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Bruce Lee y su misteriosa muerte: ¿alergia,

asesinato o maldición china?


El 20 de julio de 1973 fallecía por causas extrañas y aún desconocidas el actor
que revolucionó para siempre el cine de acción y se inventó un nuevo género:
el de las artes marciales. Recordamos al primero de una larga lista de
luchadores como Jackie Chan o Jean Claude Van Damme a través de su film
póstumo: Operación Dragón.

Por Luis Nemolato y Rafael Galán (Vídeo)


Updated: 27/11/2022

20 de julio de 1973. A las 14:00 horas, según declara su esposa,


Bruce Lee (que nació tal día como hoy de 1940), el astro de las
artes marciales, está en su casa de Kowloon con Raymond Chow,
productor y socio de sus últimos trabajos, para discutir
sobre Game of Death, su siguiente película. Estarán trabajando
hasta las 16:00 de la tarde. Después, juntos, se dirigen a la casa de
Betty Tingpei, una actriz taiwanesa que va a tener un papel
protagonista en la cinta. Los tres repasan el guión en la casa de
Tingpei y, luego, Chow se va, aunque queda con Bruce para cenar
a las 21:00 en un restaurante del centro.

MICHAEL OCHS ARCHIVES


Pasadas las 18:00, la estrella se queja de un intenso dolor de
cabeza y Tingpei le dispensa una inocua pastilla, un analgésico a
base de aspirina llamado Equagsic que le ha prescrito su médico.
El actor no toma nada más aparte de un par de refrescos. A las
19:30 h decide echarse un poco porque el dolor no remite. A las
21:15 h, Chow llama a Tingpei para preguntarle por el paradero de
su protagonista porque han pasado quince minutos desde que lo
espera para cenar. No hay lugar a preguntar nada más. Chow se
encuentra al otro lado del teléfono a una mujer histérica que solo
acierta a decir. “Bruce no despierta. No sé qué ocurre, pero Bruce
no despierta”. Ya no volvería a abrir los ojos nunca más. Había
entrado en coma.

BETTMANN

Según la autopsia oficial, el medicamento en cuestión contenía un


relajante muscular que le había provocado una repentina alergia.
Su cerebro se había hinchado en un 13 por ciento, de 1.400
gramos a 1.575. A las 22:15 era declarado muerto y 45 minutos
más tarde, Chow emitía un comunicado. En él, el productor y
socio mentía. Dijo que se había tratado de edema cerebral por
alergia al Equagsic. Hoy se pone en duda. Pero también mintió
sobre el lugar de la muerte. Aseguraba que la estrella había
fallecido en su casa acompañado de su mujer. Ésta había
corroborado la versión y había pedido, llorosa por televisión, que
nadie especulara con el trágico suceso para salvaguardar el
respeto hacia la figura de su difunto marido. Pronto se supo que
no fue así. Que fue en la cama de Tingpei. Bruce Lee tenía 32 años.
Había muerto el hombre y nacía la leyenda. Y con ella, millares de
hipótesis oscuras que intentaban esclarecer –cuando no, ocultar
aún más- aquella muerte tan temprana.

ENTER OF DRAGON

“Un día recibí una llamada de larga distancia del periódico más
grande de Hong Kong. Me preguntaron si todavía estaba vivo.
¿Adivina con quién estás hablando? Respondí”. Bruce Lee contaba
habitualmente muchas anécdotas como ésta. De hecho, los
rumores sobre su muerte eran abundantes en Oriente y, casi
siempre, tenían un final violento, una pelea a traición que lo
terminaba despedazando. Así que, cuando murió de verdad, las
especulaciones se desbordaron de tal modo que aún han llegado a
nuestros días, casi medio siglo después. ¿Pero qué ocurrió en
realidad? ¿Fue un edema cerebral? Que un hombre de 32 años
que hacía ejercicio constantemente y era conocido por su físico
tonificado, que era capaz de hacer flexiones o sentadillas solo
apoyándose con los pulgares en el suelo mientras veía la televisión
o que leía La crítica a la razón pura ejercitando los brazos con
sendas mancuernas, muriera tan joven era -y es- muy raro.

