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MISIÓN, MINISTERIOS Y EDUCACIÓN TEOLOGICA

por Sidney H. Rooy

I. La Misión

Una de las cuestiones más discutidas hoy día en la misión de


la iglesia es la relación entre el gran mandamiento de amor y <a
gran Comisión. Fue por amor que Dios mandó a su Hijo al mundo;
fue por amor que Cristo entregó su vida hasta la muerte en favor
de los hombres; y fue por amor que comisionó a sus discípulos a
compartir este mismo amor con todos los hombres, incluso con los
enemigos. El amor cristiano caracteriza tanto la metodología como
la motivación.
La clave de la 'misión de la iglesia radica en la continuación
de la obra redentora y liberadora de Dios en el mundo. La palabra
"misión" quiere decir "envío para cumplir un propósito". "Como me
envió el Padre", dijo Jesús, "así también yo os envío*'. (Jn. 20:21,
cp. 17:18). Caracterizamos esta acción diciendo que la iglesia (el
pueblo de Dios) es un cuerpo "apostólico'*. "Apóstol" significa "en-
viado". Ya temprano la comunidad cristiana confiesa: "Confesamos
una santa iglesia, universal y apostólica" (Credo de Nicea, 325 d.O.).
El apostolado de la iglesia debe ser definido por El que nos envía.
Nos manda que sigamos sus pasos. (Le. 9:23).
Podemos llamar encarnación al primer paso de la misión. Cristo
no mandó ángeles (mensajeros) de lefos, sino que El mismo tomó
carne y sangre humana. Se convirtió en uno de nosotros, sufrió con
nosotros, experimentó· nuestras debilidades y tentaciones, y enfrentó
el terror de la »muerte por nosotros. Ahora nos manda entrar al
mundo así, identificándonos con él. Si no sufrimos, si no experi-
mentamos las debilidades y tentaciones en la carne, si no compar-
timos 3u agonía y el terror, no cumplimos nuestro cometido, nues-
tra misión en el mundo. La proclamación (kerygma), la comunión
(koinonía) de los santos, el servicio (diaconia) de la iglesia, son
todos superficiales e inconclusos si no se encarna en las vidas
de los hombres y las mujeres, los que se ríen y lloran, trabajan
duro y pasan hambre, buscan seguridad y sufren injusticia. Creo
que la iglesia ha llegado a tal madurez que no acepta, por lo me-
nos en teoría, el ghetto como modelo misiológico, pero en la prác-
tica vive muchas veces separada de la realidad social.
El segundo paso de Jesús fue su vida de servicio. Se auto-deno-
minó "hijo del hombre", que era un título judío que anunciaba su
gloria y poder". En la apocalíptica de Daniel (7:14) todos los pueblos
rendían honor, gloria y servicio al "hijo del hombre". Pero Jesús
fusionó este nombre con el de "siervo sufriente" de Isaías (42:1-9,
49:1-7; 52:13-53). "Porque el hijo del hombre no vino para ser ser-
vido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos'*.
(Me. 10:45). Por supuesto, central aquí es el sacrificio de sí mismo
anunciado por Cristo. Pero lo que queremos destacar en este párrafo
es el hecho que Jesús nos envía al mundo para servir como El
sirvió al mundo. Jesús proclamó que el Reino de Dios llegó con su
persona, y mostró en carne propia las señales del mismo (Mt. 4:17,
23; Me. 1:14; Le. 4:18-19, 43; etc.). Esto es así porque no separa
su identidad (quien es) de lo que hace. No separa la meta (el fin)
de los medios. Jesús mismo aparece como el medio de Dios y
donde El está, ahí está presente la salvación y el Reino.
Lo mismo vale para nosotros. No son nuestras instituciones y
nuestros instrumentos los que tienen primera importancia, sino nos-
otros, porque nosotros somos los instrumentos. No se trata tanto de
nacer una lista de lo que debemos hacer, sino lo que debemos ser.
Lo que hacemos debe salir naturalmente de lo que somos. La bi-
blia siempre demanda: "Sed justos, sed perfectos, sed pacificadores,
sed santos". La ética cristiana es una manifestación de lo que
en Cristo somos. Es por esta razón que el gran divorcio entre la
"proclamación" como la misión de la iglesia y el "servicio" al pró-
jimo, no tiene sentido alguno en las categorías bíblicas. Cristo no
tuvo que debatir consigo mismo frente a las situaciones humanas
que vivía, preguntándose si debería predicar o consolar o sanar. El
fue el "hijo del hombre" que vino para servir. El momento existen-
cial determinaba si era necesario una palabra de comprensión (Jn.
4:17, 18), de juicio (Mt. 23:23-39), de perdón (Me. 2:5), de anuncio
(Le. 4:31,32), o de silencio (Mt. 27:14); si era requerida la curación
(Mt. 14:14), acto de presencia (Jn. 9:35), defensa del otro (Jn. 8:7-9),
comida para los hambrientos (Mr. 15:32), amistad y confianza (Jn.
11:3,5), alivio en la angustia (Me. 4:39,40), o sufrimiento de la
muerte (Mt. 27:30).
La misión de la iglesia en la Argentina o Tanzania, en Holanda
o China, es hacer a Cristo presente en la persona de "los apósto-
les*', !os enviados en Su nombre. Es ser en el mundo lo que El
mandó (p.e., "sal" y "luz"). Para esto no se establecen normas
fijas, como bien sabía Agustín cuando dijo: "Ama y haz lo que
quieras'*. Un hombre justo, hace justicia; un hombre libre, busca
libertad para el otro; un hombre perdonado, perdona; un hombre
amado, ama. Esta justicia, libertad, perdón y amor es el don de
Dios en Cristo, encarnado en sus hijos y compartido por |a iglesia
con el mundo.
II. Los Ministerios

