Está en la página 1de 19

Formación virtual

para discípulos misioneros

6° Encuentro - 15/08

Espiritualidad
del discípulo/a
misionero/a
Formador: Nico Ceballos

Obras misionales pontificias


ARQUI. MZA
FORMACIÓN VIRtuAL 6° Encuentro
OMP arqui. mza

espiritualidad del discípulo/a misionero/a

“No se enciende una lámpara para cubrirla con un recipiente o para ponerla debajo de la cama, sino que se la
coloca sobre un candelero, para que los que entren vean la luz” (Lc 8,16)

El discípulo y misionero es el portador de un fuego que no es suyo, sino que viene de lo alto. Como una braza
encendida, el Espíritu de Dios, habita en nuestros corazones y encuentra en nosotros buena madera, al punto
que nos hace una llama de amor viva. Y así, el misionero, peregrina por el mundo incendiando todo a su paso y
llenándolo de esa calidez y luz que llamamos Jesús.

Trataremos de acercarnos al fuego de la espiritualidad, pero no como quien teme al fuego y cuida de no
quemarse, sino buscando que ese fuego se apodere de nosotros y nos haga verdaderas lámparas. Caminare-
mos hacia el fuego de la espiritualidad.

HACIA UN CONCEPTO DE ESPIRITUALIDAD

La palabra espiritualidad viene de la palabra Espíritu, que tiene su origen en el griego pneuma. Para los griegos
significaba todas aquellas realidades que se oponían a la carne y a lo material. Es decir, aquellas cosas invisibles
que tienen que ver con otro ámbito fuera de lo terrestre. Por ello estaba muy vinculada al mundo de lo divino
y lo inaccesible. Hemos heredado esta idea, ya que comúnmente lo espiritual se entiendo como opuesto a lo
material. Pero si nos acercamos al mundo de las Sagradas Escrituras el sentido de la palabra espíritu se ve
totalmente enriquecido. En el mundo hebreo (propio de la mentalidad judía que tenía Jesús) la palabra espíritu
no se opone a lo material. La Biblia nos muestra que ruaj (que significa literalmtente “soplo/viento”), hace
referencia a aquello que se opone a la maldad, a la destrucción y a la muerte. Ruaj, es decir, espíritu en
hebreo, significa más bien vida, fuerza, energía, acción, construcción, libertad. Es algo que no está fuera de las
cosas, de lo material y del cuerpo, sino dentro de ellas dándoles vida y movimiento. Justamente, ya que espíri-
tu en hebreo equivale a la palabra “viento”, lo podemos comparar con la respiración que es lo que permite a la
persona oxigenarse y vivir.

1
FORMACIÓN VIRtuAL 6° Encuentro
OMP arqui. mza

Podemos decir entonces que la espiritualidad de una persona es lo más profundo de su ser. Es aquello que lo
llena de vida, y lo mueve actuar de una manera y no de otra. Por ello cuando hablamos de la espiritualidad no
nos referimos a alguna práctica especial que la persona haga, sino a su centro mismo que la llena de sentido y
de vida.

Espíritu en la cultura griega PNEUMA Lo opuesto a la materia (Cuerpo)


Espíritu en la cultura hebrea RUAJ Lo opuesto a la muerte
Espíritu en su significado bíblico LO QUE VIVIFICA

La espiritualidad es algo que engloba a todas las personas, por ello hablamos de la dimensión espiritual en la vida
del hombre. No es algo únicamente religioso o cristiano. Es algo humano. La espiritualidad no tiene que ver con
una actitud intimista y oculta que nos cierra sobre nosotros mismos. Todo lo contrario. La espiritualidad se
convierte en camino de encuentro:

• Con nuestra propia interioridad, cargada de historia y de búsqueda.


• Con los otros que comenzamos a percibir como semejantes.
• Con los sueños y anhelos que trascienden a la persona espiritual.

EL RASGO PARTICULAR DE LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA

Sin embargo, aunque lo espiritual es una dimensión que está presente en toda persona, hay algunos rasgos y
características que hacen que una espiritualidad sea cristiana. Y esto no es un agregado a la dimensión que el
hombre ya posee, no es una opción más entre muchas espiritualidades que el mundo y la historia ofrecen.
La espiritualidad cristiana se fundamenta en el diálogo amoroso entre Dios y sus hijos. En una llamada y una
respuesta.

Cuando hablamos de espiritualidad cristiana hacemos referencia a la obra que Dios


realiza en el corazón de sus hijos, convirtiéndose en fundamento de su identidad
como discípulos y misioneros. La espiritualidad cristiana es Dios en nosotros,
vivificándonos y moviéndonos hacia el encuentro.

La característica principal de la espiritualidad cristiana es que es profundamente TRINITARIA. El cristia-


no se injerta en ese diálogo amoroso entre el Padre y el Hijo, por medio del Espíritu Santo. Evidentemente
esto no es fruto de ningún esfuerzo humano, sino que es una gracia de Dios. Al revelar su designio salvador y
al mostrarse como el Emmanuel (Dios con nosotros), nos ha regalado el poder participar de esa comunión tan
profunda que llamamos amor.
2
FORMACIÓN VIRtuAL 6° Encuentro
OMP arqui. mza

«El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él» Jn 14,23

Así la vida de la Trinidad que nos ha revelado Jesucristo, se presenta como la forma y medida de la espirituali-
dad cristiana. Si Dios es amor, en definitiva, es el amor el rasgo característico de nuestra espiritualidad. Un
amor desbordante que conocemos por medio del Hijo, un amor sin medidas que nos toca y nos transforma
desde adentro, al punto que nos lleva a tener los mismos sentimientos de Jesús, y nos hace amar como Dios
ama. La espiritualidad cristiana nos pone en relación con Dios y con aquellos que Dios se relaciona, y sobrepa-
sando todo, se transforma en camino de encuentro al modo del Señor:

• Encuentro con nuestra propia interioridad habitada por la Trinidad, siendo


Templos del Espíritu Santo e interioridad amada.
• Encuentro con los otros que percibimos como hermanos amados, y partes
del cuerpo del que somos miembro.
• Encuentro con Dios Trinidad de amor, que por amor sale a nuestro
encuentro.

