6.3.d) CEDH.
Existe una doctrina consolidada del TEDH que, al amparo de los arts. 6.1 y
6.3.d) CEDH, prohíbe que la condena penal pueda basarse en la declaración de un
testigo de cargo que el acusado o su letrado no han tenido la posibilidad de interrogar en
ninguna de las fases del proceso penal36 .
Esta regla general admite, no obstante, excepciones siempre que se cumplan las
siguientes condiciones:
1ª. Que la falta de confrontación con el testigo haya sido debida a la imposibilidad de
localizarle, siempre que las autoridades nacionales le hayan buscado activamente con el
fin de posibilitar dicho interrogatorio contradictorio.
No es suficiente para estimar que existió una violación del art. 6.3.d) CEDH con
demostrar que no se pudo interrogar al testigo. Es necesario que el demándate acredite
que la convocatoria del testigo era necesaria y que la negativa a interrogarle causó un
perjuicio a los derechos de la defensa 38 .
36
Vid., más ampliamente, mi trabajo La prueba de testigos..., cit., págs 371 y ss.
37
SSTEDH caso ARTNER contra Austria, de 28 agosto 1992; caso RACHDAD contra Francia, de 13
noviembre 2003; caso LAUKKANEN y MANNINEN contra Finlandia, de 3 febrero 2004; caso BALLIU
contra Albania, de 16 junio 2005.
38
STEDH caso MOREL contra Francia, de 12 febrero 2004.
14
las declaraciones de la víctima en las que se basó su condena, produciéndose una
violación de los arts. 6.1 y 6.3.d) CEDH.
VI.4. Testigos incomparecidos y testigos anónimos: STEDH caso TAAL contra Estonia,
de 22 de noviembre de 2005
39
Vid. mi trabajo La prueba de testigos...., cit., págs. 399 y ss.
15
Tribunal de Apelación ni siquiera hizo ningún intento en oír a los testigos. En estas
condiciones se estimó que se había producido una infracción de los arts. 6.1 y 6.3.d)
CEDH.
VI.5. La declaración de los testigos menores de edad en el acto del juicio oral sin
confrontación visual con el acusado: Decisión TEDH caso BELLERÍN contra España,
de 4 de noviembre de 2003
El TEDH considera que si bien el art. 6 CEDH no requiere que los intereses de
los testigos y víctimas llamados a declarar sean tomados en consideración, la protección
de dichos testigos sí que queda amparada por otras disposiciones normativas del CEDH.
Como, por ejemplo, el art. 8, de tal forma que los Estados deben organizar su
procedimiento penal de forma que dichos intereses no peligren indebidamente. Los
principios del proceso justo o equitativo exigen que se sopesen los intereses de la
defensa y los de los testigos o de las víctimas llamadas a declarar (técnica del
balancing). Las razones invocadas por el Magistrado-Presidente para disponer el modo
de desarrollo de la prueba, consistentes en proteger la salud mental y la serenidad del
niño son calificadas por el TEDH como pertinentes y suficientes.
Por otro lado, no se produjo ninguna vulneración del art. 6.3.d) CEDH pues en
todo momento el letrado del demandante tuvo la posibilidad de preguntar al testigo
menor, así como la posibilidad de comunicar con el demandante durante el
interrogatorio. Esta misma argumentación había sido utilizada por el TC en el auto de
25 de febrero de 2002 que denegó el amparo al declarar que “las condiciones
particulares en las que tuvo lugar, evitando la confrontación visual directa del menor
16
con su padre acusado (del que se creía que se encontraba en ese momento enfermo en el
hospital), no pueden considerarse irrazonables sin arbitrarias”, añadiendo, a
continuación, que la defensa tuvo la posibilidad (a la que renunció voluntariamente) de
interrogar al menor y de comunicar con su cliente, saliendo y entrando en la sala de
interrogatorio.
Una síntesis de los hechos permite destacar, como más relevantes a los efectos
del presente análisis, los siguientes:
El procedimiento penal del que trae causa esta sentencia se inició para investigar
la comisión de un posible delito de abuso sexual presuntamente cometido por el
demandante en la persona de un menor de edad (de 10 años), identificado como M.
