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Apellidos y Nombres
Fecha
04/11/2023
Carrera
Administración de Empresas
Catedra
Tema
Catedratico/a
Correo Institucinal
edar.guevara.arroyo@utelvt.edu.ec
Celular
0994289345
4.1. - ¿Qué son los Tributos?
En el ámbito económico, el tributo es entendido como un tipo de aportación que
todos los ciudadanos deben pagar al Estado para que este los redistribuya de
manera equitativa o de acuerdo a las necesidades del momento. Conocer qué
son los impuestos, contribuciones y tasas, cuándo y por qué se pagan, y tener
una adecuada planificación fiscal es importante para mejorar la salud
financiera de empresas y familias.
Una figura que resulta clave en la comprensión del concepto de tributo es
el hecho imponible. En este contexto, se trata de la circunstancia o presupuesto
de hecho (de naturaleza jurídica o económica), fijado por la ley para configurar
cada tributo, cuya realización origina el nacimiento de la obligación tributaria
principal. Es decir, el pago del tributo. Por ejemplo, la obtención de renta es el
hecho imponible en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas
(IRPF) o la posesión de un bien inmueble el del Impuesto de Bienes Inmuebles
(IBI).
Las tasas estatales: Aplicadas por el Gobierno central por servicios que
se prestan desde el Gobierno nacional.
Tasas autonómicas: Al igual que las estatales, tasas que aplica el
Gobierno, pero en este caso de la comunidad autónoma o la región
correspondiente.
Las tasas locales: De igual forma, hablamos de una tasa aplicada por
los ayuntamientos.
Tasa administrativa: Aquella tasa que debe abonarse por el uso de un
servicio público. Por ejemplo, por la expedición del D
¿Qué son los gastos deducibles y qué tipos existen?
Todo contribuyente está obligado a pagar impuestos, pero también tiene
derecho a restar determinadas salidas de ingresos en su declaración, los
llamados gastos deducibles.
Algunos tipos de tasas serían, por ejemplo, el abastecimiento de agua, un vado
permanente, o unas tasas judiciales. Cabe destacar en este punto que la tasa
no es un impuesto, sino el pago que una persona realiza por la utilización de un
servicio, por tanto, si el servicio no es utilizado, no existe la obligación de
pagar.
El estudio de los tributos no resulta importante sólo para aquellos interesados
en su salud financiera, sino que también sirve para comprender muchas de las
decisiones que se toman desde el ente público, en el que la financiación
depende de manera casi exclusiva de lo que recauda con estos tributos. Por
otro lado, entender el tipo de tributo que se está pagando ayuda al ciudadano
a entender por qué la administración lo está cobrando y cuánto deberá pagar
por el mismo.
¿Qué son los tributos?
Los tributos se pueden clasificar en tasas, contribuciones especiales e
impuestos.
Las tasas son los tributos que se pagan por la utilización, para beneficio
particular, de un bien público como, por ejemplo, la tasa que se pagan en los
bares por tener una terraza en la calle en verano o la tasa para renovar el DNI.
Las contribuciones especiales son los tributos cuyo hecho imponible consiste
en la obtención por el obligado tributario de un beneficio o de un aumento de
valor de sus bienes, como consecuencia de la realización de obras públicas o
del establecimiento o ampliación de servicios públicos.
Los impuestos son los tributos exigidos sin contraprestación cuyo hecho
imponible está constituido por negocios, actos o hechos que ponen de
manifiesto la capacidad económica del contribuyente, por
ejemplo, IRPF (impuesto sobre la renta de las personas físicas), IVA (impuesto
sobre el valor añadido), etc.
Los tributos son la mayor fuente de ingresos de los Estados actuales, por lo
que se usan para financiar las actividades del estado y también se usan para
financiar prestaciones por desempleo, inversión de escuelas públicas, etc.
También tenemos los impuestos estatales, que son recaudados por la
administración central: IRPF, IVA, IS y los impuestos locales, como IBI
(impuesto sobre bienes inmuebles), IAE (impuesto sobre actividades
económicas), IVTM (impuesto sobre vehículos de tracción mecánica) y los
impuestos autonómicos como IP, ITP y AJD y el ISD.
Los tributos provienen de la propia esencia de la historia de la sociedad, ya que
están desde el principio de la creación de las comunidades en la tierra porque
que suelen ser para mejorar el conjunto de esta. Si quieres conocer más de
este tipo de términos no dejes de visitar nuestro glosario.
¿Para qué sirven los tributos?
