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DECORACIÓN, CRONOLOGIA Y TERRITORIO:

UN ESTUDIO COMPARATIVO DE LA CERÁMICA HERRERA DEL ALTIPLANO


CUNDIBOYACENSE

PRESENTADO POR: María Fernanda Escallón


Maestría en Antropología, Programa de Arqueología
Universidad de Los Andes

DIRECTOR: Carl Henrik Langebaek

Julio de 2004

Bogotá, D.C.
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INDICE GENERAL

I. Presentación 7

II. Antecedentes 8

III. Marco Teórico 11

IV. Objetivos e Hipótesis 16

V. Metodología 17
A. Selección de las muestras 17
B. Recolección de las muestras en cada sitio 18
1. Mosquera 19
2. Zipaquirá 24
3. Duitama 28
4. Tunja 30
5. Madrid 33
6. Pubenza 34
7. Iza 36
C. Análisis de las muestras 38

VI. Análisis de la Información 41


A. Resultados de las gráficas de características 41
1. Impresiones 41
2. Baño/Engobe 44
3. Aplicaciones 46
4. Ungulado 47
5. Incisión 48
6. Pintura Negra 50
7. Perforado 51
8. Pintura Blanca 52
9. Pintura Naranja 53
3

10. Pintura Rosada 54


11. Hachurado 54
12. Protuberancia Modelada 55
13. Pintura Roja 57
14. Canal 58
15. Muescas 60
16. Escobillado 61
17. Punteado 63

B. Resultados Comparativos: Gráficas de Características 64


1. Colecciones diferentes del resto 65
2. Diferencias intrasitio entre colecciones 70
3. Colecciones similares entre sí 72
4. Frecuencia de aparición de las características decorativas 73

C. Resultados Comparativos: Gráficas de Colecciones 78


1. Características menos asociadas 81
2. Grupos recurrentes de características asociadas 81
3. Similitudes entre colecciones del sur 82
4. Similitudes entre colecciones del norte 84
5. Similitudes entre colecciones con fechas tempranas 86
6. Similitudes entre colecciones con fechas tardías 86

VII. Consideraciones Finales 88

VIII. Bibliografía 94

INDICE DE MAPAS

1. Mosquera I (Sylvia Broadbent)


2. Mosquera II (colección propia)
3. Zipaquirá I (Marianne Cardale)
4

4. Zipaquirá II (colección propia)


5. Duitama I (colección propia)
6. Duitama II (Virgilio Becerra)
7. Duitama I y II (propia y Virgilio Becerra)
8. Tunja I y II ( Neyla Castillo y UPTC)
9. Madrid (Arturo Cinfuentes)
10. Pubenza ( Marianne Cardale)
11. Iza ( Franz Flórez y Carl Langebaek)
12. Altiplano Cundiboyacense

INDICE DE FIGURAS
1. Descripción de muestras
2. Características agrupadas
3. Total de características por colección
4. Totales porcentuales características por colección
5. Porcentajes, errores y desviaciones estándar de las características por
colección
6. Datos extremos
7. Conjuntos de colecciones al 1%
8. Conteo de similitud de colecciones
9. Resumen de conteo de similitud de colecciones
10. Promedios de aparición de las características
11. Conjuntos de características al 1%
12. Conteo de similitud de características
13. Resumen de conteo de similitud de características
14. Diseños exclusivos del sur
15. Diseños exclusivos del norte
16. Diseños exclusivos del centro
17. Diseños exclusivos de colecciones con fechas tardías
18. Proporciones de pintura v.s incisión
19. Duitama perfil 1
20. Duitama perfil 2
21. Duitama perfil 3
5

22. Fichas de recolección y de sitio


23. Impresiones
24. Baño/engobe
25. Aplicaciones
26. Ungulado
27. Incisión
28. Pintura Negra
29. Perforado
30. Pintura Blanca
31. Pintura Naranja
32. Pintura Rosada
33. Hachurado
34. Protuberancia Modelada
35. Pintura Roja
36. Canal
37. Muescas
38. Escobillado
39. Punteado
40. Pintura v.s incisión
41. Pintura v.s incisión en orden geográfico
42. Decorado v.s total de fragmentos
43. Decorado v.s total de fragmentos en orden geográfico
44. Colección de Madrid (Arturo Cinfuentes)
45. Colección de Mosquera I (Sylvia Broadbent)
46. Colección de Mosquera II (propia)
47. Colección de Duitama I (propia)
48. Colección de Duitama II (Virgilio Becerra)
49. Colección de Zipaquirá I (Marianne Cardale)
50. Colección de Zipaquirá II (propia)
51. Colección de Pubenza ( Marianne Cardale)
52. Colección de Iza (Franz Flórez y Carl Langebaek)
53. Colección de Tunja I (Neyla Castillo)
54. Colección de Tunja II (UPTC)
6

55. Diseños exclusivos de Mosquera I y II (Sylvia Broadbent y propia)


56. Diseños exclusivos de Mosquera I (Sylvia Broadbent)
57. Diseños exclusivos de Mosquera II (propia)
58. Diseños exclusivos de Pubenza (Marianne Cardale)
59. Diseños exclusivos de Tunja I y II (Neyla Castillo y UPTC)
60. Diseños exclusivos de Tunja I (Neyla Castillo)
61. Diseños exclusivos de Duitama I y II (propia y Virgilio Becerra)
62. Diseños exclusivos de Zipaquirá I y II (Marianne Cardale y propia)
63. Diseños incisos en líneas horizontales y verticales, curvas y rectas
64. Diseños incisos con impresiones circulares y ovaladas
65. Diseños incisos en líneas onduladas, diagonales, horizontales y verticales
66. Diseños incisos con impresiones triangulares y en triángulos
67. Diseños con muescas y ungulado
68. Diseños con distintos tipos de impresiones
69. Diseños incisos en rombos con impresiones y líneas diagonales paralelas
70. Diseños incisos en líneas paralelas y curvas
71. Diseños punteados
72. Diseños punteados
73. Diseños con distintas impresiones y perforado
74. Diseño inciso en cuadrado con líneas diagonales
75. Diseños incisos en V y en zigzag
76. Diseños en canal y en diagonales formando triángulos
77. Diseños de aplicación en botón
78. Diseños ungulado y aplicación con impresiones circulares
79. Diseños con impresiones infrecuentes y pintura roja en “serpentina”

INDICE DE FOTOS
1. Panorámica de los alrededores de la Vereda Pueblo Viejo
2. Zipaquirá Perfil Sitio 14
3. Duitama Panorámica Sitio 19
4. Duitama Panorámica Perfil del Caño Excavado
5. Mosquera Panorámica Hacienda Vista Hermosa y Laguna de La Herrera
6. Mosquera Panorámica Sitio 8
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I. PRESENTACIÓN

En los últimos años se ha intensificado la investigación sobre el periodo Herrera,


equivalente al Formativo en el Altiplano Cundiboyacense. Estudios regionales y de sitio
han logrado dar una idea acerca de su organización social y política, así como de sus
actividades económicas. Sin embargo, el análisis de la alfarería Herrera ha seguido líneas
tradicionales; en la gran mayoría de las investigaciones, la cerámica de este periodo ha
sido utilizada fundamentalmente como marcador cultural y cronológico. En efecto, se ha
asumido que existe un conjunto de rasgos relacionado con la ocupación Herrera que se
distingue claramente de lo caracterizado como muisca (Cardale, 1987). Algunos estudios
más recientes han analizado aspectos relativos a la forma y función de la alfarería Herrera
(Langebaek, 1995). No obstante, faltan investigaciones orientadas a explorar su
variabilidad y significado. Si bien dicha diversidad ha sido explícitamente aceptada, se
asume que se relaciona únicamente con aspectos cronológicos. Así, el análisis de la
cerámica Herrera sigue tomando como punto de partida a un conjunto relativamente
indiferenciado de hallazgos.
En este orden de ideas, la presente investigación busca identificar los aspectos en
los cuales se asemejan o diferencian algunas colecciones de cerámica Herrera,
particularmente en lo que corresponde a rasgos decorativos. Se analiza la distribución de
las similitudes y diferencias decorativas de los distintos sitios investigados, con el fin de
evaluar si a partir de ella es posible identificar variaciones regionales o locales, así como
contrastes que se puedan atribuir a factores cronológicos. Se decidió considerar sólo a la
decoración porque a diferencia de la forma o la tecnología cerámica, éste es un atributo
que se puede relacionar más fácilmente con la transmisión de información. Además, la
gran variabilidad decorativa de la alfarería de este periodo, recurrentemente mencionada
en la bibliografía, permite desarrollar adecuadamente el tipo de objetivos que la presente
investigación pretende. El trabajo se basa en el análisis estadístico de la distribución de
diseños en las colecciones disponibles, que provienen de sitios excavados a lo largo de
los últimos años. En particular, se propone que la alfarería Herrera conforma un conjunto
relativamente diverso, en el cual las diferencias decorativas no parecen corresponder con
aspectos cronológicos ni espaciales. En cambio, dicha diversidad se relaciona con
variaciones a una escala mucho más pequeña. Así, parece ser que los grupos de este
periodo identificaban sitios específicos y marcaban diferencias entre sectores de un
8

mismo lugar. Se propone que este patrón coincide con los resultados de los estudios
regionales que sugieren que durante este periodo no se habían conformado grandes
unidades políticas a nivel regional. Además concuerdan con las conclusiones de las
investigaciones de sitio, que dan cuenta del desarrollo de diferencias sociales en cada
lugar. De esta manera, se pretende complementar y enriquecer las conclusiones acerca
del periodo Herrera derivadas de otras investigaciones, y refinar el grado de detalle con
que dicha ocupación ha sido interpretada.

II. ANTECEDENTES

Desde hace por lo menos tres siglos el desarrollo de los grupos prehispánicos en
el Altiplano ha interesado a numerosos investigadores. Basados en las crónicas
españolas como principal fuente de información, ya desde siglo XIX comenzaban a
preguntarse por la organización social y política de los muiscas que encontraron los
españoles (Langebaek, 1995:2). Los pocos trabajos que hacían referencia al registro
material no sobrepasaban la descripción de los objetos cerámicos y las piezas de oro, sin
vincularlos claramente con la interpretación. Las escasas excavaciones realizadas, (p.e.
Hernández de Alba, 1945) tuvieron como objetivo ubicar lugares ceremoniales descritos
por los cronistas, o encontrar aquellos artefactos idóneos para establecer nexos culturales
o tecnológicos con México o Perú (Langebaek, 1995: 2). La cultura material -sin la ayuda
de las crónicas- aún no se consideraba como un medio apropiado para interpretar las
sociedades prehispánicas.
A mediados del siglo XX, se comenzó a usar la arqueología como herramienta
clave para conocer el pasado en el Altiplano (Broadbent, 1965, 1970). Después de
algunos intentos infructuosos (Haury y Cubillos, 1953), a comienzos de los setenta,
Broadbent (1971) elaboró una clasificación cerámica con el propósito de organizar una
secuencia cronológica alternativa para la región. A pesar de que Broadbent (1971) no
contó con excavaciones que le proporcionaran una estratigrafía clara, por medio de la
seriación del material encontrado en sitios alrededor de la Laguna de la Herrera, logró
concluir que la ocupación de grupos alfareros no había sido tan reciente, y quizá tampoco
la única que había existido en el Altiplano. A partir de su trabajo, logró identificar tipos de
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cerámica que tenían formas y decoraciones diferentes a las tradicionalmente conocidas


como muiscas.
Broadbent (1971) no sólo puso de manifiesto la existencia de un periodo anterior al
muisca; además, sentó las bases para las futuras investigaciones en el Altiplano. Luego,
los estudios realizados por Cardale (1981) en Nemocón y Zipaquirá, llevaron a la
definición de tipos cerámicos adicionales a los identificados por Broadbent que también se
diferenciaban de la alfarería muisca. Además, algunos estudios llevados a cabo en otras
áreas del Altiplano (Langebaek, 1986; Castillo, 1984; Botiva, 1989) hicieron mejor
conocida la distribución regional de tipos cerámicos, y confirmaron que en efecto la
cerámica Herrera correspondía a un periodo cronológico anterior al de los materiales
asignados a la ocupación muisca.
El Herrera se definió como el periodo más temprano de grupos alfareros en el
Altiplano. Hoy en día se le ubica entre el 400 a.C. y el 800 o 1000 d.C. Aunque se
conocen fechas más antiguas, que oscilan entre el 1300 a.C. y el 500 a.C. para el inicio
de dicho periodo, parece preferible rechazarlas (Langebaek, 2001: 13). Recientemente,
las investigaciones realizadas por Cardale (1987), Boada (1999), Salamanca (2001)
Hernández (2002) y Romano (2003) sugieren que la ocupación se podría dividir en
Herrera Temprano y Herrera Tardío. Tentativamente, el Herrera Temprano comprendería
el lapso de tiempo entre el 400 a.C. hasta el 700 d.C., y el Herrera Tardío, los últimos
trescientos años del periodo, es decir, hasta el 1000 d.C. (Langebaek, 2001:14). Sin
embargo, no existe información que identifique qué material cerámico corresponde a cada
una de estas subdivisiones. Ni los estudios de Boada ni los de Cardale, cuentan con
fechas de C-14 que se relacionen claramente con un material Herrera diferente al que se
podría denominar como “temprano”. Asimismo, el sitio excavado por Salamanca se
considera tardío porque tiene fechas recientes, pero no porque se identifique un material
Herrera distinto que se pueda asignar a una fase particular del periodo. Por lo tanto, por
ahora no existe claridad respecto a si los sitios Herrera Tardío corresponden a contextos
donde la cerámica es realmente diferente.
Aparte de la información que proviene del estudio de la explotación de sal en la
sabana de Bogotá (Cardale, 1981), los análisis de polen han confirmado el cultivo de maíz
en las poblaciones Herrera para el año 150 d.C. Se ha determinado que los grupos
Herrera combinaban estrategias de recolección con tempranos cultivos de maíz,
practicaban actividades de caza y extraían sal de las fuentes de agua salada (Cardale,
10

1981). Además, se encuentran restos de animales de caza consumidos abundantemente


por la población tales como el venado y el curí, y menores proporciones, de venado
pequeño, conejo, ratón, armadillo y pecarí entre otros (Ardila, 1984; Cardale, 1981;
Correal y Van der Hammen, 1977; Correal y Pinto, 1983).
Según Peña (1991:15), en la actualidad se han reconocido elementos
característicos del periodo Herrera en distintos sitios ubicados especialmente en los
departamentos de Cundinamarca, Boyacá y Sur de Santander. En general, el área de
donde proviene la evidencia cubre una distancia aproximada de 350 kms² en donde se
registran variaciones altitudinales que oscilan entre los 450 y los 3350 m.s.n.m. Más de la
mitad de los sitios registrados están ubicados dentro de la zona de formación vegetal de
bosque seco montano bajo que cubre las frías altiplanicies andinas - como la sabana de
Bogotá, Tunja, el valle de Duitama y Sogamoso, y algunas zonas del cañón del
Chicamocha-. Adicionalmente, existen evidencias de cerámica Herrera en zonas de
bosque seco tropical.
La mayoría de los sitios Herrera reportados se encuentra en el departamento de
Cundinamarca, y más de la mitad de ellos en la sabana de Bogotá y sus alrededores,
especialmente concentrados en el extremo meridional. Sin embargo, en otras zonas de
Cundinamarca menos conocidas, tales como la región de Sumapaz, la vertiente del río
Bogotá, la hoya del río Guavío, la cuenca del río Negro Oriental y la sabana de Ubaté, se
han venido reportando sitios con cerámica Herrera. En Boyacá, también se han localizado
regiones tales como la vertiente de Moniquirá y la altiplanicie de Ramiriquí -entre otras-
que tienen evidencias de dicha ocupación. Además, también se encuentran algunos
pocos sitios reportados en el departamento de Santander, particularmente en el área de
influencia de río Suárez (Peña, 1991: 15).
Aún es poco lo que se sabe sobre la organización política y social Herrera, no
obstante se cuenta con algunos puntos de partida. Los reconocimientos sistemáticos
regionales llevados a cabo en los valles de Fúquene, (Langebaek, 1995) y el Valle de
Leiva (Langebaek, 2001) han permitido conocer que la población era muy reducida y que
prefería ocupar las tierras más fértiles (Langebaek, 2001:15). Adicionalmente, estos
estudios sugieren que no se puede hablar de jerarquías de asentamiento a nivel regional.
Sin embargo, los resultados de las excavaciones realizadas en El Venado, proponen la
existencia de patrones de desigualdad entre aldeas Herrera (Boada, 1999; Kruschek,
2001). De acuerdo con Boada (1999), y Kruschek (2001) la distribución desigual de
11

cerámica decorada en El Venado y Funza respectivamente, podría indicar la existencia de


una diferenciación social jerárquica basada en el prestigio, al menos en la parte final del
Herrera Tardío. Asimismo, investigaciones tales como la de Romano (2003) y Hernández
(2002) han permitido conocer mejor las dinámicas de complejidad social que se
desarrollan a pequeña escala, en particular en lo relacionado con unidades domésticas,
patrones de asentamiento y producción cerámica.