Durante la investigación policial el menor-víctima fue interrogado en dos ocasiones por
la policía. El primer interrogatorio policial fue grabado en video. Durante esta primera
entrevista los padres del menor y un representante de los Servicios Sociales
permanecieron en una sala adyacente. En aquel momento, el demandante no había sido
informado de las sospechas que recaían sobre él por lo que no se le había designado
ningún abogado. El segundo interrogatorio del menor fue solicitado por el Letrado del
demandante, una vez designado, celebrándose en el domicilio de los padres de M. Esta
segunda entrevista fue grabada en cinta de audio, estando presentes los padres del
menor. En la misma no estuvo presente el letrado del menor ni tampoco el letrado del
demandante, quien estuvo de acuerdo en que se podía llevar a cabo la entrevista sin su
participación. En ambas ocasiones el interrogatorio fue realizado por el mismo
40
Un comentario a dicha sentencia puede verse en HERNÁNDEZ GARCÍA. J., y MIRANDA
ESTRAMPES, M., “¿Deben declarar los menores victimizados en el acto del juicio oral? (A propósito de
la STEDH caso S. N. contra Suecia, de 2 de julio de 2002)”, La Ley, núm. 6335, 7 de octubre de 2005,
págs. 1 y ss.
17
funcionario de policía, quien desde hacía unos 6 años venía trabajando exclusivamente
en investigaciones referentes a malos tratos y abusos sexuales de menores. Con carácter
previo al segundo interrogatorio, el inspector detective y el abogado del demandante
mantuvieron una entrevista al objeto de concretar que aspectos del caso era necesario
abordar durante el interrogatorio del menor. Después del mismo el abogado del
demandante escuchó la cinta de audio del interrogatorio, y se le entregó una
transcripción, y entendiendo que los puntos planteados en su solicitud habían sido
cubiertos no solicitó la celebración de un nuevo interrogatorio.
En el acto del juicio oral el demandante negó los cargos. Durante el mismo se
procedió a mostrar el vídeo del primer interrogatorio de M., así como se escuchó la
grabación del segundo interrogatorio. También se interrogó, como testigos, a la madre
del menor y a su profesor, quien al tener sospechas de que M. pudiera haber sido objeto
de abusos sexuales había puesto los hechos en conocimiento de los Servicios Sociales.
Ninguna de las partes solicitó que el menor M. fuera interrogado en persona. El
Tribunal de instancia condenó al demandante a 8 meses de prisión, basándose
fundamentalmente en las declaraciones del menor M., estimando acreditado que, en un
gran número de ocasiones, había tocado el pene del menor o le había masturbado y
había inducido a dicho menor a tocarle el pene y a masturbarle.
El TEDH reitera que, aunque, como regla general, las pruebas deben ser
practicadas en presencia del acusado en una audiencia pública (public hearing) para
poder tener un debate basado en el principio de contradicción (adversarial argument)43 ,
41
Véase el apartado 18 de la sentencia, en donde se recoge con detalle la argumentación del Tribunal de
apelación.
42
Véase, más ampliamente, apartados 39-42 de la sentencia comentada.
43
Este principio ya se había proclamado, con anterioridad, en la STEDH caso BARBERÁ, MESSEGUÉ
y JABARDO contra España, de 6 diciembre 1988, en cuyo apartado 78 se declaraba que: “del objeto y
finalidad del artículo 6 y de la redacción de algunos párrafos del apartado 3º, se derivan, por lo demás, la
facultad del acusado de tomar parte en el juicio y su derecho a que su causa se vea por un Tribunal que se
reúna estando él presente. De ello deduce el Tribunal que, en principio, la prueba debe practicarse ante el
acusado en audiencia pública, para que exista un debate contradictorio”. En la misma línea se pronuncian,
18
reconoce que la utilización como prueba de las declaraciones obtenidas en la fase
sumarial (investigación policial y/o judicial) no es en sí misma incompatible con los
apartados 1 y 3.d) del art. 6 CEDH, siempre que se respeten los derechos de la
defensa 44 . Tales derechos exigen, como norma, que el acusado tenga una oportunidad
adecuada y correcta de impugnar e interrogar a un testigo que declare en su contra, bien
en el momento de prestar declaración bien en una fase posterior del procedimiento
(apdo. 44)45 . El TEDH también llama la atención sobre el hecho de que el art. 6 CEDH
no concede al acusado un derecho ilimitado a que se le garantice la presencia de testigos
ante el Tribunal, correspondiendo a los Tribunales nacionales decidir si es necesario o
conveniente escuchar a un testigo (apdo. 44) 46 .
