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1. DEFINICIÓN DE BURNOUT
El malestar laboral o burnout o síndrome del trabajador quemado es
un síndrome, es decir, un conjunto de síntomas similares que
aparecen como consecuencia de la vivencia por parte del trabajador
de unas condiciones negativas en su puesto de trabajo.
Leiter, que es profesor de la Universidad canadiense de Arcadia y
durante los últimos años viene investigando y publicando libros
relacionados con el burnout, señala que se pueden encontrar en el
burnout tres elementos básicos: energía, implicación y efectividad,
de los que derivan otros seis elementos básicos: Workload (carga
de trabajo); Control (responsabilidad del puesto); Reward
(recompensas); Community (compañerismo); Fairness (justicia);
Values (valor social).
Los trabajadores con burnout se sienten quemados bien por un
exceso o falta de trabajo, por un exceso o falta de responsabilidad
en su puesto, por falta de recompensas, por dificultades en la
relación con los compañeros, por sufrir un trato injusto, o por falta de
valoración social de su trabajo. Por cada uno de estos elementos o
por una combinación de ellos.
También indica Leiter que los trabajadores implicados en un proceso
de burnout suelen pasar por tres etapas: 1) agotamiento emocional,
2) cinismo y 3) desvinculación. Podríamos preguntarnos si alguno
de nosotros nos encontramos en alguna de estas tres etapas.
2. MALESTAR DOCENTE
El burnout de los docentes se conoce bajo la denominación de
malestar docente. No obstante, como señalan Flueguel y Montoliu:
6. EL CONCEPTO DE EDUCACIÓN
Antes de analizar las causas del malestar docente debiéramos
considerar la concepción que de la educación tenga el profesorado
influido por la sociedad en cada momento histórico, ya que, sin
duda, influirá en la definición profesional del docente.
En este sentido se recogen a continuación las teorías más radicales
en el mundo de la educación generadas en la segunda mitad del
siglo XX. Son teorías radicales desde el punto de vista de los
adultos, pero a lo mejor más próximas a los intereses y
motivaciones de alumnos y estudiantes. Reflexionar sobre ellas
puede ser un ejercicio importante para ayudarnos a definir nuestro
concepto de educación, ya que éste condicionará sin duda nuestro
quehacer profesional. Además, estas teorías pueden tener hoy una
gran virtualidad, ya que en la actualidad ha aparecido un movimiento
social, si bien minoritario, que pone en tela de juicio el trabajo de la
institución escolar. Cada vez son más los padres y madres que
proponen escolarizar ellos mismos a sus hijos a través de
plataformas educativas en internet y con programas dirigidos por
prestigiosos centros educativos y universidades de ámbito mundial.
Las teorías que a continuación se exponen no son actuales, pero los
enfoques que nos proponen sí que lo son. Precisamente es
importante considerarlas y reflexionar sobre sus propuestas, ya que
la profesión docente nace, sin duda, del concepto que sobre la
educación tengan la sociedad, los políticos, las Administraciones, el
profesorado, los padres y madres y el alumnado.
a) La teoría naturalista de Rousseau es clásica en el mundo de la
pedagogía. Rousseau señala que la mejor educación es aquella que
tiene en cuenta la naturaleza del alumno, que parte de sus
necesidades e intereses, y que a través de actividades próximas a
su forma de ser lleva a conseguir unos objetivos cercanos a lo que
él pretende. Señala Rousseau que un alumno, un estudiante, tiene
tres tipos de maestros: la naturaleza, las cosas y los hombres.
Por otra parte Esteve (1994: 110) opinaba que, como consecuencia
del malestar docente, se producía una degeneración de la eficacia
docente por tres vías:
Sin embargo, indica Esteve que también existen docentes, que son
la mayoría, que ante los cambios sociales han sabido reaccionar
adaptándose perfectamente a las circunstancias y que se realizan
llevando a cabo su trabajo en la enseñanza. Estos docentes han
sabido construir conductas adaptadas a las nuevas exigencias
sociales.
Es evidente que los docentes lectores de este libro pertenecen a
ese grupo mayoritario que se ha adaptado a los cambios, pero que,
aun estando motivados, desean profundizar más en dichos cambios.
La diferencia entre los docentes quemados y los no quemados en
igualdad de circunstancias educativas, claro está, se encuentra en
esa capacidad personal y profesional que desarrolla mecanismos
que nos permiten desarrollar una mayor autoestima y autocontrol, a
la vez que gran capacidad de empatía y liderazgo.
(1) José Manuel Esteve, catedrático de la Universidad de Málaga, ha sido la persona
que más ha escrito sobre este asunto en nuestro país.
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La profesión docente
Los cambios sociales, económicos y culturales afectan a la
definición de la profesión docente, a aquel conjunto de capacidades
y competencias que determinan los puestos de trabajo de maestros
y profesores de instituto y universidad.
No cabe duda de que la profesión docente ha cambiado en los
últimos años, de que la sociedad tiene una visión diferente de la que
tenía cuando Antonio Machado era profesor de un instituto de
Bachillerato y escribía sobre la figura del maestro aquellos
conocidos versos:
Pero por otro lado se ofrecen también cosas distintas. Para los
profesionales de la empresa:
Se ofrece
• Trabajar.
Por esto, porque la profesión docente está menos definida que otras
profesiones, porque cada día el maestro o el profesor tiene que
adaptarse a los continuos cambios de los estados de ánimo de los
alumnos, de los padres, de sus compañeros (y también a los
continuos cambios en la normativa educativa) es por lo que
podemos definir la profesión docente como una profesión de riesgo.
Ahora bien, al igual que hemos considerado que las situaciones en
las que la persona tiene que tomar continuas nuevas decisiones son
estresantes, también hemos afirmado que son las que permiten una
mayor satisfacción debido a la capacidad que la función docente
tiene, para nosotros, de permitir una mejor realización profesional, y
también personal.
Un ejemplo claro de esa libertad, que como hemos señalado puede
generar ansiedad o satisfacción, es que los docentes podemos
elegir la metodología a aplicar en nuestra aula. A diferencia también
de otras profesiones, como la medicina o el arreglo de un coche en
un taller, que tienen un protocolo definido, una metodología más o
menos cerrada, los maestros, los profesores, podemos elegir
aquella metodología que consideremos más adaptada para
conseguir el aprendizaje de los alumnos. Esto, claro está, nos
permite una gran iniciativa, libertad, creatividad, innovación...
9. REDEFINICIÓN DE NUESTRO ROL COMO DOCENTES
Por ello, los docentes necesitamos afrontar el malestar docente
desde una redefinición de nuestro propio rol como docentes. En tal
sentido, Esteve dice: Tenemos que redefinir junto a nuestra
sociedad el papel que como docentes estamos representando; o:
Nuestra sociedad y nuestros profesores necesitan redefinir los
valores en los que creen, los objetivos por los que trabajan y el tipo
de hombre que quieren formar (Esteve, 1994: 18-21).
En esta redefinición de la profesión docente y de los roles que
implica vamos a utilizar, a lo largo de este libro, la inteligencia
emocional para desarrollar las competencias docentes.
(1) En Day (2006: 141).
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Competencias docentes
Hemos visto en los puntos anteriores cómo el cambio social había
producido un malestar en los docentes y este malestar nacía de las
nuevas exigencias de la sociedad, de la nueva definición de su
profesión y del puesto de trabajo y de los nuevos roles que a los
docentes se nos piden.
A continuación, vamos a considerar qué competencias se derivan de
ese nuevo perfil profesional que se nos exige para, con
posterioridad, intentar articular formas de cambio que nos adapten
mejor a la nueva situación evitando caer en situaciones de burnout.
1. COMPETENCIAS
Señala el profesor Bisquerra que competenciaes el conjunto de
conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes necesarias
para realizar actividades diversas con un cierto nivel de eficacia
(Bisquerra, 2004).
Bunk define las competencias de acción como el conjunto de
conocimientos, destrezas y actitudes necesarias para ejercer una
profesión, resolver problemas de forma autónoma y creativa y estar
capacitado para colaborar en su entorno laboral y en la organización
del trabajo (Bunk, 1994: 56).
Echeverría (2002: 57), por su parte, diferencia dentro de este
concepto de la competencia de acción cuatro tipos de
competencias:
Bentley (1998: 159) (4) cita un informe del US National Center for
Clinical Infant Programes donde se apunta que las siete cualidades
más necesarias para tener éxito en la escuela eran la confianza, la
curiosidad, la intencionalidad, el autocontrol, la facilidad de relación,
la capacidad de comunicarse y el talante cooperativo.
Aymerich (2006: 102-106) las agrupa en tres apartados:
1.Saber:
* Bagaje cultural amplio.
* Actitud de curiosidad.
* Pensamiento crítico ante los fenómenos sociales y
políticos.
* Conocimiento de las corrientes psicopedagógicas.
* Conocimiento de las experiencias y el pensamiento
pedagógico que inspiran la renovación pedagógica.
2.Saber hacer:
* Trabajar en grupo.
* Actitud de participación colegiada en el centro.
* Capacidad de incidencia para preservar los valores
básicos de convivencia y participación democrática.
* Actitudes fundamentadas en una concepción
democrática de la educación.
* Capacidad para proponer, organizar y adecuar
situaciones de aprendizaje.
* Capacidad para gestionar la distribución del tiempo y
de los espacios.
* Conocimientos sobre dinámica de grupos.
* Saber gestionar los contenidos escolares.
* Capacidad para afrontar la resolución pacífica de los
conflictos.
* Capacidad para ejercer la tutoría y orientación del
alumnado.
* Capacidad para establecer una relación de
colaboración con las familias.
* Actitud investigadora y capacidad de experimentar y
compartir las experiencias pedagógicas.
3.Saber ser:
* Coherencia personal.
* Capacidad para establecer unas relaciones positivas
con los demás.
* Compromiso de ser un agente de mejora social.
* Capacidad de comunicación, saber escuchar, empatía.
* Asertividad.
* Capacidad de adaptación a contextos variables.
Por otro lado los Reales Decretos 1513/2006 y 1631/2006, por los
que se establecen las enseñanzas mínimas de la Educación
Primaria y Educación Secundaria Obligatoria recogen en su Anexo I
la adaptación de las ocho competencias básicas previstas en la
Recomendación del Parlamento Europeo y del Consejo sobre las
competencias clave para el aprendizaje permanente.
