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GUILLAUME SIBERTIN-BLANC

cio11ario podía reclamarse, aun a precio de muchos puntos ciegos, [ 295 J


de una universalidad tendencia! real, correlativa del movimien-
to histórico de concentración del capital, llamado a suscitar en
sí tnismo su negativo más profundo: un nuevo sujeto colectivo
portador de un interés universal y precursor de una sociedad
también universal, libre ya de la propiedad privada como princi-
pio de particularización y división antagónica del campo social.
Ahora bien: sin duda las minorías tendrán que trabajar política-
mente sus propias particularidades -no renunciar al elemento
de lo "particular", ya que éste alie11ta un modo de construcción de
los problemas sociales, económicos o políticos, capaz de oponer-
se a su administración tecnocrática por parte de las fracciones
de clase que ostentan las instituciones socioestata les-, lo que
en 1nuchos casos significa trabajar a contrapelo de su ''particu-
larismo", tal como l1a sido compuesto por esas instituciones. Sin
duda, tendrán que luchar contra el doble corte interior (priva-
do/público) y exterior (nacional/inter11acional) con que se ope-
ra la codificación nacional de los conjuntos minoritarios 62• Será,
entonces, en función de otras prácticas de ide11tificación social
y política como habrá de determinarse el sentido de una "es-
trategia minoritaria" guattaro-deleuzia11a, capaz de labrarse u11
camino en variante de las identificaciones colectivas instituidas
(ya se encuentre su pri11cipio en valores culturales, intereses eco-
nómicos, normas de co11ducta o culturas políticas), sin que esto
suponga reactivar el esquema sinecdótico que ha comandado la
subjetivación de las luchas de democratización desde las revolu-
ciones "burguesas": el Tercer Estado de Syeges, que asume todas
la tareas útiles a la sociedad, pero que no representa nada ni as-
pira a ser nada; el proletariado industrial, eigentlos, portador de

muchas veces i11conme11surables y las formas y tipos de praxis que 110s


llevan al activismo". J. Butler, Vida precaria. Los poderes del duelo y la
violencia, Buenos Aires, Paidós, 2006, pp. 75-78.
62 Deleuze, C. Parnet, Diálogos, op. cit., pp. 164-166; y MM, pp. 467-468.
POLITICA Y ESTADO EN DELEUZE Y GUATTARI

[ 296 J un interés universal y en virtud de su exclusión de la propiedad


privada, que distribuye los intereses particulares de la sociedad
burguesa; la parte descontada de los "sin parte", portadores sin
título del incondicionado de la igualdad, que se arrogan el nom-
bre vacío de la comunidad, politizando el litigio alrededor de lo
que está excluido ...
Esta doble brecha, la vía frágil entre esas dos posiciones
coexistentes, explica por qué el devenir-minoritario se identifi-
ca, en últimas, con un problema de alianza y de composición de
alianzas, que atañe tanto a las relaciones entre mayoría y minorías
como a la relación de las minorías entre sí (pero ambos proble-
mas están ligados, si se tiene en cuenta que la minorización como
tecnología de poder implica siempre una jerarquización -y rela-
ciones de poder- entre las minorías mismas 63) . Al problema de
concebir un "universal minoritario" que se construiría por tin
proceso revolucionario, solidario de las contradicciones del mun-
do capitalista actual y que vería, sin embargo, en la universalidad
mesiánica de un nuevo sujeto su figura fantasmática, la teoría de
los "bloques de alianza" responde por una práctica de universa-
lidad intensiva, que no se refiere a la universalidad de un inte-
rés o identidad comunes, sino a una co-transformación. Cuando
Deleuze y Guattari escriben que incluso tina minoría tiene que
devenir minoritaria ("por supuesto, no basta con un estado"),
lo hacen porque ven allí una manera de formar simultáneamen-
te un "agente" o "médium activo", a través del cual otro sujeto
"entra en un devenir-minoritario que lo arranca de su identidad

63 Esta cuestión se encuentra en las nouvelles de la época: "damartugies


d11pouvoir", así como e11M. Deutsch, F. X. I(roetz o M. Wentzel, y
en todo R. W. Fassbinder, quien hace de eso que Marieluise Fleisser
llamaba el druck nach unten, uno de los principales móviles de su
obra. Sobre el conjunto de esta secuencia, véase A. Tabot, Théiitres du
pouvoir, théiitres du quotidien. Retour sur les dranzaturgies des années 1970,
Louvain-La-Neuve, Etudes théatrales, n.º 43, en especial pp. 83-90.
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mayor" 64 (la tesis de la periferización interior también lo intenta, [ 297 J