Nos ayudará en nuestra meditación, cerrar este pequeño apartado reflexionando con dos citas
¡Muy famosas! :

“El Cristiano del futuro o será un místico o no será cristiano” (Karl Rahner 1)
“No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el
encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida
y, con ello, una orientación decisiva”. (Benedicto XI)

Cuando pensamos en la mística, viene a nuestra cabeza la idea de algo esotérico y paranormal que resulta
extraño a las cosas del día a día. El teólogo Karl Rahner, nos presenta la mística como un bien para toda la
iglesia. Mejor dicho, una necesidad. El místico es el que ha hecho experiencia de un Dios sobrenatural que se
revela en lo natural. Es aquel que se ha dejado encontrar por la mirada de Dios, y desde ahí, comienza a mirar
toda la vida. Todos los cristianos debemos ser místicos, es decir, debemos ser personas que se han encontrado
con un Dios vivo y verdadero que dirige su Palabra y nos da la gracia para una respuesta. El acontecimiento
de Jesús, que irrumpe en la historia personal es lo que fundamentará nuestra vida de místicos, es decir, de
hombres del Espíritu. En este sentido podemos decir que la mística es el culmen de la vida espiritual. La mística
nos lleva a tomar conciencia de una presencia silenciosa y amorosa que nos atraviesa por completo, y nos
lleva a decir junto con San Pablo, “ya no soy yo quien vive, es Cristo que vive en mí” (Gal 2,20).

1 Famoso teólogo del siglo XX. La frase está tomada del artículo “La espiritualidad del futuro”,
donde comentá los rasgos de la espiritualidad del siglo XXI 3
FORMACIÓN VIRtuAL 6° Encuentro
OMP arqui. mza

UNA ESPIRITUALIDAD PRÁCTICA

Otro punto importante para resaltar en nuestro tema es la faceta práctica que tiene la espiritualidad
cristiana. Como se ha hecho notar la espiritualidad tiene que ver con el “SER” del cristiano. La Trinidad omni-
potente y creadora, el Dios que es persona, habita en lo íntimo de nuestros corazones animándonos desde
adentro. Esta vida interior necesariamente se tiene que expresar en nuestro “HACER”. Nuestro ADN de
cristianos nos hace vivir como tales, y desde ahí todas nuestras prácticas religiosas y mundanas se llenan de
sentido. La espiritualidad nos permite hacer lo que somos. Desarrollar lo que tenemos como gracia y don del
Señor. Tomaremos ahora otra posible definición de espiritualidad cristiana para enriquecer esta perspectiva:

“La espiritualidad cristiana es la internalización de la Palabra para llevarla a la pastoral”

Nuestra vida espiritual consiste en dejarnos penetrar por esa Palabra divina
que el Padre ha pronunciado: Jesús, el Hijo amado. Él es la Palabra hecha
carne que se nos regala para ser contemplada y guardada en nuestros
corazones. Pero esta palabra-alimento no es sólo para saciar nuestra
hambre de Dios.

La Palabra pronunciada por el Padre tiene una fuerza increíble que hace eco en nuestro interior,
resonando y haciéndonos vibrar en su misma sintonía. La Palabra de Dios, su Hijo, resuena en el
corazón del cristiano como un grito profético dirigido a todo el mundo, y así el discípulo se con-
vierte en portador de la palabra de Dios. Es hermoso el significado de la palabra catequesis
(kataeco), que significa “el que vive según el eco”. Es decir, aquel que escuchó a Jesús, internalizó
su palabra y la compartió a todo el mundo ¡Qué hermoso que nuestras voces juntas, en profunda
comunión, sean instrumentos de Dios!

Aquí se llena de sentido la expresión que los obispos de Latinoamérica repitieron incansablemente en la V
Conferencia general que se realizó en Aparecida. Expresión que nuestro itinerario formativo ha tomado por
nombre: DISCÍPULOS Y MISIONEROS. Son dos palabras separadas de una misma y única realidad. La identidad
cristiana es la del discípulo de Jesús que necesariamente es misionero. Esta es nuestra espiritualidad.

4
FORMACIÓN VIRtuAL 6° Encuentro
OMP arqui. mza

EL “SER”: ¿QUÉ ES UNA ESPIRITUALIDAD DE DISCÍPULOS Y MISIONEROS?

“Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos…” (Mt 28,18)

La Iglesia toda, impulsada por el Espíritu Santo, vive su ser de discípula y misionera. Por medio de la vida en
Cristo, realizada en sus variadas formas, el cristiano se convierte en misionero por su sola presencia cargada
de fe, esperanza y caridad. Y así la Iglesia, en medio de las naciones es portadora de luz que abre caminos de
encuentro y comunión. Nos viene bien recordar las palabras del Santo Pablo VI en Evangelii Nuntiandi, nº 14:

“Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más


profunda. Ella existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar, ser canal del don
de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la
santa Misa, memorial de su muerte y resurrección gloriosa.” Esto es una muy buena noticia:
La Iglesia, toda ella y cada uno de sus miembros, existen para la misión.

Sin embargo, debemos notar que, dentro del gran cuerpo eclesial, con su diversidad de miembros y carismas,
algunas personas han recibido una llamada específica para la tarea misionera. Han sido llamados por el Señor
a la misión Ad gentes, dejándolo todo y lanzándose al encuentro de aquellos que aún no lo conocen. Es hermo-
so encontrarse a estas personas en el camino, que no dudan en llevar este nombre nuevo, tan fuerte y tan
comprometedor: “Misionero, soy misionero” Ser misionero es una llamada específica del Señor, y junto con ella
viene una gracia para poder realizar la misión. Porque como bien sabemos Dios da lo que pide.

Trataremos de descubrir como esa gracia de Dios configura el ser de aquel que se llama Misionero/Misionera.
Configuración que se realiza por medio de la vivencia de una espiritualidad misionera, que dará frutos de vida y
animará a la persona en el encargo de anuncio de la Buena Noticia que recibió del Señor. En este momento
no trataremos que de descubrir que debería rezar un misionero, sino como el Espíritu Santo anima el corazón
del misionero y lo injerta en la gran obra evangelizadora de la Trinidad, que se ha ido realizando a lo largo de
la historia de salvación.