Dado que, como constata el TEDH, las declaraciones del menor M. fueron la
prueba decisiva sobre la que los Tribunales nacionales suecos fundamentaron la
declaración de culpabilidad del demandante, debe procederse a examinar si tuvo la
oportunidad adecuada de ejercer sus derechos de defensa en los términos exigidos por el
art. 6 CEDH (apdo. 46). En este punto el TEDH advierte de las especiales
características que presentan los procedimientos penales relativos a delitos sexuales,
porque los mismos se conciben a menudo como una experiencia difícil y terrible para
las víctimas, especialmente cuando se trata de menores de edad. Para valorar si en
dichos procedimientos el acusado ha tenido o no un juicio justo se debe tener en cuenta,
también, el derecho al respeto de la vida privada y familiar de la víctima 47 . Desde esta
óptica, el TEDH admite que en este tipo de procedimientos penales puedan adoptarse
determinadas medidas para proteger a las víctimas, siempre que sean compatibles con
un adecuado ejercicio de los derechos de la defensa 48 . Para ello es fundamental que las
entre otras, SSTEDH caso KOSTOVSKI contra Países Bajos, de 20 noviembre 1989, apdo. 41; caso
ASCH contra Austria, de 26 abril 1991, apdo. 27.
44
SSTEDH caso ISGRÓ contra Italia, de 19 febrero 1991, apdo. 34; caso LÜDI contra Suiza, de 15 junio
1992, apdo. 47.
45
Véase, también, SSTEDH caso DELTA contra Francia, de 19 diciembre 1990, apdo. 37; caso SÄIDI
contra Francia, de 20 septiembre 1993, apdo. 43; caso FERRANTELLI y SANTANGELO contra Italia,
de 7 agosto 1996, apdo. 51; caso A. M contra Italia de 14 diciembre 1999, apdo. 25, al que nos
referiremos más adelante con mayor detenimiento.
46
Véase STEDH caso BRICMONT contra Bélgica, de 7 julio 1989, apdo. 89.
47
No hay que olvidar que el art. 8.1 CEDH proclama que “Toda persona tiene derecho al respeto de su
vida privada y familiar…”.
48
En este punto resulta relevante el dictamen (report) emitido por la Comisión Europea de Derechos
Humanos (ComEDH) en el caso BAEGEN contra Países Bajos, de 20 octubre 1994, que en un
procedimiento penal por un delito de violación cometido contra una víctima mayor de edad, admitió la
posibilidad de adoptar tales medidas de protección (vid. apdo. 77). En este caso, la víctima había
manifestado ante la policía su voluntad de permanecer en el anonimato por miedo a represalias. Durante
la investigación judicial el Juez estimó que la solicitud de la testigo de permanecer en el anonimato estaba
bien fundamentada. Durante dicho interrogatorio no estuvo presente el Letrado del demandante, pero
después de su finalización se le envió una copia de la declaración de la víctima invitándole a formularle
por escrito preguntas adicionales, sin que el Letrado formulara nuevas preguntas. Tampoco solicitó
durante la tramitación del procedimiento que se citara a la víctima como testigo para ser oída en el juicio
en su presencia, solicitándolo únicamente durante la audiencia ante el Tribunal de apelación (véase apdo.
78). Por otro lado, la Comisión destaca que las declaraciones de la víctima no habían sido las únicas
pruebas de cargo utilizadas para fundamentar la declaración de culpabilidad, existiendo otras
declaraciones testificales, sin que, tampoco, el letrado del demandante hubiera solicitado interrogarles
(apdo. 79). A juicio de la ComEDH, no parece que durante el procedimiento el demandante no hubiera
tenido la oportunidad de cuestionar la versión de los hechos ofrecida por la víctima o de cuestionar su
veracidad (apdo. 80). En estas circunstancias no puede considerarse que el procedimiento seguido contra
el demandante pueda ser considerado, en su conjunto, como injusto (no equitativo: unfair), descartándose
19
autoridades judiciales adopten medidas tendentes a contrarrestar las dificultades con que
se encontró la defensa 49 .
a) el segundo interrogatorio policial del menor fue realizado a solicitud del propio
abogado del demandante al estimar que era necesaria obtener más información.
b) ante la ausencia del letrado del menor, que al parecer no fue citado adecuadamente, el
letrado del dema ndante estuvo de acuerdo en no estar presente durante el interrogatorio,
aceptando también la manera en que se llevó a cabo dicho interrogatorio (grabación
únicamente en cinta de audio, a diferencia del primer interrogatorio policial que fue
grabado en video).
e) la cinta de video del primer interrogatorio policial fue mostrada durante las
audiencias del juicio y en apelación. Lo recogido en el segundo interrogatorio fue leído
la existencia de violación del art. 6.1 y 3.d) CEDH. El TEDH no llegó, sin embargo, a pronunciarse sobre
el fondo del asunto (vid. STEDH de 27 de octubre de 1995).