III. MARCO TEÓRICO

La cerámica puede ser estudiada con diversos propósitos y de formas muy


diferentes. En el caso concreto de esta investigación, las teorías desarrolladas alrededor
del concepto de estilo (Sampson, 1988; Conkey, 1990) tienen especial pertinencia, ya que
en efecto, estas permiten operacionalizar la diversidad del conjunto alfarero. En la
literatura arqueológica -e incluso antropológica- dicho término ha sido usado en una
infinidad de sentidos diferentes. Con todo, de acuerdo con Sackett (1977) las teorías
sobre estilo giran en torno a tres premisas fundamentales. Generalmente se le define
como una forma específica y característica de hacer algo, que es a su vez siempre propia
de un tiempo y un espacio particular. Usualmente, además, se le ha considerado como el
complemento del concepto de función, ya que ambos determinan la variabilidad existente
en un artefacto. Por último, es usual aceptar que el estilo y la función dan cuenta de la
variabilidad potencial que se puede encontrar en un objeto (exceptuando los cambios
postdeposicionales).
Las teorías desarrolladas alrededor del estilo parten de la idea de que entre la
infinita gama de posibilidades, aquellos atributos estilísticos escogidos deben verse como
elecciones históricamente contingentes, únicas y particulares de un entorno social. No
obstante, existen tres aproximaciones distintas al respecto. En primer lugar, algunos
autores definen al estilo como un atributo que se puede distinguir en la cultura material
(en este caso la cerámica), y al que se le pueden adjudicar asociaciones cronológicas o
espaciales particulares. Así, algunos de los trabajos típicos de este enfoque han sido
todos aquellos que definen etnias, culturas o tradiciones distintas a partir de rasgos
estilísticos en la cerámica, o los que interpretan las modificaciones del estilo como
evidencia de diferencias cronológicas. Por otra parte, una segunda aproximación
considera que el estilo es interesante y valioso de estudiar por sí mismo, ya que asume
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que su valor estético es importante resaltar. Así algunos de los trabajos clásicos de este
enfoque son los estudios iconográficos donde se exalta el arte y el simbolismo de las
piezas (Sackett, 1977: 369-371).
Por último se encuentra el tercer enfoque que Sackett (1977) denomina como
“sociología cerámica”. Este tipo de aproximación centra sus esfuerzos en el análisis de la
decoración de la alfarería -atributos estilísticos ornamentales- y en la manera como ésta
sirve para dar referentes simbólicos de identificación étnica. Estudia la relación entre la
cerámica y la organización social de un grupo, y en últimas defiende la idea de que las
normas de elaboración de la alfarería son socialmente transmitidas. Así, aquellos que las
aprenden reciben de manera simbólica una tradición de estilo cerámico decorativo
particular, y quienes las estudian un acercamiento a la organización social del grupo.
Además, de acuerdo con esta aproximación, el estilo es inherentemente distintivo y
específico en tiempo y espacio. Podría decirse entonces que la decoración cerámica se
convierte en una suerte de “iconografía étnica” (Sackett, 1977: 376-377).
Fuera de las tres aproximaciones al estilo presentadas por Sackett (1977), vale la
pena resaltar aquella que se ha denominado como el enfoque “comunicacional”.
Básicamente éste plantea que el estilo cumple la función de transmitir información entre
sujetos, es decir que se entiende como un medio de comunicación mediante el cual se
definen relaciones y asociaciones entre individuos y grupos. El estilo es definido como
una parte de la variabilidad formal de la cultura material que se puede relacionar con la
participación de los artefactos en los procesos de intercambio de información. Algunos
autores aseguran que el estilo es un concepto que se debe articular con otras variables
culturales, y al que se le deben dar connotaciones funcionales o adaptativas (Wobst,
1977; Wiessner, 1983). Es necesario vincular al estilo con la vida y uso del artefacto, y
con las relaciones que establece con quienes lo elaboran, usan e interpretan. En últimas
se debe lograr integrar al estilo dentro de la matriz sistémica de la que hace parte, para
así luego poderlo explicar (Wobst, 1977: 317-319).
De acuerdo con este último enfoque, el estilo no sólo comunica un mensaje, sino
que responde a una serie de reglas establecidas por la sociedad acerca de cómo tratar y
decorar la cerámica. De acuerdo con Wobst (1977: 323), el estilo es un mensaje en
código compartido entre un grupo particular. Éste define el comportamiento esperado
entre los miembros de una misma comunidad, y hace predecibles y menos estresantes,
las futuras interacciones entre los sujetos. Sin embargo, no sólo por medio del estilo se
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regula el intercambio social y las relaciones intragrupales. De manera simultánea, la


identificación de los individuos con un estilo particular, les permite definir a qué grupo
pertenecen y con qué normas de comportamiento están de acuerdo. Además, aunque los
estilos suelen ser inmensamente variados, puede ocurrir que ciertos diseños se
estandaricen en una región. Si tal fenómeno ocurre dentro de un grupo, aparte de crear
un código de mensajes internos, produce también una “zona de estilo” que contrasta con
otras regiones donde se comparten diseños diferentes. De esta manera, el estilo puede
servir para identificar la delimitación de territorios discretos dentro de una misma región
(Wobst, 1977: 327-328).
El concepto de estilo cerámico -entendido como la parte de la variabilidad formal
de la cultura material que se puede relacionar con los procesos de intercambio de
información- es útil tanto para interpretar patrones espaciales como para comprender
estrategias sociales particulares (Hodder, 1982; Sampson, 1988; Wright, 1987; Zagarell,
1987; Hegmon, 1992). De acuerdo con estos autores, los aspectos relacionados con el
estilo alfarero pueden ayudar a identificar la intensidad de la interacción entre grupos, la
presencia de centros de producción/imitación de motivos, y la existencia de determinados
patrones de integración. Sus estudios han puesto de manifiesto que el estilo sirve para
referirse a patrones espaciales y estrategias sociales de diversos grupos, y ha sido útil
para comprender aspectos culturales y políticos de los pobladores de una determinada
región. Las fuentes de diversidad de la alfarería son, evidentemente, múltiples. La
cerámica varía de acuerdo con transformaciones en los códigos de identidad cultural,
cambios cronológicos, diferencias sociales, y respuestas específicas a demandas de
función entre otras; pero en todo caso, siempre mantiene vigente su capacidad de
comunicación (Hegmon, 1992; Flannery y Marcus, 1994).
Muchos de los aspectos que pueden ser estudiados mediante el concepto de estilo
aplicado a la cerámica Herrera, escapan por completo las posibilidades de esta
investigación. El presente trabajo se limita a realizar comparaciones entre diseños
decorativos de la cerámica Herrera encontrada en diversos lugares del Altiplano, con el
objetivo de dar los primeros pasos hacia la comprensión de la variabilidad de la alfarería
de este periodo. Un conocimiento detallado de todos los aspectos involucrados con dicha
variabilidad, exigiría múltiples excavaciones y trabajos que permitieran identificar de una
manera más precisa contextos de asociación y cronologías. No obstante, con la
información disponible se puede avanzar en la dirección adecuada.
14

Así, aunque esta investigación propone una idea sencilla -referirse al estilo
exclusivamente desde lo decorativo con el fin de estudiar la variabiliad existente en y
entre los sitios seleccionados- resulta inmensamente útil para explorar las relaciones entre
la alfarería y la esfera socio-espacial de los grupos del periodo Herrera. Aunque en este
trabajo se acepta que la cultura material comunica, y que el estilo corresponde a una
noción claramente relacionada con esa capacidad de comunicar, no se pretende explorar
el significado de la cerámica Herrera. De forma mucho más modesta, se plantea la
necesidad de reconocer diferencias y similitudes en los diseños decorativos de la
cerámica de dicho periodo, en relación a la cronología y a su distribución entre regiones o
sitios. Se busca enfatizar la importancia de este tipo de análisis y se muestra una manera
de llevarlo a cabo, no para comprender lo que significan las diferencias en estilo, sino
para al menos identificar la escala o escalas en las cuales la cerámica Herrera mostraba
variación. Se pretende explorar su posible relación con las conclusiones obtenidas en
otras investigaciones, donde se hace referencia a la organización social y política de
quienes la elaboraron.
Vale la pena aclarar que aunque el presente trabajo deliberadamente privilegia a la
decoración para referirse al estilo cerámico, se reconoce que ésta no sólo se encuentra
allí de manera exclusiva. Por el contrario, tal como lo plantea Sackett (1985) se sugiere
que el estilo no sólo reside en la decoración, aunque ésta sea un buen lugar para
estudiarlo. El estilo se encuentra a lo largo de toda la cadena operatoria del artefacto, y en
cada una de las elecciones que hace el artesano en la realización del objeto. Aunque por
lo general sólo se hace referencia a la decoración, y a pesar de que la presente
investigación se limita a este campo, se reconoce que el estilo toma forma desde que
comienza la concepción cultural y artesanal del artefacto, incluso antes de la elección de
la materia prima para su elaboración. Al comprender que las elecciones del artesano
también hacen parte de la dimensión del estilo, se plantea que éste reside en todo tipo de
variación formal del artefacto y no en una sola particular, aunque sea la única que por el
momento sea tomada en consideración. Tal como en la denominada “sociología
cerámica”, el presente trabajo se centra en la decoración alfarera y explora las fuentes de
diversidad de sus diseños decorativos. Entiéndase estos últimos como motivos plasmados
en la cerámica sea por medio de la pintura, el grabado, la incisión o cualquier otra técnica,
que fuera de decorar la pieza pueden servir como medios de comunicación o códigos
culturales compartidos.
15

Respecto al Altiplano Cundiboyacense, no son muchos los trabajos que le sirven


de antecedente a esta investigación. En la mayor parte de los casos, ha predominado la
visión de que la alfarería constituye un “marcador étnico” y que los cambios representan el
reemplazo de unos pueblos por otros. No obstante, en algunas investigaciones se han
empezado a proponer cosas distintas. Por ejemplo, Osborn (1988) menciona que la
identidad cultural de los indígenas de los Andes Orientales de Colombia se comprende a
partir de límites étnicos y territoriales fluidos. La investigadora asegura que la identidad
cultural se fortalece o debilita según el grado de cercanía geográfica o la distancia entre
grupos. Además, comenta que los aspectos culturales de un grupo tienden a ser más
parecidos a otro si son vecinos, y que las diferencias entre comunidades se incrementan
con la distancia (Osborn, 1988:39).
Los estudios más recientes sobre cerámica de periodos formativos en América han
identificado algunos patrones comunes. En primer lugar, que la adopción de la alfarería
corresponde a sociedades en las cuales se apreciaron más sus cualidades como objetos
de comunicación social, que como artefactos estrictamente funcionales (Hoopes y
Barnett, 1995). En general, se asume que se trata de complejos cerámicos muy
conservadores, con pocas transformaciones durante cientos e incluso miles de años
(Cooke, 1995). Además, en general se piensa que la cerámica de periodos formativos
tiende a ser relativamente homogénea (Arnold, 1999). En la Costa Caribe colombiana, la
cerámica más antigua da la impresión de ser poco variada en términos de formas
(Langebaek y Dever, 2000), aunque muy diversa en diseños decorativos. Pero no esta
claro el comportamiento de esas diferencias en términos regionales y de sitio. En este
sentido, el mejor punto de comparación es el Formativo del Valle de Oaxaca, cuya
cerámica mejor estudiada corresponde a la Fase San José datada entre el 1150 y el 800
a.C. (Flannery y Marcus, 1994). Esta cerámica formativa se caracteriza por una marcada
diversidad a nivel de sitio, resultado bien de jerarquías sociales o de la presencia de
grupos de descendencia identificados emblemáticamente mediante el uso de la cerámica.
Adicionalmente, y en concordancia con los resultados de los estudios regionales, en el
caso de Oaxaca también se identifica un marcado contraste entre aldeas y regiones, lo
que sugiere el desarrollo de unidades políticas más amplias.
Estas investigaciones no permiten conocer el significado específico de la alfarería,
pero identifican aspectos relativos a la función y las escalas en las cuales la diversidad de
16

la cerámica operaba. Dichos trabajos tratan aspectos tales como los que esta
investigación pretende ayudar a resolver.

IV. OBJETIVOS E HIPÓTESIS

Esta investigación pretende estudiar la variabilidad decorativa del conjunto alfarero


Herrera de algunos sitios de Altiplano Cundiboyacense (Mapa 12). Más específicamente,
busca comparar colecciones de cerámica Herrera (Figura 1), con el propósito de
identificar diversidad en términos de motivos decorativos, en relación con su ubicación
geográfica y su cronología. Además de aportar a la descripción de patrones de diversidad
de dicha cerámica y su relación con las variables mencionadas, se tiene como objetivo
complementar la información proporcionada por los estudios regionales y de sitio, que a
su vez, permita generar un mejor conocimiento sobre un aspecto poco estudiado del
periodo en cuestión.
Se plantea que identificar la diversidad de la alfarería Herrera ayuda a conocer
aspectos relacionados con la sociedad que la produjo. Como se observó anteriormente,
las investigaciones arqueológicas han sugerido que existían diferencias sociales a nivel
de sitio, pero sin la conformación de unidades políticas regionales. Lo primero se ha
inferido a partir de las diferencias en el acceso a productos en sitios Herrera. Lo segundo,
a partir de la ausencia de jerarquías de asentamiento. Las fuentes de diversidad de la
cerámica Herrera se pueden contrastar con esta propuesta. En el Formativo de Oaxaca,
donde hay diferenciación interna de sitios y conformación de unidades políticas
regionales, la cerámica variaba tanto en los sitios como entre regiones. En el caso de los
Andes Orientales se esperaría encontrar considerables niveles de diversidad en la
cerámica en un mismo sitio, pero sin la conformación de regiones caracterizadas por
cierta homogeneidad en la alfarería.
17

V. METODOLOGÍA

A. Selección de las muestras


¿Por qué se escogieron estas colecciones?

