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Ejercicios Espirituales de P.

Raniero Cantalamessa para el Papa


adaptados a los profesores en esta Cuaresma

SEGUNDA MEDITACIÓN

Jesucristo, el hombre nuevo

La “novedad” del hombre nuevo no consiste en algún


componente nuevo que tiene de más respecto al hombre
anterior, sino que consiste en la santidad. Cristo es el
hombre nuevo porque es el santo, el justo, el hombre a
imagen de Dios.

En efecto, ¿qué es el hombre? Para el pensamiento profano, y en particular


para el griego, es esencialmente una naturaleza, un ser definido en base a lo que
tiene por nacimiento: “un animal racional”, o como se quiera definir esta
naturaleza.

Para la Biblia, el hombre no es sólo naturaleza, sino, en igual medida,


también vocación, es también aquello que está llamado a llegar a ser mediante el
ejercicio de su libertad, en la obediencia a Dios. Los Padres expresaban esto
distinguiendo en Gén 1,26 entre el concepto de “imagen” y el de “semejanza”. Por
el hecho de obedecer nos hacemos también a semejanza suya, porque queremos
lo que él quiere. “En la obediencia –decía un antiguo padre del desierto- se realiza
la semejanza con Dios y no sólo el estar hechos a su imagen” 1.

Tenemos que decir, a manera de inciso, que este modo de definir al hombre
en base a su vocación, más que en base a su naturaleza, es compartido por el
pensamiento contemporáneo, aunque no se mantiene en él la dimensión de la
obediencia, esencial en la Biblia, y queda en pie sólo la de la libertad, por lo que
más que de vocación se habla de proyecto (“proyecto es la categoría central con la
que se habla del hombre en Ser y tiempo, de M Heidegger, en El ser y la nada, de
J.-P. Sartre). También desde este punto de vista, por tanto, la respuesta más eficaz
1
DIADOCO DE FOTICÉ, Discursos ascéticos, 4: SCh 5bis, 108ss (trad. esp. Obras completas (ed. P. Argárate)
(Madrid 1999)).
1
a las instancias del pensamiento moderno no viene tanto de la insistencia en Cristo
como “verdadero hombre”, entendido en el sentido antiguo de “naturalmente
completo”, cuanto de la insistencia en Cristo como “hombre nuevo”, revelador del
proyecto definitivo del hombre.

El verbo de Dios no se limita, por tanto, a hacerse hombre. Él revela también


quién es el hombre; con él aparece el modelo mismo, porque él es la verdadera y
perfecta “imagen de Dios” (Col 1,15). Somos nosotros los que estamos llamados a
“conformarnos con la imagen que es el Hijo” (Rom 8,29), mucho más de cuanto
Jesús esté llamado a conformarse a nuestra imagen. El concilio Vaticano II lo
explica claramente: “En realidad, el misterio del hombre sólo se esclarece en el
misterio del Verbo encarnado. Porque Adán, el primer hombre, era la figura del
que había de venir, es decir, Cristo, nuestro Señor. Cristo, el nuevo Adán, en la
misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el
hombre al propio hombre”

Todo esto constituye una aplicación coherente de la afirmación paulina


según la cual Cristo es “el primogénito de toda criatura” (Col 1,15), y de la joánica
acerca del Verbo, “por medio del cual se hizo todo” (cf. Jn 1,3). El hombre no sólo
2
tiene en Cristo su propio modelo, sino también su propia “forma sustancial”.

No mediante “artificio”, sino por revelación divina, Juan, Pablo y los demás
autores inspirados han “visto” el alma del artista, de Dios, y han descubierto en
ella, sin materia, al hombre ideal contenido en Cristo. Es grato volver a encontrar
esta visión patrística de la revelación entre el hombre y Cristo de manera casi
idéntica en un teólogo moderno como Karl Barth, porque eso demuestra que ésta
no es ni mucho menos incompatible con el modo de pensar moderno.