49
La sentencia que analizamos menciona dos precedentes anteriores, el cas o DOORSON contra Países
Bajos de 26 marzo 1996, y el caso P. S. contra Alemania de 20 diciembre 2001. En el primer caso el
TEDH admitió, en un procedimiento por tráfico de drogas, la validez de las declaraciones de unos testigos
anónimos cuya identidad era conocida por el Juez instructor y que habían sido interrogados en presencia
del abogado del demandante quien, aunque desconocía su identidad, pudo formularles las preguntas que
consideró de interés excepto aquellas que hubieran podido desvelar la identidad de los testigos. Además,
para el TEDH también fue relevante en el presente caso que la declaración de culpabilidad no se basara
exclusivamente o de forma decisiva en las declaraciones de los testigos anónimos. Por todo ello descartó
la existencia de vulneración del art. 6.1 y 3.d) CEDH. Por su parte, la STEDH caso P. S. contra Alemania
analizó un procedimiento penal por delito contra la libertad sexual cometido contra una menor de edad (8
años), identificado como S., sin que el letrado del demandante tuviera oportunidad durante el
procedimiento de interrogar al referido menor. El TEDH admite que puedan adoptarse medidas que
restrinjan los derechos de la defensa pero sólo si son estrictamente necesarias. Además, en orden a
asegurar el respeto del derecho a un proceso justo las dificultades causadas a la defensa por la limitación
de sus derechos deben ser suficientemente contrarrestadas (counterbalance) por el procedimiento seguido
por las autoridades judiciales (apdo. 23). Como analizaremos más adelante en el presente caso el TEDH
apreció la existencia de una violación de las garantías del art. 6.1 y 3.d) CEDH.
20
ante el Tribunal de primera instancia, y la cinta de audio fue escuchada ante el Tribunal
de apelación.
En función de todos estos datos, el TEDH consideró que dichas medidas debían
ser consideradas suficientes para permitir al demandante impugnar, en el curso del
procedimiento criminal, las declaraciones del menor a sí como su credibilidad 50 . El art.
6.3.d) CEDH no puede ser interpretado, en el marco de los procedimientos penales
relativos a delitos sexuales contra menores, como una exigencia de que, en todos los
casos, las preguntas sean planteadas directamente por el acusado o su abogado,
mediante repreguntas u otro medios (apdo. 52), afirmación de enorme repercusión
práctica. Por todo ello el TEDH concluye que no existió violación de los arts. 6.1 y
6.3.d) CEDH.
50
El caso analizado presenta notables diferencias con anteriores precedentes del mismo TEDH. Así, en la
mencionada STEDH caso P. S. contra Alemania de 20 diciembre 2001, examina un supuesto donde
también el menor de edad víctima de un delito de agresión sexual nunca había sido interrogado por un
juez y nunca se le había concedido al demandante la posibilidad de interrogarle directamente, por haberlo
decidido así el Tribunal nacional con la finalidad de proteger el desarrollo personal del menor. Sin
embargo, en este supuesto, el letrado del demandante había solicitado, en los momentos iniciales, la
práctica de una prueba pericial psicológica para determinar el grado de credibilidad de las declaraciones
de la menor, petición que fue desestimada por el Tribunal de instancia sin que existiera, a juicio del
TEDH, una razón sólida que fundamentara dicha desestimación. Si bien el Tribunal de apelación acordó
la práctica de la prueba pericial psicológica, que confirmó la credibilidad de las declaraciones de la
menor, sin embargo, el TEDH estimó que el hecho de haber transcurrido 18 meses entre la ocurrencia de
los hechos y la decisión de práctica de dicha prueba pericial no permitió a la defensa cuestionar las
manifestaciones de la menor, que habían sido incorporadas al procedimiento mediante la declaración de
terceras personas (su madre y el agente de la policía que le tomó declaración en el momento de formular
denuncia). Partiendo de este dato y del hecho de que las declaraciones de la menor constituían la única
prueba directa del delito, siendo decisivas en la declaración de culpabilidad acordada por los Tribunales
nacionales alemanes, el TEDH concluyó que la utilización de dicha prueba implicó una limitación de los
derechos de la defensa contraria a las exigencias del proceso equitativo (apdos. 30-31). El otro precedente
era la STEDH caso A. M. contra Italia, de 14 diciembre 1999, relativa, también, a un posible delito de
abuso sexual contra un menor de edad (identificado como G.). El procedimiento se había iniciado con
