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Ahí estaba de nuevo aquella maldita sensación.

El corazón acelerado, deseos de salir


corriendo, el bullicio de la muchedumbre aglomerada, un hedor de múltiples matices, donde se
mezclaba el cannabis, el alcohol y el sudor, propio de aquella persona que ha caminado una
considerable distancia por el sol inclemente. Sin embargo, la algarabía era menor al ruido mental. La
sensación de sofoco, aquel dolor punzante en el pecho. Hacía muchos meses que sentía esos
síntomas. El insomnio, había aparecido en su vida, las noches se hacían interminables y los pocos
minutos de sueño, eran interrumpidos por pesadillas ultra realistas, al despertar, se veía sudado e
inmediatamente comenzaba un tiritar inferna propio de temperaturas bajo cero, lo cual sería
imposible en su paraíso caribeño.

Había tenido mucho cuidado de no despertar a su mujer, decidió salir a la sala a prepararse un
té, tomar el teléfono e ir pasando videos uno tras otros hasta el amanecer. En ese preciso momento
se había percatado que tenía un miedo excesivo de perder el móvil. Éste servía como un anclaje a la
realidad y un escape al torbellino mental de aquellos episodios. Su principal preocupación, era estar
volviéndose loco, recordaba aquel familiar, que bajo un fuerte ataque se había suicidado, o aquella
mujer que comenzó a hablar con Dios y terminó un mes en un hospital psiquiátrico.

Los ataques se hacían más intensos, sin embargo, no podía hablar con nadie de ellos, era
impensable que un alto oficial presente aquella debilidad. Ese día, con el tren abarrotado de
personas, tenía una misión muy especial. Había sido designado para investigar una cadena de
crímenes cometidos en la estación de Agua Salud. Era una misión de rutina, abordar el metro, de
forma encubierta. Ese día, su vestuario era propio de un trabajador de la administración pública, un
teléfono de gama media siempre en la mano, mostrándolo para que los delincuentes cayeran en la
trampa, aunque la operación solamente era fotografiar los posibles sospechosos o grabar cualquier
acto delictivo, para atrapar todos los integrantes de la banda.

Sin embargo, a pesar de su carácter formado en la academia policial y de muchos años de


experiencia y entrenamiento, sentía desfallecer sus piernas, mantenía el teléfono en la mano,
solamente como una forma de mantener su atención en los videos descargados previamente. Quería
salir de ese sitio, se apreciaba claustrofóbico, los pensamientos de la inminente locura volvían como
bandadas de pájaros migrantes, o el festín alimenticio de los delfines cuando atacan un cardumen
de peces.

Este día, había logrado tranquilizarse. Al abrir la puerta del tren, esperó pacientemente que
salieran todos los pasajeros. Salió caminando pesadamente, aquel episodio lo había dejado
aletargado. Observó, a todas las personas caminando aceleradamente, su visión era borrosa y de
embudo, pero, pudo percatarse de un joven que venía justo detrás de él, simulando tomarse un
selfie, pudo captar una foto, sin embargo, el individuo que lo seguía llevaba una gorra que impedía
que su cara se apreciara de forma clara. Aceleró el paso hacia las escaleras, el joven se acercó y
preguntó la hora, y pudo observar el especial interés en el teléfono.

Luego, el joven se adelantó, dándole tiempo de enviar la fotografía a sus compañeros, sin
embargo, no se pudo enviar por la señal telefónica. En la escalera de la salida, se encontraban dos
oficiales de policía, quienes se acercaron y le solicitaron sus documentos en un procedimiento de
rutina, solicitaron los antecedentes por radio, entregaron la cédula y se despidieron amablemente.
Al salir al exterior, pudo enviar la foto y luego borró el único contacto que tenía en el teléfono de
señuelo y se dispuso a caminar.

