pío xii y españa

Author(s): VICTOR MANUEL ARBELOA

Source: El Ciervo, Año 21, No. 224 (OCTUBRE 1972), pp. 10-12
Published by: Ciervo 96, S.A.
Stable URL: http://www.jstor.org/stable/40804909
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 pío xii
El pontificado de Pío XII (1939- 1958) pertenece ya a la historia. El período que cubrió corresponde a una época
muy característica en el catolicismo español. Los gritos de "¡España por el Papa! "y " ¡El Papa por España! "resuenan
todavía en la memoria de buen número de españoles. ¿Cuál era la imagen de nuestro país que tenía presente el papa
Eugenio Pacelli? Victor Manuel Arbeloa responde a esta cuestión, decisiva para la historia reciente de la Iglesia en España.
EL CARDENAL PACELLI
El futuro papa Pío XII, entonces se-
cretario de Estado, tenía un puesto de
privilegio para conocer de cerca las cosas
de España. La II República había puesto
en tensión las relaciones con el Vaticano
y a éste llovían las comunicaciones, los
mensajes, las protestas y los despachos re-
servados del nuncio, de los obispos, de los
católicos seglares, de los políticos. Pero
¿hasta que punto llegaba la voz real de
España a los sacros recintos de la diplo-
macia vaticana? A los pocos meses de
instaurado el nuevo régimen, el 11 de ju-
lio de 1931, el secretario de Estado de
Pío XI, en la inauguración del sepulcro
del cardenal español Merry del Val, habla-
ba de las virtudes, "que fueron siempre el
rasgo principal de la Nación española":
"fe intrépida, admirable e incansable ce-
lo en las adversidades, serenidad en el
agobio, invicta fidelidad; virtudes nacio-
nales cuya luz y ardor nunca movimien-
to alguno, civil o social, podré extinguir
en la parte mayor y mes sana de los ciu-
dadanos".
La alusión al nuevo estado de cosas pa-
rece evidente. El lenguaje no es muy dis-
tinto del apologético de la "España cató-
lica" empleado a cada paso en nuestro
país.
Pasaron cinco años intensos. En el dis-
curso al II congreso internacional de pe-
riodistas católicos, 25 de septiembre de
1936, el cardenal Pacelli saludó a los re-
presentantes de los pueblos de lengua es-
pañola, entre ellos "a los de la en estos
momentos martirizada y siempre gloriosa
madre patria":
"Que si hay tierras donde se ensaña la
persecución, recordad que en el gran li-
bro de la vida el catálogo de los mártires
y de los confesores de la fe no esté toda-
vía terminado a los ojos de Dios, que ve-
la y espera y mide el tiempo y la hora de
la lucha y del triunfo. Donde es tiempo
de lucha, invoco el heroico valor que no
permite que un buen soldado de Cristo
venga a ser un heredero degenerado de
sus antepasados..."
Once días antes Pío XI había recibido
en Castelgandolfo a 500 prófugos españo-
les, presididos por los obispos de Cartage-
na ,Vich, Tortosa y Seo de Urgel. El papa
habló durísimamente contra la persecu-
ción "satánica" de la Iglesia en España y
cantó en términos épicos la gloria de los
nuevos mártires. El cardenal secretario de
Estado presentó los prófugos al papa:
"sacerdotes, religiosos, religiosas y seglares
a quienes el huracán de la incredulidad
10 - EL CIERVO
y españa
arrojó furioso de la amada patria, España"
"restos de una tempestad que todavía ru-
ge, restos de estragos y destrucciones im-
pías y sacrilegas, aiín humeantes de san-
gre y de fuego", "testigos de las armas que
ciñe el brazo, y de los execrables crímenes
a que arrastra al corazón la pagana perver-
sión de la mente y la corrupción de las al-
mas".