Jesús por el Bautismo nos hace hombres nuevos. Rio Jordán

2
N. CABASILAS, La vida en Cristo V, 2: PG 150, 629 (trad. esp. La vida en Cristo (Madrid 1999)).
2
“El hombre -escribe Barth- es ser humano en cuanto que es un único ser
con Jesús, tiene su base en la elección divina; y, por otra parte, en cuanto que es
un único ser con Jesús, está constituido por la escucha de la Palabra de Dios” 3.
Considerada bajo esta luz, Jesús es igual a nosotros menos en el pecado, la
expresión “menos en el pecado” (absque peccato) dicha de Jesús (cf Heb 4,15) no
aparece como una excepción en la plena y definitiva humanidad de Cristo, como si
él fuera en todo verdadero hombre como nosotros menos en una cosa: el pecado;
como si el pecado fuera un rasgo esencial y natural del hombre, no hay que leerlo
así, porque.“El pecado es una aberración de la naturaleza no una propiedad suya” 4.

Jesús es, por tanto, “verdadero” hombre, no a pesar de no tener pecado,


sino precisamente porque no tiene pecado. San León Magno, en la famosa carta
dogmática que inspiró la definición de Calcedonia: “Él, Dios verdadero, nació en
una íntegra y perfecta naturaleza como verdadero hombre, completo en todas sus
prerrogativas, tanto divinas como humanas.” 5.
Tenía razón Kierkegaard cuando decía que “la terminología dogmática de la
Iglesia primitiva es como un castillo encantado donde reposan en un profundo
sueño los príncipes y las princesas más hermosas. Basta sólo despertarlo para que
se levanten de pronto en toda su gloria” 6.

El dogma de Cristo “verdadero hombre” y “hombre nuevo” es capaz de


producir un giro completo de mentalidad. Obliga a pasar de un Cristo “medido”
con el metro de nuestra humanidad, “No es él -ha escrito el mismo filósofo que
acabamos de citar-, por el hecho de haber nacido y aparecido en Judea, quien se
ha presentado ante el examen de la historia; él es precisamente el examinador, su
vida es examen, y no solamente de aquella generación, sino de todas” 7.

Obediencia y novedad
¿Cómo se presenta el hombre nuevo revelado por Cristo y cuál es el rango
esencial que lo distingue del hombre “viejo? En efecto, tenemos que conocer a
este hombre nuevo desde el momento en que estamos llamados a “revestirnos de
él”. Hemos llegado de nuevo al punto en que debemos pasar del kerigma a la
parénesis, de la contemplación de Cristo, hombre “nuevo”, a la imitación de su
novedad.

3
K. BARHT, Dogmática eclesiástica III, 2, 170.
4
SAN GREGORIO DE NISA, Epístola III: PG 46, 1020.
5
SAN LEÓN MAGNO, Tomus ad Flavianum I, 3: PL 54, 757ss: (trad. Esp. en Cartas cristológicas (ed. J.C.
Mateos) (Madrid 1999).
6
S. KIERKEGAARD, Diario II A, 110.
7
S. Kierkegaard, Ejercitación del cristianismo (Madrid 1961) 73-74.
3
El hombre nuevo es un hombre que no hace nada “por sí mismo” o “para sí
mismo” y su gloria. Es alguien cuyo alimento es hacer la voluntad del Padre. Es
alguien que lleva su obediencia hasta la muerte, y muerte de cruz”. El ser de Cristo
radica en su sumisión al Padre. El “es” porque “obedece”. Si el hombre no es sólo
naturaleza, sino también vocación, aquí se realiza la vocación del hombre, que es
ser “a imagen y semejanza de Dios”.

En la proclamación nos sirven de ejemplo los grandes Padres de la Iglesia


del siglo IV: Basilio, Gregorio Nacianceno, Gregorio de Nisa, de Hipona. Eran
hombres embebidos de la cultura de su tiempo; podían decir hablando de sus
interlocutores paganos: “¿Son griegos? ¡También yo!” Pero se convirtieron, se
hicieron necios a los ojos de los doctos abrazando al humildad y humanidad de
Cristo.