Así, como señala el Real Decreto en el comienzo del Anexo:
1. Motivación:
• Confianza
* Conocimiento de éxitos anteriores
* Iniciativa
• Proyecto personal
* Conciencia de las necesidades de aprendizaje
* Capacidad para determinar las oportunidades
disponibles
* Apertura a nuevos conocimientos
• Persistencia
* Capacidad para superar los obstáculos
2. Procedimiento del aprendizaje
• Proceso de aprendizaje
* Iniciar el aprendizaje
* Consciencia del propio proceso de aprendizaje
* Organizar su propio aprendizaje
* Gestionar el tiempo
* Diversidad: diversos contextos
• Gestión de la información
* Individual
* Grupal
• Petición de ayuda:
* Búsqueda de orientaciones
1. Autoestima
• Autoconocimiento intelectual
• Autoconocimiento emocional
• Autocrítica
• Conciencia personal
2. Control emocional
• Inhibición
• Relajación
• Control del pensamiento
3. Desarrollo de proyectos
• Habilidad de la persona para transformar las ideas en
actos
• Creatividad
• Innovación
• Asunción de riesgo
• Planificar
• Gestionar proyectos con el fin de alcanzar objetivos
• Conciencia del contexto en el que desarrollar el trabajo
• Aprovechar las oportunidades
Fig. III.5. Competencias para la autonomía e iniciativa personal.
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(2) www.area48.net/trein/index.html
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Inteligencia racional y emocional
Hemos considerado en los puntos anteriores cómo los cambios
económicos, sociales y culturales habían provocado un profundo
cambio de valores en relación con la institución escolar, con una
desvalorización generalizada de su aportación social. Esto ha
agudizado el malestar docente al sentir modificada su profesión,
cambiados sus roles, lo que conlleva un cambio también de sus
competencias docentes.
También hemos señalado que las instituciones formativas de
maestros, profesores de Secundaria y profesorado de universidad
no están dando suficiente importancia al desarrollo de las
competencias emocionales que, como hemos visto, son necesarias
para afrontar los nuevos retos docentes y evitar, de este modo, el
burnout.
La forma de afrontar el malestar docente será a través del bienestar
docente. La psicología nos dice que la realidad no existe sino en la
interpretación, en la valoración que de ella hagamos.
Es cierto que las condiciones materiales (según la terminología de
Maslow) han mejorado en los últimos años; sin embargo, también es
cierto, las condiciones secundarias (según esta misma terminología)
no han ido a mejor. Es clásica, en psicología, la jerarquización de la
motivación humana realizada por Maslow. Este psicólogo
diferenciaba cinco grados de menor a mayor importancia en la
motivación humana: satisfacción de las necesidades fisiológicas,
seguridad, necesidades sociales, reconocimiento social y
autorrealización. Los docentes en nuestro país, durante los años de
la democracia, hemos podido mejorar en relación con el salario, las
condiciones ambientales en los centros educativos, los horarios, los
materiales, etc. condiciones todas ellas de carácter material.
Sin embargo, no puede decirse lo mismo en relación con la
naturaleza y contenido del trabajo, las oportunidades de promoción
y el reconocimiento social. Hemos pasado, en muchas ocasiones,
del respeto a la autoridad académica y personal del docente, a la
agresión, al desprecio o la falta de autoridad. De ahí que los
docentes, si queremos mejorar nuestra propia motivación,
tendremos que afianzarnos en los elementos motivadores que
dependen de nosotros, como las relaciones sociales y la
autorrealización profesional, en la esperanza que alcanzar el
reconocimiento, primero de alumnos y compañeros, más tarde de
padres y entidades locales, para finalmente, conseguir de nuevo el
reconocimiento social que antes teníamos.
Para conseguir esto tenemos una herramienta en nuestra manos
que no es otra que desarrollar, como veíamos en el punto anterior,
nuestras competencias profesionales emocionales y las
competencias emocionales de nuestro alumnado y, para ello, nos
valdremos del método de pensamiento emocional basado en el
modelo de inteligencia emocional.
1. INTELIGENCIA HUMANA
Las emociones son como los colores de la vida. Una vida no puede
vivirse sin emociones, pero sí podemos conocer personas que viven
la vida con un nivel muy bajo de emociones. Son las personas que
Goleman (1997) denomina alextímicas. Estas personas, para no
correr el riesgo de vivir emociones negativas han negado de raíz las
emociones, han aprendido a cortarlas de tal manera que da la
impresión de que ni sienten, ni padecen. Podríamos pensar que
estas personas viven la vida en blanco y negro. Sin embargo, las
personas emocionalmente conscientes, y los docentes no podemos
ser de otra manera, sufrimos y disfrutamos con las emociones que
irrumpen en nuestra vida haciendo que ésta unos días tenga el
semblante gris, otros días, negro, pero, seguro, la mayor parte de
ellos, rojo, verde, azul o rosa.
Y, es que además, podemos afirmar, con Soler y Conalga, que en la
vida todas las emociones son importantes. Es como si viviéramos en
el trópico en el que la temperatura no cambia, es como si siempre
fuera de día o siempre fuera de noche. La alegría de vivir nace del
cambio, de la tensión, de la crisis, del enfrentamiento de contrarios,
de la diversidad.
Suwen (1) apunta que para la medicina china hay cinco órganos que
controlan la energía o chí y que tienen relación con las emociones:
el corazón, que guarda relación con la alegría; el bazo, con la
capacidad de meditación; los pulmones, que se relacionan con la
ansiedad; el hígado, con la ira; y los riñones, con el temor:
La ira eleva la energía (el chí), la alegría la suaviza, la tristeza
hace desaparecer el chí, el temor la extiende, el terror
desordena el chí y la meditación contribuye a la acumulación
del chí.
4. LOS SENTIMIENTOS
Si hemos afirmado que las emociones eran los colores que dan
luminosidad a la vida, los sentimientos serían las tonalidades, los
matices, los perfiles y claroscuros. Los sentimientos son mezcla de
emociones. Así, nos dice Torrabadella (1998): la revancha es la
suma de ira y alegría; la ternura lo es del afecto y la alegría; el odio,
de la ira y el miedo; el duelo, de la tristeza y el miedo.
No obstante, si tenemos problemas para definir las emociones de
una manera objetiva, mucho más los vamos a tener para definir los
sentimientos. Probablemente, el lector no esté de acuerdo con
alguna de las uniones antes expuestas y tenga su propia
constelación de emociones. Esto es así porque en lo que respecta a
la inteligencia racional las cosas están claras: dos y dos son siempre
cuatro; en cambio en lo tocante a la inteligencia emocional, veremos
que cada persona tiene una aproximación diferente a sus
emociones, pero todavía más a sus sentimientos.
Los sentimientos son secundarios y, por ello, no son respuestas
automáticas a situaciones nuevas, sino que son el rescoldo que
queda de ellas una vez que se ha pasado su fuerza de actualidad.
Por ello decimos que los sentimientos añaden duración a las
emociones, duran más que ellas y se insertan en nuestra propia
personalidad.
Lo más importante del sentimiento es que constituye la suma de una
emoción y de un pensamiento. Todavía más, es el pensamiento
consecuencia de un grupo de actos emocionales vividos. La
nostalgia, por ejemplo, es un pensamiento algo triste, que recuerda
hechos vividos con alegría y afecto. Pero no hay ninguna situación
que nos genere la nostalgia, sino situaciones que nos provocan
nostalgia. Diríamos que el sentimiento es una emoción pensada, y
hasta repensada. Los sentimientos, a diferencia de las emociones,
se establecen por la vía superior del cerebro, mientras que las
emociones lo hacen por la vía inferior, siguiendo la terminología de
Goleman (2006).
En realidad, afirmaríamos, la realidad no existe; porque la realidad
sólo existe en la medida en que nosotros la pensamos. Un perro,
una casa, un cenicero, un amigo, no existiría si nosotros no le
damos el valor de perro, casa, cenicero o amigo. Del mismo modo,
la pena, la tristeza, la amargura, el temor, sólo existen en función de
la valoración negativa que nosotros damos a hechos presentes,
pasados o futuros. Un ejercicio frecuente en los cursos impartidos a
profesores de todos los niveles, incluido el universitario, es
demostrar la gran capacidad que tiene el pensamiento del ser
humano.
En este momento se solicita del lector que por un minuto se traslade
a una playa de arena blanca del Caribe bañada por las olas del
océano y por el sol. Advertirá el lector, seguro, a poca imaginación
que desarrolle, cómo una fila de palmeras circunda la playa en la
que imaginariamente se encuentra.
Todo está en el pensamiento. Esta frase, veremos, es el centro de
este libro. En el pensamiento negativo se encuentra el malestar
docente, y en el pensamiento positivo se halla el bienestar docente.
Independientemente de las circunstancias más adversas, y esto lo
saben aquellas personas que han pasado por un cáncer, la realidad
puede vestirse siempre de emociones positivas. En este sentido
podemos recordar las imágenes de la película La vida es bella. La
verdadera felicidad del ser humano, la verdadera realidad se
encuentra en el pensamiento, en la capacidad de transformar las
emociones negativas en sentimientos positivos.
Afirma Castilla del Pino (2000) que los sentimientos son estados del
sujeto y consecuencia de las modificaciones del organismo y que su
función es adaptar a la persona a la realidad a través de un filtro de
una jerarquía de valores. La funcionalidad última de los sentimientos
será la homeostasis.
El pensamiento, regula los sentimientos. Y esto se comprueba en la
Figura IV.2:
b) Aparato digestivo
c) La piel
d) Sistema inmunológico
e) Sistema cardiovascular
g) Sistema hormonal
Marina nos dirá que lo importante en esta vida no es tener una gran
capacidad de inteligencia computacional, o racional, sino que lo
verdaderamente importante es el uso de esa inteligencia para la
adaptación de la persona al medio, en nuestro caso, el uso que
como docentes hagamos de nuestra inteligencia para adaptarnos al
cambio social, a las nuevas exigencias en la enseñanza, al nuevo
escenario educativo.
La inteligencia emocional, al ser una cualidad compartida con los
animales, ha sido descuidada en el sistema educativo. Aprendizajes
como la autoestima, el control emocional, la automotivación, el
aprendizaje autónomo, la empatía, la capacidad de resolver
conflictos o el liderazgo se han dejado en manos de la educación
personal que se adquiere en la familia y en la calle. La sociedad en
general entiende que los aprendizajes emocionales son
competencia del mundo privado y personal, y que por ello, no deben
ser enseñados en las escuelas, colegios, institutos o universidades.
Sin embargo, las competencias genéricas emocionales son
demandadas cada vez más en el mundo laboral y social.
9.1. Diferencias entre varones y mujeres
La escuela y la universidad son reflejo de los patrones culturales de
su entorno y sólo por voluntad de unos o unas pocas, y después de
muchos años, van cambiando alguno de sus esquemas de valores.
