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San Juan de la Cruz, hace una interpretación interesante acerca del Verbo encarnado, en
dicha interpretación afirma que Dios todo lo ha dicho en su Hijo. Dicha aseveración la
sustenta en el pasaje bíblico de Hebreos 1, 1-2. En el presente escrito se reflexionará sobre
la actividad del Hijo encarnado, en una interpretación cristológica que tendrá presente el
componente bíblico y, además, en donde el ejercicio de escritura intentará mostrar los
aportes que San Juan de la Cruz le da a dicho tema. Por último, se plantea Para el desarrollo
de la ya mencionada empresa seguiremos el siguiente orden:
Es necesario partir del presupuesto de que Cristo es el punto central de la obra de Dios, es
decir, es la vertebra fundamental del Plan Divino. Entretanto, también es importante decir
que la creación fue elaboración del Padre, en un movimiento suyo de salida de sí por amor
al Hijo, lo cual pone a la creación bajo la soberanía de Cristo, es decir, el Padre habría
salido fuera de sí por amor al Hijo, llevan a término la creación para gloria suya. De ahí que
se entienda que si Cristo es Señor de toda la creación, quien posea a Cristo, entonces es
también poseedor de la misma creación. Así es como lo manifiesta Juan de la Cruz cuando
dice “porque Cristo es mío y todo para mí”2. Y, así mismo afirmamos que Cristo es el único
camino para llegar a Dios. En el capítulo 22 de Subida al Monte Carmelo de San Juan de la
Cruz encontramos el desarrollo de estos presupuestos ya mencionados, este teólogo pone en
claro el misterio de Dios y el hombre a la luz de Jesucristo3.
Walter Kasper también habla sobre este tema y afirma que en los escritos neotestamentarios
el interés está concentrado en decir que el todo se gira en torno a Jesús y que, por Él, Dios
ha hablado y actuado de forma escatológica-definitiva y, por lo mismo, históricamente
insuperable. Incluso, hace referencia a que la salvación escatológica de cada hombre se
decide en este hombre concreto, Jesús de Nazaret5.
Si quieres que te respondiese yo alguna palabra de consuelo, mira a mi Hijo, sujeto a mí y sujetado
por mi amor, y afligido, y verás cuántas te responde. Si quieres que te declare yo algunas cosas
ocultas o casos, pon solos los ojos en él, y hallarás ocultísimos misterios y sabiduría, y maravillas
de Dios, que están encerradas en él7.
5
Cfr. Kasper, Walter. Jesús, el Cristo. Ed, Ediciones Sígueme. Salamanca. 1976. Pp. 241.
6
Castro, Secundino. Hacia Dios con San Juan de la Cruz. Ed, Editorial de Espiritualidad. Madrid. 1986. Pp. 29.
7
Juan de la Cruz. Subida al Monte Carmelo. Ed. Monte Carmelo. Burgos. 2010. Cap 22, 6.
es la de que el hombre sea guiado por el hombre, porque “no se ha de creer cosa por vía
sobrenatural, sino sólo lo que es enseñanza de Cristo-hombre”8.
Juan de la Cruz hace una interpretación cristocéntrica de la historia del Antiguo Testamento que,
según él, se encamina a Cristo. En Cristo encuentra la Biblia su unidad. La historia, vista a la luz
de Israel, es la historia salvífica que Dios dirige hacia su expresión completa en Jesucristo. En esta
sección la historia termina como Cristología, en Palabra de Dios hecha carne, como la palabra
hecha carne, como la Palabra absoluta y final del Padre9.
Dios se hace presente en Cristo, en el hombre, que como hemos dicho, guía al hombre, es
así que es el que guía a la Iglesia, por eso es que Cristo se convierte en ‘ley’ para el
cristiano, pues todo hombre que se dice su seguidor debe orientarse por el hombre, pues a
Dios no le quedó otro camino que hacerse hombre para que el hombre se dejara guiar de Él,
solo es cuestión de voluntades el que esto se haga realidad.
También es importante tener presente que la palabra de Dios se introduce en nuestro ser de
hombre en todo, como dicen las Sagradas Escrituras, semejante en todo, menos en el
pecado, lo que quiere decir que tiene también sus implicaciones, pues la palabra se
introdujo totalmente en nuestro ser de hombre, hasta el fondo de su normal trivialidad, su
inutilidad, su fracaso y vacío. Razón por la que no solo dice que Dios se hizo hombre, sino
que se le pone un acento adicional, esta es, se hizo este hombre Jesús de Nazaret10.
Esta encarnación, esta humanización de Dios en Jesús, el Cristo, trae consigo un cambio a
la situación de perdición en la que todos los hombres estaban presos y por la que están
íntimamente determinados. Esta situación ya mencionada al romperse da lugar a un nuevo
comienzo que determina la nueva situación del hombre en todo su conjunto y, en definitiva,
estaríamos hablando de una encarnación que es redención, una redención que es
liberación11.