Efectivamente, había andado pocos metros cuando sintió la sensación de que era seguido, realizó
de nuevo la maniobra de tomar selfie, donde pudo captar dos personas, procedió a enviar la imagen
a sus compañeros y se dirigió hacia la zona donde debía tomar el autobús que lo llevaría de nuevo
hacia el centro. La adrenalina había apaciguado toda sensación, su concentración se mantenía en su
trabajo. Solamente al sentarse en el banca de la parada, fue abordado por una mujer, quien le
amenazó con un arma y arrebató el móvil, la cartera, que no contenía documentos, solamente
papeles sin importancia.

La misión, fue sido un éxito, habían logrado identificar a cuatro integrantes de un grupo que desde
hace muchos meses se dedicaban a hurtar las pertenencias de los ciudadanos en una estación del
metro. La mujer había sido fotografiada por un compañero que estacionado justo frente a la parada
de buses. Otros policías encubiertos, se dispusieron a seguir a la mujer que se había subido a una
moto para huir, logrando ubicar el punto de reunión en la entrada de uno de los barrios que
circundan la estación del metro, donde, se pudo retratar de forma clara al delincuente que lo abordó
dentro de la estación del metro.

Ese día, repitieron la operación, pero, no fueron atacado los oficiales, sin embargo, se repitió el
hurto hasta por tres veces más pudiendo fotografiar tres individuos más. Luego, en horas de la
noche, se disponían a armar el hampográma; especie de mapa mental donde los oficiales ubican los
datos y modus operandis de los grupos criminales o delitos. Se pudo determinar las identidades de
cuatro de los siete retratados, se procedió a solicitar información de inteligencia dentro de la
comunidad.
Medina, así se llamaba el oficial de inteligencia, fue designado para dirigir el caso. El oficial era
uno de los más experimentados, de total confianza por parte del director de inteligencia y un gran
comando dentro de la institución. La característica de su trabajo, demandaban un alto grado de
secreto, poseía identidad falsa en redes sociales, donde cuidaba de no publicar su vida familiar. En
la comunidad, se presentaba como personal administrativo, aunque su esposa estaba al tanto que
era un oficial por sus constantes cambios de ciudades, trabajo hasta altas horas de la noche.

Zaida, así se llamaba su esposa, había decido no hablar del tema, su esposo había demostrado
ser un hombre muy amoroso, cuidadoso de la familia, no tenía conductas violentas, ni consumía
algún tipo de alcohol. Aunque en las últimas semanas lo había notado distante, un poco nervioso,
trabajaba más de lo habitual, percatándose de sus escapadas nocturnas a la sala, pero, ella lo
atribuía a las venideras elecciones presidenciales, ya que era una conducta que se repetía en eventos
electorales, o cuando se desataba la violencia política y social en el país.

En esos eventos, Medina dormía muy pocas horas cuando volvía a la casa, su teléfono no paraba
de sonar, pasaba el mayor tiempo en el comando, lo que se denomina en el argot militar y policial
como acuartelado. Cuando pasaban los acontecimientos, volvía su carácter apacible y calmado,
amoroso con sus dos hijos a quienes les impartía la disciplina militar, pero no con la férrea rudeza de
los comandos.

Esa noche en la oficina, Medina con sus superiores armaron el hampográma y trazaron la orden
de operaciones para iniciar las labores de inteligencia, luego se dispuso volver a su casa exhausto
por un día agotador. Esa noche, logró conciliar el sueño, no tuvo pesadillas, exactamente a las 4.:30
de la mañana se despertó como religiosamente lo hacía, su esposa no estaba a su lado, pudo
escuchar ruidos en la cocina y el agradable aroma del café.

Se levantó, fue al baño - lo cual era su rutina diaria- cepilló sus dientes y caminó hacia la cocina.
Observó a su hermosa mujer, la rodeó por la cintura, besó su mejilla y le preguntó ¿por qué estaba
despierta a esa hora?, algo no muy común, especialmente en tiempos de vacaciones de los niños.
Ella volteó y le comentó que su sueño había sido muy intranquilo, había observado en las redes
sociales, el reporte de la desaparición de dos jovencitas en Caracas y una de las madres muy estaba
muy alterada hecho que la perturbó.

