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Sociedad Alraune

Sociedad Alraune es una historia ficticia basada en la creación de clones y seres perfectos por
inseminación artificial con el fin de complacer los más profundos y oscuros anhelos del hombre.

En una noche lluviosa en las calles de la ciudad de Cancún, una camioneta Lobo de
doble cabina circulaba deprisa. En su interior se encontraban tres sujetos bien
parecidos, vestían ropa negra y portaban armas largas; uno de ellos cuidaba de dos
hermosas jovencitas que dormían plácidamente en el asiento posterior.

La camioneta Lobo se dirigía hacia Campestre, una zona residencial a las afueras de la
ciudad; la lluvia hacia lento el tránsito y esto pareció molestar al conductor. Éste era un
joven apuesto, de mediana estatura y lucía casual como cualquier chico de universidad.
Llevaba el cabello largo recogido en una cola, suspiró mientras observaba a las tiernas
jovencitas que iban en su camioneta, luego volvió la mirada hacia la carretera y decidido
condujo con avidez, su nombre era Gabriel.

El boulevard Colosio era la principal arteria para llegar a su destino, sin embargo aquella
lluvia torrencial había provocado un caos; Gabriel con astucia eludió a los automóviles
que habían quedado atrapados en el encharcamiento. Siguió por la carretera hasta
llegar a la entrada que lo conduciría hacia Campestre.

Una vez en la zona residencial detuvo la Lobo frente a una gran casa bardeada con
piedra caliza y protegida por la más alta seguridad. Llamaron por radio al centro de
mando y la puerta de acero se abrió al instante, luego entonces la camioneta ingreso
en aquel lujoso recinto. Gabriel condujo el vehículo hacia el estacionamiento
subterráneo donde lo esperaba un equipo médico. Los sujetos cargaron a las jovencitas
y las trasladaron a uno de los cuartos de la gran residencia.
El amanecer en el poblado de Bonfil resultaba algo triste y lluvioso, las nubes habían
ocultado el sol y la brisa de los días del otoño volvían el día frío. Un grupo de gente se
encontraba reunida en el cementerio del pueblo, escuchando el sermón de un padre
cristiano. Ahí se encontraban Joseph Ferreira, Nicolás Medina, David Bedoya y Ricardo
Trejo, todos ellos miembros de la policía del municipio, los más valientes e intrépidos
hombres que buscaban siempre mantener la Ley y el Orden en la ciudad.

Pero en ese momento mostraban una cara de nostalgia y pena por su gran amigo
Abraham Glez, fallecido en un enfrentamiento con los narcos del cruel Pérez; estos
habían sido eliminados hacia algunas noches atrás por este valiente escuadrón de la
policía municipal.

Toda la familia de Abraham estaba ahí reunida, algunos sollozando y queriendo no


creer lo que sus ojos veían. Su madre era la más afectada y todos trataban de
consolarla.

El funeral terminó pronto y todos marcharon a su casa o a su respectivo trabajo. Joseph


y sus amigos se tomaron el día libre y se emborracharon esa misma noche.

Al día siguiente, el comandante de la policía les informó a Joseph y a sus amigos, que
Abigaíl, la prima del rubio David y prometida de Joseph, había sido secuestrada junto
con otra chica de nombre Sandy bel. Al parecer ellas dos no habían regresado de una
fiesta de despedida de soltera que sus amigas le habían organizado, ya que Abi pronto
se casaría con el apuesto policía ministerial del municipio.

Joseph colérico empezó a gritar como un desquiciado, no podía creer lo mal que la
estaban pasando, estaba cansado de la inseguridad en la que vivían, la maldad no tenía
descanso. Rápido los cuatro amigos se subieron a su patrulla y empezaron a buscar
pistas en el lugar de los hechos.
Mientras tanto en residencial Campestre, en la gran residencia blanca donde se reunía
la Sociedad Alraune, un grupo de doctores y personal médico escrupulosamente
seleccionados realizaban misteriosos experimentos con jóvenes de diversas edades y
razas, para cumplir con las demandas que la organización requería para el tráfico de
menores de edad por todo el país y aquellos que pudieran pagar por esta nueva
tecnología y así satisfacer sus más bajos instintos. Incluso se hablaba de que algunos
centros de entretenimiento sexual alquilaban a estas niñas alraunes (como las
llamaban) a un precio accesible y se ahorraban muchos aspectos legales, además de
que se ganaban los favores de algunas autoridades, una verdadera mafia.

Debajo de la residencia blanca, ataviada con flores y palmeras típicas de la región, se


encuentran las instalaciones para llevar a cabo la empresa de clonar chicas perfectas,
con las más sofisticadas herramientas y con la mejor tecnología médica que logran que
ningún clon se igual aunque a veces hay excepciones.

Estos doctores e investigadores habían logrado clonar a varias chicas con genes
perfectos y con diferentes rasgos específicos que pedían los compradores. Estas chicas
también podían ser controladas por su dueño, ya que tenían un dispositivo de alta
tecnología que las haría obedecer cualquier orden impuesta por su amo, incluso su
autodestrucción.