Con el objetivo de establecer similitudes y diferencias decorativas entre distintos


sitios del Altiplano, se seleccionaron aquellas colecciones de cerámica Herrera -de
excavaciones o estudios regionales- que garantizaban una cantidad de fragmentos y una
variabilidad decorativa suficientes, como para realizar comparaciones estadísticamente
significativas entre si. Estas a su vez, por su tamaño y variabilidad, debían aumentar la
posibilidad de representar adecuadamente la población de donde se escogieron.
No sobra aclarar que entre los muchos materiales arqueológicos que se pueden
recolectar, en este trabajo sólo se consideraron los fragmentos cerámicos. De lejos éste
es el material que mejor se conoce para el periodo y del cual (hasta la fecha) se puede
inferir mayor cantidad de información. Los datos obtenidos del análisis de la cerámica sin
duda son el grueso de la evidencia existente y por lo tanto, son los más adecuados para
realizar un tipo de trabajo como el que se pretende. Para el periodo Herrera aún no existe
información de otro material comparable en cantidad al de la cerámica; por lo tanto,
ningún otro serviría por ahora para responder las preguntas que el presente trabajo
plantea.
Los sitios escogidos para tomar muestras fueron los que garantizaban fácil acceso
y los que tenían predios disponibles para realizar sondeos o recolecciones de material. En
caso contrario, debían contar con una colección cerámica organizada, lo más grande
posible y sobretodo, que se pudiese estudiar. Por eso, aunque la elección de los sitios se
basó en criterios que favorecían los propósitos del trabajo, sin duda alguna, razones de
disponibilidad y accesibilidad de las muestras afectaron la selección. Como primera
medida se propuso buscar todas las colecciones cerámicas que estuviesen disponibles al
investigador, para luego evaluar cuidadosamente su condición. Después, si se necesitaba
más material, se realizaron recolecciones en los sitios señalados por la bibliografía (o por
el investigador en ciertos casos) para aumentar la cantidad de fragmentos disponibles
para estudiar. Sin embargo, a pesar de que algunas colecciones por sí solas tenían una
buena cantidad de material, siempre que fue posible se trató de recolectar otra muestra
18

en campo. Esto, con el objetivo de poder evaluar el efecto de aspectos locales en la


diversidad del conjunto de cerámica.
Por lo tanto, casi la totalidad de los sitios cuenta con muestras recolectadas de
distintas maneras. En su mayoría tienen material obtenido en campo, fuera del analizado
en las colecciones cerámicas disponibles a los investigadores. En el caso contrario, se
usaron los dibujos y fotografías que aparecen en las publicaciones basadas en el estudio
de las colecciones de referencia. De esta manera, se buscó la mayor cantidad de material
cerámico que, a su vez, garantizara un número amplio de fragmentos decorados, más
allá de aquellos seleccionados por el investigador para desarrollar sus objetivos. Además,
contar con varias muestras de un mismo lugar tuvo la ventaja de que permitió estudiar la
variación decorativa en los sitios y no sólo a nivel regional. Por eso, en aquellos casos
donde fue posible, se analizaron las diferencias y similitudes decorativas entre muestras
de un mismo lugar. Asimismo, las mejores colecciones provinieron tanto de sitios
cercanos como lejanos entre sí. Por eso, también se pudo evaluar la posibilidad de que
los diseños decorativos varíen con la distancia entre los lugares.
Así, debe tenerse en cuenta que el material en el que se basa este trabajo viene
de las mejores muestras posibles, en términos de disponibilidad. Las colecciones que usa
esta investigación no hacen necesariamente la mejor selección. Pero es la mejor muestra
disponible a cualquier investigador en este momento, y por eso, por ahora, resulta
suficiente.

B. Recolección de las muestras en cada sitio


¿Cómo se obtuvo el material de cada colección?

Ya que en el presente trabajo se combinaron diferentes estrategias de recolección


de muestras cerámicas y se analizaron colecciones obtenidas para otras investigaciones,
es necesario referirse en detalle a la forma como se obtuvo cada muestra. Por lo tanto, en
seguida se presenta la metodología y los criterios utilizados en la recolección de cerámica
para cada sitio o colección (dependiendo del caso). Sea para las muestras obtenidas por
otros investigadores, o para las recolectadas en el trabajo de campo propio, cada una de
las once colecciones de los siete sitios cuenta con información respecto a por qué se
escogió ese lugar, cuándo se recolectaron las muestras, cómo se hizo y las fechas
absolutas que se tienen para el sitio.
19

Gracias a la colaboración de la Universidad de Los Andes, la Universidad Nacional, la


Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia sede Tunja y en especial al Instituto
Colombiano de Antropología e Historia (ICANH), se escogieron siete sitios diferentes para
tomar las muestras. Estos fueron: Mosquera, Zipaquirá, Duitama, Tunja, Madrid, Pubenza
e Iza (Mapa 12).

1. Mosquera
Mosquera, se seleccionó a partir de la información proporcionada por Broadbent
(1971), investigadora que reportó una gran cantidad de fragmentos con el número de
variaciones decorativas suficientes, como para realizar comparaciones estadísticamente
significativas. Al tener una muestra grande, que además exhibe una gran variabilidad, la
probabilidad de que todos los diseños, incluso aquellos infrecuentes, sean representados
es mayor.
En este sitio, se combinaron dos estrategias diferentes de recolección de
muestras. En primer lugar, se analizó la colección cerámica disponible en el Instituto
Colombiano de Antropología e Historia donada por Broadbent en la década del setenta. A
partir de ésta, se estudiaron más de 2,400 tiestos y se dibujaron los 360 que tenían
decoración. Dicha colección es una fracción de lo recolectado durante el trabajo de campo
realizado por la investigadora entre 1967 y 1968. Durante este tiempo, Broadbent realizó
una serie de reconocimientos arqueológicos superficiales no sistemáticos en la zona de la
Laguna de La Herrera al suroccidente de Bogotá (Broadbent, 1971: 174-175).
Según esta investigadora, durante su trabajo de campo se exploró con el mayor grado
de detenimiento posible el borde sur de la Laguna en busca de sitios arqueológicos, con
el propósito de comprender los patrones de asentamiento de las poblaciones antiguas y
realizar ensayos cronológicos por medio de la seriación. Recogiendo solo el material
encontrado en superficie, su objetivo consistió en reportar la mayor cantidad de sitios
arqueológicos posibles, considerando que en su mayoría estaban en peligro de ser
destruidos por las actividades económicas y la erosión natural de la zona (Broadbent,
1971: 175).
Para cada sitio hallado, Broadbent (1971) reportó los tipos encontrados con sus
proporciones respectivas. Además, mencionó otros hallazgos realizados tales como
huesos quemados y líticos. La investigadora hizo una detallada descripción de cada lugar:
su ubicación geográfica, sus condiciones generales y la cantidad de cerámica encontrada.
20

Aparte del material recolectado en superficie, en la muestra reportada por Broadbent


(1971), se incluyeron colecciones cerámicas que los campesinos, trabajadores y dueños
de las fincas de la zona le entregaban, como en el caso de MSQ-8. Así, cabe resaltar que
el sondeo realizado no fue sistemático y que la ubicación de los sitios no siguió un
esquema predeterminado sino que cambiaba con la información que los habitantes de la
zona le proporcionaban. Por último, de esta recolección no se obtuvieron fechas
absolutas; la cronología propuesta por Broadbent (1971), es resultado del ejercicio de
seriación.
Sin embargo, a pesar de que esta colección es de un buen tamaño, en el ICANH
sólo se encuentran fragmentos provenientes de uno de los sitios de Mosquera, MSQ-10.
Teniendo en cuenta que se buscaba incorporar sitios cercanos entre sí, y que era posible
ubicarlos en Mosquera dada la información proporcionada por Broadbent (1971), se
decidió realizar sondeos y recolecciones superficiales en los demás sitios reportados que
no se incluían en la colección (Mapa 1).
A partir del mapa y la información dada por la investigadora, se realizaron 20
recolecciones superficiales ubicadas en 10 sitios distintos sobre el costado sur de la
laguna desde los abrigos rocosos y canteras en las colinas, hasta el borde actual del agua
(Mapa 2). Se ubicaron los sitios MSQ-5, MSQ-8 y MSQ-12, reportados por Broadbent
(1971), en los que con pruebas superficiales se había obtenido la mayor cantidad de
fragmentos Herrera. Como resultado, se recolectaron más de 600 fragmentos de los
cuales 111 estaban decorados.
El material recolectado se concentraba en las partes intermedias entre las cimas
de las colinas y la carretera. Cerca a la Laguna se encontró poco material, incluso en los
amplios terrenos removidos por cultivos recientes, ya que el nivel del agua era mucho
más elevado en tiempos pasados. En Mosquera, Zipaquirá y Duitama, se utilizaron los
términos de recolección y sitio para referirse a aquellas zonas donde se encontró material
cerámico. El primero se refiere a la localización exacta del material, el segundo se define
como una distribución relativamente continua de restos culturales en un espacio. Por lo
tanto, se elaboraron las fichas respectivas para consignar la información necesaria
respecto al tipo de material recolectado, a su ubicación y a las características generales
de la zona (Figura 22). Además, se tomaron fotos de las regiones estudiadas, y de los
sitios que proporcionaron mayor cantidad de cerámica, las cuales se anotaron en la ficha
de fotografía correspondiente.
21

El primer sondeo se realizó en las canteras de Mosquera que se encuentran al sur


de la Laguna de La Herrera. En la actualidad, de esta zona cubierta de arena, arcilla seca
y piedras, se extrae material para mezclar con el cemento y hacer construcciones. Es un
sitio muy erosionado y seco, rodeado de fábricas, que además usan el lugar como
basurero y botadero de escombros. Sin embargo, a pesar de las precarias condiciones del
sitio, por su extrema erosión aún es relativamente fácil observar algunos fragmentos de
cerámica dispersa en superficie. Por eso, se realizó una recolección superficial de todo el
lugar observando las grietas del piso, las cárcavas y las acumulaciones de barro removido
donde se encontraba la mayoría del material. Se recolectó cerámica muy dispersa en
cantidades moderadas, por lo general fragmentada y bastante erosionada. Este lugar,
ubicado en la vereda Balsillas, se denominó sitio 1 y contiene las recolecciones
numeradas 1 y 4.
El segundo lugar investigado -sitio 2- fue la Hacienda Vista Hermosa, reportado
por Broadbent (1971) (Foto 5). Allí se realizaron sondeos en los cuales se encontró muy
poco material. Los escasos fragmentos recolectados se localizaban en el descenso desde
los abrigos rocosos en la parte superior de la finca y en algunos potreros usados en la cría
de ovillos donde ya no existía capa vegetal. Se realizaron cuatro pozos de sondeo
(40x40x40 cms.) pero en ninguno se recuperó cerámica. Se observó que la tierra era dura
y seca, de un color marrón grisáceo muy homogéneo hasta llegar al piso de roca. Se
examinaron además los potreros cercanos a una plaza de toros donde Broadbent (1971)
había encontrado abundante cerámica, pero de nuevo se recolectó muy poco material y
de tamaño muy pequeño. Sin embargo, algunas zonas no se pudieron inspeccionar en su
totalidad por haber allí ganado bravo. Los predios de esta finca llamados sitio 2
comprenden las recolecciones 2 y 3, y hacen parte de un plano coluvial de forma
redondeada ubicado entre abrigos rocosos en lo alto y una barrera de cactus cerca de la
carretera.
El sitio 3 que contiene las recolecciones 5 y 6, esta ubicado en el sector más
occidental de la Laguna y consiste en un plano aluvial de pendiente muy suave donde hay
pastos. Aunque casi al nivel de la laguna, la tierra que se observa es muy seca, dura y de
color ceniza oscuro. Allí se realizó una recolección superficial especialmente en las zonas
erosionadas, donde se encontró muy poco material. Era tan baja su densidad, que ni
siquiera se observó cerámica en los pequeños arados que se ven desde la carretera, ni
22

en las acumulaciones de tierra removida recientemente. En la actualidad, este sitio se


utiliza para el pastoreo de vacas, ovejas y el cercado de marranos.
En una zona más alta que el sitio anterior, particularmente ubicado en un
semiplano ovalado a media ladera, se ubicó el sitio 4 que comprende las recolecciones 7
y 8. Tiene casi las mismas características que el sitio 3, y al igual que el anterior, es una
zona de pendiente suave y tierra seca. Se realizó una recolección superficial en las partes
erosionadas sin capa vegetal, y en los pequeños hoyos encontrados por todo el potrero.
De nuevo, la densidad de la cerámica fue baja y los fragmentos bastante pequeños.
Siguiendo hacia el occidente se ubicó el sitio 5 que contiene la recolección 9 en un
lugar casi por completo plano aunque con un pequeño declive hacia la laguna. Tiene
pasto sembrado en algunas zonas, y el material recolectado en superficie se concentraba
en las partes erosionadas y secas. Como es de esperarse por su cercanía a la laguna,
aunque en superficie la tierra era negra y dura, a unos 10 cms, cambiaba de color
volviéndose más parda y rojiza. El sitio 6 con las recolecciones 10 y 11, es el que le sigue
al sitio 5 hacia el norte, cada vez más cerca de la laguna. Al igual que en el anterior, se
recolectó material superficial en las zonas erosionadas del plano redondeado en bajas
cantidades. Luego, el último sitio investigado cercano a la laguna del lado derecho de la
carretera, es el sitio 7 que contiene la recolección 12. Este recodo que se encuentra por
encima del nivel actual del agua, es el que queda más distante de la casa del dueño del
predio, y donde se encontró material superficial en acumulaciones de tierra removida para
hacer una zanja.
De allí se inició el recorrido hasta la finca “Laguna de La Herrera” que colinda con los
predios de “Agrícola Bojacá” por un campo arado totalmente erosionado y seco donde no
se encontró material. Se observó todo el terreno desde el sitio donde la carretera da la
curva hacia el occidente y hasta el borde de la laguna sin encontrar un solo fragmento.
Al no hallar material hacia este lado, la búsqueda se reorientó hacia los terrenos cerca
al puente de Balsillas al lado del cruce de la carretera principal con la que rodea a la
laguna. Allí era donde se encontraba la mayoría de los sitios reportados por Broadbent
(1971) y donde se recolectó la mayor parte de la cerámica. En la actualidad estos son los
predios de la Subestación Eléctrica de Mosquera, y en ellos se encuentra un pequeño
barrio de invasión organizado por varias familias. Este lugar se denominó sitio 8 y
comprende las recolecciones 13, 14 y 15 (Foto 6).
23

A diferencia de los demás sitios, en este sector occidental entre la vía a La Mesa y el
puente Balsillas, se encontró una buena cantidad de fragmentos. Es una zona en
pendiente, algo erosionada y alterada por los habitantes del barrio. Allí se realizó una
recolección superficial de cerámica que se ubicó casi en su totalidad en una franja a unos
100 mts. por encima del nivel de la carretera. Como lo menciona Broadbent (1971), la
cerámica se encontró en la tierra gris a unos 10 cms. del suelo actual, y se pudieron
observar buenas concentraciones en los perfiles creados por derrumbes del suelo, y en el
piso cerca de éstos. De este sitio provino la cerámica en mejor estado y de mayor
tamaño.
Luego de haber recorrido todo el costado sur de la laguna, y haber pasado por todos
los sitios reportados por Broadbent (1971), se creyó que las recolecciones en Mosquera
habían terminado. Sin embargo, luego de analizar el material obtenido, fue evidente que
había muy poco. Por lo tanto, se decidió volver a los sitios que habían arrojado la mayor
cantidad de fragmentos para ver si se podía aumentar la colección. Por tal razón, se
observó de nuevo el sector occidental de la carretera de acceso, pero ahora en la parte de
las canteras más hacia el norte. Este lugar se denominó sitio 9 e incluye las recolecciones
16 y 17 que coinciden con los sitios 3, 4 y 7 de Broadbent (1971). Allí se realizó una
recolección del material en superficie ubicado en el suelo erosionado y en las numerosas
cárcavas.
Además, se volvió a recorrer el barrio de invasión, el sitio 8, donde se ubicaron las
recolecciones 34 y 35. A diferencia de la vez pasada, en esta ocasión la mayor parte del
material se recogió no en una recolección superficial, sino en la limpieza de un pequeño
perfil detrás de una casa donde en la primera inspección se habían encontrado
fragmentos grandes. Se cortó un morro de tierra de unos 60 cms. de alto, hasta llegar a la
roca madre, y allí se encontraron numerosos fragmentos asociados con huesos de animal
(algunos carbonizados) e instrumentos líticos. Al parecer, lo que se observó fue una
especie de plato o cuenco pando que contenía los restos carbonizados de algún animal.
Todo se localizó en una capa de tierra negra suelta, muy fácil de excavar.
Por último, cerca al sitio 8 pero más hacia el occidente aún en el barrio de
invasión, se localizó el sitio 18 con la recolección 36 en una ladera empinada al borde de
la casa de una pequeña finca. Allí se encontraron numerosos fragmentos en superficie
especialmente en la capa más negra y suelta de la tierra. En este sector, bastante
24

erosionado y alterado por las actividades de los habitantes, se halló además una aparente
pesa de red elaborada en piedra.

