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CUARTO

DE DESECHOS
Y OTRAS OBRAS
CAROLINA MARIA DE JESUS

TRADUCCIÓN Y PRÓLOGO:
Laboratorio de Traducción de UNILA

ADAPTACIÓN AL ESPAÑOL RIOPLATENSE:


Lucía Tennina y Penélope Serafina Chaves Bruera

EPÍLOGO:
Raffaella Fernandez

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Cuarto de desechos y otras obras
1ª edición en Argentina, 2021.

Cuarto de desechos y otras obras


1ra edición en Colombia, Ediciones Uniandes, Bogotá, 2019

Jesus, Carolina Maria de


Cuarto de desechos y otras obras / Carolina Maria de Jesus. - 1a
ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Mandacaru Editorial,
2021.
464 p. ; 22 x 15 cm.

Traducción de: Mario Rodríguez Torres ; Lucía Tennina ;


Penélope Serafina Chaves Bruera.
ISBN 978-987-47671-3-4

1. Literatura Brasilera. 2. Narrativa Brasilera. I. Rodríguez


Torres, Mario, trad. II. Tennina, Lucía, trad. III. Serafina Chaves
Bruera, Penélope, trad. IV. Título.
CDD B869.3

edición y revisión traducción Fotografía de tapa y de solapa


Bruna Stamato Laboratorio de Carolina Maria de Jesus,
Lucía Tennina traducción de UNILA 1960. Fotografía del Fondo
Michelly Aragão documental del Correio
diseño gráfico
Rafaela Vasconcellos da Manhã. Dominio
Ana Uranga B.
público / Colección del
Archivo Nacional de Brasil

Queda prohibida la reproducción total o parcial de la obra


sin el permiso previo y por escrito a la editorial.
Reservados todos los derechos.
Impreso en Buenos Aires - Argentina/ Printed in Buenos Aires - Argentina
Hecho el depósito que marca la Ley 11.723

mandacarueditorial.com
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contacto@mandacarueditorial.com

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M
andacaru es un proyecto editorial colectivo, feminista e
independiente, autogestionado por mujeres activistas y
académicas de Argentina y Brasil. La editorial nació del
deseo de encontrar, rescatar, traducir y publicar escritoras cis y
trans, afrodescendientes, originarias y también blancas, de lengua
portuguesa, de Brasil, África y Portugal.

La palabra mandacaru proviene del tupí guaraní mãdaka’ru y hace


referencia a la planta del cactus nativa de la región del sertón en el
noreste de Brasil, una región cálida y profundamente seca. En ese
territorio, donde la vida es un acto de resistencia, nace el mandacaru
con su belleza, fuerza y el rojo intenso de su fruto. Esa es la imagen
que nos inspira.

En un campo literario y académico árido, donde ciertas expresiones


tienen dificultades para crecer, la editorial surge para romper las
barreras lingüísticas, políticas y simbólicas. Los libros de Mandacaru
en sus tres colecciones, de narrativa, ensayo y poesía, pretenden
intervenir ese terreno político y estético, reconociendo las luchas
contra las distintas formas de dominación que atraviesan nuestros
cuerpos, lenguajes e historias de vidas.

Cada libro que publicamos es una flor del mandacaru.

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Contenido

Prólogo • 7
Laboratorio de Traducción de Unila

Nota a la presente edición • 27


Cuarto de desechos • 29
Casa de ladrillos • 223
Relatos • 405
Favela • 407
¿Dónde estáis, Felicidad? • 433

Epílogo • 447
Raffaella Fernandez

Cronología • 451
Bibliografía • 457
Sobre les colaboradores de la presente edición • 461

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Prólogo

Cuarto de desechos:
una obra que dejó muchas marcas

Tradicionalmente se dice que Carolina Maria de Jesus (1914?-


1977) fue descubierta por el periodista Audálio Dantas (1929-
2018), pero, como proponen intérpretes recientes de la autora, bien
se puede afirmar lo contrario. En abril de 1958, el joven Audálio,
que trabajaba para el periódico Folhas, visitó la favela de Canindé,
en São Paulo, para hacer un reportaje. Al notar la presencia del pe-
riodista, Carolina comenzó a vociferar contra unos hombres que
estaban ocupando el parque para niños recientemente instalado en
la favela. Les gritaba que iba a incluir sus nombres en el libro que
estaba escribiendo. Sus palabras surtieron efecto. Audálio sintió cu-
riosidad por saber de qué libro hablaba esta mujer negra imponente.
Carolina llevó al periodista al rancho que construyó con sus propias
manos y le mostró una serie de cuadernos en los que había venido
registrando sus escritos literarios (poesías, canciones, obras de tea-
tro, narraciones en prosa) y un diario. Dantas se interesó por este
último. El periodista decidió dedicar su reportaje a Carolina, publicó
algunos fragmentos de su diario en el periódico y le pidió a la au-
tora continuar con la escritura de este. Dos años después, en 1960,
la entonces prestigiosa editorial Francisco Alves publicó Cuarto de
desechos: diario de una favelada, una selección de poco menos de dos-
cientas páginas, hecha por Audálio, de los diarios de Carolina, a par-
tir de los veinte cuadernos que habría recibido de ella1. La acogida

1 Dantas, Audálio. «Atualidade do mundo de Carolina». En Quarto de despejo:


diário de uma favelada (São Paulo: Ática, 1993), 3.