Aquí surge la segunda parte de nuestro tema. Los hijos de


Dios, los "apóstoles", son ministros del don de Dios. Para decirlo
de otra manera, la presencia de la iglesia como comunidad de cre-
yentes en el mundo representa a Cristo en el mundo. La iglesia
muestra (o debe hacerlo) el fin de la historia en su vida (en el
sentido amplio de la palabra), y no tanto en innumerables progra-
mas de acción posibilitadas por nuestra época tecnológica. Cuando
decimos que somos ministros, debemos acentuar somos y no enten-
der "los ministerios" como una serie de acciones posibles o tareas
impuestas sin una coherencia interna. Somos ministros (diáconos)
porque somos esclavos (doulos) de Dios y de Cristo.

A. Principios Bíblicos

Se ha debatido mucho acerca de la naturaleza de los ministe-


rios en la Biblia y en la tradición cristiana. No queremos en-
trar en este debate. Más bien proponemos ciertos principios bí-
blicos que arrojan luz sobre nuestro tema.

1. Todos los cristianos son llamados para ser ministros de


Dios. Esta tesis se fundamenta en el ministerio de Cristo.
El que tuvo la forma de Dios se hizo esclavo (doulos) por
nosotros. (Fil. 2:5). Su ministerio es servir y no ser servido.
(Mt. 20:26-28). Así todos sus discípulos son llamados a se-
guir sus pasos.

2. Los ministerios de la iglesia toman su importancia de la


persona a quien se rinde servicio. Ser esclavo (doulos') de
Dios es una posición de valor porque es a Dios que se rinde
servicio y en su nombre a los demás. No fue asj en el
mundo griego: "¿Cómo puede el hombre ser feliz si tiene
que servir a otro?". (Platón). Ser hombre, para el griego
significaba ser libre. Ser griego era igual a ser libre. En
el Nuevo Testamento se usa "esclavo" también en el sen-
tido sociológico. En el seno de la iglesia se proclama la
palabra libertadora para los esclavos; en la comunidad de
creyentes no hay "esclavos ni libres". (Gal. 3:28; Col. 3:11).
Pero en relación con Dios, ser esclavo es un honor. Fui-
mos esclavos del pecado, pero ahora somos libres de la
esclavitud a los "poderes" para ser siervos del Altísimo.
Es de El de quien los ministerios toman su dignidad e im-
portancia. No es el oficio en sí, sino el servicio en nom-
bre de Cristo que da valor a los ministerios.

3. Ningún mininterio es completo en sí. Cada ministerio nece-


sita del otro para cumplir toda la misión de la iglesia en
el mundo. Los dones que Cristo da por e| Espíritu Santo -jß-j
son para el enriquecimiento de todo el cuerpo y nunca para
el beneficio de uno mismo, aislado de la comunidad. "Nin-
gún miembro del cuerpo de Cristo tiene tal perfección que
puede, sin el apoyo de otros, suplir sus propias necesidades".
(Calvino). Así existe una gran diversidad de ministerios. (Vea
Rom. 12:6-8; Cor. 12:4-10, 28-30; Ef. 4:11) que contribuyen
al funcionamiento armonioso y comunal de la iglesia. Ha-
blando sobre los miembros de la iglesia de Corinto, Pablo
dice: "Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo
Espritu, repartiendo a cada uno en particualr como él quie-
re". (I Cor. 12:11). Pero el ejercicio de cada ministerio está
sujeto a ciertas reglas básicas; debe sujetarse al señorío
de Cristo (I Cor. 13:12-26¿, ser motivado y actuar por amor
(I Cor. 13), buscar la edificación de toda la iglesia (I Cor.
14:2-5; 12, 16) y hacer todo decentemente y en orden (I
Cor. 14:236-40).

4. La enseñanza apostólica acerca de los ministerios está diri-


gida a 'las situaciones siempre concretas y cambiantes. Con-
tiene principios de validez para la iglesia en toda su historia
pero no presenta una estructura eclesiástica normativa para
toda la historia. Además deja abierto el número y el carácter
de los ministerios como tamfbién muchas de las prácticas
que restringimos a los pastores en el día de hoy.
En el Antiguo Testamento los padres administraban la cir-
cuncisión y la Pascua. Los judíos cristianos encontrarían
natural seguir sus prácticas anteriores cuando comenzó la
vida de la iglesia. Parece claro que tanto la Santa Cena como
el Bautismo eran "administrados" o, mejor dicho, realizados
por creyentes —algunos funcionarios y otros no— y que no
existe enseñanza neo-testamentario para restringir ésta ta-
rea a los pastores o ancianos.