Tal vez estos avances en la ciencia habían frenado el tráfico de mujeres con fines de
explotación sexual o el comercio ilegal de órganos en un largo tiempo, pero la
conciencia de la mente humana siempre busca excusas para permitirse obrar mal.

La historia de esta Sociedad oculta empieza con Seele. Empresa fundada por el Dr.
Narváez, dedicada a la biomedicina y a la ingeniería genética entre otros campos que
había obtenido valiosos progresos y tenía presencia en varios países. El Dr. Alejandro
Narváez a pesar de su éxito era un genio loco, un joven enfermo y desquiciado;
abrumado con alcanzar el potencial humano para convertirse en un ser superior, sus
ideas extrañas y su ansiosa naturaleza lo habían llevado a crear esta nueva diversión
para satisfacer sus necesidades de toda la vida e incluso mejorarla para aquellos
perversos seres que hay en el mundo y que darían todo por obtener este tipo de
fantasía.

En uno de esos laboratorios subterráneos de la Sociedad Alraune estaban dos chicas


profundamente dormidas, recostadas en camillas, dos hombres bien parecidos les
habían sacado sangre y esta era enviada a otra instalación, mientras los médicos
también recogían muestras de todos los lugares del cuerpo.
Las jóvenes profundamente dormidas y desnudas pronto fueron llevadas a una sala
donde las bañarían y vestirían para posteriormente ser devueltas a su lugar de origen.

Al día siguiente la policía encontró a Abigaíl y a Sandy bel, en una de las paradas de
autobús, al parecer en buen estado física y mentalmente, sin ningún tipo de violación,
ni heridas.

Este caso se sumaba ya, al de trescientos más que habían ocurrido en el país, y la policía
no sabía cómo reaccionar, no tenían ni la menor idea del propósito de estas
“abducciones”, aunque se rumoreaban cosas extrañas entre la población y lo que
pasaban las víctimas. Las chicas que recordaban algo, a menudo describían a sus
secuestradores como seres angelicales de otro mundo, algunas incluso hablaban de
alienígenas que estudiaban a los humanos para una invasión, otras preferían no hablar
del asunto, ya que todo parecía una extraña pesadilla.

Joseph y el escuadrón, preguntaron a Abigaíl y a Sandy bel si recordaban algo, pero


solo esta última dijo que entre sueños recordaba a un joven bien parecido de cabello
largo y oscuro, también unos ojos azules y una voz que había escuchado antes, pero no
sabía de quien era.

Así pasaron varios días, hasta que una noche en la que Joseph se tomaba un descanso;
mientras paseaba con su prometida en una plaza comercial, vio un rostro juvenil que lo
dejo atónito, como si hubiera visto un fantasma. Al principio pensó que solo estaba
soñando despierto, pero después se percató de que aquel sujeto, era tan real como el
trasero de Abigaíl, que en ese mismo instante acariciaba.

En ese momento decidió acercarse un poco más al joven, que conversaba con unas
chiquillas muy lindas. Empezó a observarlo con detalle, su larga cabellera oscura, su
atuendo algo casual y notó que tenía unos ojos claros, hermosos a pesar de tener la
mirada fría. Joseph pensó que la belleza juvenil e inocente que desprendía aquel joven
solo podía compararse a la de un ángel.

De pronto la mirada del joven pareció dirigirse a él. Joseph supo entonces que ese
joven de unos veintiún años tenía la apariencia de Abraham, su amigo fallecido, se
quedó inmóvil un momento pensando en lo increíble que resultaba el siquiera
compararlo.

Unos instantes después, observó que el joven abandonaba la plaza con dos
acompañantes muy lindas. Joseph decidió seguirlo acompañado de Aby que no
comprendía nada a pesar de que su prometido trataba de explicarle lo que había visto.
Una vez que bajaron al estacionamiento, el joven de cabello largo y sus lindas
acompañantes se detuvieron frente a una camioneta negra, al parecer una Lobo, de
pronto salieron dos hombres de negro encapuchados, y con gran astucia agarraron a
las chicas por detrás, les soltaron un gas extraño en la cara y estas quedaron
inconscientes, rápidamente las acomodaron en el interior de la camioneta y
encendieron el motor.

A pocos metros Joseph y Aby presenciaron aquello con asombro y corrieron hacia
donde estaba su automóvil, en ese instante comenzó la persecución de la Lobo. Joseph
habló por radio a su equipo policiaco, que trabajaba en la investigación de las extrañas
abducciones, para así anunciarles lo ocurrido y que se encontraba persiguiendo a los
posibles sospechosos.

Ricardo, David y Nicolás que conducían la patrulla 0710 inmediatamente pidieron


refuerzos y se dirigieron hacia donde Joseph les decía por la radio.

Los sujetos que viajaban en la Lobo todo terreno, después de abandonar el boulevard
Colosio en una desviación que los llevaría hacia su destino, se percataron de que un
coche los venía siguiendo. Detuvieron la camioneta y esperaron en medio de la
oscuridad, una sonrisa se dibujó en la cara juvenil de aquel extraño ser de ojos azules.