Uno de ellos lo constituye el juego emocional. Las emociones y
sentimientos en nuestra sociedad han sido patrimonio fundamental
de las mujeres, mientras que a los hombres nos han estado, y
todavía nos están, prohibidos. Hablar en público en un auditorio o en
la clausura de un acto deportivo de cariño, afectividad, proximidad o
ternura, todavía no es aceptado de forma generalizada en boca de
los varones. Y en ello tienen que ver, también, los modelos
educativos trasmitidos en la escuela.
Si aceptamos que las instituciones educativas desde la escuela
infantil hasta la universidad transmiten los valores sociales,
tendremos que aceptar que en la diferenciación que existe en
relación con emociones y sentimientos algo ha tenido que ver el
modelo educativo. Los patrones emocionales se transmiten
básicamente a través de la educación no formal, en la familia y en
las relaciones sociales. La educación familiar en nuestra sociedad
es todavía una función desarrollada mayoritariamente por las
mujeres (acerquémonos a la salida de cualquier colegio, o
asistamos a una reunión de la asociación de madres y padres y lo
comprobaremos). Pero también, la educación infantil y primaria
están mayoritariamente en manos de mujeres, ya que los varones
preferimos la enseñanza secundaria y universitaria. Así, los valores
emocionales relacionados con aspectos como el cariño y la ternura
son transmitidos por mujeres a varones, estableciéndose así un
patrón de relación mujer-emociones.
El hecho real es que los varones en nuestra sociedad ocupan
puestos y lugares más alejados de la vivencia emocional: empresa,
puestos de riesgo y directivos, ámbito público; mientras que las
mujeres ocupan puestos y lugares más próximos a las emociones:
sanidad, educación y comercio, principalmente, y el ámbito familiar.
Todo ello ha llevado a la consideración actual de diferencias entre
varones y mujeres en relación con las emociones y sentimientos
(Tabla IV.2):
Varones Mujeres
Menor competencia emocional Mayor competencia emocional
Asunción de riesgos Empatía
Iniciativa Relaciones interpersonales
Planificación racional Planificación emocional
Distancia laboral Proximidad laboral
Liderazgo efectivo Liderazgo afectivo
Tabla IV.2. Diferencias emocionales actuales por el género.
Las diferencias que aquí se proponen no son sino un reflejo de los
comportamientos y actitudes más habituales actualmente entre
varones y mujeres en este momento histórico en nuestro país. Sin
embargo, esas diferencias podrían no existir y son, seguro,
consecuencia de unos modelos sociales que se plasman en la
educación personal recibida a través de la familia y los recreos en
infantil y primaria, y de los tiempos de ocio en secundaria y
universidad, muy influidos en ambos casos por la publicidad y los
medios de comunicación. Cada año, en Navidad se puede hacer un
análisis de los patrones emocionales de los juguetes destinados a
chicos y a chicas, o de la forma de ofrecer las colonias a los y las
jóvenes. Veremos cómo se ha dado una evolución muy pequeña en
los roles que se asignan a unos y a otras.
Esto, sin embargo, no contribuye en nada al bienestar docente. El
hecho de que emocionalmente se nos hayan hecho diferentes, más
sensibles a unas, más racionales a otros, puede y debe cambiarse y
para ello se propone seguir las actividades propuestas por el
método de pensamiento emocional en las páginas siguientes. Los
docentes varones necesitamos desarrollar las emociones y
sentimientos culturalmente femeninos para ser más varones; al igual
que las docentes necesitan desarrollar más las competencias
emocionales culturalmente masculinas para ser más mujeres.
Ambos, maestros y maestras; profesores y profesoras, necesitamos
desarrollar todas las emociones y sentimientos positivos para ser
más personas, para mejorar nuestro bienestar docente.
9.2. Elementos de la Inteligencia Emocional
A la hora de determinar las competencias emocionales que se
engloban en el marco de la inteligencia emocional existe una gran
disparidad de elementos que la integran.
Daniel Goleman, en el libro La práctica de la inteligencia emocional
(1999), presentaba un modelo en el que señalaba cinco grupos de
competencias ordenadas en dos ámbitos, el personal y el social:
Las ideas más importantes descritas en esta primera parte del libro
se han plasmado en la Fig. IV.7. En ella apreciamos cómo el
cambio educativo es consecuencia de unos cambios en la
sociedad y en el sistema educativo, como son los cambios
culturales, sociales y del propio sistema, por una parte; de los
cambios en las normativas de educación, por otra; y de las
demandas sociales explicitadas en una mayor hiperresponsabilidad,
un menor apoyo social y un cambio en las condiciones laborales de
los docentes. Estos dos últimos grupos de factores vienen influidos
por el concepto de educación que tenga la sociedad que provoca el
cambio.
Frente al cambio caben dos tipos de respuestas: una inadaptada
que provoca, según Esteve, una serie de síntomas y que se
traducen en un malestar docente; otra adaptada, que es aquella que
desarrolla las competencias emocionales propias y del alumnado y
que se traduce en el bienestar docente. Ahora bien, cabe, como se
aprecia en la Figura IV.7, un camino señalado con línea quebrada.
El malestar docente no es un estado final, sino que puede encontrar
en el Método de pensamiento emocional una vía para incorporarse
al bienestar docente.
Fig. IV.7. Del malestar al bienestar docente.
(1) En Bizkarra (2005: 29).
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Autoconocimiento
Anoche cuando dormía Anoche cuando dormía
soñé ¡bendita ilusión! soñé ¡bendita ilusión!
que una fontana fluía que una colmena tenía
dentro de mi corazón. dentro de mi corazón;
Dí: ¿por qué acequia escondida, y las doradas abejas
agua, vienes hacia mí, iban fabricando en él
manantial de nueva vida con las amarguras viejas,
en donde nunca bebí? blanca cera y dulce miel.
Anoche cuando dormía
soñé ¡bendita ilusión!
Antonio Machado (CantaresLIV)
La primera capacidad a desarrollar dentro de la competencia
emocional del autoconocimiento en el método de pensamiento
emocional es la introspección.
1. INTROSPECCIÓN
El autoconocimiento es un ejercicio que se encuentra en la base del
método de pensamiento emocional. A lo largo de los años, los
sistemas educativos formales se han dedicado fundamentalmente,
como expresábamos en la primera parte de este libro, al desarrollo
de la educación intelectual. Esta educación intelectual comenzaba
con la alfabetización, bien en los momentos iniciales del desarrollo
de los niños, a los cinco, seis o siete años, o bien en la educación
de personas adultas. Lo curioso es que en nuestro país, y referido a
las personas con edades inferiores a sesenta y cinco años nacidas
en él, podemos afirmar que hemos conseguido la plena
alfabetización. Ahora bien, existe otra educación, la educación
emocional, que debe comenzar por el mismo punto que la
educación intelectual: la alfabetización, en este caso, la
alfabetización emocional, como la denominan Gallego y Gallego
(2004).
La alfabetización emocional, como la alfabetización intelectual,
requiere un proceso, un esfuerzo y un procedimiento. La
alfabetización emocional, lógicamente, debe comenzar por el
conocimiento propio, la diferenciación y denominación de nuestras
propias emociones y sentimientos. Sun Tzu fue el autor de El arte
de la guerra, un libro que versa sobre la estrategia desarrollada en
China, dedicado principalmente al estudio de la táctica militar. Sun
Tzu decía que lo importante para no ser derrotado en las batallas es
conocerse a sí mismo y a los demás. En ese sentido afirmaba que si
no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una
batalla y ganarás otra; si no conoces a los demás ni te conoces a ti
mismo, correrás peligro en cada batalla.
Por otro lado, Lao Tsé afirmaba que la inteligencia consistía en el
conocimiento de los demás, mientras que la sabiduría consistía en
el conocimiento de uno mismo; y continuaba diciendo que el que
conquista a los demás es poderoso; el que se conquista a sí mismo,
fuerte.
Existe en la actualidad una marcada tendencia a identificarse con
los signos del zodíaco y conocer cuáles son las cosas que,
astralmente, pueden pasarle a uno mismo. La preocupación por el
futuro denota con frecuencia una falta de conocimiento de uno
mismo y una falta de seguridad. Las cartas, los quiromantes, la
buenaventura con una ramita de romero, son otras tantas formas de
buscar seguridad en el futuro a través de la opinión de otros o
simplemente del azar. Sin embargo, el futuro, el presente, la vida, la
felicidad radica en nosotros mismos y el autoconocimiento
constituye el primer paso de ese proceso. La autoconciencia es la
primera de las competencias emocionales y la base sobre la que
vamos a construir las demás, nos dirán Soler y Conalga (2004: 52).
Una leyenda hindú cuenta cómo Brahmá decidió quitar al hombre
todos los poderes y esconderlos. Preguntó a sus asesores dónde
podría esconderlos para que nunca fueran encontrados, si en las
montañas, en el fondo de los mares, en lo profundo de las
cavernas... Todos esos sitios, concluyeron, eran accesibles al ser
humano. No obstante, después de muchas cavilaciones encontraron
la respuesta. En el fondo de su propio ser, porque allí, decían, nunca
los buscará.
1.1. El silencio
2. AUTOCONOCIMIENTO APTITUDINAL
4. AUTOCONOCIMIENTO PROFESIONAL
De todos es sabido que los docentes debemos conocernos bien, ya
que la relación de enseñanza-aprendizaje, lo diremos muchas
veces, es una situación de comunicación en la que cada uno se
manifiesta como es y es importante conocer cómo nos expresamos,
pero también cómo somos.
¿Quién soy yo? Es una pregunta profunda. ¿No podría ocurrir que
nosotros estuviéramos en un mundo irreal rodeados de otras
personas pagadas para que fueran actores al estilo de la película El
Show de Truman? Y si eso fuera así, ¿cambiaría en algo nuestra
vida?
Yo, ¿quién soy? A esta pregunta cualquier docente seguramente va
a contestar: ¡Yo soy yo! ¿Qué otra cosa puedo ser? Sí, pero la
pregunta queda sin responder. De nuevo preguntado al profesor
sobre quién es él, probablemente responderá: ¡Yo soy Pedro
Martínez! o ¡Yo soy María Giménez! Pero la pregunta continúa sin
ser respondida. Si continuamos haciendo más preguntas, seguro
que, con no buen talante, nos responderá: ¡Yo soy maestro! o ¡Yo
soy profesora! Pero, si una vez más realizamos la misma pregunta,
lo más probable es que ya no sepa qué contestar y seguro que no
se encuentra de muy buen humor, y, además, la pregunta seguirá
estando sin una respuesta razonable.