Se dispusieron a revisar las noticias, luego ella se fue al baño, el entró al cuarto de sus hijos para
observar como dormían. Ese día, la sensación diaria que lo invadía al despertar había desaparecido,
se encontraba de un muy bien humor, entró al baño donde su esposa se duchaba con agua caliente,
pudo divisar el muy bello cuerpo a través del vidrio empañado e intentó recordar desde cuando no
hacían el amor. Ella, abrió una puerta corrediza y lo invitó a ducharse, al entrar lo recibió con un
cálido beso, pudo sentir el sabor de la crema dental, inmediatamente la tomó por la estrecha cintura,
bajó sus manos hacia sus glúteos y la acercó hacia él.

Las manos de ella, rodeaban su cuello, lentamente acariciaban el pecho, para luego bajar hacia
su miembro, que, ya se encontraba erecto. Acariciaba con firmeza, mientras su esposo hacía lo
propio en su intimidad, ella gemía muy suavemente hasta que pidió con una voz temblorosa que le
hiciera el amor. La levantó asiéndola por los muslos, la espalda contra la pared, el agua caía sobre
su larga cabellera rubia, mientras que lo tomaba firmemente del cuello, ella movía frenéticamente
sus caderas con la destreza perfeccionada en quince años de matrimonio. Ese día especial, la
deseaba como en los años de noviazgo, no pudo contener los deseos y eyaculó dentro de ella.

Ella se veía visiblemente excitada, no le pareció importar lo que había pasado, total, ya tenía 42
años, no estaba ovulando además le había costado concebir sus dos hijos. Luego se ducharon, ella
volvió a la cama, Medina desayunó y se dispuso a ir al comando. En el camino iba especialmente
contento, podía recordar el cuerpo de su esposa, volvía de nuevo el deseo que se había perdido
desde que iniciaron los episodios de nerviosismo, así los había denominado.

Cuando llegó a la oficina, reunió cuatro oficiales muy jóvenes que venían desde el interior del
país, uno de ellos debía infiltrarse en la comunidad como parte de un organismo de atención a las
comunidades, el mismo aprovecharía la elección de las vocerías vencidas del Consejo Comunal, el
cual es una asociación vecinal en Venezuela, esto permitiría ir recopilando información, otro de los
oficiales ingresaría a la comunidad como parte de una cuadrilla que se disponía a tender un cable
para prestar el servicio de internet por fibra óptica de una empresa privada.

Finalmente, otro de los oficiales tendría una de las misiones más difíciles, visitar un sitio muy
concurrido de la comunidad e intentar seducir a una de las mujeres de la comunidad, esta misión
era extremadamente peligrosa, pues los delincuentes en la zona eran muy celosos con las personas
que ingresan en su territorio, por lo tanto, se deberían hacer pasar por estudiantes del interior que
se encontraban de pasantías en el ambulatorio rural que se encontraba justamente en la entrada
del barrio.
Los oficiales superiores, tendrían especial cuidado en ubicar una residencia en la parte baja de la
comunidad para evitar sospechas, ya este grupo de delincuentes tenía meses de operar en la zona
del metro y sus alrededores, siendo reportado muchas veces por los usuarios. Realizar una operación
a gran escala sería infructuoso y pondría en peligro a los ciudadanos, los delincuentes tienen rutas
de escape a las comunidades vecinas y son protegidos por algunos habitantes que informan de la
presencia policial.

Medina, como comandante de la operación dispuso medios de comunicación seguro con los
oficiales, no se permitió el uso de sus teléfonos personales ni armamento, los operadores se
conocían los rostros de los integrantes de la banda, nombres y alias, en caso de peligro extremo de
los oficiales cuyo rol era de pasantes de fisioterapia, deberían realizar una llamada para desplegar
unidades de inmediato, los otros agentes solamente estarían en la comunidad de acuerdo al horario
que demande su labor.