Joseph también detuvo el coche y mientras buscaba su pistola en la guantera, le dijo a


Aby que aguardara en el asiento. Luego entonces los sujetos encapuchados de negro,
sin más, abrieron fuego contra ellos, cada uno llevaba dos metralletas P90, los
casquillos rodaron por la carretera mientras el auto de Joseph era impactado por una
lluvia de balas.

Pronto cesó la balacera y el coche de Joseph quedó como coladera, dos balas habían
perforado el brazo izquierdo de Joseph, éste jadeaba, luego volteó a ver a Aby y
horrorizado contempló que su prometida sangraba de la cabeza y el pecho, no se
movía, la abrazó y unas lágrimas escurrieron de sus mejillas y cayeron sobre el rostro
sin vida de su prometida.

Unos minutos después se escucharon las sirenas de las patrullas. Los sicarios
abandonaron el lugar, y se dirigieron hacia la residencia de Seele, asesinaron a los
guardias que vigilaban en la caseta de entrada de la villa Campestre.

Joseph se levantó como pudo y pidió auxilio a las patrullas, una de ellas se detuvo y las
demás continuaron persiguiendo a la camioneta negra.
En medio de aquella oscuridad, Joseph con gritos lastimeros imploró que llamaran a
una ambulancia, estos les dijeron que ya venía una en camino. Luego entonces Joseph
no lo pensó mucho y le dijo a David que se quedara cuidando el cuerpo inerte de su
prima, porque él, tenía una sed insaciable de venganza por la muerte de su amada.

David se quedó junto al cuerpo inmóvil de su prima, mientras observaba como Joseph
vendándose sus heridas y lleno de cólera manejaba la patrulla y se comunicaba por
radio con las demás patrullas para llegar al lugar donde se encontraban los sicarios, al
parecer los fugitivos habían ingresado en una residencia lujosa en Campestre.

Tres patrullas rodeaban la entrada de la gran residencia, había seis oficiales por cada
vehículo, cada uno se preparó para el enfrentamiento que se avecinaba. Por el
megáfono dieron la orden de que todos en el interior de la residencia salieran con las
manos arriba y se rindieran.

De pronto se abrió la entrada de la gran residencia y una lluvia de balas cayó sobre las
patrullas, hiriendo gravemente a algunos policías. Joseph con pasó seguro reunió a su
equipo y avanzó con astucia hacia la entrada, mató a tres sujetos que aguardaban cerca
de la entrada y siguió avanzando.

Nicolás con gran habilidad mató a otros tres sujetos que estaban en la azotea y Ricardo
que era el más regordete de los policías mató a varios sicarios disparándoles en la
cabeza con certera puntería.

Pronto cesó la balacera y los sicarios encapuchados caídos en la acción sumaban


quince. De los oficiales, seis habían caído en el cumplimiento del deber y cuatro estaban
gravemente heridos.

No había Luna ni estrellas que iluminaran aquella matanza, una capa de nubes cubría el
cielo, amenazaba con llover. Joseph, Ricardo, Nicolás y otros seis oficiales de la policía
municipal avanzaron hacia la gran residencia blanca. Quedaron asombrados al observar
aquel lujoso espacio, el terreno era grande.

La casa tenía muchas habitaciones, los uniformados se dividieron en tres grupos.


Joseph junto con dos policías revisarían el sótano; Ricardo con otros dos policías bien
armados asegurarían la planta baja y Nicolás dirigiría a otros dos policías y revisarían los
pisos superiores.

Joseph bajó con sus hombres al sótano y encontraron un elevador, era grande, como
para transportar material pesado. Éste solo podía descender hacia el subsuelo, se
podían bajar dos automóviles sin ningún problema. No lo pensaron mucho y
descendieron esperando encontrar el negocio fraudulento de los sicarios.

Ricardo con sus hombres revisaron toda la planta baja, donde encontraron varias
estancias, comedores, una gran cocina, una biblioteca con cientos de libros y en sus
paredes pinturas de varios artistas renacentistas. Decidieron revisar el patio trasero
donde encontraron una piscina amplia y unos campos recreativos, rodeado de varios
árboles frutales muy frondosos.

Nicolás y sus hombres por su parte encontraron varias habitaciones en los pisos
superiores del edificio. Entraron en una de ellas y para su sorpresa encontraron a varias
niñas profundamente dormidas en sus respectivas camas, eran las más bellas criaturas
que habían visto. Su belleza solo se podría comparar con las ninfas o las sirenas de los
mitos y leyendas. Todo aquello era demasiado extraño, el lugar parecía un internado
escolar, aunque faltaban los profesores.

El meticuloso agente de la policía continúo revisando las últimas habitaciones del gran
cortijo y fue entonces cuando tres sujetos ataviados de negro y con armas AR15 con
silenciador se les pusieron enfrente; uno de ellos tenía una cabellera larga y negra, y
una cara juvenil que le resultaba familiar a Nicolás.

El joven bien parecido dio órdenes de disparar a los judiciales, estos no tuvieron tiempo
de reaccionar, cayeron al suelo heridos de muerte, solo Nicolás continuaba consciente,
pero sentía la sangre escapar de su cuerpo gravemente herido, vio acercarse al joven
de cabellera larga y rostro afeminado, le pareció que se le nublaba el juicio o aquel ser
le resultaba extrañamente familiar.