2. Zipaquirá
Este sitio se seleccionó a partir de la información proporcionada por Cardale
(1981), y se concentró particularmente en lo que ella denominó como Zipaquirá V (Mapa
3). De nuevo, se analizó la colección donada por la investigadora al ICANH. Allí, se
estudiaron cerca de 300 fragmentos de los cuales se dibujaron los 132 decorados.
Dicha colección es una fracción del material recolectado durante el trabajo de
campo llevado a cabo por Cardale en la década de los 80. De acuerdo con esta
investigadora, su interés por las salinas precolombinas nació de la esperanza de
encontrar cerca de ellas sitios arqueológicos que hubiesen sido habitados durante largos
periodos de tiempo, suponiendo que éstas habían sido usadas continuamente. Por esto,
escogió realizar un sondeo arqueológico en Zipaquirá a comienzos de 1980, luego de un
breve trabajo llevado a cabo en Nemocón en compañía de Ann Osborn (Cardale, 1981:
10-12).
Luego de recorrer la región, Cardale (1981) localizó en la vereda de Pueblo Viejo
cerca a la quebrada Salitre Chico, una loma con un pequeño plano en la parte superior.
Por encontrarse muchos tiestos en la porción más erosionada cerca de la quebrada y al
borde de los derrumbes, Cardale (1981) resolvió mirar con más atención el lugar. Así,
decidió realizar sobre la parte plana una excavación de 3x3 metros, con la esperanza de
que éste fuera el lugar donde trabajaban y tal vez vivían las personas de aquella época.
Esta zona plana y el corte de la excavación realizado se denominó “Zipaquira V”, y las
acumulaciones de basura encontradas en la ladera se nombraron “Zipaquirá V-a”
(Cardale, 1981: 48).
El informe presentado por esta investigadora detalla todo lo obtenido en cada
estrato. Luego, define los tipos cerámicos encontrados y comenta que realizó estudios
petrográficos de la cerámica aunque sus resultados no están disponibles en la publicación
del 81. Fuera de clasificar el tipo de cerámica encontrada, Cardale (1981) tenía como
propósito determinar la extensión y la naturaleza de las densas acumulaciones cerámicas
registradas en Zipaquirá V. Por lo tanto, fuera del corte realizado, decidió limpiar 6 zonas:
5 en la banda sur-occidental y 1 en el costado opuesto, cubriendo un total de 16 metros.
25

El primer sector se ubicó cerca al límite de la zona plana, y el último 48 metros más abajo,
cerca al punto donde los tiestos desaparecían por completo. En los tres primeros sectores
encontró capas gruesas de tiestos superpuestos de gran tamaño bien conservados, lo
que Cardale interpretó como evidencia de un basurero de vasijas destinadas a la
elaboración de la sal (Cardale, 1981:145).
A diferencia de lo que ocurre en Mosquera, para Zipaquirá sí existen fechas
absolutas relacionadas con la cerámica. Aunque ninguna hace referencia en detalle a los
motivos decorativos de los fragmentos con que se asocia, sí se menciona con qué tipo de
cerámica se relaciona y en qué estrato se ubica. Las fechas presentadas son 60 ± 50
d.C., 30 ± 35 d.C., 5 ± 40 a.C. y 150 ± 60 a.C. Fuera de estas dataciones, Cardale (1981)
relaciona ciertos tipos cerámicos encontrados en Zipaquirá con los existentes en
Nemocón. Así, presenta una serie de fechas absolutas obtenidas para este último con la
esperanza de que sirvan también en la interpretación de los materiales de la salina. Por lo
tanto, aunque no son fechas provenientes del material de Zipaquirá, Cardale (1981)
menciona las tres dataciones previamente obtenidas: 70 ± 100 d.C., 25 ± 70 a.C. y 260 ±
65 a.C.
Luego de haber analizado toda la colección disponible en el ICANH, se realizaron
15 recolecciones ubicadas en 8 sitios diferentes, localizados en la vereda de Pueblo Viejo
cerca de la carretera que se dirige a Pacho (Mapa 4, Foto 1). Se recorrieron los mismos
sitios identificados por Cardale (1981), desde la parte más alta de la vereda hasta las
laderas de las montañas más abajo, y por toda la zona aledaña se recogieron fragmentos
cerámicos en superficie y en los perfiles de los caminos. Además, en aquellos sitios
donde no fue posible recoger tiestos de ninguna otra forma, se realizaron pruebas de pala
de 40x40x40 cms.
Sin embargo a pesar de la gran cantidad de fragmentos que se recolectaron en la
zona y de la amplia distribución que tenían, muy pocos resultaron ser Herrera. Debido a
las largas ocupaciones humanas en ese lugar, y al abundante trabajo cerámico
desarrollado incluso hasta nuestros días, la mayoría de la cerámica es reciente. Así, como
resultado de este trabajo se dibujaron sólo los 52 fragmentos Herrera que tenían
decoración de los 260 recolectados.
El primer sitio ubicado se denominó como sitio 10 y comprende las recolecciones
18 y 19. Se trata de un área de 60x80 mts. aproximadamente, propiedad de Rolando
Jiménez. En esta pequeña colina se recorrió todo el camino de la carretera y se fueron
26

recogiendo fragmentos del suelo y de los bordes que se veían con relativa facilidad. Este
sitio hace parte de un pequeño plano coluvial que desciende en sentido norte-sur, donde
a lado y lado de la carretera se encuentran las casas y cultivos de los habitantes.
Precisamente en uno de los sembrados de papa, se lograron recolectar abundantes
fragmentos cerámicos.
Siguiendo el camino trazado por la carretera hacia la derecha, se encontró un lote
sembrado de pasto muy tupido y largo. Al ser un plano un poco elevado, desde allí se
observan lo que parecen ser dos terrazas que descienden desde este punto. En este
lugar se recolectó el material que se encontró abundantemente en el borde de la carretera
(en un perfil) y en las porciones del terreno que no tenían pasto. Además, se ubicó una
buena concentración de cerámica superficial cerca de un árbol donde no había sembrado,
y donde las raíces habían revuelto mucha tierra. En este predio resultó muy difícil
recolectar en superficie ya que la densidad de la vegetación era alta. Así, que dadas las
concentraciones cerámicas a poca profundidad encontradas cerca, se decidió hacer un
pozo de sondeo (40 X 40 X 40 cms.) en una de las partes planas hacia la pendiente para
recolectar más material. Como era de esperarse, se encontró abundante cerámica hasta
los 30 cms de profundidad, y se observó que la capa de suelo culturalmente positiva era
negra y bastante suelta. Este lugar se denominó sitio 11 y comprende las recolecciones
20, 21, 22, 23 y 29.
Siguiendo la carretera, comienza un descenso bien marcado hacia un bosque no muy
tupido. Se encuentra además un pequeño camino que bordea la parte superior de éste
donde se recolectaron numerosos fragmentos. Luego, se fue bajando por el bosque
recorriendo toda el área y recolectando los fragmentos que se encontraban en superficie,
probablemente rodados de las partes más altas de las colinas. Como en el resto de los
lugares, acá se recogió una buena cantidad de material; esta zona se marcó como sitio 12
e incluye las recolecciones 24, 25 y 33.
Luego de que se termina el bosque se llega a un pequeño plano donde se encuentran
varios caminos que van en distintas direcciones. En esta área aproximada de 30 X 20
mts., se localiza el sitio 13 conformado por la recolección 26. Allí, se recolectó material
cerámico del perfil derecho de la vía a San Jorge, que tenía aproximadamente 1.50 mts.
de alto. Se observó abundante material en la carretera (probablemente acumulado luego
de rodar por la pendiente del bosque) y a lo largo de todo el perfil del camino. Los
27

materiales recolectados estaban en muy buen estado y en relación a lo obtenido, eran de


mayor tamaño.
Siguiendo el camino, aún observando el abundante material en el perfil derecho y el
borde de la carretera, se llegó a un pequeño plano en el que el camino separa dos perfiles
altos. El perfil derecho (que va cambiando de altura desde 1.5 mts. hasta 50 cms.)
contenía abundante cerámica y a juzgar por la cantidad y la deposición de los fragmentos,
parece ser un basurero. En total, el perfil tenía aproximadamente unos 30 metros de largo
y por todo este se encontraron muchísimos fragmentos cerámicos. A pesar de que una
de sus esquinas fue cortada recientemente en la búsqueda de marmita y debido a
trabajos relacionados con la mina, resulta impresionante ver tal cantidad de fragmentos
apiñados en una sola pared. Debido a su densidad, y a su gran tamaño, se prefirió la
recolección de los bordes y los tiestos grandes. Este lugar denominado sitio 14
compuesto por la recolección 27, coincide con el plano y el perfil del sitio “Zipaquirá V”
ilustrado por Cardale (1981) (Foto 2).
De nuevo en una zona más plana, cerca al sitio 11 en el costado occidental, se
encontró un plano coluvial de forma redondeada en donde se realizó un pozo de sondeo
(40 X 40 X 40cms.). En este terreno aproximadamente de 20 X 25 mts. de propiedad de
las Salinas, se recogió una buena cantidad de cerámica particularmente en una capa de
suelo pardo oscuro de unos 10 cms. de espesor. Esta zona se marcó como sitio 15,
recolección 30. Siguiendo hacia al occidente, se localizó el sitio 16 que comprende la
recolección 31. Allí se recogió material cerámico en superficie especialmente en una
pequeña ladera poco empinada. El sitio tiene una forma ovalada aunque está intervenido
por la construcción de una vivienda y de muros de separación.
Por último, se localizó el sitio 17 que contiene la recolección 32. Siguiendo unos 200
mts. por la carretera que entra al potrero se observa una casa abandonada en frente a un
antiguo pozo de minería. Allí se encuentra un gran árbol donde se observa un perfil de
unos 70 cms. de alto compuesto por tierra muy erosionada y seca. En este lugar se
recolectaron algunos fragmentos aunque no muy abundantes ni en buen estado.
Cabe añadir que Cardale (1981) ilustra abundantes fragmentos en su publicación. Sin
embargo, éstos no se tomaron en cuenta en este trabajo porque podían ser los mismos
que los que ya se habían dibujado y contado en la colección del ICANH. Ya que ésta era
bastante grande, habían demasiados fragmentos como para poderlos comparar con todos
los mostrados en el libro, y así distinguir cuáles ya habían sido estudiados con
28

anterioridad. Aunque se reconoce que los dibujos y fotos hubiesen podido ampliar aún
más la muestra (en número y variedad decorativa), no resultaba conveniente ni confiable
hacerlo.

3. Duitama
El tercer sitio considerado para el estudio fue Duitama. A diferencia de los dos
anteriores, respecto a este lugar existe poca bibliografía. Sin embargo allí han trabajado
investigadores cuyos escritos no se han publicado, y se conocía con antelación la
existencia de una colección muy grande de cerámica Herrera con decoraciones llamativas
y diferentes. Además, debido a obras de infraestructura realizadas recientemente
(especialmente la ampliación de la carretera principal), se han venido reportando sitios
con cerámica Herrera por todos los alrededores de este municipio.
Por tales razones, se decidió contactar al profesor Virgilio Becerra de la Universidad
Nacional, quien ha trabajado y conoce a profundidad la región, y actualmente coordina un
proyecto de saneamiento arqueológico en varios sitios de Duitama. Gracias a su
colaboración, se pudo estudiar la colección cerámica que él había obtenido con
anterioridad en este municipio (Mapa 6) que contaba con 831 fragmentos de los cuales
308 estaban decorados. En la actualidad dicha muestra está distribuida entre algunos
estudiantes que están realizando monografías de grado en arqueología, pero la gran
mayoría se encuentra en las instalaciones de La Universidad Nacional.
La cerámica analizada en el presente trabajo fue aquella recolectada por Virgilio
Becerra y un grupo de estudiantes de la clase “Laboratorio de Investigación de
Arqueología” durante el año 2002. Como parte de las actividades de campo de este curso,
Becerra y sus estudiantes, condujeron un sondeo y una pequeña excavación en los
predios del Centro Demostrativo Kasurgata Regional en Duitama. Se escogió ese sitio
porque Becerra sabía que en esa zona se encontraba abundante material cerámico muy
similar al Herrera reportado en Cundinamarca. Durante largos periodos de tiempo,
Becerra había realizado numerosos recorridos en la zona, y conocía los frecuentes
hallazgos hechos durante labores de rescate. Además, los habitantes de la región habían
alertado acerca de la existencia de material arqueológico, y por petición de los
pobladores, Becerra y sus alumnos accedieron a trabajar en el lugar.
Así, en este sitio se realizaron una serie de sondeos pequeños y alrededor de aquellos
donde se recuperó más material se excavó una cuadrícula de 2x2 mts. Lamentablemente
29

a pesar de la calidad de la muestra, en la actualidad no se cuenta con dataciones