EVOCACIÓN DE LA CRUZADA
El Vaticano, después de una inicial re-
serva, y con las cautelas propias de la rela-
ción diplomática, tomó decidida postura
por la España de Franco. El 19 de diciem-
bre de 1936 el cardenal Goma, arzobispo
de Toledo, visitó al papa enfermo en ca-
ma, quien le encargó dijera a Franco que
le bendecía especialmente, "lo mismo que
a cuantos contribuyen a la obra de salva-
ción del honor de Dios, de la Iglesia y de
España", Antes de subir a ver al papa, el
cardenal de Toledo se detuvo media hora
con el cardenal Pacelli, secretario de Esta-
do. Este notificó a Goma su nombramien-
to de encargado confidencial ante el go-
bierno de Franco entregándole la creden-
cial. Goma anota: "Me habla de la clave
para comunicarnos y me encarga diga al
general que todas las simpatías del Vatica-
no están con él y que le desean los máxi-
mos y rápidos triunfos". Esta extraordina-
ria misión de Goma se mantuvo hasta que
en septiembre de 1937 monseñor Hilde-
brando Antoniutti fue nombrado encarga-
do de negocios del Vaticano ante el mismo
gobierno. El 24 de junio de 1938 presen-
taba sus cartas credenciales al general Fran-
co el nuevo nuncio en España, Cayetano
Cicognani, hasta entonces nuncio en Vie-
na, y el 30 del mismo mes lo hacía el nue-
vo embajador del gobierno de Salamanca
ante el Vaticano, José Yanguas Messia, mi-
nistro de Estado y presidente de la asam-
blea nacional durante la dictadura de Pri-
mo de Rivera.
La actitud del Vaticano ante la victo-
ria de las tropas de Franco iba a ser, pues,
la esperada. El 16 de abril de 1939, el car-
denal Pacelli, ya Pío XII, dirigió un radio-
mensaje a España "con inmenso gozo" pa-
ra expresar su "paterna congratulación por
el don de la paz y de la victoria", con que
Dios se había dignado coronar el heroísmo
cristiano del "sano pueblo español"; paz
provindencial, Truto sin duda de aquella fe-
cunda bendición que en los albores de la
contienda enviaba (Pío XI) "a cuantos se
habían propuesto la difícil y peligrosa ta-
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rea de defender y restaurar los derechos
y el honor de Dios y de la Religión".
"Los designios de la Providencia, ama-
dísimos hijos, se han vuelto a manifestar
una vez más sobre la heroica España. La
Nación elegida por Dios como principal
instrumento de la evangelizaron del Nue-
vo Mundo y como baluarte inexpugnable
de la fe católica, acaba de dar a los proséli-
tos del ateísmo materialista de nuestro
siglo la prueba más excelsa de que por en-
cima de todo están los valores eternos de
la religión y del espíritu. La propaganda
tenaz y los esfuerzos constantes de los
enemigos de Jesucristo parece que han
querido hacer en España un experimento
supremo de las fuerzas disolventes que
tienen a su disposición repartidas por to-
do el mundo; y, aunque es verdad que el
Omnipotente no ha permitido por ahora
que lograran su intento, pero ha tolerado
al menos algunos de sus terribles efectos,
para que el mundo viera cómo la persecu-
ción religiosa, minando las bases de la jus-
ticia y de la caridad, que son el amor de
Dios y el respeto a su santa ley, puede
arrastrar a la sociedad moderna a los abis-
mos no sospechados de inicua destruc-
ción y apasionada discordia".
Contra ellas y en defensa de la fe y ci-
vilización cristianas se levantó el sano pue-
blo español y ayudado por Dios "supo re-
sistir el empuje de los que, engañados con
lo que creían un ideal humanitario de exal-
tación del humilde, en realidad no lucha-
ban sino en provecho del ateísmo".
La evocación de la Cruzada será cons-
tante en los discursos de Pío XII a los es-
pañoles. Una especie de punto de partida
de justificante y de referencia obligada. El
nuncio y los obispos españoles, y aun al-
gunos extranjeros, imitan esta actitud. Por
ejemplo, el 11 de junio de 1939, recibe el
papa a tres mil soldados españoles, huéspe-
des de Roma durante una breve estancia,
y los ve "cubiertos de gloria por vuestro
valor cristiano": "Estos dos amores (el de
la religión y el de la patria) -les dice Pío
XII- han sido los que encendieron en vo-
sotros el fuego del entusiasmo, lo mantu-
vieron vigoroso en las horas del sacrificio
y lo llevaron finalmente con valor al triun-
fo del ideal cristiano y a la victoria".