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| LABORATORIO DE TRADUCCIÓN DE UNILA

fue inmediata. En los primeros seis meses, el libro vendió más de


noventa mil copias. Se convirtió en el mayor éxito editorial de la his-
toria brasileña hasta ese momento y fue traducido a catorce idiomas
y vendido en cuarenta países, por lo que alcanzó una popularidad en
el extranjero solo comparable con la de Jorge Amado2.
El título del libro se refiere a una metáfora empleada repetida-
mente en los diarios para definir la favela. Carolina propone pensar la
ciudad de São Paulo como una casa. Algunas veces se refiere a la parte
urbanizada de la ciudad, de forma general, como la sala de visitas; en
otras, propone divisiones más detalladas, por ejemplo, «el Palacio es
la sala de visitas. La Municipalidad es el comedor y la ciudad es el
jardín». Ya sea en una u otra versión, la parte urbanizada de la ciudad
es comprendida como aquel lugar donde se encuentran las cosas de
valor y dignas de mostrar, en contraposición a ese otro lugar de la casa
donde se coloca la basura o lo que se ha vuelto obsoleto y que, por tan-
to, debe permanecer oculto. Ese otro lugar es el «cuarto de desechos».
Cabe resaltar que la palabra que traducimos por ‘desechos’, despejo,
significa en portugués también ‘desahucio’, la acción de expulsar a
alguien del lugar donde vive. De esta manera, la metáfora del cuarto
de desechos se conecta con un fenómeno histórico concreto: la expul-
sión de personas pobres de las casas colectivas donde vivían en zonas
estratégicas de São Paulo, en 1948, para dar lugar a la construcción
de edificios nuevos, como parte del proceso de modernización que
vivía la ciudad en vísperas de su cuadragésimo centenario. Carolina es
parte de los expulsados que pasaron a vivir en ranchos improvisados
en la favela de Canindé, que quedaba ubicada a orillas del río Tietê,
en los límites de la ciudad de la época. A ese hecho hace referencia
la autora tanto en partes de los dos libros de diarios, que publicamos
en este volumen, como al comienzo del relato «Favela», que también
forma parte de la presente edición.

2 Levine, Robert M. y Meihy, José Carlos Sebe Bom. The Life and Death of
Carolina Maria de Jesus (Albuquerque: University of New Mexico Press,
1995). 50

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PRÓLOGO |

La imagen del cuarto de desechos es, por tanto, rica en senti-


dos y es muestra de la agudeza y creatividad de una autora cuya
importancia muchas veces ha querido ser reducida a la de haber
dado un testimonio de lo que significaba ser habitante de una fa-
vela. De hecho, durante mucho tiempo, tanto los grandes medios
de comunicación como los círculos políticos e intelectuales no
concibieron la posibilidad de que Carolina pudiera hacer algo más
que representar a la favela y actuar como favelada. Al respecto,
es expresivo el hecho de que, luego del lanzamiento de Cuarto de
desechos, librerías y programas de televisión hayan montado es-
cenarios que recreaban los ranchitos de la favela para recibir a la
escritora. Paradójicamente, el deseo de Carolina siempre fue salir
de ese lugar y lo hizo tan pronto como le fue posible. Su salida de
Canindé no fue pacífica, pues, el día de la mudanza, sus antiguos
vecinos le lanzaron piedras debido a las críticas que les había he-
cho en su libro. Como lo atestiguan las páginas de sus diarios, las
relaciones de Carolina con los favelados nunca fueron fáciles. Esto
no quiere decir que, por momentos, Carolina no haya expresado
también simpatía e incluso se haya identificado con ellos, pero esa
identificación nunca fue completa. De ahí el error de querer hacer
de Carolina una metáfora de la favela. El vínculo de la autora con
esta sería mejor comprendido en términos de metonimia, es decir,
como identidad relacional antes que identificatoria3.
La falta de interés en una Carolina fuera de la favela ayuda a enten-
der la indiferencia por la producción de la autora más allá de Cuarto
de desechos. Pasada la novedad de esta publicación, la escritora cayó
en el olvido. Para que esto ocurriera, contribuyó también el comienzo
de la dictadura civil-militar en 1964, momento a partir del cual, como
dice el historiador José Carlos Sebe Bom Meihy, dejó de interesar di-
fundir una figura potencialmente subversiva, como la de la autora4.

3 Sobre la diferencia entre metáfora y metonimia, véase Penna, João Camillo.


Escritos da sobrevivência (Rio de Janeiro: 7Letras, 2013), 110-111.
4 Meihy, José Carlos Sebe Bom. «Repensando Carolina Maria de Jesus». Diver-
sitas 1, n.º 3, 523.

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Cabe agregar que si la derecha identificaba a Carolina como potencial-


mente subversiva, para la intelectualidad de izquierda de la época ella
resultaba demasiado conservadora5, por lo cual tampoco se interesó
en recuperar su memoria.
Carolina nunca se resignó a ocupar el lugar que le indicaban.
Siempre defendió su independencia, asumiendo posiciones que,
ciertamente, no estaban libres de contradicción, lo que le costaría
la pérdida de apoyos y ser relegada a un segundo plano. En ese lu-
gar permaneció hasta las últimas dos décadas, cuando volvió a tener
destaque, debido, principalmente, al reconocimiento de gran ante-
cesora que le dieron escritores vinculados al movimiento negro o a
la llamada literatura periférica, uno de los fenómenos culturales más
importantes ocurridos en Brasil en los últimos tiempos. Autores
como Conceição Evaristo, Elisa Lucinda, Sérgio Vaz o Allan da Rosa
retoman a Carolina porque reconocen en ella no solo a una impor-
tante voz testimonial, sino a una extraordinaria escritora de literatu-
ra y a una artista integral.
El presente volumen sigue ese movimiento de recuperación de
la obra de Carolina, desde una nueva perspectiva, y busca ayudar a
ampliarlo más allá de las fronteras brasileñas.

La trayectoria de una escritora formada al margen

Carolina Maria de Jesus nació en la ciudad de Sacramento, al sur


del estado de Minas Gerais, en el seno de una familia rural, negra y
descendiente de ex esclavos. Probablemente el año de su nacimien-
to fue 1914, pero no hay seguridad al respecto, debido a la falta de
registro, algo que era normal entre las personas negras de la épo-
ca. En Diário de Bitita, la autora hace referencia a este hecho: «solo
los blancos son considerados brasileños. Nadie en mi familia tenía