pero desde el punto de vista de una "desoccidentalización" del
centro histórico de la mundialización capitalista, a escala de las
relaciones internacionales,). Médium activo, la minoría devie-
ne entonces mediador evanescente, ya que condensa "la simul-
taneidad de un doble movimiento, uno por el que un término
(el sujeto) se sustrae a la mayoría, y otro por el que un término
(el medio o el agente) sale de la minoría. Hay un bloque de de-
venir i11disociable y asimétrico, un bloque de alianza" 65• Matriz
heterológica de la subjetivación política, ya he sugerido antes la
afinidad de este doble devenir con la formulación de Ranciere,
años más tarde, de un nudo de desidentificación con los puntos
de identificación hegemónicos, y de una identificación imposible
con el Otro "innumerable". En Deleuze y Guattari, no obstante,
la potencia de un "innumerable" capaz de cuestionar los axiomas
en que reposa el conteo de la mayoría, el descuento de sus "sub-
sistemas" minorizadas, la mala cuenta de los "fuera de sistema",
implica una práctica de alianza cuya posibilidad no resulta de la
desidentificación de las identidades asignadas (mayoritarias o
minoritarias); más bien la condiciona y la provoca, tanto, que el
litigio de los sin parte minorizados no puede ser circunscrito, sin
interrogar las incidencias que tendrá sobre el orden mayoritario
y los que están allí subjetivados. Todavía puede uno preguntar,
desde ese punto de vista, si la matriz del bloque de alianza no sos-
tiene una cierta versión de la "simplificación del antagonismo",
en el sentido de una reducción de las posibilidades identificativas
entre las cuales, precisamente, esos dobles devenires se hacen ur-
gentes y necesarios. Pero esto nos llevaría a interrogar, al mismo
tiempo, prolongando los envites de la micropolítica más allá de
sus primeras formulaciones guattaro-deleuzianas, las reacciones

64 MM, p. 291.
65 MM, pp. 291-292.
POLITICA Y ESTADO EN DELEUZE Y GUATTARI

[ 298 J que una mayoría puede oponer a su propio devenir-menor, sin


desconocer sus ambivalencias, resistencias, ya no digamos de su
violencia extrema.
Sin embargo, esto no sería más que otra forma de significar
que, si es mediante una mt1ltiplicación de los "bloques de alianza"
o de semejante doble devenir qt1e puede proceder el "devenir-mi-
noritario de todo el mundo" en tanto que constrz1cción política, su
proceso no remite, entonces, menos a los despertares oportunos
de la "Historia", que a las espontaneidades jubilosas de la "vida".
Qgjzá la cosa sólo permanece obsctira a fuerza de mantener dos
errores teóricos que comprometen la política de las minorías en
Deleuze y Guattari, dos errores políticos que son, precisamente,
el resultado de una visión demasiado "teoricista" de su filosofía:
raciocinar sobre "el " devenir in abstracto, al margen de los acopla-
mientos de devenires que siempre están circunstanciados y que
componen problemas de experimentación colectiva capaces de
volver realmente abstractas las posiciones identitarias; hacer (teó-
ricamente) de lo múltiple algo dado, en el ser o en una estructura
trascendental, cuando está todo por hacer (prácticamente) y no
se construye más que en acoplamientos dinámicos, en co11exiones
de devenires asimétricos. "Antes del ser, está la política", y antes
de la ontología, la estrategia: son las construcciones de alianza las
que deciden el tipo de multiplicidades, así como la invención o
reproducción de las prácticas de identidad. Sin duda hace falta,
entonces, renunciar a presuponer que una conciencia colectiva
no ptiede recibir ningún otro contenido que el de tina identidad
común (identidad de "intereses objetivos", de problemas o con-
diciones) para aceptar de buen grado una conciencia universal
que tenga por contenido una comunidad de transformaciones
interdependientes, capaces de modificar la forma misma de lo
universal: la universalidad de un proceso de invenciones relacio-
nales, y no la de una identidad de stibsunción; una tiniversalidad
que no se proyecte en un máximo de integración identitaria, pero
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que se programe y remodele en un 1náximo de enlaces transver- [ 299 J


sales entre heterogéneos; 1nejor que un universal socio-lógico,
como categoría de clase, u11universal estratégico como dinámica
de prácticas de alianza, donde la alianza no proceda 11ipor inte-
gración de los términos en una identidad superior que los ho-
mogeneiza, ni por confrontación mutua de las identidades dife-
renciales, sino por esos bloques de devenires asimétricos, donde
un término puede devenir otro, gracias al devenir-otro de otro
, . ,. , .
termino, que se conecta a su vez con un enesinzo term1110, en una
serie abierta. Ya no, finalmente, una universalidad extensiva y
cua11tificable, sino, por el contrario, una universalidad intensi-
va in11umerable, donde los sujetos devienen comúnmente, según
un proceso en que sus anclajes identitarios tienden a cobrar una
plasticidad que los vuelve n1aleables y transformables. El deve11ir
es, desde este ángulo, una práctica de transfere11cia qL1e modifi-
ca el problen1a de la orga11ización política, al introducir la cues-
tión de una transferencia institucional directamente relacionada
con la concepción radical1nente constructivista de la autonomía
que reclama u11nuevo internacionalismo minoritario. ¿Minorías
de todos los países, devenid... r Fórmulas excesivas, ya lo decíamos.
Concluyamos, e11tonces, alrededor de la estructura manifiesta-
. ,. " "
mente s1ntomat1ca de este exceso .
Conclusión:
la micropolítica no ha tenido lugar

E11 el último capítulo he privilegia do la forma como el concepto


guattaro- deleuzian o. de 1ninorita1·
.
io reinterpre taba, p-or una
serie ·.···..
""de tranif ;ma io11es, la figura del proletaria do, .que no es otro
qué el concepto marxista y socialista del .devenir-revolucionario.
No concierne , sin embargo, a esta única fig;.;rá: Es de hecho des- ..
tacable que el tema de las minorías mezcle, a través de los ejem-
plos invocados o los casos de análisis retenidos por Deleuze y
Guattari, temporali dades y geografía s múltiples cuyas coyuntura s
y conflictos l1ace comunica r precisame nte. El primer dato, tan
general como patente, es la constituc ión de las minorías dentro de
la forma ideológico -política de la Nación, en procesos históricos
variados de co11strucción de subjetividades nacionales, uno de cuyos
efectos correlativ os y recurrent es son las minorías: "[las naciones]
110 sólo se constituy en en una lucha activa contras los sistemas
imperiale s o evolucion ados, contra las f eudalidad es, contra las
ciudades, sino que ellas mismas aniquila11 sus 'minorías ', es decir,
fenómeno s minoritar ios o que se podría llamar 'nacionali tarios',
que actúan sobre ellas desde dentro, y que encontrab an, cuando
era necesario , un mayor grado de libertad en los antiguos códi-
gos. Los constituy entes de la nación son una tierra, un pueblo" 1