—Hola Nicolás —le saludó aquél con tranquilidad—. ¿Parece como si hubieras visto un
fantasma?

Nicolás trató de esbozar una sonrisa, pero el dolor se lo impidió y solo contestó:

—Abraham, acaso eres tú.

—No, Nicolás, te equivocas, yo soy Gabriel —replicó éste—. Abraham está muerto, él
no tenía las agallas para hacer lo que yo estoy haciendo.

— ¡Qué diablos! ¿Quién eres tú? –cuestionó Nicolás.

—Esa no es la cuestión, más bien sería ¿Qué somos? Pues bien, nosotros somos el
futuro Nicolás, los nuevos humanos, somos aquel hombre que puede vivir sin un Dios,
una nueva raza sin defectos que necesita un nuevo orden mundial —vociferó Gabriel.
Nicolás no podía creer lo que oía, vio que Gabriel le apuntaba con el arma, el silenciador
le quemaba justo en la frente, de repente el sonido atronador de unos rifles M16 puso
en desconcierto a Gabriel.

En ese instante hizo aparición Ricardo con otros dos policías que tomaron
desprevenidos a los hombres encapuchados que acompañaban a Gabriel, éste
hábilmente y con mucha destreza evadió los disparos de los uniformados, huyendo y
dejando a sus hombres caídos en la acción.

Ricardo ayudó a levantar a Nicolás quien aún tenía la cara con arrugas a causa del dolor,
de pronto se escuchó que se abrían las puertas por todo el pasillo. Varias figuras de
baja estatura vestidas con pijamas de colores se asomaban con sigilo, eran las alraunes
que se habían despertado pues alguien les había interrumpido el glorioso sueño.

Ricardo y sus hombres acompañaron a Nicolás a la planta baja y les indicaron a las
adolescentes que los siguieran, extrañamente obedecieron tal cual, como zombis.
Luego entonces los pasillos se llenaron de hermosas doncellas, criaturas angelicales
pues tenían los pies ligeros, el desfile era demasiado ordenado y silencioso, cualquier
profesor de alguna secundaria se hubiera dado cuenta que algo raro había en aquellas
jóvenes que apenas dejaban la pubertad.

Ya en la planta baja, se escuchaban las sirenas de las ambulancias, y la voz indiscutible


de David “El Güero” controlando la situación, pronto llevaron a Nicolás con los
paramédicos y le encargaron que se hiciera cargo de las niñas que formaban filas en los
pasillos y escaleras del edificio, todas eran menores de edad, de indiscutible belleza.

Faltaban dos horas para el amanecer, el operativo había tardado demasiado,


rápidamente Ricardo y David fueron en busca de Joseph, tenían el presentimiento de
que algo malo le había sucedido; entonces se dirigieron pronto al sótano y enseguida
encontraron un único elevador.

Con cierta extrañeza hicieron uso de aquel gran montacargas para averiguar cuantos
metros hacia la tierra podía llegar, solo les tomó dos minutos llegar a la base de la
Sociedad Alraune.

Al abrirse la puerta del ascensor, fueron recibidos por una lluvia de balas que hirieron
gravemente a Ricardo, éste cayó al suelo al instante y se resguardo como pudo en el
interior del montacargas; David que no había tenido la oportunidad de entrar en la
acción, con una perfecta puntería disparó en la cabeza a los atacantes, estos en unos
segundos se desplomaron en el suelo. Unas lágrimas brotaron de los ojos de David
inconscientemente, luego las borró de su rostro.
Luego entonces llamó por radio a Nicolás para que le mandara los refuerzos que había
pedido hace unas horas. Dudó un instante y luego con esfuerzo ayudó a Ricardo a
incorporarse, pues aún tenía ganas de seguir matando a los delincuentes. Así entonces
siguieron avanzando por aquel laberinto, donde al abrir cada puerta un sicario bien
armado trataba de sorprenderlos.

Fue entonces cuando una figura de cabello largo y pelirrojo hizo su aparición, su rostro
era más juvenil que el otro delincuente que había visto Ricardo cuando rescataba a
Nicolás. Observó también que era más delgado y al acercarse más, vislumbró el reflejo
de unas gafas, lo hacían ver como un geek.

De pronto David, se quedó boquiabierto, al ver más de cerca al joven, quedó mudo al
descubrir que tenía su mismo rostro, era como verse en un espejo. Ricardo también se
fijó en el gran parecido que aquel sujeto tenía con su amigo y le preguntó: — ¿Quién
eres tú?

Éste les contestó con una sonrisa y con rapidez saco dos pistolas Desert Eagle con
silenciador, apuntó a David y a Ricardo y los miró complacido al ver sus rostros
palidecer.

— ¡Soy David, el original! —soltó de pronto el joven de cabello largo y mató a Ricardo
de un balazo certero en la cabeza. Luego hirió a David en el abdomen, éste cayó herido
de muerte.