5 Levine y Meihy, op. cit., p. 8.

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PRÓLOGO |

registro. No era necesario el certificado de defunción para enterrar


a los muertos»6.
Fue especialmente cercana al abuelo, quien constituye la ma-
yor parte de sus gratos —si bien escasos— recuerdos de infancia.
Según Carolina, su abuelo, Benedito José da Silva, era visto como
un Sócrates africano7, un negro inteligente y respetado incluso por
los blancos ricos de la región. Los dos pasaban largas horas en el
campo charlando sobre cuentos populares, sobre la esclavitud y dis-
cutiendo historias. Carolina entró en contacto con un vasto acervo
de tradición oral a través de su abuelo. Podemos suponer que esto
despertó en ella el deseo de ser también una contadora de historias.
Igualmente importante en su formación como escritora fue su
breve paso por el colegio. Carolina solo tuvo la posibilidad de cursar
dos años de educación formal, pero estos le bastaron para conver-
tirse en una ávida lectora. En su contexto, resultaba tan inusitado
que una joven negra leyera que Carolina fue acusada por un grupo
de hombres de andar con libros de brujería, motivo por el cual fue
enviada a prisión junto con su madre, que intentó defenderla. En la
cárcel, las dos pasaron varios días sin comer y fueron brutalmente
golpeadas, incluso a la madre le rompieron un brazo. No fue el único
paso de la joven Carolina por la cárcel, debido a prejuicios sociales.
En otra ocasión, fue detenida porque el padre del pueblo la acusó de
un robo que, posteriormente, se comprobó que no había cometido.
Acontecimientos como estos motivaron a Carolina a dejar
Sacramento, en 1937, y a emprender un arduo viaje a pie has-
ta la ciudad de São Paulo, que se encontraba a una distancia de
quinientos kilómetros aproximadamente. Los pueblos por los que
pasó tienen hoy calles con el nombre de la autora. Una vez en
São Paulo, trabajó en lo que pudo para subsistir. Fue empleada
doméstica en varias casas de familia, entre ellas, la del prestigioso

6 Jesus, Carolina Maria de. Diário de Bitita (Rio de Janeiro: Nova Fronteira,
1986), 21.
7 Ibid., 119.

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cardiólogo brasileño Euryclides de Jesus Zerbini, el primero en


realizar un trasplante de corazón en Brasil. Durante el periodo
que trabajó en casa del doctor, Carolina tuvo acceso a su nutri-
da biblioteca, lo cual le permitió alimentar su pasión lectora; era
habitual que pasara el tiempo de descanso leyendo cuanto libro
estuviera a su alcance.
En 1947, quedó embarazada de su primer hijo, motivo por el cual
se vio imposibilitada de seguir trabajando como empleada en casas
de familia. En 1948, la demolición de la casa donde vivía y el deseo
de encontrar un lugar fijo donde residir con su futuro hijo la lleva-
ron a instalarse en la favela de Canindé. Allí dio a luz a João José, así
como a sus otros dos hijos, José Carlos, en 1949, y Vera Eunice, en
1953. Los tres fueron producto de relaciones amorosas que Carolina
sostuvo con diferentes hombres extranjeros. Como se puede leer en
sus diarios, la autora sostenía fuertes opiniones en contra del matri-
monio, y si no se casó fue por decisión propia.
La pobreza y la precaria vida en la favela la llevaron a con-
vertirse en cartonera. Encontró en los basureros no solo los ma-
teriales desechados con los que construyó su casa, sino también
la manera de sustentarse y de garantizar la supervivencia de sus
hijos. Sola o acompañada por ellos, salía a juntar cuanto encon-
traba en las calles: papeles, cartones y chatarras para vender, así
como comida en distintos estados de descomposición y utensilios
domésticos.
En sus maratónicas caminatas en busca de materiales reciclables,
juntaba también libros, revistas y periódicos que guardaba para leer,
así como papeles y cuadernos en los que fue registrando su obra de
manera desorganizada. Mezclaba fragmentos de diferentes tipos de
textos y aprovechaba hasta el último espacio en blanco para escri-
bir. En diferentes ocasiones, Carolina intentó publicar sus obras sin
obtener éxito, hasta su encuentro con Audálio que, como se dijo,
editó, en 1960, Cuarto de desechos: diario de una favelada, la obra que
la llevó al estrellato.

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PRÓLOGO |

En 1961, salió a la venta su segundo libro, Casa de ladrillos: diario de


una exfavelada, el cual también está incluido en el presente volumen.
En esta obra se encuentra detallada la transición geográfica y social
de la autora, que pasó de los márgenes hacia el centro de la sociedad.
En cierta forma, el libro narra la realización de los sueños de Carolina:
el sueño de tener una casa propia, de poder alimentar a sus hijos, de
ser reconocida como escritora. Pero es también la narración del des-
cubrimiento, por parte de ella, de que estar en «la sala de visitas» de
la ciudad no es siempre ni bello ni tranquilo, principalmente si se es
una mujer negra salida del «cuarto de desechos». Esto la lleva a revisar
algunas de sus posiciones y pensamientos. Casa de ladrillos puede ser
leída, entre otras formas, como una etnografía absolutamente inusual
de una parte de la clase media y alta de Brasil.
Tras la escasa repercusión que obtuvo Casa de ladrillos, la edi-
torial Francisco Alves decidió no publicar más libros de Carolina.
Audálio Dantas tampoco editó más textos suyos, pues las tensiones
entre los dos se agravaron. Carolina se sentía controlada por Audálio
y este consideraba a la escritora una persona arrogante e irascible
que no seguía consejos. Durante lo restante de su vida, Carolina
solo logró publicar dos libros más, ambos en 1963, Pedaços da fome
[Pedazos de hambre], una novela cuyo título original era A felizarda
[La suertuda], pero que el editor decidió cambiar, así como parte de
la estructura de la obra, en busca de un éxito comercial que, final-
mente, no logró; y el libro Proverbios, una antología de sentencias y
refranes, cuya edición independiente fue financiada por la propia
autora. Este libro tampoco obtuvo éxito.
En 1962, Carolina compró un terreno en Parelheiros, distrito a
las afueras de São Paulo, donde se dedicó a plantar, a criar algunos
animales y comenzó a construir una casa, a la cual, luego de muchos
esfuerzos, debido a los problemas económicos que enfrentaba, ter-
minó por mudarse. Allí vivió de forma modesta hasta su muerte,
ocurrida en 1977, producida por un ataque de asma. Había cumplido
sesenta y tres años (según su fecha probable de nacimiento) y, pese
a los problemas, nunca había dejado de escribir.

