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Esteban Cañola Quiceno Mxy

Esteban Cañola
Quiceno MXY
Seminario de Misiones Extranjeras de Yarumal

Medellín, 2 de diciembre de 2018


Medellín – Colombia.
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Esteban Cañola Quiceno Mxy

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Esteban Cañola Quiceno Mxy

Seminario de Misiones Extranjeras de Yarumal


¡A solo Dios el Honor y la Gloria!
Medellín – Antioquia

Ordenación Presbiteral

Esteban Cañola Quiceno MXY


Parroquia de Emaús

Por imposición de manos y oración consecratoria del

Excelentísimo Señor
Medardo de Jesús Henao del Río MXY
Obispo titular de Casae Medianae y Vicario Apostólico de Mitú.

Medellín, 2 de diciembre de 2018


Medellín – Colombia.

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Esteban Cañola Quiceno Mxy
RITOS INICIALES Y LITURGIA DE LA PALABRA
MONICIÓN DE ENTRADA
Buenas tardes. Sean bienvenidos a la parroquia de Emaús.
En el marco de la recién culminación de la XIII Asamblea
General de los Misioneros Javerianos de Yarumal, nos llenamos
de júbilo, ya que el cuerpo místico de Cristo, que es La Iglesia,
vive, crece y se renueva continuamente. Muestra de ello, hoy el
Señor nos da el don maravilloso de un nuevo presbítero al
servicio del pueblo en las diferentes misiones de nuestra
comunidad, pues durante esta solemne Eucaristía será
ordenado presbítero el diácono ESTEBAN CAÑOLA QUICENO
MXY.
Cristo el Señor en esta celebración quiere derramar abundantes
bendiciones sobre cada uno de nosotros y sobre este hermano
nuestro, que hoy con su familia nos pide que le abramos el
corazón de par en par a su plan de amor y salvación.
Esta ceremonia, será presidida por Mons. MEDARDO DE JESÚS
HENAO DEL RÍO MXY, Obispo titular de Casae Medianae y
Vicario Apostólico de Mitú.
A continuación, se hará la lectura, por parte del Secretario General
IMEY, del decreto del arzobispo autorizando a Mons. Medardo de
Jesús Henao del Río MXY para presidir la ordenación en su
jurisdicción.

Estando todo dispuesto, se inicia la procesión por la Iglesia hacia el


altar según el modo acostumbrado. Los ritos iniciales de la liturgia de
la palabra se realizan de modo acostumbrado, hasta el Evangelio .
El Obispo dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
el pueblo responde:
Amén.
SALUDO
El Obispo, extendiendo las manos, saluda al pueblo diciendo:
La gracia de nuestro Señor Jesucristo,
el amor del Padre

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y la comunión del Espíritu Santo
estén con todos ustedes.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.

ACTO PENITENCIAL
El Obispo invita a los fieles diciendo:
El Señor Jesús,
que nos invita a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía,
nos llama ahora a la conversión.
Reconozcamos, pues, que somos pecadores e invoquemos
con esperanza la misericordia de Dios.
Se hace una breve pausa en silencio.
Yo confeso ante Dios todopoderoso y ante ustedes,
hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra,
obra y omisión.
Golpeándose el pecho, dicen:
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Luego prosiguen:
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a
los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante
Dios, nuestro Señor.
El Obispo concluye con la siguiente plegaria:
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
El pueblo responde:
Amén.
El Coro entona el canto de Kyrie eléison.
No se canta el himno: Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso, aviva en tus fieles, al comenzar el
Adviento, el deseo de Salir al encuentro de Cristo, que
viene, acompañados por las buenas obras, para que,
colocados un día a su derecha, merezcan poseer el reino
eterno.
Él que vive y reina contigo.