absolutas. No se tiene información de fechas radiocarbónicas en el lugar y su asociación
con el periodo Herrera proviene básicamente del detallado análisis de la cerámica.
Luego de haber estudiado esta colección, y aunque se tenía un buen número de
fragmentos en la muestra, aún se quería ver si se podía contar con más diseños
decorativos. Así, como parte del trabajo de rescate que se estaba realizando en la zona,
se logró coordinar la limpieza de un perfil de un caño donde se había reportado cerámica
Herrera con anterioridad. Así, se realizaron 9 recolecciones localizadas en un solo sitio
entre la vía a Sogamoso y el camino de entrada a la vereda El Chorrito (Mapas 5 y 7). De
allí, se estudiaron cerca de 660 fragmentos y se dibujaron para su posterior análisis los 80
que tenían decoración.
Durante el mes de septiembre de 2003, Becerra se encontraba realizando una tarea
de saneamiento arqueológico como parte de un trabajo de infraestructura planeado en la
zona. Luego de una serie de sondeos en busca de material arqueológico, Becerra ubicó el
sector de un caño donde se encontraba abundante material que debía ser recolectado
antes de iniciarse la ampliación y el paso de la nueva carretera. Así, gracias a su
información y colaboración, se comenzó un breve trabajo de campo que pretendía recoger
todo el material cerámico que en el sitio mencionado se pudiese encontrar.
De esta manera, el trabajo se concentró en la pared sur de un caño de aprox. 8 x
4.5 mts. de ancho, que cortaba diagonalmente una porción de un pequeño predio ubicado
entre la carretera a Sogamoso y el camino de entrada a la vereda El Chorrito. En esa
zona ya se habían realizado dos pequeños pozos de sondeo con anterioridad, pero se
había recuperado muy poco material. Sin embargo, Becerra creía que la cerámica se
encontraba a una mayor profundidad de la alcanzada en los pozos y a eso se debía su
escasez. El área aproximada de todo el terreno que se denominó como sitio 19, era de
aproximadamente 250 x 150 mts. y allí se ubicaron las recolecciones numeradas 37, 38,
39, 40, 41, 42, 43, 44 y 45. En la actualidad el predio es propiedad de Susana Puerto y se
puede entrar con facilidad por la zona que se ubica en frente a la estación de bombeo del
río Chicamocha (Foto 3).
El sitio 19 hace parte de un plano aluvial que se encuentra unos centímetros más
abajo del nivel actual de la carretera. Allí, se ubica un caño recientemente dragado donde
corren aguas negras y abundantes desperdicios de toda clase. A lado y lado de éste se
ha depositado la tierra removida del fondo, y por eso se encuentra entre 50 y 60 cms. de
30

suelo alterado en los dos bordes del canal. Sin embargo, debajo de la tierra removida
aparece el suelo original donde se ubicó el estrato cultural de textura arenosa, color pardo
con inclusiones blancas y rojas, repleto de cerámica (Foto 4). Dichos fragmentos se
encontraron en posición horizontal, por lo general asociados a concentraciones pequeñas
de carbón vegetal en capas de suelo que no superaban los 30 cms. de espesor.
En la pared sur se decidió limpiar tres perfiles que se excavaron formando
pequeños escalones de aprox. 10 cms, cada uno. Se fueron bajando y raspando hasta
llegar al punto donde no se encontraba más material cerámico hacia abajo ni hacia
adentro de la pared. Los tres perfiles fueron aproximadamente de 2x1 mts. (Figuras 19,
20 y 21) y fue en estos donde se encontró la mayoría del material. Sin embargo, al ver la
cantidad de cerámica que provenía de un estrato bastante compactado y bien delimitado,
se intentó buscar la extensión de la capa cultural a lo largo de todo el caño. Por esto, se
realizaron limpiezas de perfiles más pequeños cada metro por toda la pared sur del canal.
No obstante, aunque se hicieron a la misma profundidad y altura de los tres primeros, se
recuperó muy poco material.
Fuera del trabajo realizado en el caño se realizó un sondeo por todo el predio tratando
de encontrar los límites de la ocupación cultural. Teniendo en cuenta el resultado de los
pozos hechos con anterioridad en el lugar, la profundidad de los depósitos culturales
encontrados en el perfil, y la virtual inexistencia de cerámica en superficie, se realizaron
pruebas de pala de 50x50x100 cms. de profundidad. Sin embargo a pesar de recorrer
todo el potrero solo fueron positivos 6 pozos, 4 ubicados al occidente del caño, y dos al
oriente hacia un pequeño cultivo de maíz.
Aparte del material cerámico obtenido, en uno de los perfiles fue posible recuperar una
buena muestra de carbón claramente asociada con la cerámica. Dicha muestra se le
entregó a Becerra quien se encargó de mandarla a limpiar y analizar para obtener una
fecha. Lamentablemente aún no se tienen los resultados de este estudio, aunque se
espera contar con ellos en poco tiempo.

4. Tunja
El cuarto sitio de donde se obtuvo cerámica fue Tunja. A partir de la información
proporcionada por Castillo (1984), se conocía que en esta zona, particularmente en los
predios de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, se encontraba
abundante cerámica Herrera. Por lo tanto, a pesar de contar con numerosos dibujos y
31

fotos en la bibliografía, se decidió ir a la UPTC para observar personalmente la colección.


No obstante, a pesar de los esfuerzos del laboratorio de arqueología de la UPTC, la
colección original no se pudo encontrar y el material excavado por Castillo a principios de
los ochenta no se logró localizar.
Sin embargo, precisamente a comienzos del 2003, alrededor de abril, durante
obras de infraestructura de la universidad se encontró una densa acumulación de
cerámica y los entierros de algunos individuos en las áreas que iban a ser intervenidas.
Además el laboratorio contaba con colecciones cerámicas similares que se habían
encontrado durante todo ese año, muchas de las cuales estaban exhibidas en el museo
arqueológico de la UPTC. Por lo tanto, gracias a la colaboración de Carmen Liria Prieto -
coordinadora encargada del laboratorio- se accedió a estudiar dicha colección donde
había registro de cerámica Herrera (Mapa 8). Así, se pudieron estudiar más de 1500
fragmentos de los que se dibujaron los 224 que estaban decorados. La cerámica utilizada
en este trabajo proviene de lo que se denominó como zanja 1 entierro 2, que fue
excavado por estudiantes y funcionarios de la universidad. Allí se realizó la limpieza del
sitio donde se ubicaron las tumbas y se llevó a cabo la recolección superficial del material
cerámico observado. Actualmente dicho material se encuentra en proceso de análisis y
clasificación.
No obstante, conociendo la gran cantidad de ejemplares decorados que estaban
ilustrados y fotografiados en el libro de Castillo (1984), aún se pretendía ver si había
forma de estudiarlos para aumentar el tamaño de la muestra. Por eso, se ubicó a la
investigadora para saber si se podía recolectar la información necesaria.
Afortunadamente, todos los fragmentos que estaban decorados, aparecían dibujados o
fotografiados en el libro Arqueología de Tunja (Castillo 2003, c.p.). Ya que la decoración
también había sido de interés para la investigación de Castillo (1984), todo lo decorado
estaba en su publicación y por lo tanto se podía utilizar. Por esto, a partir del material
reportado de sus excavaciones (Mapa 8), se pudieron estudiar y dibujar un total de 201
fragmentos cerámicos decorados.
Dicho material proviene del trabajo de campo llevado a cabo en Tunja, particularmente
en los predios de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, entre 1980 y
1982. De acuerdo con Castillo (1984), luego del trabajo de Hernández de Alba (1937)
realizado en Tunja donde se había planteado la posibilidad de que las estructuras líticas
excavadas por él hubiesen sido construidas por un pueblo anterior al muisca, esta región
32

comenzó a interesarle. Conociendo la presencia de “los vestigios anteriores en una zona


considerada como uno de los más importantes asentamientos de los muiscas, unido al
hallazgo de algunos fragmentos de cerámica que diferían claramente de la alfarería
conocida como muisca” (Castillo, 1984:10), la investigadora comenzó la búsqueda del
asentamiento postulado por Hernández de Alba.
Así decidió realizar una investigación arqueológica en Tunja que se desarrolló en dos
etapas. En la primera, entre 1980 y 1981, se excavó el sitio “Tunja IV”, y gracias material
allí recolectado se realizó un primer acercamiento a la definición de tipologías cerámicas,
a la comprensión de las prácticas funerarias y la disposición de las viviendas. Además del
análisis del material, se revisaron algunas crónicas de la conquista, lo que le permitió
postular para esta zona la posible existencia de un asentamiento anterior al muisca.
Durante la segunda etapa, entre 1981 y 1982, la investigadora se concentró en la
búsqueda de evidencias arqueológicas más antiguas, y en el reconocimiento y muestreo
de todas las zonas que la etapa anterior no había cubierto. Además, buscó establecer
cronologías absolutas y relativas para toda la región (Castillo, 1984: 16).
Al igual que muchas de las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo en el
Altiplano en esta época, el reconocimiento no fue sistemático y dependió en gran parte de
los hallazgos accidentales encontrados debido al proceso de urbanización de la ciudad.
En total, se ubicaron cuatro zonas con evidencia arqueológica, dos de las cuales
presentaron problemas por estar totalmente urbanizadas. La primera zona comprendió los
terrenos adscritos y aledaños a la UPTC, sobre una banda aproximadamente de 800
metros de largo por 300 metros de ancho. Allí se ubicaron gran parte de las estructuras
líticas excavadas por Hernández de Alba en 1937 como el llamado “Templo de
Goranchacha” y el “Pozo de Donato”. En esta zona se excavaron cinco pozos y veinte
sondeos de 50x50 cms. que permitieron llevar un control de la densidad y distribución del
material. Además se realizó la excavación de 72 mts² del sitio “Tunja IV”, que hacía parte
de la primera etapa de la investigación (Castillo, 1984: 24).
Adicionalmente, se realizó otro corte de 3 metros de largo por 1 de ancho, a unos
12 metros al oeste de las columnas, denominado “Tunja V”. Aunque allí se recolectó
material que parecía diferir mucho del denominado muisca, el suelo estaba muy removido
y había sido recientemente alterado por obras de infraestructura de la universidad. Así
que, a unos 7 metros al norte de las columnas se realizó otro corte denominado “Tunja VI”
de 3 metros de largo por 1 de ancho donde se encontró abundante cerámica incisa
33

asociada a carbón y hueso datados 690 ± 120 d.C. A partir de este hallazgo, Castillo
(1984) concentró sus esfuerzos en buscar las áreas de distribución de esta cerámica.
Lamentablemente para los propósitos de este trabajo, Castillo (1984) no especifica si la
fecha obtenida se asocia con algún tipo de cerámica decorada. Solo se hace referencia al
tipo cerámico (MRI, MRT) que se relaciona con las concentraciones de carbón y hueso,
por eso no se pueden establecer si existen decoraciones particulares asociadas a una
fecha particular; información que resultaría muy valiosa en esta investigación.
Fuera de estos cortes, también se realizaron dos más de dimensiones similares
denominados como “Tunja VII” y “Tunja IX”. El primero de ellos, por ser el más profundo y
tener la estratigrafía más clara, se convirtió en el sitio más importante para estudiar la
secuencia cultural de la zona. El segundo, se realizó posteriormente para conseguir más
material y controlar la secuencia estratigráfica del primero. A continuación, se realizó el
último sondeo de la zona 1 denominado como “Tunja VIII”, donde se recogió el material
de superficie y se realizó una excavación de 1.5 metros de ancho por lo mismo de largo
(Castillo, 1984:27-29).
Luego de concluidas las investigaciones en la zona 1 se inspeccionó la zona 2 que
ya para esa época estaba totalmente urbanizada. Así, aunque Castillo (1984) tenía
conocimiento del hallazgo de algunas tumbas, al no poder realizar pozos de sondeo sólo
recogió una pequeña muestra superficial. Al igual que la zona 2, la zona 3 de interés
arqueológico se encontraba urbanizada. Por tal razón, Castillo (1984) sólo recolectó
muestras superficiales de terrenos aledaños y observó algunas muestras de fragmentos
que los habitantes le otorgaron. Por último, en la zona 4, al noreste de Tunja sobre una
terraza natural de las colinas se realizó una recolección superficial sin mayores
resultados.

5. Madrid
El quinto sitio utilizado para obtener cerámica fue Madrid. Este había sido
reportado por Broadbent (1971) bajo el nombre MAD-2, y de allí se había obtenido una
cantidad importante de fragmentos. Sin embargo, no existía ninguna colección con este
material, y los dueños de los predios donde se localizaba la referencia de Broadbent
(1971) negaron el permiso para realizar sondeos. Sin embargo, conociendo la existencia
de abundante cerámica Herrera en Madrid, se decidió buscar otra forma de acceder al
material de este sitio.
34

Se sabía con antelación que en el casco urbano de Madrid se había localizado un


sitio (Mapa 9) donde apareció gran cantidad de cerámica Herrera. Por lo tanto, se
contactó al equipo de excavación de la Universidad Nacional dirigido por Arturo
Cinfuentes que coordinaba las labores en ese lugar. A pesar de que la clasificación y el
análisis del material aún estaban en curso, los investigadores permitieron estudiar una
porción de la muestra. Así, aunque no se pudo acceder a su totalidad, gracias a la
colaboración de Arturo Cinfuentes y sus ayudantes, fue posible analizar y dibujar 167
fragmentos cerámicos decorados.
De acuerdo con Cinfuentes, durante el año 2003, cerca de la plaza central de
Madrid se estaba realizando la excavación de un terreno donde sería construida una
pequeña urbanización. Durante los trabajos se encontraron algunos huesos humanos, y
creyendo que se trataba de un homicidio el ingeniero a cargo contactó a la fiscalía. Luego
del análisis pertinente, se determinó que eran restos arqueológicos y por eso llamaron a
un grupo de investigadores de la Universidad Nacional para que hicieran el debido
levantamiento de la zona.
Arturo Cinfuentes con su equipo de estudiantes y profesores de la Universidad
Nacional comenzaron las labores de rescate en el predio. Luego de excavar varios pozos
encontraron evidencia de numerosos entierros humanos, restos de animales, y suelos
antrópicos. Así, fueron ampliando los pozos de mayor interés, convirtiendo los pequeños
sondeos en grandes cortes que seguían los rasgos encontrados en cada uno. El material
utilizado en el presente trabajo proviene de lo que denominaron corte 0, excavado en una
cuadrícula de 3x2 metros hasta una profundidad aproximada de 130 cms. Fuera de la
cerámica, se encontraron los restos de dos individuos, algunos artefactos líticos y
abundantes huesos de animales como curies y venados.
De acuerdo con Cinfuentes (2004, c.p.), casi la totalidad del material cerámico
encontrado pertenece al periodo Herrera, y es muy similar a los tipos de Mosquera
identificados por Broadbent (1971). Además, al encontrarse algunas acumulaciones de
carbón y hueso, fue posible recolectar muestras para fechar. Sin embargo, aún no se
tienen los resultados de las dataciones.