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Una obra en proceso de descubrimiento

En 1972, las periodistas Maryvonne Lapouge, de Francia, y Clélia


Pisa, de Brasil, fueron a entrevistar a Carolina a su casa de Parelheiros
y recibieron de sus manos dos cuadernos, que contenían poemas,
narrativas autobiográficas y textos ficcionales. Los cuadernos fueron
llevados a Francia, donde, en 1982, años después de su muerte, se
publicaron como una selección de las narrativas autobiográficas, rela-
tivas al periodo de infancia de la autora en Sacramento, con el título
en francés Journal de Bitita —Bitita era el apodo de la autora cuando
niña—. La editorial Alfaguara publicó la traducción al español de esta
obra dos años después, con el título Diario de Bitita. Solo en 1986 apa-
reció la traducción al portugués con ese mismo nombre, a pesar de
tratarse de un libro de memorias y no de diarios, porque esta última
denominación permitía recuperar la conocida imagen de Carolina
diarista. En Francia, aunque no llegó a ser un bestseller, el libro obtuvo
el premio de las lectoras de la revista Elle y, según recuerda su editora
Anne-Marie Métailié, tuvo una buena repercusión en la prensa8. En
Brasil el interés fue escaso. En los años posteriores a su muerte, la
obra de Carolina recibió más atención en algunos lugares del extran-
jero que en su país. De hecho, según el historiador Robert M. Levine,
de la Universidad de Miami, mientras que en Brasil Cuarto de dese-
chos paró de editarse en 1976, en Estados Unidos y muchos países de
Europa nunca dejó de ser publicado9.
Al comienzo de la década de los noventa, el interés de Robert M.
Levine por Carolina lo llevó a entrar en contacto con su amigo José
Carlos Sebe Bom Meihy, profesor de historia en la Universidad de
São Paulo, con quien empezó a discutir sobre la escritora. Tiempo
después, ambos historiadores emprendieron la primera investi-
gación con profundidad dedicada a la vida y obra de Carolina, la

8 Fernandez, Raffaella. «Entrevista com Ane-Marie Métailié». Scripta 18, n.º


35 (2014): 295.
9 Levine y Meihy, op. cit., 8.

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PRÓLOGO |

cual fue publicada con el nombre Cinderela negra, a saga de Carolina


Maria de Jesus, en Brasil, en 1994, y The Life and Death of Carolina
Maria de Jesus, en Estados Unidos, en 1995. Durante su investiga-
ción, Levine y Meihy conocieron a Vera Eunice Lima de Jesus, la hija
de Carolina, quien acabaría por entregarles un conjunto de cuader-
nos de escritos de su madre (más de cuatro mil páginas) que había
preservado. A partir de estos, los historiadores organizaron dos pu-
blicaciones aparecidas en 1996. La primera, Meu estranho diário [Mi
extraño diario], fue una antología de diarios de Carolina, literalmen-
te transcritos, que van de 1958 a 1963. La importancia de este libro
radica, en buena medida, en dar a conocer versiones completas, es
decir, anteriores a los grandes recortes realizados por Audálio de
entradas del diario de Carolina que forman parte de Cuarto de dese-
chos y Casa de ladrillos. La segunda publicación fue una selección de
poemas titulada Antologia pessoal [Antología personal]. Los trabajos
de Levine y Meihy pueden ser considerados el impulso inicial en el
lento proceso de revalorización de la obra de la escritora.
Investigadores más recientes, entre los que se destacan los nom-
bres de Elzira Perpétua y Rafaella Fernandez, han demostrado la im-
portancia de que se estudien y divulguen los cuadernos manuscritos
que dejó Carolina, pues a partir de ellos se amplía y modifica radi-
calmente la perspectiva sobre su producción, que permanece en su
mayor parte inédita. Además, la parte publicada fue definida, casi en
su totalidad, por los editores, sin considerar la opinión de la autora.
Esto último, sin embargo, no quiere decir que Carolina haya sido una
invención de sus editores, en particular de Audálio Dantas, como su-
girió el crítico Wilson Martins. Según Martins, no se podía creer que
una persona como Carolina hubiera usado expresiones como «astro
rey», astro-rei, en lugar de «sol» simplemente. Él afirmaba que fra-
ses como «me ablucioné y entré al lecho», «abluí-me e aleitei-me»
en portugués, solo «podían ser una cosa de periodista»10. Audálio

10 Fernandez, Raffaella. Processo criativo nos manuscritos do espólio literário de


Carolina Maria de Jesus. Tesis de doctorado. Instituto de Estudos da Lingua-
gem, Universidade Estadual de Campinas, 2015, 89.

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respondió insistiendo que, como había dicho en el prefacio original


de Cuarto de desechos, él solo suprimió fragmentos y frases del dia-
rio, sin cambiar ni agregar nada. El periodista contó con el respaldo
de dos poetas reconocidos, Ferreira Gullar y Manuel Bandeira. Este
último escribió: «Hay en estas páginas ciertos errores, ciertas impro-
piedades de expresión, ciertos pedantismos de instrucción primaria
hecha por la mitad, que son de flagrante autenticidad, imposible de
inventar»11. El acceso que se tiene hoy a los cuadernos de Carolina
permite comprobar que fragmentos como los referidos por Wilson
Martins fueron efectivamente escritos por ella.
Si bien actualmente ya no es posible afirmar que Carolina fue un
invento de Audálio, no se puede dejar de reconocer que este tuvo una
intervención decisiva en la elaboración tanto de Cuarto de desechos
como de Casa de ladrillos. Como ha mostrado Elzira Perpétua, en el
artículo «Aquém do Quarto de despejo: a palavra de Carolina Maria
de Jesus nos manuscritos de seu diário» y en el libro A vida escrita
de Carolina Maria de Jesus, Audálio no solo hizo importantes recortes
en los escritos de Carolina (los cuales no siempre dejó señalados),
sino que realizó alteraciones en la puntuación, la ortografía y, aun-
que en menor medida, en el vocabulario. Además, fue determinante
en la elección del género y la forma cómo este debía ser trabajado.
Como observa Perpétua, Carolina y Audálio tenían opiniones di-
ferentes sobre lo que debía ser publicado. Carolina quería publicar
sus obras literarias y Audálio le insistía en que publicara diarios con
apuntes de lo que veía a su alrededor (primero en la favela y luego
fuera de esta). A esto se debe seguramente que los diarios parezcan
más los cuadernos de campo de un etnógrafo, que apunta lo que
observa a su alrededor, que un diario íntimo, pues los textos de ca-
rácter más introspectivo aparecen en pequeña medida. Dicho esto,
cabe recordar que si bien Carolina escribe diarios por estímulo de
Audálio, ya antes de conocer al periodista había escrito textos de
este género. Entonces, la idea de escribir un diario tampoco fue una