5
FORMACIÓN VIRtuAL 6° Encuentro
OMP arqui. mza

LA ESPIRITUALIDAD MISIONERA EN LOS EVANGELIOS

Jesús en el misionero del Padre. Es la Buena Noticia hecha carne, para que nosotros sus hijos la
podamos escuchar, guardar en el corazón, realizarla en nuestra vida y comunicarla a todo el
mundo. Si nos acercamos a los evangelios vemos al mismo Dios, cultivando en todos los que llama
una espiritualidad de discípulos y misioneros.

"Después subió a la montaña y llamó a su lado a los que


quiso. Ellos fueron hacia él, y Jesús instituyó a Doce, a
los que llamó apóstoles, para que estuvieran con él, y
para enviarlos a predicar con el poder de expulsar a los
demonios. Así instituyó a los Doce: Simón, al que puso el
sobrenombre de Pedro; Santiago, hijo de Zebedeo, y
Juan, hermano de Santiago, a los que dio el nombre de
Boanerges, es decir, hijos del trueno; luego, Andrés,
Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo,
Tadeo, Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo
que lo entregó." Mc 3, 13-19

Jesús llama a los que quiere y esto nos revela el misterio tan grande de la vocación cristina. El Señor no ha
mirado nuestros méritos, ni nuestras capacidades. Simplemente nos ha mirado con amor, y nos ha llamado a
formar parte de ese grupo íntimo que escucha la Palabra. Sin embargo, esta llamada sobrepasa la impresión
de que el Señor buscaba en un grupo de amigos bonachones que lo acompañen en sus aventuras, haciendo el
camino más ameno. Jesús hace de estos sencillos hombres, verdaderos protagonistas de la historia de salva-
ción, aun cuando ellos no tenían plena conciencia de las consecuencias del sí que dijeron cuando escucharon la
voz del maestro: Sígueme.

La llamada del Señor, tiene dos fines:

• “PARA ESTAR CON ÉL” Podemos imaginar a los 12 reunidos con el Señor, en un clima de profunda
comunión e intimidad. Ellos atentos a cada gesto y palabra, haciendo preguntas y muchas veces “metiendo la
pata” al no tener claridad de quien es ese que está adelante. Pero, sin embargo, gozan de estar con él y de
contemplarlo en su maravilloso misterio. Jesús en la intimidad se va revelando y, a la vez, les va revelando
quienes son ellos… estando con ellos se revela como salvador.

6
FORMACIÓN VIRtuAL 6° Encuentro
OMP arqui. mza

• “Y PARA ENVIARLOS A PREDICAR” La intimidad contemplativa de los discípulos no acaba en un buen


momento de calidez y de afecto. Entienden que estar con el maestro, provoca un fuego (como el de pente-
costés) que los saca de la comodidad y los hace ir a recorrer los caminos de aquellos sedientos de la Buena
Noticia de Jesús. Los instituye como apóstoles, palabra griega que significa “enviado de parte de”. Es decir, los
hace mensajeros de esa Palabra que los llamó y que aun hoy sigue llamando.

LA ESPIRITUALIDAD DEL DISCÍPULO Y MISIONERO GRABADA EN NOSOTROS

La espiritualidad del misionero es el fundamento de todo su obrar. Lo es del misionero en particular y de toda
la iglesia universal. Sabemos muy bien, como hemos dicho antes, que Dios da la gracia para realizar la misión.
También tenemos que decir que Dios da la gracia para poder vivir esta hermosa espiritualidad del encuentro
con la persona de Jesucristo.

La obra salvífica comenzada en la encarnación del Señor, asumida en la Cruz, y dinamizada por la resurrec-
ción ha extendido una corriente de gracia que se derrama amorosamente sobre todos los hombres. Pero
podemos hacernos la pregunta ¿Cómo es que esa gracia salvífica llega hoy a nosotros? ¿Cómo podemos
tomar parte de la vida nueva que el crucificado y resucitado ha conquistado?

Los sacramentos son los medios que Dios nos ha regalado para que esa gracia pascual obre en el corazón que
se abre a su amor. Muchos Padres de la Iglesia han visto en la pasión, concretamente en el costado abierto
por la lanza, el momento en que los sacramentos son instituidos. Sangre y Agua brotan del traspasado,
símbolos de una vitalidad que comunica los frutos de la Pasión, y que no deja de fluir.

El Bautismo es el sacramento que nos injerta en la vida del Hijo, haciéndonos creaturas nuevas, parte de su
cuerpo místico, y por ello vivificados por la fuerza del Espíritu Santo que nos anima desde adentro y nos hace
clamar a Dios Padre (Gal 4, 6). La espiritualidad del discípulo misionero es profundamente bautismal, ya que de
este sacramento la persona toma la fuerza para vivir como hijo en el Hijo (cf. Ef 1, 5).

Esto también es una marca característica de nuestra espiritualidad. Muchas corrientes espirituales de diver-
sas religiones plantean caminos de encuentro con lo divino: Meditación, prácticas ascéticas, repetición de
mantras sagrados, etc. Todos estilos de vida que pretenden por la fuerza humana, comenzar a subir una
escalera sin fin con meta en la divinidad. Un camino demasiado largo e imposible de realizar. Nuestro Buen Dios
Trinidad, por medio de la revelación “ha bajado Él mismo la escalera” uniendo las distancias que nos separan.
En la persona de Jesucristo hemos conocido el rostro del Dios que es amor (1Jn 4,8), y Él mismo nos ha
dejado los sacramentos como regalos para que su gracia siga obrando en nosotros.

7
FORMACIÓN VIRtuAL 6° Encuentro
OMP arqui. mza

Para conocer más sobre esta espiritualidad bautismal acerquémonos al diálogo de Jesús con Nicodemo, que el
evangelio según San Juan nos narra en el capítulo 3. Nicodemo, hombre notable entre los judíos (cf. Jn 3,1)
tras escuchar los maravillosos signos que hacía Jesús, se acercó de noche con el corazón ardido de preguntas.
Jesús comienza a dialogar con él provocando un gran desconcierto al decirle: Te aseguro que el que no renace
de lo alto no puede ver el Reino de Dios (cf. Jn 3,3). La vida nueva del Reino que trae el maestro requiere de
un nuevo nacimiento que abre una novedad en el ser de la persona. Por más que Nicodemo esté lleno de
buenas intenciones no podrá experimentar esta gracia que lo sobrepasa por todas partes. Pero… ¿Cómo un
hombre puede nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y
volver a nacer? (cf. Jn 3,4) El desconcierto de Nicodemo es hermoso, ya que esto es demasiado distinto a
todo lo que ha escuchado, y sus preguntas revelan el asombro que el diálogo provoca en el corazón de este
judío. La respuesta del Señor abre el camino para que Nicodemo pueda comenzar su peregrinación espiritual: Te
aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios” (cf. Jn 3,5)