6. Pubenza
El sexto sitio que hace parte de la muestra es Pubenza. A diferencia de Duitama,
por ejemplo, este sitio cuenta con bibliografía muy específica del lugar y el material
35

encontrado (Mapa 10), aunque la colección existente es muy reducida. Teniendo en


cuenta la información proporcionada por Cardale (1976), se decidió analizar la colección
encontrada en el Instituto Colombiano de Antropología e Historia, que es una pequeña
porción de lo obtenido durante su trabajo de campo durante la década del 70.
De acuerdo con Cardale (1976), el sitio de Pubenza fue elegido para realizar
investigaciones arqueológicas luego de una corta visita que la investigadora realizó a la
zona entre Girardot y Tocaima en junio de 1973 en compañía de Gonzalo Correal y Eva
Hooykas. Allí, Cardale recorrió un sitio arqueológico relativamente extenso ubicado en la
serranía denominada “Cordillera de Alonso Vera”. Para ese entonces, la cerámica que se
encontraba era desconocida, y a pesar de que había estudios en zonas cercanas,
ninguno se refería a esta región en particular. Por esta razón, a finales de noviembre del
mismo año, Cardale volvió allá para realizar una excavación y un reconocimiento
arqueológico. Así, se ubicaron 6 sitios arqueológicos y se realizaron excavaciones en dos
de ellos (Cardale, 1976: 339).
Los sitios ubicados quedan al noroeste de la población de Pubenza municipio de
Tocaima, en las estribaciones de una serranía baja que divide los valles de los ríos
Bogotá y Magdalena. En su publicación, Cardale (1976) presenta una detallada
descripción de lo encontrado en las excavaciones, en especial en el sitio PUB III, ya que
fue éste el que le proporcionó mayor información. Luego menciona los demás sitios
prospectados y comenta los materiales recolectados.
El sitio PUB III está situado en un pequeño plano que mide aproximadamente 25 X
40 metros, probablemente siendo la porción que queda de una terraza fluvial. Sobre toda
la superficie plana se encontraron tiestos rodeando un pequeño sector bastante
erosionado. Sin embargo, ya que estaba bastante removido, Cardale (1976) decidió
realizar un pozo de prueba al lado opuesto del plano. Como este dio indicios de una capa
cultural relativamente gruesa y no removida, allí se realizaron los cortes de 2x2 mts. Dos
de ellos se hicieron en las zonas planas, uno en el descenso del declive y el último en otra
zona plana que seguía el mismo descenso suroriental (Cardale, 1976: 342).
Los sitios PUB I-II y PUB IV-VI se encuentran entre el cajón de Piedras Negras y el
cajón del Chocho cerca al Alto del Palo. En su mayoría son pequeños planos, muchos de
ellos ubicados gracias a la información de los habitantes de la zona y los dueños de los
terrenos. Aunque de estos sitios no se obtuvo tanto material como en PUB III, aún se
recuperó cerámica que luego se incluyó en el análisis realizado por Cardale (1976). Para
36

la zona de Pubenza se obtuvieron dos dataciones absolutas, sin embargo sólo una de
ellas resulta relevante en este trabajo, esta es 965 ± 100 d.C.
No obstante, a pesar de que en el ICANH sí existía una colección para este sitio,
no había más de 40 tiestos, cifra que era muy pequeña como para realizar comparaciones
estadísticamente significativas. Por lo tanto, se decidió referirse a los dibujos y fotografías
proporcionados por Cardale (1976) en su libro Investigaciones Arqueológicas en la Zona
de Pubenza, Tocaima, Cundinamarca para ampliar tanto el número como la variedad de
fragmentos decorados. De esta manera se lograron estudiar cerca de 150 fragmentos de
los que se dibujaron los 108 que tenían decoración.
A diferencia de lo ocurrido con la muestra de Zipaquirá, la colección disponible en
el ICANH de Pubenza era muy reducida. Así, que cuando se observaron los dibujos y las
fotos en la bibliografía fue posible distinguir los fragmentos que se repetían en ambas
muestras. Con el fin de evitar el doble conteo y la sobre-representación de algunos
motivos, los fragmentos de la colección se contrastaron cuidadosamente con los de la
bibliografía y se omitieron aquellos que aparecían ya una vez. De igual forma, algunos
pocos ejemplares que estaban dibujados, también tenían fotografía (aunque la autora no
lo hacía explícito), así que también se contaron y dibujaron solo una vez.
Así, aunque para este sitio se tomaron en cuenta muestras obtenidas de dos
lugares diferentes -por un lado los fragmentos disponibles en el ICANH, y por el otro,
aquellos que aparecían en los dibujos y fotografías de la publicación (Cardale, 1976)-, las
dos provenían de la misma colección y fueron resultado del mismo trabajo de campo
llevado a cabo por Cardale (1976). Por lo tanto, aunque se accedió a dos colecciones, ya
que ambas eran parte de la misma (siendo la del ICANH una fracción de la mostrada en la
bibliografía), ésta se trató como una sola. Debido a que las dos colecciones eran
originalmente una y que se había descartado la posibilidad de contar dos veces el mismo
fragmento, esta se analizó como una sola unidad.

7. Iza
Finalmente, el último sitio escogido para completar la muestra fue Iza. Gracias a la
información proporcionada por Langebaek (2003, c.p.), se conocía que en este lugar se
había recolectado una buena cantidad de cerámica Herrera (Mapa 11). Por lo tanto, se
analizó la colección disponible en el laboratorio de arqueología de la Universidad de Los
Andes donde fue posible estudiar más de 570 fragmentos cerámicos. Sin embargo,
37

aunque la muestra era de un buen tamaño, fueron pocos los tiestos que estaban
decorados, por eso, sólo se dibujaron para su posterior estudio aquellos 42.
A diferencia de los demás sitios, en el caso de Iza, los fragmentos de cerámica
estudiados provienen de una sola colección. Aquella que se utilizó es la única muestra
que existe, y el sitio de donde se obtuvo el material está totalmente urbanizado en la
actualidad. Dicha colección es resultado de las excavaciones de rescate realizadas por
Carl Langebaek y Franz Flórez en 1999 en el sitio Itzamaná, Iza localizado unos 2 kms. al
norte de la cabecera municipal. El sitio fue ubicado luego de que los trabajos de remoción
de tierra previos a la construcción de una urbanización, pusieran al descubierto materiales
arqueológicos poco profundos.
Langebaek y Flórez (1999) coordinaron el trabajo de rescate arqueológico del
predio en el cual realizaron un sondeo intensivo y sistemático. Dicho lote se cuadriculó y
cada 10 metros se realizó una prueba de pala de 40x40x40 cms. Además, se escogieron
al azar dos sitios para realizar dos pozos de 80x80x80 cms.
Aparentemente el material cerámico encontrado pertenecía a un solo periodo de
ocupación bastante definido. De acuerdo con Langebaek y Flórez (1999: 2), la cerámica
pertenecía al periodo Herrera Tardío y se localizaba en una franja de 10 a 20 cms que no
superaba los 30 cms. de profundidad. La concentración de la cerámica sugería la
existencia de un asentamiento de una hectárea alrededor de una pequeña elevación del
lote donde no se encontró material arqueológico. Dicha cerámica se clasificó de acuerdo a
las tipologías usadas en la región, y se identificaron dos tipos diferentes. De este sitio no
se obtuvieron dataciones absolutas, y hasta hoy no se cuenta con fechas radiocarbónicas
provenientes de Iza.
Estos fueron los siete sitos seleccionados de donde se obtuvo cerámica para
analizar. Sin embargo existen muchos otros lugares posibles de donde se hubieran
podido tener muestras, que a propósito no se incluyeron en este trabajo. Teniendo en
cuenta no sólo las aspiraciones académicas de esta investigación sino las contingencias
de tiempo, las consideraciones del estado y calidad de la muestra fueron tan relevantes
como cualquier otra. Así, aunque se tuvieron en cuenta las colecciones de Apulo,
Cachipay, el Cocuy, Funza, Nemocón, Samacá y Soacha entre otras, por razones
logísticas, se tuvieron que dejar de lado. Aunque en todos los sitios se reporta material
cerámico Herrera decorado, y en potencia eran buenas posibilidades, sus colecciones o
no existían, o no estaban organizadas o simplemente no estaban disponibles. Otras
38

tenían muy poco material de interés en relación al total de la muestra, y hubiese sido
impráctico haber gastado tanto tiempo en su selección y ubicación, si era posible
conseguir muestras más fáciles de estudiar.
Por lo tanto, se reconoce que el conjunto de sitios escogidos (Mapa 12) es solo
una muestra. En este trabajo no se pretende afirmar que se abarcó todo el universo
posible, sino aclarar que se tomó la mejor muestra de cerámica Herrera existente. Se
sabe que cierta información no se tuvo en cuenta, y que hay colecciones que no se
lograron incluir. Sólo se quiere recalcar que la selección que aquí se hizo es consciente
de sus limitaciones tanto como de sus posibilidades; que intencionalmente se escogió
sabiendo lo que deja de lado, justificando su elección, y siendo consecuente con un
propósito.

C. Análisis de las muestras


¿Cómo se analizó la información?

Luego de recolectar las muestras de los sitios seleccionados, se procedió a organizar


las referencias de los motivos decorativos en relación con su procedencia. Para construir
la base de datos se partió de la identificación de los motivos decorativos que se tendrían
en cuenta. En este sentido las posibilidades son infinitas, pero se decidió limitarse a los
motivos que recurrentemente figuran en las investigaciones sobre el periodo Herrera
como característicos de dicha ocupación, complementados con algunos motivos más,
mucho menos frecuentes, pero que aparecían en las diferentes colecciones. Así, a cada
fragmento decorado se le asignó un número único y una referencia al sitio de
procedencia. Se caracterizaron todos los motivos decorativos con el mayor grado de
detalle posible en columnas independientes, y de acuerdo con las decoraciones que
tuviese cada fragmento, se marcaba con un 1 (presente) o con un 0 (ausente), formando
así una base de datos binaria. De esta manera, cada fragmento cuenta con un número
único de identificación y tiene por fila una serie de unos y ceros que se refieren a los
motivos que exhibe o no. De igual forma, cada uno de los 1784 fragmentos tiene una
breve descripción que especifica características particulares de la decoración.
Los motivos decorativos usados en la base son lo suficientemente detallados como
para posibilitar análisis puntuales, pero lo suficientemente amplios como para no hacer la
comparación impráctica. Es obvio que existen algunas diferencias entre motivos que se
39

reconocen dentro del mismo grupo, pero al dar demasiado nivel de detalle pueden surgir
tantos grupos como tiestos, haciendo de la base un esfuerzo inútil. Así, por ejemplo, se
reconocen diferencias entre incisiones finas y burdas, líneas diagonales, horizontales y
verticales, sin llevar más allá la distinción -que en algunos casos y bajo el criterio de otro
investigador- se pudiese observar. Además, vale la pena notar que se diferenció entre
baños o engobes de distinto color. Aunque en estricto sentido no son diseños diferentes,
sí son clases de decoración distintas que bien podían servir para encontrar cambios entre
colecciones.
Teniendo esto en mente, se consideraron elementos tales como la técnica utilizada
(incisión, aplicación, impresión, acanalado), el tipo de motivos (rayas, puntos, figuras
geométricas, espirales) o el tipo de acabados (perforación, pintura, baño), para elaborar
las categorías de las decoraciones (Figuras 63-79). Así se construyeron 77 grupos de
diseños posibles para todos los fragmentos de los siete sitios seleccionados. Sin
embargo, para poderlos comparar entre sí, se hizo necesario formar categorías más
generales que agruparan distintos motivos. Por lo tanto, se organizaron 17 conjuntos
preliminares que son: impresiones, punteado, baño/engobe, escobillado, muescas,
ungulado, canales, incisión, pintura roja, pintura negra, protuberancia modelada,
perforado, hachurado, pintura blanca, pintura rosada y pintura naranja (Figura 2).
Con estos grupos organizados, se elaboró una tabla comparativa que muestra
para cada sitio cuántos fragmentos hay en cada grupo, y cuál es el porcentaje de cada
categoría en relación al total (Figuras 3 y 4). A primera vista se comenzaron a ver
diferencias en las frecuencias de decoraciones entre los distintos sitios, y se pudo
comenzar a refinar cada vez más el nivel de detalle respecto a los fragmentos similares o
diferentes entre colecciones. Dependiendo de las divergencias que se exhibían entre las
frecuencias de decoraciones de los sitios, se elaboraron comparaciones con categorías
más pequeñas y diseños más puntuales para seguir obteniendo porcentajes para
comparar semejanzas y diferencias entre muestras.
Teniendo la tabla de porcentajes comparativos, el siguiente paso fue realizar
análisis estadísticos que permitieran identificar patrones en la distribución de motivos en
las colecciones estudiadas. Con este objetivo en mente, para cada una de las 17
variables de las 11 muestras seleccionadas, se calcularon los valores del error estándar
con niveles de confiabilidad del 80%, 95% y 99% (Figura 5). Luego, dichas distribuciones
se contrastaron entre sí, discriminando la comparación de la distribución de conjuntos de
40

motivos en cada sitio, de aquella que se refiere al mismo conjunto de motivos pero en
sitios distintos.
Con esta información en mano, el siguiente paso fue observar si las distribuciones
para cada sitio se agrupan en conjuntos distinguibles o si por el contrario se encuentran
dispersas. Un primer análisis consistió en analizar la relación entre cerámica decorada y
el total de fragmentos en cada colección. Adicionalmente, se pretendió determinar si
existen diferencias significativas en las variaciones de la decoración, si se agrupan de
acuerdo al lugar de procedencia, o si algunos motivos aparecen recurrentemente
asociados en diferentes lugares. Además, se quería verificar la existencia o no de
patrones de asociación o diferenciación entre conjuntos (de sitios o de diseños), que
pudiesen además relacionarse con las fechas radiocarbónicas disponibles -para evaluar
si la cronología es determinante en el patrón observado-. De esta manera, se analizó
cómo se relacionan los conjuntos de muestras respecto a su decoración cerámica y su
localización geográfica.
41

VI. ANÁLISIS DE LA INFORMACIÓN

A. Resultados de las gráficas de características

En este capítulo se presentan los resultados de los análisis estadísticos realizados.


Así mismo, se describen los patrones decorativos encontrados y se relacionan con la
ubicación geográfica, y en algunos casos, con la cronología. Esta información, permite
hacer inferencias respecto al grado de diversidad existente entre sitios del periodo
Herrera, y referirse a la variabilidad presente en un solo lugar. Además, muestra si
algunos sitios recurrentemente se distinguen o asemejan a otros, y si es posible referirse
a diseños decorativos comunes y/o a motivos exclusivamente locales o de sectores de
una zona. De esta manera, la información se puede contrastar con la hipótesis de que en
la sociedad Herrera se habían desarrollado diferencias jerárquicas entre sitios, pero sin la
formación de unidades políticas regionales.
En este orden de ideas, a continuación se presenta una breve descripción de la
dispersión de los porcentajes de aparición de las características en cada muestra. Se
detalla en cuáles colecciones aparece un motivo en mayor proporción, alrededor de qué
porcentaje se agrupa la mayoría de las colecciones y si existen diferencias entre
muestras de un mismo sitio. Además, se analiza si el orden de la dispersión de las
colecciones se relaciona con la distribución geográfica o la diferencia cronológica de las
mismas. Por otro lado, se presenta la media estadística de cada característica -es decir el
promedio de aparición de la variable para todas las colecciones- y los porcentajes de la
muestras que se clasifican como datos extremos (outliers). De esta forma se puede
reconocer que tan común es o no una determinada característica para cada muestra, y
establecer cuáles son las colecciones que más se distinguen de las demás.

