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Raquel Ballesteros

¡CAMARERO,
ESTE CAFÉ
ESTÁ FRÍO!
Primeros auxilios para mejorar
tu asertividad, tu comunicación
y tus relaciones personales
Título: ¡Cámarero, este café está frío!
© 2015 Raquel Ballesteros
© 2015 Viñetas para vivir ( www.vinetasparavivir.com )
Ilustraciones: Raquel Ballesteros y Gemma Ballesteros
Conversión ebook: Alfonso Alonso ( www.dibujanteypico.com )
Índice
Prólogo
Presentación
Estos son los personajes
HABILIDADES SOCIALES
Las habilidades sociales
Características de las habilidades sociales
¿Por qué nos resulta difícil ponerlas en práctica?
¿Qué habilidades sociales existen?
¿Qué ventajas tiene entrenar estas habilidades?
La asertividad
La persona asertiva
La persona agresiva
La persona pasiva
¿Cómo pensamos y nos sentimos cuando seguimos estos patrones?
¿En qué se parecen un agresivo y un pasivo?
Los derechos asertivos
¿Cuáles son nuestros derechos asertivos?
¿Cuándo nos cuesta poner en práctica los derechos asertivos?
Pequeño cuestionario de asertividad
La comunicación
Objetivos de la comunicación
Interferencias en la comunicación
Pasos para una buena comunicación
La comunicación efectiva. Reducir interferencias y malas
interpretaciones
Pasos para una buena escucha
Errores al comunicar y escuchar
La comunicación no verbal
La empatía. Habilidad básica para la comunicación
HABILIDADES ESPECÍFICAS
Gestionar conflictos
Maneras de responder al conflicto
Ideas erróneas acerca de los conflictos
Ventajas del conflicto
Afrontar el enfado del otro
Enfrentarnos a personas agresivas
Errores al enfrentarnos al enfado del otro (o posibilidades de cabrearlo
aún más)
Estratégias para enfrentarnos al enfado de otra persona
Observaciones finales. Enfrentarnos al enfado del otro
Las críticas
Las críticas. ¿Por qué reaccionamos negativamente?
Críticas constructivas... ¡Gracias!
Ventajas de las críticas
Comunicar una crítica
Errores al comunicar las críticas
¿Qué debemos evitar?
¿Y si el otro no atiende a mis críticas o no cambia?
¿Y si aún así no hay manera?
Decir no
¿Por qué nos cuesta decir no?
Aprender a decir no
Cuando empezamos a decir no...
Las personas a las que les cuesta decir sí
Expresar emociones íntimas
Expresar afecto y cercanía
Creencias que nos dificultan expresar nuestras emociones
Cuando nos cerramos emocionalmente
Recomendaciones para abrirnos emocionalmente
La ayuda
Ayudar al otro de manera asertiva
Maneras poco eficaces de ayudar
Cómo ayudar de manera asertiva
¿Qué hay que evitar?
Recomendaciones
Pedir ayuda o dejarnos ayudar
¿Por qué a veces los otros no nos ayudan?
Pasos asertivos para pedir ayuda
Despedirse
Despedida
Agradecimientos
Bibliografía
Prólogo

Conozco a Raquel desde hace años, cuando trabajamos juntos en


un proceso de coaching. Enseguida me di cuenta de que estaba
ante un corazón excepcional. Su calidad humana se reflejaba en sus
proyectos, sin que hubiese diferencia entre lo que ella hacía y quién
era. Yo sabía que su proyecto sería brillante, como ella. Fue
entonces cuando me permitió leer un primer esbozo de esta obra,
aún en fase inicial.
Leer y releer el libro de Raquel una vez terminado ha sido una
delicia. No he encontrado una sola página de lo que denominamos
«paja» o texto de relleno. Todo lo contrario, cada línea aporta valor y
conocimiento del alma humana.
Este libro, de apariencia inocente, es en realidad uno de los
mejores tratados de inteligencia emocional que se han escrito. Nos
conviene a todos leerlo una vez y asentar conceptos y prácticas
indispensables para disfrutar de una vida mejor.
Incluir ilustraciones en formato cómic es un gran ventaja, ya que
además de hacer la lectura más amena, ilustra muy bien el tema y
facilita su entendimiento. Este libro ayuda también a entender algo
muy importante: estos conceptos deberían aprenderse durante la
infancia, en la escuela y en casa. Si en lugar de series, tebeos,
cuentos violentos y películas que no aportan nada a los más
pequeños, se les facilitara el acceso a esta sabiduría esencial, la
humanidad sería más feliz, menos violenta y más evolucionada.
Las habilidades sociales que nos enseña la autora son tan
elementales que, precisamente por ello, parecen olvidadas:
aprender a decir NO me parece la cumbre de la autoestima,
aprender a gestionar las críticas es indispensable para dejar de
sufrir inútilmente... y así, tema por tema, este libro se me antoja una
herramienta básica para la educación emocional de pequeños y
mayores.
Adultos, es hora de volver a la escuela y aprender las enseñanzas
perdidas sobre la comunicación y la asertividad.
Regalen este libro a todas las personas que deseen ser felices, y
el mundo se lo agradecerá.
Raimon Samsó,
autor y director del Instituto de Expertos
Presentación

¿Cuántas veces nos hemos sentido desbordados, o abrumados,


ante la reacción agresiva de otra persona?, o ¿en cuántas
ocasiones nos ha resultado difícil negar nuestra ayuda a alguien o
hemos sido incapaces de expresar nuestras emociones de manera
adecuada?
Comunicarnos de forma eficaz para conseguir relaciones positivas
y acercarnos a nuestros objetivos, es algo que nadie nos ha
enseñado y que hemos ido aprendiendo a base de ensayo-error.
Muchas de las situaciones que provocan un conflicto con los
demás son fruto de malentendidos, de la falta de comunicación o de
la dificultad para enfrentarnos con la situación. Estas carencias se
pueden entrenar y corregir.
¡¿Cómo es posible que no nos hayan enseñado a poner en
práctica habilitados tan necesarias en nuestra vida como hacer una
crítica a otra persona, decir no, defender nuestros derechos o
negociar con nuestro jefe?!
En esta primera parte del libro te invito a conocer qué son las
habilidades sociales y cuáles son nuestros derechos asertivos. Te
mostraré cómo a veces actuamos de forma pasiva o agresiva con
nuestras relaciones (familia, amigos, etc.), y también dedicaremos
un capítulo a la comunicación. Aprenderemos a reducir los
malentendidos con los demás y observaremos cuáles son los errores
que cometemos de forma más habitual a la hora de comunicarnos.
A través de las viñetas, espero que:
• Puedas verte reflejado, tanto tú como las personas que te
rodean.
• Incorpores un poco de humor y normalidad a las dificultades que
todos tenemos de vez en cuando.

• Te plantees nuevas maneras de actuar ante ciertas situaciones,


que te permitan mejorar tus relaciones con los demás.

• Te entretengas y pases un rato agradable.


Y si esta primera parte te abre el apetito, en la segunda parte del
libro aún tendremos más ideas prácticas acerca de cosas tan
cotidianas como: enfrentarnos al enfado del otro, negociar,
comunicar y recibir críticas, decir no, expresar emociones, dar y
recibir ayuda a los demás, etc.
Todas y cada una de estas estrategias son técnicas conscientes
que puedes emplear para acercarte a aquellas personas que te
importan y establecer una relación más satisfactoria y positiva. O de
manera perspicaz, lidiar con aquellas otras que vas encontrando en
tu día a día (conocidos, jefes, compañeros de trabajo, etc.)
Porque cada persona que aparece en nuestro camino, y
especialmente aquellas que se interponen y ponen a prueba nuestra
paciencia, nos ofrece una gran oportunidad de crecer, entrenar
nuestras habilidades sociales y aprender más de nosotros mismos.
¡¿Te animas a pasar página?!
Estos son los personajes
Este libro no hubiera sido posible sin la colaboración de nuestros
protagonistas y del resto de familiares, amigos y acompañantes, que
han decidido formar parte de estas viñetas. Personajes inspirados
en personas del día a día, como tú y como yo, que se enfrentan al
maravilloso mundo de las relaciones humanas.
Ellos nos acompañarán a lo largo de numerosas viñetas, y con sus
situaciones diarias nos enseñarán cómo afrontar cada día nuestras
relaciones sociales. Aquí os los presento:
LEO es delineante en una empresa de automoción. Vive con su
mujer, Gloria, y su hijo Pablito.

Tímido y confiado fuera de casa, pero perezoso y acomodado


dentro de ella. A menudo se entrega excesivamente al trabajo y
tiende a evitar los conflictos en cualquier ámbito.
NADIA es profesora de primaria. Vive sola y comparte mucho de
su tiempo con sus amigos y familia, especialmente con su hermana
Luz, que es un gran pilar para su vida.

Ambivalente y voluble, a veces adopta estrategias manipuladoras


con quienes le rodean, o deja de lado sus objetivos y metas por
miedo al rechazo o a la soledad.
ISMAEL es economista y dirige un equipo de empleados en una
multinacional.
Tiene dos hijos y está divorciado de Claudia, con quien a menudo
tiene conflictos.
Desde hace pocos meses vive con su nueva pareja, Lorena.
De carácter gruñón y desconfiado, a menudo le cuesta mantener
relaciones positivas con los demás.
PRIMERA PARTE

HABILIDADES SOCIALES
LAS HABILIDADES SOCIALES

Leo está cansado de que su jefe le ponga pegas a todo y siempre


le acabe delegando las tareas más rutinarias y aburridas.
Así que decide enfrentar el problema y hablar con él seriamente:

Pero la realidad es que, al final, siempre termina posponiéndolo


para otros momentos.
Nadia acaba de salir de la escuela después de un día duro de
trabajo. Desea llegar a casa y poder descansar, pero ese día se
encuentra con unas amigas que hace tiempo no ve:
Y sin saber cómo, termina tomando algo hasta altas horas de la
noche.
Por otro lado, Ismael está pasando por una época difícil y pierde
los nervios a menudo:

Su manera de comunicarse con su novia Lorena no ayuda a


mejorar su relación. Más bien, hace que los problemas se acentúen
y que su estado de ánimo se resienta más.
Y es que, ¡ni Leo, ni Nadia, ni Ismael! están siendo muy
habilidosos socialmente, de ser así hubieran enfrentado estas
situaciones de otro modo.
Si quieres descubrirlo: ¡No dudes en seguir adelante!
Las habilidades sociales son un conjunto estrategias que nos
resultan útiles para relacionarnos con los otros y acercarnos a
nuestros objetivos (ya sea hacer amigos, conseguir un trabajo,
resolver una negociación o un sinfín de otros propósitos).
Estas habilidades, las empezamos a integrar y aprender a lo largo
de nuestra infancia y adolescencia, pero podemos irlas
perfeccionando durante toda nuestra vida.
Aunque todas y cada una de ellas son útiles y necesarias,
dependiendo de cuál sea nuestra profesión, nuestros intereses o
hobbies , sin duda habrán algunas que nos serán más necesarias
que otras. Por ejemplo, si somos psicólogos, necesitaremos una
gran capacidad para ser empáticos y escuchar activamente. Si nos
dedicamos a la docencia o somos políticos, una capacidad para
hablar en público, o para dar instrucciones y aceptar las críticas. Los
jueces necesitarán ser diestros en deliberar ante situaciones
conflictivas o contradictorias.
Este libro pretende introducirte en el mundo de las habilidades
sociales. Mi misión es que puedas conocerlas, identificar tus
dificultades y empezar a trabajarlas, y todo ello con ¡un toque de
humor e ironía!
Estoy convencida de que te verás reflejado en algunas de las
situaciones cotidianas que te presento.
Características de las habilidades sociales
A la hora de comunicarnos con los demás, nuestras habilidades
sociales pueden variar en función del contexto en el que estemos.
Es decir, hay habilidades específicas que se nos dan muy bien en
unos ámbitos, pero no en otros.
Vamos a verlo por ejemplo, con la habilidad de saber decir no :
A Leo, por ejemplo, no le cuesta nada decir no a su hijo Pablito. Sin
embargo, cuando está delante de su jefe, no le resulta tan sencillo:

Podemos incluso aprender a ser grandes líderes como Ismael, que


consiguió dominar a la perfección algunas habilidades sociales
complejas como hablar en público, persuadir, convencer a los
demás, etc.

Y sin embargo, sentirnos más incómodos con otras habilidades


como defender nuestros derechos y pedir tiempo y espacio.
La buena noticia es que, si somos conscientes de cuáles nos
cuestan y/o en qué ámbitos ¡se pueden aprender y mejorar día tras
día!

¿Por qué nos resulta difícil ponerlas en práctica?


Y posiblemente te preguntes: ¿Por qué algunas habilidades
sociales nos resultan difíciles y otras no? ¿Por qué algunas
personas parece que nacen con ellas o poseen tanta destreza a la
hora de relacionarse?
En realidad, y como veremos a continuación, todo es mera
cuestión de aprendizaje, y si bien es cierto que a veces puede
parecer un trabajo duro , cambiar un patrón de comportamiento es
posible.
Éstas son algunas de las razones por las que nos cuesta tener
habilidades sociales en algunos ámbitos:
• Nunca las hemos puesto en práctica antes:
Ismael, por ejemplo, nunca ha sabido defender sus derechos de
manera asertiva. De pequeño, su pasividad ante las situaciones,
hacía que difícilmente consiguiera lo que deseaba.

• Nadie nos las ha enseñado, permitido, o dado la oportunidad de


entrenarlas:
Los padres de Ismael, tampoco le facilitaron que aprendiera estas
habilidades, que pudiera tomar decisiones por sí mismo o defender
sus derechos de manera asertiva.
• Porque pensamos demasiado antes de actuar:
Nos juzgamos o nos autoexigimos demasiado, lo que permite que
aparezcan el miedo y los pensamientos negativos y se bloquee
nuestra respuesta natural y espontánea ante una determinada
situación.

• Nos autoengañamos:
Nos dejamos llevar por la pereza y apatía y posponemos la
posibilidad de entrenar y aprender nuevas estrategias.
Y así fue como Ismael fue forjándose un carácter defensivo,
individualista y agresivo, a partir de todas sus frustaciones en sus
intentos por entenderse con los demás o aguantar situaciones de
manera pasiva.