Pero mucho más cuando se hablaba de la primera y más explosiva


estrella de las artes marciales y del cine oriental hasta la fecha,
que había vivido como un mito viviente y cuyas hazañas habían
trascendido a su propia leyenda. El mundo era incapaz de aceptar
que, aquella perfecta combinación de músculo, tendón y filosofía,
muriera como un hombre corriente… Aunque, siendo justos,
Bruce Lee tampoco es la primera celebridad cuya muerte
despierta teorías conspiranoicas. De hecho, el ser humano parece
imposibilitado a creer de manera testaruda que sus mitos se
transformen en el mismo polvo que los demás, como si en su ADN
único estuviera escrito que su fin nunca podría ser definitivo.
Como poco, misterioso. Y ahí queda Elvis, Monroe, Dean o
Wood… Pero Bruce Lee es, quizás, el caso más paradigmático.

Hablando de combinaciones perfectas, Bruce Lee vivía para


alcanzarla. Era un hombre obsesionado con ella. De hecho, nunca
dejó de trabajar para ser la mejor versión de sí mismo y su modo
de vida se convirtió en una filosofía que caló, primero en
Hollywood entre las estrellas de Beverly Hills y, después, en todos
los ángulos del planeta. El alcance de sus palabras parecía no
tener limites. “Si siempre pones límites a todo lo que haces, físico
o cualquier otra cosa, eso se propagará a tu trabajo y a tu vida. No
hay límites. Sólo hay lugares donde te conformas, y no debes
quedarte ahí, debes ir más allá”. Dos meses después de su muerte,
cuando se hubo estrenado su testamento cinematográfico, quizás
el trabajo que –aupado también por la atroz estela de su muerte-
se convirtió en su gran obra maestra (Operación dragón, un filme
en donde, ante Occidente, inventaba el género de las artes
marciales en el cine), de la noche a la mañana, sin límite ninguno,
Lee se convertía es un ser casi mesiánico y el mundo ansiaba
adorarlo. En cada pueblo, de España a Australia, se abrían
escuelas de artes marciales; los dormitorios de millones de
chavales se cubrían con posters con su mirada fiera, sus brazos
tensos y pelo azabache tapándole las orejas; las adolescentes se
enamoraban por primera vez de un rostro oriental y cubría sus
carpetas como forro; y la industria del marketing del recuerdo
daba vueltas a la manivela del dinero sin fin.
Pero ¿qué fue lo que ocurrió antes de esas 24 horas fatídicas de las
que, por cierto, sólo hemos contado, las oficiales? Habría que
remontarse quizás a los meses de rodaje de,
precisamente, Operación dragón. Éste era su primer trabajo en
Hollywood y además, producido por un gran estudio como
Warner. Lee se jugaba mucho. Sus anteriores trabajos eran
hongkoneses. Ahora, se trataba de Hollywood, y eso eran palabras
mayores, aunque entre la fauna de la ciudad ya fuera un gurú.
Steve McQueen, Roman Polanski, James Coburn y el jugador de
baloncesto Kareem Abdul Jabbar acudían a él no sólo para
aprender a defenderse, sino para lograr mayor elasticidad y
expresividad con sus cuerpos. Y su mente. Ellos escucharon de sus
labios aquello de “Be water my friend”. Aquello de que, como
actores, debían aprender a amoldarse como el agua. Pero las caras
de la industria no eran la industria.

ENTER OS DRAGON

“Bruce estaba en una condición muy crítica. Extrajimos mucho


hachís de su estómago. Bruce dijo que solía masticarlo porque
estaba sometido a mucha presión”. Contó el médico Peter Wu,
quien había atendido a la estrella tan sólo dos meses antes de su
muerte después de otro –qué casualidad- ataque de hidrocefalia y
se encontró con un tipo con un 1 % de materia grasa corporal, que
acababa de perder 10 kilos a causa del estrés y medía 1,71 y pesaba
60 kilos. Pura fibra y puro nervio, sus armas para lograr aquello
que decían los críticos: "Se mueve como una mariposa y golpea
como una avispa", pero también, drogas y estrés.