En parecidos términos habla, el 6 de
marzo de 1940, a una misión naval españo-
la, a la que recuerda y aplica el verso de
Prudencio: Hispanos Deus ascipit benig-
nas. A los jóvenes de Acción Católica pe-
regrinos a Compostela, en radiomensaje
del 28 de agosto del 1948, les menciona
la reciente protección del Apóstol; a las
aspirantes de la juventud femenina de Ac-
ción Católica, en otro radiomensaje del 27
de noviembre de 1955, les habla de la ge-
neración precedente, tronco todavía débil
contra el que
"se desató el huracán y el árbol ito tuvo
que sufrir tremendas sacudidas y se vio
arrancar algunas ramas y hubo sangre; ya
sabéis donde hubo sangre: en Toledo, en
Hornachuelos y en Játiva, en Mora y en
Pedroches, en esos sitios, que cuando vo-
sotras los recordáis, os relucen los ojos y
os salta el corazón".
A los jesuítas españoles, en la clausura
del año jubilar ignaciano, 31 de julio de
1956, Pío XII les recuerda los días de su
expulsión y destierro, y toda una alocu-
ción en torno a aquellas "horas tremen-
das" dedica el papa, ya el 27 de octubre
del mismo año, a una peregrinación de ex-
cautivos españoles.
LOS HERMANOS DESCARRIADOS
Siguiendo el ejemplo de Pío XI, que en
la ocasión ya mencionada, predicaba a los
peregrinos españoles el amor y la oración
para que los perseguidores volvieran a la
casa del Padre, Pío XII;en su radiomensa-
je del 16 de abril, tampoco se olvida de
los vencidos:
"Por esto exhortamos a los Gobernantes
y a los Pastores de la Católica España
que iluminen la mente de los engañados,
mostrándoles con amor las raíces del ma-
terialismo y del laicismo de donde han
procedido sus errores y desdichas y de
donde podrían retoñar nuevamente. Pro-
ponedles los principios de justicia indi-
vidual y social, sin los cuales la paz y
prosperidad de las naciones, por podero-
sas que sean, no pueden subsistir, y son
los que se contienen en el Santo Evange-
lio y en la doctrina de la Iglesia".
De una manera especial se dirige a los
obispos españoles, a la hora de hacer efi-
caz la pacificación. A ellos toca especial-
mente,
"aconsejar a los unos y a los otros, que
«n su política de pacificación todos sigan
los principios inculcados por la Iglesia y
proclamados con tanta nobleza por el
Generalísimo: de justicia para el crimen y
de benevola generosidad para con los e-
quivocados. Nuestra solicitud, también
de Padre, no puede olvidar a estos enga-
ñados, a quienes logró seducir con hala-
gos y promesas una propaganda mentiro-
sa y perversa. A ellos particularmente se
ha de encaminar con paciencia y manse-
dumbre Vuestra solicitud pastoral: orad
por ellos, buscadlos, conducidlos de nue-
vo al seno regenerador de la Iglesia y al
tierno regazo de la Patria, y llevadlos al
Padre misericordioso, que los espera con
los brazos abiertos".
En otro radiomensaje a España, en el
centenario del apostolado de la oración,

clausurado en la plaza de la Armería de
Madrid, 18 de noviembre de 1945, con
asistencia de autoridades civilesy eclesiás-
ticas, el papa recomienda a los españoles,
libres de los cuatro caballos de la guerra
mundial, el celo apostólico "que quiere
ganar a todos para Cristo, pero especial-
mente a los hermanos extraviados. Porque
donde perdurasen el odio y el rencor, no
habría lugar para aquel Corazón que ar-
dientemente desea el amor, y si es necesa-
ria, la reconciliación entre los hermanos".
En la alocución a los 200 excautivos espa-
ñoles en Castegandolfo, ya mencionada,
une Pío XII al recuerdo de los que dieron
su vida, y de los que sufren en la actuali-
dad lo que ellos un día sufrieron, el de
"los que fueron casi instrumentos de la
Providencia y a los que habríais de de-
sear corresponder con un abrazo frater-
nal, ese abrazo especial que el alma cris-
tiana reserva siempre para el hermano des-
carriado".
LA ESPAÑA DE LA CRUZADA:
LA ESPAÑA ETERNA.