¿Qué habilidades sociales existen?


Y ahora que ya hemos empezado a entender qué son las
habilidades sociales y porqué nos cuestan, quiero mostrarte la lista
de habilidades sociales más habituales y necesarias en nuestro día
a día. Arnold P. Goldstein, un psicólogo estadounidense, hizo el
esfuerzo de recopilar las habilidades sociales que necesitamos para
desenvolvernos en la sociedad actual. Para ello, vamos a coger a
una pobre víctima : Leo, que nos ayudará a ejemplificarlas.
Te animo a que tu también descubras cuáles...
• Ya tienes adquiridas y te resultan sencillas
• Estás entrenando en la actualidad (en proceso)
• Te resultan difíciles y aún están por trabajar
Pero antes ¡Veamos como lo lleva Leo!

Habilidades sociales básicas


Escuchar al otro

Iniciar una conversación


Mantener una conversación

Formular una pregunta

Presentarnos o presentar a los demás


Prepararnos para una conversación difícil

Defender nuestros derechos


Negociar

Conocer los propios sentimientos y los de los demás

Expresar los sentimientos

Expresar afecto
Recompensarnos

Dar las gracias

Hacer un cumplido
Pedir disculpas

Ayudar a los demás

Participar
Pedir ayuda

Dar instrucciones
Convencer a los demás

Responder a una crítica

Superar la vergüenza
Encajar las bromas

Enfrentarnos al enfado del otro

Compartir
Resolver el miedo

Evitar problemas con los demás

Mostrar deportividad
Emplear el autocontrol

Pedir permiso y dejar espacio al otro

Formular y responder a una queja


Hacer frente a las presiones del grupo

Responder al fracaso
Responder a la persuasión

Mediar un conflicto
Enfrentarnos a mensajes contradictorios

Tomar iniciativas

A modo de resumen, estas son las estrategias que hemos


comentado y que Leo nos ha ayudado a ejemplificar:
• Escuchar al otro.
• Iniciar una conversación.
• Mantener una conversación.
• Formular una pregunta.
• Presentarnos o presentar a los demás.
• Prepararnos para una conversación difícil.
• Defender nuestros derechos.
• Negociar.
• Conocer los propios sentimientos y los de los demás.
• Expresar los sentimientos.
• Expresar afecto.
• Recompensarnos.
• Dar las gracias.
• Hacer un cumplido.
• Pedir disculpas.
• Ayudar a los demás.
• Participar.
• Pedir ayuda.
• Dar instrucciones.
• Convencer a los demás.
• Responder a una crítica.
• Superar la vergüenza.
• Encajar las bromas.
• Enfrentarnos con el enfado del otro.
• Compartir.
• Resolver el miedo.
• Evitar los problemas con los demás y no entrar en peleas.
• Emplear el autocontrol.
• Pedir permiso y dejar espacios para el otro.
• Formular y responder a una queja.
• Hacer frente a las presiones del grupo.
• Responder al fracaso.
• Responder a la persuasión.
• Mediar en un conflicto.
• Enfrentarnos a mensajes contradictorios.
• Tomar iniciativas.

Habrás visto que algunas te resultan más sencillas que otras,


dependiendo también del contexto (con quién, dónde, etc.) en el que
te encuentres.
Tener estas habilidades no significa tener que ponerlas en práctica
en todo momento, sino simplemente tener la libertad para poder
decidir si queremos y nos sentimos confiados y capacitados para
hacerlo (siempre y cuando lo necesitemos).
¿Qué ventajas tiene entrenar estas habilidades?
Trabajar las habilidades sociales que hemos visto nos aportará
ventajas significativas en nuestro día a día para:
• Tener un entorno social más favorable y unas relaciones
personales más ricas y significativas.

• Tener mayor probabilidad de conseguir (o acercarnos) a nuestros


objetivos en los diferentes ámbitos de nuestra vida.

• Tener mayor satisfacción con uno mismo y con los demás.

• Gozar de más salud emocional (menos culpa, menos estrés, etc.)


y física (menos dolores de cabeza, tensión muscular, etc.).

¡Y sino que se lo digan a Leo!


LA ASERTIVIDAD

Otro de los aspectos básicos en el mundo de las habilidades


sociales es el de la ¡asertividad!
La asertividad es la manera más efectiva de comunicarnos. Es la
capacidad para defender y comunicar nuestros derechos, opiniones
y sentimientos de manera respetuosa, y, en consecuencia,
acercarnos a nuestros objetivos individuales.
La persona asertiva es aquella que tiene buen dominio en las
habilidades sociales, conoce sus derechos y los pone en práctica.
Eso sí, siempre respetando al otro y dispuesto a negociar.
En nuestras relaciones con los demás, tenemos tres maneras de
comportarnos:

Y como veremos a continuación, podemos poseer ciertos rasgos o


presentar características de cada una de estas. Nadie es 100%
asertivo, pasivo o agresivo.
Pero para conocerlas bien, ¡lo mejor es verlas en acción! Así que:
¡vamos allá!

La persona asertiva
Reconoceremos a la persona asertiva por su tono de voz suave y
agradable, su mirada directa y transparente, su sonrisa y su
expresión relajada. Y en cuanto a la comunicación verbal, se
distingue porque:
Defiende sus derechos de manera educada

SIgue sus objetivos sin dejarse influir por los demás


Dice que no, sin justificarse

Expresa su enfado, con respeto y educación

Responde a las críticas de manera estoica y madura


Admite sus errores ante los demás, y se responsabiliza

Negocia con el otro para establecer acuerdos

Agradece a los demás sus gestos


Acepta la responsabilidad de sus problemas, sin culpar al otro

Se enfrenta al miedo y a la vergüenza

Da su opinión, aunque sea impopular

Reconoce sus méritos y se recompensa


Gestiona sus emociones de manera educada

Pide ayuda sin sentirse culpable y aceptando un no

Participa con el grupo y muestra iniciativa


La persona agresiva

La persona agresiva es aquella que a menudo te reta con la


mirada. Suele tener una postura rígida, tensa y hacia delante.
Y habitualmente:
Usa palabras groseras y eleva la voz

Le cuesta hacer cumplidos


Juzga, etiqueta y critica; falta al respeto

Interrumpe: no escucha ni pide permiso

Infunde temor e intimida

No admite errores y le cuesta pedir perdón


Manipula para conseguir sus objetivos

Desplaza la culpa

Le cuesta dar las gracias


Le cuesta expresar afecto

Centra el mundo a su alrededor

Responde defensivamente a las críticas

Usa el silencio como mecanismo de control


Se sobrevalora e infravalora a los demás

Emite órdenes

La persona pasiva

La persona pasiva suele rehuir la mirada o mantiene la mirada


baja. Tiene la postura recogida y sus movimientos suelen ser
nerviosos.
Y habitualmente:
Se justifica y/o se excusa
Minimiza los halagos

Da las gracias en exceso

Le cuesta cuidarse y encontrar tiempo libre para sí misma


Le cuesta decir no sin sentirse culpable

Se disculpa reiteradamente

Trata de pasar desapercibida


Se critica y piensa de manera catastrófica

Se anticipa a las necesidades de los demás

Le cuesta expresar su opinión


Es hipersensible a las críticas

Usa un tono de voz bajo y vacilante

Antepone los derechos del otro

Se victimiza
Hace lo posible para huir de los conflictos

¿Cómo pensamos y nos sentimos cuando seguimos


estos patrones?
Asertivo :
Alta satisfacción personal.
Estado de ánimo alegre, vital, optimista.
Carácter abierto, dialogante, comprensivo, accesible.
Agresivo:
Insatisfacción con los demás.
Falsa autoestima o narcisismo.
Estado de ánimo irritable, ansioso.
Carácter rígido, estricto, intolerante e impulsivo.
Sentimientos de rabia e incomprensión.
Pasivo:
Alta insatisfacción consigo mismo y con los demás.
Estado de ánimo depresivo, nervioso.
Carácter vulnerable, susceptible, catastrófico, tímido.
Sentimientos de culpa, tristeza, rabia, impotencia.
Y dado que nuestras creencias y pensamientos determinan
nuestra manera de vivir, la persona asertiva generalmente alcanzará
sus propósitos. Él será el principal responsable de su vida, aceptará
el error como parte del proceso y estará dispuesto a mejorar y a
desarrollarse como persona día tras día.

¿En qué se parecen un agresivo y un pasivo?


Aunque el modo de pensar y actuar entre agresivo y pasivo sea
muy distinto, las razones de su comportamiento son prácticamente
las mismas y están basadas en aspectos más profundos del
aprendizaje emocional.
Cuando nos comportamos de manera agresiva o pasiva, tratamos
de ejercer un control sobre nuestras relaciones, bien poniendo
barreras o expresando cercanía y sumisión.
Y repetimos patrones de comportamiento (ya aprendidos en
nuestra infancia) para que nos quieran , nos hagan caso o nos presten
atención .
¿Y por qué hacemos todo esto?
De manera más o menos consciente somos agresivos o pasivos
nada más y nada menos que para:
• Controlar y recibir afecto o admiración de los otros.
• Protegernos del rechazo y/o establecer barreras para que no nos
hagan daño.
• Someter o vincularnos al otro para resultar imprescindibles , que
nos necesiten y no nos abandonen
Y en el fondo son buenas razones ¡no nos engañemos! ¿Quién no
quiere ser querido, necesitado y apreciado? Todos los humanos
tenemos esta necesidad. Lástima que siendo agresivos o pasivos,
difícilmente llegaremos a conseguirlo. Porque este tipo de
conductas, lejos de acercar a los que queremos, los alejan.
Los derechos asertivos
Como hemos comentado, nuestras razones más o menos
conscientes cuando nos comportamos de forma pasiva o agresiva, a
menudo son las mismas (protegernos, huir del rechazo, etc.).
Sin embargo nuestra percepción de la situación y de los demás,
diferirán especialmente en lo que se refiere a los derechos asertivos.

Los derechos asertivos son aquellos derechos que no están


escritos, pero que adquirimos por el hecho de ser seres humanos,
en nuestra relación con las otras personas (pertenezcamos a la
raza, cultura o sociedad que sea).

Son derechos básicos y universales, la mayoría bastante obvios,


pero que a menudo no respetamos. Cada vez que nos traicionamos
a nosotros mismos o no hacemos valer estos derechos de un modo
educado y respetuoso, mermamos nuestra autoestima. Cuando lo
hacemos con los demás, dañamos la confianza del otro hacia
nuestra persona y hacemos que la relación peligre.
Olga Castanyer definió los principales derechos asertivos en su
libro La asertividad: Expresión de una sana autoestima . A continuación
vamos a tratarlos, y como siempre, te animo a prestar especial
atención sobre aquellos que más te cuesta poner en práctica, o
sobre aquellos que te prohíbes o que censuras en los demás.
¡Vamos a echarles un vistazo!
¿Cuáles son nuestros derechos asertivos?
• Derecho a protestar cuando se es tratado injusta o irrespetuosa.

• Derecho a tener y expresar mis propias opiniones.

• Derecho a tener y expresar mis propios sentimientos.


• Derecho a hablar y solicitar atención.

• Derecho a decir no y rechazar peticiones.

• Derecho a pedir lo que queremos.

• Derecho a cambiar
• Derecho a pedir información.

• Derecho a cometer errores.

• Derecho a ser independiente.


• Derecho a tener éxito o ganar, aunque haya que superar a los
demás.

• Derecho a ignorar los consejos de los demás.

• Derecho a gozar o disfrutar.

• Derecho a tener mis necesidades y que sean tan importantes


como las de los demás.
• Derecho a no ser asertivo.

Y sobretodo, y el más importante de todos:


• Derecho a tener derechos.

¿Cuándo nos cuesta poner en práctica los derechos


asertivos?
No siempre nos resultará fácil defender estos derechos,
especialmente:
• Cuando entran en conflicto con derechos de los demás:
Nadia y su amiga Rita han tenido un conflicto y las dos defienden
su derecho a llevar la conversación a su manera. Sin duda, tendrán
que negociar o ponerse de acuerdo.

• Cuando nos obligamos a cumplir estrictamente con un rol:


Ismael, por ejemplo, está pasando una época de estrés y necesita
un tiempo de desconexión. Se está planteando no pasar las
vacaciones con sus niños y dejarlos este año con su exmujer, que
estará encantada con la idea. Pero esto le genera bastante
culpabilidad.

Es probable que, al final, Ismael termine renunciando a su derecho


de tomarse unas vacaciones para él. Su rol de padre es demasiado
rígido y estricto.
¿Cuántas veces nos exigimos cumplir de manera inflexible con
nuestros roles de buenos padres , buenos estudiantes o buenos hijos ,
porque nos han dicho que esto es lo correcto? ¿Cuántas veces
olvidamos realmente qué es lo que queremos o lo que necesitamos
en ese momento?
• Cuando nos responsabilizamos en exceso del bienestar de los
demás:
También sucede que, a veces, pensamos más en lo que necesitan
los otros que en nuestras necesidades. Hemos aprendido a
responsabilizarnos en exceso de su felicidad o el bienestar de los
demás.
Nadia, por ejemplo, quiere salir toda la noche con sus amigos,
pero no se siente bien dejando a su hermana sola, un viernes por la
noche.

• Cuando podemos disgustar al otro:


Cuando ponemos en práctica nuestros derechos, es inevitable que
causemos un perjuicio a otra persona o que la disgustemos. Y esto
a menudo nos provoca tanto malestar que preferimos renunciar a
ciertos derechos.

• Cuando tenemos presión de los que nos rodean:


Y a través de chantajes, amenazas o insistencia, las otras
personas tratan de impedir que sigamos con nuestros propósitos.

• Cuando desconocemos nuestros derechos:


Renunciamos a nuestros derechos porque no somos conscientes
de que podemos actuar de otro modo, y actuamos por costumbre.

• Cuando queremos dar buena imagen a los demás:


Y dejamos de expresar nuestras opiniones o de mostrarnos
auténticos para poder gustarles. Incluso aunque los otros no lo
esperen de nosotros.

• Cuando queremos satisfacer las expectativas del otro:


Actuando tal y como ellos esperan que lo hagamos.