5. En los ministerios se acentúa en el Nuevo Testamento


(entre otros) los de proclamación y enseñanza. Para "procla-
mación*' se usan por lo menos treinta y tres palabras dife-
rentes (como keerussein, 61 veces; y evangelizein). Se usan
las distintas formas de la palabra "enseñar" (didaskoo, dedas-
kalos, didache, etc.) más de doscientas veces. Muchas veces
estos ministerios se refieren a personas con responsabilidades
especiales en la comunidsd, como los apóstoles, profetas,
evangelistas, pastores y maestros (Ef. 4:11), pero en otros
lugares estas funciones son cumplidas por miembros de la
igesia en general (Hechos 8:4; 11:20; 15:35; Romanos 2:20;
Hebreos 55:12; II Tim. 4:3). Es importante destacar que para
Pablo la función de 'los apóstoles, profetas, evangelistas, pas-
tores y maestros (Ef. 4:11, 12),· es de adiestrar a los "santos"
•J32 Para la obra del ministerio y para la edificación del cuerpo.
Β. Consideraciones históricas.
1. Hubo desarrollo de los ministerios y cambio de énfasis du-
rante el período includo dentro del Nuevo Testamento mismo,
o sea entre los Hechos y las últimas epístolas. Existe luz
caira sobre los ancianos (obispos) y diáconos (Hechos 14:23;
15:2,4,6,22,23; Fil. 1:1; I Tim. 3:1-13, 5:17; Tito 1:5-9; Sant.
5:14; I Pe. 5:1), pero hay muy escasas referencias a 'los
pastores. Los requisitos para estas funciones son básicamente
de carácter ético y de experiencia. Los que ejercen tales
"oficios" son personas designadas de la Tnembresía de las
congregaciones locales.
2. Durante los primeros siglos encontramos cambio de signifi-
cado .Varios oficios desaparecieron. Otros llegaron a ser do-
minantes, especialmente el de los obispos, que eran vistos
como sucesores de los apóstoles. Los pastores llegaron a
ser sacerdotes con una jerarquía propia y poderes no com-
partidos con los laicos. La Santa Cena llegó a ser un sacri-
ficio administrado normalmente por los sacerdotes. Los obis-
pos fueron considerados guardianes de la verdad. Los re-
sultados de este desarrollo incluyeron: una jerarquía de
oficios en· la iglesia, el laico como miembro de segunda
categoría, la adscripción del poder sacramental a los sa-
cerdotes, y la importancia de la tradición como fuente de la
verdad.

3. La Reforma rechazó en principio mucho de este desarrollo,


especialmente la jerarquía clerical, los dos niveles de clero
y laico dentro de la Iglesia, y la transferencia de un poder
indeleble por el sacramento de la ordenación.
Entre las enseñanzas principales de los reformadores*estaba la
del sacerdocio de todos los creyentes que en sí traía un
concepto nuevo de "oficio", o sea que el oficio no debe
ser considerado como autoridad o dignidad. Al contrario, los
oficios dentro de la iglesia son funcionales o instrumentales.
El propósito de los oficios en la iglesia es que ésta utilice
sus esfuerzos más eficazmente en el cumplimiento de su
•misión.

III. Pautas para la Educación Teológica.

Ya hemos concluido que el cristiano encarna la presencia del


Reino en su identificación con la comunidad de la iglesia y con
el mundo entendido como contexto donde ejerce su ministerio).
El rol del cristiano y de la iglesia es definido por su relación
de servicio (diaconia, ministerio^ hacia el otro. Lo que la persona
es en Cristo se refleja en su modo de vivir su fe, de compartir
su fe. Ί33
Vemos los principios bíblicos ya presentados desde nuestra pers-
pectiva histórica. Queremos evaluar ciertas impíicancias que
tienen para el programa de educación teológica actual. Los pun-
tos presentados en esta sección corresponden a los principios
de la sección 2.
1. La educación teológica debe hacer posible la capacitación
de todos los que ejercen los ministerios de la iglesia.
a. En el pasado se han concentrado muchos de los minis-
terios en una sola persona —el pastor. El resultado ha
sido un "pastorcentrismo'* que progresivamente hizo al
"clero" responsable de la vida espiritual de los "laicos".
Aunque oficialmente se niegan los dos niveles de miem-
bros de la tradición medieval (ecclesia docens y ecclesia
audiens), en >la práctica la distinción existe en muchas
de nuestras iglesias.
b. Lo que se necesita es la descentralización de esta con-
centración de funciones.
Preguntamos: ¿Hasta qué punto nuestras estructuras edu-
cacionales corrigen tales deformaciones, o las promue-
ven?

2. La educación teológica debe concentrarse en el desarrollo


de la persona que cumple el ministerio en el servicio de
Dios.
a. La persona llega a ser verdaderamente libre cuando es
perdonada y habilitada para el servicio de Dios (Jn. 8:36;
iRom. 8:2). Ella es justificada, pues debe ser justa; es
amada, pues debe amar; es perdonada, pues debe per-
donar; es aceptada por Dios como persona, pues debe
abrirse a los demás.
b. Lo que se necesita es que la persona crezca en la ca-
pacidad de amar a otros, de vivir justamente, de entre-
garse a su vocación, y de ejercer sus dones en la tota-
lidad de la vida.
Preguntamos: ¿Qué filosofía de la educación hace justicia
a la persona como persona? ¿En nuestros programas de
educación teológica se desarrollan habilidades, se amon-
tonan pilas de conocimientos, o se contribuye a la libe-
ración y madurez?