Corría 1972. Lee había conseguido dos éxitos internacionales


con El gran jefe y Puño de furia, pero su mala relación con el
director de ambas así como el fin de su contrato con la Golden
Havest, precipitan que tenga que elegir: o su libertad personal y
creativa o atarse a una mayor. Opta por la primera opción
asociándose a Raymond Chow: dirigiría, protagonizaría, escribiría
y coproduciría todas sus películas. Chow… precisamente el
fundador de Golden Harvest… Y por cierto, el Dios artífice de
Jackie Chan con el que se hizo de oro poco tiempo después...
Bueno, luego volveremos a este tema. Juntos, Lee y Chow
consiguieron el primero de sus grandes triunfos: Way of the
Dragon, una película que hoy es conocida como la peli que
enfrentó a Bruce Lee con Chuck Norris en un auténtico despliegue
de patadas voladoras y gritos guturales sin parangón que se ha
granjeado merecidamente el sobrenombre de “el combate del
siglo”. Porque una de las grandes aportaciones de Lee al cine
contemporáneo fue que radicalizó la lucha hasta un punto antes
nunca visto. “Si luchas contra mí ya puedes matarme”, decía en
esta cinta demostrando que no ha habido nadie más chulo en las
artes marciales que Bruce Lee.

BRUCE LEE Y CHUCK NORRIS


A su término, tuvo una llamada. Era de Ted Ahley, nada menos
que el presidente de Warner, para ofrecerle un contrato de medio
millón de dólares para protagonizar y codirigir las escenas de
lucha de Bood and Steel. Bruce aceptó con la condición de que le
cambiaran el nombre por Enter the Dragon, o lo que es lo
mismo, Operación Dragón. El resto es historia. Fue la última obra
de Bruce Lee y la primera de artes marciales chinas que iba a ser
producida por el gran Hollywood. “El pequeño dragón” –luego
iremos al significado de este sobrenombre porque tiene bemoles-
siempre dijo que la película debía ser un vehículo para expresar lo
que él percibía como bello en la cultura china, un aspecto que
debía resaltar por encima de la acción. Lo cierto es que si hoy se
recuerda la película, no es por su profundidad, sino incluso por
motivo exógenos a los puramente fílmicos, pero Operación
Dragón es, en realidad, puro espectáculo de los 70, una mezcla de
suspense al estilo James Bond con elementos de Fu Manchu.

Y, obviamente, con la figura omnipresente de un luchador sin


igual que, durante las semanas de grabación, contó con
numerosas amenazas porque, al parecer, la mayoría de extras
contratados eran chinos, muchos de ellos artistas marciales y
miembros de organizaciones criminales locales o triadas chinas.
Que por un lado, los más poéticos, veían con malos ojos que Lee
enseñara -y vulgarizara- Kung Fu a estudiantes que no fueran
chinos traicionando así este arte de lucha milenario, y por otro, los
más prosaicos, que Lee se negaba a apoquinar lo que la mafia le
exigía para proporcionarle seguridad a él y a su negocio. Fred
Weintraub, quien fue el productor de la película y además estuvo
constantemente con Bruce Lee durante la filmación, contó que
durante el rodaje “estaba preocupado de que alguien saliera
lastimado porque había desafíos todos los días... ellos tenían un
rito en que se desafiaban donde cruzaban las manos y golpeaban
los pies... pero las peleas por suerte no duraban mucho porque
Bruce ¡pa, pa, pa!, los noqueaba y seguía adelante”.
ENTER OF DRAGON

Pero el rodaje pudo llevarse al completo. Bruce Lee hizo todo lo


que quiso. Incluso, coreografiar sus movimientos. Que fuera
campeón de cha cha chá, ayudaba (sí, cha cha chá) . Y, también,
gran admirador de Muhammad Ali. Lee estudió sus peleas viendo
sus combates del revés. El boxeo cambiaba, rompía las reglas,
conseguía una mayor potencia en los golpes y coordinación de
movimientos y eso era fundamental para la acción
cinematográfica aunque no casara tanto con el alma oriental. Es
más, su gancho más conocido, “El camino del puño que
intercepta”, surgió del movimiento de arresto del esgrima. Porque
todo era susceptible de ser utilizado. Fue capaz de insuflar aires
nuevos a un arte, el de matar a la oriental, que llevaba
documentado milenios. ¿El resultado? Aceleró la pelea. Era tan
rápido, que sus escenas se tenían que rodar a 32 frames por
segundo en vez de a 24. Otro milagro.