Pequeño cuestionario de asertividad


Ahora que conoces un poco los tres estilos (agresivo-asertivo-
pasivo) y cuáles son los derechos, te propongo 5 divertidas
preguntas sobre situaciones cotidianas. Un pequeño cuestionario
para que conozcas, un poco más, cuál es tu estilo de
comportamiento ante ciertas situaciones. ¿Te animas?:
Pregunta 1
Estás comiendo en un restaurante, en un descanso de tu jornada
laboral. Te tienes que ir en breve y aún no te han traído el segundo
plato:
A. Sufres por llegar tarde al trabajo, te impacientas y miras el reloj
continuamente.
B. Comentas al camarero que llegas tarde y le preguntas si te lo
puede poner para llevar. Decides no volver a ese restaurante,
cuando vayas justo de tiempo.
C. Pides la carta de reclamaciones y le expresas al camarero tu
disgusto, levantando la voz para que los demás clientes se enteren.
También dejas bien claro que no vas a volver nunca más.

Pregunta 2
Un compañero de trabajo habla muy alto por teléfono y no te
concentras:
A. Refunfuñas por dentro y/o buscas la complicidad de otros
compañeros para criticarle o buscar apoyo práctico.
B. Buscas un momento para hablar con él y le pides si, en
próximas ocasiones, puede bajar la voz.
C. Le miras con cara de pocos amigos y le expresas que su actitud
es una falta de respeto, bien interrumpiéndole durante la
conversación o justo después.

Pregunta 3
Alguien que no te interesa, trata de seducirte:
A. Te bloqueas y tratas de halagarle, comentando que también te
parece interesante como persona, pero pones cualquier excusa para
no comprometerte y evitarle en el futuro.
B. Le agradeces su sinceridad y le dices que tú no sientes lo
mismo.
C. Cambias de tema, disimulas y te distancias de esa persona.

Pregunta 4
Estás en una cena entre amigos y alguien te hace una broma que
te parece poco acertada . Todos se ríen, y tú:
A. Te ríes y piensas que no te hace ninguna gracia.
B. No te ríes y le expresas tu malestar, tratando de dialogar
educadamente. Posteriormente le pides, en privado, que no haga
ese tipo de bromas.
C. Le devuelves su broma con un comentario cínico y punzante, le
retas o le ridiculizas delante de todos. O bien, le retiras la palabra y
ya no hablas con él en toda la noche.
Pregunta 5
Llevas unos días con mucho trabajo y un familiar o amigo íntimo
lleva bastante tiempo pidiéndote un favor:
A. Buscas la manera de ingeniártelas para poderlo hacer todo
(acabar tus cosas y ayudarle)
B. Le dices que lamentas no poder ayudarle esta vez.
C. Sientes rabia porque la gente nunca sabe espabilarse sola. Lo
terminas haciendo a regañadientes o le dices que se espabile.

Si has contestado a la mayoría de las preguntas con una A , eso


significa que tienes una tendencia más pasiva de afrontar las
situaciones. La B , significa que afrontas las situaciones de manera
más asertiva. Y por último la C , significa que tienes un estilo más
agresivo.
LA COMUNICACIÓN

La comunicación es el proceso mediante el cual transmitimos


información o tratamos de hacer partícipe al otro de algo. Puede ser:
• Una consulta

• Una afirmación

• Una crítica
• Una opinión

• Una advertencia

• Una sugerencia o consejo


• Una amenaza

• Una revelación

• Una acusación

• Una información personal


• Una petición

Objetivos de la comunicación
El motivo más obvio por el que nos comunicamos es el de
conseguir el feedback de otra persona. Sin embargo, casi siempre en
esta comunicación existen otras motivaciones implícitas, como por
ejemplo:
• Obtener su aprobación.
• Conseguir la atención y su escucha incondicional.
• Obtener su opinión.
• Obtener su ayuda práctica.
Tener claro cuál es nuestro objetivo real y qué queremos conseguir
de nuestro interlocutor (siendo conscientes de que el resultado final
escapa de nuestro control), es el primer paso para empezar una
comunicación efectiva.
Acercarnos a nuestras metas depende de tener claro lo que
queremos transmitir (intención) y conocer o delimitar aquellos
factores que pueden hacer que nuestro mensaje sea distorsionado,
no se entienda o no sea expresado de una manera clara.
De no ser así, ¡podemos encontrarnos con situaciones como esta!

Los nervios le juegan una mala pasada a Nadia que termina


alejándose por completo de su objetivo (conquistar a Carlos o
expresarle sus sentimientos).

Interferencias en la comunicación
En las próximas páginas te hablaré de los factores que pueden
deteriorar una comunicación e interferir para que el mensaje no
llegue de manera correcta. Reducir las interferencias y contemplar
los posibles factores que pueden generar malas interpretaciones hará
que la comunicación sea más efectiva.
Los factores a tener en cuenta a la hora de comunicarnos son:
El ruido externo
El ruido es cualquier alteración externa en el proceso de
comunicación que impide que se lleve a cabo correctamente.
Tenemos diferentes tipos de ruido:
• El ruido físico: Las interferencias del exterior (el ruido de la
ducha, las voces de los que nos rodean, etc.).

• El ruido fisiológico: Las alteraciones en los sentidos del emisor o


receptor.

• El ruido semántico: El significado de una palabra, frase o gesto


que es interpretado de forma distinta por el emisor y el receptor (ya
sea por razones culturales, idiomáticas o religiosas).

• El ruido técnico: Los aparatos y tecnología que usamos para


comunicarnos, que pueden fallar.
Aunque, a veces, ¡también nos puede servir de excusa!

El ruido interno o los filtros


Las interferencias externas que acabamos de ver, como la
distancia física, la debilidad de la señal, los sonidos ambientales, o
las dificultades en el idioma son más o menos sencillas de
identificar, controlar y delimitar.
Sin embargo a menudo existen otras barreras, que son las
personales, que pueden dificultar la comunicación y dar pie a malas
interpretaciones. Estos factores internos son:
• La personalidad y el estado de ánimo: Un estado de ánimo
negativo, por ejemplo, nos pondrá en predisposición de interpretar
más negativamente los comentarios de los demás. Veamos por
ejemplo a Nadia, que vuelve de la peluquería decepcionada con su
nuevo look .
• La expectativas: Cuando hacemos suposiciones y esperamos que
el otro responda de un modo determinado.
• La cultura, las creencias y los valores: Cuando nuestro modo de
ver las cosas o lo que creemos correcto en una situación, es distinto a
lo que otra persona piensa.
Ismael piensa que cuando alguien está pasando por un mal
momento es mejor darle su espacio y dejarle tranquilo. Sin embargo,
su amiga Sandra opina lo contrario, de modo que se molesta
cuando Ismael no insiste en preguntarle, y vive su silencio como una
falta de interés por su parte.
• Los sueños, ilusiones y esperanzas: Otra de las interferencias en
la comunicación ocurre cuando nuestras ilusiones no nos dejan
escuchar el significado literal de lo que el otro nos dice, y
terminamos montándonos una película , como la pobre Nadia:

• Los miedos e inseguridades: ¡O al contrario!, nuestros miedos


hacen que anticipemos o interpretemos de manera negativa, lo que
el otro hace, dice o piensa.
Los filtros internos son los lentes a través de los que observamos
lo que nos sucede y posteriormente le damos sentido. Dado que los
humanos vemos el mundo a través de nuestras creencias,
sentimientos, inquietudes y deseos, tenemos tendencia a interpretar
y cubrir cualquier carencia de información con imaginaciones o
suposiciones.
Dependiendo de cómo hayan sido nuestras experiencias,
expectativas, miedos, etc., nuestra visión del mundo y del otro será
más o menos flexible. La inflexibilidad en nuestro modo de ver las
cosas facilitará que distorsionemos la realidad y se generen más
conflictos en nuestra relación con los demás.
Todos y cada uno de estos factores influirán en la interpretación
del mensaje del otro, de modo que una misma situación,
comentario, gesto u opinión se pueden experimentar de manera
muy distinta según nuestro estado de ánimo, cultura, etc.
La empatía y la escucha activa evitarán que situaciones como las
que hemos mostrado anteriormente puedan provocar un conflicto.
¡Ya lo veremos en detalle más adelante!
Pasos para una buena comunicación
Imaginemos a tres personas, Leo, Nadia e Ismael, con situaciones
distintas:
• Leo está molesto con su jefe porque no le permite colaborar en el
proyecto de un cliente muy importante.
• Nadia acaba de recibir un ascenso en su trabajo y le apetece
celebrarlo con su familia.
• Ismael está tramitando el divorcio con su ex.
Los tres quieren comunicar algo importante, pero antes les
resultará de gran utilidad plantearse algunas preguntas:
1. ¿Qué quiero expresar? ¿Qué tema quiero tratar? Hay que
definir bien el tema y evitar tocar varios temas a la vez.
2. ¿A quién se lo voy a comunicar? ¿Cómo es esta persona? ¿Me
resulta difícil comunicarme con ella?

3. ¿Qué objetivo tengo? Sin olvidar que no tenemos control


absoluto de que nuestro objetivo se cumpla.

4. ¿Cómo está el otro? ¿Está dispuesto a escuchar? ¿Es el


momento adecuado?
5. ¿Qué canal y código uso? ¿Cómo me comunico?

La comunicación efectiva. Reducir interferencias y


malas interpretaciones
Seguir estos primeros pasos nos ayudará a enfocar, y empezar
mejor, cualquier conversación que iniciemos. A modo de resumen,
será adecuado que:
• Tengamos claro lo que queremos comunicar y cuál es el objetivo.
• Codifiquemos bien la información: cuidando el lenguaje verbal y
no verbal.
• Busquemos el momento adecuado.
• Nos aseguramos que el otro nos escucha y está receptivo, y de
buscar un entorno adecuado y sin interferencias.
• Comuniquemos claramente a nuestro interlocutor el objetivo de
nuestra conversación.
• Hagamos preguntas para recibir su retroalimentación.
• Prestemos atención a las señales que indican que el otro puede
no estar entendiéndonos si: se queda callado, responde a medias,
responde con otra pregunta, trata de evadirse o cambia de tema.
• Finalicemos la conversación aclarando cualquier duda,
resumiendo y concluyendo de manera satisfactoria para las dos
partes.

Pasos para una buena escucha


Escuchar activamente será uno de los puntos básicos que nos
permitirá llevar a cabo una buena comunicación. La escucha activa
es aquella escucha que requiere de nuestra atención plena y
completa para entender y obtener el mensaje del otro de la manera
más precisa posible. Y que implica:
1. Recoger información del interlocutor: ¿Cómo es? ¿Qué
necesita?
Para la pequeña Tina, por ejemplo, ciertas dificultades resultan
abrumadoras, cuando para nosotros, como adultos, pueden no
suponer un gran problema.

2. Mostrar empatía, atención y una actitud positiva:


No como Leo en la siguiente situación:
3. Cuidar y adaptar nuestro lenguaje no verbal a la persona que
tenemos delante. Prestar atención a cómo responde el otro ante
nuestra cercanía física, ante nuestra mirada, nuestros gestos, etc.
Y no abalanzarnos como hace Nadia:

4. Observar también el lenguaje no verbal del otro: ¿Hay alguna


contradicción? ¿Algún gesto, expresión facial que resulte
incongruente? ¿Alguna frase o palabra que recalque con el tono, la
intensidad y el ritmo del lenguaje?
5. Extraer el mensaje principal de la conversación: ¿Por qué ha
querido el otro hablar conmigo? ¿Cuál era el objetivo? Si ha
quedado alguna duda, ¡mejor preguntar!

Permitir el silencio y escuchar con todos los sentidos nos ofrecerá


mucha información de la persona que tenemos delante, nos
permitirá aprender del otro e interactuar de la manera más
adecuada posible, prestando atención en todo momento a su
comunicación verbal y su comunicación no verbal
De vez en cuando hay que ir indicándole a quien nos habla lo que
estamos comprendiendo, para demostrarle que estamos
interpretando correctamente el mensaje.
Este tipo de escucha requerirá concentración y motivación, por lo
que antes de asumir tal compromiso será importante que valoremos
si estamos dispuestos a dedicar nuestra atención plena:
• Si estamos motivados o concentrados...
• O si el lugar es el adecuado (sin distracciones o prisas).

Errores al comunicar y escuchar


Estos son algunos de los principales errores que cometemos a la
hora de escuchar. ¿Te reconoces en ellos?
No prestar toda la atención

Cambiar de tema
Hablar demasiado

Dirigir la conversación hacia nuestros intereses

No ser congruentes con el lenguaje no verbal


Interrumpir

Dar lecciones o aconsejar si no nos lo han pedido

Quitar importancia a los sentimientos del otro

Mandar o reprochar
Desaprobar o descalificar

Ironizar o reírnos

Cuestionar o subestimar el mensaje


Quitar la razón sin escuchar todo el mensaje

Tratar de adivinar el mensaje

No ponernos en el lugar del otro


La comunicación no verbal
Hemos puesto mucho énfasis en nuestro lenguaje, pero aquello
que comunicamos con nuestro cuerpo mientras hablamos o
estamos callados puede expresar mucho más que lo que decimos
verbalmente.
Nuestra mirada, expresión facial, gestos, postura, volumen de la
voz, entonación forman parte de nuestra comunicación no verbal.
La comunicación no verbal nos sirve para:
• Reemplazar a las palabras.
• Repetir lo que se estamos diciendo verbalmente.
• Enfatizar un mensaje verbal, especialmente de tipo emocional,
con nuestros movimientos corporales, la sonrisa o la expresión
facial.
• Regular la interacción con los demás en determinadas
situaciones sociales (asintir con la cabeza, levantar la mano, etc.).
Y para detectar si lo que el otro nos quiere transmitir es
congruente con lo que realmente expresa con palabras.
Porque siempre que nos comunicamos verbalmente, hay también
comunicación no verbal que acompaña al discurso y que nos ofrece
mucha más información. Es importante cuidarla para que esté
acorde a lo que expresamos de palabra.
La empatía. Habilidad básica para la comunicación
Uno de los aspectos básicos de nuestras relaciones, y que irás
desarrollando con la lectura de este libro, es la empatía.
Y es que, ni los gestos ni las palabras resultarán muy útiles en una
conversación si no incorporamos este último ingrediente, que
facilitará el entendimiento con el otro.
Tener empatía no significa contagiarnos de las emociones de
nuestro iterlocutor, porque cuando esto sucede generalmente
dejamos de estar en disposición de escuchar y ayudar de manera
auténtica y relajada. Consistirá en ser capaces de salir de nosotros
mismos e intentar ver las cosas a través de los ojos del otro (desde
su cultura, creencias, personalidad y dificultades). Asumiendo que
cada persona y relación es única y diferente, y entendiendo que lo
que para nosotros funciona, es posible que para otra persona no.