El bautismo es el medio que el Señor nos ha regalado para poder morir al hombre viejo y nacer al hombre
espiritual, al hombre renovado, al hombre nuevo. Por esto, el Señor, antes de ascender dejó este legado a sus
discípulos: Vayan y bauticen en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28, 19). Los Padres de la
Iglesia con frecuencia llamaban tumba a la fuente bautismal, ya que tenían plena conciencia de que, en ese
lugar sagrado, el hombre viejo y pecador moría. Por eso mismo, la forma convencional de los baptisterios (2)
tenía forma de cruz, remitiendo a la pasión del Señor. Pero también en la prédica de los Padres de la Iglesia
encontramos múltiples imágenes que reflejan esta nueva vida que
se le concedía a los bautizados: «Para todo hombre que renace,
el agua del bautismo es como un seno virginal: el mismo Espíritu
que fecundó a la Virgen fecunda también la fuente»
(San León Magno). En el bautismo se ve la lógica del grano
e trigo: morir para dar fruto. Esto queda expresado también
en las preguntas que se le hacen al que se va a bautizar
(o a los padres y padrinos, si es el caso de un niño).
Las renuncias y las promesas bautismales (3) refuerzan
y expresan este cambio interior. Contemplemos con estas ideas
el significado de estas dos palabras hermosas y centrales
de nuestra fe: Bautismo significa literalmente sumergirse. Resurrección significa literalmente volver a levantar.
Es decir, que gracias al Bautismo hemos muerto a ese hombre viejo y podemos vivir con la vida del resucitado
que nos anima desde dentro y nos impulsa a la fecundidad.

2 Lugar dentro de los templos, similar a una pileta, donde los cristianos recibían el sacramento
del bautismo.
8
FORMACIÓN VIRtuAL 6° Encuentro
OMP arqui. mza

Las renuncias y las promesas bautismales (3) refuerzan y expresan este cambio interior. Contemplemos con
estas ideas el significado de estas dos palabras hermosas y centrales de nuestra fe: Bautismo significa
literalmente sumergirse. Resurrección significa literalmente volver a levantar. Es decir, que gracias al Bautismo
hemos muerto a ese hombre viejo y podemos vivir con la vida del resucitado que nos anima desde dentro y nos
impulsa a la fecundidad.

El Sacramento de la Confirmación reforzará la gracia bautismal convirtiendo al cristiano en testigo. Es propia-


mente el sacramento que nos fortalece para la misión. Una vez hechos creaturas nuevas, recibimos la fuerza
del Espíritu Santo con todos los dones y carismas que se derraman sobre los confirmandos. Evidentemente
estos dones no son para el propio provecho, sino que edifican a la Iglesia y se ponen al servicio de toda la
familia humana. En este sacramento de la iniciación cristiana, la persona renace al Espíritu (cf. “nacer del agua
y del Espíritu”) y se transforma en instrumento de la gracia al servicio de todos los hombres.

La Eucaristía completa el proceso de iniciación cristiana. En ella se da el alimento de la gracia que fortalece la
espiritualidad del discípulo y misionero. Se convierte en punto de partida y punto de llegada para la vida del
cristiano. Diremos más sobre la Eucaristía más adelante.

Los sacramentos de la iniciación cristiana son lo que nos posibilitan vivir según el mandamiento del amor. Ellos
forman en nosotros la base para construir una espiritualidad misionera; y ellos, a la vez son el alimento para
robustecer dicha espiritualidad. Por la gracia de los sacramentos, por medio de la vida en Cristo, el Espíritu
Santo hace que Jesús sea contemporáneo a nosotros, es decir, actualiza el misterio pascual y se realiza en la
vida del cristiano. El discípulo y misionero, bautizado, confirmado y alimentado por la Eucaristía, pasa a ser una
nueva creatura, portadora de una vida divina, y con una fuerza que le permite realizar todo lo que el Señor le
pide. Básicamente… amar. Y así, la vida del cristiano se convierte en una misión:

Christus vivit 254. Esta vocación misionera tiene que ver con nuestro servicio a los demás. Porque nues-
tra vida en la tierra alcanza su plenitud cuando se convierte en ofrenda. Recuerdo que «la misión en el
corazón del pueblo no es una parte de mi vida, o un adorno que me puedo quitar; no es un apéndice o un
momento más de la existencia. Es algo que yo no puedo arrancar de mi ser si no quiero destruirme. Yo
soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo»

3 El rito de las promesas bautismales tiene lugar dentro del sacramente del Bautismo. La
primera parte es un diálogo donde el ministro hace varias preguntas al bautizando sobre
aquello que va a renunciar: “C/: ¿Renuncian al pecado para vivir en la libertad de los hijos de
Dios? R. Sí, renuncio.” La segunda parte son las promesas bautismales propiamente dichas,
donde se pregunta la fe del bautizado por medio de varias preguntas: ¿Crees en Dios, Padre 9
todopoderoso (…)? R. Sí, creo.
FORMACIÓN VIRtuAL 6° Encuentro
OMP arqui. mza

EL “HACER”: ¿CÓMO VIVIR UNA ESPIRITUALIDAD DE DISCÍPULOS Y MISIONEROS?

¡QUÉ DURO ES EL DESIERTO!

El lugar en que nací está marcadamente dominado por el desierto. Cuando algún mendocino se imagina el pueblo
de Lavalle, seguramente se le viene a la cabeza imágenes de arenosos médanos y largas extensiones de campo.
Al atravesar las rutas del desierto, como un salpicado bien disperso se ven algunos puestitos humildes y peque-
ños habitados desde siempre por esas familias, casi como perdidos en medio del llamado secano lavallino. La ruta
también nos muestra algunos pequeños rebaños que andan escarbando los yuyos del campo, buscando del seco
alimento que el paisaje les regala. Y así las cabritas y chivitos se pasan las horas del día caminando por el
desierto en busca de su alimento. Si el follaje es escaso, mucho más escasa es el agua (ambas cosas van de la
mano). Al ver los animales caminando por el desierto siempre me surge la pregunta: ¿Dónde beben? ¿Dónde
sacian la sed y el calor del desierto?