En la sociedad occidental en la que nos movemos no nos gusta
reflexionar sobre los orígenes de nuestra personalidad, de nuestra
forma de ser, de nuestra conducta. A diferencia de las personas que
pertenecen a sociedades orientales, nosotros no hemos sido
educados en la reflexión acerca de los condicionantes de nuestra
forma de actuar.
Si hiciéramos preguntas parecidas sobre nuestra voluntad, veríamos
que se reproduce el mismo esquema. Ante la pregunta a una
profesora o a un maestro sobre por qué hacen lo que hacen,
seguramente obtendríamos la siguiente respuesta: ¡Porque me
apetece! ¡Porque me gusta! ¡Porque quiero! Sí, pero si volviéramos
a repetir la pregunta de por qué desea lo que quiere esa persona,
obtendríamos la respuesta: ¡Porque me parece que es lo mejor! Y si
volviéramos a preguntar de nuevo, nos diría que lo hace porque
piensa que es lo mejor para sí y para los que le rodean. Como
podemos comprobar, al igual que en la pregunta anterior, la cuestión
fundamental queda sin responder.
Al hacernos preguntas sobre los temas transcendentes de nuestra
personalidad o nuestra conducta normalmente nos sentimos
incómodos porque descubrimos que nuestra identidad, el yo, o
nuestra voluntad, lo que quiero, están fuertemente condicionados
por lo que nos rodea. En este punto queda reflejada con toda la
fuerza la afirmación que hacía Ortega y Gasset: ¡Yo soy yo y mis
circunstancias!
Cuando se proponen este tipo de preguntas en cursos de formación
de profesorado siempre se obtienen las mismas respuestas de
inseguridad, desconfianza, desconcierto y malestar. No suelen ser
preguntas que agraden y, sin embargo, si no las hacemos, no
podremos recorrer de forma adecuada el camino hacia el liderazgo
en la enseñanza, puesto que desconoceremos el punto de partida.
En la mayor parte de los casos se responde que son más las
circunstancias que el yo las que determinan nuestra personalidad y
nuestra conducta. Y reconocer esto no es agradable, pero es real y
positivo para iniciar ese camino, ese método de pensamiento
emocional que nos lleve a la excelencia docente.
Podemos reducir a dos las orientaciones que los docentes
poseemos en relación con la enseñanza: la primera de ellas es la
que podríamos denominar académica, que se centra en los
contenidos, en las asignaturas, en los aspectos que hemos
relacionado con la inteligencia racional. Los docentes centrados en
esta orientación tienen como objetivo fundamental centrarse en
acabar el programa, en conseguir dar todos los temas; curiosamente
todavía se viene hablando de estas dos palabras, y lo central es que
el máximo de alumnos consigan manejar los conceptos
fundamentales de la asignatura, área o materia. La segunda, que
podríamos denominar personalista, incide más en los aspectos
personales del alumnado, en la construcción de las competencias
emocionales, en el desarrollo de su capacidad para aprender, para
relacionarse o para llevar una vida autónoma en el sentido de las
tres últimas competencias clave que recogen los nuevos Reales
Decretos de 2007 (4) para el desarrollo curricular en Primaria y
Secundaria. Aunque esta misma clasificación nos sirve también para
el profesor universitario. De este modo, Juan Ignacio del Pozo
(2006) recoge que los estudios de Gow y Kember de 1993
encuentran estas dos mismas orientaciones en la universidad: la
orientación academicista y la orientación personalista.
Day (2006), en su libro El docente apasionado, propone un gráfico
que se reproduce, adaptado, como Figura V.1:El círculo del docente
apasionado recoge aquellas características que a su juicio poseen
los docentes con esta cualidad. Day señala que hay dos niveles: el
primer nivel recoge ocho elementos: interés por desarrollar valores
en la enseñanza; identidad personal clara; curiosidad o ganas de
descubrir cosas nuevas; esperanza en la capacidad de los alumnos;
compromiso para conseguir el aprendizaje del alumnado; fin moral,
es decir, compromiso con los valores sociales; preocupación,
motivación por la actividad docente, y competencia en la gestión de
diversos niveles de abstracción.
El segundo nivel de competencias analizado por Day supone un
estadio más elaborado y se compone de otros ocho elementos que
se corresponden con los anteriores. Estos son: la sinceridad y
justicia en la práctica docente; la capacidad para conjugar lo
cognitivo y lo emocional; conocimiento de los diversos enfoques
docentes; visión para el aprendizaje y el rendimiento de todos y
todas; aprendizaje centrado en la persona del estudiante;
perseverancia, valor y persistencia ante la adversidad; ética
profesional; la perseverancia y el valor en el quehacer docente, y el
aprendizaje reflexivo e investigador, tanto individual como fruto de la
colaboración entre el docente y el alumno.
Fig. V.1. El círculo del docente apasionado Day (2006: 37).
Este Círculo nos puede servir de ejercicio para analizar nuestras
competencias docentes en relación con la docencia apasionada.
Para ello, podemos colocar un número (del 0 al 10) que nos
represente en cada una de las 16 casillas y colocar el resultado final
en el centro. Cuanto más alto sea el número, mayor será nuestra
competencia docente.
Mercé Traveset i Vilaginés publicaba un artículo en Cuadernos de
Pedagogía en el que nos recomendaba a los docentes pensar con el
corazón y sentir con la mente. Esto es, repensar nuestras
emociones y sentimientos a la par que desarrollábamos más nuestra
inteligencia emocional a través de nuestra propia educación
emocional. La educación emocional desde un enfoque sistémico
significa ampliar nuestra mirada a todos aquellos fenómenos que
están incidiendo en nuestra vida (Traveset i Vilaginés, Mercé, 2006:
73).
Para conseguirlo, Traveset i Vilaginés nos propone que ejercitemos
cuatro clases de mirada:
2. Autoestima
4. Percepción de la tarea
5. Perspectivas futuras
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(4) Real Decreto 1513/2006, por el que se establecen las enseñanzas mínimas de la
Educación Primaria.
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Autoestima
Mon cor estima un arbre! Més vell que ¡Mi corazón desea un árbol! Más viejo que el
l’olivera, olivo,
més poderós que el roure, més verd que el más poderoso que el roble, más verde que el
taronger, naranjo,
conserva de ses fulles l’eterna primavera, Conserva de sus hojas la eterna primavera
i lluita amb les tormentes que assalten la y lucha con las tormentas que asaltan la
ribera orilla
com un gegant guerrer. como un gigante guerrero.
No guaita per ses fulles la flor enamorada; No vigila por sus hojas la flor enamorada;
no va la fontanella ses ombres a besar; no va la fuente sus sombras a besar,
mes Déu ungí d’aromes sa testa mas Dios ungió con aromas su cabeza
consagrada consagrada
i li donà per trone l’esquerma serralada, y le dio por trono la escarpada sierra
per font l’immensa mar. y por fuente el inmenso mar.
Miquel Costa i Llobera
La autovaloración es el segundo de los elementos del método de
pensamiento emocional que nos va a llevar a profundizar más en el
bienestar del docente, pero antes parece oportuno reflexionar sobre
aquellas cosas que nos impiden una adecuada valoración personal
que nos proporcione la autoestima deseada.
1. EL MALESTAR
El malestar emocional es ese estado de contrariedad en el que
sentimos que las circunstancias nos son desfavorables. Las
personas, cuando las cosas no salen como desearíamos, tenemos
un sentimiento negativo que nos lleva a autocastigarnos. Es como si
por no conseguir aquella cosa que deseamos, dejásemos de querer
seguir viviendo, al considerar que la vida sin aquello no tuviera ya
sentido. Para glosar esta idea, Bucay (2002) cuenta la anécdota de
aquellas personas que para poder disfrutar de un tipo de zapatos
estrechos de moda, se comprasen y llevaran antes un par de
zapatos con dos tallas menos. De esta forma, cuando esas
personas se pusieran los zapatos estrechos de moda de su talla
notarían un gran alivio.
Este sentimiento de todo o nada es un sentimiento negativo que nos
impide alcanzar el bienestar.
2. LA AUTOCOMPASIÓN
4. EL BIENESTAR
La sensación de bienestar es fruto de un equilibrio entre las
posibilidades y los deseos, entre las capacidades y las necesidades.
Señala el Dr. Bisquerra que percibimos el bienestar subjetivo en la
medida en que experimentamos emociones positivas (...). El
bienestar subjetivo es un constructo que ha sido estudiado a través
de muy diversas disciplinas (...). Por tanto, no es extraño que el
constructo haya recibido diversos nombres: bienestar subjetivo,
bienestar psicológico, satisfacción vital, calidad de vida, felicidad,
etc. (Bisquerra, 2000: 175-177).
No cabe duda de que el bienestar es un sentimiento profundo en la
personalidad de los seres humanos que se ha ido construyendo a lo
largo de la infancia y que se relacionan con el estilo educador de los
padres (Hernández, 2002: 169). Este autor señala que el bienestar
es fruto de la interacción entre las características heredadas y el
aprendizaje, y que guarda relación con determinados moldes
mentales.
4.1. La felicidad
Rovira define de esta forma la felicidad:
Señala Voli (1997) que las personas con alta autoestima no tienen
miedo a expresar sus sentimientos y emociones, aceptan el
reconocimiento de los demás, aceptan los errores y las críticas
como una oportunidad para mejorar, regulan sus energías de forma
adecuada a la intensidad de sus proyectos, han procesado,
analizado e integrado de manera adecuada los complejos infantiles
que pudieran haber tenido. Las personas con una alta autoestima
son optimistas, entusiastas, tolerantes, comprensivas, sinceras,
valientes, decididas, creativas, flexibles y son capaces de gozar de
las pequeñas cosas que presenta la vida.
5.1. Cómo reforzar nuestra autoestima
La autoestima se refuerza de la misma manera que se ha ido
creando, a través de sentimientos positivos que se traducen en
pensamientos positivos a través de nuestro lenguaje interior. Pero
Soler y Conalga nos advierten que la autoestima se puede reforzar
también a partir de algunos elementos que se recogen a
continuación.
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(4) Gutierrez, Macarena (2007): "Entrevista a Carmelo Vázquez: El optimismo tiene una
malísima prensa en el mundo intelectual y científico". La Razón (versión digital).