Para ello, no es necesario pasar por las mismas experiencias o


vivencias (si bien es cierto que, esto puede facilitarnos la labor).
Todos los humanos tenemos unas emociones universales que
compartimos y hemos experimentado en algún momento de nuestra
vida.
Preguntarnos “¿qué le pasa?”, “¿por qué se siente así?”, y ampliar
nuestra información y escucha activa nos permitirá entender el
porqué de:
· los pensamientos del otro
· sus emociones
· sus necesidades
· sus decisiones
Esto implicará hacer un esfuerzo por ir más allá de nuestra propia
perspectiva, para establecer una relación de igual a igual, donde los
sentimientos, pensamientos y comportamientos del otro, tengan la
misma validez que los nuestros.
SEGUNDA PARTE

HABILIDADES ESPECÍFICAS

En esta segunda parte del libro, te quiero mostrar algunas


habilidades específicas, relacionadas con diferentes aspectos de la
comunicación. Habilidades que son necesarias en el día a día para
conseguir los objetivos que nos propongamos y vivir de acuerdo a
nuestros valores y necesidades:
• Gestionar conflictos.
• Enfrentarnos al enfado del otro.
• Recibir y comunicar críticas.
• Negociar.
• Decir que no.
• Expresar emociones íntimas.
• Ayudar y pedir ayuda.
En las siguientes páginas podrás aprender a través de nuestros
personajes, la mejor manera de ponerlas en práctica, conocerte y
respetarte.
¿Quieres aprender cómo?
GESTIONAR CONFLICTOS

Un conflicto es la coexistencia de ideas contrapuestas, en uno


mismo o con los demás, y que surge de la necesidad de poner en
práctica ideas, opiniones o valores aparentemente contradictorios.
Los conflictos con los demás aparecen porque somos personas
diferentes y únicas, y vienen dados por necesidades opuestas o
malentendidos, aspectos no resueltos o no trabajados, en respuesta
a:
• Diferencia de opiniones:

• Diferencia de valores, filosofía de vida:

• Diferencia de actitudes y comportamientos ante ciertas


situaciones:

• Diferencia de preferencias o hobbies:

Estas diferencias pueden generarnos malestar y tensión emocional


porque nos han educado a vivir los conflictos como algo negativo,
perjudicial y que es preferible evitar. Sin embargo, que existan
conflictos es sano y necesario. Tratarlos cuando toca nos evitará
entrar en crisis más profundas y más difíciles de resolver.

Maneras de responder al conflicto


Dependiendo de cómo hayamos vivido los conflictos en nuestro
aprendizaje familiar, de cómo hayamos visto que se desenvolvían
las personas cercanas o nos hayan enseñado a gestionar las
diferencias con el otro, seremos más o menos hábiles en nuestro
modo de reaccionar, de poner límites o de negociar. Nuestro modo
de responder nos ayudará a acercarnos o nos alejará de nuestros
objetivos.
Estas son algunas de las maneras que tenemos de responder a
los conflictos:
• Competitivamente (yo gano/ tú pierdes)

Cuando adoptamos un patrón agresivo, preferimos este estilo de


conducta, donde no hay lugar para la negociación y nuestro punto
de vista ha de ser el ganador .
Este tipo de enfrentamiento no promueve la relaciones positivas
con los demás, y llega a deteriorarlas. Solo puede resultar útil, en
intercambios comerciales, donde la relación va a ser esporádica y
tratamos de conseguir el máximo beneficio. Pero, ¡de esto ya
hablaremos más adelante!
• Evasivamente (yo pierdo/ tú pierdes)

Sucede cuando, en lugar de esforzarnos por conseguir un


entendimiento con el otro, ponemos la atención principalmente en
lograr que el otro pierda. Nuestro objetivo real es que el otro no
salga favorecido aunque nosotros tampoco obtengamos ningún
beneficio. Adoptamos esta conducta para no asumir riesgos.
• Sumisamente (yo pierdo/ tú ganas)
A veces nos resulta más cómodo terminar cediendo con el fin de
satisfacer al otro y no tener que exponernos a una situación
conflictiva.
Esta es una actitud pasiva que nos hará cargar con rencor y rabia
hacia la otra persona, lo que deteriorará nuestra salud emocional y
la de la relación. O que dará más autoridad a la persona agresiva y
favorecerá que en un futuro seamos objeto de manipulación o de
abuso de poder.
• Cooperativamente (yo gano/ tú ganas):

Esta es la estrategia más asertiva, la que ayudará a cultivar


relaciones más positivas y enfocadas al entendimiento y la
confianza mutua. Hablaremos de ella más detalladamente en el
apartado de la negociación con el otro.

Ideas erróneas acerca de los conflictos


Actuar de manera cooperativa y buscando el beneficio común no
es propio de una sociedad capitalista e individualista. Nos han
entrenado ya desde la escuela a compararnos y a competir, a estar
alerta para lograr resultados que nos hagan destacar, distinguirnos y
ser únicos. Estos valores que han hecho que percibamos los
conflictos como una lucha en la que el vencedor termina
quedándose con algo muy preciado: el éxito , la razón , la victoria .
Nos rebelamos ante la posibilidad de perder nuestra postura, de
que el otro imponga su criterio, critique o juzgue nuestras decisiones
u opiniones. Y nos resistimos a ello por miedo a que la otra parte
nos termine llevando a su terreno .
Y es cierto que, en la relación con el otro, es posible que si no
tenemos claro nuestro punto de vista o no sabemos defenderlo, esto
pueda suceder.
¿Qué podemos hacer entonces? ¿Por dónde empezar cuando nos
invaden las emociones ante una posible pérdida, o cuando no
tenemos claridad y sentimos que vamos a terminar faltando el
respeto al otro o a nuestras necesidades?
• Prestar atención a lo que sentimos y expresarlo. Aunque no
sepamos argumentarlo...

• o parar, pedir tiempo y reflexionar acerca de nuestro punto de


vista.

Se trata de dos pasos iniciales que nos ayudarán a retornar una


conversación o negociación, que de otro modo en otro momento
podría resultar conflictiva.
Toda aquella información que hemos recibido acerca de los
conflictos, bien por la manera que tenían nuestros padres de
gestionarlos, o por los inputs que hemos ido absorbiendo de nuestra
cultura o sociedad, han conformado una serie de creencias que no
nos ayudan a enfocarlos de manera sana.
Estas son algunas de estas ideas, que pueden haber cogido más
fuerza a través de nuestras experiencias, pero que nos impiden
avanzar en este terreno:
• El conflicto es negativo y genera incomodidad en una relación:
Sacar los conflictos a la luz puede que nos haga sentir incómodos
en un inicio, sobretodo cuando no tenemos la capacidad para
enfrentarlos de manera asertiva, cuando pensamos que podemos
perder nuestros derechos, o tal vez, los nervios.

• El conflicto implica agresividad: Los medios de comunicación


asocian la palabra conflicto con guerra, violencia, agresión..., pero
como ya hemos visto, podemos tener un conflicto con alguien y
llevarlo de manera sana y asertiva.

• Entender al otro, significa cambiar de opinión o resignarse:


Podemos entender al otro sin por ello conformarnos con cosas que
no nos gustan u obligarnos a cambiar hábitos que para nosotros son
importantes. Por tanto, podemos seguir creyendo en nuestra opinión
aceptando, a la vez, que hay otros modos de ver la situación válidos
para la otra persona.

• En un conflicto siempre hay uno que tiene la razón: El objetivo


del conflicto es el de acercar posiciones y encontrar puntos en
común. Para que este sea beneficioso y una fuente de aprendizaje,
es importante que no haya perdedores ni ganadores.
Nos genera malestar terminar un conflicto sin haber convencido al
otro de los beneficios de adoptar nuestro punto de vista. Sin
embargo, existen conflictos que pueden terminar de manera
afectuosa, sin haber llegado a un acuerdo o negociación. El mero
hecho de hablarlo y poner el motivo de la disputa sobre la mesa, ya
nos va a reportar beneficios emocionales.
Ventajas del conflicto
Sacar a la luz los conflictos en lugar de evitarlos, taparlos o
negarlos nos permitirá:
• Poner sobre la mesa aspectos que dificultan la relación con el
otro, para poder resolverlos y salir todos beneficiados.

• Fomentar la negociación, confrontar necesidades y establecer


pautas de actuación para situaciones futuras.

• Promover el bienestar de la relación y establecer lazos más


profundos con el otro.
Vivir los conflictos como amenazas o como oportunidades de
enriquecimiento y aprendizaje, depende de nosotros. A lo largo del
libro, iremos dando más herramientas para trabajar los conflictos.
Aprenderemos también a negociar, a enfrentarnos a las críticas y a
formular nuestras quejas de manera asertiva, entre otras cosas.
¿Te animas a continuar?
AFRONTAR EL ENFADO DEL OTRO

Es posible que nosotros tengamos matrícula de honor en el arte de


ser asertivos, de trabajar por nuestros derechos de manera educada
y respetuosa. Pero puede que no todas las personas que nos
rodean tengan esta habilidad.

En nuestro día a día, nos encontraremos con personas agresivas


que traten de imponer su criterio, dificultarán la comunicación o
perderán los nervios ante situaciones determinadas. Podemos caer
en la trampa de dejarnos llevar por la agresión, de involucrarnos
emocionalmente y responder con otro ataque, pero esto no hará
más que empeorar las cosas:

Nuestra manera de responder, será determinante y evitará que


entremos en un círculo de ataques, reproches y críticas.
El primer paso para enfrentar estas situaciones será ¡parar y
respirar! Y, sobre todo, recordar cuál era el objetivo de la discusión
(arreglar las cosas, negociar un aspecto en común, etc.).
Si empieza a surgir un conflicto y la otra persona se pone agresiva,
parar un momento nos permitirá averiguar qué sucede, cuando se
ha originado el conflicto y por qué. Recordaremos dónde queríamos
llegar con la conversación e incluso pediremos tiempo para
reflexionar y dar una respuesta en un futuro (unos minutos o unos
días).
es recomendable, preferible, y a menudo necesario alejarnos de la
situación cuando el otro o nosotros estamos muy encendidos y las
emociones están a flor de pie l. Tomar distancia nos ayudará a ver la
situación de un modo más racional.

Esto a menudo nos cuesta porque:


• Implica dejar un conflicto abierto durante un tiempo determinado,
y esto no nos permite desahogarnos de nuestra rabia o malestar:

• Tememos que esto pueda suponer una ruptura en la relación:


• Queremos llegar a una conclusión inmediata:

Sin embargo, alejarnos de la situación no tiene que confundirse


con dejar el conflicto en el aire . Cuando hacemos esto, a veces
podemos caer en la tentación de no volver a tocar más el tema
pendiente, con la esperanza de que en un futuro se arregle por sí
solo.

Pero esto sólo demorará el conflicto, ya que en un futuro


reaparecerá aún con más fuerza.

Enfrentarnos a personas agresivas


Pero ¿qué pasa cuando el otro no atiende a razones , o cuando su
actitud es tan sumamente agresiva que nos falta al respeto, trata de
manipularnos, grita o no nos deja hablar?

En estos momentos difícilmente podremos llegar a un


entendimiento, y nuestra actitud será determinante para conseguir
que el otro se caliente más , o que se calme y se centre en el objetivo
de la discusión.
Conocer aquellos temas, comentarios, actitudes, etc., que
encienden la chispa del otro y buscar estrategias para torear mejor
estas situaciones, nos ayudará a enfrentarnos a la persona
agresiva.

Al principio es posible que la persona se resista y reaccione con


más agresividad, dado que estamos empezando a defender
nuestros derechos y a ponernos en nuestro lugar . Si somos capaces
de sostener esta situación y nos mostramos firmes, a medio-largo
plazo el otro empezará a relacionarse con nosotros de otro modo.
En la próxima página verás algunos de los errores que
cometemos, cuando nos enfrentamos al enfado de otra persona. Y
luego, varias estrategias que puedes entrenar y poner en práctica.
¡Te animo a buscar cuál es la más adecuada para ti y para el otro en
cada momento!
Errores al enfrentarnos al enfado del otro (o
posibilidades de cabrearlo aún más)
Imaginémonos que Massimo se ha enfadado con Leo porque este
último no le ha invitado a su aniversario. Quizás Leo tenga sus
razones, pero Massimo le ambiste agresivamente y prácticamente
no le deja abrir la boca para explicarse o pedirle disculpas.

Massimo está en su derecho de preguntar o de mostrar su enfado,


pero su conducta verbal y no verbal es poco respetuosa y abusiva.
Y dependiendo de la respuesta de Leo, el conflicto puede
convertirse en una gran discusión o incluso en una ruptura de la
relación. Si Leo quiere tratar la situación de manera asertiva, estas
son algunas actitudes que debe evitar:
• Imitar el tono de voz y postura del otro

• Ser paternalista o frío


• Ser irónico

• Justificarse

• Meter a terceros
• No prestar atención

• Responder a su queja con otra queja

• Restarle importancia l conflicto


Estratégias para enfrentarnos al enfado de otra persona
Podemos imaginar cómo terminarán las cosas con Leo, si
Massimo adopta alguna de estas actitudes.
Cuando otra persona se dirige a nosotros de manera agresiva, no
nos escucha o nos falta al respeto, lo más maduro y racional es no
dejarnos llevar por las ganas de pelea . Esto no no llevará a ninguna
conclusión productiva y posiblemente acabaremos heridos y con
rencor.