El joven de cabello largo pelirrojo se le acercó mientras sentía como se le iba la vida, en
su último intento por saber la verdad, le preguntó: — ¿Quién eres?
El joven esbozó una sonrisa de satisfacción y luego le dijo: —yo soy tú, y tú eres yo, la
diferencia radica en que tú eres parte de mis planes, yo te creé para cumplir un
propósito y ahora éste ha terminado—. Luego sin ninguna expresión en su tranquilo
rostro juvenil mató a David, el clon que había sido creado para engañar a todos sus
amigos y familiares.

Mientras tanto Joseph y sus dos hombres habían logrado acceder a la sala principal
donde se encontraba Seele y sus acompañantes. Era un amplio salón de descanso,
varias jovencitas de indiscutible belleza se encontraban sentadas, una mujer y un joven
de apariencia bohemia estaban junto a un hombre que parecía ser el líder de aquella
extraña familia.

Aquel centro de reunión lucía algo sombrío, a pesar de su elegancia y la tecnología que
mostraba. Sin embargo Joseph que no encajaba en aquello, llamó la atención de
aquellos seres que no parecían estar asustados al verlos, ni se les veía expresión alguna,
parecían estatuas en aquel santuario, por llamarlo de alguna manera.

En un instante el joven de apariencia bohemia pareció sonreír, se levantó de donde se


encontraba y fue al encuentro de Joseph. Con una tranquila y acogedora voz se
presentó, su nombre era Eduardo Castillo. Luego le informó a Joseph que el máximo
líder de la organización Seele, el Dr. Narváez y su familia iban a marcharse a otro lugar y
él no podía hacer nada.

—Eso lo veremos —exclamó Joseph y apuntó a la cabeza de Eduardo, aquel joven


bohemio con cara de niña.

Eduardo fue más rápido que él y con un movimiento certero lo dejó sin arma.
Inmediatamente Joseph ordenó a sus hombres que le dispararan, pero estos
reaccionaron tarde ante las habilidades de Eduardo, que no le costó mucho asesinarlos
a sangre fría.

Joseph palideció y fue en busca de su arma de fuego, cubriéndose de las balas que le
lanzaba el arma semiautomática de Eduardo. Pronto a éste se le acabaron las balas,
Joseph pensó que era su oportunidad de matarlo y detener a Seele y a su familia que ya
había salido de la estancia.

Con decisión Joseph se levantó de su escondite y fue en busca de Eduardo, le disparó


en varias ocasiones, pero éste era muy rápido y no conseguía herirlo, de pronto Joseph
quedó con la boca abierta al ver que el joven bohemio sostenía una ballesta de esas
que solo se consiguen en Europa por Internet, con una carga de cien dardos, pensó que
era su fin.

Sonriendo tranquilo Eduardo empezó a disparar con su ballesta, los dardos de acero se
incrustaban en el piso de mármol y destrozaban aquella estancia tan elegante. Joseph a
pesar de que ya no sentía las heridas en los brazos, jadeaba e intentaba no ser
alcanzado por ningún proyectil. Recogió la pistola y el rifle de uno de sus hombres y
espero el momento oportuno de disparar.

No había manera de dar en el blanco, Eduardo era un asesino profesional, era veloz y
con ese juguete Joseph creyó no tener oportunidad. Pronto el depredador encontró a
su presa, pero al momento de dar el golpe final una bala le destrozó la mano y el joven
bohemio soltó la ballesta. Joseph había reaccionado a tiempo y con el rifle le rompió la
nariz, éste cayó al suelo gritando de dolor.
Joseph se acercó a él apuntándole con el rifle. —Has sido un buen adversario –dijo
jadeando. Lástima que este sea tu fin, tengo una venganza que cobrarme—. Quiso tirar
del gatillo pero una voz conocida se lo impidió.

—Tú no eres un asesino Joseph —vociferó Gabriel—.Veo que ya conociste a Eduardo y


supongo que a Seele también, aunque él ahora se ha ido a otro lugar con su familia. Lo
extrañaré, pero un día lo visitaré para darle las gracias por todo lo que ha hecho por mí,
al fin y al cabo siempre seremos amigos —dijo tranquilamente mientras miraba a
Joseph.

Éste no daba crédito a lo que sus ojos veían, su amigo Abraham le miraba y le hablaba
desde el otro extremo de la estancia, pero algo había de diferente en él, se veía más
joven, como el sujeto que había visto en la plaza comercial.

Gabriel se acercó más hacia donde estaba Joseph, llevaba una gorra y el cabello
recogido en una cola, sus ojos azules voltearon a ver hacia donde estaba Eduardo
tumbado, jadeando por el dolor, luego sonrió y volvió a hablar.

—Pues bien, Joseph, ¿Quieres decir algo?

—Dímelo todo, ¿En qué te has convertido Abraham? —imploró Joseph.

—Está bien, pero para empezar no me digas Abraham, porque yo soy Gabriel y si te lo
preguntas, yo no soy un clon. Yo nací o volví a nacer en un vientre materno por
inseminación artificial y gracias a los avances en la ciencia, fui mejorado, ahora soy un
ser perfecto, el primero en muchos años, soy joven y siempre lo seré. Todo gracias a
Seele, a sus descubrimientos en ingeniería genética y bioquímica, además de la
tecnología de las nuevas computadoras que permiten la investigación de los
fenómenos de la naturaleza hasta horizontes nunca antes imaginados. Los
experimentos y los logros son sencillamente prodigiosos. No es lo que siempre ha
querido el hombre ser joven y fuerte por siempre.