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El pueblo responde:
Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA
Monición general a las lecturas
Adviento es tiempo de esperanza. Y la Palabra de hoy nos
asegura que la salvación de Dios se abre paso en medio de
los vaivenes de la historia. Tanto la promesa de un rey justo,
de la primera lectura, como el anuncio del nacimiento del
Hijo del hombre, en el Evangelio de San Lucas, reflejan esa
certeza de modo diverso. Una certeza que compromete a los
creyentes para que acojan adecuadamente la redención que
se acerca.
Escuchemos atentos.

PRIMERA LECTURA (Jeremías 33, 14-16)

Lectura del libro de Jeremías


«Mirad que llegan días —oráculo del Señor— en que cumpliré
la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá.
En aquellos días y en aquella hora, suscitaré a David un vástago
legítimo, que hará justicia y derecho en la tierra.
En aquellos días se salvará Judá, y en Jerusalén vivirán
tranquilos, y la llamarán así: "Señor-nuestra-justicia"».
Palabra de Dios.
El pueblo responde:
Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial: Salmo 24, 4bc-5ab. 8-9. 10 y 14 (R.: 1b)


R. A ti Señor, levanto mi alma

Señor, enséñame tus caminos,


instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R.

El Señor es bueno y es recto,

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y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R.

Las sendas del Señor son misericordia y lealtad


para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía con sus fieles
y les da a conocer su alianza. R.

SEGUNDA LECTURA (1 Tesalonicenses 3, 12-4, 2)

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los


Tesalonicenses.
Hermanos:
Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de
amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos.
Y que así os fortalezca internamente, para que, cuando Jesús,
nuestro Señor, vuelva acompañado de todos sus santos, os
presentéis santos e irreprensibles ante Dios, nuestro Padre.
En fin, hermanos, por Cristo Jesús os rogamos y exhortamos:
habéis aprendido de nosotros cómo proceder para agradar a
Dios; pues proceded así y seguid adelante.
Ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del
Señor Jesús.
Palabra de Dios.
El pueblo responde:
Te alabamos, Señor.

EVANGELIO (Lucas 21, 25-28. 34-36)

Lectura del santo evangelio según san Lucas


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra
angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y
el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la

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ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los
astros se tambalearán.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran
poder y majestad.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se
acerca vuestra liberación.
Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida
y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel
día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la
tierra.
Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo
lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del
hombre».
Palabra del Señor.
El pueblo responde:
Gloria a ti, Señor Jesús.

RITO DE LA ORDENACIÓN
Después del Evangelio, se inicia la ordenación del presbítero. El
Obispo, con la mitra puesta, se sienta en la sede preparada.
PRESENTACIÓN DEL ORDENANDO
Monitor: A partir de este instante se inicia el Rito de la
Ordenación del presbítero. El Diácono llama al aspirante al
presbiterado.
El diácono llama al ordenando diciendo:
Acérquense el que va a ser ordenado presbítero:
Esteban Cañola Quiceno MXY.
El diácono se acerca, diciendo:
Presente.
Y se acerca al Obispo, a quien hace una reverencia.

Lectura de la biografía del elegido.

PETICIÓN DE LA ORDENACIÓN
Permaneciendo el ordenando de pie ante el Obispo, el presbítero
Superior que lo presenta dice:

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Reverendísimo Padre, la Santa Madre Iglesia pide que
ordenes presbítero a este hermano nuestro.
El Obispo le pregunta:
¿Sabes si es digno?
El presbítero le responde:
Según el parecer de quienes lo presentan, después de
consultar al pueblo cristiano, doy testimonio de que ha
sido considerado digno.
El Obispo:
Con el auxilio de Dios y de Jesucristo, nuestro Salvador,
elegimos a este hermano nuestro para el Orden de los
presbíteros.
Todos manifiestan su aceptación diciendo:
“Demos gracias a Dios”.

Homilía
Estando todos sentados, el Obispo se dirige al pueblo y al elegido.

EXAMEN
Monitor: Después de escuchar las palabras llenas de
unción en la Homilía, el candidato se dispondrá a realizar
públicamente, ante el Pastor y esta asamblea, las respectivas
promesas por las que se compromete a ser fiel al ministerio
sacerdotal, según el deseo de Cristo en su Iglesia.