El primero en ingresar, sería el oficial que trabajaría en la renovación de vocerías, cuyo nombre
era Erick, y seudónimo Pito, era un joven de unos 22 años de baja estatura, tez morena, cabello
oscuro y ojos café. Oficial de carrera del servicio de inteligencia egresado de la Universidad de la
Seguridad y trasladado desde Barinas hasta Caracas. El segundo oficial oriundo de Apure, 21 años
de edad, egresado de la Universidad de la Seguridad, de contextura atlética, tamaño medio, color
de piel negra, de carácter extrovertido. Su nombre era Marco y seudónimo Llanero. El mismo sería
integrado a la nómina de Fibrax de Venezuela c.a, para realizar la labor de cableado.

Los dos restantes oficiales, Bryan (El Mono) y Frank, (Bembón), ambos de piel blanca, atléticos,
técnico superior en fisiatría egresados de la Universidad Rómulo Gallegos y asimilados en el Servicio
de Inteligencia. Los dos agentes tenían 25 años, llevaban dos años asimilados y habían sido
trasladados a la ciudad de Caracas como parte de su formación. Bryan de carácter extrovertido y
bonachón, fanático de la Música Urbana y a las motocicletas las cuales conducía con gran destreza,
Frank, quien tenía una personalidad introvertida, de carácter marcial, amante de la música folclórica
y ejecutante del cuatro con gran destreza.

Medina, en los preparativos para la operación realizó el escrutinio de las redes sociales de los
delincuentes, observó como publicaban cada una de las fiestas, fotografías en el bar de moda de la
zona, armamento de gran calibre, extrajo la información de los familiares, ubicando cuatro posibles
mujeres para que Mono y Bembón abordaran en el bar, en los perfiles de las seleccionadas recopiló
la mayor cantidad de información que pudiera facilitar la labor.
En los perfiles de Facebook, de dos de ellas estaban publicadas las dos niñas que su esposa dos
semanas antes le había comentado. Medina, realizó un alto en su labor para llamar un compañero
de otro cuerpo de seguridad que seguramente llevaba el caso, siendo informado que no se tenía
información de las niñas y se temía que estuvieran fallecidas. Esa noticia estuvo en su cabeza, y fue
comentario luego de cenar con su esposa.

En la tercera semana, la operación estaba en proceso, los operadores estaban en la comunidad.


Pito y Llanero, efectivamente cumplían sus labores, mientras que el Mono y Bembón, poco a poco
se dejaban observar por la comunidad, en los abastos y el ambulatorio conversando con las personas
para ir ganando confianza. No se había logrado obtener información de importancia, los
delincuentes seguían operando en la zona, el problema de la inseguridad se había agudizado y se
tenía una disputa territorial por el control de las ventas de drogas.

Medina, quien pensaba que había superado el problema de “nerviosismo”, comenzó a recibir
presiones. Los operadores no habían podido ingresar al bar por los constantes tiroteos en la zona,
los delincuentes tenían especial cuidado en esa zona, eran muy desconfiado con los extraños, los
cuales eran golpeados e interrogados, llegando información del asesinato y desaparición de
personas por ser considerados de bandas rivales.

Los Comandos superiores recibían presión mediática, los políticos de oposición se hacían eco de
este pedimento, mientras que el gobierno quería evitar este tipo de operaciones por el impacto
negativo y a sabiendas que sería usado como bandera política y denuncia al Estado como un represor
y violador de los Derechos Humanos, cada día que pasaba los crímenes eran de mayor envergadura,
los delincuentes eran muy violentos y las disputas por el territorio publicadas por las redes sociales.