La naturaleza es bien sabia. Como tesoros escondidos en la arena aparecen los pequeños humedales y oasis que
juntan el agua de las escasas lluvias y los regalos que salen desde lo profundo de la tierra. Y así los animalitos
dotados por un sentido de orientación asombroso van pasando el desierto: de oasis en oasis. Dicen por ahí que
solamente puede atravesar el desierto en su totalidad y extensión, quien conoce la ubicación de cada uno de
esos charcos de agua. Quien se para en cada espejo a beber, refrescarse y de ahí continuar al próximo.

En la vida espiritual pasa lo mismo. Hay ciertos oasis en los cuales debemos beber para caminar.
Sino lo hacemos es probable que quedemos en el camino fatigados y sedientos. Es tarea del discípulo y misionero
saber cuales son los lugares en los que deberá abrevar su vida espiritual. En el siguiente apartado trataremos
de describir estos lugares, no solo para informarnos, sino para trazar un mapa espiritual que nos ayude a
nutrir y desplegar nuestro ser cristiano en toda su riqueza.

• BEBER EN LA PALABRA…

“POR ESO, TE SEDUCIRÉ, TE LLEVARÉ AL DESIERTO Y TE HABLARÉ AL CORAZÓN”


(CF. OSEAS 2,16)

Nuestra espiritualidad de discípulos y misioneros toma su verdadera forma de las Sagradas Escrituras. En ella
encontramos el desarrollo de una historia de amor que quedó sellada por la Alianza. Será la contemplación
constante de Jesús de Nazaret, el espejo en el cual nos podremos mirar.

10
FORMACIÓN VIRtuAL 6° Encuentro
OMP arqui. mza

Los relatos de su vida sencilla y entregada a la misión nos permitirán sintonizar con el estilo misionero de Jesús
y nos irán desafiando cada vez más a tener sus mismos sentimientos. Así la Palabra se convertirá en las manos
del alfarero que, acariciando nuestro barro, nos formará un corazón de discípulos y misioneros. Poco a poco,
aprendiendo el modo de Jesús, estaremos viendo el Reino crecer en las semillas, fermentando en las masas,
haciéndose presente en los enfermos, liberando a los oprimidos y regalándole bienaventuranzas a los que han
perdido las fuerzas.

La lectura orante con la Palabra de Dios será un momento privilegiado en la rutina del discípulo y misionero.
Habrá que ser creativo, al modo de los enamorados, buscando el tiempo y el lugar para este verdadero
encuentro con aquel que se nos reveló como Palabra de amor hecha carne. Aquí nuestra propia experiencia
nos irá enseñando a orar con la Palabra, ya sea por medio de la lectio divina, la oración abreviada o el método
que se adapte mejor a cada uno.

San Efrén diácono, uno de los poetas Padres de la Iglesia, compara a las Sagradas Escrituras con una fuente
de agua: Como el sediento que bebe de la fuente, mucho más es lo que dejamos que lo que tomamos. ¡Y verda-
deramente sucede así! Cuantas veces hemos experimentado que un mismo pasaje de la Biblia, sacia nuestra sed
una y otra vez. La fuente de la Palabra es inacabable y siempre está disponible para darnos más y más de esa
agua viva. Ojalá podamos decir con la samaritana: Oh, Señor, dame de beber de esa agua (Jn 4,15)

• BEBER EN LA EUCARISTÍA…

La celebración de la Misa será el lugar central de la vida espiritual del discípulo y misionero. El fin al que cual-
quier obra misionera tiene que tender es el de formar comunidad, y sabemos que la comunidad eclesial sólo se
forma en torno a la Eucaristía. Jesús se hace presente en la comunidad que celebra, y el misionero debe
vibrar al traer en su corazón a tantas personas que la misión le ha confiado. La gracia de la Eucaristía irá
transformando poco a poco los corazones de piedra en corazones de carne (cf. Ex 11, 19-20), y así la iglesia irá
latiendo al ritmo de esta nueva vida.

En el antiguo rito con el que se celebraba la Eucaristía, luego de la bendición, el sacerdote terminaba con la
expresión «ite missa est», que significa “vayan, son enviados”. Será una rica tarea espiritual para el discípulo y
misionero prolongar la misa en la vida, al punto que, alimentado por el Señor, sea también él mismo alimento
para los demás. Ojalá el misionero hecho Eucaristía, pueda entregar su vida como acción de gracias por tanto
amor recibido.

11
FORMACIÓN VIRtuAL 6° Encuentro
OMP arqui. mza

• BEBER EN LA ORACIÓN PERSONAL…

Un discípulo y misionero alimenta su vida espiritual por medio de la oración constante. El orante va
tomando conciencia, poco a poco, de Dios Trinidad habitando en su interior. El Espíritu Santo lo anima a que en
esa oración pueda repetir constantemente: ¡Aquí estoy, Señor! ¡Envíame a mí! (Is 6,8) Su oración será sanado-
ra para sí mismo y lo ayudará a crecer y madurar en la fe. Será la roca firme donde podrá vencer las tem-
pestades que muchas veces azotarán la vida espiritual. Pero ahí, en su silenciosa oración, permanecerá fiel y
confiado, esperando que el Señor calme las tempestades, y porque no, que le ayude a caminar sobre las aguas
(cf. Mt 14, 22-33).

Así como los horizontes se comienzan a ampliar para los misioneros, su corazón se comienza a ensan-
char. Entregado a la vida misionera no faltarán rostros y situaciones en las cuales el misionero se convertirá
en fiel intercesor, en favor de aquellos que el Señor le ha confiado para anunciar la Palabra. El Rosario misio-
nero, irá creando un corazón cada vez más universal y mariano, es decir, disponible y atento a la escucha de
la Palabra.

• BEBER EN LA PROPIA TIERRA…

El misionero vive una espiritualidad profundamente arraigada: su suelo lo configura y le dice quién es.
Cosa un poco curiosa, ya que una característica de la vida misionera es la itinerancia y disponibilidad para ir
más allá de las fronteras, abandonando la calidez del terreno conocido. Nuestra tierra, nuestro fundamento
es nuestra propia identidad de bautizados, realizándose en una vocación específica. El misionero expresará con
más realidad la Buena Noticia, en la medida que viva con más radicalidad su propia identidad. Dios pide a cada
uno de sus hijos que puedan realizar lo que ellos son. ¡Y aquí está el desafío!