Después de la homilía, el Obispo pregunta al elegido, de pie ante él,


diciendo:
Querido hijo:
Antes de entrar en el Orden de los presbíteros debe
manifestar ante el pueblo tu voluntad de recibir este
ministerio.
¿Estás dispuesto a desempeñar siempre el ministerio
sacerdotal en el grado de presbítero, como buen
colaborador del Orden episcopal, apacentando el
rebaño del Señor y dejándose guiar por el Espíritu
Santo?

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El elegido responde:
Sí, estoy dispuesto.
El Obispo:
¿Realizarás el ministerio de la palabra, preparando la
predicación del Evangelio y la exposición de la fe católica
con dedicación y sabiduría?
El elegido:
Sí, lo haré.
El Obispo:
¿Estás dispuesto a presidir con piedad y fielmente la
celebración de los misterios de Cristo, especialmente el
sacrificio de la Eucaristía y el sacramento de la
reconciliación, para alabanza de Dios y santificación del
pueblo cristiano, según la tradición de la Iglesia?
El elegido:
Sí, estoy dispuesto.
El Obispo:
¿Estás dispuesto a invocar la misericordia divina con
nosotros, en favor del pueblo que te sea encomendado,
perseverando en el mandato de orar sin desfallecer?
El elegido:
Sí, estoy dispuesto.
El Obispo:
¿Quieres unirte cada día más a Cristo, sumo Sacerdote,
que por nosotros se ofreció al Padre como víctima
santa, ¿y con él consagrarte a Dios para la salvación de
los hombres?
El elegido:
Sí, quiero hacerlo, con la ayuda de Dios.
Seguidamente el elegido se acerca al Obispo, y de rodillas, pone sus
manos juntas entre las de él.

Si el Obispo no es el ordinario interroga al elegido:


¿Prometes respeto y obediencia al Obispo diocesano y a
tu superior legitimo?
El elegido:

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Prometo.
El Obispo concluye:
Dios, que comenzó en ti la obra buena, él mismo la lleve
a término.

LETANÍAS DE LOS SANTOS


Monitor: Viene el momento de la postración, signo de
humildad y pequeñez del hombre ante Dios. Mediante este
gesto, el elegido pide la fuerza y la protección de Dios Padre,
para ejercer el ministerio que hoy la Iglesia le confiere.
Nosotros, como partícipes de esta celebración, nos unimos en
oración, cantando las letanías de los Santos, pidiendo que Dios
consagre, bendiga y santifique a este hermano nuestro, elegido
para el Orden de los presbíteros.

Luego, todos se levantan: el Obispo sin mitra y con las manos juntas,
exhorta al pueblo, diciendo:
Oremos, hermanos, a Dios Padre Todopoderoso, para
que derrame generosamente sus dones sobre este
elegido para el ministerio de los presbíteros.

Entonces el elegido se postra y se cantan las letanías.


Señor, ten piedad Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad Cristo, ten piedad
Santa María, Madre de Dios ruega por nosotros
San Miguel ruega por nosotros
San Gabriel ruega por nosotros
San Rafael ruega por nosotros
Santos ángeles de Dios rueguen por nosotros
San Juan Bautista ruega por nosotros
San José ruega por nosotros
San Pedro ruega por nosotros
San Pablo ruega por nosotros
San Andrés ruega por nosotros
Santiago ruega por nosotros