El 17 de diciembre de 1942 Pío XII re-
cibió en audiencia al nuevo embajador de
España, Domingo de las Barcenas, tras el
cese de Yanguas, que logró para su gobier-
no, entre otros, el suculento fruto del a-
cuerdo sobre el ejercicio del privilegio de
presentación, firmado el 7 de junio de
1941. El nuevo embajador reafirmo los
fervientes sentimientos de la fe católica
del jefe del Estado y del pueblo español y
su adhesión a la Sede de Roma. El papa
contestó con un cántico a la España cató-
lica que volvía a resurgir de las cenizas de
la guerra civil victoriosa:
"Católica es España, y tan profundo arrai-
go consiguió este árbol en su suelo fuer-
te y en los fuertes pechos de sus hijos,
que ni siquiera el formidable turbión, cu-
yas consecuencias todavía lamentamos,
fue capaz de desarraigarlo. Antes bien,
como reverdece el prado después de la
tormenta, hoy lo vemos de nuevo reto-
ñar, a pesar del momento tan poco pro-
picio para una convalecencia, y resurgir
potente, consciente de su pasado, lleno
de su propio espíritu, con plena confian-
za en el porvenir".
El papa ha seguido "a diario tan dicho-
so resurgimiento", del que tanto espera
para bien de España. Ha admirado las con-
tinuas manifestaciones de piedad y de fe
pública y privada, los homenajes al papa;
ha sido informado de los progresos de la
Acción Católica, de la abundancia de bue-
nas y sólidas vocaciones para ministros del
altar...
"Hemos visto a Cristo triunfar en la es-
cuela, resurgir las iglesias de las ruinas
abrasadas, y penetrar el espíritu cristiano
en las leyes, en las instituciones y en to-
das las manifestaciones de la vida oficial.
Nos, finalmente, hemos contemplado a
Dios presente otra vez en vuestra histo-
ria..."
"Dichosa y venturosa España -exclama
el papa-, que tiene ya los labios puestos
en este chorro de vida" de la fuente que
no se agota, citando los versos de San Juan
dela Cruz. Dichosa porque ese agua la pu-
rificará enteramente, "aun hasta aquellas
clases más maleadas por la malévola siem-
bra del hombre enemigo"
"ordenando todas sus costumbres, hasta
devolver completamente al austero pue-
po español aquellas virtudes tradiciona-
les, que un día le hicieron grande, depu-
rando todas las mentes, hasta desterrar
para siempre concepciones incompatibles
con una nación llamada justamente pue-
blo de místicos y de teólogos. España,
en este momento culminante de la histo-
ria del mundo, tiene, sin duda ninguna,
una misión altísima que cumplir; pero
solamente será digna de ella si logra to-
talmente encontrarse de nuevo a sí mis-
ma, en su espíritu tradicional y cristiano
y en aquella unidad que sólo sobre tal
espíritu puede edificarse".
Es la misma España, que según la afec-
tuosa respuesta al nuevo embajador, Joa-
quín Ruiz Giménez, el 19 de diciembre
de 1948, debe a la verdad católica "la tra-
bazón misma de su temprana nacionalidad,
la inspiración de sus grandes artistas, las
elucubraciones de sus profundos pensado-
res, los vuelos altísimos de sus místicos in-
comparables" y buena parte de la empresa
americana.
Es la "España católica", "la amada y
católica España", "tierra fecunda de san-
tos", "la tierra de María Santísima", la
del "catolicismo íntegro, recio, profundo
y apostólico"-radiomensaje al XXV con-
greso eucarístico internacional de Barce-
lona, 1 de junio de 1952-, cuyos santos,
teólogos y hombres ilustres de nuestros si-
glos de oro aparecen, a troche y moche,
en los discursos de Pío XII. Este tiene, ca-
si obsesivamente, grabada la imagen de la
España imperial y gloriosa, la España, "e-
vangelizadora de la mitad del orbe, marti-
llo de herejes, luz de Trento, espada de
Roma, cuna de San Ignacio". Esa es nues-
tra unidad y nuestra grandeza, parece que-
rer decir también el papa, con el Menéndez
Pelayo de Historia de los Heterodoxos, y
no tenemos otra.
"Era la hora de Dios -decía el papa a
los cadetes de la nave-escuela "Neptuno"
el 17 de noviembre de 1955-, cuando
en la cofa mas alta de la nave campeaba
siempre una cruz, y cuando junto al des-
cubridor no faltaba nunca el misionero.
