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BIBLIOTECA
Extranjero en todas partes
Por Raquel Garzón | Enero 1, 2024
Mercedes Halfon
Extranjero en todas partes. Los días argentinos de Witold Gombrowicz
Colección Vidas Ajena. UDP
159 páginas
https://www.pagina12.com.ar/581980-witold-gombrowicz-en-argentina [▲]
"Extranjero en todas partes" de Mercedes Halfon reconstruye el paso del escritor por nuestro
país
Witold Gombrowicz en Argentina
Desde su llegada al país en 1939, el autor de Ferdydurke fue un enigma: escribía en polaco y se
traducía, era gay, no entró en el canon ni fue reconocido por Sur, fue candidato al Nobel.
Reconstruir esos años fue para Halfon una pesquisa de contradicciones detrás de una figura
esquiva.
Por Imanol Subiela Salvo | 27 de agosto de 2023
Recuadro
Lo bajo y lo alto: un fragmento de Extranjero en todas partes
Por Mercedes Halfon
Mastronardi era cercano al grupo Sur y colaborador de la revista. Tenía
muy buenas relaciones con Victoria Ocampo y su hermana Silvina –
pertenecientes a una de las familias patricias más importantes de la
Argentina–, con Adolfo Bioy Casares –novelista y marido de la última–
y, por supuesto, con Jorge Luis Borges, quien tenía en alta estima la
poesía del entrerriano. La revista, y posteriormente editorial Sur,
comandada por la imponente Victoria y un comité de renombre
internacional, marcaron, desde su fundación en 1931, el rumbo de la
literatura argentina por más de dos décadas. Fueron el canon, tanto
por lo que iluminaban de la escena local, como por lo que traducían de
lo extranjero. Borges, con el paso de los años, ocupará el centro. A Gombrowicz no le hubiera
venido nada mal hacerse de esos vínculos, quizás publicar en la revista. Por eso Mastronardi
organizó una cena, en la casa de Silvina y Bioy, a la que también acudió Borges.
La secuencia fue contada por Gombrowicz en el Diario y también comentada por los anfitriones,
pero de modos muy distintos. El primero le dedica varias páginas, reflexiona sobre estos
figurones, no del todo amablemente. Escribe: “¿Cuáles eran las posibilidades de comprensión
entre esa Argentina intelectual, estetizante y filosofante y yo? A mí lo que me fascinaba del país
era lo bajo, a ellos lo alto. A mí me hechizaba la oscuridad de Retiro, a ellos las luces de París”.
Gombrowicz se siente incómodo en el encuentro, habla poco, no mira a nadie, no saca temas de
conversación, no es amable con los anfitriones. Su español es defectuoso, el francés de ellos, dice,
le resulta inaudible. Se impacienta, se resiente. Su orgullo, su dolorosa extranjeridad lo hace
cerrarse sobre sí mismo como un candado.
En los años setenta, mientras hacía la investigación para su libro Gombrowicz en Argentina, Rita
Gombrowicz, su viuda y albaceas, entrevistó a Silvina Ocampo. Tuvieron el siguiente diálogo que,
con mucha perspicacia, Rita transcribió tal cual:
RG: Hábleme de esa famosa cena evocada por Gombrowicz en su Diario.
SO: ¿Por qué famosa?
El malentendido era obvio. Mastronardi, artífice del encuentro y nexo entre los dos bandos, dio
algunas explicaciones. En particular del comportamiento de Gombrowicz. Los demás, pareciera,
no tenían necesidad de dar explicaciones.
En Argentina no buscó ni tampoco fue rechazado por aquellos que ornaban el Olimpo literario;
más bien habría que decir que estaba muy a gusto en otros medios. Nunca quiso, ni aquí ni en su
patria, entrar en la Cultura como se entra en un templo en el que los fieles rezan de rodillas.
Como cierre de su visita y de su reflexión sobre el grupo Sur, epicentro de la literatura argentina
en el tiempo que Gombrowicz estuvo en el país, escribe una de las formulaciones estéticas más
bellas de su Diario. Se termina de comprender que su diferencia con ellos no es de clase, ni de
nacionalidad, ni de estilo, ni de escritura. La diferencia está en el lugar a donde cada uno va a
dirigir la mirada:
El arte es ante todo un problema de amor, si queremos conocer la verdadera posición del artista
debemos preguntar ¿de qué está enamorado?