Por eso, ¡te animo a adoptar una actitud más inteligente!, una
actitud que vaya a favor de tus objetivos y que te permita
distanciarte y mirar desde lejos el enfado del otro.
Las estrategias que presento en las próximas páginas son útiles
para gestionar mejor la situación y distanciarnos de la agresividad y
el mal rollo .
Habrá ocasiones dónde será imposible que el otro entre en razón ,
que nos escuche, nos tenga en cuenta o deje de gritarnos. En estos
casos, simplemente podemos mostrarnos firmes, distanciarnos y no
meter más leña al fuego .
Para ejemplificar estas situaciones nos acercaremos a la casa de
Ismael (uno de los protagonistas de nuestras historietas). Recordad
que, Ismael tenía bastantes conflictos con su mujer debido a su
dificultad por expresar sus emociones y gestionar su mal humor.
Tiempo después, Ismael divorció de ella y actualmente tiene una
nueva relación con Lorena, una chica algo más asertiva con él, pero
también con sus dificultades y su mal humor.
Los conflictos cotidianos se repiten de nuevo, pero Ismael y
Lorena están dispuestos a no repetir otro fracaso en su vida
amorosa. A continuación ¡veremos cómo!
Reiterar y repetir
Ismael se ha enfadado con Lorena porque esta no ha fregado los
platos.
Los roces constantes por estas pequeñas cosas pueden acabar
deteriorando cualquier relación (de pareja, de amistad, familiar...),
pero ambos aún no tienen claro cómo afrontar este tipo de
situaciones de un modo más sano y asertivo:
Una de las estrategias para este u otro tipo de conflicto consiste en
la llamada estrategia del disco rayado , o como yo la he llamado de
manera redundante: reiterar y repetir . El objetivo es el de pausar la
discusión y repetir nuestro punto de vista de manera literal (las
veces que sea necesario), sin dejarnos llevar por las ganas de pelea
del otro.
Lorena decide poner en práctica la estrategia focalizando la
conversación en su intención de fregar los platos, por lo que va
repitiendo su argumento sin entrar en otros temas.
De este modo, lo más probable es que acabe convenciendo a
Ismael o que él termine desistiendo de seguir dándole vueltas a lo
mismo.
Claudicar sin abdicar
Otro de los conflictos entre Ismael y Lorena es la gestión del
tiempo libre.
Ismael a menudo se deja trabajo para el fin de semana (cosa que
a Lorena le molesta). Este fin de semana ha decidido terminar un
trabajo importante, pero Lorena tiene ganas de salir y compartir
alguna actividad.
Ismael tiene todo el derecho a reclamar ese tiempo para él y a no
ceder ante las exigencias de Lorena, pero su dificultad para
escuchar las necesidades de ella puede generar o intensificar el
conflicto.
Si Ismael le muestra a Lorena que está dispuesto a negociar con
ella y que comprende parte de sus argumentos, ella estará más
dispuesta a ceder de forma puntual. No tiene por qué renunciar a
finalizar su trabajo durante el fin de semana, pero será positivo que
le muestre a Lorena su intención de resolver la situación en un
futuro cercano.
Claudicar sin abdicar consiste precisamente en esto: en mostrarnos
de acuerdo con el argumento del otro, sin ceder al momento; en dar
nuestra opinión de forma clara y comprometiéndonos a negociar y a
poner soluciones prácticas en un futuro.
Esta estrategia la encontraréis en muchos manuales como la
técnica de la claudicación simulada .

Acordar asertivamente
Acordar asertivamente consiste en admitir nuestros errores cuando
hemos molestado al otro, pero separándolo de la crítica general que
el otro hace hacia nosotros.
Este es un ejemplo de una discusión que podría acabar muuuy mal:
Lorena tiene la tendencia a etiquetar y juzgar a Ismael cuando él
hace cosas que le disgustan, y lo hace recalcando lo negativo en
detrimento de lo positivo.

El acuerdo asertivo consiste en mostrarle al otro que generalizar y


etiquetar no ayuda a resolver la situación, que dificulta el
entendimiento y fomenta la distancia y el rencor. Porque una cosa
es el ser (un desastre), y otra bien distinta el hacer (haber estropeado
el DVD).
Ismael decide aplicar esta estrategia de la siguiente manera:

Preguntar y solicitar concreción


Otro de los ámbitos de conflicto habituales entre Lorena e Ismael
es la familia. Lorena no se lleva muy bien con su suegra: nunca es
grosera con ella, pero a menudo se muestra distante o poco
receptiva en las reuniones familiares de Ismael (cosa que a Ismael
le molesta).
Lorena está dispuesta a hacer un esfuerzo para implicarse más y
evitar conflictos con Ismael, pero no tiene muy claro por dónde
empezar y qué es lo que Ismael quiere de ella en esa situación.
Usando la pregunta asertiva , Lorena ayudará a Ismael a que le
especifique y le defina sus peticiones. Esto le dará más pistas para
poder responderle de manera asertiva, e impedirá que se repitan
situaciones tan cotidianas como esta:
Al preguntarle con más detalle y evitando reaccionar a su queja,
promoverá la búsqueda de soluciones y un mejor entendimiento en
un futuro:
Pedir tiempo muerto
Lorena es bastante cuidadosa con sus cosas, por ello se
desespera con los descuidos de Ismael. En esos momentos puede
llegar a mostrarse bastante agresiva con él:
Puede que Lorena tenga motivos para molestarse, pero su
expresión sumamente agresiva no será la mejor manera de poder
negociar y mejorar las cosas.
Ismael es muy consciente de las reacciones de su pareja y ha
tratado en numerosas ocasiones de:
• Tranquilizarla
• disculparse
• quitar importancia
• excusarse
Sin embargo, cuando Lorena estaba fuera de sí , las palabras no
solucionan nada. Es mejor apartarse y aplazar la conversación para
más tarde:

Dirigir hacia el presente


Ismael no pierde tanto los nervios, pero cuando se enfada tiene
mucha tendencia a sacar trapos sucios o a recriminar aspectos del
pasado no resueltos:

Esta actitud agota a Lorena y termina generando una especie de


competición entre los dos:

Esta estrategia propone poder hablar, sanar aquellas heridas


abiertas y advertir al otro de la poca utilidad de remover el pasado,
ya que ayudará a reconducir la discusión al problema presente y a
dejar atrás posibles reproches que no hacen más que empeorar la
discusión:
Observaciones finales. Enfrentarnos al enfado del otro
A modo de resumen, si queremos facilitar el entendimiento,
promover una comunicación sana y mejorar la relación con el otro,
deberemos:
• Evitar el juicio y las etiquetas.
• Centrar la atención en las conductas concretas que se pueden
cambiar.
• No sacar trapos sucios.
• Admitir los errores.
• Contemplar las necesidades del otro.
• Estar dispuestos a negociar.
Aún así, hay que ser conscientes que cuando el otro se enfada o
se pone agresivo, hay varios aspectos que no podemos controlar:
• Que el otro me entienda o se ponga en mi lugar (o que lo haga al
momento o cuando yo quiero).
• Que el otro cambie de opinión.
• Que el otro cambie de conducta o esté dispuesto a negociar.

Encargarnos de nuestros aspectos no resueltos, desarrollar el


respeto hacia nosotros mismos y cultivar nuestra autoestima nos
dotará de la paciencia y la valentía para enfrentar cualquier
situación.
Decidir si una relación nos compensa o estamos dispuestos a
hacer este esfuerzo, ¡ya es cosa nuestra!
LAS CRÍTICAS

Nuestras conductas, comentarios u opiniones pueden despertar


emociones positivas o negativas en el otro. Como personas con
valores, aprendizajes y comportamientos distintos, es inevitable que
hagamos cosas que pueden generar conflicto o no gustar al otro.
Una crítica es una opinión personal subjetiva sobre nosotros
mismos o el otro, sobre un tema, una actitud o una situación
determinada.
Javier admira a Nadia por su altruismo y su generosidad. Siente
mucho aprecio por ella como persona, pero en algunos momentos
se siente agotado por la necesidad de ella de ser reconocida y
valorada .

La crítica de Javier no es hacia Nadia como persona, sino hacia


alguna de sus actitudes en momentos determinados. Si Javier se
viera afectado por estas conductas tendría todo el derecho a
expresarlo con asertividad:
Y Nadia podría entenderlo o sentirse atacada y molesta.

Cuando recibimos críticas de los demás, aunque sea por parte de


personas que nos aprecian y nos quieren, las vivimos como ataques
personales o como muestras de falta de afecto.
Todas estas maneras de interpretar las críticas nos harán
reaccionar a la defensiva y vivir la relación de una manera negativa
(con rencor, rabia, etc.).
En este capítulo vamos a aprender a recibir las críticas de una
manera más asertiva e incluso a sacar partido de ellas.
¡Te animo a pasar página!
Las críticas. ¿Por qué reaccionamos negativamente?
Recibir una crítica de otra persona puede que nos haga sentir
vulnerables e inseguros, sobretodo cuando esta toca alguna área de
vida importante para nosotros o en la que no tenemos suficiente
autoconfianza.
A Nadia, que se dedica al mundo de la enseñanza, le preocupa
hacer bien su trabajo. Tiene un alto grado de exigencia y mucho
miedo al fracaso, por lo que se esfuerza considerablemente por
cumplir con su rol de manera excelente.
Sin embargo, en el día a día no siempre es posible satisfacer a
todo el mundo, cumplir con las expectativas de los demás o
conseguir el nivel de rendimiento que deseamos:

Esta crítica dirigida a Nadia, puede despertarle sensaciones de


miedo, inseguridad, rabia, culpa o frustración y hacerla reaccionar
agresivamente y a la defensiva. Cuando esto sucede,
acostumbramos a:
• Atacar con otra crítica:

• Ser vengativos o negar la palabra al otro:


• Dar la razón al otro de manera cínica, sin cambiar nada:

O incluso puede que nos hundamos y reaccionemos de manera


más pasiva:
• Pidiendo perdón insistentemente:

• Usando excusas o justificándonos:

• Lamentándonos y juzgándonos:
• Deprimiéndonos profundamente y desistiendo:

Pero estas formas pasivas de afrontar las críticas, solo nos harán
sentir más pequeños y vulnerables.
Modos de enfrentar las críticas
A lo largo de nuestra vida, recibiremos múltiples críticas u
opiniones de los demás pero no todas serán igual de válidas y
relevantes. Para valorarlas y llegar a la conclusión de aceptarlas o
desestimarlas, será importante tener en cuenta:
• Su validez:

• Quién nos la hace:


• Cuál es la motivación del crítico:

• Cuál es la frecuencia de la crítica:

• Si escucharla y trabajarla me aportará algo positivo:

Cada crítica (positiva o negativa) será una oportunidad para


reflexionar, para revisarnos, reafirmarnos o mejorar nuestra vida.
Pero no todas las críticas que recibiremos merecerán ser
escuchadas y tenidas en cuenta. El mejor modo de reaccionar ante
aquellas que estén formuladas de manera asertiva o nos puedan
resultar útiles en alguna área de nuestra vida será preguntando al
otro, indagando y buscando maneras de mejorarnos o superarnos.
Modos de enfrentar las críticas. Tipos de críticas
Existen diferentes tipos de críticas y nuestra manera de responder
también dependerá de ello.
• Críticas constructivas y solicitadas
Son aquellas críticas que le pedimos a otra persona para que nos
aporte una información relevante. Nos permiten crecer y aprender
algo nuevo, siempre y cuando estemos dispuestos a escucharlas
abiertamente, estudiarlas y valorarlas.
Si pedimos la opinión a un amigo, por ejemplo, con la única
intención de validar nuestra propia opinión y esperando que el otro
responda de manera positiva, podemos encontrarnos con alguna
sorpresa.

Solicitar críticas a personas cercanas, conocidos o expertos en


una materia, nos aportará una información nueva y útil para mejorar
como personas o profesionales, o para revisar nuestras ideas y
afianzarlas. Si no estamos dispuestos a escucharlas, estudiarlas y
valorarlas ¡mejor no preguntar!
• Críticas no solicitadas, pero bien formuladas y constructiva
Es posible que recibamos críticas que no pedimos, pero que al ser
formuladas con respeto y por personas de confianza, puedan darnos
una información válida o a tener en cuenta.

Y en consecuencia:
1. Nos permitan reflexionar y reafirmar nuestra opinión:

2. Nos planteen dudas y nos permitan solicitar más información


(para mejorar, en un futuro):

Pero puede ser que Virginia se encuentre con José (uno de los
compañeros del instituto con el que no tiene mucho feeling ) y este
aproveche la situación para efectuar una crítica no solicitada y
agresiva:
• Críticas no solicitadas y agresivas
Aquellas críticas que no pedimos y cuya intención es la de herir,
generar inseguridad en el otro , posicionarse por encima del
criticado o ridiculizarle. Suelen venir de personas con las que existe
cierto rencor, enfado o algún tipo de competencia. Pero en
ocasiones también son maneras poco hábiles de llamar la atención
del otro , efectuadas sin malicia de manera torpe e irreflexiva.