—¿Qué carajos? ¿Qué es todo esto? No entiendo nada, porque dices llamarte Gabriel
cuando eres la viva imagen de Abraham, acaso esto es una broma, no es posible, dime
entonces acaso eres su hijo o algún familiar ¿cuál es la relación entre tú y Abraham? —
cuestionó Joseph.

—Te diré que esta organización tendrá poco más de 20 años, yo de hecho tengo esa
edad, aunque me veo más joven. Tu amigo Abraham, que era como mi hermano
gemelo, le pidió a Seele que me creara, ya que quería conocer a alguien que tuviera la
misma sangre, habilidades y pensamientos que él, libre de escoger. Siempre venía a
visitarme y veía en mí al hermano de sangre que nunca tuvo, pero siempre me mantuvo
en secreto y eso para mí era un gran problema, porque casi no podía salir de este lugar
y divertirme. Seguro pensaba que arruinaría todo, tal vez tenía razón, éramos muy
distintos. Así que planee su muerte, ya que si el moría, yo podría heredar su fortuna, las
enormes ganancias de la Sociedad Alraune, empresa en la que había estado trabajando
con Seele en secreto. Entonces ese día en el que luchaban contra los narcos del cruel
Pérez, yo estaba ahí, y en un descuido de él, le dispare fríamente al corazón. El me miró
a los ojos y entendió porque lo había hecho, ese día murió mi gemelo bueno, le lloré
porque era una parte de mí pero no lamenté haber lo hecho.

—Ya veo, siempre dije que era imposible acabar con Abraham, ya que era el mejor del
equipo, solo así podría haber sido su muerte —suspiró pensativo Joseph, pero seguía
manteniendo distancia de Gabriel y aún tenía dudas.

—Observo que aun tienes muchas dudas, por ejemplo, te preguntaras, donde estarán
todos esos científicos, doctores, médicos y demás gente que nos ayudó en esto. Pues
veras ellos son gente de fuera y vienen aquí de vez en cuando a verificar que todo
funcioné bien y que las computadoras hagan su trabajo, ya que todo lo hacen las
maquinas, aunque últimamente ya no necesitamos su ayuda, ya que decidí ponerle fin a
todo esto. Si Joseph, esto ya estaba planeado. De hecho, en estos momentos ya debe
de haber llegado el “Escuadrón Sombra” dirigido por el comandante Uriel Santillán
para llevarse a la familia de Seele y a sus pequeñas hijas de belleza inigualable —finalizó
Gabriel.

— ¡Qué! ¡No es posible! —exclamó Joseph.

En esos momentos, afuera de la Residencia de Seele, los refuerzos que David había
pedido estaban teniendo un retraso para ir en su ayuda, ya que tres transportes
militares y dos helicópteros Blackhawk hicieron acto de presencia y de sus interiores
salieron varios soldados bien armados, estos formaron un único escuadrón, eran unos
cuarenta hombres, pocos en comparación con los que le cabían a los camiones de
transporte.

El comandante Uriel Santillán líder del Escuadrón Sombra, había sido un ex militar y
antiguo miembro de las fuerzas especiales, era un hombre dedicado a la guerra.
Despedido de varios puestos de alto mandó por su carácter, Seele lo contrató para
crear una fuerza especial de élite que protegiera a la organización. A pesar de ser un
hombre muy peligroso y con cierto desdén por las reglas, era un soldado obediente
cuando se cumplían sus condiciones, tenía ganas de probar nuevas armas. Seele hizo
clones de él y formó al Escuadrón Sombra, verdaderos súper soldados que servirían a
los propósitos de la sociedad Alraune.

Comenzaba a amanecer cuando el infierno se desató en las afueras de la Residencia de


Seele, el comandante Uriel había preparado bien la emboscada, junto con sus clones
asaltaron la gran residencia blanca, los valientes policías y gendarmes poco pudieron
hacer ante la fuerza militar que los golpeaba desde el cielo y la tierra. Nicolás sintió
como varias balas le perforaban todo el cuerpo y rápidamente la vida se le escapaba.

Los elementos de la policía y gendarmería iban desplomándose por el suelo ante el


avance del escuadrón sombra, una verdadera masacre, fueron totalmente aniquilados.
Aquel lugar se había convertido en un cementerio para aquellos valientes hombres,
tristemente los cadáveres de tres jovencitas volvían la escena muy trágica.

Rápidamente el comandante Uriel dispuso de su escuadrón para que escoltaran a las


sesenta y siete chicas-clon-alraune a los vehículos de transporte militar, luego también
que buscaran y apoyaran a la familia de Seele.