En Cafarnaum Jesús predica el Hombre Nuevo - Cura –

“Si el Hijo os libera…”


Proclamar a Cristo hombre “sin pecado” no tiene por objeto ciertamente
rebatir al mundo y al hombre de hoy, sino todo lo contrario, infundirle confianza y
esperanza.

San Agustín revela el secreto de la verdadera libertad: “Donde está el


Espíritu del Señor -dice- ya no se está seducido por el placer de pecar, y esto es
libertad; donde no está ese Espíritu se está seducido por el placer de pecar, y esto
es esclavitud”8. ¡El “Espíritu del Señor” es el Espíritu del Señor Jesús! Se revistió de
la suerte mortal. Cuando tan fielmente, tan perfectamente imitó el nacer. Y el sufrir.
Y el vivir. Y el morir”9. Nosotros no podemos, por tanto, imitar a Jesús en cuanto
Dios y no debemos imitarlo en cuanto verdadero hombre. Podemos y debemos
imitar a Jesús, en cambio, en cuanto hombre “nuevo”, hombre sin pecado.

8
SAN AGUSTÍN, De Spiritu et Littera, 16,28: CSEL 60, 181.
9
Ch. PEGUY, El misterio de los santos inocentes, en Oeuvres poétiques (París 1975) 692 (trad. esp. (Madrid
1993)).
4
San Francisco de Asís habló poco del hombre nuevo, pero todos sus
biógrafos después de su muerte expresan la misma convicción: con él había
aparecido en el mundo “el hombre nuevo”: “Gente de toda edad y de todo sexo
corría a ver y a escuchar a aquel hombre, regalo del cielo al mundo” 10.

Debemos tomar muy en serio, por tanto, la invitación a abandonar el


hombre viejo con sus concupiscencias. No buscar ni hacer enseguida lo que,
humanamente hablando, nos gustaría hacer o decir. Aprendamos a repetir
también nosotros, como una especie de jaculatoria, ante cualquier dificultad o
duda, lo que decía Jesús: “No busco mi voluntad, sino la voluntad del que me
envió”(Jn 5,30); “No he bajado del cielo para hacer mi voluntad, sino la voluntad
del que me ha enviado” (Jn 6,38). ¡No estoy aquí, en este oficio, en esta situación,
para hacer mi voluntad, sino la voluntad de Dios! La “novedad” del hombre nuevo
se mide, como hemos visto, por su obediencia y conformidad con la voluntad de
Dios.

CITAS BÍBLICAS
Puedes leer los textos y meditar

Mt 5, 21-30. 33-48. Jesús y la Ley

21
Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será reo de
22
juicio. Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano
será procesado. Y si uno llama a su hermano «imbécil», tendrá que comparecer
ante el Sanedrín, y si lo llama «necio», merece la condena de la gehenna del fuego.
23
Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí
24
mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar
y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu
25
ofrenda. Con el que te pone pleito procura arreglarte enseguida, mientras vais
todavía de camino, no sea que te entregue al juez y el juez al alguacil, y te metan
26
en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el
último céntimo.

27 28
Habéis oído que se dijo: “No cometerás adulterio”. Pero yo os digo: todo el
que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón.
29
Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un

10
SAN BUENAVENTURA, Legenda Maior IV, 5: FF 1072.
5
30
miembro que ser echado entero en la gehenna. Si tu mano derecha te induce a
pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar
entero a la gehenna.

33
También habéis oído que se dijo a los antiguos: “No jurarás en falso” y
34
“Cumplirás tus juramentos al Señor”. Pero yo os digo que no juréis en absoluto:
35
ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus
36
pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues
37
no puedes volver blanco o negro un solo cabello. Que vuestro hablar sea sí, sí,
no, no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno.

38 39
Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”. Pero yo os digo: no
hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla
40
derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica,
41
dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale
42
dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas.

43 44
Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo” y aborrecerás a tu enemigo.
45
Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen,
para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y
46
buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman,
47
¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publícanos? Y, si
saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo
48
mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre
celestial es perfecto.

Basilia de S. José “Jesús, “El hombre nuevo”, semejante a nosotros menos en el pecado. Nació en una familia

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