Impuestos
Los impuestos no tienen una contraprestación establecida, son una clase de
tributo en el que el contribuyente no tiene por qué saber en qué será gastado el
dinero. La recaudación se realiza de forma masiva por parte de la
Administración para, posteriormente, realizar los gastos pertinentes según su
propio criterio.
El Estado determina una serie de hechos imponibles, esto es, situaciones
susceptibles de generar un impuesto, así como los criterios que determinan la
cuantía económica de dicho impuesto. Si la normativa no recoge algún hecho
imponible, se dice que tal hecho no está sujeto a tributación.
Además, los impuestos pueden ser directos o indirectos. Los directos son
aplicados según la capacidad económica del contribuyente (IRPF, Impuesto de
Sociedades, Impuesto de Sucesiones y Donaciones, Impuesto sobre el
Patrimonio), mientras que los indirectos se aplican en los bienes de consumo
(IVA, Transmisiones Patrimoniales, impuestos especiales) y no se calculan con
respecto a las rentas del ciudadano.
Tasas
Las tasas son un tipo de tributo que consiste en pagar por un servicio público
en concreto. El ciudadano, para acceder a algún trámite gestionado por
entidades públicas, paga un dinero a cambio de recibir dicho servicio.
La definición de las tasas públicas se suele hacer de forma anual en
los Presupuestos Generales del Estado. Tales servicios pueden ser la
homologación de un título académico, el registro de una sociedad mercantil o la
inscripción de una patente o marca registrada. Lo que distingue a una tasa de
un impuesto es que el ciudadano percibe una contraprestación directa en el
momento del pago.
Precios públicos
Los precios públicos constituyen el pago por un servicio público donde
también existe una alternativa privada. Son similares a las tasas, salvo porque
en aquellos casos no existe ninguna entidad del sector privado que pueda
proporcionar el mismo servicio.
El otro factor que caracteriza a los precios públicos, y que debe concurrir con la
no existencia de alternativa privada para la prestación del servicio, es que los
servicios sean de recepción o solicitud voluntaria por parte de los ciudadanos.
Algunos ejemplos de precios públicos que podemos dar para explicar esta
diferencia es el pago por entrar a un polideportivo municipal o a una piscina
pública. No están sujetos a precios públicos servicios como el abastecimiento
de agua en fuentes públicas, la Protección Civil, limpieza de la vía pública,
enseñanza obligatoria, alumbrado y vigilancia.
Contribución
La contribución es un tributo que grava los beneficios que un contribuyente
obtendría como resultado de la revalorización de bienes de su propiedad como
consecuencia de una actuación pública.
Por ejemplo, las plusvalías son un buen ejemplo de contribuciones. Un
inmueble puede haber incrementado su valor con los años porque el Estado
haya construido infraestructuras públicas relevantes a su alrededor.
Características de los tributos
ITP, AJD e IVA: los impuestos de las viviendas que debes conocer si vas a
comprar casa en España
El AJD, ITP e IVA son tres impuestos que gravan la adquisición de una
vivienda. El AJD (Impuesto sobre Actos Jurídicos Documentados) grava los
documentos notariales, mercantiles y administrativos. El ITP (Impuesto sobre
Transmisiones Patrimoniales) se aplica cuando hay una transmisión o venta de
bienes entre particulares o se constituyen derechos reales, préstamos, fianzas,
arrendamientos, pensiones y determinadas concesiones administrativas. Y el
IVA (Impuesto sobre el Valor Añadido) grava el intercambio de bienes y
servicios.
Aunque a veces no seamos conscientes de ello, los impuestos son una parte
muy importante de las transacciones financieras que realizamos a diario.
Cuando pagamos la compra en el supermercado, compramos una casa o
repostamos en la gasolinera, entre otros, estamos contribuyendo con una
porción de nuestro dinero al funcionamiento de los países o regiones donde
llevamos a cabo dichas actividades económicas.
Por ello, podemos entender los impuestos como aquellas cantidades de dinero
que una persona o empresa está obligada a pagar a favor de la Hacienda
Pública para contribuir con la financiación del gasto y la inversión pública en el
lugar donde vive. Al ser obligatorios, los contribuyentes tienen que pagarlos
según los casos que determine la fiscalidad de cada país y sin esperar ninguna
contraprestación de forma directa, es decir, que no pueden exigir nada a
cambio por estos tributos.