1 MM, p. 461.

[ 301]
POLITICA Y ESTADO EN DELEUZE Y GUATTARI

[ 302 J -y se sujeta un pu ebl o al estado de 1ninoría privándolo pri me ro


de su tierra, no menos que de su lengua, y tratando un a tier ra
como si est uvi era vacía de pu ebl o 2, no menos que una lengua
como muerta o fol cló ric a-. Pero son tam bié n esos fen óm eno s
nacionalitarios, producidos o "co ntr apr od uci do s" po r las cons-
tru cci on es nacionales, los que ret orn an cuando el Estado-nación,
me dia nte la for ma ció n de un a bu rgu esí a transnacional y las divi-
siones antagónicas que fra gm ent an la clase capitalista, ve ref lui r
la ft1nción hegemónica de la nación, haciéndola de nuevo dis pon i-
ble par a las rei vin dic aci on es independentistas 3, no sin lib rar la en
compensación y de manera reactiva a su histerización icle11titaria.
Re cub rie nd o par cia lm ent e este pri me r estrato, ---.,
deb e
------
ens
--
egu i-
. . . --- -----·--

da pre sta rse un valor esp ecí fic o al hec ho de qu e la cue stió n de
· i s mi n;r í;is haya sido introdt1cida n un estudio sobre I(aflca, ··
·· que ree mp laz a su trabajo lite rar io en un a coy un tur a política_ bie n
det erm ina da, cuyos desarrollos y efe cto s pos ter ior es hacen, sin
em bar go, com un ica r tie mp os het ero gén eos hasta el nuestro .. as",
"m áqu ina s de exp res ión " menores de l(aflca son recorridas po r
l
, De euze y. Gu att ari •.·C0l l1Q un proceso analítico qu e log ró captar
. en el campo s cial las fue rza s tod aví a irr epr ese nta ble s del fut u-
- "'. - - . ' ' '
- .

· ro pró xim o, y exp on er los agenciamientos de enu nci aci ón y las


' é ,,.-;,,

, pos iéio nes cp1ectivas de deseo que em rgí an a través de la Grar


- Gu r ; la radicalización de los nacionalismos e rop e s, -l s nue-
vas for ma s del po der bu roc rát ico , las m11tacio11es del capitalisn10
trasatlántico ... 4• Por esta razón, el trabajo de la obra es tam bié n
esq uizo-análisis. o est rat igr afí ;-c i;· i¡ ;ubjeti\Tidad( europea.'') .
.. ..

2 G. Sibertin-Blanc, "Peuple et territoire : Deleuze lecte11r de la Revue


d'Étitdes Palestiniennes", en C. Mayaux (dir.), Écrivains et intellectuels
e be, París, Honoré Cl1ampion, 201 1, pp. 251 -26 0.
franfais fac e au 111011dara
3 MM, 473: "[ ... ) por todas partes encontrarnos las premisas de un movi-
miento mundial: las minorías recrean fenómenos 'nacionalitarios' que
los Estados-naciones se habían encargado de controlar y al1ogar [... ]".
4 G. Deleuze, F. Guattarí, J(afka. Por una literatura menor, cit., pp. 41 sqq,
CONCLUSION

Se encuentran , de seguro, en juego las coordenad as sociales e his- [ 303]


tóricas con que está directamen te embragada la escritura lcaflciana:
conmocion es de las fronteras y movimient os migratorio s ligados
a la l1istoria del imperialism o, el desmembr amiento de los dos
últimos imperios multinacio nales sobre el continente , movi-
mientos anexionista s y creación de Estados, redivisione s territo-
riales y desplaza1nientos poblaciona les tras la guerra del 14. Pero,
consideran do el Cltadro de la axio1nática capitalista rr1undial y
. las utaciones tendencial es, geoeconóm icas y geopolítica s que
, .nuestros autores disci.ernen, el prople1n,1 de las .tninoría.s, in :.
"formad l principio con la coyuntura , de I(aflca. ? será después
c. como el síntoma. de t¡11 retorno de lo reprimido , qtie inscribe
lasübfetivi dad etiropea en la clausura c;ítica de una secuencia..
-liístó ica i;augurada por el desplazam iento del centro de la eco
nomía:.Íriu ndo a la potencia estadounid ense,
.....
la constrt1ccíó
---
11
.
del
•--- .. .
', ,· ' '
,, . ..
. ' . .
,•,,

bloque soviético y la bipolarizac ión geopolítica de esa economía-


mündo, la tenacid.acl de dominacio nes colo iale contestada s ya.
de i:odas partes. Retorno de la coyuntura que abr1ó esta secue11-
•·· cia l1istórica y simultánea mente dio lugar a la fabricación del
"problema de las minorías" en sus dimension es inmediatam ente
europeas: cuando al término de la Prin1era Guerra Mundial la
condición de minoría se europeizó por la forma 1nisma como
las potencias, victoriosas y vencidas, determina ron las condicio-
nes de un sistema político europeo pacificado , e hicieron de las
. minorías el laboratorio de ntievas prácticas de suj · i6n de n1asas,
desde meclidas de privación de derecho hasta pura y simplemen te
la des11aturalización y deportació n 5 • Retorno del i terminable a
posteriori con que no deja de pagarse la sistematiza ción de la for-
ma estatal-nac ional en el continente etiropeo: la constitució n de