Saber afrontar cualquier tipo de crítica de manera madura y


positiva, es una de las habilidades sociales más compleja. Actitudes
como:
• No personalizar:

• Aceptar la imposibilidad de gustar a todos:

• Tener una actitud vital de aprendizaje constante:


• Valorar los beneficios:

... nos ayudarán sin duda a responder de un modo más relajado y


sano.
Críticas constructivas... ¡Gracias!
Se trata de aquellas críticas que:
• Se dirigen a buscar soluciones, no culpables:

• Son específicas y no generales:


• Se centran en el futuro y no en el pasado:

• Son las que nos dan la oportunidad para crecer y superarnos:

Ventajas de las críticas


Recibir una crítica constructiva nos da, además, la oportunidad
para:
• Reflexionar sobre algo que no habíamos pensado:
• Aprender y mejorar:

• Reafirmar nuestro punto de vista y reforzarlo:


• Fomentar un mayor entendimiento y comunicación con la otra
persona:

• Mejorar el autoconocimiento:

Comunicar una crítica


En nuestra sociedad actual, debido a nuestra educación
competitiva y tendente a la valoración por resultados, destinamos
mucho tiempo a opinar sobre los demás y a compararnos con los
que nos rodean. La crítica negativa es un modo de mantenernos en
una posición de control sobre el otro y sentirnos poderosos.
Si nos paramos a pensar en cuáles son las razones por las que
nosotros criticamos a los demás de manera destructiva, cuál es el
objetivo que hay detrás, quizás nos demos cuenta que muchas
veces, esa necesidad de emitir un juicio tiene más que ver con
nosotros mismos que con el otro:
• A menudo lo hacemos por costumbre:

• Por aburrimiento:

• Porque nos sentimos mal con nosotros mismos:


Sólo cuando nuestro objetivo es el de:
• Expresar nuestro malestar:

• Resolver un problema con otra persona y mejorar la relación:

• Prevenir y hacer hincapié en una situación futura que puede


generar problemas:
• Informar a una persona que apreciamos de algo que le puede ser
útil para mejorar:

... solo en este caso, estamos haciéndonos cargo activamente del


problema, para evitar resentimientos, malentendidos o nuevas
dificultades.
Errores al comunicar las críticas
En ocasiones, expresar nuestro malestar y comunicar una crítica a
otra persona no nos resulta sencillo, sea porque tenemos miedo a
su reacción o porque no nos sentimos con derecho a hacerlo. En
estos casos, actuamos de manera pasiva (aguantando y tragando
cosas que no nos gustan de los demás) o lo comunicamos de una
manera poco firme, clara y efectiva:
• Quitando importancia o poniendo excusas:
• Dando rodeos:

• Bromeando sobre el tema:

• Tratando de tranquilizar al otro:

• Pidiendo disculpas antes de empezar:


Comportarnos de manera pasiva, no ser claros ni directos porque
tememos que el otro se enfade, deje de hablarnos o se sienta
molesto, no hará más que aplazar el problema y posponer nuestros
objetivos.

Y en consecuencia será difícil que el otro se de cuenta que nuestra


crítica se trata de algo serio o importante para nosotros.
Sin haber hecho explícito el problema y dándole la importancia que
este tiene para nosotros, posiblemente la relación vaya
deteriorándose hasta que ¡terminemos explotando !
Pero Gloria tampoco hubiera tenido más éxito si lo hace de
manera agresiva.

Cuando nos comportamos de este modo, somos incapaces de ver


nuestros propios errores, y culpamos a los demás de todo con el fin
de descargar nuestra ansiedad. La manera de expresarnos nos hará
perder toda nuestra credibilidad (aunque tengamos toda la razón del
mundo).
¿Qué debemos evitar?
¡Toma nota de las actitudes que deberíamos evitar si queremos
que el otro tome en serio nuestras críticas!
• Esperar que el otro adivine lo que me sucede:
• Quejarnos mucho y no hacer nada (no ser coherentes con la
importancia de nuestras quejas):

• Traspasar toda la responsabilidad al otro:

Cuando algo de otra persona nos genera malestar, aunque


tengamos la certeza de que el otro es responsable de tal situación,
es importante implicarnos y ofrecer soluciones o ideas.
• Generalizar y usar términos como todo , nada , nunca o siempre :
• Tener bajas expectativas antes de empezar:

• Etiquetar al otro. Mejor hablar, únicamente de lo que ha sucedido


o la conducta concreta que nos ha molestado del otro, sin juzgarle:

• Manipular al otro:

• Hablar demasiado o sermonear:


• Ser poco específicos y no decirle al otro aquellas conductas,
comentarios o actitudes que nos molestan:

• Comunicarlo cuando está sucediendo y estamos alterados:

• Plantear más de un problema a la vez:

• Reprochar cosas que no se han comunicado en su momento:


• Usar frases como es por el bien de la relación , es lo mejor para ti ,
etc.:

Cómo comunicar una crítica


Existen ciertos pasos que, por parecernos muy obvios, a menudo
olvidamos o no tenemos en cuenta. Enfocar nuestras críticas,
respetando estas pautas, hará que nuestro interlocutor se sienta
más respetado y dispuesto a ceder. Y si no lo tienes claro, te animo
a experimentar, y a juzgar por ti mismo:
1. Definir el problema y plantearnos cuál es el objetivo que
queremos conseguir.
2. Preparar al otro y buscar el momento adecuado.
No podemos pretender que el otro nos escuche en el mismo
instante que nosotros queremos. Gloria sabe que conseguirá que
Leo esté más atento y se tome en serio su petición si respeta su
espacio, su tiempo y su momento, y por tanto le pregunta:

Y Gloria tendrá dos posibles respuestas:

En caso de que Leo no quiera hablar en ese momento, es


necesario no abandonar y acordar otra ocasión para hacerlo (si
hace falta, ¡agenda en mano!). Gloria le explicará que es importante
para ella que la escuche y le dedique unos minutos.
Cuando hacemos esto, el otro se mentalizará y buscará un
momento que le resulte cómodo y en el que esté dispuesto a
escucharnos, por lo que la conversación tendrá más posibilidades
de ir mejor.

Si Leo dice que sí, o una vez Gloria ha encontrado y se ha


preparado para la ocasión, los pasos serán los siguientes:
3. Explicar el objetivo de nuestra conversación y contar de manera
breve lo que nos molesta, sin acusar, atacar o culpabilizar al otro,
evitando poner etiquetas, juzgar o usar aserciones como bien o mal,
siempre o nunca, etc. Es importante no meter en la conversación al
otro de entrada y ser lo más objetivo posible.
Si Gloria empieza diciendo lo que Leo no ha hecho bien o ya entra
acusándole, difícilmente el se mostrará dispuesto a seguir
escuchando. Su reacción natural y de supervivencia será la de
defenderse.
4. Plantear cómo nos sentimos. Exponer cómo nos afecta la
situación, sin culpar ni manipular, con el fin de facilitar que el otro
sienta empatía.

5. Escuchar la opinión y necesidades del otro, para determinar si


ha habido algún malentendido y para discernir las causas del
problema.
6. Plantear soluciones e invitar al otro a hacer sus propuestas.
Cuando efectuamos una crítica, por mucho que tengamos razones
para quejarnos, es conveniente que aportemos soluciones y que
estemos dispuestos a colaborar con el otro o ayudarle a
encontrarlas. Porque en definitiva, en la medida que algo nos
molesta, el problema es nuestro.
Cuando una situación nos afecta, adoptar una actitud de no es mi
problema , es el otro quien no cumple no hará más que demorar una
posible solución.
Puede que el otro no se haya dado cuenta de la situación o bien
no lo considere importante. Si lo vivimos como una falta de
consideración del otro hacia nosotros o como que el otro ha tenido malas
intenciones o no nos respeta , sin duda sufriremos y no tendremos
ganas de negociar de manera positiva.
Conseguiremos mejor nuestro objetivo si nos implicamos en la
solución, si estamos dispuestos a aceptar y escuchar la versión de
la otra persona, a dar una segunda oportunidad y a creer en una
posibilidad de mejora.
7. Dar tiempo para reflexionar sobre la propuesta o para ponerla a
prueba
Siempre es positivo planificar otro momento para volver a hablar
sobre el tema: ver si han habido cambios, extraer conclusiones y/o
proponer otras posibles soluciones, en caso necesario.

8. Agradecer al otro su tiempo y su disposición.


Tanto una vez finalizada la conversación...
... como si en un futuro vemos que el otro se ha tomado en serio
nuestras necesidades y ha adoptado una solución.

Parece sencillo y lógico, pero realmente cuando estamos


enfadados ¿podemos garantizar que realmente cumplimos con cada
uno de estos pasos?
E incluso aunque los cumplamos, puede que el otro se ponga a la
defensiva o se resista solo empezar.
Veamos otra posible reacción de Leo ante la misma situación:

Es importante que aunque obtengamos este tipo de respuesta, en


la medida de lo posible sigamos siendo asertivos, dejemos espacio
al otro y reiteremos cuál es nuestro objetivo y por qué es importante
para nosotros.
Y ante esto sin duda, Leo puede decidir escuchar o no. Puede
estar dispuesto a negociar o no.
Eso lo veremos ¡en las próximas páginas!
¿Y si el otro no atiende a mis críticas o no cambia?
¿Cómo podemos actuar cuando la otra persona se niega
rotundamente a ceder? ¿Qué hacer cuando planteamos una crítica
al otro o le proponemos un cambio, y este no se implica o hace
ningún esfuerzo? ¿Qué hacer cuando el problema se sigue
repitiendo y no vemos ningún indicio de mejora?
A menudo, lo primero que nos viene a la cabeza es:

Si desconfiamos del otro en primera instancia, cuando la relación


es de amistad o amor, entonces es posible que haya otros aspectos
que sanar, por lo que también seria útil poder ponerlos sobre la mesa .
Partiendo de que tenemos el objetivo de mejorar la relación y
entendernos con el otro, es importante contemplar otras razones
alternativas por las que puede que el otro no cambie o no se
esfuerce por la relación. Ya que la mayor parte de veces es posible
que:
• No haya entendido la importancia del problema:

• No sepa por dónde empezar o cómo hacerlo:

• Aún no esté preparado, y necesite tiempo para ponerse en


acción:

• Tenga miedo a fracasar o a decepcionar :


• No se haya dado cuenta, o que realmente no quiere (o no le
recompensa) cambiar:

Y si el otro empieza a hacer pequeños cambios, se responsabiliza


y asume el problema, es importante que lo reforcemos y que
valoremos mucho más los éxitos que los fracasos.

Cuando hacemos esto fomentamos su motivación para continuar


trabajando en el problema. Y en definitiva estamos más cerca de
nuestro objetivo.

¿Y si aún así no hay manera?


Pero a veces, por mucho que dialoguemos, nos comuniquemos
asertivamente y reduzcamos los malos entendidos, ¡no hay manera!
¡El otro no está dispuesto a ceder ni un milímetro!
Los demás no siempre se comportan como nosotros desearíamos,
¡esta es la realidad! No debemos olvidar que los otros tienen
creencias, valores y aprendizajes distintos.
Por lo tanto, cuando no conseguimos lo que queremos de una
relación o no se producen los cambios que desearíamos,
únicamente nos quedan dos alternativas responsables:
1. Aceptarlo sin quejas y buscar estrategias para que no nos
afecte:

2. Poner fin a la relación si el problema nos supone mucho


inconveniente:

Si bien esta segunda opción generalmente será la última que


adoptemos, abrirnos al miedo a perder una relación significativa
puede ayudarnos a tomar conciencia y a encontrar la motivación
que necesitamos para el cambio.
DECIR NO

¿Cuántas veces te has encontrado en una situación en la que has


aceptado o hecho algo que no querías?
A todos nos ha sucedido alguna vez que, por compromiso, por
sentimiento de responsabilidad o por no querer quedar mal , hemos
terminado aceptando o cediendo ante cosas que no nos apetecían.

Como a Virginia, a la mayoría de nosotros nos ha resultado difícil


decir no a algo en algún momento de nuestra vida. Sea a:
• Propuestas de ocio o tiempo libre:
• Peticiones de ayuda:

• Trabajos o proyectos que nos compensan:

• Compromisos sociales:
• Vínculos emocionales con el otro:

Dar una negativa al otro nos genera malestar (especialmente en


situaciones en las que existe un vínculo emocional).
Y a menudo ponemos mil excusas o nos justificamos:

O dejamos que los otros o las circunstancias decidan por nosotros,


para no tener que asumir ese grado de responsabilidad.
Y en definitiva, estamos alargando una situación, que no nos
compensa y que acabará estallando .
Nadia, por ejemplo, no quiere dejar su coche nuevo a nadie. Si no
consigue ser clara, esta situación con su hermana Luz puede
alargarse y repetirse:

… hasta que Nadia afronte el malestar y le diga a su hermana Luz:


A continuación, algunos motivos más por los que nos cuesta decir
no.
¡Te animo a revisarlos y a reconocer cuáles te resultan
familiares!
¡Solo así, podrás empezar a cambiarlo!
¿Por qué nos cuesta decir no?
Estos son algunos motivos, por los que nos resulta difícil dar una
negativa:
• Por nuestra necesidad de agradar al otro:

• Por nuestra urgencia a responder rápidamente, sin reflexionar si


realmente nos interesa:
• Por el miedo a perder oportunidades:

• Por nuestra dificultad a renunciar o querer abarcar demasiado:

• No sabemos cómo hacerlo o no lo hemos hecho antes:


• Por nuestro temor al rechazo o a la reacción del otro:

• Por la gratificación de sentirnos imprescindibles para el otro.


sentir que nos necesitan :

• Porque creemos que es nuestro deber o nuestra responsabilidad:

• Porque nos hemos comprometido y luego no nos apetece y nos


incomoda cambiar los planes al otro:
• Por la presión del otro, que requiere una respuesta inmediata:
Aprender a decir no
Pero ¡¿cómo se aprende a decir que no?! El primer paso es siendo
conscientes de cuándo nos sucede, en qué momentos del día
tenemos esta dificultad (con qué personas, en qué situaciones o
contextos). ¿Es posible que a veces nos cueste y otras veces no?
Esto sin duda nos dará muchas pistas de dónde empezar a
trabajarlo.
Y una vez detectado esto, aquí tienes algunos pasos que te
pueden resultar útiles:
• ¡Para! ¡Quédate a solas! Respira hondo y siente que es lo que
realmente te apetece hacer. Imagínate en esa situación
determinada, ayudando al otro, aceptando esa propuesta. ¿Te
apetecerá?, ¿te compensa?, ¿te sentirás bien haciéndolo?
Tómate tu tiempo para sentir lo que te apetece (olvidándote de lo
que sería más correcto o lo que toca ).
• Pídele tiempo al otro para pensar. Permítete aplazar la decisión:
si no lo tienes claro, no prometas cosas que no sepas si vas a poder
cumplir.
Mejor decir...

que
Si puedes, y no tienes claro cuando tomarás la decisión, evita
poner fechas concretas.
• Entrena el no sé . Es preferible que le muestres al otro que no lo
tienes claro, a que te comprometas a algo que no puedas cumplir.

• Rectifica. Responsabilízate de tus decisiones, pero aún así, si


acabas de aceptar algo que en el fondo no querías y que realmente
te supone inconveniente, ¡casi siempre estás a tiempo de rectificar!
Tantéalo.
• Pídele al otro que se organice, y explícale que no puede contar
contigo siempre que se le antoje. ¡Tú tienes planes y tu propia vida!