Si sos misionero laico ¡Que tu ser en las cosas del mundo brille en toda su hermosura!
Si sos misionero religioso ¡Que tu vida consagrada a Dios sea un testimonio de amor!
Si sos sacerdote ¡Que tu sacerdocio sea una bendición para tu gente!

Porque desde lo que hemos recibido realizamos nuestro anuncio. Esto vale también para tus vínculos y para tu
profesión. Tenemos que animarnos a ser lo que somos, pero a serlo con todas las letras y con toda la radicali-
dad de nuestros diversos nombres. Somos hijos, padres, hermanos, esposos, educadores, enfermeros, emplea-
dos, etc… y lo somos con todas las letras. ¡En estas cosas sencillas se juega el anuncio profético, y en estas
tierras tan cotidianas el Señor nos pide misionar! En el contacto con nuestra tierra y desde nuestra espiri-
tualidad, el Espíritu nos impulsará a hacernos la pregunta: “¿Qué haría Jesús en mi lugar?” El Señor forma en
los misioneros un espíritu sensible que no es indiferente a la realidad que lo rodea.

12
FORMACIÓN VIRtuAL 6° Encuentro
OMP arqui. mza

• BEBER EN LOS VÍNCULOS…

El Papa Francisco les decía a los jóvenes del mundo entero: “No levanten muros, construyan puentes”.
El discípulo y misionero vive una espiritualidad del encuentro. Familiares, amigos, compañeros de trabajo, vecinos,
gente conocida y desconocida forman el tramado de relaciones que el hombre de Dios va vinculando y enrique-
ciendo. Los demás se presentan como ese lugar sagrado al que el misionero entra con respeto, ternura y
compromiso. Es una persona eclesial, que no camina sola, sino que se sabe parte de un cuerpo místico mucho
más grande que él. Se sabe parte de una familia y como miembro activo entrega su vida al servicio de todos.
Es el hermano universal que siente amor por su Iglesia, y que reconoce a cada persona como parte de sí.

Cuando nos hacemos la pregunta «¿Cómo anda mi vida espiritual?», nuestros vínculos no pueden quedar de
lado. No podemos “medir” nuestra madurez espiritual, solamente, en el tiempo que pasamos rezando. El amor
sincero, real y cotidiano será una medida confiable que nos hará tomar conciencia de cómo estamos viviendo el
modo de vivir que tiene Jesús. Un lindo ejemplo en esto es la Santa Madre Teresa de Calcuta: su vida espiritual
estuvo azotada por una sequedad tremendamente fuerte. No encontraba gusto al rezar y muchas veces
dudaba si Dios seguía de su lado o si era real el llamado que había recibido. Pero, por los frutos se reconoce el
árbol (Lc 6,43). En ella el amor de Dios obraba de una manera tan tierna, que es innegable que sus gestos y
palabras estaban cargadas de esa fuerza interior que sólo tienen los discípulos y misioneros. Su vida entera
irradiaba a Jesús, no solamente al rezar, sino que se veía en su trato amigable y maternal.

• DEJAR QUE DIOS SEA DIOS…

El Espíritu es como el viento, uno no sabe de dónde viene y a dónde va (cf. Jn 3,8). Por eso es necesario
cultivar una espiritualidad misionera que abandone las rigideces y que esté abierta a los dinamismos de la vida.
La misión nos sorprende y pone en nuestro caminar cosas que no habíamos previsto o imaginado. Será necesa-
rio estar abierto a la sorpresa de Dios, ya que al fin y al cabo es Él quien realiza la misión, mientras nosotros
colaboramos pobremente.

“Si quieres ver a Dios reír, cuéntale de tus planes”, dice el refrán judío. Lo itinerante y provisorio tendrá que
ser una compañía constante en la vida del misionero. Pensemos en la experiencia del éxodo, ¿Quién iba a
imaginar que esa travesía duraría 40 años? Pensemos en los discípulos de Jesús que ni idea tenían de las
consecuencias de decir su «Sí». El camino del misionero resulta impredecible, siempre novedoso y apasionante.
Esta espiritualidad de la sorpresa, debe ir acompañada de una constante mirada en el Señor, que siempre
permanece, nos guia y acompaña a cada paso.

13
FORMACIÓN VIRtuAL 6° Encuentro
OMP arqui. mza

• BEBER EN CASA DE MARÍA…

“No tienen vino” (Jn 2,3), advierte la Madre atenta a las necesidades de sus hijos. Ella también quiere
aportar el vino de la fiesta y de la alegría a nuestra espiritualidad de discípulos y misioneros. Su maternal
intercesión es la compañía diaria en la misión. A ella recurrimos para poner bajo su manto todas las necesida-
des, agradecimientos y alabanzas, confiando que de su mano llegarán prontamente al Hijo, y al igual que en
Caná, Jesús realizará su obra.

Además de su valiosa intercesión, María es ejemplo para los misioneros. Nuestra espiritualidad debe
aprender del modo mariano de evangelizar. Ella, a lo largo de la historia y en numerosas advocaciones ha ido
tomando las características propias de cada tierra. Sus rasgos físicos y culturales adornaron el ser de María,
sin dejar de ser la Madre de Jesús de Nazaret. Como mujer evangelizadora ha dialogado con la cultura de
cada lugar, al punto que sea reconocida por cada uno de sus hijos como Madre. Nuestra espiritualidad de
discípulos y misioneros debe beber de la fuente de María. Ella es escucha y disponibilidad; entrega y confianza;
compañía y presencia silenciosa.

El misionero experimenta como María abre las puertas de las casas que visitamos en la misión ¡Ella es la
Madre que reúne a la familia y les entrega la Palabra! De la misma manera, nuestra Madre, nos ayuda con su
ejemplo, intercesión y cariño a abrir las puertas de nuestra propia interioridad para que la Palabra de Dios sea
meditada y guardada en nuestros corazones (cf. Lc 2, 19)

UNA ESPIRITUALIDAD DE SANTIDAD


Queda decir una última cosa ¡Y es la más importante!:

La espiritualidad del discípulo y misionero es un camino seguro para vivir la santidad.