11 Ibid.

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PRÓLOGO |

pura invención de Audálio, aunque el valor que él y Carolina le da-


ban a este tipo de texto era muy diferente.
Por lo antes mencionado, en el caso de Cuarto de desechos y Casa
de ladrillos tal vez lo más adecuado sea hablar de una doble autoría.
Decir que estos libros son solo de Audálio sería reafirmar el prejui-
cio de los que supusieron que la escritura de Carolina era un invento
del periodista, pero, al mismo tiempo, no se puede dejar de reco-
nocer la mediación de Audálio que dio forma a los textos según lo
que consideraba tendría un mayor impacto editorial —y no se puede
negar que su elección fue eficaz en ese sentido—. Como se observó,
la relación entre Audálio y Carolina se rompió poco tiempo después
de la publicación de Casa de ladrillos. Aunque de forma atenuada,
los choques de intereses y de visiones entre uno y otro aparecen
registrados en esta última obra, y es uno de los motivos que la hacen
tan interesante.
Las discusiones sobre la autoría no disminuyen la importancia de
Cuarto de desechos ni de Casa de ladrillos. El primer libro, como es-
cribe Meredith Louise Wrigley, «sigue siendo un texto sumamente
importante y debería tener una posición más prominente dentro del
canon literario y sociológico no solo brasileño sino también mun-
dial»12. De hecho, en Brasil, son cada vez menos los que se atreven
a negar la importancia de Cuarto de desechos tanto para la literatura
como para otras áreas del conocimiento. Una muestra del reconoci-
miento que ha alcanzado esta obra en los últimos años es su inclu-
sión en la lista de lecturas obligatorias para el examen de ingreso a
varias universidades brasileñas, como la Estadual de Campinas. Pero
hoy no solo hay un renovado interés por Cuarto de desechos, sino que
cada vez se presta más atención a otras Carolinas. En la actualidad,
el nombre de la autora ya no es vinculable a un único texto, sino

12 Wrigley, Meredith. Más allá de la basura: La representación y la voz del recolector


informal de materiales reciclables en textos escritos y fílmicos de tres países
sudamericanos. Tesis de doctorado. School of Languages, Histories and Cultures
Faculty of Humanities and Social Sciences, La Trobe University, 2015, 107.

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que se reconoce la existencia de una vasta y variada producción,


cuya mayor parte aún está por editar. De la Carolina que comienza
a aparecer en los manuscritos inéditos, el presente volumen incluye
dos pequeñas muestras: el relato autobiográfico «Favela», en que la
autora relata su llegada a la favela de Canindé y los primeros años
allí, y el cuento «¿Dónde estáis, Felicidad?». Ambos textos fueron
publicados en el 2014, como parte del libro homónimo Onde es-
taes Felicidade?, organizado por la poeta Dinha y la investigadora
Raffaella Fernandez.
El presente volumen cierra con un epílogo de Fernandez, escrito
especialmente para la ocasión, en el cual se hace un breve recuento
del origen, el contenido y el lugar donde se encuentran los manus-
critos de la escritora que han sido recuperados.

Sobre la presente traducción

De Cuarto de desechos existen dos traducciones anteriores a la


nuestra, ambas de la década de 1960. La primera es de Beatriz Broide
de Sahovaler, publicada por la editorial Abraxas de Argentina, con el
título Quarto de despejo: diario de una mujer que tenía hambre, en 1961.
La segunda es de la editorial cubana Casa de las Américas, con el nom-
bre La favela: casa de desahogo, aparecida en 1965, sin mención del
nombre del traductor. En el caso de Casa de ladrillos, existía solamente
una traducción con el mismo título escogido por nosotros, publicada
también por la editorial Abraxas de Argentina, aunque esta vez sin
mención del traductor, en 1963. Esta segunda obra en español, hoy en
día un libro difícil de encontrar, incluye como apéndice fragmentos
del diario de viaje de la autora por Argentina, Uruguay y Chile, con
ocasión de la divulgación de su primera obra. El relato «Favela» y el
cuento «¿Dónde estáis, Felicidad?» no habían sido traducidos.
A pesar de que las traducciones anteriores de Quarto de despejo
y Casa de alvenaria son, en general, cuidadosas, todas ellas tienden a
normalizar la escritura de Carolina y a conservar casi exclusivamente

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PRÓLOGO |

las irregularidades que permiten la asociación de la autora con los


sectores populares. Pero el lenguaje que usa Carolina es más variado
y disruptivo. Los usos populares aparecen entretejidos en su obra
con un vocabulario rebuscado y erudito, así como con usos grama-
ticales propios. En palabras de Raffaella Fernandez, esa escritura
puede ser entendida como una «poética de residuos», resultado de
un variado «reciclaje de discursos»13. Pues así como las casas de las
favelas son construidas con materiales que tienen diversos orígenes,
lo mismo ocurre con la escritura de Carolina, que se nutre de fuentes
diversas, como la tradición oral, los clásicos literarios, en especial
portugueses que leyó en la biblioteca del doctor Euryclides de Jesus
Zerbini14, y los diferentes libros, periódicos y revistas que encon-
traba por la calle. Todo eso fue apropiado y utilizado por la autora
de una forma absolutamente singular. Nuestra traducción intentó
responder a esa singularidad creativa más de lo que habían hecho
las anteriores.
Por supuesto, ese esfuerzo no dejó de enfrentar dificultades y
limitaciones, así como de generar una serie de cuestionamientos, a
los que nuestra traducción buscó atender de forma grupal. Esta es
también una diferencia que vale la pena enfatizar con relación a las
traducciones pasadas: la nuestra es resultado de un esfuerzo colec-
tivo. La traducción fue realizada por integrantes del Laboratorio de
Traducción de Unila, un proyecto de extensión de la Universidad
Federal de Integración Latinoamericana, ubicada en la ciudad de
Foz do Iguaçu (Brasil). El proyecto, que inició en el 2016, se susten-
ta en una perspectiva sociocontructivista15, según la cual se busca