• Establece prioridades. Valora si puedes dedicar algo de tu tiempo


sin que esto afecte a tus proyectos personales o profesionales.

• Busca un punto medio, negocia y propón alternativas. Puede que


realmente quieras ayudar al otro, pero que en ese momento no
tengas tiempo, o que solo puedas comprometerte con una parte de
lo que te piden.

• Sé honesto y amable, pero conciso y claro. Di que no, sin entrar


en detalles o justificarte.

Cuando empezamos a decir no...


Y recuerda que, si hasta ahora has sido una persona con dificultad
para decir que no, en el momento en que empieces a hacerlo, es
posible que las personas más cercanas que te rodean se rebelen .

Puede que se quejen e incluso que traten de manipularte para que


vuelvas a actuar como antes:
Las personas más cercanas se han acostumbrado a que Nadia
sea la que siempre se ofrece a ayudar, la que cede. Y para ellos
será extraño e incómodo que ya no actúe como antes:

Puede que la reacción inicial sea la de rechazo o enfado. Pero a


medio o largo plazo, cuando empezamos a escuchar nuestras
necesidades y a dejar el rol de salvadores , es decir, cuando
empezamos a respetarnos a nosotros mismos, las personas
cercanas también lo harán.

Las personas a las que les cuesta decir sí


Al igual que hay personas a las que les cuesta decir que no,
también hay personas a las que les cuesta decir que sí. Todos
hemos conocido a personas como Ismael, que se cierran
constantemente a proyectos, iniciativas o propuestas, que siempre
tienen el no en la boca y que difícilmente dan su brazo a torcer. A
estas personas no les resulta difícil decir no . Más bien han
adoptado el no como mecanismo de supervivencia, como norma en
la relación con los otros.
Son personas que anteponen siempre sus necesidades a las de
los demás, a las que les cuesta tener empatía y respetar las
decisiones del otro.
Casi nadie se acercaría a este tipo de personas para pedir un
favor o solicitar su ayuda. Su actitud genera rechazo en los demás,
y precisamente por ello tampoco pueden entrenar sus habilidades.
¡Es un pez que se muerde la cola!

Otras veces, con fin de mostrarse autosuficientes e


independientes, adoptan una actitud de superioridad o falsa
independencia que no es más que una coraza para no involucrarse
afectivamente con los otros o para no mostrar su inseguridad.

Es importante saber decir no , pero también es necesario saber


abrirse a la vida y a los demás y decir sí . Todo es cuestión de
grados: el pasivo vivirá la vida pendiente de las necesidades del otro
y el agresivo, de las suyas. Y es que ¡todo es cuestión de equilibrio!
El equilibrio siempre será la mejor opción.
EXPRESAR EMOCIONES ÍNTIMAS

En este capítulo trataremos las emociones, cómo las vivimos y


expresamos y cómo nos afectan en la consecución de nuestros
objetivos vitales y a nuestra relación con los demás. Emociones que
inevitablemente aparecerán en nuestra vida y que como humanos
no podemos controlar o evitar, porque forman parte de nuestra
naturaleza.
Sea cansancio, frustración, pereza, miedo, tristeza, desesperación,
celos, envidia o dolor, podemos aprender a experimentar estas
emociones de un modo más sano y equilibrado.
Pero, ¿qué es exactamente una emoción?
Una emoción es una reacción psicofisiológica mesurable (aumento
de la presión arterial, sudoración, permeabilidad de la piel, etc.) que
nos prepara para reaccionar y adaptarnos ante ciertos estímulos o
contextos y, en definitiva, sobrevivir.
Las emociones tienen un gran componente subjetivo, en la medida
en que dejamos de ser animales primarios y avanzamos en la
escala evolutiva. Cuando incorporamos nuestra mente (la capacidad
para interpretar, juzgar, sentir u opinar sobre ellas), las emociones
empiezan a estar condicionadas por nuestra experiencia, cultura,
creencias o aprendizajes.
Así interpretamos nuestra realidad, así nos sentimos. Nuestra
manera de interpretar las cosas, determinará sin duda cuáles son
nuestras emociones predominantes.
No es objetivo de este libro profundizar en las emociones, pero sí
mostrar de manera más general, cómo influyen en nuestras
relaciones con los demás y qué podemos hacer para expresarlas.

Exteriorizar adecuadamente nuestras emociones nos ayudará


mucho a mejorar nuestras relaciones personales, a conseguir
nuestros objetivos y a obtener el amor, ayuda y el apoyo de los
demás cuando lo necesitamos.

Expresar afecto y cercanía


Podemos pensar que las emociones que más nos cuesta expresar
son aquellas que pueden mostrarnos vulnerables ante los demás.
Sin embargo, existen personas a las que les resulta muy difícil
mostrar emociones agradables hacia el otro, como amor, cariño,
ternura o interés. A diferencia del patrón pasivo (que se desvive en
atenciones hacia el otro), esto es más habitual cuando nos
comportamos de manera agresiva. Desde este patrón rígido y
distante, nos resistimos a:
• Dar las gracias:
• Expresar amor o cariño:

• Mostrar alegría:

• Manifestar apoyo incondicional al otro:


• Hacer un cumplido:

La confianza, la costumbre, el día a día y la rutina hacen que a


veces nos olvidemos de cultivar estos detalles y expresar estas
emociones a las personas más queridas.
Y si no empezamos por los que tenemos cerca, ¿¡con quién lo
vamos a hacer sino!?

Mostrar nuestra vulnerabilidad


Y lo mismo sucede con aquellas conductas que implican mostrar
nuestro lado más sensible, como:
• Mostrar la tristeza:

• Llorar:

• Pedir perdón:

• Mostrar al otro que lo necesitamos:


• Confesar nuestros errores:

Aquellas personas que nos parecen más humanas y nos provocan


un acercamiento, son las que expresan de manera más tranquila y
madura sus emociones, y aceptan la idea de ser vulnerables.

Creencias que nos dificultan expresar nuestras


emociones
Durante muchos años de nuestra historia se ha valorado la
prudencia y el control emocional, y se ha asociado la fortaleza
psicológica a la ausencia de emociones contradictorias o
negativas.
Todo esto nos ha impregnado de algunas creencias, que aún hoy
en día acarreamos, y que nos dificultan poder expresar nuestras
emociones libremente. Creencias como:
• Si muestro mi vulnerabilidad, los otros se aprovecharán:

• Si muestro mi tristeza o lloro, significa que soy débil:

• Debo tener total control sobre mis emociones:


• Si le digo al otro las cosas positivas, se acomodará y dejará de
currárselo :

• El otro ya sabe lo que siento hacia él, no hace falta que se lo


diga:

• Si muestro mi vulnerabilidad, los demás dejarán de tomarme en


serio :
Todas y cada una de estas creencias no nos permiten sentirnos
libres, ni mostrarnos como somos y permanecer relajados en
nuestra relación con los demás. Nos hacen vivir con angustia y en
estado de alerta, para evitar que los otros nos dañen, nos juzguen, o
nos superen.

Cuando nos cerramos emocionalmente


Al igual que apartamos la mano cuando tocamos accidentalmente
un cazo de agua ardiendo, nuestra reacción inicial ante una emoción
desagradable, es la de evitarla y huir. Nos apartamos
automáticamente de cualquier señal desagradable que el cuerpo
nos envíe, e incluso anticipamos y permanecemos alerta para evitar
que ésta aparezca de nuevo.
De manera más o menos consciente, rechazamos las emociones
desagradables porque nos duelen y buscamos maneras de aliviarlas
de forma rápida y momentánea.
Como humanos, hemos desarrollado estrategias muy sofisticadas
para paliar el dolor y para no sentir, que suelen ser efectivas de
manera temporal y nos proporcionan un cierto sosiego, pero
lamentablemente este efecto no es duradero. Continuar insistiendo
en ellas, repitiendo el mismo tipo de conductas, nos lleva a
mantenernos estancados en una rueda de pensamientos,
emociones y acciones, sin cambio alguno o posibilidad de
transformación.
Algunas maneras que tenemos de tapar el malestar
momentáneamente son:
• Rodeándonos de gente y evitando quedarnos a solas con
nosotros mismos:

• Distrayéndonos con otras cosas:

• Durmiendo:

• Llorando y dramatizando:
• Bebiendo o comiendo:

• Fumando:

• Descargándolo contra otros:

• Poniéndonos máscaras :
• Viendo la tele :

Y en definitiva, apuntándonos a un montón de adicciones (internet,


las compras, el sexo, las drogas, etc.) u obsesiones, para evitar
enfrentarnos al malestar o a las emociones negativas que una
situación nos despierta.

Pero tarde o temprano, si no escuchamos y hacemos caso a


nuestras emociones, estas volverán a manifestarse de manera más
intensa o a través de síntomas físicos.
Todos y cada uno de nosotros sentiremos emociones como celos,
culpa, rabia, tristeza o miedo a lo largo de nuestra vida. Solo cuando
nos mantienen estancados e impiden que nos acerquemos a los
objetivos que deseamos, se convierten en un problema.

La manera de relacionarnos con nosotros mismos en momentos


de malestar determinará si transformamos estas emociones o si se
convierten en tóxicas y nocivas para nuestro día a día. Esto sucede
generalmente cuando:
• Las alimentamos: dramatizando, dándole vueltas, anticipando los
miedos o castigándonos por el pasado.
• Tratamos de controlarlas y pararlas desde la impaciencia,
buscando soluciones inmediatas o intentando no pensar.

Recomendaciones para abrirnos emocionalmente


Estos son algunos pasos que pueden ayudarte a gestionar mejor
tus emociones, a tomar conciencia de ellas y a poder responder de
acuerdo a tus necesidades. Te animo a leerlas tranquilamente y a
observar en tu día a día si puedes aplicarlas y ponerlas en práctica:
1. Para y dedica tiempo a sentir tus emociones:
2. Observa y presta atención a tu cuerpo:

3. Observa la situación desde fuera (¿qué ha sucedido?, ¿cuándo


he empezado a sentirme así?):

4. Analiza si tu reacción es desmesurada:

5. Observa todas aquellas cosas que haces para paliar la emoción


o para resistirte a ella:

6. Acepta que puedes estar mal. Permítetelo, sin hacer nada por
estar mejor.

7. Reconoce el valor de cada emoción y su utilidad:

8. Identifica qué es lo que te pide tu emoción que hagas. Valora si


es lo que realmente quieres hacer, o si es solo otro modo de
escapar:
9. Cuídate, date mimitos y permítete estar a solas:

Aprende a permanecer con tus emociones, a abrazarlas y a darles


salida. Si las escuchas, empezarás a conocerte y a saber qué
necesitas realmente en cada circunstancia. Tendrás más claridad en
tu vida.

• Cuando somos conscientes de nuestras emociones, tenemos


más habilidad para comprender las del otro.
• Si nos permitimos expresarlas, facilitamos a las otras personas
que nos entiendan y puedan actuar en consecuencia.
• Y si sabemos gestionarlas, tenemos más facilidad para
acercarnos a nuestros objetivos y fomentar relaciones positivas.
LA AYUDA

Contar con el apoyo y la ayuda de otras personas, así como


ofrecer la nuestra, es una habilidad muy necesaria y valiosa para
vivir en comunidad.
Viviendo en una sociedad y como animales gregarios que somos,
vamos a precisar de los demás para cubrir algunas de nuestras
necesidades prácticas (abastecernos de comida, construir nuestra
casa, reparar el ordenador, etc.) o emocionales (sentirnos parte del
grupo, recibir amor, escucha, etc.).
Y al igual que vamos a necesitar de la ayuda de otras personas en
ciertas circunstancias, nuestra ayuda también será valiosa en
momentos determinados.
Para la persona con un patrón más pasivo, esto será muy obvio y
generalmente tenderá a anticiparse a las necesidades de los otros y
a ofrecer su ayuda de manera voluntaria, implicándose quizás
demasiado en esta labor.
Será propensa a encargarse de los demás pero le costará recibir
ayuda externa. Y posteriormente, lo más probable es que se sienta
mal, porque estos no actúen de manera tan servicial como esta.
El agresivo, sin embargo, difícilmente ayudará al otro. Y si lo hace,
tendera a querer solucionarlo a su manera , con lo que él se
apoderará del control de la situación.
En este último capítulo, vamos a ver si tenemos dificultades a la
hora de solicitar ayuda a los demás, de recibirla o de aceptar una
negativa. Y como siempre, ¡vamos a facilitar herramientas para
empezar a entrenar estas habilidades!

Ayudar al otro de manera asertiva


¿Te has planteado alguna vez qué tipo de ayuda sueles ofrecer?
Cuando alguien cercano a ti requiere tu apoyo práctico o emocional,
¿consideras luego que podrías haber hecho más?, ¿sientes que no
has sido del todo eficaz, o que quizás te has implicado demasiado?
La mayoría de nosotros no hemos sido entrenados para ofrecer
nuestra ayuda de manera asertiva.
Es posible que nos anticipemos o que nos preocupemos por el
otro, que queramos actuar y dar respuestas inmediatas para paliar
su dolor. Y en ocasiones, que sintamos cierta impotencia o
frustración por no conseguirlo.
Nadia tiene una buena amiga, Rita, que está pasando por un mal
momento en su vida sentimental. Sospecha, aunque posee
bastantes evidencias, que su novio Germán le es infiel, y se lo
cuenta Nadia, que no sabe cómo reconducir la situación.