63-65, 85-87, 119-121. [Precaución: la traducción citada llama "dispo-


sitivos" a los "agenciamientos" (n. del t.)).
H. Arendt, Los orígenes del totalitarismo, op. cit., p. 2 3 9 sqq.
POLÍTICA Y ESTADO EN DELEUZE Y GUATTARI

[ 304 l la mi no ría como pie za orgánica de un no1nos co nti ne nta l fun da do


sobre la articulación ter rit ori al e ide nti tar ia -E sta do = na ció n- ,
la incapacidad est ruc tur al de l sistema para pre sci nd ir de esas téc -
nicas de mi11orización q11e son pa rte de su articulación, la nece-
sid ad crónica de reactivarlas para hacer rentables las rivalidades
econó1nicas y po líti cas intracontinentales, tan to como las l 11chas
y rei vin dic aci on es po pu lar es de ntr o de cada Estado. Se conoce
la am pli tud de las baterías significa11tes que cristalizaron en esta
coyuñ1:u · , ·co. e11.za11do
,, . "
po r el sig
.
nif.
ica.
nte mi sm
.
o de "m ino ría ", ·
su bru sca inf lac ión e11 el vo cab ula rio jurídico de l derecho in-
ternacional, pe ro tam bié n su ins cri pc ión en un a serie de cortes
y co11exiones 11uevas -in mi gra nte de de ntr o/a pá tri da , enemigo
int eri or /tr ab aja do r extranfero, olo niz aci 6n /pr ole tar iza ció n .. ,__:_
···en cuyo seno fue redefinida la minorización como agenciamien-
to de po de r, y ci lasque nada pe rm ite pensar que no sean todavía .
' las nuestras'. En su análisis de esta coyuntura, Ar en dt hacía al
paso esta observación crucial: "Lo s mo vim ien tos de lib era ció n
nacional del. Es te eran revolucionarios en la mi sm a for ma que
los 1novimientos obreros de Oc cid en te; ambos representaban a
los estratos 'ah ist óri cos ' de la población eu rop ea y am bo s se es-
for zab an po r lograr u11 reco11ocimiento y un a participación en
los asuntos públicos. Con10 el objeto era co11servar el statu qua
eu rop eo , la concesión de la autodetermi11ación nacional y de la
sob era nía a todos los pueblos eu rop eo s pa rec ía ine vit ab le. La
alt ern ati va hu bie ra sido conde11arles implacable1nente al status
de los pueblos coloniales (algo que los pan-n1ovimie11tos habían
pro pu est o sie mp re) e int rod uc ir los métodos coloniales en los
asuntos eu rop eo s" 6• Fluctuatio a11imi en el nu evo nomos de la tie -
rra, como si los Est ad os l1ubieran vacilado en tre dos soluciones,
dos maneras de concluir la Pa x Eu1·opa: o bie n la minorización
generalizada, o bie n la colonización intraconti11e11tal. Como la

6 Ibíd., p. 228 sqq.


CONCLUSION

segunda hab ía dado for ma al des enc ade nam ien to de la guerra, [ 305 J
las potencias que salieron victoriosas optaron entonces por la ge-
neralización del Est ado -na ció n par a el conjunto del continente,
sistematizando la subordinación de las inst ituc ion es de la ciuda-
danía al prin cip io de la nacionalidad, y "ex clu yen do incl11siva-
me nte '' cerca de un terc io de las poblaciones de los nue vos Es-
tados que se encontraban ofic ialm ent e rec ono cid os en situación
de excepción, puestos bajo la pro tecc ión esp ecia l de organismos
internacionales imp ote nte s par a hac er resp etar dicha situación,
incluso en nombre del prin cip io de soberanía nacional de que
emanaba el estado de minoría. Para conservar el statu qua, las po-
tencias europeas adoptaban un-método que hacía, no me nos que
el otro, imp osib le el statu qua, y que volvía· esta imp osib ilid ad .
· ínísina ínás explosiva que nunca. Per enn izab an el estatus de las
•. minorías en el sistema pol ític o eur ope o, abr ían el campo de con-
flic tos nacionalitarios inexpiables en los .11uevos Est ado s creados
al Est e, encargaban a las alianzas socialdemócratas y nacionalis-
tas rep rim ir las luchas obr
. . eras al Occ ide nte , se .pre par aba n, ahí
· donde esas alianzas se mostraban imp ote nte s, a soltar la rienda
de organizaciones· fas cistas para acabar el trabajo, e introducían ·
. ,, ' ' '

también los métodos coloniales en los asuntos eur ope os, comenzando
,, . .. '

por las medidas de sujeción y ciudadanía a me dia s exp erim ent a-


das antes en las colonias, de derechos parciales para las minorías
nacionales, de estado de exc epc ión per ma nen te para las minorías
apá trid as.
--- ------------ ..
..
Cad a nue vo frac aso en la con stru cció n pop 11lar de una
ciudadanía europea, como el que inquietaba a Del euz e y Guattari
en 1977-1978, cuando vier on aplastada esa hip oté tica construc-
ción por la formació11 de un espacio policivo-judicial, cimenta-
do en los intereses de las potencias economías dominantes 7, po-
día aparecer ya como una nueva manera de aprestar los Estados