Nuestra tarea es la de hacer caer en la cuenta al hombre de hoy que, aunque existan
diversos arroyos, una sola es la fuente, y esa es Cristo. Solos nos pide mirarle, solo se nos
pide que le observemos a él. Que no nos quedemos en los signos, ‘milagros’, hechos
8
Castro, Secundino. Hacia Dios con San Juan de la Cruz. Ed, Editorial de Espiritualidad. Madrid. 1986. Pp. 29.
9
Nieto, J.C. Místico, poeta, rebelde, santo: en torno a San Juan de la Cruz. Madrid, Fondo de Cultura
Económica. 1982. Pp. 153.
10
Cfr. Kasper, Walter. Jesús, el Cristo. Ed, Ediciones Sígueme. Salamanca. 1976. Pp. 242.
11
Cfr. Ibíd. Pp. 253.
concretos, porque nos pasaría como quien le señalan la luna y se queda mirando el dedo y
no la luna. Es decir que, si existe un signo, una profecía, un mensaje de Dios, no nos
podemos quedar en ese mero hecho accidental, sino ir hacia donde nos quiere llevar, que es
el mismo Cristo.
Juan de la Cruz expresaba “veo es muy poco conocido Cristo de los que se tienen por sus
amigos”12, por eso, se hace necesario caer en la cuenta del conocimiento de este hombre,
prototipo de vida para el hombre. Conocer, ir hacia esta gran fuente, se debe hacer en
silencio, y esa es precisamente la tarea de un Carmelita Descalzo hoy, llevar al hombre a
que silencie su interior para encontrar en sí mismo al Cristo encarnado que le habla, porque
este Cristo solo se puede encarnar tocando la historia, más en concreto, tocando la historia
del hombre y solo se descubre esta realidad en el silencio que grita con ahínco el hecho
liberador de Dios hecho hombre tocando la vida. Silencio, una oferta que el mundo hoy no
le presenta al hombre, hecho que es tarea para para esta espiritualidad, pues tiene entre sus
saberes, este pilar de vida interior13.
Nuestra misión, es la de hacer caer en la cuenta de que esa encarnación de Dios en su Hijo
nos hace partícipes de la divinidad, pues, Dios al encarnarse asume toda la realidad
humana, no como un vestido que se pone y al otro día se lo quita, es decir, Cristo no es
humano hoy y mañana no, en su encarnación asume nuestra humanidad y así mismo,
nuestra humanidad asume su divinidad. Es tarea nuestra, por medio del silencio, caer en la
cuenta de esa gran capacidad de Dios que poseemos en nuestro interior, la cual es fruto de
que Dios haya asumido nuestra humanidad. Porque la frase de Juan de la Cruz: “Si quieres
que te respondiese yo alguna palabra de consuelo, mira a mi Hijo, sujeto a mí y sujetado
por mi amor, y afligido, y verás cuántas te responde”, solo pretende hacer evidente que
‘mirar’ consiste en dejar de escuchar tanto ruido exterior y solo concentrar todas nuestras
potencias en Él. Y, “cuantas te responde” es la evidencia de cuanto existe de capacidad de
Dios en el hombre, pero que solo falta un poco de determinación para poderle ver, para
poderle escuchar, para poderle palpar encarnado en nuestra realidad, sintiéndola,
sufriéndola y, al mismo tiempo, levantándola.
12
Juan de la Cruz. Subida al Monte Carmelo. Ed. Monte Carmelo. Burgos. 2010. Cap 22, 7, 12.
13
Cfr. Brändle, Francisco. Biblia en San Juan de la Cruz. Editorial de Espiritualidad. Madrid. 2007.
14
Cfr. Papa Francisco. Exhortación apostólica Gaudete Et Exsultate. Consulta en archivo PDF. N37.
A manera de conclusión
En conclusión, en el tema cristológico de la encarnación, Juan de la Cruz, no intenta decirlo
todo sobre el Hijo, pues sería locura pretender encerrar a Dios en la lógica limitada del
hombre, además es coherente con su intención de hacer entender que Dios no es solo
imágenes o estampitas, visiones o revelaciones distintas a su Hijo, sin embargo, de él
pueden extraerse una serie de postulados cristológicos de singular importancia para la
espiritualidad. La primera cosa que nos debe quedar clara es que, hasta Cristo, la revelación
se hallaba en camino. La segunda cuestión que debe quedar clara es que Dios se ha
manifestado plenamente en su Hijo, en el que nos ha dicho su palabra definitiva. Otro punto
que debe quedar claro es que es necesario el conocimiento de la vida del Señor para
fundamentar una existencia cristiana auténtica. Por último, que Dios puede conceder a
algunos, por sus designios misteriosos, revelaciones particulares, pero le desagrada en
extremo que el hombre se aficione a tal procedimiento15.
15
Cfr. Castro, Secundino. Hacia Dios con San Juan de la Cruz. Ed, Editorial de Espiritualidad. Madrid. 1986.
Pp. 30.
Cfr. Kasper, Walter. Jesús, el Cristo. Ed, Ediciones Sígueme. Salamanca. 1976. Pp. 241.