Pese a que podríamos pensar que se trata de un instrumento fiscal del mundo
moderno, la realidad es que en civilizaciones tan antiguas como la egipcia,
griega o romana ya utilizaban el cobro de impuestos como método de
recaudación cuando necesitaban construir pueblos, carreteras o acueductos.
En la actualidad, los Estados también utilizan el dinero de los impuestos para
pagar los proyectos de infraestructura, así como para costear el propio
funcionamiento interno de las administraciones o invertir en servicios públicos
como la sanidad, la educación o la seguridad.
Por otro lado, a la hora de pagar los impuestos existen algunas expresiones
que son frecuentes, pero no siempre queda claro su significado o importancia.
Conocerlas nos ayudará a entender mucho mejor cómo funcionan y cómo se
calculan dichos impuestos.
Cuota tributaria. No es otra cosa que el valor final a pagar por un impuesto.
Una tasa es un tributo que se paga con el fin de poder disfrutar de unos
servicios o ejercer unas determinadas actividades. La tasa basa su hecho
imponible en el uso privativo de un bien o servicio de dominio público. A
diferencia de los impuestos, dicho tributo se basa en el principio de beneficio.
Por esta razón, en otras palabras, la tasa es la cuantía económica que debe
desembolsar una persona por el uso privativo de un servicio que se encuentra
bajo el dominio del Estado. Dichas tasas están recogidas por ley y son fijadas
por el Gobierno. La principal diferencia entre tasa e impuesto es la
contraprestación directa que recibe el usuario al realizar el pago de dicha tasa.
A diferencia de los precios públicos, las tasas son obligatorias y, por tanto, no
voluntarias. Si bien es cierto que el concepto de tasa y precio público puede
variar por países.
Resulta necesario en este punto señalar las diferencias entre tasas y precios
públicos. Tienen la consideración de precios públicos las contraprestaciones
pecuniarias que se satisfacen a cambio de servicios en régimen de derecho
público, cuando se prestan también por el sector privado. Los precios públicos
no son tributos, son prestaciones patrimoniales no coactivas ya que son
voluntarias.
Las tasas son tributos que se pagan por la utilización para beneficio particular
de un bien público, por ejemplo, la tasa que pagan los bares por tener una
terraza en la calle, o porque la Administración da un servicio, por ejemplo, la
tasa que pagan todos los españoles por la renovación del DNI.
Se trata, por tanto, de una contribución económica que hacen los usuarios de
un servicio prestado por el estado. La tasa no es un impuesto, sino el pago
realizado por la utilización de un servicio. Las tasas se pagan por los
ciudadanos como consecuencia de la realización de una actuación
administrativa que les beneficia individualmente, pero que están obligados a
solicitar o recibir, como la recogida de basuras, la expedición del DNI, etc.
Las tasas de interés son el precio del dinero, hay que pagar una cuantía extra
por la cantidad que se recibe en un momento dado y el importe figura como un
porcentaje y será más grande si el préstamo sea más extendido.
Las tasas de intereses están sometidas por la oferta y demanda, así que están
puesta como lo diga el mercado.
Si la tasa baja quiere indicar que hay una gran demanda de los productos
financieros.
Ejemplos
Las tasas operan de forma diferente a los impuestos. En este caso se paga a
cambio de un servicio que realiza la administración pública o por un acto que
derive un beneficio o ventaja especial para una persona concreta. Es decir, las
tasas están directamente relacionadas con un servicio o actividad.
Otro ejemplo de serían las tasas de oposiciones, que sólo abonan quienes se
presentan a un examen o las tasas por licencia de obras, que se paga por la
autorización municipal para construir. En ambos casos se trataría de
actividades administrativas de las que emana un beneficio concreto o especial
que afecta a las personas que se benefician del servicio.
Tanto las tasas como los impuestos son tributos. A estos dos se une un tercer
tipo de tributo dentro del ordenamiento fiscal español que ya hemos
mencionad: las contribuciones especiales. En este caso estamos hablando de
tributos a través de los cuáles el sujeto pasivo obtiene un beneficio o un
aumento del valor de sus bienes. Un ejemplo serían las obras públicas o la
ampliación de servicios públicos. De nuevo, con la contribución se obtiene
algún tipo de contra prestación, por más que esta no sea tan directa como las
relacionadas con las tasas.
Impuestos
a) Ordinarios y Extraordinarios
b) Reales y Personales
Los Impuestos Fijos son aquellos que se establecen en una suma invariable
cualquiera que fuera el monto de la riqueza involucrada en este. También
incluye la categoría de graduales, que son aquellos que varían en relación con
la graduación de la base imponible.