7 G. Deleuze, F. Guattari, "La peor manera de construir Etiropa", Dos


regí1nenes de locos, op. cit., pp. 141-143.
POLITICA Y ESTADO EN DELEUZE Y GUATTARI

[ 306 J eur ope os par a rep rod uci r las téc nic as de seg reg aci ón y rep res ión
her eda das de ese com ple jo de col o 11ización int erio r, trat and o a
las poblacio11es una tras otr a corno colonizadas y exi liad as, min o-
rías nacionalizadas y apátridas, inm igra das de den tro o sin tierra,
"•
De. leu·-·ze y Gu atta ri per cib iero n en las mi11orías el refe ren cia l
- .,,, ••,. , , ' "
'
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nod al de las pol ític as cap ital ista s con tem por áne as, qui zás por que
, •-.•,·" , " '
..

... en ese
refe1·encíal se fttsionan esas escenas n1últiples que tiene11
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'-ve ci:o riza ció n de los pro ble ma s teó ric9 -pr áct ico s --d e s,ubjetiva-,
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c::i6i1 y c.:oncientización pol ític as, de. org ani zac ión y pro gra ma cio -
··· 1ies esttatégic:as.-. ·tran spo rtad o por · el ign ific ant e n1ino ·it¡1·iÓ, ..
· coficlensa '!'.tria mu ltip lici dad · de ·fr nte s irre duc tibl es a una líne a
-----"·-····•·-•· ' . -' , · , · , , " ' - · .. ,'•-.<·' ,',,_"'', :',- .. ', ,·,',-. ,_:-·,,,-· :"".,.',••,·· ,'
··pol ític a sim ple . Av eci nan do los análisis de Are ndt sob re las n1i-
, 'no1;ías com o "in stit ltci ón per ma nen te" del sistema esta tal- nac io-
- ' , ' '

nal eur ope o 8; rein terp reta ndo asim ism o los análisis de Benjamí11
sob re la construcció11 "es téti ca" del pue blo nacio11al por el fas-
cismo y, más gen era lme nte , las irnpulsiones l1istóricas con trad ic-
tor ias de la Na ció n com o operació11 de subjetivació11 col ect iva 9;
ide11tificando la i11teriorización de los mecanisn1os de dom ina -
ció n col oni al en los paí ses del ca¡)italismo avanzado, y abrie11do a
un tiem po el cuestionan1ie11to de sus efe cto s sob re las rela cio nes
de ftterzas int rac ont ine nta les, sob re los mo dos de sub jeti vac ió 11
antagónica, per o tam bié n los mic rof asc ism os y las cris pac ion es
a11timinorías pot enc iad os ¡)or esa "pe rife riza ció n int erio r", ---De. __ _
,

leu ze y Gu atta ri pro pon en una fór mu la que con den sa esta plu -
i
ral d ad ele vía s gen ealó gic as de em erg enc ia del dev eni r-m ino ri-
.. tar io como mo do par adó jica me nte dom ina nte (¿i1zdq111/nanter) de
subjeti,ración de las luchas. eman ipacloras, en una coy unt ura en ..
.
,
que los "no mb res del pu b]o " .·-.. la N"a ió11, 1 Pro leta riad o, los ,.

8 H. A.re11dt,Los orígenes del totalitaris1110, op. cit., p. 230 sqq.


9 MM , p. 461; véase G. Deleuze, Cine 2. La i111agen-tie1npo, op. cit., pp.
201-206, 209-231, 286-295.
CONCLUSIÓN

Colonizados-:-:- se han vue lto flot ante s, cuando. nq indisponibles: .. [ 307 J


El ptteblo falta '. El pue blo falta, y en las condiciones en que falta,
-ha ce falt a que las minorías ocu pen su lugar o inve nten _otro . Qg_,e
ésta fórm ula esté supremamente sob red eter min ada ; que pue da
cobrar muchos sentidos hete rog éne os, incl uso , antinómicos, y
que nin gun a decisión teór ica pue da, entonces, resolver a priori la
mu ltip licid ad de escenas inte rior es que la pue blan y la dramati-
zan, es evid ente a la vist a del problema.
. . . 1
'1I El pueblo falta.:J

Para empezar, la hist oria de esta fórm ula des-
mu ltip lica SllS propias resonancias y sign ifica cion es. Deleuze y
Gua ttar i la toman prestada de l(afl<a, per o tam bién de Paul l(le e,
quien evocaba, en su con fere ncia de 1924 en Jena, el per iod o
posrevolucionario de la Bauhaus durante los años 1919-1922, en
particular, los problemas planteados por el pro yec to de "la unión
del arte y el pue blo " en una Gesamtkttnstwerk. .,_-"-'La fórm ula es tan
' '

inseparable de su fech a como de la coy unt ura de su enunciación,


' '