Vocación heroica y providencial de una
estirpe, a la que ella supo tan generosa-
mente corresponder".
La exaltada remembranza de la empresa
española en América es frecuente en los
discursos y radiomensajes del papa, quien
ante embajadores latinoamericanos, con-
gresos católicos de aquel continente, o pe-
regrinos venidos de algunos de nuestros
países hermanos, cantará "la profunda pie-
dad mariana de la vieja y fecunda madre
de pueblos, de la católica España", la fe
conquistadora de "una pléyade de valien-
tes y cristianos descubridores españoles",
o las mejores tradiciones "de la católica y
fecunda Madre Patria española". Valga una
cita por todas; se dirige Pío XII al congre-
so mariano de Filipinas, el 5 de diciem-
bre de 1954:
"Por eso el ímpetu evangelizador y colo-
nizador de la España misionera, uno de
cuyos méritos fue el saber fundir en una
ambas finalidades, no pudiéndose conte-
ner ni siquiera en las inmensidades del
Nuevo Mundo, saltó aquellas cordilleras
inaccesibles, se lanzó a las soledades del
Pacífico y llegó de arribada a vuestras
playas, enarbolando una Cruz sobre el
pendón morado de Castilla!...). Conquis-
ta principalmente pacífica, fusión de es-
tirpes, que sólo la fuerza aglutinante de
la religión pudo realizar con misión fra-
ternal, sólo el aliento unánime de una fe,
profundamente arraigada, pudo mante-
ner entre tantas vicisitudes.."
La conquista de América es, pues, para
Pío XII la "epopeya gigante" de la evan-
gelización del continente, par en celo a la
"Cruzada multisecular durante la domina-
ción árabe"- radiomensaje del 18 de no-
viembre de 1945-, y como aquella España
misionera y cristiana quisiera ver el papa,
según discurso al embajador de las Barce-
nas, a la España de hoy:
"una y gloriosa, alzando con sus manos
poderosas una Cruz, rodeada por todo
ese mundo que, gracias principalmente a
ella, piensa y reza en castellano, y pro-
ponerla después como ejemplo del poder
restaurador, vivificador y educador de
una fe en la que, después de todo, hemoí
de venir siempre a encontrar la solución '
de todos los problemas".
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Eugenio
Pacelli
Pío XII
La amada
y católica
España
LOS VARIOS PUEBLOS DE ESPAÑA
Numerosas veces habla el papa a repre-
sentaciones de los diversos pueblos hispa-
nos o dirige su palabra con ocasión de ce-
lebraciones religiosas en distintos puntos
de nuestra geografía. Siempre hay una
afectuosa referencia a la región de la que
se trate, una breve descripción de las glo-
rias locales, maso menos aureoladas de tó-
picos glorifícadores. Cataluña, Barcelona
especialmente, se lleva la palma en el nú-
mero de alocuciones del papa, "la fuerte y
emprendedora Cataluña", "la espléndida
Barcelona, la luminosa metrópoli medite-
rránea, famosa por su posición, por su pros-
peridad y por el espíritu audaz y empren-
dedor de sus hijos", "la Barcelona indus-
triosa", que el papa recuerda de su paso
hacia América, "la Barcelona católica, bien
conocida también por su fervor religioso,
sus excelentes organizaciones y su esplen-
didez y generosidad para las obras buenas".
En el radiomensaje del 19 de noviem-
bre de 1950, con motivo de la inaugura-
ción del monumento al Sagrado Corazón
en el monte Urgull, Pío XII canta bella-
mente a la "hermosa Donostia" y a toda
Guipúzcoa, patria del apóstol padre Agus-
tín de Cardeverraz,
"rincón bendito donde el espíritu de Je-
sucristo reina de veras en la pureza in-
contaminada de sus hogares, en el anhe-
lo social de sus modernos centros fabri-
les,en la austera laboriosidad de sus fuer-
tes hijos, en la abundancia de vocaciones
sacerdotales y religiosas y en la piedad
sencilla y espontánea que se entremezcla
con todas sus tradiciones familiares y so-
ciales".