Los soldados obedecieron las ordenes al pie de la letra, se dividieron para llevar a cabo
el rescate de las menores y luego también volvieron con la familia de Seele, éste al ver
el cadáver de una chiquilla, se enojó tanto que agarró el arma del comandante Uriel y
mató a tres de sus hombres, diciéndole a éste que no volviera a acometer otro error, ya
que el diseño de aquellas criaturas costaba millones. Después subió al helicóptero junto
con su familia mientras el comandante Uriel miraba nostálgico a sus
hombres caídos por la falta cometida. El Black Hawk se elevó por los aires y marchó
hacia un rumbo desconocido, lo siguieron los camiones militares y el otro helicóptero.

Mientras tanto en las profundas instalaciones de la Sociedad Alraune, una figura de


cabello largo y rojizo apareció en el salón de descanso donde se encontraban Joseph,
Gabriel y Eduardo. Junto a él lo seguían dos figuras de baja estatura, uno era varón y se
parecía mucho al joven que le miraba desde el otro lado de la estancia; la otra era una
chica, rubia de unos doce años aproximadamente y era más alta que su compañero.
Llevaba el cabello corto a la altura de los hombros y miraba con ternura al joven de
cabellera negra y ojos azules.

Joseph se había quedado perplejo, al escuchar todo aquello que le decía Gabriel, había
bajado su arma y había dejado de preocuparse por Eduardo que se había vendando la
herida de la mano y seguía en la estancia a varios metros más allá de donde estaba. De
pronto observó a tres figuras que entraban en la estancia, una de ellas era más alta que
las otras dos, al observarlo más de cerca, notó que era un tipo parecido a John Lennon,
con el cabello largo rojizo y unos lentes ovalados parecía increíble que lo fuera. En sus
brazos descansaba una tierna niña.

Luego volteó a ver a las otras dos figuras de baja estatura, uno era varón y la otra una
bella jovencita de cabello rubio, ambos iban vestidos de gala, formaban una juvenil
pareja. Notó que sus miradas estaban fijas en Gabriel, luego éste se volvió para ver que
sucedía, una sonrisa se dibujó en su rostro.

—Hola David, veo que trajiste a los niños, listos para partir —saludó Gabriel a aquél
joven de cabello rojizo y mirada intelectual.

— ¡Niños! —exclamó la jovencita de cabello rubio.

—Está bien... mi lindísima Sarahi, mi princesa amada, tan encantadora como siempre —
contestó Gabriel con una sonrisa.

Las tres figuras se acercaron con cierta tranquilidad hacia donde Joseph y Gabriel
estaban parados. Al acercarse cada vez más Joseph observó que la figura más alta no
era ni más ni menos que su amigo David y cargaba en sus brazos a una niña de cabello
oscuro, probablemente no era su hija.

—David, no puedo creer que estés de parte de este sujeto y de donde sacaste esa
peluca rojiza, ¡te has vuelto loco!—gritó Joseph tratando de controlar su ira.

—Claro que no lo puedes creer, pero así es el poder del lado oscuro, es genial y estar
rodeado de chiquillas lindísimas y jugar con ellas me hace feliz —respondió David.

—No puedo creer todo esto, es irreal, es una mala broma, debo estar soñando, pero no
es así, de cualquier forma, tengo que ponerle fin a esto, me has traicionado amigo, por
tu culpa mi novia Aby ha muerto, con esto incluso cobraré venganza matando al
asesino de Abraham —gritó Joseph como un loco y apuntó a la cabeza de Gabriel.

Justo en ese momento, Joseph perdió el equilibrio, Eduardo se había movido hacia
donde estaba éste y lo había sometido por los pies justo a tiempo, cayó al suelo y
empezó una lucha brutal.

Con premura Gabriel le dijo a David que dejara a la pequeña Noemí recostada en
un sillón para que ayudaran a Eduardo, éste obedeció y la dejó al cuidado de Sarahí en
un cómodo sillón de la estancia. Luego agarraron a Joseph y lo apartaron de Eduardo
que tenía la cara ensangrentada, su traje bohemio estaba destrozado, se levantó
sujetándose del brazo que le extendía David y fue hacia donde estaba Sarahí con Noemí
y el pequeño Gabriel.

David le dio unos puñetazos a Joseph hasta dejarlo inconsciente, de esta manera le
perdonaba la vida a su amigo de la infancia.

—Bien, ¡ahora es el momento de salir de aquí! —dijo Gabriel a todos.

De pronto se escucharon voces en la planta superior junto con el ruido de las botas de
los uniformados.

—Pronto David, te tienes que ir con los niños, huyan a la casa de Eduardo, ahí los
alcanzaré vale, cuídalos mucho, yo buscaré a Aby para entregársela a su futuro padre
—ordenó Gabriel y con una mano señalaba a Joseph.

—No quiero dejarte Gabriel —chilló Sarahí—.No quiero perderte, eres toda mi familia,
¡prométeme que volverás pronto!

—Si Sarahí lo prometo, ahora vete, cuida a Noemí y a Tomás vale. —se despidió aquel
joven de ojos azules.

Gabriel abrazó a la rubia chiquilla y esta tiernamente se dejó envolver en sus brazos; sus
ojos marrones derramaron lágrimas. El los miró fijamente y le besó la frente. Pronto se
soltaron y ella se marchó, miró tiernamente y por última vez a Gabriel y luego salió de la
estancia.