l1Ue atraviesa y es atravesada por una esce na hist óric a teñida de


.. sangre y ·esperanza: la revo luci ón de· 1917, la per spe ctiv a de su
exte nsió n a un país dotado entonces del mo vim ient o obrero
más pot ente de Eur opa , la Rev olu ción de Nov iem bre y la fu-
gaz Rep úbl ica de los Consejos, viol enta men te rep rim ida por el
SDP armado de los Freikorps. Pero, des de ento nce s, la fórm ula
rem ite a un problema indisociableiñe11te/.estetico y p lític o; qµe
"'at rav esab a todo el siglo XIX: el romanticismo,. el per iod o de las
····simpatías anarquistas de Wa gne r y sus prim eras teorizaciones so-
- bre el gemeinsame I(i1nstwerk der Zt1kt1nft, la obra de· arte. común>
del por ven ir, cuyos enunciados canó11icos. serán retomados por
Gropius en el Manifiesto de la Bauhaus (19 19) , poc o antes de ser
·· inst rum enta liza dos por los fascistas alemanes. Des de entonces, el
7
· pue blo falta, no sólo por que el proletariado revolucionario ftiera t
r
rep rim ido con sangre, sino por que el pue blo se divi dió de man e- ;
'
ra irre vers ible en la hist oria de las cargas ideológico-políticas an- i
tagónicas de su con cep to, mie ntra s la obra de arte tota l, llamada a/
POLITICA Y ESTADO EN DELEUZE Y GUATTARI

[ 308 J i unificar un sujeto colectivo que anticiparía su propia potencia de


/ acción futura, repatriará pronto el proyecto de un arte de masa
\ al servicio de la cons trucción proletaria e i11ternacionalista del

l "hombre total", en el hogar ideológico de la revolución nacional,


la comunidad vital y la regeneración de la raza'º.
Esto basta para conferir a la fórmula inicial una ambigüedad
profu11da, dando a e11tender de dos maneras muy diferentes el
·-reco11 i.111iento de. lo minoritario como subjetivació11 política.
Acaso "El pueblo falta" quiere decir que sólo está presente por
1-
('\J \ una instancia en la que se confunde, por la incondicional igual-
dad o universalidad política, cuyo nombre es el suyo: por una
minoría que ocupa el lugar del pueblo en su ausencia, que vale
por ese pueblo que no está dado y así, incluso en la impotencia
; y la opresión, le da una presencia que recuerda, porque falta, su
C. exigencia. Así, "en el momento en que el amo, el colonizador
proclaman 'nunca hubo pueblo aquí', el pueblo que falta es un
devenir, se inventa, en los suburbios y los campos de concen-
tración, o bien en los ghettos, con nuevas condiciones de lucha
. ·,· necesariamente política a las que un arte debe contribuir" 11• Pero
((l,l i\
puede significar también, a la i11versa, que lo minoritario ocupa
el lugar de esa ausencia misn1a, que presentifica, no el pueblo que
falta, sino la falta misma, haciendo de esa falta en persona un acto
, de resistencia contra las fuerzas que proyectan la imagen de la
1': existencia de ese pueblo actual o por venir, cuya plena presencia

r 10 Sobre todas estas cuestiones, la totalización como problema indiso-


ciablemente estético y político, a partir del romanticismo, los dife-
rentes destinos de la fisura tierra/pueblo, el n101nento wagneriano y
sus propias ambigüedades, la evolución de Paul I(lee, véase MM, pp.
342-346 sqq; sobre la crisis l1istórica del proyecto de un aí·te 1·evd
· 1úcio11ario co1no arte de masas, correlativo de la crisis irreversible
de un concepto pleno de pueblo, véase la discusión de las tesis de W.
Be11ja min y de S. l(racauer en G. Deleuze, Cine 2. La i111age11-tie111po, op.
. ' , .,
czt., cap. 7, secc1on 1, y cap. 10, secc1011 1.
.

11 · G. Deleuze, Cine 2. La i111age11-tie111po, op. cit., p. 288.


CONCLUSION

no podría ser proclamada sin que no englobara ya la eliminación \ [ 309 ]


de las minorías. De modo que, a través de su obstinada reitera-~
ción, de libro en libro, la "fórm11la" se pone a sonar, en el sentido
lacaniano en que Deleuze empleará, por ejemplo, la sentencia
de Bartleby: I would pref er not to. El pz1eblofalt a ... la fórmula que
salvamos del desastre, antes del derrumbamiento, y cuya mera
insistencia basta para oponerse a toda pretensión de constituir
un sujeto de en11nciación que valga por el todo.
- .
las min oría
.
s
.
puedan ser perc
. .
ibidas com o'
los
'
hogares
-
de
..
una subjetividad política capaz de instanciar al Pueblo, en tanto
, que falta, luego, en tanto que no existe como no sea reafirmado.
por un lugarteniente-- que, sin embargo, no puede identificárse-
'
- ...

•,. le ni arrogarse el nombre, las convierte, desde el punto de vista ,


guattaro-deleuziano, en un analizador privilegiado de las aporías
-,histórico:..conceptuales de la subjetivación política contemporá.:-
nea, tanto como en un operador decisivo de las recomposicio-
. 11 s de la política emancipadora -alg o que, por cierto, no hace
· previ.sibles sus figuras y sali das -. Desde este· ángulo, encuentro·
perfectamente fundada la lectura de la "estrategia minoritaria"
,
g11attaro-deleuziana propuesta por E. Balibar, como parte de una
act11alización de eso que ha llamado "la antinomia de la civilidad
antiestatal" La cuestión de la ascensión a "la extrema violencia
12

objetiva" y "subjetiva" todavía está en el horizonte, pues se trata


allí de interrogar la finitud del campo político a partir de las di-
ficultades que aparecen cuando se quiere asignar condiciones de
posibilidad a la política que no envuelvan, al mismo tiempo, sus
condiciones de imposibilidad. Por eso he intentado discernir en
Capitalismo y esqz1izofrenia, tomando co hilo conductor el ma-
t:erialislllo de los "procesos maquínicos", diferentes vías de ilimi-
. tación de la violencia o de ascensión a sus fig11ras anaeconómicas.
Pero es también la forma de atraer una intuición de fondo del