Para un cristiano no es posible pensar en la propia misión en la tierra sin concebirla como un camino de santi-
dad, porque «esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación» (1 Ts 4,3) (Gaudete et exultate 19). ¡Y por ella
tenemos que luchar! Recordemos las palabras de la Santa Madre Teresa de Calcuta cuando un periodista le
preguntó si no le molesta la fama de santa que despierta en todas partes. Ella respondió: No, ¿por qué habría
que molestarme? Para mí es un deber luchar por la santidad como para todos los cristianos, porque a todos
nos ha dicho Dios: «Sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto». El fruto de nuestra vivencia de
la espiritualidad de discípulos y misioneros es la Santidad. Desplegar la gracia de Dios en nuestras vidas, y poner
en movimiento todo aquello que hemos recibido dejando que Cristo nos tome por completo el corazón.

14
FORMACIÓN VIRtuAL 6° Encuentro
OMP arqui. mza

Pensemos un segundo en los Santos que tanto queremos y que tanto nos acompañan. Al mirar sus vidas tene-
mos la tentación de quedarnos con esos momentos tan increíbles, esas gracias tan únicas que se expresaban
en milagros y manifestaciones sobrenaturales. Pero pensemos, también en la normalidad de sus vidas cotidianas.
¡Sí! Fueron personas normales con sus luchas, dificultades y tropiezos… pero siempre de la mano de Dios. Por
eso nos aceremos al testimonio de nuestros Santos Patronos de las misiones y los misioneros para que nos
iluminen en nuestra búsqueda de santidad.

No tengas miedo de la santidad. No te quitará fuerzas, vida o alegría. Todo lo contrario, porque
llegarás a ser lo que el Padre pensó cuando te creó y serás fiel a tu propio ser (Gaudete et exsultate 32).

SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS: ¿CÓMO VIVIÓ UNA ESPIRITUALIDAD DE


DISCÍPULA Y MISIONERA?
(APORTE DE LAS HNAS. CARMELITAS DE MENDOZA)

La Iglesia nos ha puesto de manifiesto en SANTA TERESITA, el gran Don del discipulado misionero de la VIDA
CONTEMPLATIVA. En sus escritos podemos escudriñar su sólido mensaje evangélico, con los que ha iluminado
nuestro tiempo y los futuros. Encontrando en ellos alta doctrina, por la que ha sido merecedora de ser nom-
brada Doctora de la Iglesia.
Teresita es como una Luz que se precipita, cargada de nuevo sentido para la Vida. Su existencia es el reflejo de
una nueva experiencia de DIOS. Podríamos decir que toda su vida fue misión, un seguimiento de Cristo apasiona-
do que la llevó a encarnar el Evangelio desde su más tierna infancia y que la caracteriza como discípula hasta
las últimas consecuencias de una vida totalmente consagrada a la Iglesia. En sus intensos deseos por encontrar
su MISIÓN EN LA IGLESIA ella misma nos dirá en sus escritos:
“…Ser tu esposa, Jesús, ser carmelita, ser por mi unión contigo madre de las almas, debería bastarme… Pero
no es así…Ciertamente, estos tres privilegios son la esencia de mi vocación: carmelita-esposa-madre. Sin
embargo, siento en mi interior otras vocaciones, siento la vocación de sacerdote, de apóstol, de doctor, de
mártir. En una palabra, siento la necesidad, el deseo de realizar por Ti, JESÚS, las más heroicas hazañas.
Siento en mí la vocación de sacerdote ¡con qué amor, Jesús, te llevaría en mis manos cuando al conjuro de mi
voz, bajaras del Cielo! ¡Con qué amor te entregaría a las almas! Pero ¡ay!, aun deseando ser sacerdote, admiro y
envidio la humildad de San Francisco de Asís y siento en mí la vocación de imitarte renunciando a la sublime
dignidad del sacerdocio.
Teresita es como una Luz que se precipita, cargada de nuevo sentido para la Vida. Su existencia es el reflejo de
una nueva experiencia de DIOS. Podríamos decir que toda su vida fue misión, un seguimiento de Cristo apasiona-
do que la llevó a encarnar el Evangelio desde su más tierna infancia y que la caracteriza como discípula hasta
las últimas consecuencias de una vida totalmente consagrada a la Iglesia. En sus intensos deseos por encontrar
su MISIÓN EN LA IGLESIA ella misma nos dirá en sus escritos:
15
FORMACIÓN VIRtuAL 6° Encuentro
OMP arqui. mza

“…Ser tu esposa, Jesús, ser carmelita, ser por mi unión contigo madre de las almas, debería bastarme… Pero
no es así…Ciertamente, estos tres privilegios son la esencia de mi vocación: carmelita-esposa-madre. Sin
embargo, siento en mi interior otras vocaciones, siento la vocación de sacerdote, de apóstol, de doctor, de
mártir. En una palabra, siento la necesidad, el deseo de realizar por Ti, JESÚS, las más heroicas hazañas.
Siento en mí la vocación de sacerdote ¡con qué amor, Jesús, te llevaría en mis manos cuando al conjuro de mi
voz, bajaras del Cielo! ¡Con qué amor te entregaría a las almas! Pero ¡ay!, aun deseando ser sacerdote, admiro y
envidio la humildad de San Francisco de Asís y siento en mí la vocación de imitarte renunciando a la sublime
dignidad del sacerdocio.
Sí, a pesar de mi pequeñez, quisiera iluminar a las almas como los profetas y como
los doctores. Tengo vocación de Apóstol…Quisiera recorrer la Tierra, predicar tu
Nombre y plantar tu Cruz gloriosa en el suelo infiel. Pero Amado mío, una sola
misión no sería suficiente para mí. Quisiera anunciar el Evangelio al mismo tiempo en
las cinco partes del mundo y hasta las islas más remotas… Quisiera ser misionero
no sólo durante algunos años, sino haberlo sido desde la creación del mundo y
seguirlo siendo hasta la consumación de los siglos. Pero, sobre todo y por encima de
todo, amado Salvador mío, quisiera derramar por ti hasta la última gota de mi
sangre…
Como estos mis deseos me hacían sufrir mucho durante la oración, un verdadero
martirio, abrí las cartas de San Pablo con el fin de buscar una respuesta. Y mis
ojos se encontraron con los capítulos 12 y 13 de la primera carta a los corintios…
Comprendí que el AMOR podía hacer actuar a los miembros de la IGLESIA, que si el
amor llegaba a apagarse los apóstoles ya no anunciarían el Evangelio y los mártires
se negarían a derramar su sangre… Comprendí que el AMOR encerraba en sí
todas las vocaciones, que el AMOR lo era todo, que el AMOR abarcaba todos los
tiempos y lugares. En una palabra, que el AMOR es eterno.