Operación Dragón se estrenaría el 29 de agosto de 1973. Pero


Bruce Lee nunca llegaría a verlo.
BRUCE LEE FAMILY

Pero, ¿quién era Bruce Lee? Aunque pudiera parecer lo contrario,


este actor, quintaesencia china, no nació en China, si no en San
Francisco, en 1940. Ni tampoco corría pura sangre mandarín por
sus venas. Su madre era de ascendencia alemana y eso, en el
mundo en el que se movía, no fue nunca bien visto. Le pusieron
como nombre, un término que en chino es femenino, Lee Jun-fan
-otra cosa que contaremos después- y su alumbramiento tuvo
lugar en la tierra del Tíiio Sam porque se produjo repentinamente
durante una gira de sus padres, cantantes de la ópera de Cantón,
por Estados Unidos.
KATO

No obstante, al año, la familia regresó a Hong Kong aunque si


bien es cierto, al vida de Bruce Lee fue un ir y venir entre la
ciudad-estado británica entonces y la costa oeste americana. Su
infancia y adolescencia, eso sí, transcurriría en Hong Kong, donde
Bruce, dados sus antecedentes familiares, tuvo muy
tempranamente contacto con el cine. Con seis años protagonizó el
melodrama Birth of Mankind (El nacimiento de la humanidad), y
pronto se hizo un nombre –otro, con Li Shiaolong, El pequeño
dragón-, con más de una decena de títulos, en el mundo del
celuloide chino con su característica seña de identidad: tocarse la
nariz con los dedos… Pero llegó la adolescencia y, aunque
mantenía esa belleza suave que tan famoso le hizo de niño, se
convirtió en un pirata, o sea, un pandillero de tomo y lomo.

Fue expulsado del colegio, y se metió en numerosos altercados y


peleas callejeras, muchas de ellas, derivadas de no ser un chino
puro. Uno de sus rituales cotidianos era enfrentarse a otras
bandas con armas y cadenas. El deseo de aprender defensa
personal le empujó a comenzar a practicar Wing Chun Kung Fu,
un estilo que luego le ayudó a desarrollar su propio método de
combate, el Jeet Kune Do, cuya filosofía sugería que el combate
está siempre vivo y en constante cambio. Su padre, viendo que el
niño se le iba de las manos – máxime cuando propinó una patada
casi letal a un policía- decidió reclamar la nacionalidad americana
y devolverlo a Estados Unidos.

Así, con 18 años, Bruce Lee volvía al país que le vio nacer. Se
establecería en Seattle y en 1961 empezó los estudios de filosofía
en la universidad de Washington, especialmente atraído por el
taoísmo. Tres años después, abandonó la carrera para abrir su
primer gimnasio y dedicarse en exclusiva a su entrenamiento
personal y dar clases de kung Fu, eso sí, sin exclusiones raciales,
sólo había que disponer de “un corazón puro”. Daban igual los
ojos rasgados o el color de la piel. Las amenazas volverían a su
vida. Muchos asiáticos pensaban que el hecho de que ofreciese
clases a caucásicos era una práctica corrupta (Y por si fuera poco,
se casó con una americana y tuvo dos hijos). Pero aquella open
mind también supondría convertirse en alguien popular, tanto
que Hollywood llamó a su puerta.

En 1966 logró el papel de Kato en la serie de televisión El avispón


verde, un superhéroe ataviado con traje verde y máscara que era
un experto luchador y que, inexplicablemente, se convirtió en un
referente de la comunidad china. La serie le dio popularidad, sí,
pero que no le facilitó alcanzar el que podría haber sido su gran
éxito: el papel de David Carradine en Kung Fu, por ser
“demasiado chino”. Exacto, el racismo, esta vez, el de los blancos,
volvía a llamar a su puerta. Tras cinco años haciendo spots
publicitarios, Lee regresó a Hong Kong.
BRUCE LEE AND MOTHER
LINDA LEE AND BRANDON LEE

1971 sería el año de su despegue. Allí, en Hong Kong, fue recibido


por multitud de fans. Era una estrella. Podía, como el Rey Midas,
tocar lo que fuera que se convertiría en oro. Sus películas, que no
tardaban más de tres meses en rodarse, producirse,
postproducirse y estrenarse, eran récords –millonarios- de
taquilla. Logró batir tres veces el récord de película más taquillera
de la historia con Kárate a muerte en Bangkok (Lo Wei, 1971),
después haría lo propio con Furia oriental (Lo Wei, 1972) y con El
furor del dragón (Bruce Lee, 1972). Nacía la estrella. Solo era
cuestión de que Hollywood volviera a llamar. Y, como sabemos,
llamó.