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San Juan ruega por nosotros
Santo Tomás ruega por nosotros
Santiago ruega por nosotros
San Felipe ruega por nosotros
San Bartolomé ruega por nosotros
San Mateo ruega por nosotros
San Simón ruega por nosotros
San Tadeo ruega por nosotros
San Matías ruega por nosotros
Santa María Magdalena ruega por nosotros
San Esteban ruega por nosotros
San Ignacio de Antioquía ruega por nosotros
San Lorenzo ruega por nosotros
Santas Perpetua y Felicidad ruega por nosotros
Santa Inés ruega por nosotros
San Gregorio ruega por nosotros
San Agustín ruega por nosotros
San Atanasio ruega por nosotros
San Basilio ruega por nosotros
San Martín ruega por nosotros
San Benito ruega por nosotros
Santos Francisco y Domingo ruega por nosotros
San Buenaventura ruega por nosotros
San Juan de la Cruz ruega por nosotros
San Francisco Javier ruega por nosotros
Santa Teresita del Niño Jesús ruega por nosotros
San Juan María Vianney ruega por nosotros
San Juan Eudes ruega por nosotros
San Juan Bosco ruega por nosotros
Santo Domingo Savio ruega por nosotros
Santa Catalina de Siena ruega por nosotros
Santa Teresa de Jesús ruega por nosotros
Santa Rosa de Lima ruega por nosotros
San Isidro Labrador ruega por nosotros
Beato Juan Pablo II ruega por nosotros

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Beata María de San José ruega por nosotros
Beata Candelaria de San José ruega por nosotros
Beata Teresa de Calcuta ruega por nosotros
Beato Jesús Emilio Jaramillo ruega por nosotros
Santos y Santas de Dios rueguen por nosotros
De todo mal líbranos, Señor
De todo pecado líbranos, Señor
De la muerte eterna líbranos, Señor
Por tu encarnación líbranos, Señor
Por tu muerte y resurrección líbranos, Señor
Por el envío del Espíritu Santo líbranos, Señor
Nosotros, que somos pecadores te rogamos, óyenos
Para que gobiernes y conserves
a tu santa Iglesia te rogamos, óyenos
Para que asistas al Papa
y a todos los miembros
del clero en tu servicio santo te rogamos, óyenos
Para que concedas paz y concordia
a todos los pueblos de la tierra te rogamos,
óyenos
Para que tengas misericordia
de todos los que sufren te rogamos, óyenos
Para que nos fortalezcas y asistas
en tu servicio Santo te rogamos, óyenos
Jesús, Hijo de Dios vivo te rogamos, óyenos
Cristo, óyenos Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos Cristo, escúchanos

Acabadas las letanías todos continúan orando por el elegido,


mientras el Obispo, con las manos extendidas, dice:
Escúchanos, Señor, Dios nuestro,
y derrama sobre este siervo
tu Espíritu Santo y la gracia sacerdotal;
concede la abundancia de tus bienes
a quien consagramos en tu presencia.

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Por Jesucristo nuestro Señor.
El pueblo responde:
Amén.
El diácono dice:
Pueden levantarse

IMPOSICIÓN DE LAS MANOS Y ORACIÓN CONSECRATORIA


Monitor: La imposición de las manos y la oración
consecratoria son el centro de la Ordenación de los presbíteros.
Desde antiguo los Apóstoles utilizaron la imposición de manos
como signo de la transmisión del don del orden sagrado, por
ello el Obispo, sucesor de los apóstoles, siguiendo la Sagrada
Tradición impondrá sus manos sobre este elegido.

El elegido se levanta; se acerca al Obispo, que está de pie delante de


la sede con mitra, y se arrodilla ante él. El Obispo le impone en
silencio las manos sobre la cabeza.
Después, todos los presbíteros presentes, revestidos de estola,
imponen igualmente en silencio las manos sobre el elegido.
Estando el elegido arrodillado ante el Obispo, sin mitra, con las
manos extendidas, dice la oración consecratoria:
Asístenos, Señor Padre santo,
Dios todopoderoso y Eterno,
autor de la dignidad humana
y dispensador de todo don y gracia;
por ti progresan tus criaturas
y por ti se consolidan todas las cosas.
Para formar el pueblo sacerdotal,
tú dispones con la fuerza del Espíritu Santo
en órdenes diversos a los ministros de tu Hijo Jesucristo.
Ya en la antigua Alianza aumentaron los oficios,
instituidos con signos sagrados.
Cuando pusiste a Moisés y Aarón al rente de tu pueblo,
para gobernarlo y santificarlo,
subordinados en orden y dignidad,
que les acompañaran y secundaran.
Así, en el desierto,