12 E. Balibar, Violence et civilité, op. cit., p. 187.


POLIT/CA Y ESTADO EN DELEUZE Y GUATl-AR/

[ 310] pensa mient o guattaro-deleuziano, segú11 la cual, contingencia y - ·""'•"' ,, ' ,. " ' '

finitu d de la políti ca son irredu ctible o, mejor, puestas sin cesar


e11 juego, ya que siempre s en uentra SOllletida a un heter ogéne o,, .
. hajo la depen denci a de una inst.a11cia que, desde u11 lugar disti11to
,, .

de aquel donde se ejerce la política, no deja de exponerla ª· u11a .




contingencia ele su propia co11tingencia.. Dicho de otro modo: esa ins-
tancia que desplaza sin cesar las condiciones de la políti ca puede
transformarlas, pero tamb ién destruirlas, aunque no sea inscribi-
ble en el orden de las racio11alidades políticas en que produ ce sus
/ efecto s, ni traducible en silogismos prácticos de medios y fi11es,
proporcionable con cálculos tácticos y anticipaciones, axiomati-
zable en la institució11 de los derechos y deberes, o en los i11stru-
.1 me11tos de regulació11 de las relaciones de fuerzas históricas.
Para probl emati zar una instancia semejante, teórica, pero
Guatt. ari y Deleu ze propu sieron alguna
tambié11 prácticame11te, ,..... ,,

vez el co11c
' ··.
epto de "proc eso desea nte" (o deseo esqui zofré nico) , ,,,

luego el "deve nir-m inorit. ario", forjados todos al filo de u11a in-
. ' . ' ' '

terróg acióii insistente sobre el fascis1no histór ico y los 1neca11is-


mos perm anent es de un microfascismo .de masa en· 1os Estados
nacionales capitalistas de posgu rra. De ahí la impo rtanc ia dada
. •• ' ' . •
' 1

a lo largo de este libro al "trop ismo entre -dos- guerr as" del pen-
samiento guatt aro-d eleuz iano de la políti ca y el Estad o. A todo
lo largo de su obra con1ún no dejará11 de ver en el fascis1no una
conde11sació11 de la aporí a nodal de la política: la incapacidad de
onqÜistar una . aptitu d para manejar las cristalizaciones incons-
- . . ' ' '

· ciente s de las ident ificac iones colectivas, en la urgen cia de una


. ' ' . '

coyun tura marcada por la manipulación del incon scient e a escala


de las· masas, por donde se destrttía el propi o espacio políti co. Es
•.. el probl ema que Deleu ze y Guatt ari señalaban en la inquietttd
inaug ural del freudo-marxis1no reichiano, a cuya interp elació n
debía n respo nder las prete nsion es teóricas y prácticas del freu-
dismo tanto como del marxismo: los mecanismos de ide11tifica-
ción colec tiva y, en últimas, el lugar gue se reserv a al trabajo
CONCLUSION

del fantasma en el análisis político, al imaginario de las iden- [ 311 J


tificacione s institucionales e "histórico- mundiales ", incluso en
sus formas extremas de clespersonalización o, por el contrario,
de histerización y delirio de las identidades (pero, a decir ver-
dad, las formas extremas comunican y mucl10 en los periodos de
crisis económica y política, cuando se exacerba la competencia
entre Estados, poblaciones y territorios) , Pero habrá sido, tam-
bién, una forma de ahondar en sus implicaciones prácticas, de
replantear el problema fundan1ental de toda política de eman-
cipación qt1e prepone y está prepuesta por la autonomía de su
sujeto: el problema de la heteronom ía de una política que no
acaba nunca de dominar enteramen te sus propias condiciones.
Aún más, se habrá llevado ese problema a su límite "excesivo":
el de una i11 tancia heterogéne a impolitizab le, esa otra escena del ·.
inconscien te donde se inscriben sintomáticaÍneni:e los impasses y
las risis que atraviesan sus agentes. O!!_,eesos síntomas teorizados
- '
. •. . . ' . ,- '

como "má qu inas de eantes", después como "devenires


. . '
·• . .
'', imposi-:-
,. . . .

bles de integrar en una racionalidad política, estratégica, incluso


•··ético-social,· en el sentido de una Sittlichkeit hegeliana, puedan,
. sin embargo, reto;nar brutalmen te en relaciones C0l1 el cuerpo y .
el lenguaje, el arte y la sexualidad, el tiempo y el espacio, dejando
·trazas de la heterogene idad de los sujetos de la intervenció n polí-
. ' ' - ' ' '

tica respecto de sí mismos, es algo que reclama la.construcción de


· un espacio analítico stti generis que permita acomodar las postu- ·
. ras, no sin conjurar los desastres que ocasiona todavía la prete11-
.
sión de ganar sobre ellos una influencia absol11ta. A este espacio,
Deleuze y Guattari retraerán la instancia dé lo min.orit:ario,\o
\'- .,, . . .
ese "complejo" en que se subjetiviza y colectiviza una resistencia,
' . ./

en la más turbia proximida d con la violencia extrema. Complejo


que un pasaje de El intruso de Faullcner expresa profundam ente,
cuando evoca la situación de los blancos del Sur tras la Guerra
de Secesión, hombres y mujeres, ricos y pobres, del campo y la
ciudad: "Estamos en la situación de un alemán después de 1933,
POLITICA Y ESTADO EN DELEUZE Y GUATTARI