La información de Pito y Llanero, solamente consolidaban la formación del hampográma, pero,


no era suficiente para iniciar una operación efectiva y puntual. Al cumplirse dos meses de la
operación, el caso se consideraba estancado, aunque las disputas territoriales habían cesado y
Salcedo -Así se le decían al Líder de la banda- había logrado controlar el territorio. En la zona se
seguían cometiendo crímenes, como la extorsión, microtráfico, hurto, pero habían cesado los
tiroteos y la presión mediática había disminuido.

Medina, estaba abrumado, al cuarto mes, volvieron los síntomas de nerviosismo, el insomnio,
pero, esta vez, tenía una sensación extraña, por las noches sentía que alguien lo observaba,
empañaba las sábanas de sudor, mientras volvía el temblor interminable en el cuerpo, tenía
pensamientos suicidas, miedo de hacerle daño a su esposa e hijos y pesadillas recurrentes cada vez
más realistas. El problema se estuvo agudizando tanto que, finalmente consultó con el especialista
de la Unidad.

El médico, lo diagnosticó con Ansiedad Generalizada y Síndrome de Burnout, prescribiendo


medicamentos ansiolíticos, y recomendando reposo absoluto. Solamente la idea de reposo, generó
un nuevo ataque, meses de trabajo se podrían perder, le solicitó al médico que evitara enviar un
informe a los superiores, sin embargo, el doctor le aclaró que en su estado igualmente sería un
problema para la operación, agregó que los medicamentos ansiolíticos pueden causar efectos
secundarios y lo mejor sería el reposo.

Al siguiente día, recibía Medina una notificación que sería relevado e informado que debería
tomar el reposo recomendado por el especialista. Sería relevado por un compañero con el cual había
trabajado en varias ocasiones. Se dispuso en brindar la información que tenían, en esta última
semana Mono se había logrado relacionar sentimentalmente con una mujer que integraba el grupo
delincuencial, sin embargo, no había podido obtener información. Cómo operador de inteligencia
de gran experiencia le solicitó a su superior no revelar la identidad de Pito y Llanero, quienes ya no
se encontraban en la zona, habían sido trasladados nuevamente al interior del país.

En los días subsiguientes, Medina inició su tratamiento, poco a poco los síntomas iban
desapareciendo, aunque los medicamentos lo mantenían aletargado, comenzó a sufrir de vértigos,
mareos, descamaciones del cuero cabelludo, algunos días estaba eufórico, mientras que otro se
sentía decaído. Asistía a terapia una vez por semana, esto le ayudaba a sobreponerse de los efectos
secundarios, el doctor disminuyó la dosis de medicación lentamente y recomendó no integrarse a
las labores.

Medina, cumplía férreamente las indicaciones su formación marcial y la disciplina le ayudaban,


integró, mejorar en su alimentación, ejercicio físico, lo que poco a poco ayudó a disminuir los efectos
de los medicamentos, evitaba muy a su pesar, mantener algún contacto con los operadores, su
esposa, le vigilaba. En una de las sesiones el doctor recomendó unas vacaciones. Su esposa le
expresó la ilusión de conocer San Táchira y Mérida, así habló para que su madre cuidara de sus hijos,
mientras ellos emprendían el viaje.

Medina, se sentía muy bien, sabía que había dejado a cargo a un gran profesional que llevaría el
caso, aunque se avanzaba lentamente el objetivo era evitar una operación a gran escala que
significaría un peligro para la comunidad y una oportunidad de ataque mediático, que en los últimos
meses no se había dedicado a esa zona, estaban enfocado en las venideras elecciones presidenciales.
Todo parecía estar bien, se disponía a disfrutar con su esposa de los paisajes andinos, sin saber que
pronto un evento lo pondría a prueba.

La primera semana de viaje fue paradisíaca, el paisaje andino era exuberante, aunque Medina
había sido destacado en esa zona, nunca lo había visto como se le presentaba en esa ocasión, Mérida
con su clima gélido y su aire intelectual, surtió un gran efecto sobre la psiquis de Medina, un mes
habían decidido quedarse en esa ciudad, la cultura culinaria merideña acariciaba diariamente sus
paladares, los atardeceres eran suntuosos, la calidez del trato de las personas hacían la estadía un
momento especial.