Entonces, al borde de mi alegría delirante, exclamé: ¡Jesús, amor mío, al fin he encontrado mi vocación! ¡Mi
vocación es el AMOR! .... Sí, he encontrado mi puesto en la Iglesia, y ese puesto, Dios mío, eres tú quien me lo ha
dado … en el corazón de la Iglesia, mi Madre, YO SERÉ EL AMOR… así lo seré todo… ¡Así mi sueño se verá
hecho realidad!”

A través de estas líneas podemos entrever la magnitud de la MISIÓN de Santa Teresita del Niño Jesús, pero
que no se agota en ello, sino que se expande aún más, en la enseñanza de lo que ella llamará: “infancia espiri-
tual”, el caminito, que es vía profunda en la que ella enraíza el Evangelio. El medio es la confianza ilimitada en
DIOS, la que lleva a un profundo abandono en las manos del PADRE. Así todo el desarrollo de su vida se trans-
forma en misión. Que esta gran Santa pequeña nos impulse con fuerza a imitarla para también querer descu-
brir nuestra misión en la IGLESIA para el bien de todo el Pueblo de DIOS.

16
FORMACIÓN VIRtuAL 6° Encuentro
OMP arqui. mza

SAN FRANCISCO JAVIER: ¿CÓMO VIVIÓ UNA ESPIRITUALIDAD DE DISCÍPULO Y MISIONERO?


FRANCISCO JAVIER, EL DISCÍPULO MISIONERO

El fuego que le quema por dentro a este hombre inmenso no podría venir sino de Dios. Con sólo 46 años de
vida, este jesuita del siglo XVI, ha captado la admiración de los siglos posteriores, al asumir en su obra las empre-
sas de quienes llegaron antes que él y trazar para el futuro las grandes líneas de la estrategia misionera.

Gracias a los Ejercicios Espirituales que su amigo Ignacio de Loyola logró hacerle gustar en los tiempos de estu-
diantes universitarios en París, Javier vio claro en su interior el sueño que Dios le había sembrado. Sin embargo,
no conoció inmediatamente el destino definitivo que le tenía reservado el Señor.

Considerado el apóstol de las Indias y del Japón en 12 años de viajes, y con los
escasos medios de su tiempo, recorre cerca de 100.000 kilómetros para hacer
conocer a Cristo. Su estrategia de discípulo consistió en volcar toda su fuerza,
su inteligencia y poder de seducción al servicio de la Iglesia caminado en la tensión
que va de los más influyentes a los más débiles.
Si bien tenía una mirada puesta en las élites políticas, era en beneficio de
todo el pueblo. Su sueño conjugaba lo grande y lo pequeño. Lavarse su ropa,
entregarse a los enfermos, a los miserables, a los oprimidos que le atestiguaban
un amor extraordinario, enseñar el catecismo a los esclavos, consagrarse
sin reserva al bien de las más humildes castas de la India y Japón.
Y también ayudar a los colonizadores a mostrarse menos violentos y
licenciosos, convencer a las autoridades políticas para que no persiguieran
a las nuevas vidas convertidas al
cristianismo.

Apuntaba siempre a la cabeza, bien persuadido de que no se logra nada durable si no se alcanzan y transfor-
man las instituciones y a quienes están al frente de ellas. Javier penetraba en el interior de las culturas con la
precisión del hombre de acción que sabe lo que quiere y va derecho al fin: mostrar el camino a Dios.
Gracias a una red formada por los compañeros unidos a él con el vínculo fuerte y flexible a la vez de la obe-
diencia logra cuidar amorosamente de las cristiandades nacientes y hacer que perduren más allá de él.
Adelantándose tres siglos a la consagración oficial de sus deseos, Javier piensa ya en el clero indígena y en las
liturgias traducidas en las lenguas locales.

Su fecundidad y virtud provocan admiración, pero su fuego evangelizador nos despierta ardientes deseos de
seguir Cristo y entregarnos al sueño misionero que él mismo ha puesto en nuestro corazón. (Aporte del P.
Emmanuel Sicre SJ).
17
FORMACIÓN VIRtuAL 6° Encuentro
OMP arqui. mza

TRABAJO PERSONAL

1. ¿Cuál es el rasgo específico de la espiritualidad cristiana del discípulo y misionero? ¿Qué consecuencias tiene
esto en nuestra vida?

2. Te proponemos armar tu mapa en el desierto.

a. ¡El evangelio es nuestra brújula! ¿Qué cita te guía en tus búsquedas?


b. ¿Cuáles son las fuentes en las que vas a beber para nutrir tu espiritualidad de discípulo y
misionero? ¿Reconoces en tu vida alguna otra fuente, aparte de las nombradas en el material?
c. En el desierto también hay espejismos que nos confunden y nos tientan a ir tras ellos. Te
propongo leer de las “Tentaciones de los agentes de pastorales” en Evangelii Gaudium, los puntos 78-80 que
hablan sobre el desafío de una espiritualidad misionera. ¿Cuáles son las tentaciones/espejismos que aparecen
en tu desierto?

3. ¡Role play! Supongamos que estás dialogando con una persona de tu trabajo, escuela, barrio o que visitaste
mientras estabas de misión. Te cuenta que su espíritu es débil, que se siente alejada de Dios y que no sabe
cómo encontrarlo. ¿Cómo la ayudarías en su lucha espiritual? ¿Qué le dirías? ¿Qué le preguntarías? (Podes
elegir el método y la forma que quieras ¡A SER CREATIVOS!)

4. Te proponemos que te pongas de acuerdo con tu comunidad de discípulos y misioneros para realizar un
pequeño momento de espiritualidad. Una vez pactado un día y horario, se podrán encontrar por alguna de las
plataformas digitales, para poder rezar por la misión universal.

18

También podría gustarte