Unos minutos después cayó la puerta en el otro extremo de la sala de descanso, habían
llegado soldados de la marina, apuntaron a Gabriel y este levantó las manos y se rindió.

Los soldados encontraron a Joseph y le ayudaron a incorporarse, mientras éste


recuperaba el sentido, revisaron el lugar, después le informaron que el sujeto que
estaba con él en la estancia quería hablarle.

Joseph tuvo a la vista a Gabriel que esbozaba una simpática sonrisa y estaba
fuertemente esposado.

— ¿Quieres terminar de hablar conmigo? —preguntó Joseph.

—Claro, solo quiero decirte que aun puedes tener el recuerdo de tu novia en una
pequeña niña que espera en los laboratorios de maternidad, dormida tiernamente
esperando por un buen padre que la rescate —miró su reloj cartier y luego continuó
hablando—. Tienes escasos siete minutos para buscarla y rescatarla, antes de que el
edificio entero se desplome y mueran todos aquí adentro. Porque seguro no sabes que
ese loco de Seele, ha activado varias bombas para borrar todo el laboratorio y todo
aquello que lo vincule con la organización. ¡Así que date prisa!—gritó Gabriel
seriamente.

Joseph aún nostálgico golpeó a Gabriel en la quijada, éste cayó inconsciente, después
informó a todos los soldados de la marina que salieran de las instalaciones ya que todo
volaría en pedazos, luego entonces corrió hacia los laboratorios de maternidad, no
sabía dónde estaba pero algo le decía que estaba cerca.

Los soldados se movilizaron rápidamente y se llevaron al prisionero fuera de las


instalaciones para ser entregado a las autoridades correspondientes, pero no sabían lo
que les aguardaba aquel sujeto.

Mientras tanto a Joseph le tomó dos minutos encontrar los laboratorios de


maternidad, encontró a la bebe dormida, la única en todo el lugar, no perdió tiempo y
se la llevó para huir de aquel lugar sombrío, recorrió los pasillos hasta abandonar las
instalaciones por aquel único ascensor hacia la salida.

En esos minutos angustiosos, Gabriel recuperaba la consciencia y con entusiasmada


astucia atacó a sus adversarios con fuertes movimientos, consiguió tiempo para sacar
su cinturón y mientras se disparaban unos a otros, él les iba haciendo cortes en sus
extremidades con aquel accesorio aparentemente inofensivo, la sangre de aquellos
escurría por los pasillos, había tan poco espacio por donde manejar las armas largas y
Gabriel sabia aprovecharse de la situación. Consiguió llegar a la salida del edificio
vestido de marino y nadie se percató que era un impostor al que pronto sucumbirían
violentamente.

El sol ya había salido por el oriente cuando Gabriel robo un vehículo de la marina, se
dirigió hacia el Aeropuerto Internacional de la ciudad, varios soldados de la marina
fueron en su búsqueda al percatarse de que el único delincuente que habían capturado
había logrado escapar, pronto le dieron alcance y empezó una feroz persecución por la
autopista, había bastante tráfico y esto perjudicó los planes de Gabriel. Los oficiales de
la marina dispararon a las llantas del transporte militar, Gabriel perdió el control por
unos segundos y salió de la carretera hacia la jungla.

Mientras tanto en Residencial Campestre, segundos antes de que la poderosa mansión


de Seele se viniera abajo, Joseph salía triunfante de aquel edificio con su futura hija en
manos, estaban sanos y salvos. Inmediatamente fue informado de la situación y pronto
fue en busca de su adversario, dejando al cuidado de los paramédicos a su pequeña
hija.
Cuando llegó al lugar de los hechos, una humarada salía de varios vehículos militares
varados en la carretera próxima al aeropuerto. Algunos soldados de la marina se
arrastraban por el suelo mal heridos. Los agentes que acompañaban a
Joseph horrorizados contemplaron aquel paisaje sangriento, varios soldados yacían
muertos en mitad de la carretera, algunos vehículos civiles y oficiales estaban
destrozados, aquello era un caos.

Luego en el área verde a un lado de la carretera, incrustado entre la maleza, estaba un


vehículo militar, parecía haber sido el objetivo de los militares. Con extrema precaución
Joseph se acercó, empuño su arma; titubeó al ver a alguien sentado frente al volante,
lentamente abrió la puerta y vio a Gabriel que le sonreía, éste tenía una mancha de
sangre, le escurría de la cabeza hasta el cuello.

—Así que saliste con vida de aquel lugar —dijo tranquilamente Gabriel—. En cambio yo
estoy jodido, moriré,…sé que mi amada me extrañará, creo que sabía que no volvería a
verla. Dime Joseph crees que alguien más se preocupe por nosotros, por seres creados
en un laboratorio, vidas que solo fueron producto de una mente sin ética; que tal vez
no tengamos alma, ni entrada al cielo o al infierno, que solo regresarán al estado de
inexistencia del cual fueron parte alguna vez. La gente hoy en día solo vive para sí
misma…

De pronto Gabriel agachó la cabeza y sintió como la vida se le iba como suele pasarles a
todos en este mundo.

Fin

“Ciencia sin conciencia, es la ruina del alma” Rabelais.

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