1. Impresiones (Figura 23)

La colección de Tunja I es la que cuenta con la mayor proporción de impresiones


(20.39%) en relación a las demás muestras. No muy lejos de ésta se encuentran las
colecciones de Madrid y Pubenza, ambas con porcentajes cercanos al 14% (13.78% y
13.51% respectivamente), formando un grupo claramente separado de las demás. Fuera
42

de estas tres colecciones donde el porcentaje supera el 13%, es claro que la presencia de
esta característica es relativamente baja en todas las colecciones. Por ejemplo, 7 de las
11 muestras tienen menos del 4% de impresiones; es decir que más del 63% de las
colecciones tiene porcentajes entre el 0% y el 4% para esta característica particular.
En este caso, las diferencias entre las colecciones de un mismo sitio son bastante
variables. Por ejemplo, las colecciones de Tunja están muy separadas entre sí, teniendo
Tunja I la proporción más alta de impresiones con un 20.39% y la de Tunja II una de las
más bajas con 1.51%. Sin embargo, las colecciones de Mosquera están muy cerca entre
sí -Mosquera I con 1.25% y Mosquera II con 0.29%-, al igual que las de Duitama que
tampoco se distinguen por más de un 1% (Duitama II 3.73% y Duitama I 3.18%). En un
punto intermedio entre la gran diferencia de las muestras de Tunja y la similitud de las de
Mosquera y Duitama, se encuentran las colecciones de Zipaquirá. Éstas se distinguen
entre sí por un 3.5%, teniendo Zipaquirá I un 7.33% y Zipaquirá II un 3.85%. Así, se
observa que Tunja es el lugar con mayor variabilidad intrasitio seguido por Zipaquirá,
mientras que las colecciones de Duitama y Mosquera son las más similares entre sí.
Por otra parte, se pretende analizar si algún porcentaje de impresión se puede
considerar como un dato extremo. Por eso se da una breve explicación de cómo se
calculó estadísticamente esta cifra para este caso particular, teniendo en mente que este
mismo procedimiento se repitió en todos los demás ejemplos. Como primer paso
entonces, se organizaron los datos (en este caso los porcentajes de impresión) del menor
al mayor en una lista. Teniendo esta distribución completa, se determinaron luego cuáles
eran los tres cuartiles, es decir los datos que dividían a toda la lista en cuatro secciones
iguales. A continuación se calculó la distancia intercuartil, o la diferencia entre el tercer y
el primer cuartil, y luego esta cifra se multiplicó por 1.5. Seguidamente, este valor se le
sumó al dato más grande y se le restó al más pequeño de la lista. Así se obtuvieron dos
cifras, el límite superior y el límite inferior de los datos. Cuando algún número excedía el
límite superior o cuando algún dato estaba por debajo del límite inferior, se consideraba
como un dato extremo. De esta manera, cualquier número que estuviese por fuera de las
cifras límites -hacia arriba o hacia abajo- se denominó como un outlier o un dato extremo.
Este último es definido como un dato que aparece significativamente alejado del cuerpo
principal de cifras en una gráfica o un diagrama. Es, en últimas, una desviación extrema
de la media (Drennan, 1996: 39-43) (Figura 6).
43

De esta manera se determinó que aunque las colecciones de Tunja I, Madrid y


Pubenza tienen porcentajes significativamente más altos que las otras ocho colecciones,
estadísticamente no se consideran como datos extremos. La cifra límite hacia arriba es
cercana al 30%, lo que implica que cualquier colección que presente un porcentaje
superior éste, es considerada como un outlier o un dato extremo. Sin embargo, tal como
se puede observar en la gráfica, ninguna muestra exhibe a las impresiones en más de un
30%. Así, aunque se encuentran tres colecciones con proporciones significativamente
más altas que el resto, ninguna muestra es estadísticamente considerada como distinta, y
por lo tanto, ninguna es outlier. Teniendo esto en mente, se calculó entonces el promedio
general de aparición de la característica impresión tomando todas las colecciones en
cuenta. Este se obtuvo sumando cada uno de los porcentajes y dividiéndolo por el número
de colecciones (11), dando como resultado 6.31%. Esto quiere decir, que la impresión
sólo se observa en un 6.31% de los casos para todas las colecciones. Sin embargo, tal
como se verá en páginas siguientes, a pesar de que a primera vista este parece ser un
promedio de aparición pequeño, en relación al de las demás características, ésta una cifra
relativamente elevada. Sólo cuando se consideren las proporciones promedio de otras
características, se podrá evaluar comparativamente que tan significativa resulta la
presencia de las impresiones. Por ahora basta con mencionar que las impresiones son
más frecuentes que la mayoría de las demás características decorativas encontradas en
cualquier colección.
Por último, se analizó la distribución de las muestras para ver si tiene alguna
relación con la ubicación geográfica o la cronología. Se logró determinar que el orden
geográfico no tiene ninguna relación clara con las proporciones de impresión de las
colecciones. Siguiendo el orden de sur a norte, la muestra que queda más al sur es
Pubenza, y tiene el tercer porcentaje más alto (13.51%). Sin embargo, le siguen las
colecciones de Mosquera que en promedio tienen 0.77% y enseguida Madrid que vuelve
a tener un porcentaje bastante elevado y cercano al primero (13.77%). Luego, le siguen
las muestras de Zipaquirá, algo dispersas entre si, y más adelante las de Tunja que son
las dos colecciones más distintas (con un 18.89% de diferencia). Por último está la
colección de Iza que tiene el segundo valor más pequeño después de Mosquera II con un
0.52%, y más al norte las muestras de Duitama que oscilan alrededor del 3%.
Por lo tanto, se evidencia que la dispersión de las proporciones no se correlaciona
claramente con la ubicación geográfica. Sitios cercanos -como Madrid y Mosquera- tienen
44

grandes diferencias, y lugares considerablemente lejanos como Pubenza y Madrid son


virtualmente idénticos (con una diferencia de 0.26%). Además, las tres colecciones con
mayores proporciones se encuentran muy dispersas en el mapa: Tunja I al sur de Boyacá,
Madrid al sur de Cundinamarca y Pubenza aún más al sur de éste mismo departamento.
En general, la secuencia de sur a norte no se relaciona con una disminución o un
aumento gradual de la proporción de impresiones; por el contrario, la dispersión de los
porcentajes respecto a la geografía es totalmente irregular.
Por otra parte, recordando que sólo se cuenta con las fechas absolutas de Tunja I,
Pubenza y Zipaquirá I, dichas muestras se compararon entre sí para ver si existe alguna
relación entre la cronología y su proporción de impresiones. Como ya se había
mencionado, las colecciones de Tunja I, Madrid y Pubenza son las que tienen mayor
porcentaje de impresiones, todas superando el 13%. A excepción de Madrid (que no
cuenta con fecha asociada), Tunja I y Pubenza son también las dos colecciones que
arrojan fechas más tardías. Así que al menos para la característica de impresión, las dos
colecciones más distintas del resto son también las dos más recientes.
Sin embargo, no muy lejos del grupo de estas tres colecciones, se encuentra
Zipaquirá I con un 7.33%, separada tanto de los altos porcentajes como del resto de las
colecciones. Aunque en promedio esta muestra está más cerca de las proporciones bajas
que de las altas, aún tiene un porcentaje elevado en relación a la mayoría de las
colecciones, y es superior al promedio general (6.31%). No obstante, Zipaquirá I tiene una
fecha bastante temprana en relación con las de Tunja I y Pubenza. Por lo tanto, aunque
las dos colecciones más diferenciadas son también las más tardías, la cuarta colección
más distinta tiene la fecha más temprana. En últimas la relación entre la proporción de
impresiones y el orden cronológico no es clara.

2. Baño/Engobe (Figura 24)

La mayor proporción de esta decoración se encuentra en la colección de Pubenza


(10.81%). Luego le sigue Madrid con un 4.19%, y muy cerca, Tunja II y Mosquera II con
2.59% y 2.53% respectivamente. Vale la pena resaltar que a excepción de estas cuatro
muestras, el resto no supera el 0.4%, lo que evidencia la poca representatividad de esta
característica para la mayoría de las colecciones. En otras palabras, cerca del 82% de las
45

colecciones no tienen más del 3% de baño o engobe, y el 63.6% (más de la mitad de


todas las muestras), cuentan máximo con 0.4% de esta característica en su colección.
Ya que la mayoría de las muestras tienen proporciones muy bajas, y por ende muy
cercanas a cero, las diferencias intrasitio también son pequeñas. Así, Zipaquirá I y
Zipaquirá II sólo se diferencian por un 0.38%, y no existe ninguna distinción entre las
muestras de Duitama (ya que ambas están en 0%). Las colecciones que mayor diferencia
guardan entre sí son las de Tunja (separadas por un 2.6%) y Mosquera (con un 2.1% de
distinción), cifras que aún siguen siendo bastante pequeñas. Por lo tanto, se puede
concluir que las colecciones de Tunja son las que exhiben la mayor variabilidad intrasitio,
seguidas por las Mosquera. Luego, se ubican las dos colecciones de Zipaquirá muy
similares una a la otra, y por último las de Duitama que son idénticas entre sí.
Tal como se hizo en el caso de las impresiones, para éste también se obtuvo el
promedio de aparición general de la característica baño/engobe en todas las colecciones.
Así, la suma de cada uno de los porcentajes se dividió en 11 (número total de muestras)
dando como resultado un promedio de 1.91%. Esto pone de manifiesto que la presente
característica es muy poco frecuente en las colecciones, y que ni el baño ni el engobe
aparecen en más de un 2% en promedio en ninguna colección.
Sin embargo, como ya se había mencionado, la colección de Pubenza tiene una
proporción de baño/engobe más alta que las demás (10.81%). Como era de esperarse, ya
que su porcentaje supera ampliamente el 6.5% de aparición, la proporción de dicha
colección se considera como un dato extremo, un outlier. Teniendo en cuenta que este
dato aumenta el promedio general de aparición de la característica, y por lo tanto,
distorsiona el valor real entorno al cual se agrupa la mayoría de colecciones, se recalculó
el promedio dejando a un lado el porcentaje de Pubenza. Así, el nuevo promedio general
de la aparición de baño/engobe es de 1.02%, lo cual ilustra la poca frecuencia de esta
característica en general.
Al igual que en el caso de las impresiones, la distribución de baño/engobe no tiene
mayor relación con el orden geográfico de las colecciones. Es cierto que Pubenza -la
muestra que se encuentra más al sur- es la que más alto porcentaje tiene (10.81%), y que
las de Duitama -que se localizan más al norte- son las que menos (0%). Sin embargo, las
demás tienen una distribución irregular, que no aumenta ni disminuye en relación al orden
geográfico. Así, por ejemplo, Mosquera II y Tunja II, geográficamente muy apartados
tienen virtualmente la misma proporción (con una diferencia del 0.065%).
46

Respecto a la relación entre la dispersión de las colecciones y la cronología, el


resultado tampoco es evidente. En efecto, Pubenza que tiene la mayor proporción de la
característica tiene la fecha más tardía, y Zipaquirá I que no presenta baño/engobe es la
más temprana. Sin embargo, Tunja I que también tiene una datación reciente, tiene el
mismo porcentaje de la característica que Zipaquirá I. Por lo tanto, al igual que con el
orden geográfico, no hay evidencia que sugiera una relación entre la dispersión de las
colecciones y la cronología del todo contundente.

3. Aplicaciones (Figura 25)

Duitama I es la muestra que tiene el mayor porcentaje de esta decoración (3.93%),


seguida por Tunja I y Madrid con 1.49% y 1.19% respectivamente. Tal como las dos
características anteriores, las aplicaciones son también decoraciones poco frecuentes.
Así, 10 de las 11 colecciones, es decir un 90.9%, están por debajo del 1.5% de aparición,
y la muestra que más tiene ni siquiera supera el 4%.
Al estar todos los porcentajes tan cerca entre sí, y al ser todos tan pequeños, a
excepción de las colecciones de Duitama (separadas por 3.33%) todas las diferencias
intrasitio son mínimas. Por ejemplo, entre las dos colecciones de Tunja hay un 1.11% de
diferencia, entre las de Zipaquirá un 0.67% y entre las de Mosquera un 0.077%. De todas
formas vale la pena resaltar que a pesar de su escasa diferencia, las colecciones más
disímiles son las de Duitama seguidas por las de Tunja. Las más similares son las de
Zipaquirá y Mosquera cuya diferencia no supera el 1%.
Al tener porcentajes tan bajos de aparición, el promedio general de presencia de
las aplicaciones es bastante pequeño también. Repitiendo el mismo ejercicio realizado en
los análisis anteriores, el promedio general dio apenas un 0.90%. Sin embargo, tal como
ocurría en el caso de baño/engobe, el dato de una de las colecciones se considera como
extremo, es decir como un outlier. Por lo tanto, por estar por encima del 2.43%, se dejó de
lado el porcentaje de Duitama I (que es 3.94%) y se recalculó de nuevo el promedio. Así,
se obtuvo el nuevo valor de 0.60%, cifra que pone de manifiesto la poca frecuencia de
esta característica en todas las colecciones, ya que ni siquiera supera el 1% de aparición.
Al estar todos los datos concentrados por debajo del 4%, la relación entre la
dispersión de los porcentajes y el orden geográfico o cronológico es poco clara. Por
ejemplo, las colecciones de Pubenza y Zipaquirá I -distantes geográficamente y con
47

fechas muy diferentes- tienen proporciones virtualmente idénticas (0.676% y 0.667%


respectivamente.

4. Ungulado (Figura 26)

La muestra de Madrid es la que tiene la mayor proporción de decoración ungulada


(5.98%) seguida por Duitama II con un 5.29%. A un 2.63% de diferencia le sigue la
colección de Zipaquirá I con un 2.67%, y las 8 muestras restantes se ubican por debajo
del 0.8%. De nuevo, se hace evidente que el ungulado es una característica poco
frecuente, que cuando aparece lo hace en muy baja proporción. El 72.73% de las
colecciones no tiene más de un 1% de ungulado presente, y sólo el 27.3% de las
muestras están entre el 2% y el 6%, cifras que siguen siendo muy pequeñas.
Tal como sucedía con los anteriores análisis, al tener todas las colecciones
proporciones tan pequeñas de la característica, las divergencias intrasitio son mínimas
también. Por eso, entre las colecciones de Tunja la diferencia es de 0.49%, entre las de
Zipaquirá es de 1.89% y entre las de Mosquera es de 0.27%. Sin embargo, aunque aún
es pequeña, la diferenciación entre la colecciones de Duitama es considerablemente más
alta. Ya que Duitama II tiene el segundo porcentaje más elevado (5.29%), y Duitama I no
tiene presente la característica (0%), la diferencia entre estas dos es de 5.29%. Por lo
tanto, las colecciones de un mismo lugar que se parecen más entre sí, de nuevo son las
de Mosquera seguidas por Tunja y luego Zipaquirá. Sin duda, las dos muestras que
exhiben mayor variabilidad intrasitio son las de Duitama.
El ungulado aparece en promedio en un 1.48% en el total de las colecciones. En
esta ocasión ninguno de los porcentajes de ungulado se identifica como una dato
extremo. Para que esto hubiese ocurrido, alguna colección debía tener más de un 6.67%
de la característica presente, y como la mayor proporción es de 5.98%, ninguno se
clasificó como un outlier. Por lo tanto, el cálculo del promedio igual a 1.48% es
representativo para las muestras y refleja la dispersión de las proporciones de la manera
más precisa posible. Por lo tanto, se puede asegurar que el ungulado es una
característica muy poco frecuente en las colecciones, aunque aparece en promedio más
que las aplicaciones.
48

A continuación se examinó si la dispersión de los porcentajes se relaciona con


aspectos geográficos. Se determinó que aunque la de Pubenza es la colección más
meridional, ésta no tiene ni la mayor ni la menor proporción de ungulado en la muestra, y
que aunque las colecciones de Duitama son las que están más al norte, en promedio
tampoco son las de mayor o menor porcentaje. Tampoco se observa que las proporciones
de ungulado aumenten o disminuyan con el orden geográfico, y sitios muy separados
entre sí como Duitama II y Madrid, aparecen con porcentajes bastante similares (5.29% y
5.98% respectivamente). Además, colecciones que se encuentran en lugares muy
cercanos como por ejemplo las de Mosquera y la de Madrid, tienen en promedio una
diferencia bastante significativa (en relación a las demás que aparecen en la gráfica) de
5.79%.
Como ya se había comentado, las proporciones de ungulado son tan bajas y tan
agrupadas cerca de cero (con la excepción de Madrid, Duitama II y Zipaquirá I), que la
relación entre los porcentajes y la cronología debe ser analizada con precaución. Lo que
se encuentra en la gráfica es que Pubenza y Tunja I que son las dos colecciones con
dataciones más recientes, también tienen porcentajes de ungulado bastante bajos
(ninguno por encima del 1%). Además, se observa que Zipaquirá I, la colección con la
fecha más temprana tiene una proporción de ungulado un poco más alta (2.67%). Sin
embargo, aunque las muestras tardías tienen menor proporción de ungulado que la
temprana, y parece que esta es una característica más frecuente en la muestra antigua, la
diferencia sigue siendo muy pequeña como para tener certeza de su representatividad
estadística. En síntesis, la dispersión de las colecciones no tiene una relación clara ni con
el orden geográfico ni con la cronología.