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Control emocional
Dios Santo premita Dios santo permita
que aquestes cantares que estos cantares
de alivio vos sirvan de alivio os sirvan
nos vosos pesares; a vuestros pesares;
de amabre consolo, de amable consuelo,
de soave contento de suave contento
cal fartan de dichas cual hartan de dichas
comprados deseios comprados deseos
Rosalía de Castro (Cantares galegos)
La tercera de las competencias emocionales de los docentes a
desarrollar en el marco del método de pensamiento emocional es el
control emocional. Hemos considerado la importancia de desarrollar
el autoconocimiento y la autoestima, pero junto a estas dos
competencias vamos a apreciar ahora los elementos que
constituyen y favorecen ese control emocional.
1. PSICOFISIOLOGÍA DEL CONTROL EMOCIONAL
2.4. La angustia
En el momento en el que la ansiedad se hace muy intensa y viene
acompañada de síntomas como una alta sudoración, náuseas,
vómitos, pérdida de la estabilidad, opresión en el pecho, dificultades
para respira, hablamos de angustia. La palabra procede del latín e
indica esos síntomas referidos, estrechez en el pecho que impide
una adecuada respiración, estrechez en el tracto digestivo
provocando náuseas y vómitos, estrechez en las arterias
dificultando el paso de la sangre y pudiendo causar angor, y también
dificultando el riego de la zona cerebral responsable del
pensamiento.
Bizkarra (2005) refiere que existen tres tipos de angustia: la angustia
por abandono, que es típica entre los niños; la angustia o la crisis de
identidad por la que pasan los adolescentes y que provoca graves
dificultades que pueden alcanzar el suicidio; y la angustia
existencial, que es propia de los adultos cuando nos enfrentamos al
sentido de la vida, a la vida misma.
Para explicar este último tipo de angustia, Erick Fromm se refiere a
la incapacidad del ciudadano actual de enfrentarse de modo
adecuado a lo que Sartre llamaba el asco de vivir. Analiza Fromm
que el ser humano en nuestra sociedad se hace consciente en el
Renacimiento, cuando a través de la Reforma protestante y del
nacimiento del capitalismo pasa a ser dueño de su vida. Así, nos
dirá, el capitalismo ayuda al ser humano a sentirse rector de su
destino; y no cabe duda de que el ciudadano actual, cuanto más
dinero tiene se siente con más poder y con menor dependencia de
las circunstancias y de los demás. Sin embargo, ese sentimiento de
libertad, nos dirá Fromm, agudiza el sentimiento de temor y de
aislamiento de los demás, un sentimiento de insignificancia e
impotencia.
1. Coherencia psicofisiológica.
2. Movimientos oculares EMDR.
3. La energía de la luz: imitar el amanecer con un aparato que
va iluminando la habitación desde tres cuartos de hora antes
de levantarse.
4. Acupuntura.
5. El uso de los Omega-3: caballa, sardina, anchoa, aceites
(líquidos) y no grasas animales.
6. El ejercicio físico: bicicleta estática ante una película de
televisión.
7. El cariño entre personas y también con animales de
compañía.
8. La comunicación emocional. El Love-Lab de Sattle.
9. El plano de seis puntos: OLACEE.
10. Escuchar con el corazón: las cuestiones ELAE.
11. La relación con los demás: con los próximos y el
compromiso con la comunidad (Servan-Scheiber, 2004 (2) ).
Actividades pasivas
Además de las actividades que implican una acción importante de la
persona, se encuentran todas aquellas actividades en las que
somos espectadores. La condición para que este tipo de acciones
puedan ser consideradas actividades, es que debe existir un cierto
grado de implicación de la persona. Así: la lectura de libros elegidos,
oír o ver programas seleccionados de radio y televisión, la
participación como espectadores en actividades deportivas por
iniciativa propia, asistir a conciertos, películas, exposiciones, fiestas,
pero siempre desde una perspectiva de decisión personal y no
dejándonos arrastrar por las decisiones de los demás, bien
entendido esto último: aun cuando debamos acompañar a otra
persona al cine, la actitud de actividad se reflejará en el interés por
el tema, los actores, el guión o el director de la película, y no un
simple acompañar a los demás.
Para analizar nuestro grado de implicación con estas actividades, se
propone a continuación el ejercicio de la Tabla VII.5.
Nuestras actividades
Actividades activas
Profesionales.
Intelectuales.
Deportivas.
Artísticas.
Bricolaje.
Domésticas.
Empresariales.
Participativas.
Otras....
Actividades pasivas
TV y radio.
Deportes.
Cine, teatro.
Conciertos.
Otras....
Tabla VII.5. Actividades activas y pasivas desarrolladas.
5.3. Control mental
Resiliencia
Para el desarrollo de la capacidad de adaptación a través del control
mental, en la actualidad se viene utilizando el término resiliencia.
Este término ha sido incorporado a la psicología desde la física, ya
que en esta disciplina indica la capacidad que tienen los materiales
sujetos a una presión determinada de volver a su forma anterior. En
psicología sería la capacidad que tienen las personas de adaptarse
a las nuevas circunstancias tras una fase de presión emocional muy
fuerte, como puede ser un despido, la muerte de un ser querido o un
grave accidente. Este término fue introducido por el psiquiatra
infantil Michael Rutter en los primeros años 70. Las fases en las que
suele desarrollarse han sido las siguientes: protección y defensa del
yo, equilibrio para afrontar la tensión, desafío y compromiso,
superación, valoración e incorporación al sistema de valores, visión
positiva de uno mismo, responsabilización y creatividad.
Se han dado muchas definiciones de este término, pero todas ellas
coinciden en la existencia de dos dimensiones: la capacidad de las
personas para hacer frente a la situación traumática, y la capacidad
para establecer nuevas pautas de conducta positivas que permitan
desarrollar un proyecto nuevo adaptado.
Proactividad
Otra forma de abordar el control mental puede hacerse desde la
proactividad. La proactividad consiste en la capacidad de
anticiparnos a las situaciones negativas preparándonos para que, si
llegaran a darse, estemos suficientemente dispuestos para
afrontarlas. En esta forma de ver las cosas hay personas que se
preocupan de los problemas, y otras que se ocupan de ellos. En
referencia a la proactividad, Stephen Corvey (1997) nos dice que
entre las preocupaciones que tenemos existen cosas sobre las que
no tenemos ningún control real; son el círculo de preocupación.
Existen también otras sobre las que sí tenemos control, llamadas
círculo de influencia. La persona proactiva centra la actividad sobre
su círculo de influencia, con lo cual éste se amplía de forma gradual.
La persona reactiva, al contrario, centra sus esfuerzos en el círculo
de preocupación, donde nada se puede hacer.
En la Fig. VII.7, el círculo exterior es el círculo de preocupación,
mientras que el círculo interior es el círculo de influencia. Tendremos
mayor control cuanto más agrandemos el círculo de influencia o
disminuyamos el círculo de preocupación.
Fig. VII.7. El círculo de la preocupación y el círculo de
influencia.
Para ejercitar la forma de responder preactiva, se propone el
ejercicio recogido en la Tabla VII.7.
Forma reactiva Forma proactiva
Ver Texto
Ver Texto
Motivación docente
Veles e vents han mos desigs complir, Velas y vientos cumplan mi deseo:
ffahent camins duptosos per la mar. harán caminos por la mar dudosos,
Mestre y ponent contra d’ells veig armar; contra el maestre y el poniente veo
xaloch, levant los deuen subvenir levante y el jaloque muy furiosos,
ab lurs amichs lo grech e lo migjorn, con griego y tramontana, que bien creo
ffent humils prechs al vent tremuntanal le ayudarán con ruegos amorosos;
qu.en son bufar los sia parcial porque estos cinco soplen de manera
e que tots cinch complesquen mon retorn que vuelva yo donde siempre quisiera
Ausías March
Veles e vents han mos desigs cumplir (traducción de Jorge
Montemayor, 1560)
La cuarta competencia a desarrollar del método de pensamiento
emocional que estamos siguiendo para la mejora del bienestar
docente es la motivación, y como en otras competencias tiene, a su
vez, un conjunto de capacidades.
1. EL INTERÉS DE LA CONDUCTA HUMANA
La característica fundamental de la conducta humana es ser dirigida
hacia un fin propuesto por uno mismo, fruto de la reflexión sobre la
experiencia, fruto de su pensamiento, del interés personal. Sin
embargo, la fuerza y la orientación de ese interés, para que sea
realmente humano, requieren de un conjunto de aspectos que
vamos a considerar a continuación.
1.1. Energía emocional
La energía emocional es la fuerza que hemos adquirido para
afrontar nuestros retos. La energía nace de la autoestima y la
autoestima nace de un proceso de internalización de la apreciación
de los demás, según veíamos en el capítulo segundo de esta parte
del libro. Soler y Conalga (2004) refieren la anécdota de una
anciana con grandes limitaciones físicas por parálisis, pero que
hacía muchas cosas. ¿De dónde saca usted la energía?, le
preguntaban; a lo que ella respondía ¡La parálisis nunca me afectó
al corazón, ni a la mente!
La energía emocional es la clave de la motivación. Si no tenemos
suficiente energía, difícilmente podremos llevar adelante los retos
que nos propongamos. De esta idea se deduce que los docentes
deberemos tener suficiente energía física nacida de una adecuada
alimentación, de un reposo suficiente, de la falta de consumo de
estimulantes y neurolépticos. Y esto, no lo olvidemos, es muy
importante para entrar en clase, para conseguir motivar el
aprendizaje de los estudiantes. Pero junto a la energía física
necesitamos energía emocional y la energía emocional nace del
pensamiento.
Por otra parte Erick Fromm nos dice que debemos lograr un nuevo
tipo de libertad, capaz de permitirnos la realización plena de nuestro
propio yo individual, de tener fe en él y en la vida (Fromm, 1971)
Ortega y Gasset, en su obra La rebelión de las masas, habla de lo
que él denomina minorías selectas, entre las que nos deberíamos
encontrar los docentes. Cuando Ortega habla de minorías, no se
refiere a la erudición o la petulancia, a una persona que se cree
superior a los demás, ya que nadie es superior a nadie y los
docentes tampoco; Ortega se refiere a una persona que se exige
más que a los demás, aunque no consiga muchas veces los
objetivos marcados.
Las metas son objetivos de un nivel inferior que el proyecto vital. Las
metas lógicamente se tendrían que derivar de ese proyecto
importante en nuestra vida y se referirían, en el caso de los
docentes, a las actividades que venimos desarrollando en nuestra
tarea de enseñanza. Para mejorar nuestra eficacia podríamos
reflexionar en este punto sobre las metas que hemos planteado en
los últimos años. Para ello, podemos utilizar la Tabla VIII.6.
Mis proyectos
Sé que hacer Proyectos acabados en los cinco últimos años.