Tasas
Contribuciones especiales
Por lo tanto, los impuestos son un tipo de tributos cuya característica principal
es que no están vinculados a un servicio o actividad concreta de la
Administración, sino que se exigen, de manera abstracta, por un hecho
imponible que nos dice la capacidad de contribuir del contribuyente.
Esta obligación de contribuir está fijada por el artículo 31 de la Constitución que
dice: “Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo
con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en
los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance
confiscatorio”, y termina reservando a la Ley la capacidad de establecer este
tipo de obligaciones.
Por lo tanto, la normativa constitucional exige que los tributos se apliquen:
Impuestos directos
Los impuestos directos, si el diseño que de ellos hace la Ley es correcto,
cumplen todos los requisitos que acabamos de ver en el art. 31 de la
Constitución.
En los impuestos directos la capacidad de contribuir se deduce de las
características personales del contribuyente y, por ello, se aplican sobre la
renta, patrimonio u otras manifestaciones de la riqueza del contribuyente y, en
ellos, es normalmente el propio contribuyente quién los liquida y paga
directamente a la Administración Tributaria que corresponda.
En España, los principales impuestos directos son:
El Impuesto Sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) y el
impuesto sobre la renta de los no residentes: en este caso el hecho
imponible son las rentas de personas físicas de todo tipo: del trabajo, de
actividades empresariales o profesionales, de ingresos de su patrimonio
como intereses o alquileres e incrementos de patrimonio producidos por
venta de bienes.
El Impuesto de Sociedades (IS) el hecho imponible es el beneficio que
obtienen las personas jurídicas.
Impuesto sobre el Patrimonio: el hecho imponible es tener, durante el
ejercicio fiscal, la propiedad de determinada riqueza (contando bienes y
restando deudas) a partir de determinadas cantidades. Está cedido a las
Comunidades Autónomas por lo que su regulación es específica de cada
una.
Impuesto de Sucesiones y Donaciones: el hecho imponible es adquirir
bienes a título gratuito. También está cedido a las Comunidades
Autónomas.
Impuesto Sobre Bienes Inmuebles: el hecho imponible es la posesión
de una vivienda u otro tipo de inmueble urbano. Su regulación y gestión
están cedidas a los ayuntamientos.
Impuesto Sobre Actividades Económicas: el hecho imponible es la
realización de una actividad empresarial o profesional. Está cedido a los
Ayuntamientos, pero, en realidad, sólo lo pagan las grandes empresas.
Impuesto Sobre Vehículos de Tracción Mecánica: el hecho imponible
es la posesión de un vehículo a motor. Está cedido a los ayuntamientos.
Impuesto Sobre el Incremento del Valor de los Terrenos o plusvalía
municipal el hecho imponible es el aumento de valor del terreno de un
inmueble en el momento de su venta o transmisión. Está cedido a los
ayuntamientos.
Impuestos Indirectos
A diferencia de lo que ocurría en el caso anterior, los impuestos indirectos no
gravan manifestaciones de la riqueza o capacidad de pago del contribuyente,
sino que gravan el uso o utilización que el contribuyente hace de sus recursos
económicos ya que este uso se considera una manifestación indirecta de su
capacidad económica. Por ello gravan el consumo.
Su mecánica, por lo tanto, es aplicar un porcentaje sobre el precio de venta de
un artículo o servicio que el consumidor debe pagar.
El contribuyente que soporta el impuesto no paga directamente el mismo sino
que lo hace a través de una subida de los precios que paga.
Esto significa que es muy difícil que los impuestos indirectos cumplan los
requisitos que hemos visto antes del art. 31 de la Constitución.
En concreto, no cumplen en absoluto el principio de progresividad ya que el
porcentaje que se aplica al precio del bien o servicio es el mismo con
independencia de que quién lo paga tenga mayores o menores recursos
económicos: todos pagan lo mismo.
Los principales impuestos indirectos en España son:
Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA): lo soporta el consumidor final de
bienes y servicios, aunque su gestión y pago la realizan las empresas
que le venden ese producto o servicio.
Impuesto General Indirecto Canario (IGIC): igual que el IVA pero que se
aplica en Canarias.
Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos
Documentados: su hecho imponible es la circulación de bienes, servicios
y derechos. Está cedido a las comunidades autónomas.
Impuestos Especiales: se aplican sobre determinados productos como el
tabaco, el alcohol, la gasolina, etc.