3. La educación teológica debe promover la interacción y com-


plementación mutua de todos los ministerios.
a. La multiplicidad de ministerios abarca toda la vida de la
Ί34 iglesia. Sus miembros salen al encuentro del mundo con
sus habilidades en educación, medicina, leyes, adminis-
tración, sociología, economía, antropología, música, sico-
logía comunicaciones, secretaría, etc. ¿Cómo se puede
comunicar la perspectiva vocacional a otros para el en-
riquecimiento de los demás ministerios?

b. Frente a estas preguntas tenemos que confesar que


propagamos la compartamentalización de la vida. No en-
tendemos bien la relación entre la fe y la ciencia, entre
las estructuras sociales y la ética cristiana, entre este
mundo yel Nuevo Mundo. Por esto limitamos la educación
teológica a asuntos 'teofógicos" y olvidamos una buena
antropología y ila sociología.
Preguntamos: ¿Hacen justicia nuestros enfoques educa-
cacionales a las necesarias interacciones de las distin-
tas disciplinas?

4. La educación teológica debe satisfacer las necesidades con-


cretas del contexto donde se cumplen los ministerios.

a. En la teología clásica, la teología fue la reina de las


ciencias. Se edificaban grandes sistemas teológicos que
hasta explicaban los misterios más sublimes. Con el en-
frentamiento de las nuevas ciencias humanas, los gran-
des sistemas a la Aquino tambalearon. Muchos teólogos
procuraron volver a la inspiración de los reformadores y
a las fuentes bíblicas para redescubrir la tensión exis-
tente en sus encuentros con Dios y su mundo. La triple
relación del hombre-Dios, hombre^hombre, y hombre-
creación (naturaleza) se ve como algo dinámico (no
estático)/ contemporáneo (no del pasado), y existencial
(algo de urgencia y relevancia para la vida).

b. Hay básicamente dos métodos de acercamiento a la


"teología" en el campo de la educación. En uno se
aprenden los grandes sistemas del pasado, los evalúan,
los bendicen o los juzgan, y los aprenden para pasar a
nuevas generaciones. En el otro, se reviven las grandes
experiencias de la fe en relación viva con 'los urgentes
interrogantes de nuestro mimento histórico. No hay res-
puestas elaboradas, no hay recetas para comprar o me-
morizar, no hay fórmulas que aseguran éxito. Existe
un mensaje de fe en el Dios de la historia que busca
respuestas en el camino de la obediencia y de la fe.
¿Hacia cuál método educacional conducen nuestros cursos
de teología? I35
5. La educación teológica debe capacitar a aquellos que son
idóneos para enseñar a fin de que preparen a los otros
miembros para sus respectivos ministerios.
a. Hemos dicho que la educación teológica es para todos
'los miembros de la iglesia. Entre los ministerios se en-
cuentra la tarea educacional. Para esta tarea se han
desarrollado institutos bíblicos y seminarios teológicos.
Esto ha creado dos problemas fundamentales.
(1) Los estudiantes son seleccionados y preparados sin
comprobación alguna de que tienen los dones para
ser líderes y educadores. En el Nuevo Testamento
la selección de líderes se basa en habilidades y
aptitudes ya demostradas.
(2) La educación ocurre en su mayor parte en invernácu-
los aislados de las realidades vivenciales de nues-
tra sociedad. En tales circunstancias la interrelación
de teoría y práctica es sumamente difícil. En el Nuevo
Testamento se preparaban líderes sobre la marcha,
en el camino del discipulado.
b. ¿Cómo entonces debemos educar a los que preparan a
los miembros de la iglesia? ¿Debemos limitar nuestro
enfoque a pocos, o tratar de alcanzar a muchos? ¿Exis-
te un modo de preparar a los líderes de Ja iglesia, o
existen muchos modos? ¿Qué visión tenemos en nuestras
iglesias? ¿Cumple nuestra metodología los objetivos de
una educación teológica bíblica y relevante?

