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Todas las madres y los padres desean que sus hijos sean felices y sanos.

Es importante
entonces proporcionarles estilos de vida saludables para una mejor calidad de vida, y es en
la en la etapa de cero a un año, la más vulnerable en relación con la salud bucal. El bebé
está en el borde de una serie de cambios que pueden ser de gran influencia en su salud
bucal, precisamente en ese momento es en el cual los padres tienen una tarea de oro.

La identificación de los principales factores de riesgo de cero a un año que influyen en


sobre la salud bucal nos permite, a partir de su conocimiento, el mejoramiento de nuestra
conducta en relación al tema.

La alimentación ideal para cualquier recién nacido es la que la naturaleza le ofrece: la leche
materna, también conocida como sangre blanca. Sin embargo, muchas familias se lanzan a
la búsqueda de alimento artificial, aun conociendo el valor de la lactancia materna, porque
creen que así el crecimiento del bebé será más rápido y seguro.

Esta contradicción se remonta a épocas remotas, como demuestra la aparición de biberones


de barro en tumbas de niños romanos. Los primeros biberones conocidos fueron cuernos de
vaca ahuecados con mamila de ubres de vaquillas, pero estas se descomponían fácilmente,
a pesar de ponerlas en alcohol. Luego surgieron las mamilas de hule o teteras y se dio un
paso de avance en lo que a higiene respecta.

En el siglo XIX, el temprano abandono de la lactancia materna estuvo ligado a diferentes


procesos socioeconómicos, como la Revolución Industrial, pues ante la difícil situación
para subsistir muchas madres se veían obligadas a trabajar lejos de sus hogares, dejando los
hijos pequeños al cuidado de hermanas mayores.

En 1974, un cirujano de Liverpool llamado William Mossdo planteó que el alimento


artificial a temprana edad causaba cólicos y otros trastornos gastrointestinales, por lo que a
su juicio era muy difícil hallar un sustituto adecuado al producto materno.

Pero estos criterios chocaban con intereses comerciales de la llamada era moderna de la
alimentación artificial, iniciada unas décadas atrás, cuando los primeros sustitutos sintéticos
de la leche humana robaron la atención de médicos y científicos, y por tanto han sido
silenciados o ignorados en muchos países.

La madre que lacta a su bebé no solo lo alimenta, sino que además lo protege de los
principales peligros en esa edad y ayuda a su desarrollo integral.

«Cuba siempre ha apoyado, y lo continuara haciendo, todas las estrategias relacionadas con
la salud de la niñez, la mujer y la familia». Declaró el Doctor Pablo Carlos Roque Peña,
coordinador nacional del programa de Lactancia Materna y banco de leche humana. Roque
Peña reconoció que cada día suman más personas al resguardo de la lactancia materna
exclusiva hasta los seis meses de vida y alternadas hasta los dos años. «Esto no solo
beneficia a los menores, sino que también se revierte en el futuro de la sociedad. La
población es la principal exponente y beneficiaria de esta iniciativa»
Su hijo necesita dientes sanos y fuertes, los cuales le ayudan a masticar el alimento, hablar
y tener el espacio suficiente en la mandíbula para que los dientes adultos crezcan derechos.

La caries dental puede suceder cuando los dientes de su hijo entran en contacto con
demasiado azúcar. Este azúcar ayuda a que las bacterias se multipliquen y los ácidos que
éstas producen hacen que los dientes se pudran.

Muchos de los líquidos que su hijo bebe contienen azúcar, incluyendo la leche, la fórmula
(leche maternizada) y los jugos de frutas. El hecho de consumir refrigerios azucarados
también deposita más azúcar en los dientes del niño.

También son importantes la frecuencia con la cual su hijo bebe líquidos que contengan
azúcar y por cuánto tiempo el azúcar permanece en la boca. Cuando los niños duermen o
caminan de un lado para otro con un biberón (tetero) o un vaso pitillo en su boca, el azúcar
cubre los dientes por períodos de tiempo más largos, provocando que los dientes se pudran
más rápidamente.

La leche materna en sí misma es el alimento más saludable para los dientes de los bebés, a
toda hora, ya que tiende a disminuir el crecimiento bacteriano y la producción de ácido. Sin
embargo, cuando la leche materna se alterna con alimentos o bebidas azucaradas, la tasa de
formación de caries dental puede ser más rápida que con el azúcar solamente.

Después de cada comida, se debe limpiar los dientes y las encías del bebé con un pedazo
de tela o gasa limpias para remover la placa. Es necesario iniciar con el cepillado tan
pronto al niño le salgan los dientes. Inspeccione regularmente los dientes de su hijo y
comience las visitas de rutina al odontólogo.

La higiene oral se realiza tanto para establecer unos buenos hábitos orales como para
proteger sus dientes de leche. Al acostumbrar a tu bebé a una limpieza dental suave y a
pasar el hilo dental, crearás un patrón de cuidados bucales que lo acompañarán durante el
resto de su vida.

La salida de los dientes o la erupción dentaria debe ocurrir a la edad de seis, siete u ocho
meses. El hecho de que no tenga dientes para el primer año, no significa que deba
alarmarse. El odontopediatra revisará la boca y los dientes de su hijo, y si siente la
necesidad de tomar radiografías, también lo hará. Hará una limpieza en los dientes y les
recomendará tanto a usted como a su hijo varias opciones para el cuidado dental en casa.

El hábito de succión en los niños se debe a un reflejo natural que estaba presente en el bebé
cuando se encontraba en el útero materno. Es algo completamente normal que se relaciona
con la capacidad de supervivencia, la que le permite alimentarse y crecer, pero además le
ofrece seguridad, placer y sensación reconfortante. También tiene la función de interiorizar
al niño con su nuevo entorno. Chuparse el dedo es una mala costumbre que realizan los
recién nacidos e incluso niños en edad escolar.
La respiración vía nasal es una función vital que permite que el aire entre caliente al
organismo y se retengan las impurezas, lo que impide o disminuye el riesgo de infecciones.

La respiración bucal es aquella que el individuo realiza a través de la boca, en lugar de


hacerlo por las fosas nasales.

Este tipo de respiración puede producir alteraciones de la mordida (abierta, profunda y


cruzada), paladar profundo y estrecho y gingivitis crónica. Además, provocar trastornos en
la audición, de tal manera que al mantener la boca abierta, la onda sonora se hace débil;
también anorexia falsa, debido a que se come sin apetito por la dificultad de coordinar la
respiración con la masticación al momento de tragar. Afecta el sueño, generando trastornos
caracterizados por mal dormir, agitación y ronquido.

La tendencia natural a la succión puede variar según el niño y la edad. En el lactante es


perfectamente natural y no debe ser interrumpida. Al terminar la erupción dental, lo ideal
sería cortar este hábito, ya que de lo contrario, provocará deformaciones en los maxilares y
dientes.

El biberón y el chupete inducen a deformaciones en maxilares y en las arcadas dentarias,


dependiendo de la frecuencia, duración e intensidad del hábito. El efecto suele ser
transitorio si ambos elementos se usan hasta el término de la erupción dentaria.

Realizando las actividades necesarias para el mejoramiento de la salud bucal de nuestros


niños disminuimos las probabilidades de que estos padezcan de enfermedades como la
maloclusión, la caries dental, entre otras que afectan el complejo bucodental del individuo
y consigo una disminución de la calidad de vida.

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