Y en las noches había vuelto la pasión a la relación, los amantes se dejaban llevar por el vino y el
clima, mientras hacían el amor como antaño en los tiempos de noviazgo donde la fulgurosa juventud
atizaba el fuego de la pasión desmedida y desinhibida. Muchos días amanecieron acostados
desnudos. Zaida era feliz, volvía a ver a su hombre fuerte de toda la vida, protector, amante excelso,
cariñoso y la vez muy masculino.

En esos momentos se dio cuenta cuanto lo amaba, los años, la gran demanda de tiempo que
reclamaba el trabajo de Medina, no había podido atenuar aquel amor, que solamente se encontraba
opacado detrás de las labores maternales y el trabajo extenuante de ambos. Aunque Zaida se había
quedado en casa para cuidar a sus hijos, la demanda diaria la dejaba agotada lo que se reflejaba en
la intimidad.

A pesar de todo, se habían logrado recuperar de todos los problemas, su relación no era perfecta,
sin embargo, el apoyo mutuo y la calidez del hogar habían servido como palanca para mantener a
flote un matrimonio de 15 años, sin contar los 5 de noviazgo. Aquellos días pudo recordar Zaida
como lo conoció, cuando salía de su colegio, aquel joven apuesto que venía de un liceo público a
jugar basquetbol invitado por su primo, compañero de clases y muy amigo de ella.

Desde el momento en que lo vio, supo que era su compañero, aquel joven atlético, majestuoso
que desde esa edad mostraba gran carácter, imponía respeto sin necesidad de violencia, el día que
los presentaron, sentía que sus piernas iban a desfallecer, su corazón latía rápidamente, también
pudo percibir las manos de él frías, lo que denotaba nerviosismo.
En algún momento, pensó que ese día solo se estaban reencontrando, porque, creía firmemente
en las vidas anteriores, su corazón le decía que era ese hombre su pareja para la eternidad. El
noviazgo transcurrió tranquilo, sus padres aceptaban a Medina, “De Jesús”, como lo llamaba su
padre, que lo apreciaba porque podía ver en él, un hombre recto y de buena crianza. Aunque, en
ese momento, sus padres no pasaban por un buen momento económico y vivían en una zona de
bajos recursos, se podía notar la gran crianza que daban los padres.

Medina era hijo único, su padre mecánico, su madre se dedicaba al cuidado del hogar. En el último
año de Bachillerato, el papá fue contratado por una empresa ensambladora que mantenía
operaciones en Venezuela, en el año que su hijo se alistó en un órgano de inteligencia, fue trasladado
al servicio técnico, donde inició un proceso de formación que lo llevó a mecánico jefe, luego obtuvo
una concesión y apertura su propio taller, donde pudo amasar una pequeña fortuna.

Esto le permitió mejorar la calidad de vida, mudarse a una urbanización en crecimiento, donde
habitaban doctores, maestros y profesores que en esa época se consideraban clase media. La
formación de Medina fue muy completa, por su personalidad y esfuerzo, fue premiado con viajes al
exterior que le permitieron establecer una base muy sólida en diversa área de la inteligencia y
fuerzas especiales, tenía la capacidad de fungir como oficial de inteligencia y de comando, siendo
primer lugar en cursos realizados en Israel, Estados Unidos y Alemania.

Había participado en diversas operaciones encubiertas y de comando cuando Venezuela se


enfrentaba al terrorismo, había sido galardonado en competencias internacionales de tiro al blanco.
Siendo una pieza clave en la formación de muchos oficiales. En la transición política que vivió
Venezuela, fue especialmente apreciada su formación, siendo destacado para la capacitación y
formación de efectivos policiales y militares.

