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La Lucha Olvidada

A la hora de investigar la receptividad de la comunidad global ante las diversas realidades


que plagan sus hemisferios, nos encontramos con datos alarmantes, desconfortantes y
altamente intrigantes. Se ve vislumbrado un sistema de injusticias sistemáticas, cegueras
globalizadas y de olvido hacia aquellas poblaciones que en medio de los sistemas de derechos
mundiales parecen no parecer en las listas de beneficiados.

Parece ser que la lucha milenaria por los derechos de los hombres y mujeres está siendo
olvidada, no se es una lucha que le corresponde a uno solo, en este momento, todos debemos
hacernos responsables por aquellos que desde sus propias capacidades no son capaces de
hacerlo. Y aunque “el hombre ha rivalizado con todos los seres en el dominio de este mundo”
(Ospina, 1994, p.44), no podemos dejar que los más vulnerables sufran las consecuencias de
las trampas del progreso humano.

Ese sentido de comunidad, que antes tanto caracterizaba a la esfera planetaria y a las naciones
que la constituían, se ha esfumado en medio de la industrialización y las luchas de poder
adquisitivo ya no es novedoso escuchar que una nación culpe a otra por las dificultades de sus
territorios, ni es de extrañarnos que las condiciones existenciales precarias se dejen la merced
de la comunidad de internacional, pero una comunidad internacional que sin rostro deja al
mundo en las mismas.

Si bien esas organizaciones dan cara a las problemáticas más generales del mundo, falta un
rostro que confronte a las más sistemáticas, a esa cicatrices que la precariedad deja en sus
víctimas. Miremos, por ejemplo, a las juventudes y las infancias del mundo, los seres más
vulnerables ante la irresponsabilidad adulta que nos rige. Para ellos se suele atender en
asuntos como la educación y la salud, pero no parece existir una confrontación a la raíz.

Por más necesario que sea educar a la mente joven sin aquella mente, no hay sustancia de la
cual nutrirse, es a la hora educativa se ha hecho en vano. Es indispensable que reconozcamos
las magnitudes de los problemas que hoy habitan en el mundo, cada día es más difícil vivir
por los altos precios de alimentación y vivienda, los conflictos irresueltos y sobre todo unas
condiciones climáticas que cada vez hacen de nuestra existencia menos prolongada.
Hay voces que, en medio del silencio selectivo, han decidido responder a esas ponderaciones
que le corresponden a todos. Entre ellas está Martha Nussbaum, quien reconoce en medio de
otro una necesidad de cambio, de ética mundial. En medio de ese aclamo de justicia, ella
propone cosas interesantes que atacan directamente esa codicia de tantas Naciones
monetarias, pues, el dar una porción del PIB para poder atender a las necesidades globales, le
puede parecer a algunos alarmantes.

Si comparamos la propuesta de Nussbaum ante la de Beitz, nos encontramos que hay un


ponto común en el sentido que aquellos que tienen más deben poder dar a los que más lo
necesitan. A esto yo agrego un pensamiento personal, para que tener todo el dinero del
mundo si ya no hay mundo para usarlo, a mi parecer ni el dar una porción del PIB ni la
distribución de recursos me es suficiente para responder a los gritos que ayuda que se callan,
debido a que las principales estructuras de orden mundial son injustas y centralizadas hacia
una esfera occidental colonizadora.

Sin importar el hecho que los países desarrollados instilen que su PIB o se puede reducir por
su deuda mundial y por las constantes amenazas geopolíticas, ahí existen solo excusas
superficiales que justifican su inactividad. Como ya lo he mencionado, el atacar la raíz del
problema ha de considerarse la mejor posibilidad que como planeta tenis para poder pasar la
página ante una era de paz y justicia, como decía Mahatma Gandhi: “No hay camino para la
paz, la paz es el camino”.

No es de extrañarnos quien me dio tantas dificultades que habita en el mundo, a veces las más
sencillas de solucionar son olvidadas, dentro aquellos países, superpotencia, líderes,
mesiánicos, se halla la respuesta a las dificultades de un mundo en el que el egoísmo y
codicia ha condenado a tantos. Lo primero que se debe hacer como comunidad internacional
es no olvidar en medio de tantos problemas, hay un grupo de la población que sufre más que
cualquier otro y son los jóvenes lo primero que se debe hacer como comunidad internacional
es no no olvidar en medio de tantos problemas hay una un grupo de la población que sufre
más que cualquier otro y son los jóvenes.

Ospina, W. (1994). Es tarde para el hombre. Grupo Editorial Norma

Hecho por: Alexa Hernández Roldán

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