IV. La Metodología para la educación teológica.

A la luz de lo que precede, quisiera hacer algunas observaciones


sobre la metodología que usamos en la educación teológica, también
refiriéndose a los análisis de McKinney Monti, y Kinsler que preceden.
Medular de la discusión es el cuestionamiento del estilo tradicional
de preparación teológica para los pastores. Los artículos de Kinsler
y McKinney lo cuestionan directamente, mientras Monti, aunque busca
defender el lugar para la institución residencial, propone una defini-
ción de educación teológica que exige cambios radicales en nuestros
enfoques tradicionales. No es que alguno de los autores esté propo-
niendo algo novedoso, más bien todos llaman a grandes cambios en
nuestras metodologías para ajustarías a nuestras teorías.
Primero me parece importante destacar las áreas de acuerdo a
lo detallado en estos artículos.
1. El sistema "bancario" tiene que desaparecer de la meta y las
técnicas educativas. La educación que enfatiza la trasferencia de
-¡ 30 contenidos no sirve.
2. El sistema de la educación teológica tradicional tiende a una
escolarización que resulta en el cambio de la clase social del estudian-
te, el elitismo, y el pastor-centrismo.
3. La definición de la educación teológica se base en las comu-
nidades locales, donde se lucha para cumplir la misión. Se debe "par-
tir de la realidad". No se define los ministerios generales a la luz del
ministerio pastoral, sino al revés.
4. La focalización de la educación teológica es a personas y sus
necesidades y no a contenidos y funcionarios para oficios en la
iglesia.
5. Se comparte un concepto amplio del ministerio basado en la
comprensión de la Reforma del sacerdocio universal de los creyentes.
6. La educación teológica debe comenzar y dar prioridad a los
que ya están directamente comprometidos con el trabajo de la Iglesia.
También se notan diferencias en terminología, enfoque y manera
de acercarse a la re-definición y re-estructuración de la educación
teológica. Empecemos con terminología. Monti cuestiona el uso del
término "extensión" (especialmente con el prefijo "por") porque denota
una trasferencia del centro a la periferia. Prefiere el término "educa-
ción teológica permanente" y usa el nombre "educación teológica su-
perior" para la preparación pastoral dada en los seminarios e institu-
ciones teológicas. McKinney opta por el término "educación minis-
terial", argumentando que la preparación es para los diversos minis-
terios y que este nombre puede aplicarse a Ja música, enseñanza,
aconsejamiento, etc., igual que a la predicación u obra pastoral sin
otorgar jerarquización de uno sobre otro. Kinsler, por su parte, se
queda con "educación teológica por extensión", dándola una serie
de dimensiones, como geográfica, cronológica, cultural, académica, so-
cial, eclesiástica, numérica, ideológica y teológica. Entiende el con-
cepto como dar a la educación teológica más amplitud en su desarrollo
y aplicación, descentralizar el quehacer teológico y ubicar el proceso
en las iglesias mismas, ampliar el derecho de estudiar teología a
toda la iglesia en sus distintos niveles sociales y académicos, difundir
las capacitaciones para el servicio a todo el pueblo de Dios. Detrás
de estas definiciones están presentes los puntos que comparten los
tres autores, pero a la vez se notan algunas diferencias más profundas
que debemos analizar.
En primer lugar, es claro que existe una gran diferencia de con-
texto. McKinney comenta la gran diversidad cultural con que se cuen-
ta en Brasil. Kinsler escribe de un país donde 90 % del pueblo es muy
pobre, 60 % es analfabeto, menos del 1 % ha terminado estudios
secundarios, y grandes poblaciones indígenas luchan para sobrevivir.
Al otro lado, Monti comenta que las iglesias "nuestras" son bastante
homogéneas y casi de la misma clase social con semejante tradición
eclesiástica y trasfondo cultural. Tales diferencias de contextos cla-
ramente piden estructuras y metodologías muy distintas.
Segundo, aunque todos los autores concuerdan en que los minis-
terios existen funcionalmente al servicio de fia misión de la iglesia,
cada uno tiene una visión diferente de cómo instrumentar la prepara-
ción teológica para los ministerios. Monti dice que no es |a metodología,
la estructura, o la forma de enseñar, la que es necesario cambiar, más
bien insiste en lograr una nueva perspectiva de lo que se entiende
por el ministerio docente de la iglesia: "la tarea educativa debe
ajustarse críticamente a la sociedad... para transformarla". Admite que
es necesario comenzar dando respuestas a las expectativas congrega-
cionales para preparación en ciertos ministerios, pero es necesario
seguir a la concepción crítica de la rea.idad —no es el "cómo", sino
e| "para qué" que importa. McKinney no explicita tan claramente los
objetivos de la preparación amplia de la congregación, aunque nombra
los ministerios interiores en la congregación (adoración y edificación)
y los ministerios exteriores a la comunidad (la evangelización y el
servicio). Ahora para la preparación de los que en el principio ayu-
darían al pastor (Monti rechaza este concepto) en predicación, admi-
nistración, aconsejamiento, enseñanza, etc., pero cree que a medida
que las funciones son asumidas por más y más personas, ciertos
conceptos básicos cambiarían. Se darían nuevas definiciones al laico,
clero, ordenación, etc. La experiencia misma abrirá la puerta de los
cambios necesarios. Mientras Monti acentúa la perspectiva crítica
con que se comienza la tarea, y McKinney explicita la autenticidad
cultural y contextual con que se comienza, Kinsler adopta una po-
sición más extrema con referencia a las estructuras; afirma que la
educación teológica por extensión tiene como objetivo transformar
el concepto del iministerio, no por enseñar una concepción crítica
de la realidad (aunque no excluye ésta), ni preparar ayudantes del
pastor, sino por re-emplazar el 'liderazgo elite y autoritativo con un
liderazgo corporal, plural, emergente del pueblo. Rechaza la comu-
nicación desde arriba para abajo —aun para enseñar "una concep-
ción crítica". Es por este motivo que Kinsler dice en un documento
más reciente (Seminario de Extensión, Boletín Informativo, número 4,
1977): " . . . l a educación teológica por extensión puede rendir su ser-
vicio más grande a la iglesia y su ministerio al desafiar a Jas es-
tructuras existentes".
Tercero, existen diferentes conceptos de la misión de la iglesia
y la manera en que la iglesia debe enfocar esta tarea. McKinney
habla en términos unas eclesiocéntricos y de la preparación de Ja
congregación para los ministerios comunes y corrientes en la iglesia,
buscando que los cambios surjan como consecuencia de la parti-
cipación laica en la tarea. Monti busca una reorientación de los mi-
nisterios tradicionales, definiéndolos más bien desde la perspectiva de
su praxis, su encuentro con el mundo en sus dimensiones socios-
culturales, sociopolíticas, y socio-profesionales.
Kinsler, me parece, toma otro acercamiento. El desafía a la me-
-|33 todología tradicional, argumentando que sin un cambio radical en
INFORMATIVO