El uso del diario puede ser un buen comienzo para abordar esta
situación. Nos ayudará a identificar las tareas y los plazos con
los que trabajamos. Una estrategia más eficaz consiste en
desarrollar la habilidad de organizar el tiempo y prevenir la
saturación (Cox y Heames, 2000: 58).
Ahora bien, hay que entender que las decisiones, como toda
conducta humana, son fruto de los hábitos que hayamos forjado. La
comparación a la que en el texto anterior se refiere Marina, se
realiza en relación con los valores, los pensamientos, los
sentimientos que tengamos, por una parte, y con los recursos, los
patrones de conducta que hayamos adquirido a través de los
hábitos, por otra. Hay que entender que, en el terreno de la decisión,
tan importantes como las propias decisiones son las acciones de
rechazo, de inhibición de conductas que no sean adecuadas para la
situación que estamos manejando.
A la hora de realizar ejercicios sobre toma de decisiones se
recomiendan cualquiera de aquellos que vienen reflejados en libros
correspondientes a través de los denominados árboles de decisión.
Pero es importante que reflexionemos sobre la forma en la que
solemos tomar nuestras decisiones. Para ello, se presenta el
ejercicio de la Tabla VIII.10 en el que sería oportuno anotar algunas
decisiones oportunas y otras que no lo fueron, una vez que ha
transcurrido algún tiempo.
Por qué Por qué
Problema Circunstancias Decisión
fue adecuada fue inadecuada
Ver Texto
Ver Texto
Conocimiento del otro
(Negu) (Invierno)
Ikus bezat, Yauna, bein ta berriro, Haz que vea, Señor, hoy y mañana,
otalore exiñegona... la temblorosa flor de árgoma...
(Udaberri) (Primavera)
Bekusat sagasti gazte elurgiro, Que vea los copos del joven manzanal
udalên sortoge dana. cuna de la primavera.
Ikus bitzat arako ilusta sallak Que vea aquellas parcelas de trébol
eskuan ditutela ardo txanbillak. ofreciendo jarras de vino.
Entzun bezat iñoizko olerkaria, Que oiga al olvidado poeta
zelaiean baitzun lur-yauregia... en su palacio de tierra en medio del prado.
Xabier Lizardi (Urte-giroak ene begian. Paisaje de las estaciones,
1030)
El conocimiento del otro es la primera de las competencias que el
método de pensamiento emocional nos presenta en relación con los
demás. En esta competencia vamos a considerar la inteligencia
social, el conocimiento de las características de los demás, la
empatía, la comunicación, el análisis social y la apreciación de la
diversidad como elementos que forman parte de la misma.
1. INTELIGENCIA SOCIAL
Goleman, asimismo, señala que existen dos circuitos o vías que son
responsables de la conducta interpersonal:
a) La vía inferior, que guarda relación con los aspectos
inconscientes y, por ello, mucho más rápidos de las relaciones
interpersonales y que tienen su sede en las llamadas
neuronas espejo. Tiene que ver con la intuición, con las
primeras impresiones sobre los demás, con esa evaluación
rápida que todos hacemos cuando entramos en contacto con
otras personas, conocidas o desconocidas. Es la responsable
de la primera empatía, de esa especie de corriente polarizada
que nos atrae o que nos aleja de los demás sin saber por qué.
b) La vía superior, que tiene relación con los aspectos
conscientes de las relaciones interpersonales y que se rige
especialmente por la corteza orbitofrontal. Tiene que ver con
el conocimiento, con el sentimiento racionalizado, con la
objetividad, con las segundas impresiones. Es la responsable
de la empatía racional, de esa sintonía que se produce con
otras personas fruto del esfuerzo en el conocimiento y
valoración de ellas (Fig. IX.1).
Fig. IX.1. Vías superior e inferior según Goleman, 2006
(interpretación).
2. CONOCIMIENTO DE LAS CARACTERÍSTICAS DE LOS
DEMÁS
El ser humando, nacido para vivir con los hombres, debe
conocerlos, decía Rousseau (1973: 231). El ser humano, afirmaba
Platón, es un animal político, Ζοων πολιτικον. Por ello, el
conocimiento de los demás es la puerta para la convivencia.
Por otra parte, existe una técnica muy útil para ser utilizada en
clase, especialmente cuando los alumnos no quieren participar, que
es la técnica del alargamiento del discurso y que se presenta en la
Tabla IX.10. Esta técnica se usa para conseguir que los alumnos
que hacen una leve intervención en clase aumenten su
participación. Para conseguir que un alumno que no habla en clase
aprenda a hacerlo tenemos que motivar y fomentar su autoestima,
su asertividad y desarrollar sus habilidades sociales, además de
conseguir motivarlo por medio de las actividades que se realizan en
el aula. Para ello, tenemos que estar muy atentos a sus intereses, a
sus relaciones, a sus inquietudes, y debemos huir de acciones como
dirigirnos a él haciéndole preguntas, recriminándole su actitud
pasiva o animándolo a que participe. Cuando una persona se cierra,
sólo podemos esperar a que por ella misma se abra. Ahora bien, en
el momento en que ese alumno, aunque sea de una forma muy
limitada, ha hablado, preguntado o participado de una forma
positiva, claro está, en ese momento, una vez que lo hemos
reforzado con nuestra acogida, buenas palabras y actitud positiva,
podemos utilizar la técnica de alargamiento del discurso.
• Mímica: con los gestos, la mirada y el asentimiento de cabeza.
• Palabra corta: monosílabos: sí, bueno, de acuerdo, claro (sobre
todo por teléfono).
• Repitiendo la última palabra de la frase dicha por la otra persona.
• Resumiendo cada cierto tiempo lo que ha dicho la otra persona
(Carl Rogers).
• Reafirmando lo que escuchamos con anécdotas propias.
• Haciendo preguntas sobre lo que estamos escuchando (Sócrates:
mayéutica).
• Un silencio activo, atento, expectante.
Preguntas centrales:
- ¿Cómo resolverías...?
- ¿En qué parte del tema fundamentas esa opinión?
- ¿Con qué otros contenidos relacionarías este concepto,
teoría, perspectiva...?
- Si tuvieras que explicar este contenido a un compañero,
¿qué elementos destacarías?
- ¿Qué vas a hacer adicional, diferente, de lo que estás
haciendo hasta ahora en la asignatura?
Preguntas de cierre:
Hay una sentencia que dice, "Si nunca dices no, ¿cuál es el
valor de tu sí?" (Cox y Heames, 2000:68).
Ver Texto
Ver Texto
Valoración de los demás
Dóna’m la mà que anirem per la riba Dame la mano que iremos por la orilla
ben a la vora del mar junto a la orilla del mar
bategant, palpitante,
tindrem la mida de totes les coses tendremos la medida de todas las cosas
només en dir-nos que ens seguim solamente diciéndonos que nos seguimos
amant. amando.
Les barques lluny i les de la sorra Las barcas a lo lejos y las de la arena
prendran un aire fi del i discret, adoptarán un aire fi el y discreto,
no ens miraran; no nos miraran;
miraran noves rutes mirarán nuevas rutas
amb l’esguardad lent del copsador
con la mirada lenta del buscador distraído.
discret.
Dóna’m la mà i arrecera la galta Dame la mano y apoya mejilla
sobre el meu pit, i no temis ningú. sobre mi pecho, y no temas a nadie.
i les palemeres ens donaran ombra, y las palmeras nos darán sombra,
i les gavines sota el sol que lluu y las gaviotas bajo el sol que brilla
ens portaran la salabror que amara, nos traerán la sal que empapa
a l’amor, tota cosa proa del mar: al amor, todo proa del mar:
i jo, aleshores, besaré ta galta; y yo, entonces, besaré tu mejilla;
i la besada ens durà el joc d’amar. y el beso nos traerá el juego de amar.
Dóna’m la mà que anirem per la riba Dame la mano que iremos por la orilla
ben a la vora del mar junto a la orilla del mar
bategant, palpitante,
tindrem la mida de totes les coses tendremos la medida de todas las cosas
només en dir-nos que ens seguim solamente diciéndonos que nos seguimos
amant. amando.
Dóna'm la mà
Joan Salvat Papasseït
La valoración de los otros es otra de las competencias que
desarrolla el método de pensamiento emocional. Esta competencia,
en dicho método, presenta diez capacidades organizadas en cuatro
grupos. El primer grupo se refiere a las capacidades necesarias
para establecer una relación: aproximación, afabilidad y tolerancia;
el segundo grupo engloba las capacidades para establecer un
vínculo: confianza, comprensión y sociabilidad; el tercer grupo
recoge tres grados de aproximación: compañerismo, amistad y
amor; y finalmente, la responsabilidad como compendio de todas
ellas.
En este capítulo vamos a desarrollar la afabilidad, la confianza, la
tolerancia, la comprensión, la sociabilidad, la apreciación del otro...
La base de la valoración del otro se encuentra en las neuronas
espejo, como veíamos en el capítulo anterior. Estas neuronas nos
permiten comunicarnos íntimamente con nuestros alumnos;
íntimamente significa comunicarnos desde la valoración, desde la
consideración de nuestros alumnos y alumnas como personas que
poseen capacidades importantes para ellos y también para
nosotros.
Una sonrisa falsa, la que uno pone por razones de orden social,
sólo moviliza los músculos cigomáticos del rostro, los que al
hacer retroceder los labios, descubren los dientes. Por el
contrario, una sonrisa verdadera moviliza además los músculos
que rodean los ojos. Pues éstos no pueden contraerse
voluntariamente, es decir, mediante el cerebro cognitivo
(Servan-Scheiber, David, 2004: 43).
En Walden no hay razón para sentir que uno sea más necesario
que cualquier otro. Todos somos necesarios en la misma
medida, es decir, muy poco. Cada uno es necesario como
persona en la medida en la que cada uno es querido como
persona (...). Nos oponemos a la competición personal. Por
ejemplo, no fomentamos los juegos competitivos, con excepción
del tenis y ajedrez, en los cuales el ejercicio de la habilidad es
tan importante como el resultado mismo de juego (...). La
decisión de eliminar el culto a la personalidad surgió
espontáneamente de nuestro criterio de pensar en el grupo
como un todo. Pero destacar a uno sería descuidar los demás
(Skinner, 1974: 162, 186 y 187).
La apreciación individual no está reñida con la consideración del
alumno como uno más. No debemos caer, como señala Skinner, en
el ensalzamiento de los alumnos y alumnas que más nos agradan,
que más nos atienden, que mejor trabajan, que muestran más
interés, que colaboran más. Ellos y ellas deberán tener su espacio
de reconocimiento, pero sólo el suyo y no el de sus compañeros.