ocasión de la denunciada presentada por el menor ante el Departamento de Seguridad Pública de Seattle
(Estados Unidos) en donde narraba que durante sus vacaciones en Italia había sido objeto de abusos
sexuales por parte del demandante (A. M.), conserje de la residencia en donde estuvo alojado. La Fiscalía
de Florencia remitió al Tribunal Penal de Seattle una comisión rogatoria internacional solicitando que se
interrogara al menor G., así como a su padre, Sr. D., y a la médico, Sra. F., a quien el menor le había
narrado lo sucedido. En dicha comisión rogatoria se indicaba expresamente que ningún abogado estaba
autorizado a asistir al interrogatorio de los testigos. La policía interrogó al padre del menor, sin la
presencia de ningún abogado, quien confirmó que su hijo había declarado haber sido objeto de abusos
sexuales por parte del demandante; igualmente las autoridades norteamericanas remitieron las
declaraciones por escrito de la madre del menor, que confirmó la versión de su marido, así como de la
psicoterapeuta infantil que se ocupaba de los trastornos que presentaba el menor. En el acto del juicio oral
no compareció ninguno de estos testigos acordándose, con la oposición del demandante, la lectura de las
declaraciones documentadas remitidas por las autoridades norteamericanas. El Tribunal de instancia
condenó al demandante a la pena de 2 años de prisión, basando su declaración de culpabilidad en la
denuncia presentada por el menor G., y en las declaraciones realizadas por sus padres y por la
psicoterapeuta infantil ante la policía norteamericana. Para el TEDH eran datos relevantes, en el presente
caso, el hecho de que la condena del demandante se había basado exclusivamente en las declaraciones
efectuadas en Estados Unidos ante la policía norteamericana con anterioridad al proceso, que el
demandante no tuvo en ningún momento la oportunidad de rebatir a quienes le acusaban y que, además,
en la comisión rogatoria se había prohibido la asistencia de abogado en los interrogatorios policiales
(apdos. 26-27), por todo ello concluye que el demandante no tuvo una ocasión suficiente y adecuada para
rebatir los testimonios en los que se basó su condena, por lo que se había producido una violación del art.
6.1 y 6.3.d) CEDH.
21
Dicho pronunciamiento fue objeto de una opinión concordante formulada por la
Juez señora W. Tomasen, a la que se le une el Juez señor J. Casadevall, así como de una
opinión disidente formulada por los Jueces señores R. Türmen y R. Maruste.
22
Como hemos tenido ocasión de señalar ya 51 , la sentencia S. N, ofrece estándares
de compatibilidad con las exigencias del proceso justo que deben explorarse. El acceso
a la información que posee el menor, presunta víctima, en las fases previas del proceso,
en un marco razonable de contradicción procesal, es posible. La utilización, a tal fin, de
la prueba pericial técnica, practicada por peritos expertos e imparciales (psicólogos
forenses experimentales) 52 , durante el desarrollo del procedimiento preliminar bajo
control judicial, con la necesaria intervención de las partes en su preparación53 , y en
condiciones documentales, mediante grabaciones digitalizadas o videográficas 54 , que
permitan acceder, de forma sensorial, al Tribunal juzgador a dicha información, ofrece
un espacio adecuado que permite tener por cumplida con la garantía de la contradicció n,
sin merma alguna de las exigencias dimanantes del proceso justo o equitativo. Solución
acogida normativamente en países de nuestro entorno (Francia, Italia, Bélgica,
Holanda)55 . No solo se garantiza de esta forma la garantía de la contradicción, como
garantía instrumental del derecho de defensa, sino que además se asegura la calidad
epistemológica de la información obtenida durante la entrevista con el menor.
51
Vid. HERNÁNDEZ GARCÍA, J., y MIRANDA ESTRAMPES, M., ob. cit., pág. 6.
52
Como advierte FÁBREGA RUÍZ, C. F., “Problemática de la declaración testifical de los menores en
los procesos penales” La Ley, núm. 6289, 6 julio 2005, documento electrónico, pág. 4, no debería
utilizarse nunca al profesional que ha sido o es terapeuta de la víctima debido a las relaciones que se
generan entre terapeuta y paciente que son de naturaleza distinta a las que unen al perito forense y a la
persona objeto de la pericia.
53
Se propone que con carácter previo a la entrevista que el Juez convoque a las partes y al perito para
fijar el objeto del interrogatorio y la información que se pretende obtener.