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diste parte del espíritu de Moisés
comunicándolo a los setenta varones prudentes,
con los cuales gobernó más fácilmente a tu pueblo.
Así también hiciste partícipes a los hijos de Aarón
de la abundante plenitud otorgada a su padre,
para que un número suficiente de sacerdotes
ofreciera, según la ley, los sacrificios,
sombra de los bienes futuros.
Finalmente, cuando Llegó la plenitud de los tiempos,
enviaste al mundo, Padre Santo, a tu Hijo, Jesús,
Apóstol y Pontífice de la e que profesamos.
Él, movido por el Espíritu Santo,
se ofreció a ti como sacrificio sin mancha,
y habiendo consagrado a los apóstoles con la verdad,
los hizo partícipes de su misión;
a ellos, a su vez, les diste colaboradores
para anunciar y realizar por el mundo entero
la obra de salvación.
También ahora, Señor, te pedimos nos concedas
como ayuda a nuestra limitación, estos colaboradores
que necesitamos para el ejercicio del sacerdocio
apostólico.
TE PEDIMOS, PADRE TODOPODEROSO
QUE CONFIERAS A ESTE SIERVO TUYO
LA DIGNIDAD DEL PRESBITERADO;
RENUEVA EN SU CORAZÓN EL ESPÍRITU DE
SANTIDAD;
RECIBA DE TI EL SEGUNDO GRADO
DEL MINISTERIO SACERDOTAL
Y SEA, CON SU CONDUCTA, EJEMPLO DE VIDA.
Sea honrado colaborador del orden de los obispos,
para que, por su predicación,
y con la gracia del Espíritu Santo,
la palabra del Evangelio
dé fruto en el corazón de los hombres
y llegue hasta los confines del orbe.

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Sea, con nosotros, fiel dispensador de tus misterios,
para que tu pueblo se renueve
con el baño del nuevo nacimiento
y se alimente de tu altar;
para que los pecadores sean reconciliados
y sean confortados los enfermos.
Que, en comunión con nosotros, Señor,
implore tu misericordia
por el pueblo que se le confía
y en favor del mundo entero.
Así todas las naciones, congregadas en Cristo,
formarán un único pueblo tuyo
que alcanzará su plenitud en tu Reino.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos.
El pueblo responde:
Amén.

IMPOSICIÓN DE LA ESTOLA Y LA CASULLA


Acabada la oración consecratoria el Obispo, con la mitra puesta se
sienta. El ordenado se pone de pie.
Su padrino le coloca la estola según el modo presbiteral y lo reviste
con la casulla.

Mientras lo van revistiendo se puede cantar algo apropiado

UNCIÓN DE LAS MANOS


Monitor: Una vez que ha sido revestido, pasa frente al
Obispo para ser ungido con el santo crisma en las palmas de las
manos, como signo del aroma o del bálsamo que procede del
sacerdocio real de Cristo y por el cual desde el día de hoy tiene
el poder de consagrar el pan y el vino, y de bendecir al pueblo
fiel y creyente en la administración de los diferentes
sacramentos.

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Después, el Obispo recibe el gremial y unge con el santo crisma las


manos del ordenado, que permanece arrodillado ente él, diciendo:
Jesucristo, el Señor,
a quien el Padre ungió
con la fuerza del Espíritu Santo,
te auxilie para santificar al pueblo cristiano
y ofrecer a Dios el sacrificio.

Monitor: Ahora, el Obispo ata las manos del ordenado


para que las desate su Madre, como símbolo de entrega de su
hijo, que de ahora en adelante inicia su ministerio y servicio en
la Iglesia.