13 Fernandez, Raffaella, op. cit., 16.


14 El título del cuento «Onde estaes Felicidade?», por ejemplo, remite clara-
mente a esa lectura de los clásicos portugueses, con su particular empleo
mayestático de vós, la segunda persona plural del portugués, en desuso des-
de hace mucho en Brasil. De ahí nuestra elección de traducción al español:
«¿Dónde estáis, Felicidad?».
15 Kiraly, Donald. A Socioconstructivist Approach to Translator Education: Em-
powerment From Theory to Practice (Manchester: St. Jerome, 2000).

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construir el conocimiento de una manera colaborativa, en una re-


lación de trabajo horizontal entre los profesores coordinadores y
los estudiantes del grupo, en la que el diálogo, las experiencias y el
trabajo conjunto son fundamentales en el proceso formativo y se
ven plasmados en el resultado del producto traducido. El proceso
de traducción funcionó de la siguiente forma. Primero, todos los
miembros leyeron las obras y se realizaron encuentros de discusión
sobre sus características estilísticas y la forma como deberían ser
recreadas en español. Luego, los textos fueron divididos entre los
estudiantes del grupo y cada uno se encargó de la traducción de una
parte. Después, cada estudiante revisó una de las partes traducidas
por otro de los miembros. Una segunda revisión fue hecha por uno
de los profesores coordinadores y una tercera por el otro. Después
de terminadas estas revisiones, los textos fueron leídos, una vez más,
por todos los miembros y se realizaron reuniones para determinar
las versiones definitivas. En esas reuniones, tratamos de reflexionar
acerca de las elecciones de cada traductor y traductora o revisor y
revisora, debatir sobre sus posibles efectos y llegar a soluciones de
manera conjunta. Evidentemente, el trabajo colaborativo trajo a la
luz tensiones y divergencias lingüísticas y culturales tanto por las
variedades del español —el grupo está constituido por una estudian-
te argentina y tres miembros colombianos, de distintos lugares de
este país— como por las del portugués —en el grupo hay cinco bra-
sileños también provenientes de diferentes lugares—16. Sin tratar de

16 Para la realización de esta traducción hicimos una convocatoria especial para


mujeres negras que concluyó en la incorporación de tres de ellas al grupo
base (una colombiana y dos brasileñas) y la participación como colaborado-
ras de otras dos. Para nosotros era importante contar con mujeres negras no
porque pensáramos que ellas tendrían una comprensión mejor o más ver-
dadera de la obra de Carolina, sino porque podrían aportar otra compren-
sión. Una de las enseñanzas que deja la obra de Carolina es que es necesario
escuchar lo que tienen para decir sujetos que han sido subalternizados. Se
trataba, pues, no de buscar un sentido original, sino de ampliar las redes de
sentido.

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PRÓLOGO |

ser exhaustivos, veremos aquí algunas de las respuestas que el grupo


encontró para los desafíos que implicó traducir la obra de Carolina.
Uno de los debates más extensos y acalorados que tuvimos en
el grupo fue sobre cómo transponer determinadas características
relacionadas con la grafía, la puntuación y las concordancias (o
su ausencia) que aparecían en los originales con que trabajamos.
Esas irregularidades aparecen en gran número en la edición utili-
zada (transcripciones literales de los manuscritos) de «Favela» y
«¿Dónde estáis, Felicidad?», y un poco menos, aunque en un número
todavía significativo, en Cuarto de desechos y Casa de ladrillos, los li-
bros editados por Audálio Dantas. ¿Nuestro esfuerzo por responder
a la singularidad de la escritura de Carolina implicaba que debíamos
transponer todas esas irregularidades, incluyendo las que podían ser
consideradas errores de ortografía o de puntuación? ¿Serían esos
«errores» un rasgo fundamental del estilo de la autora? ¿Qué efectos
se producirían, o se dejarían de producir, al no trasladarlos al texto
final? ¿Sería posible trasladar esas marcas sin que ello resultara en
una escritura inusual, que generara una extrañeza en español, que
no siempre producía el texto en portugués?
Un ejemplo de esto último es el caso de mal iducado, una frase
que aparece recurrentemente en los diarios de Carolina y en la cual
se denota una característica propia de la oralidad brasileña (la e, de
educado, tiene sonido de i); sin embargo, no valía la pena conservar
el error, ya que no es algo que ocurre naturalmente en español.
Dicho lo anterior, cabe resaltar que la discusión sobre la conve-
niencia o no de mantener irregularidades se ha dado también en el
ámbito brasileño. ¿Qué autores se publican sin que haya un proceso
de revisión de sus textos? ¿Por qué el texto de Carolina, como el de
cualquier otra escritora, no podría recibir ese mismo tratamiento
de edición y corrección? ¿No se contribuiría con eso —se quiera o
no— a estigmatizar a Carolina como una escritora inculta de la fave-
la? Acerca de lo difícil que resulta decidir sobre la cuestión sirven
de ejemplo los dos volúmenes con escritos literarios de Carolina
organizados por Raffaela Fernandez, los cuales siguieron criterios

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distintos. Sobre el segundo de ellos, Meu sonho é escrever [Mi sueño


es escribir], Fernandez comenta:

A diferencia del primer proyecto, «Onde estaes felicidade?», en que se optó


por no modificar la escritura de Carolina, en este segundo repensamos esta
postura, sobre la que se puede preguntar: ¿será que a Carolina le gustaría que
sus textos fueran revisados? En una larga conversación con la hija y heredera
de su acervo literario, Vera Eunice, esta nos dijo a mí y al editor Marciano
Ventura que probablemente sí, porque ella revisaba los textos de su madre a
pedido de Carolina. Entonces, en esta edición realizada por Ciclo Contínuo
Editorial, resolvimos hacer la revisión.17