54
Las entrevistas deberían necesariamente grabarse para poder ser reproducidas en el acto de la vista oral.
55
En tales países se establece la obligación de grabación videográfica de las exploraciones de los menores
en los momentos previos del proceso, con intervención de especialistas y en condiciones contradictorias
adecuadas, evitando su ulterior declaración en la fase de juicio oral, mediante su reproducción delante del
Tribunal y de las partes.
23
hechos. Dichos testimonios y los reconocimientos efectuados en sede policial por los
menores sirvieron de base para la condena del demandante.
Por último, el TEDH destaca que la negativa de los Tribunales nacionales a que
los menores acudieran al juicio oral para ser interrogados por las partes no venía avalada
por ninguna opinión pericial56 . Se trataba de una decisión insuficientemente
fundamentada y puramente especulativa. De ahí puede inferirse que la decisión judicial
debe venir avalada por algún dictamen pericial que desaconseje la declaración de los
menores en el acto del juicio oral por ser perjudicial para el desarrollo de su
personalidad y ser susceptible de causar graves perjuicios.
56
Este es uno de los requisitos que se exige en los actuales arts. 448 y 707 LECrim.
24
VI.8. La prueba pericial y la garantía de contradicción: STEDH caso COTTIN contra
Bélgica, de 2 de junio de 2005
57
SSTEDH casos BÖNISCH contra Austria, de 6 mayo 1985; BRANDSTETTER contra Austria, de 28
agosto 1991.
58
Posibilidad que en realidad no utilizó, según se recoge en la opinión disidente formaliza por varios
jueces.
25
La opinión mantenida por la mayoría del Tribunal resulta discutible. La garantía
de la contradicción no sufre una limitación intolerable si a pesar de no haber tenido
oportunidad de participar en el examen médico forense, luego se posibilita el
interrogatorio de este último por el demandante, concediéndole incluso la posibilidad de
estar asistido de un médico de su confianza. Dicho interrogatorio en la vista oral y en
estas condiciones sería suficiente para estimar respetada la garantía de contradicción. En
este sentido se expresaron varios jueces en un voto disidente. Según se argumenta en el
mismo el demandante hubiera podido solicitar que el médico forense presentara sus
conclusiones ante el Tribunal de apelación con el fin de poder discutirlas, incluso con la
asistencia de un perito nombrado por él mismo. También podría haber solicitado la
declaración del propio lesionado. En estas condiciones no puede admitirse, como
concluye la mayoría, que el demandante no tuvo realmente la oportunidad de discutir las
conclusiones del forense o que solo pudo hacerlo indirectamente.
59
STEDH caso BARBERÁ, MESSEGUÉ y JABARDO contra España, de 6 diciembre 1988.
26
banco y no él. Concluye, por tanto, constatando la existencia de vulneración de los arts.
6.1 y 6.3.d) CEDH.
En primer lugar, el TEDH rechaza que se hubiera producido una vulneración del
art. 6.3.d) CEDH pues los testigos fueron interrogados durante los debates públicos a
presencia del demandante y de su abogado.
60
La Decisión núm. 37442/97 caso P. K. contra Finlandia, de 9 julio 2002, afirma que “such a principle
of immediacy is an important guarantee in criminal proceedings in which the observations made by the
court about the demeanour and credibility of a witness may have important consequences for the
accused”.
27
En segundo lugar, desestimó la vulneración del art. 6.1 CEDH,
fundamentalmente por dos razones. La primera, porque el cambio había afectado
únicamente a uno de los ocho jueces que integraban el Tribunal, permaneciendo los
siete restantes quienes pudieron asistir a la práctica de todas las pruebas. La segunda,
que la ausencia del juez suplente durante las vistas en las que tuvieron lugar las
declaraciones de los testigos fue suplida por la lectura de las actas de las vistas 61 .
61
A esta misma conclusión se había llegado en la mencionada Decisión del caso P. K contra Finlandia, y
en la STEDH caso PITKÄNEN contra Finlandia. En el caso P. K. el cambio afectó solo al juez presidente
permaneciendo los restantes tres jueces legos; además en ningún momento se cuestionó la credibilidad del
testigo ni existía en el procedimiento ningún motivo que justificara la existencia de dudas acerca de dicha
credibilidad. El nuevo juez tuvo acceso a las grabaciones de la declaración del testigo y, por último, la
declaración de culpabilidad se había basado, también, en otras pruebas, no sólo en las manifestaciones de
ese testigo.
28