ENTREGA DE LA PATENA Y EL CÁLIZ


Monitor: Luego de haber recibido por medio del Santo
Crisma el sello del Espíritu Santo que lo configura a Cristo en el
Sacerdocio Ministerial, nuestro hermano pasa ante el Obispo
para recibir la Patena y el Cáliz, instrumentos con los cuales se
constituyen en puente entre Dios y los hombres en la Santa
Eucaristía.
Seguidamente, el diácono lleva el pan sobre la patena y el cáliz, con el
vino y el agua, para la celebración de la misa, se lo entrega al Obispo,
quien a su vez lo pone en manos del ordenado, arrodillado ante él
diciendo:
Recibe la ofrenda del pueblo santo
para presentarla a Dios.
Considera lo que realizas
e imita lo que conmemoras,
y conforma tu vida
con el misterio de la cruz del Señor.

ABRAZO DE PAZ
Monitor: Con el abrazo de la paz, el Obispo y los demás
sacerdotes manifiestan su alegría al recibir a este hermano en
el presbiterio.

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Finalmente, El Obispo le dice:


La paz contigo.
El ordenado responde:
Y con tu espíritu.
El Coro canta el abrazo de la paz.

LITURGIA EUCARÍSTICA
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, este pan y este vino, escogidos de entre
los bienes que hemos recibido de ti, y concédenos que
esta Eucaristía, que nos permites celebrar ahora en
nuestra vida mortal, sea para nosotros prenda de
salvación eterna.
por Jesucristo nuestro señor.

PREFACIO I DE ADVIENTO
Obispo: El Señor esté con ustedes.
Pueblo: Y con tu espíritu.
A. Levantemos el corazón.
P. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
A. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
P. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,


es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Por Cristo, Señor nuestro.
Quien al venir por vez primera
en la humildad de nuestra carne,
realizó el plan de redención trazado desde antiguo
y nos abrió el camino de la salvación;
para que cuando venga de nuevo
en la majestad de su gloria,

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revelando así la plenitud de su obra,
podamos recibir los bienes prometidos
que ahora, en vigilante espera,
confiamos alcanzar.
Por eso,
Con los ángeles y arcángeles y con todos los coros
celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
El Coro canta Sanctus.

PLEGARIA EUCARÍSTICA III


El Obispo, con las manos extendidas, dice:
Santo eres en verdad, Señor
y con razón te alaban todas tus criaturas,
ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro,
con la fuerza del Espíritu Santo,
das vida y santificas todo,
y congregas a tu pueblo sin cesar,
para que ofrezca en tu honor
un sacrificio sin mancha
desde donde sale el sol hasta el ocaso.
Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas,
dice:
Por eso, Padre, te suplicamos
que santifiques por el mismo Espíritu
estos dones que hemos separado para ti,

Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y sobre el cáliz
conjuntamente, diciendo:
de manera que se sean
Cuerpo y + la Sangre de Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro,
Junta las manos.
que nos mandó celebrar estos misterios.

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Esteban Cañola Quiceno Mxy
En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de
pronunciarse claramente y con precisión, como lo requiere la
naturaleza de las mismas palabras.
Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado,

Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar,


prosigue:
tomó pan,
y dando gracias te bendijo,
lo partió
y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.
TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS.
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la
patena y lo adora, haciendo genuflexión.

Después prosigue:
Del mismo modo, acabada la cena,

Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar,


prosigue:
tomó el cáliz,
dando gracias te bendijo
y lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.
TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA
QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS
Y POR MUCHOS PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.
HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.

Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo


adora, haciendo genuflexión.

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Esteban Cañola Quiceno Mxy

Luego dice:
Éste es el Misterio de la fe.
Y el pueblo prosigue, aclamando:
Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:
Así, pues, Padre,
al celebrar ahora el memorial
de la pasión salvadora de tu Hijo,
de su admirable resurrección y ascensión al cielo,
mientras esperamos su venida gloriosa,
te ofrecemos, en esta acción de gracias,
el sacrificio vivo y santo.

Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia,


y reconoce en ella la Víctima
por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad,
para que, fortalecidos con el Cuerpo y Sangre de tu Hijo
y llenos de su Espíritu Santo,
formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.