LA CRISIS VOCACIONAL DE LOS En teología, el in-


AÑOS 1970-1974 VA SIENDO SIJ greso de 25 alumnos
PERADA A BUEN PASO regulares y 12 esp£
cíales para el año
lectivo 1978 viene a confirmar la tendencia de
los últimos años, por la que un numero creciente
de jóvenes se siente llamado a servir en la Igl£
sia de Cristo. Estos nuevos ingresos dan los si-
guientes totales:
Bachillerato en Teología 48
Licenciatura en Teología 8
Capacitación Teologica 7
Alumnos especiales 23
Este total de 86 compara muy favorablemente con
los 70 alumnos del año pasado.
ESTUDIANTES DE MUSICA

ΙΑ INSCRIPCIÓN EN ΙΑ ESCUE- Se estima que la


IA DE MUSICA ES ALGO INFE - caída en los rubros
RIOR A LA DEL ARO PASADO de Alumnos Especia-
les y en el Taller
Musical para Niños se debe a la situación econó-
mica imperante. En los rubros mas relacionados
con la obra de la iglesia, sin embargo, la canti_
dad de alumnos es prácticamente igual. He aquí
las cifras comparativas:
1977 197
Música Sacra 7 8
Profesorado Musical 12 10
Alumnos especiales 52 43
Taller Musical para
Niños 128 98

APORTE ACADÉMICO LUTERANO

DOS PROFESORES LUTERANOS SE


SUMAN A LA TAREA DOCENTE DE
ISEDET. SE TRATA DE LOS PRO
PESORES RUUTH Y STUMME.

El Prof. Anders Ruuth, que


había sido profesor de Teo-
logía Práctica en la ex-Fa-
cultad Luterana de Teología,
vuelve ahora a ISEDET y es- I
tá dictando cursos en la misma materia. Al fin
del presente semestre regresará a su pastorado
en Suecia.
El Dr. Juan Stumme provie-
ns* ne de los EE.UU. y dictará
cursos en Teología Sistema
tica. Su tarea, confiamos,
se extenderá durante va -
rios años, ya que se ha ra
dicado con su familia en
Villa deï Parque, Capital
Federal.
CONSULTA

REPRESENTANTES DE DIVERSAS La Consulta se efec-


IGLESIAS Y AGENCIAS DE EU- tuó bajo el auspicio
ROPA Y DE LOS EE.UU. SE de las iglesias nu -
REUNIERON EN NUESTRA CASA cleadas en AIDET. La
DE ESTUDIOS PARA DIALOGAR reunión concluyó con
SOBRE EL FUTURO DE ISEDET la firma de un docu-
mento por parte de
los representantes del exterior en el que señalan
su apoyo al trabajo de ISEDET, a la vez que indi-
can su proposito de unir esfuerzos para sustentar
su funcionamiento. Por su parte, los delegados de
las iglesias locales también produjeron un docu -
mento en que, al señalar su aprecio por la obra
desarrollada, comprometen la ayuda de las iglesias
para incrementar el sostenimiento de ISEDET.

NUEVOS DECANO DIRECTOR

EN LA ASAMBLEA DE AIDET Aparte de estos dos·


DEL PASADO 29 DE ABRIL, nombramientos, la A-
FUERON NOMBRADOS DECANO sairíblea de AIDET re-
EL DR. SIDNEY ROOY, Y D!I cibió los informes
RECTOR DE LA ESCUELA DE sobre la marcha de
MUSICA EL PROFESOR FELIX ISEDET y los saludos
GARCIA LORENZEN de los delegados ex-
tranjeros a la Con
sulta. Se reeligieron por un año las autoridades
de AIDET, con el único cambio del Pastor Juan
Cobrda de la Iglesia Evangélica Luterana Unida
que reemplaza al Pastor Raúl Denuncio, de la mis-
ma iglesia. Todos los demás asuntos de AIDET reci
bieron un curso favorable.

NUEVAS PUBLICACIONES

CUADERNOS DE TEOLOGIA: El primer número del año


1978, que saldrá en junio,
tratará el tema "Extensión Teológica", con un buen
número de importantes artículos.
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aparición se
estima para julio. Incluye una nomina de todo el
material teologico impreso en castellano y portu
gués durante el año 1976.

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los profesores de ISEDET
sobre el tema, enfocándolo desde diferentes dis-
ciplinas teológicas. Su publicación se anticipa
para el mes de Setiembre.