Pero él nunca sabría que era ser una estrella de Hollywood. ¿Qué
se lo impidió? Aquí, regresamos a cosmogonía de su muerte.
“Nadie se muere por una pastilla de Equagesic. Ningún analgésico
mató a Bruce”, sentenciaron los periódicos de la época. Pero
¿Hubo o no hubo edema? Parece ser que sí. Lo que no se sabe es el
porqué de esa hidrocefalia. Si lo provocó una alergia, una mala
combinación con drogas, si tuvo algo que ver la mafia china o
incluso la italiana, si fue el efecto de varias sustancias, de la mala
suerte, de una maldición china o, por qué no, del efecto mariposa.
“Una muerte por desventura” en toda regla que, este mismo año,
suma una nueva hipótesis publicada en la biografía Bruce Lee: A
life, de Matthew Polly, donde se dice que la causa, extraña y triste,
del colapso del astro de cabellos azabache fue un golpe de calor,
algo tan común y corriente que se vio intensificado por la
extirpación que se hizo el hongkones de las glándulas sudoríparas
de las axilas. Bruce sentía que cuando sudaba mucho se veía mal
en pantalla. Había que quitarla. "Sin estas glándulas sudoríparas,
su cuerpo habría sido menos capaz de disipar el calor", escribe.

BRUCE LEE FAMILY

¿Fue el cannabis encontrado en la autopsia? “No era más


significativo que si Bruce hubiera bebido una taza de té ese día”.
¿Hipersensibilidad a uno o más de los compuestos encontrados en
el analgésico para el dolor de cabeza que consumió esa tarde?
Ninguno de los vasos sanguíneos se bloqueó o se rompió, por lo
que la posibilidad de una hemorragia está descartada. Nada. Sólo
comportamientos extraños. Por un lado, actriz, Betty Ting Pei y
productor, Raymond Chow, mintieron sobre el lugar de la muerte,
sobre el tiempo que tardaron en llamar a una ambulancia, sobre el
hospital al que llevaron a Bruce moribundo… ¿Chow quería
deshacerse del máximo accionista de su empresa? ¿Betty estaba
en posición horizontal haciendo la posición del Loto con Bruce?
Por otro, todos aquellos que trabajaron o tuvieron contacto con
Lee meses antes de su muerte, coinciden en señalar que el actor
caminaba desgarbado, tísico, confundido, olvidadizo, paranoico,
con ataques de ira y actitud depresiva. Nada que ver con el
hombre sabio que había llegado a sus vidas. ¿Tuvo algo que ver
entonces la Triada china? Lee se había negado a pagarles dinero a
cambio de protección tal y como era habitual entre los millonarios
chinos. ¿La mafia italiana? Nunca contó con su –pertinente-
colaboración para su estreno en Hollywood… En sus peleas de
rodaje ¿fue víctima del toque de la muerte (¿el golpe Dim Mak)? Y
por último, ¿no sería que su destino estaba ya pautado?
BRANDON LEE

Aquí viene la teoría más rocambolesca, pero también la que


refrendó su hijo Brandon, que murió también de forma trágica y
en extrañas circunstancias durante el rodaje de El Cuervo. ¿Una
perturbadora casualidad? La familia de Lee estaba bajo el acecho
de una mortal maldición que Bruce Lee desafió. Bruce nació
después de la muerte de su hermano mayor (por causas nunca
aclaradas) y una superstición china advierte de que cuando un
varón nace tras la muerte de un hermano varón, éste debe ser
nombrado en femenino. De ahí su nombre Lee Jun-fan,
(“Protector de San Francisco”) que en casa era sustituido por el
también femenino Sai-Fon (“pequeño fénix”), a pesar de que
Bruce hubiera nacido en el año (1940) y a la hora (entre las 7 y las
9) del dragón. Como actor, Lee desafió a la maldición. Su nombre
artístico fue primero Shiaoling (“pequeño dragón”) y luego, Bruce.
Esa fue su patada voladora a los dioses.

Está claro que nunca se lo perdonaron y que le castigaron


matándolo. Lo que no previeron fue que, gracias al cine, el
pequeño dragón es y será siempre inmortal.
De: https://www.esquire.com/es/actualidad/a22340791/bruce-lee-muerte-como-murio/

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