Su formación marcial y la subordinación le permitieron alcanzar las escalas superiores de su


carrera. En los últimos años se había desempeñado como operador de inteligencia, principalmente
siendo una recomendación de sus superiores evitar poner en riesgo su vida, que había estado
muchas veces en peligro.

Medina era el hombre detrás de grandes operaciones, no le importaba que sus superiores se
llevaran el crédito, siempre buscaba proteger a su familia. Nunca había sido relacionado con algún
acto de corrupción, respetuoso de los derechos humanos, pero muy duro con aquellos que
intentaban transgredir lo que consideraba correcto, su apego a las leyes era lineal, la inmaculada
hoja de servicio lo hacían blanco de muchos ataques a los cuales no respondía.

En el ultimo año, se había planteado el retiro, sin embargo, la grave situación del país, y el
problema de personal lo obligaba a posponerlo, debiendo ejecutar algunas operaciones que
implicaban algún riesgo como la realizada en el metro de Caracas. Nunca en los años de conocerlo
Zaida lo había escuchado quejarse de su trabajo o sus superiores, sin embargo, últimamente
expresaba su descontento, el creciente riesgo para los operadores, el poder de fuego de los grupos
criminales, y la capacidad logística de los mismos había hecho de su profesión un grave peligro,
especialmente para los agentes más jóvenes.

Sabía que dentro del Servicio había agentes corruptos, por lo cual, era muy cuidadoso, confiaba
plenamente en muy pocos, hasta compañeros de promoción estaban incursos en delitos, siempre
se escudaban en los bajos sueldos, órdenes superiores u otra excusa, para Medina, el imperio de la
ley era inalienable y prefería una baja honrosa que una mancha en su hoja de vida. Zaida por su
parte, de formación religiosa, que fue combinada con la corriente New Age, la filosofía de Facundo
Cabral, y las corrientes orientales, había formado una visión positiva de todos los problemas del país.

Para Zaida, los problemas de Venezuela, derivaron de un Karma, de tantos años de opulencia
petrolera y despilfarro, que generaron la dura situación donde el venezolano ha debido ser muy
creativo para sobrevivir, ella, pensaba que, de allí, surgiría un nuevo ser racional y centrado en los
valores positivos, pero, primero deberían salir del oscurantismo por donde transita la sociedad. De
allí, que éstos se complementaran desde dos visiones muy diferentes de la vida, bajo la batuta de
un amor y admiración mutua que había forjado una relación sólida. En esas vacaciones andinas,
como el Ave Fénix, el amor había emergido y la pasión era el director que dirigía la orquesta.

Culminado su tour por Mérida, se disponían a viajar al Táchira que sería una estadía corta,
solamente para complacer a Zaida que quería conocer el bello estado. El paisaje tachirense no
menos hermoso que el merideño cautivó desde un principio a los amantes. Sin embargo, también
les recordó la realidad que se vivía en el país, el transitar de ciudadanos que escapaban intentando
cumplir los sueños que en su patria no podían.

El hombre aprovechándose de la necesidad de sus semejantes. Las noticias diarias en el Táchira,


estaban plagada de un sinfín de crímenes, emigración, descontento, problemas de servicios, en
Mérida tal vez el impacto del ambiente y el rencuentro con el amor, habían opacado los problemas,
ya en su nuevo destino podían ver con mayor claridad los problemas que se tenían en Venezuela.
Particularmente, una noticia hizo eco en la mente de Medina, pudo leer que había sido rescatada en
Colombia, una niña de 13 años raptada en la ciudad de Caracas, al ver la foto, pudo reconocerla, le
mostró la noticia a su esposa que quedó impertérrita. El portal noticioso reportaba que había sido
violada y era prostituida, fue rescatada en el aeropuerto cuando se disponía a abordar un vuelo a
España, estaba acompañada por un hombre joven, que le pareció familiar, pero no pudo reconocer.

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