CANCIONERO INFANTIL: El cancionero CANTOS V RU-


MOS VARA MI recibirá su
presentación pública en junio. Servirá especial-
mente las necesidades de las Escuelas Dominicales
con canciones religiosas para niños, y canciones
que puedan ser de utilidad en los juegos de di -
chas escuelas y en jardines de infantes.

ESTADÍSTICAS DEL ISEDET


PERFIL INTERNACIONAL DEL ALUMNADO
Argentina U5 Perú 1
Bolivia 5 Uruguay 15
Brasil 1 Alemania 2
Chile 6 Letonia 1
EE.UU. 5 Ecuador 1
Paraguay 3 Corea 1

PERFIL ECLESIÁSTICO
Metodistas 27 Presbiterianos; 2
I.E.R.P. 18 Bautistas 4
Luteranos 11 Pentecostales 1
Valdenses 9 Hnos. Libres 2
Discípulos 2 Cat. Romanos 4
Reformados 5

I.S.E.D.E.T. - Camacuâ 282 - 1406 B. AIRES


las estructuras educacionales actuales con la apertura a la educa-
ción, y lo que es más importante, a los oficios y tareas de la iglesia
a cada nivel, no pasa nada. Para él "un pastorado medio" existe
sólo para los que definen el pastorado en términos tradicionales. Un
pastor preparado con escuela primaria y suficientes capacidades para
funcionar en su nivel no es "medio pastor'* —es pastor. La iglesia
debe preparar pastores y todos los demás ministerios en cada nivel
de la sociedad: clase baja, media, y alta. Si la iglesia va a respon-
der a su misión en la sociedad, la educación teológica tiene que
preparar los líderes en él- medio en donde están.
Aquí podemos referirnos a la legítima preocupación da Roberto
RÍOS —¿esto no nos deja en una dependencia teológica permanente?
Kinsler respondería que no, porque debe existir la educación teoló-
gica en todo nivel, también a nivel "superior" (para usar el término
de Monti). Se teologizan a nivel ¡nter-nacional e inter-continental
precisamente dentro de cierta eli'e y clase social. Pero ef restrin-
girse a este modelo académico-profesional del ministerio corta sus
raíces en el pueblo y frustra e| desarrollo de la misión entre una
gran sección de la iglesia y grandes segmentos de la sociedad.
Ahora, si la iglesia representa una clase social mayormente homo-
génea, como afirma Monti, ésta puede justificar un modelo de pre-
paración pastoral que responde a este sector. Pero quizá existe una
pregunta anterior: ¿Representa la iglesia solamente un sector de la
sociedad precisamente porque hemos restringido nuestro concepto
del ministerio, de la enseñanza, del contexto intelectual-social, de
'la ética, de la misión de la iglesia a este nivel? ¿No puede ser t|ue
precisamente las iglesias que rompen este concepto "unidlasista" del
liderazgo son las que tienen un ministerio eficaz a distintos sectores
de ila sociedad?
Existen modelos históricos que apuntan en esta dirección. El
movimiento Metodista en la Inglaterra del sigto dieciocho empezó su
educación teológica con los mineros, los obreros y los necesitados.
Se entrenó a los predicadores y maestros locales por tratados y U-
bros, por visitas de parte de los líderes del movimiento y por un
estudio serio en grupos pequeños y en casa. Otro modelo puede ser
ila flexibilidad con que los Bautistas y Metodistas encararon la pre-
paración y la ordenación de sus pastores en contraste con los
Presbiterianos, Anglicanos y Católicos en los Estados Unidos. Los
primeros entrenaban a sus líderes sobre 'la marcha, ordenándolos
para el ministerio según su capacidad y la necesidad, mientras los
últimos quedaron estancados en las estructuras importados. Pero to-
dos estos grupos al llegar a América Latina vinieron con sus pre-
conceptos de liderazgo, educación teológica y ordenación, y queda-
ron casi tan rígidos como el Anglicanismo en la época del surgi-
miento del Metodismo. Ahora son más bien los Pentecostales que
corren con la pelota y presentan un sistema de aprendizaje diver-
sificado, mayormente en el discipulado. No se puede decir que la ^39
respuesta dada en estos casos históricos es la respuesta perfecta,
ni que la educación teológica es el único factor importante —lejos
de esto. Pero sí podemos afirmar que muestran que es posible para
el pueblo de Dios responder a su situación histórica sin prepara-
ción académica en instituciones teológicas lejos de su propio con-
texto y proveer un ¡liderazgo funcional.
Queda, me parece, la pregunta de Monti: ¿Cómo se educa de
tal modo que los 'líderes asuman una perspectiva crítica y profética
de la realidad en que viven? Creo que esta también es la preocupa-
ción de Kinsler. La diferencia es que cuando se traslada esta pre-
ocupación a la práctica en la preparación del ministerio docente,
Monti tiende a defender las estructuras presentes, mientras Kinsler
las rechaza. Monti insiste en dos cosas: (1) Visto que la educación
teológica de toda la iglesia es "una problematización de la manera
de estar en el mundo,... la capacitación del laico tiene que partir
de la realidad de la comunidad en la cual él está participando del
ministerio de la iglesia". Al otro lado (2), insiste una y otra vez en
la "educación teológica superior" como preparación para uno de
los ministerios esenciales de la iglesia para su misión. Kinsler está
100% de acuerdo con la primera cosa, y agregaría que esta es
precisamente la razón porque la "educación teológica superior*' (si
és!a significa la preparación para el pastorado) debe realizarse en el
campo de la iglesia y no en un seminario de residencia Jejos del
ambiente donde la iglesia realiza su misión. Su concepto de la edu-
cación por extensión se basa sobre este fundamento. El no objeta
en principio a la especialización teológica a nivel superior, p.e., el
Antiguo Testamento, Teología Sistemática, Historia de la Iglesia, etc.,
pero sí que la preparación pastoral sea principalmente llevada a cabo
en seminarios ajenos a la realidad de la comunidad donde se ejerce el
ministerio de la iglesia y que sea exclusivamente al nivel superior.
El punto clave (para el seminario por extensión) es entonces que
la educación teológica debe realizarse a todo nivel de la iglesia y
dentro del ambiente en que ésta vive y trabaja.
l a s diferencias aparentes en las presentaciones de Monti y
Kinsler se debe en parte a los diferentes medios en que los dos
trabajan, como vimos arriba. Concuerdan en su deseo de enfocar
críticamente la sociedad. Existen diferencias de énfasis a nivel me-
todológico y estructural.