[ 312 J que 110 tenía otras alternativas que ser nazi o judío" 13 • Nueva
"fórmula", propicia para abrir esa esce11a atenta a los factores
que, en semejante coyuntura, pueden conducir a la condensación
y simultaneidad contradictoria de una reducción de las posibi-
lidades identificativas, de una desidentificación forzada, y u11a
identificación imposible. Esta escena que Deleuze y Guattari
tematizaron al principio ¿orno
"esquizo-analítica", después co-
( :. \ '" mo . "análisis micropolítico" de los devenires-minoritarios, ha- -
1
. ' ', _____
, -· -- ' ' ,_

i ·,1 / ce de ellos no sólo los primeros lac:ano-marxista:s,\ a quienes los .


, ,, , , V
, , , ,, -
,
,'- , , , , ,

siguie11tes, Zizelc a la cabeza, se han guardado l1asta la fecha de


,

' - " ' '


' , . . . ' ,

confrontarse seriamente, sino también los primeros pensadores .•.



s .

de lo "imp'olítico"' en la secuencia de posguerra, cuyos diálogos ..


con Derrida, Esposito y Balibar siguen todavía por inventar,
No puede ser anodino, bajo todos estos aspectos, que los dos
'J gra11des textos de Deleuze sobre lo minoritario h ay an sido pre-
J. cisamente consagrados a prácticas artísticas: con Guattari, des-
de 1975, la máquina de escritura de l(aflca y el problema de las
literaturas menores para los escritores cl1ecos del imperio aus-
trohú11garo agoniza11te; luego, a comie11zos de los años 1980, el
cine del Tercer Mundo, e11los análisis de La i1nage11-tie111po so-
bre el lugar de una política del cine minoritario en las lucl1as
de descolonización y poscoloniales 14• En cada caso, la cuestión
está en determinar como mi11oritario, no el pretexto de u11a"es-
tetización" de los problemas políticos, sino, por el contrario, la
instancia problemática en función de la cual debe definirse una
cierta políti ca mi11orita1·ia que convoque las fuerzas y los medios
del arte para a11aliza1· (pues, otra vez, se trata de u11a cuestión
decisiva: la transferencia) las modalidades ide11tificadoras de los
grupos, introducie11do el "juego" y la distancia para nuevas desi-
dentificaciones e identificaciones, ahí donde el espacio para la

13 Citado en MM, p. 292, n. 65.


14 Véase G. Deleuze, Cine 2. La i111agen-tie111po, op. cit., pp. 201-206.
CONCLUSION

subjetivación política tiende a cerrarse, y la práctica política a [ 313 J


abolirse desde el interior, De ahí, por ejemplo, la importancia
del lugar que el análisis delet1ziano del cine minoritario act1erda
a la idea de una "fabulación" creadora, capaz de operar una re-
distribución de las identificaciones posibles, apostándoles a mo-
mentos de "ficción" y "realidad" indiscernibles (cuando la gente
"real" elabora ficciones sobre identidades impuestas o recusa-
das), de reversibilidad de lo imaginario y lo real, o de colusión
entre lo mítico y lo histórico, para reconstruir una superficie
de circulación a través de las series de "estados'' en juego o de
identidades simuladas, y relanzar un proceso de subjetivación po-
lítica bloqueado hasta la fecha. Una apuesta: pt1es la inclusión de
la fabulación de las identidades en un proceso semejante conlle-
va efectos indecidibles, en cuanto a la maleabilidad política de
los encadenamientos de violencia y contraviolencia que pueden
despertarse 15• Así lo sugieren los análisis de I(aflca y el cine de
minorías: la heteronomía del sujeto de la política o esa instan-
cia heterogénea que trabaja, de plano en lo real, en ese campo
de las prácticas políticas, lo imaginario de las identificaciones y
desidentificaciones, confronta necesariamente la práctica teórica
a su propia heteronomía. En otras palabras, los procesos críti-
cos de subjetivación, en tanto que apelan a la investigación de
las condiciones heterónomas de construcción y transformación
de las identidades colectivas, no pueden ser pensados filosófica-
mente sin que el concepto filosófico y su discursividad no sean
también confrontados a su alteridad, la misma que les confiere
toda su materialidad. Así, los pasos decisivos para la teoría, aquí
como allá, pueden darse a mentido sobre escenas no teóricas: la
historia, pero también el arte, y el inconsciente. Pero es todavía

1 5 Véanse los análisis del cine de Glauber Rocha y las referencias indi-
rectas a Franz Fanon, en G. Deleuze, Cine 2. La imagen-tiempo, op. cit.,
cap. 8, s. 3.
POLITICA Y ESTADO EN DELEUZE Y GUATTARI

[ 314 J cuando las luchas macropolíticas apremian, cuando esas escenas


son necesarias para abrir un espacio analítico que permita acoger
esos síntomas "impolíticos" en que se juega11, a u1t tie111po, la sub-
jetividad revolucio11aria y el derrumbamiento de la posibilidad
misma de la política: cara a cara, espalda a espalda, espalda a cara ...

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