Begoña, Bilbao y Vizcaya -nunca el
País Vasco- son cantados en el radiomen-
saje del 15 de noviembre de 1953, al clau-
surarse la gran Misión de la capital Vizcaí-
na, junto a la "fuerte estirpe, sencilla siem-
pre, pero siempre indómita, sin haber ja-
más doblegado la altiva cerviz a ningún
yugo".
A los peregrinos castellanos y leoneses
les evoca el papa, el 4 de mayo de 1956,
las "viejas tierras de León y de Castilla",
"viejos campos donde siempre ha floreci-
do la piedad sincera, el cristianismo con-
vertido en jugo y vida, la seriedad de las
costumbres y un cierto horror a las me-
dias tintas..."
Valencia es "tierra de santos", "perla
del Turia". Extremadura es idílicamente
descrita junto con el nuevo plan Badajoz,
en el discurso del 14 de noviembre de
1957 a un selecto grupo de jerarquías sin-
dicalistas, políticas y eclesiásticas extreme-
ñas. Andalucía, en fin, y Granada en par-
ticular, encontrarán su loa en el mensaje
pontificio, dirigido al IV congreso eucarís-
tico nacional en esa ciudad, el 19 de ma-
yo de 1957.
En todas las ocasiones el papa no olvi-
da ese triple plano de lo local, lo regional,
10 nacional: "una bendición para vuestra
Barcelona, para toda la región catalana y
para toda esa amadísima España", "vues-
tra ciudad, vuestra región y vuestra patria
toda"...
EL PAPA Y EL MUNDO ESPAÑOL
DEL TRABAJO
Pío XII no pierde tampoco ocasión de
reafirmar triunfalmente el papel de la Igle-
sia en este terreno. En el radiomensaje del
11 de marzo de 1951 a una concentración
de .obreros, técnicos y empresarios en Ma-
drid, podemos leer:
"Nadie puede acusar a la Iglesia de ha-
berse desinteresado de la cuestión obre-
ra y de la cuestión social, o de no haber-
les concedido la importancia debida. (...)
La Iglesia ha tenido y tiene conciencia
plena de su responsabilidad.^..) Ella, por
su parte, ha ofrecido para la funda men-
tación religioso-moral de todo orden so-
cial programas amplios y bien pensados.
Las legislaciones sociales de los diversos
países no son más que aplicaciones, en
gran parte, de los principios establecidos
por la Iglesia. No olvidéis tampoco que
todo lo bueno y justo que halléis en los
demás sistemas, se encuentra ya en la
doctrina social católica".
EL CIERVO - 11

Ediciones
En cuanto a España,
"¿Quien ha hecho masque la Iglesia pa-
ra que la vida familiar y social fuese ahí
Alcalá, S. A. feliz y tranquila? Por lo que hace a la
solución de la actual cuestión social, na-
die ha presentado un programa que su-
pere la doctrina de la Iglesia en seguridad,
Colombia, 18 -Madrid. 16
consistencia y realismo".
En su respuesta al nuevo embajador,
Ruiz Giménez, Pío XII hace votos porque
ROMANIA las verdades cristianas contribuyan en Es-
Colección de Investigación paña
y ensayo "a la constante elevación moral y mate-
rial de sus clases más humildes, como es
nuestra perenne preocupación, mante-
Luciano Peceña: niendo en la vida familiar la preciosa he-
rencia de las viejas tradiciones, cerrando
el paso a la codicia de las riquezas -ten-
MENSAJE CONCILIAR tación fácil en los tiempos difíciles- ex-
DE LA PAZ. SENTIDO tinguiendo los odios y llevando en todo
INTERNACIONAL DE LOS a plena madurez su pujante primavera es-
ESPAÑOLES piritual".
Eran los años del hambre en España.
270 págs. 200 ptas. Siete años más tarde -25 de octubre de
1954-, a una peregrinación de 800 obre-
Femando Riaza: ros barceloneses, presidida por el obispo,
TEILHARD DE volverá a hablar el papa sobre el papel de
la Iglesia en la cuestión obrera, "ofrecien-
CHARDIN Y LA
do sobre todo aquellos grandes principios,
EVOLUCIÓN BIOLOGICA
que han de ser la única base de toda verda-
dera solución, y descendiendo también,
443 págs. 325 ptas.
cuando le es posible, a aquellas iniciativas
prácticas que están a su alcance". La Igle-
C. Morón Arroyo: I sia quiere para los trabajadores una vida
EL SISTEMA DE I realmente humana para que puedan llevar
ORTEGA Y GASSET I una vida cristiana, "sin que las excesivas
preocupaciones terrenas les impidan mirar
472 págs. 400 ptas. al cielo". La Iglesia propugna una más jus-
ta distribución de bienes, con un justo sa-
lario.