V. La relación entre seminario de residencia y seminario


de extensión

En primer lugar, debemos recordar que las dos instituciones son


recientes en la historia de la iglesia. Seminarios de residencia para es-
tudios teológicos Legan a un lugar de prominencia en el último siglo.
Antes hcbo instrucción en instituciones, pero fue educación universal
-J40 con ciertos cursos en teología. Las universidades normalmente tenían
una facultad de relfgión, pero relativamente pocos de los pastores
locales se gradue ron en ellas. Hace cincuenta años casi la mitad
de los pastores de las iglesias históricas en los Estados Unidos no
tuvieron preparación a este nivel. Se estima que e| ochenta por
ciento de los pastores en la América Latina no tienen enseñanza
teológica alguna. El seminario por extensión se dirige a este vacío
en particular. Es un movimiento de educación teológica reciente que
se ofrece como una forma alternativa de formación dentro del con-
texto de la iglesia y que se dirige principalmente a líderes maduros
de las iglesias.
En la consulta sobre extensión realizada por A . S . I . T . en San-
tiago de Chile hace dos años, se concluyó que las diferencias entre
extensión y residencia consisten básicamente en:

1) ¿Quién va a quién? El estudiante al seminario (residencial)?


o el eminario al estudiante (extensión)?
2) La intensidad de cómo son dados los contenidos.
3) El residencial tiene como objetivo primordial el estudio.
(Boletín Especial de A . S . I . T . , p. 16),

En la misma consulta se consideró que los objetivos de las dos


formas de educación son los mismos: "perfeccionar a los santos
para la obra del ministerio'*. Como modelos de relaciones entre uno
y otro sistema, se encontraron los siguientes:
1) La institución madre (residencial) va donde están los alum-
nos (a través de la extensión).
2) Los seminarios por extensión envían ios alumnos a| resi-
dencial para la especialización en algún terreno.
3) El seminario residencial incluye programas de extensión
- como requisito de admisión e incluido en el currículo del
seminario.
4) El seminario por extensión ofrece períodos de estudios re-
sidenciales.
5) Cada sistema reconoce los créditos concedidos por el otro.
Ibid., p. 17)

Desde el punto de vista de los que trabajan en seminarios por


extensión, es claro que la opción no es necesariamente elegir un
método u otro. Más bien es redefinir todo el proceso educativo de
tal modo que se haga justicia a los principios elaborados en varias
formas por los autores en este número de Cuadernos. En centros
urbanos como el de la ciudad de México, San Paulo y Buenos Ai-
res, la forma y el nivel de la educación usará una estructura, mien-
tras en Puebla, el Chaco y Cuzco tomaría una estructura muy dife-
rente. Seminarios de nivel superior pueden rendir servicios a toda
la tarea educativa: -j4-j
1) herrmientas básicas para estudios teológicos.
2) material didáotico,
3) personal, organizando talleres y consultas,
4) investigaciones de nuevos métodos y modelos para el de-
sarrollo del currículo y de la enseñanza de la educación
teologica,
5) experiencias especiales, retiros, estudios de materias espe-
ciales, etc.,
6) la biblioteca para que esté a disposición de quien la ne-
cesita.
7) bibliotecas ambulantes o circulantes,
8) evaluación de materiales y asesorar sobre los mismos,
9) la formación de especialistas,
10) una teología contextualizada y latinoamericana, en diálogo
con todo el pueblo.
Ibid., p. 19)

La gran pregunta no es tanto, como teme Ríos, "la instituciona-


lizeción y perpetuación de nuestra dependencia teològica", porque
esto puede ocurrir en residencia o en extensión. Más bien es: ¿Hasta
qué punto puede una descentralización y re-distribución de la tarea
educativa en el seno mismo de la. iglesia en sus varias regiones y
contextos sociales, contribuir a la preparación de los diversos mi-
nisterios de la iglesia y estimular una participación más activa y
concien.izada de los miembros en su propia realidad? Algunos se
atreven a creer que los seminarios por extensión ofrecen ciertas
formas alternativas que ayudan a alcanzar estos objetivos.
^ s
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