Debemos profundizar en la idea de que el respeto, la valoración, el
cariño que poseemos los docentes debiera ser repartido a partes
iguales entre todos nuestros alumnos y alumnas, entre todos
nuestros estudiantes en la misma proporción, aunque no de la
misma manera. Esto, lo reconocemos, es difícil, pero es la base de
la esencia de la creación del clima de clase. Todos valen, todos
valen lo mismo, aunque no todos demuestran lo mismo.
Todas estas acciones suponen la valoración real de los alumnos, ya
que implican el reconocimiento positivo de su punto de partida
aunque sea realmente bajo. Pensemos en un alumno de tercero de
la ESO con un nivel curricular en matemáticas equivalente a
segundo ciclo de primaria. Tendríamos que establecer un programa
realista ajustado a su capacidad; un reconocimiento continuado de
los pequeñísimos avances que se produzcan; una exigencia hacia el
alumno, aunque sea en esos pequeños avances, y una evaluación
final establecida por ambos.
Covey (1997) nos habla de lo que denomina la cuenta bancaria
emocional. Esta cuenta es una metáfora sobre la confianza y
determina que las personas constituimos un fondo de reserva
emocional con ingresos basados en la bondad, la honestidad, el
compromiso y la cortesía que hará crecer la confianza en nosotros
mismos. Señala Covey que existen seis tipos de depósitos: la
atención a los detalles de los demás, el mantenimiento de los
compromisos contraídos, aclarar las expectativas en nuestras
relaciones, la veracidad, la disculpa y la comprensión de los demás.
El manejo de esa cuenta bancaria emocional será una de las claves
del éxito docente.
Para reflexionar sobre esta competencia podríamos utilizar el
ejercicio que se recoge con el título de La pirámide de la valoración
en la Figura X.2.
Amigo/a
Amigo/a
Intereses
Acciones
Secretos
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Ver Texto
Liderazgo docente
Nunca perseguí la gloria
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles
ingrávidos y gentiles
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse.
Antonio Machado
3.2. La disciplina
3.3. La convivencia
En el método de pensamiento emocional se afirma que el principal
objetivo de la institución escolar es el desarrollo de la personalidad
de los alumnos y alumnas desde la autoestima y que ésta no puede
llegar a construirse si no es en la convivencia. Por esta razón, la
convivencia se convertiría en el primer gran objetivo del sistema
educativo y aquel que hace posible el aprendizaje individual de los
alumnos desde la interacción con otros compañeros de su edad,
otros alumnos, y con personas adultas, los docentes.
Además, el clima positivo de clase, un estado desarrollado de
convivencia a través de la colaboración y cooperación de todos los
agentes que inciden en el centro educativo, es garantía de
desarrollo profesional de los docentes, de satisfacción personal y
colectiva, y por ello, de bienestar docente.
El aula es sobre todo un espacio de convivencia y un espacio donde
se dan un encuentro y una lucha de opiniones, valores e intereses.
Por una parte, los docentes pretendemos conseguir un clima con un
mayor o menor silencio, pero nunca con chillidos y gritos; un clima
con actitudes de respeto, nunca con agresiones o insultos; un clima
de cooperación con nosotros y con los demás compañeros; un
interés en las propuestas de aprendizaje que presentamos y
conductas de colaboración en ellas. Por otra parte, los alumnos
desean encontrar compañeros con los que poder tener relaciones
afectivas de mayor o menor grado, pero siempre agradables;
respeto y consideración por parte de los docentes y compañeros; un
conjunto variado de actividades interesantes por ellas mismas que
no les produzcan aburrimiento y que no requieran demasiado
esfuerzo; actividades de recreo y descanso adecuadas a su edad e
intereses; y también, aprender cosas nuevas e interesantes que
puedan ser útiles para ellos lo más pronto posible, y a través de todo
ello, sentirse reconocidos, valorados y realizados como personas.
Con los actuales currículos ni los docentes podemos atender a las
necesidades de los alumnos, ni los alumnos satisfacen las
necesidades anteriormente consideradas, por lo que el sistema
educativo nace, per se, como una situación de violencia sistémica (1)
, como señalábamos en la introducción. Claro es que toda persona
en una situación en la que no puede ver realizadas sus aspiraciones
y que se siente en mayor o menor grado violentada, acosada,
desarrolla actitudes de frustración, ansiedad, inseguridad y, en
muchos casos, de inactividad y, también, de agresividad. Por todo
ello, podemos afirmar que la convivencia en los centros educativos
no es nada fácil. El actual currículo centrado en objetivos
académicos hace que los docentes nos convirtamos en agentes de
exigencia de unos contenidos con los que muchas veces no
estamos de acuerdo, y los alumnos en sufridores de esas
exigencias. Todo ello incide en el clima de aula y en la convivencia
entre los alumnos entre sí, y entre ellos y los docentes.
Todas estas razones nos llevan a pensar que el manejo de las
emociones y sentimientos en las aulas es la forma como podemos
los docentes abordar esta situación de violencia sistémica, de acoso
institucional y como conseguir mejorar nuestra situación personal
respecto de la autoestima y autovaloración personales.
3.8. Mediación
Existen muchas técnicas para intervenir en los conflictos, y muchos
libros que los describen, por lo que en este apartado vamos a
considerar nada más que el aspecto relativo a la mediación. La
mediación es una técnica para la resolución de conflictos que se ha
demostrado eficaz en los centros educativos.
Los docentes, en primer lugar, para favorecer la mediación entre
nuestros alumnos y alumnas tendríamos que ser personas que
transmitamos consenso, tranquilidad, serenidad en las relaciones
interpersonales. Por este motivo, será oportuno desarrollar nuestra
capacidad para la objetividad y la ecuanimidad. Pero, además,
deberemos ser técnicos de la negociación y de la mediación. Por
este motivo, además de la capacidad de serenidad y objetividad, los
docentes como mediadores tendremos que conocer las estrategias
de análisis y abordaje de los problemas. En la Tabla XI.10 se
presenta un cuadro que podremos utilizar en clase para abordar los
conflictos con la figura de mediador.
Participante A Participante B Ambos
1. Elementos del conflicto
Descripción
Causas
2. Descripción y Ventajas e inconvenientes de las alternativas
Actores
Consecuencias
3. Compromiso de acción de cada participante
Alternativa 1ª
Alternativa 2ª
4. Criterios de evaluación
Acciones
No acciones
Fecha primera
Fecha segunda
5. Finalización y prevención del conflicto
Tabla XI.10. Acta para el análisis de los conflictos (Hué, 2007.
Proyecto TREIN).
En todo conflicto existen una descripción y unas causas que son
entendidos de forma diferente por los contendientes. Pero también
es oportuno analizar qué otras personas están implicadas y sobre
todo las consecuencias del mismo. En un segundo momento, es
oportuno considerar algunas alternativas propuestas por uno u otro,
o por ambos contendientes. Como tercer paso habrá que conseguir
un compromiso de acción de cada participante. A continuación,
habrá que establecer los criterios de evaluación para cada una de
las fases de la estrategia elegida. Finalmente, el conflicto, con la
ayuda del mediador, tendrá que ser dado por finalizado por los
contendientes, no sin antes establecer medidas de prevención para
que no vuelva a aparecer.
4. LIDERAZGO
Docentes proactivos
Inculcad al niño este deseo, dejad los mapas y los dados, pues
cualquier método será bueno para él. El interés actual es el
gran móvil, el único que conduce con seguridad y los lleva muy
lejos (Rousseau, 1973: 144).
Muchas veces los docentes nos planteamos que los alumnos no nos
siguen. Está comprobado cómo los docentes que emplean
metodologías activas, próximas a los intereses de sus alumnos,
consiguen el liderazgo con facilidad. Los alumnos pueden utilizar en
sus aprendizajes, en todos los niveles educativos, un aprendizaje
superficial o un aprendizaje profundo. El aprendizaje superficial se
aprecia cuando los alumnos, a las preguntas que se les formulan,
contestan con respuestas poco convincentes, poco elaboradas o
poco estructuradas. El aprendizaje profundo se aprecia, por el
contrario, cuando los alumnos responden sin titubeos, con
respuestas elaboradas y que llegan al concepto mismo de la
pregunta. Pero, como nos señalan Laurillard y Rosario, los alumnos
aprenden de acuerdo a los paradigmas en los que son enseñados.
Así, si nosotros inducimos un aprendizaje desde la reflexión, desde
el criterio propio, desde el análisis de las diferentes alternativas, los
alumnos aprenderán de un modo profundo y nosotros
conseguiremos ser sus líderes porque nos seguirán.
* Mapas conceptuales.
* Elaboración de materiales como maquetas, dibujos, etc. que
son rápidamente evaluables.
* Elaboración de carteles en grupo.
* Experimentos o pequeños trabajos de campo.
* Juegos y simulaciones por ordenador.
* Diario de clase, portafolio.
* Juegos de rol (roleplaying).
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Conclusión
Analizábamos en la primera parte de este libro la situación del
denominado malestar docente que no es tan grande como nos
trasladan los medios de comunicación, ni tan profundo como se
dice, sobre todo, en algunos centros de educación secundaria,
públicos y privados. El estudio que presentaban Marchesi y Díaz
(2007) indicaba que el profesorado, en general, se siente satisfecho
con su profesión y su persona, un 77,3% (Fig. 1.).
Gráfico 64: "Cómo se definiría en relación con su trabajo" (%
total)
3. Pensamiento defensivo-restrictivo
Pertenece a los profesores que no resaltan su propio poder
personal; por ejemplo sus propias competencias cognitivo-sociales,
es decir,la ausencia de eficacia para dominar la situación. Expresan
no estar implicados en la enseñanza y, sobre todo, rechazan idea de
que los problemas de educación sean responsabilidad del
profesorado.
3.1. Práctica docente
Tales creencias y valoraciones correlacionan:
Defender la alegría
Defender la alegría como una trinchera.
Defenderla del escándalo y la rutina.
De la miseria y los miserables.
De las ausencia transitorias
y de las infinitas.
Defender la alegría como un principio.
Defenderla del pasmo y las pesadillas.
De los neutrales y los neutrones.
De las dulces infamias
y los graves diagnósticos
Defender la alegría como una bandera.
Defenderla del rayo y la melancolía.
De los ingenuos y de los canallas.
De la retórica y los paros cardíacos.
De las endemias y las academias.
Defender la alegría como un destino.
Defenderla del fuego y de los bomberos.
De los suicidas y de los homicidas.
De las vacaciones y del agobio.