C1 Que él nos transforme en ofrenda permanente,


para que gocemos de tu heredad
junto con tus elegidos:
con María, la Virgen Madre de Dios,
su esposo san José,
los apóstoles y los mártires,
San Francisco Javier,
Santa Teresita del Niño Jesús
Y el Beato Jesús Emilio Jaramillo
y todos los santos,
por cuya intercesión
confiamos obtener siempre tu ayuda.

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Esteban Cañola Quiceno Mxy

C2 Te pedimos, Padre,
que esta Víctima de reconciliación
traiga la paz y la salvación al mundo entero.
Confirma en la fe y en la caridad
a tu Iglesia, peregrina en la tierra:
al tu servidor, el Papa N.,
con mi hermano N.,
obispo de esta Iglesia de N.,
conmigo, indigno siervo tuyo.
al orden episcopal,
a los presbíteros y diáconos,
y a todo el pueblo redimido por ti.
Atiende los deseos de esta familia
que has congregado en tu presencia.
Reúne en torno a ti, Padre misericordioso,
a todos tus hijos dispersos por el mundo.
A nuestros hermanos difuntos
y a cuantos murieron en tu amistad
recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos
de la plenitud eterna de tu gloria,
Junta las manos.
por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo
todos los bienes.
Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz, y elevándolos, dice:
Por Cristo, con él y en él,
a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
Amén.

RITO DE LA COMUNIÓN

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Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el Obispo, con las manos
juntas, dice:
El amor de Dios ha sido derramado
en nuestros corazones
con el Espíritu Santo que se nos ha dado;
digamos con fe y esperanza:
Extiende las manos y, junto con el pueblo, continúa:
Padrenuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
El Obispo, con las manos extendidas, prosigue él solo:
Líbranos de todos los males, Señor,
y concédenos la paz en nuestros días,
para que, ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libre de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo.
Junta las manos.
El pueblo responde:
Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre,
Señor.
Después el Obispo, con las manos extendidas, dice en voz alta:
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles:
“La paz les dejo, mi paz les doy”,
no tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia
y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
Junta las manos.

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Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
El pueblo responde:
Amén.
El Coro entona el canto de Cordero de Dios.

Luego el Sr. Obispo hace genuflexión, toma el pan consagrado y,


sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena, lo muestra al pueblo,
diciendo:
Éste es el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Y, juntamente con el pueblo, añade:
Señor, no soy digno
de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya
bastará para sanarme.
Se da inicio a la administración de la Comunión.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


Señor, que fructifique en nosotros la celebración de
estos sacramentos, con los que tu nos enseñas, ya en
nuestra vida mortal, a descubrir el valor de los bienes
eternos y a poner en ellos nuestro corazón.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
El pueblo responde:
Amén.
BENDICIÓN FINAL
El diácono hace la invitación:
Inclínense para recibir la bendición
Enseguida, el Obispo extiende las manos sobre el ordenado y da la
bendición.
El Dios que dirige y gobierna a la Iglesia
mantenga tu intensión
y fortalezca tu corazón
para que cumplas fielmente el ministerio presbiteral.
El pueblo responde:

2
Esteban Cañola Quiceno Mxy
Amén.
El Obispo, prosigue:
Que Él te haga servidor y testigo en el mundo
de la verdad y del amor divino,
y ministro fiel de la reconciliación.
El pueblo responde:
Amén.
El Obispo, prosigue:
Que te haga pastor verdadero
que distribuya la Palabra de la vida y el Pan vivo
para que los fieles crezcan en la unidad del cuerpo de
Cristo.
El pueblo responde:
Amén.
Y que, a todos ustedes, que están aquí presentes,
los bendiga Dios Todopoderoso,
Padre, + Hijo, + y Espíritu Santo +.
El pueblo responde:
Amén.
El Diácono dice:
La gracia de Dios es nuestra alegría y nuestra fuerza.
Pueden ir en paz.
El pueblo responde:
Demos gracias a Dios.

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