En nuestro caso, el deseo de evitar volver a encasillar a la auto-


ra como escritora inculta de la favela nos llevó a no reproducir los
que pudieran ser interpretados como errores ortográficos y apenas
conservar algunas irregularidades de la puntuación cuando no com-
prometían la lectura.
Por otra parte, no dejó de interesarnos que la traducción tuviera
ciertas características de la oralidad, porque reconocíamos que este
era un rasgo importante de la obra de Carolina. El problema era que
muchas de las marcas orales no se podían traducir literalmente. La
solución encontrada fue que, siempre y cuando fuera posible, reali-
zamos compensaciones, empleando marcas que serían reconocidas
por los hablantes en español como propias de la oralidad. Fue lo que
sucedió en el caso de la traducción de fedida/fidida por ‘jedionda’ y
de meu filho por ‘mijo’. En otras ocasiones, decidimos no marcar el
plural en la forma átona del complemento indirecto le, en los casos
de duplicación del objeto, como en «Quiero enviarle una sonrisa
amable a los niños y a los obreros», o al utilizar el plural de haber
como sinónimo de existir (una falta de concordancia común tanto
en portugués como en español) presente en «hubieron niños que
juntaron veinte cruzeiros en monedas».

17 Fernandez, Raffaella. «O direito à voz de Carolina», 2018. Disponible en http://


www.ceert.org.br/noticias/genero-mulher/22635/o-direito-a-voz-de-caroli-
na/. Última consulta: 13 de noviembre del 2018.

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PRÓLOGO |

Otra decisión que, a pesar de parecer sencilla, generó mucho de-


bate entre los miembros del grupo fue la grafía de los nombres de per-
sonas y lugares que aparecían en la obra, porque muchos de ellos no
existen en lengua española y otros presentarían una escritura distinta,
como en el caso del nombre de uno de los hijos de la escritora, João
José, quien, en español, se llamaría Juan José. La decisión del grupo
fue la de mantener los nombres propios tal como aparecían en los
textos fuente. En algunos casos, sin embargo, realizamos pequeñas al-
teraciones en la grafía (no solamente aplicada a los nombres propios,
es importante aclararlo), a fin de que el lector hispanohablante pudie-
ra acercarse, en la lectura, a la forma como ellos sonaban en portu-
gués. Es el caso de Teresiña y Piñeiro en Cuarto de desechos y en Casa
de ladrillos, en el que fue reemplazado el uso de la nh del portugués
(Teresinha; Pinheiro) por la ñ, que conserva la sonoridad de las pala-
bras en el original. En algunos ejemplos específicos, como en el caso
del cuento «¿Dónde estáis, Felicidad?», procedimos a la traducción de
los nombres de los personajes, ya que esta decisión impactaba en la
producción de sentidos e interpretaciones del cuento.
También fue necesario decidir respecto a los nombres de marcas
que aparecían a lo largo del texto para designar productos bastan-
te conocidos del público brasileño, por ejemplo Melhoral, medica-
mento a base de paracetamol. En estos casos, se optó por lo que se
conoce como una traducción domesticadora, al considerar que lo
más importante era la identificación inmediata de los productos por
parte de los lectores. Así, se procedió a la traducción por las mar-
cas conocidas por el público objetivo, a saber ‘Mejoral’, en el caso
mencionado.
Para nosotros, uno de los valores de una traducción es mostrar
los efectos que la obra de un escritor o una escritora puede causar
en una lengua diferente a aquella en que fue escrita. Por eso, si bien
en algunos casos se optó por la domesticación, en otros optamos por
el camino inverso: el extrañamiento. Un caso que amerita mención
especial es el de la traducción de preto y preta por el español ‘prieto’
y ‘prieta’ y no por ‘negro’ o ‘negra’, opción que se empleó solamente

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cuando en el original aparecía de esa manera. Aunque prieto y prieta


en español son de uso mucho menos extendido que preto y preta en
portugués, no deja de ser común en comunidades afrohispanoame-
ricanas. El término aparece en producciones artísticas con las que
nos parecía interesante establecer una filiación. Pensamos, claro, en
algunos clásicos de la música caribeña, pero también en el texto «La
prieta», de la escritora chicana Gloria Anzaldúa, y en la canción re-
cientemente lanzada «Los prietos», del grupo Chocquibtown, oriun-
do del Pacífico colombiano.
Otra decisión que vale la pena mencionar es la traducción de la
palabra quarar. Se trata de un término caído en desuso en Brasil, que
se refiere a una antigua práctica de las lavanderas que, para blanquear
la ropa, la extendían enjabonada sobre piedras o pasto y la dejaban
así durante varias horas al sol. En el grupo de traductores nadie sabía
el nombre en español de esa antigua práctica y solo recientemente
(después de publicada la edición colombiana de esta obra) la abuela
misionera de una de las traductoras, Doña Teresa Müller, nos ofre-
ció una respuesta: asolear. Tras algunas investigaciones posteriores,
pudimos constatar que no solo en Argentina, sino en otros países,
como Panamá y México, se utilizaba hasta hace poco, principalmen-
te en zonas rurales, el mismo término para nombrar esa práctica de
blanqueamiento de la ropa. En la presente edición decidimos recu-
perar asolear en detrimento de blanquear, que probablemente sea
más comprensible para el lector, como una forma de reconocimien-
to del saber de sujetos históricamente marginalizados, como es el
caso de las antiguas lavanderas18.”
Muchas decisiones adoptadas por el grupo culminaron en la ela-
boración de notas de pie de página. Aunque las notas, en los textos
literarios, impliquen a veces un desplazamiento por parte del lector

18 Una exposición más detallada sobre nuestras decisiones de traducción puede


encontrarse en el artículo “Desplazamientos de Carolina en Hispanoamérica:
algunos apuntes a partir de las traducciones de Quarto de despejo al español”
de próxima aparición en la revista Belas Infiéis https://periodicos.unb.br/index.
php/belasinfieis/index