Kurt Baldinger:
TEORIA SEMANTICA. "Pero dejadnos añadir una vez más que
la Iglesia desea que todas las redenciones
HACIA UNA SEMANTICA
materiales tengan por base una anterior
MODERNA
elevación intelectual y moral por que no
sólo de pan vive el hombre y está escrito:
278 págs. 250 ptas. Buscad primero..."
Y ya casi al final
Roberto Lado:
"Jesús divino obrero sea siempre vuestro
LINGUISTICA
modelo; la oración vuestro refugio; y la
CONTRASTIVI esperanza en los bienes eternos, el leniti-
LENGUAS Y CULTURAS vo de todos vuestros dolores".
(en prensa) El 17 de mayo de 1955, en audiencia
a un grupo de altos jefes e ingenieros de la
Renfe, les recordará sus deberes profesio-
Klaus Heger: nales
SEMANTICA
LINGUISTICA, "Por vuestros cargos, además, estáis con-
tinuamente en contacto con grandes gru-
(en prensa) pos obreros, que esperan de vosotros buen
ejemplo, sentido paternal, justo recono-
cimiento de sus legítimos derechos y ese
tono de fraternidad y acercamiento que
LIM INA es inherente en todo al buen cristiano".
Colección de introducciones La condena de la lucha de clases es ter-
y síntesis sobre teoría e his- minante en el discurso, antes citado, del 1 1
de marzo de 1951. Poco antes ha dicho
toria de la lengua y de la li-
teratura. que cuando algunos sistemas asignan me-
tas al movimiento obrero que la Iglesia re-
chaza, "se trata siempre de bienes iluso-
Joaquín González Muela: rios que sacrifican la verdad, la dignidad
LA NUEVA POESIA humana, la justicia social o el verdadero
ESPAÑOLA (en prensa) bienestar de todos los ciudadanos"
"La Iglesia nunca ha predicado la revo-
lución sociaK...). Por eso la Iglesia de
fiende el derecho a la propiedad privada,
derecho que ella considera fundamental-
mente intangible".
AULA MAGNA
Colección de textos literarios La Iglesia insiste en la necesidad de una
distribución mejor de bienes y "denuncia
lo que hay de contrario a la naturaleza en
una situación social donde, frente a un pe-
José Amezcua queño grupo de privilegiados y riquísimos,
LIBROS4)E
hay una enorma masa popular empobreci-
CABALLERÍAS da".
HISPÁNICOS
"Là lucha de clases nunca puede ser un
(en prensa) fin social. Las discusiones entre patronos
y obreros deben tener como fin principal
la concordia y colaboración".
Si nunca fue fácil la solución a la cues
12 - EL CIERVO
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tión social, que "las catástrofes de este si-
glo han hecho angustiosamente difícil",
"la reconciliación de las clases, la disposi-
ción al sacrificio y al respeto mutuo, la
sencillez de la vida, la renuncia al lujo
exigida imperiosamente por la actual si-
tuación económica: todo eso, y tantas
otras cosas, sólo se podrán obtener con
ayuda de la Providencia y de la gracia de
Dios".
No de otra manera hablará el obispo de
Roma a los jóvenes sacerdotes del convic-
to eclesiástico "San José Oriol" de Barce-
lona, el 14 de junio de 1957. El papa, que
les ha recomendado actuar en el campo so-
cial "no en forma agitada y tumultuosa,
sino más bien con la habitual prudencia y
medida que el espíritu maternal de la Igle-
sia sabe poner en todas las cosas", rema-
cha a los clérigos catalanes
"que para un cristiano la solución de tan-
tos problemas como impone la organiza-
ción social de nuestros días no puede es-
tar en una lucha exacerbada hasta llevar
a la exasperación y a la ruptura, sino más
bien en una armonia sabiamente buscada
a la luz de los principios eternos y dili-
gentemente procurada de común acuer-
do".