¿Qué es lo que espera Rita de Nadia: comprensión, consejo,


opinión? ¿Qué es lo que espera alguien de nosotros cuando nos
pide ayuda? ¿Cómo responder y actuar? ¡No es tarea fácil! Sobre
todo en momentos donde la otra persona está susceptible y es
vulnerable.
Con las cosas prácticas es más o menos sencillo porque tenemos
más claro cómo actuar. Sin embargo, con los aspectos emocionales
no tenemos unas reglas de actuación tan claras e infalibles, porque
hay muchos aspectos que escapan de nuestro control.
Atender a las necesidades de otra persona, expresarle
verbalmente nuestro apoyo y confianza, tener paciencia, mejorar la
comunicación y regular nuestra conducta verbal y no verbal, será de
gran utilidad.
¡Vamos a ver en la próxima página algunas conductas que no son
precisamente muy adecuadas! Se trata de ciertas conductas que
Nadia o cualquiera de nosotros deberíamos evitar, si queremos
ayudar a alguien de manera sincera y eficaz.
Maneras poco eficaces de ayudar
• Jugar a ser psicólogos:
• Dar consejos de manera precipitada o sin tener la información
adecuada:

• Facilitar instrucciones rápidas para salir del paso:

• Juzgar o etiquetar al otro:


• Ser dogmáticos: decir lo que es correcto o no, qué es bueno y
qué malo, y usar adverbios como siempre , todo , nada , etc.

• Hablar demasiado de nuestras experiencias:

• Impedir o dificultar la expresión emocional del otro:

• Ir de sobrados y expresar lo bien que manejaríamos nosotros, la


situación:
• Minimizar o quitar importancia:

• Desviar el tema o tratar de distraer al otro:

• Dar falsas esperanzas:


Cuando adoptamos alguna de estas conductas nos presentamos
frente al otro con una actitud de superioridad. Le decimos cómo
debería actuar, y esperamos que responda tal y como nosotros lo
haríamos. En ocasiones, incluso nos llevamos a enfadar cuando no
valora nuestras palabras o no sigue nuestras indicaciones.

Prestamos más atención a lo que decimos, a lo brillantes que son


nuestras sugerencias y cómo el otro las recibe, que a lo que es
realmente importante: escuchar a nuestro interlocutor y detectar sus
necesidades reales. Buscamos, ante todo, su reconocimiento.

Sin duda, esto no es ayudar. Ayudar de manera asertiva escuchar


a la otra persona de manera activa, aceptando el momento en el
que está y brindándole nuestro apoyo desde la aceptación y la
paciencia, y no desde la presión y el juicio. Esto nos resultará más
difícil con las personas que queremos, con las que existe un vínculo
emocional, dado que tendremos más necesidad de implicarnos y de
tratar de resolver sus inquietudes o de evitar que tomen decisiones
equivocadas .
El otro siempre agradecerá que le mostremos nuestro apoyo de
manera auténtica, aunque sea solo a través de un simple gesto, sin
entrar a ofrecerle soluciones urgentes o estudiadas para salir del
paso . Valorará que aprendamos a darle espacio o a tolerar el
silencio, o que le hagamos sentir que estamos ahí para lo que
necesite.

Y aunque en algún momento es posible que se apoye en nosotros


para tomar decisiones, que nos busque para hallar un remedio a su
malestar o que desee que le ayudemos a encontrar respuestas, a
menudo no le haremos ningún favor si somos sobreprotectores o
haciendo cosas que puede hacer por sí mismo.

Ayudar al otro de manera auténtica implica estar ahí y


acompañarle mientras encuentra sus propias respuestas y toma sus
propias decisiones. Nuestra impaciencia y malestar puede que nos
dificulte el proceso, pero solo así facilitaremos que el otro pueda
superarse y crecer. De este modo le estaremos bridando una ayuda
asertiva.
Cómo ayudar de manera asertiva
Estas son unas recomendaciones que pueden resultarnos útiles a
la hora de ayudar a otra persona. Veamos por ejemplo a Julio, que
trata de ayudar a Leo:
1. Valora si estás dispuesto, motivado o con energías para ayudar:
Ayudar a alguien, especialmente en momentos difíciles o
emocionalmente intensos, requiere concentración y un estado de
ánimo positivo. En caso de que no estemos preparados, es
preferible proponer otro momento. Seguro que así nuestra ayuda
será mucho más positiva y beneficiosa.

2. Observa el lenguaje verbal y no verbal del otro:


3. Pregunta a la otra persona qué tipo de ayuda necesita. Es típico
que ofrezcamos soluciones cuando el otro simplemente quiere que
le escuchemos, abracemos y le demos apoyo emocional, o a la
inversa.

4. No te anticipes a sus necesidades. Es preferible y más sano que


la otra persona reflexione y trate de encontrar el modo de
comunicárnoslo.

5. Mantén contacto visual y usa un tono de voz sereno:


6. Si el otro te pide soluciones, proponlas:

7. Acércate y ofrece contacto físico solo si el otro responde


positivamente o te lo pide:

Y recuerda, lo más importante es que ¡seas auténtico! No digas


cosas que no pienses o sientas.
¿Qué hay que evitar?
Cuando alguien está más susceptible y vulnerable, nuestra
comunicación verbal y no verbal aún toma más importancia,
especialmente en situaciones más extremas (como la muerte de un
ser querido, un divorcio, etc.) o si estamos en un sector profesional
de servicio y atención directa a las personas.
A menudo, en estos casos usamos frases más o menos
estudiadas, bien porque nos sentimos incómodos o porque
queremos salir del paso rápidamente . Y lo que realmente terminamos
transmitiendo es una falta de interés real hacia el otro.
Lo importante a la hora de ayudar al otro es la intención y el cariño
que ponemos. Si nos sentimos incómodos y no sabemos qué decir,
siempre es mejor permanecer callado, escuchar y prestar atención a
lo que el otro nos comunica. O bien exteriorizar claramente cómo
nos sentimos:

Estas son algunas de las frases que sería conveniente que


evitáramos y que denotan una falta de implicación emocional con el
otro, tratando de calmarle de manera momentánea, dándole
consejos o diciéndolo cómo debería comportarse :
Recomendaciones
Aquí tenemos algunas frases que serían más adecuadas para
momentos como estos:

Siempre es más adecuado hablar desde nuestro punto de vista,


mostrarnos humanos y decir como nos sentimos respecto al
malestar del otro. Y si es necesario, también podemos simplemente
permanecer en silencio y ofrecernos de forma abierta a escuchar, o
a informar o solventar dudas que puedan surgir. Siempre sin
presionar al otro para que tome decisiones o actúe.
Cada uno necesita vivir su propio proceso, a su ritmo y a su debido
tiempo.
Ayudar de manera asertiva solo será posible si estamos realmente
motivados. Si estamos pasando por un momento difícil, nos
sentimos estresados o incluso obligados a hacerlo, es posible que
nuestra ayuda no sea del todo positiva. Tarde o temprano
terminaremos impregnando a la otra persona de nuestra negatividad
o falta de interés real.
Nuestra ayuda será más auténtica y genuina, si realmente
podemos poner la intención y las energías en ello. O al contrario,
también podemos valorar y comunicar a la otra persona cuáles son
nuestras posibilidades reales para evitar crear falsas expectativas:

Abandonar nuestras necesidades, a costa de nuestra satisfacción


personal, para brindar nuestra ayuda al otro solo nos generará
malestar y resentimiento a largo plazo.
Personas que no han pensado nunca en sí mismas o que destinan
su vida al servicio de los demás, se sienten perdidas cuando los
otros no requieren de su ayuda o atención. Son los eternos
salvadores: las personas que de manera más o menos consciente
dan sentido a su vida a través de los otros. La razón emocional más
profunda tiene que ver con una incapacidad de afrontar la propia
vida y centrarse en uno mismo.
Pensar en nosotros mismos y en nuestras necesidades, es el
único modo de sentirnos satisfechos, nutrirnos y disponer de
energías para los que nos rodean.
Pedir ayuda o dejarnos ayudar
¿Qué sucede cuando somos nosotros los que necesitamos
ayuda?
Ser autosuficientes no es incompatible con dejarnos ayudar,
delegar o compartir nuestras necesidades con los demás, sin
embargo, en ocasiones (especialmente cuando somos exigentes
con nosotros mismos) entendemos la ayuda como una muestra de
nuestra debilidad, como una evidencia de la incapacidad de hacerlo
por nosotros mismos.
Estas son algunas de las razones principales por las que no nos
dejamos ayudar:
• Falta de confianza en el otro o escasa credibilidad en sus
aptitudes:

• Vergüenza porque sentimos que no deberíamos incordiar al otro


con nuestros problemas.

• Orgullo:
Todas estas motivaciones nos vuelven más cerrados e incapaces
de pedir ayuda o delegar en los demás.
¿Por qué a veces los otros no nos ayudan?
Sin embargo, puede que tengamos facilidad para pedir ayuda y
nos acerquemos a los demás con este propósito, pero aún así, no
nos sintamos apoyados. A veces, las otras personas no responden
como desearíamos; pero en otras ocasiones la razón por la que no
recibimos ese apoyo esperado tiene mucho más que ver con
nuestra manera poco clara, concreta o definida a la hora de pedirlo.
Estos son algunos de los errores más habituales:
• Esperar que la ayuda del otro caiga del cielo :

• Pedirlo en un momento inoportuno o cuando el otro está ocupado


o preocupado:
• Imponerlo o darlo por sentado:

• Usar el victimismo:

• Quitarle importancia:
• No definir el tipo de ayuda que necesitamos:

• Usar intermediarios:

• Pedirlo a distancia:
• Con indirectas:

• No estar dispuestos a negociar:

• Abordar o pedir siempre ayuda a las mismas personas:


Pasos asertivos para pedir ayuda
Lograr nuestros objetivos depende principalmente de nosotros. En
la medida que tengamos esto claro y nos responsabilicemos, nos
sentiremos menos dependientes de la ayuda ajena (y menos
molestos, cuando no la recibamos). Sin embargo, contar con el
apoyo y ayuda de los amigos, familia, colaboradores, compañeros,
socios o colegas es básico en una sociedad global como la de hoy
en día.
Si a veces tienes la sensación de que esta ayuda no llega o que
los demás no se dan cuenta de tus necesidades , recomiendo que te
observes y veas si puedes cambiar algo en tu manera de
comunicarte. Échale una ojeada a las maneras poco asertivas de pedir
ayuda que hemos comentado en las páginas anteriores y trata de
incluir estos pasos que pueden servirte de guía y referencia:
1. Busca el momento adecuado:

2. Expresa lo que necesitas de manera clara y directa:


3. Pide a cada uno lo que puede dar, según sus posibilidades:

4. Agradece a la otra persona su gesto:

Saber que contamos con el apoyo emocional de los demás y a la


vez con nuestros propios recursos para tirar adelante, nos
proporcionará equilibrio y satisfacción personal.
DESPEDIRSE

Y ya vamos llegandoal final. Deseo que estas viñetas te hayan


inspirado para empezar a entrenar ciertas habilidades en relación
con los demás.
Este libro no es más que una recopilación de reflexiones y
estrategias que te ayudarán a pensar y a decidir cómo quieres
enfrentarte a partir de ahora a tu día a día. Porque nuestro mayor
impedimento ante el cambio es no saber que nosotros podemos
modificar nuestra realidad. Esta conciencia nos hace caminar hacia
nuestros objetivos de una manera más sana y eficaz. ¡Tú tienes el
poder, no lo olvides!
Y si en ese proceso te das cuenta de que lo que te conviene es ser
agresivo o pasivo en un momento determinado, eso es tambien una
decisión tomada desde la sabiduría.
Porque ahí radica la diferencia, en:
Decidir en todo momento cómo quieres relacionarte con
los otros, sin ser víctima de la situación.
Despedida
Así que, dicho esto, me preparo para hacer mi ritual de despedida:
• Escogiendo lo que te quiero transmitir
• Siendo clara y concreta

• Expresando mis emociones

• Siendo sincera

• Sin dramatizar o culpabilizar


• Y siendo coherente con mis necesidades
AGRADECIMIENTOS

No puedo terminar este libro sin mostrar mi gratitud por aquellas


personas que me han apoyado tanto en los últimos meses para que
este libro viera la luz. A Anna-Priscila Magriñà, por abrirme las
puertas a Angle Editorial y facilitarme el camino, a Rosa Rey mi
editora y al equipo de la editorial por confiar en mi proyecto. A Irene
Claver por su desinteresada y eficaz ayuda, por estar ahí animando
y abriéndome un sinfín de posibilidades. A Raimón Samsó por su
luz, inspiración y dirección.
También a aquellas personas más cercanas, a mi hermana
Gemma y a mi pareja Leon por ayudarme no solo en lo técnico y lo
práctico, sino también por estar ahí día tras día. Con ellos, ser
asertiva es sencillo y gratificante.
A mis padres, con los que a veces es todo un reto, y por ello, me
encanta ser su hija. A los queridos amigos, que me han aportado
sus sinceras opiniones y me han ayudado también a crecer. A los
enemigos, a compañeros de trabajo, a los ex-jefes (a los justos y los
autoritarios), a familiares y conocidos, desconocidos o extraños, a
alumnos y profesores, maestros y guías.
Cada una de las personas con las que he compartido, con las que
me he cruzado o convivido, me han inspirado y han ido poniendo a
prueba mis habilidades sociales en el día a día.
Pero quiero hacer una mención especial a mis pacientes y
clientes, que han abierto sus corazones y han confiado en mi labor
como profesional de la psicología. Ellos me han aportado mucho
material con el que configurar y crear estas páginas.
A todos ellos, ¡GRACIAS!
BIBLIOGRAFÍA

Estas han sido algunas de mis principales fuentes de inspiración y


aprendizaje a lo largo de mi desarrollo personal y como terapeuta,
así como también para la creación de este libro.
Caballo , Vicente E., Teoría, evaluación y entrenamiento en habilidades
sociales . Valencia: Promolibro, 1998.
Davis , Martha, Matthew McKay y Elizabeth R. Eshelman , Técnicas
de autocontrol emocional . Barcelona: Martínez Roca, 1993.
Fensterheim , H. y J. Baer , No diga sí cuando quiera decir no. Aprenda
a comunicarse de forma asertiva . Barcelona: Grijalbo, 1976.
Goldstein , A. P., R. P. Sprafkin , N. J. Gershaw y P. Klein ,
Habilidades sociales y autocontrol en la adolescencia . Barcelona:
Martínez Roca, 1989.
Kelly , Jeffrey A., Entrenamiento de las habilidades sociales: Guía
práctica de intervenciones . Bilbao: Desclée de Brouwer, 1992.
Roca Villanueva , Elia, Cómo mejorar tus habilidades sociales:
Programa de asertividad, autoestima e inteligencia emocional . Valencia:
ACDE Ediciones, 2005.
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