De la obligación de estar alegre.s
Defender la alegría como una certeza.
Defenderla del óxido y la roña.
De la famosa pátina del tiempo.
Del relente y del oportunismo.
De los proxenetas de la riza.
Defender la alegría como un derecho.
Defenderla de dios y del invierno.
De las mayúsculas y de la muerte.
De los apellidos y las lástimas.
Del azar.
Y también de la alegría.
Mario Benedetti (1)
ANEXO III
Capítulo VII.
Técnicas de relajación, meditación y ejercicios de visualización para
disminuir la ansiedad (Bizkarra, 2005:62:70).
• Túmbate en el suelo, contrae a voluntad los músculos de una zona
del cuerpo hasta el límite de tu aguante, mantén esa tensión hasta
que no puedas más y luego suelta de golpe la zona mientras
expulsas lentamente el aire dejando salir un sonido por la boca que
te ayude a distenderte. Puedes dejar salir un sonido como ¡Ah, Ah...!
Elige diferentes zonas y las vas relajando. Para terminar contrae
todo el cuerpo y cuando no puedas más respira dejando salir un
sonido que te ayude a relajar las zonas tensas.
• Tumbado en el suelo visualiza que desde la zona alta de tu cabeza
algo o alguien está dejando caer un bálsamo cálido y relajante, un
óleo perfumado sobre tu cabeza. Poco a poco ese bálsamo relajante
se va derramando sobre tu cabeza, tu frente, la cara... y los
músculos y la piel en contacto con ese bálsamo relajante poco a
poco se van relajando. Lentamente desciende hacia el cuello, los
hombros, los brazos... y luego la zona alta de la espalda y el pecho,
recorriendo todo el cuerpo hasta llegar lentamente hacia los pies.
Siente cómo los músculos y la piel se relajan en contacto con ese
aceite suave y curativo. Deja que la suave corriente del óleo te
ayude a relajar el cuerpo. Al relajar el cuerpo, la mente se va
aquietando. Una música suave te puede ayudar a relajar más
profundamente.
• Echado en el suelo coloca las palmas de las manos sobre el
abdomen. Siente el espacio que se encuentra bajo tus manos y
llena ese espacio con el calor y la energía de tus manos. Observa
cómo al inspirar el abdomen se expande y se infla como un globo. Al
expulsar el aire el abdomen se repliega como un globo que se
desinfla. Siente cómo tus manos se dejan mover cuando respiras
profundamente en el vientre. Observa el ir y venir de la respiración y
del movimiento de las manos que se dejan mecer. Haz lo mismo
colocando las manos en el pecho.
• Relaja el cuerpo y visualiza que tu cabeza se vuelve poco a poco
transparente, va desapareciendo y se disuelve y diluye en el aire, y
que tu cuerpo comienza en los hombros. Visualiza que la zona de tu
cabeza se expande y se llena de luz.
• Tumbado en el suelo intenta relajar las zonas más tensas de tu
cuerpo. Visualiza mientras haces respiraciones profundas que estás
arrojando piedras a un lago de aguas cristalinas y ves cómo forman
ondas al caer la piedra. Visualiza cómo las ondas se van poco a
poco haciendo más lentas y se van alejando en la superficie del
lago, lentamente hasta desaparecer. Esta práctica te ayudará mucho
a sentirte más tranquilo.
• Relaja el cuerpo y poco a poco visualiza que en un cuenco de
madera sobre la superficie de un río colocas todas aquellas cosas
que te preocupan y no te dejan relajar. Deja que se alejen
arrastradas por la corriente del río. Al finalizar podrás sentirte más
ligero y con una mayor sensación de capacidad para afrontar la
vida.
• Tendido en el suelo, pon una música relajante y visualiza algún
lugar especialmente agradable para ti. Visualiza que te encuentras
en ese lugar disfrutando del entorno. Déjate impregnar por esa
sensación. Elige algún lugar que te trae bonitos recuerdos y vive esa
situación transportándote a ese momento y a ese lugar.
• Visualiza que tu cuerpo está rodeado de un halo de color y que
recoges y te impregnas de ese color. Los colores más relajantes son
los tonos azules y verdes. Puedes visualizar también que las células
de tu cuerpo se van "encendiendo" con la luz dorada del sol como
pequeñas velas que se encienden una tras otra. Poco a poco tu
cuerpo se llena de luz. Visualiza que tu cuerpo está rodeado de la
energía dorada del sol y eso te ayuda a estar más sereno.
• Visualiza que delante de ti hay una estatua cubierta por una tela.
La estatua es una representación tuya. Poco a poco, lentamente,
aparta el lienzo visualizándote tal como te gustaría verte en el futuro.
• Visualiza una imagen positiva de ti mismo tras una relajación
profunda, en la que te veas tranquilo y relajado frente a situaciones
que antes te generaban ansiedad. La visualización de escenas
agradables en estados de ansiedad ayuda a recuperar poco a poco
la calma.
• Visualiza que cada vez que tienes un pensamiento en la mente lo
pones en una burbuja y la observas, ves cómo esa burbuja flota
hasta la superficie de un lago y desaparece. Entonces vuelves a
poner la mente en blanco. Si te llega otro pensamiento, lo vuelves a
meter en otra burbuja, dejando que flote y desaparezca. Y así
sucesivamente, repitiendo una y otra vez el proceso.
ANEXO IV
Capítulo VIII.
ANEXO V
Capítulo IX.
Los cuentos de Jorge Bucay (2002)
Como ejemplo de las personas inmotivadas propone el cuento del El
elefante encadenado. Señala cómo las personas inmotivadas
actúan igual que aquellos elefantes de circo que, aunque tienen una
gran fuerza, los han acostumbrado a no moverse apenas sujetos
con una cuerda atada a una pequeña estaca. O aquel otro de El
hombre que se creía muerto. En este caso este tipo de personas
actúan como aquel hombre que porque sintió sus miembros fríos,
helados por una tormenta de nieve, como si estuviera muerto, pensó
que realmente lo estaba. Así, no hizo nada porque un lobo se
comiera sus ovejas, su burro, sus gallinas e incluso a él mismo. Y
decía ¡Ah, si yo estuviera vivo haría...!
Sin embargo, como ejemplo de las personas motivadas propone
otros diferentes. En este caso el de Las ranitas en la nata, que
cuenta cómo dos ranas cayeron en un balde de leche. Una de ellas,
desesperada, dejó de luchar. La otra, batió con tanta fuerza sus
patas que convirtió la leche en nata, primero, y luego en manteca.
Así pudo salir del balde. Otro es el cuento de El portero del
prostíbulo. Esta narración obtenida del Talmud nos habla de un
portero de un prostíbulo heredado de padres a hijos que perdió su
empleo por no saber leer y escribir. Como no sabía más que arreglar
cosas con herramientas, las compró en el pueblo de al lado a dos
días de camino, pero antes de usarlas se las fueron comprando los
vecinos hasta que finalmente puso primero una tienda, luego un
almacén y por último se hizo con una gran empresa. Rico, construyó
una escuela para el pueblo y cuando le pidieron que firmara dijo que
no sabía. Entonces le preguntaron que si había hecho tanto dinero
sin saber, qué habría hecho sabiendo, a lo que contestó: sería
portero de prostíbulo.
Otro más es el titulado Las alas son para volar. Se cuenta que había
una vez un padre y un hijo que tenían alas con las que poder volar.
El hijo no las había usado nunca y cuando se hizo mayor le
preguntó a su padre si podría volar, a lo que éste le contestó que sí.
Sin embargo, el hijo se enfadó con su padre porque no podía volar
desde una altura muy pequeña. El padre le respondió que para volar
hay que asumir riesgos y tirarse desde una gran altura. Finalmente,
recogemos otro denominado Vecinos, en el que se cuenta que
había dos agricultores que eran vecinos. Uno muy rico y otro pobre.
El primero no hacía más que humillar al segundo. El segundo un día
le dijo que le bastaba creer que Dios le daría 100 monedas, de lo
que el primero se rió. Para reírse de él le hizo caer por la chimenea
99 monedas. Cuando el rico pasó a casa del pobre a comprobar que
Dios no le había mandado las 100 monedas, éste le respondió que
ya lo haría. El rico entonces le dijo que todo era mentira, que había
sido él y no Dios y que se las devolviera. Sin embargo el pobre
seguía afirmando que había sido Dios. Por ello, lo llevó ante un juez
y como no podía ir y era invierno le dejó un coche de caballos y un
abrigo. El pobre hizo creer al juez que todo era una mentira
inventada por el rico, al igual que la propiedad del abrigo y el
carruaje. Le dijo que el rico le quería robar porque él era pobre.
Conmovido, el juez ordenó pagar 1.000 monedas al pobre a lo que
éste respondió que bastaba con una moneda. De este modo
demostró que Dios le había dado 100 monedas, ni más ni menos.
ANEXO VI
Capítulo IX. Estilos de aprendizaje según Catalina Alonso y
otros (1994)
b) Estilo REFLEXIVO:
* Observar.
* Reflexionar sobre actividades.
* Intercambiar opiniones con otras personas con previo
acuerdo.
* Llegar a las decisiones a su propio ritmo.
* Trabajar sin presiones ni plazos establecidos.
* Revisar lo aprendido, lo sucedido.
* Investigar detenidamente.
* Reunir información.
* Sondear para llegar al fondo de la cuestión.
* Pensar antes de actuar.
* Asimilar antes que comentar.
* Escuchar.
* Distanciarse de los acontecimientos y observar.
* Hacer análisis detallados.
* Realizar informes cuidadosamente ponderados.
* Trabajar concienzudamente.
* Pensar sobre actividades.
* Ver con atención una película o vídeo sobre un tema.
* Observar a un grupo mientras trabaja.
* Tener posibilidades de leer o prepararse de antemano algo
que le proporcione datos.
* Tener tiempo suficiente para preparar, asimilar, considerar.
* Tener posibilidades de oír los puntos de vista de otras
personas, o aún mejor, variedad de personas con diversidad
de opiniones.
c) Estilo TEÓRICO:
d) Estilo PRAGMÁTICO:
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Páginas de crédito
Prólogo
Introducción
Cita
Primera Parte: La práctica de la profesión docente
Introducción
I. El malestar docente
II. La profesión docente
III. Competencias docentes
IV. Inteligencia racional y emocional
Segunda parte: Competencias docentes y pensamiento
emocional
V. Autoconocimiento
VI. Autoestima
VII. Control emocional
VIII. Motivación docente
IX. Conocimiento del otro
X. Valoración de los demás
XI. Liderazgo docente
Conclusión
Anexos
Bibliografía