Después de todo esto no nos extrañará
que Pío XII, en su discurso a la concentra-
ción madrileña, elogie sin rebozos las ins-
tituciones sindicales españolas
"Con esta ocasión no podemos menos de
dirigir algunas palabras de elogio pater-
nal a esas Instituciones que habéis creado
y continuais creando en gran número con
el fin de educar a los jóvenes trabajado-
res, haciendo de ellos excelentes obreros
especializados y al mismo tiempo cristia-
nos convencidos. No podríais hacer cosa
mejor. En el auge y florecimiento de esa
obra vemos un signo prometedor para el
porvenir".
UNA BREVE REFLEXION FINAL
El lector, que no es lerdo, se ha adelan-
tado sin duda a lo que yo pueda decir. To-
do es más claro que el agua clara. Pío XII
ha vivido el mismo horror al comunismo y
al socialismo que su predecesor. A pesar
de haber seguido, por diversas fuentes, los
acontecimientos de la II República espa-
ñola, ha hecho pronto una firme opción
por el bando victorioso. España es para el
papa una especie de coto predilecto, una
especie de reserva de la viabilidad de la te-
sis tradicional católica. Ya he escrito en
otro lugar que fue el papa, incluso frente
a las reservas del episcopado español, quien
urgió en los debates sobre el concordato
la necesidad de afirmar la neta confesiona-
lidad con todas sus consecuencias.
Pío XII habló sin duda mucho, demasia-
do sobre demasiados temas. Tuvo que
echar mano de muchos colaboradores, y
los colaboradores españoles fueron todos
de una escuela y un estilo inconfundibles.
Callemos ahora los hombres por una ele-
mental discreción. Los peregrinos españo-
les en Roma, los destinatarios de los tan a
menudo bellos y cordiales mensajes ponti-
ficios los escucharon emocionada y agrade-
cidamente. No podemos negar a Pío XII
un sincero amor y predilección por Espa-
ña pero el paso de unos años, nos ha mos-
trado cuan parcial era su conocimiento de
nuestro país y cómo la España de estos
textos papeles sólo coincidía con una par-
te de la España real, que por aquellos años
atravesaba una de sus más difíciles singla-
duras históricas.
Los medios políticos y de comunicación
se sirvieron de los textos de Pío XII abun-
dantemente. No podía ser de otra manera.
No podemos ser demasiado exigentes en
ocasiones: el papa es jefe de Estado
de un país y como tal habla un lenguaje
diplomático. Que esto deba terminar es ha-
rina de otro costal. Pero en otras muchas
ocasiones hay algo más que un lenguaje di-
plomático: hay la opinión decidida del pa-
pa que, ante el mundo entero y ante los
cristianos plurales de un país oficialmente
católico, afirma y niega, bendice o conde-
na acontecimientos y conductas difíciles,
lejanas, extremadamente complicadas.
Esta breve, aunque tan significativa, an-
tología nos dice bien elocuentemente cuan-
tas cosas tienen que cambiar todavía. Có-
mo una figura mucho más sencilla -mu-
cho más recortada de atribuciones -del
papa es preferible a aquella imagen casi
mítica del papa sabio, polivalente, casi ce-
lestial que nosotros veíamos, de chicos y
adolescentes, en Pío XII. Las audiencias
de los miércoles de Pablo VI han sustitui-
do con grandes ventajas a aquellas audien-
cias cortesanas, con su discurso y su foto-
grafía de sus predecesores. Pero todo no
termina ahí.
Esta antología nos servirá también para
entender un poco mejor otras actuaciones
de jerarquías inferiores en estos años, tan
cercanos a nosotros, tan decisivos para
nuestra Iglesia y nuestra patria. Y perdón
al lector, que no es lerdo, por distraerle de
sus propias reflexiones.
VICTOR MANUEL ARBELOA
* Aprovecho abundantemente el precioso
libro, editado por la oficina de información
de la embajada de España cerca de la San-
ta Sede, Pío XII a los españoles, Roma,
1957, que he completado con algunos dis-
cursos no recogidos allí y que se encuen-
tran en la edición oficial vaticana Discorsi
e radiomessaggi di Pio XII, fuente princi-
pal del libro. El lector puede confirmar los
textos con los publicados en la revista
Ecclesia de Madrid.