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PRÓLOGO |

y una interrupción, casi siempre indeseable, de la lectura, nos pa-


reció que, en la mayor parte de los casos, eran necesarias para ese
acercamiento del lector al mundo detallado por la autora. Algunas
de las notas se relacionan con aspectos propios de la cultura bra-
sileña, como en los siguientes ejemplos: cruzeiro, farofa, quentão,
alqueire, maloquera y fariña; estos dos últimos con pequeñas altera-
ciones en la grafía, a fin de acercarlos a la forma como se leerían en
lengua española. Otras notas se refieren a personajes importantes
de la época: la mención a políticos brasileños, el Lampião —figura
histórica del nordeste brasileño—, la polémica condena de muerte
del estadounidense Caryl Chessman o el asesinato del líder político
congoleño Patrice Lumumba, cuya inclusión en el relato denota el
interés de la autora por el contexto político y social de la época.
Para terminar, nos gustaría hacer una última aclaración más respecto
de la elección de Cuarto de desechos como traducción del título Quarto
de despejo. Como antes se dijo, la palabra despejo engloba varios signifi-
cados en portugués, entre los cuales están ‘echar algo a la basura o a un
lugar destinado a los trastos’ y ‘desalojar a alguien de un lugar en el que
esté residiendo’. Si bien ese segundo significado no está implicado en
el español desechos, por las explicaciones que da Carolina a lo largo del
libro, resulta fácil establecer el vínculo entre este término y el sentido
de haber sido ‘echado a la calle’. En el caso de Colombia, país para el
cual se realizó la primera versión de la presente traducción, la palabra
desechos permite la asociación con «desechable», el chocante nombre
que comúnmente se aplica a los habitantes de la calle. La palabra nos
pareció conveniente también porque remite al trabajo con residuos que
realizó, literal y metafóricamente, Carolina.
Confiamos en que la presente adaptación al español rioplaten-
se de la traducción que realizamos de obras de Carolina permita
establecer nuevas redes de significación de la producción de esta
autora, posibilitando su lectura en relación con otras producciones
y tradiciones de la literatura latinoamericana. Por ejemplo, una en
que Carolina pueda ser leída como antecesora de las ediciones carto-
neras que se popularizaron en el continente luego de la aparición de
Eloísa Cartonera, en Argentina, al comienzo del siglo XXI.

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| LABORATORIO DE TRADUCCIÓN DE UNILA

Agradecimientos

Queremos expresar nuestros sinceros agradecimientos a todos los


que participaron, directa o indirectamente, del proceso de traduc-
ción y publicación del presente libro. A Ana Luiza Almeida Passos,
a Carolina Santana Santos y a Vinicius Eustáquio Magalhães les agra-
decemos por haber colaborado en la etapa inicial de la traducción del
texto de Cuarto de desechos. Igualmente les agradecemos a los profe-
sores Marcos de Jesus Oliveira, Angela Maria de Souza y Andreia da
Silva Moassab de Unila, por compartir con nuestro grupo sus valiosas
reflexiones acerca de la vida, la obra y el lugar social y literario de
Carolina Maria de Jesus. En ese mismo sentido, le damos las gracias a
Raffaella Fernandez, por dividir o, mejor dicho, por multiplicar entre
nosotros su conocimiento sobre Carolina, resultado de un trabajo de
años de investigación, respeto y profunda admiración por la autora; y
por habernos brindado el epílogo, que engrandece esta edición.
Gracias a Vera Eunice y a Marisa, respectivamente la hija y la
nieta de Carolina Maria de Jesus, por la cesión de derechos para
esta traducción y por el cariño con el que recibieron a los jóvenes
traductores del Laboratorio de Traducción de Unila. Les manifes-
tamos además nuestra gratitud a Maria Eta Vieira, prorrectora de
Extensión Universitaria de Unila, quien actuó como voluntaria en
la investigación que dio lugar al libro Cinderela Negra, por el apoyo
institucional, así como a Jerónimo Pizarro y a Ediciones Uniandes,
por haber confiado en el trabajo de nuestro equipo para la primera
edición de esta obra.
Por último, muchas gracias a todas las personas que nos han
acompañado en este camino, por su invaluable paciencia y com-
prensión a lo largo de esta labor.

Laboratorio de Traducción de Unila

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Nota de la presente edición

La presente edición de este libro fue posible gracias a la genero-


sidad de las Ediciones Uniandes, de la Universidad de Los Andes,
dirigida por Julio Paredes, y a su Colección Labirinto, coordinada
por Jerónimo Pizarro, también gracias al equipo del Laboratorio
de Traducción de Unila, coordinado por Mario Rodríguez Torres
y Bruna Macedo de Oliveira y, finalmente, gracias a Vera Eunice
Lima de Jesus, la hija de Carolina, que confió en el proyecto de
Mandacaru y a Rafaella Fernandez, quien militó esa confianza y
colaboró también en la elaboración del libro. Agradecemos espe-
cialmente también a Tatiana Pérez Correa, por ser el puente para
hacerlo posible.
La traducción de este libro fue pensada originalmente para el lec-
tor colombiano y fue readaptada al español rioplatense por Penélope
Serafina Chaves Bruera y Lucía Tennina en diálogo con Mario
Rodríguez Torres y Bruna Macedo de Oliveira. Ciertas decisiones
de traducción de la versión original se optaron por mantener más
allá de su extrañeza, como el uso de prieto y prieta, términos que al
lector argentino le pueden resultar inusuales, pero que mantenemos
como una marca relacionada con la diáspora afroamericana.
El libro Cuarto de desechos, de Carolina Maria de Jesus, se publicó
en Argentina en 1961 y quedó olvidado desde entonces. Mandacaru
le da la bienvenida nuevamente con esta edición ampliada, como un
importante acto de rescate histórico.
La presente edición cuenta con notas realizadas por el
Laboratorio de Traducción de UNILA indicadas con la sigla N.de
T. y por Jerónimo Pizarro, el editor de la Colección Labirinto de
Ediciones Uniandes, indicadas como N. del E.

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