5. Incisión (Figura 27)

La colección que tiene el mayor porcentaje de decoración incisa es Pubenza con


un 48.65%. Le sigue la colección de Tunja I con un 41.79%, y bastante más lejanas las de
Madrid (26.35%), Zipaquirá I (19%) y Duitama II (15.88%). A diferencia de todas las
demás características, la incisión es claramente un tipo de decoración frecuente en las
colecciones. Aparece en cantidades que ninguna otra característica registra, y además
está presente en todas las muestras así sea con un porcentaje pequeño. Contrario a lo
que sucede con las demás características, todas las colecciones la exhiben en más del
49

2% e incluso dos muestras superan el 40% de aparición. Es decir, que el 100% de las
colecciones tienen incisión y el 45.45% de ellas la presentan en más del 15%.
Tal como ocurría con el primer análisis, en este caso las variaciones intrasitio son
muy dispares. Por ejemplo, las colecciones de Tunja son muy diferentes teniendo Tunja I
una proporción de 41.79% y Tunja II un porcentaje de 6.38%. No obstante, las segundas
colecciones del mismo sitio que más se distinguen entre sí, las de Zipaquirá, tienen
porcentajes bastante más cercanos. Así, mientras Zipaquirá I tiene un 19% de incisión,
Zipaquirá II sólo tiene un 7.69%. Enseguida se ubican las colecciones de Duitama que se
distinguen entre sí por un 11.18%, y por último las más homogéneas que son las de
Mosquera separadas por tan sólo un 0.86%.
Teniendo en mente los porcentajes de incisión inusualmente altos que aparecen
en varias colecciones, se calculó el promedio general de aparición de la incisión para
todas las muestras. Se determinó que esta característica se registra en un promedio de
17.08%. Además se estableció que a pesar de que la incisión presenta proporciones
relativamente bajas en algunas colecciones -como las de Duitama I o Iza- y altas en otras
-como Pubenza y Tunja I-, ninguna de ellas se considera como un dato extremo. Para que
se identifique como un outlier alguna colección debe tener más del 56% de incisión, y
como el máximo es 48.65%, no existen outliers para este caso. Por lo tanto, el promedio
de 17.08% refleja con la mayor exactitud posible la cantidad media general en que la
incisión aparece en las colecciones. Se puede concluir entonces, que el de la incisión es
de lejos el porcentaje promedio de aparición más alto de alguna característica, y el único
que supera el 15% de presencia.
Además se determinó que Pubenza, la colección que se ubica más al sur, es
también la que tiene la proporción más alta de incisión. Sin embargo, le sigue Tunja I a
pesar de que esta última se localiza casi en el extremo opuesto. Asimismo, sitios que se
encuentran muy cerca entre sí como Duitama, Iza y Tunja tienen proporciones
diametralmente distintas (desde 2% hasta más del 40%), e incluso Madrid y Mosquera se
diferencian en promedio por más del 25%. Se observa entonces que la disminución o
aumento de la proporción de incisiones no se correlaciona con la dispersión geográfica de
las colecciones, y que por el contrario, dicha correlación resulta bastante irregular.
Por otra parte, la relación entre la dispersión de las proporciones y la cronología es
bastante más sugestiva. Como ya se había mencionado, Pubenza es la que mayor
proporción de incisión tiene (48.65%) y es también la que se relaciona con una fecha
50

tardía. Igualmente, Tunja I la colección con el segundo porcentaje más alto (41.79),
también tiene una datación bastante reciente. En contraste, Zipaquirá I la colección con la
fecha más temprana, tiene una proporción significativamente más baja que las dos
primeras (19%). Así, entre las muestras de fechas tardías la diferencia porcentual es de
6.86%, mientras que entre éstas dos y la colección de la datación temprana es de
26.22%. En otras palabras, mientras que Pubenza y Tunja I se parecen en un 85. 89%
entre sí, estas dos se diferencian de Zipaquirá en un 57.98%. Por lo tanto, se puede
sugerir que existe una relación entre la proporción de incisiones en las colecciones y su
cronología.

6. Pintura Negra (Figura 28)

La colección de Pubenza es la que tiene el mayor porcentaje de la característica


con un 16.82%. En contraste, las demás colecciones tienen proporciones de pintura negra
muy bajas, e incluso 10 de las 11 muestras, es decir un 90.9% de las colecciones,
presentan menos del 1.6% de pintura negra. De nuevo como las demás características a
excepción de la incisión, la pintura negra aparece en muy bajas proporciones y
especialmente concentrada en una colección.
Debido a que todas las muestras (excepto Pubenza) se agrupan por debajo del
1.6%, las diferencias intrasitio son muy pequeñas también. Por ejemplo entre las dos
muestras de Tunja no existe diferencia alguna (ya que ninguna tiene la característica) al
igual que las dos de Duitama. Entre las colecciones de Zipaquirá hay un 1.15% de
diferencia, y entre las de Mosquera un 1.48% de distinción. Así, contrario a lo que sucedía
en la mayoría de las gráficas anteriores, las colecciones de Mosquera son las más
diferentes entre sí, seguidas por las de Zipaquirá. En contraste, las muestras de Duitama
y Tunja son idénticas entre ellas.
El promedio general de aparición de la pintura negra para todas las colecciones es
bastante bajo, de 1.8%. Sin embargo, como ya se mencionó, la colección de Pubenza se
diferencia de las demás y concentra muy por encima del resto la mayor proporción de la
característica. Ya que el porcentaje de pintura negra excede por mucho el 2.88% de
aparición, se considera como un dato extremo y por lo tanto debe sacarse del cálculo del
promedio para hacerlo verdaderamente representativo. Por lo tanto, dejando de lado el
51

dato del outlier Pubenza, el nuevo promedio recalculado es de 0.3%, lo que indica -ahora
con más precisión- que en promedio ninguna colección tiene más del 0.3% de pintura
negra como decoración. Se observa entonces que esta es una característica sumamente
infrecuente, y de lejos es mucho más común no tenerla que encontrarla en alguna
colección.
Por otra parte, al estar más del 90% de los datos cerca de cero, la relación que
tiene su distribución con el orden geográfico debe analizarse con cautela. No obstante, se
puede observar que Pubenza, la colección que queda más al sur, es también de lejos la
que mayor porcentaje de pintura negra tiene. Además, entre más al norte se ubican las
colecciones, menos porcentaje de la característica exhiben. Por ejemplo: Pubenza con un
16.89%, Mosquera II un 1.54%, Zipaquirá II un 1.15% y el resto en 0%. Sin embargo, el
porcentaje de Mosquera I distorsiona la relación ya que tiene un 0.16% de la
característica. No obstante, la correlación no deja de ser sugerente, y con análisis
posteriores se verificará su verdadera representatividad.
Por último, se examinó si la dispersión de las colecciones se relaciona con el
orden cronológico de las mismas. De nuevo, Pubenza la colección que tiene la mayor
proporción es también la que tiene la cronología más reciente. Sin embargo, ni Tunja I la
otra muestra con una datación tardía, ni Zipaquirá I la colección con la fecha más
temprana, tienen pintura negra. Por lo tanto, aunque la muestra de la fecha tardía es
también la que tiene la mayor proporción, las otras dos no tienen relación clara con la
cronología. En síntesis, la correlación entre la fecha de la muestra y porcentaje de
aparición de la característica es bastante irregular.

7. Perforado (Figura 29)

Tunja I es la muestra que tiene el mayor porcentaje de la característica con un


3.48% ya que el resto de las colecciones están por debajo del 0.2%. El perforado es una
característica muy poco común, tan poco presente que incluso el 72.73% de las
colecciones no la tienen. Así, de nuevo un solo sitio concentra la mayor proporción de la
característica (así sea en un porcentaje muy bajo) y las demás o no la exhiben o la tienen
en cantidades mínimas.
Al estar cerca del 91% de las colecciones cerca de cero, las diferencias intrasitio
son muy pequeñas. Por eso, no existe distinción alguna entre las muestras de Duitama,
52

Zipaquirá y Tunja ya que ninguna tiene perforado como decoración. Sin embargo Tunja I
tiene 3.48% y Tunja II 0.095%, por lo tanto la diferencia entre las dos es de 3.385%. En
síntesis, las colecciones de Tunja son las únicas que tienen diferencia intrasitio, mientras
que el resto son idénticas.
Tal como se hizo en los demás análisis, en el del perforado se calculó el promedio
general de aparición de la característica. Como se esperaba, el promedio fue muy bajo
(0.034%). Sin embargo, como ya se había anotado, el porcentaje de Tunja I es
significativamente mayor al del resto de las colecciones. Así, por tener de lejos más del
0.24% de perforado, el porcentaje de Tunja I se considera un dato extremo. Por lo tanto,
se recalculó de nuevo el promedio excluyendo el dato de dicha colección, dando como
resultado uno sustancialmente menor: 0.03%. Esto quiere decir que en promedio, la
característica perforado es muy poco frecuente, ya que su porcentaje de aparición es más
cercano a 0 que a cualquier otro valor.
De nuevo, como en la mayoría de casos anteriores, la relación entre la distribución
de las colecciones y el orden geográfico es difícil de establecer dados los bajos
porcentajes presentes. Sin embargo, cabe resaltar que las únicas colecciones en donde
aparece el perforado (las dos de Tunja y la de Iza) están muy juntas entre si, en zonas
muy cercanas del departamento de Boyacá. El resto de las colecciones, hacia el norte o
hacia el sur no tienen esta característica presente. Por otro lado, ya que en sólo tres de
las once colecciones aparece el perforado, y sólo una de ellas (Tunja I) cuenta con una
datación, la relación que se puede establecer entre la dispersión de las muestras y la
cronología es bastante limitada. Lo único que se puede determinar es que tanto Pubenza
-con fecha tardía- como Zipaquirá I -con cronología temprana- no presentan perforado
como característica. Por lo tanto, aunque Tunja I es a la vez la muestra con mayor
proporción de perforado y una de las que cuenta con una cronología tardía, Pubenza que
también tiene una fecha reciente, se asemeja más a Zipaquirá que a ésta. En definitiva, la
relación entre cronología y proporción de decoración no es clara.

8. Pintura Blanca (Figura 30)

El único sitio que tiene esta decoración es Pubenza, y en una frecuencia muy baja
(1.35%). Por supuesto, las diferencias intrasitio son nulas para todas las demás
53

colecciones. Además, se logró determinar que el porcentaje de pintura blanca de Pubenza


se considera como un outlier. Cualquier valor que supera el 0% de aparición es definido
como un dato extremo, por lo tanto para el cálculo del promedio general el porcentaje de
Pubenza debe dejarse a un lado. Teniendo esto en cuenta el promedio es de 0%. Por lo
tanto se concluye que en promedio la pintura blanca no aparece en las colecciones.
Debido a que Pubenza es la colección más meridional y más tardía, resulta
probable que la pintura blanca sea característica de colecciones meridionales y recientes.
Pero el tamaño de la muestra con esta decoración es tan bajo que cualquier conclusión al
respecto resulta aventurada.

9. Pintura Naranja (Figura 31)

Esta característica es la más escasa de todas: a la vez aparece en la menor


cantidad de colecciones y con la más baja proporción. Así, la única muestra que la tiene
es Mosquera I con un porcentaje mínimo (0.04%), y cerca del 91% de las muestras no
tienen pintura naranja. Por lo tanto se evidencia que es una característica exclusiva de
Mosquera I en una pequeña proporción.
En este caso las únicas colecciones que tienen variación intrasitio son las dos de
Mosquera. Sin embargo ya que Mosquera I tiene el 0.04% y Mosquera II el 0%, la
distinción entre las dos es mínima también. El resto de las muestras son idénticas entre
sí, ya que ninguna tiene pintura naranja. Se logró determinar además que incluso siendo
tan pequeño, el porcentaje de pintura naranja de Mosquera I es considerado como un
dato extremo. Ya que todos lo demás datos son 0, cualquier proporción que este por
encima del 0% se considera un outlier. Por lo tanto el promedio general de aparición de la
característica es de 0, es decir, que en promedio la característica está ausente en todas
las colecciones.
Tal como ocurría en el caso anterior, ya que el 91% de las muestras no presentan
la característica, su relación con aspectos cronológicos y geográficos es difícil de
establecer. Respecto al orden geográfico lo único que se puede determinar es que
Mosquera I, la única colección con pintura naranja, está en la región más meridional.
Respecto a la cronología resulta imposible establecer alguna relación ya que la única
colección que exhibe la característica, no tiene datación.
54

10. Pintura Rosada (Figura 32)

La única muestra que exhibe la característica es Pubenza con un 1.35%. Como


esta es la única colección que tiene pintura rosada, no existen diferencias intrasitio en las
demás muestras. Ni las de Tunja, ni las de Duitama, Zipaquirá o Mosquera exhiben la
característica, y por tanto, son idénticas entre sí. Por otra parte, se logró determinar que el
porcentaje de pintura rosada de Pubenza es un outlier. Ya que Pubenza tiene el 1.35% de
la característica y cualquier valor que supere el 0% de aparición es definido como un dato
extremo, para el cálculo del promedio general el porcentaje de dicha colección debe
dejarse a un lado. Teniendo esto en cuenta, el promedio general es de 0%, lo que permite
asegurar que en promedio la pintura rosada no aparece en las colecciones, y que al lado
de la pintura blanca y naranja es una de las características decorativas más infrecuentes.
Pubenza es, a la vez, la colección más tardía y más meridional. Por consiguiente,
podría sugerirse que la pintura rosada es reciente y propia del sur, aunque por las
pequeñas proporciones que se manejan, debe considerarse toda relación con cautela.

11. Hachurado (Figura 33)

Tunja I es la muestra que tiene la mayor proporción de la característica,


exhibiéndola en un 6%. A una distancia considerable se encuentra la colección de
Pubenza con el 2.7%, y las demás 9 -es decir el 81.82% de las colecciones- con valores
inferiores al 0.7%. Por lo tanto, se puede afirmar que el hachurado es una característica
poco frecuente, y que a excepción de Tunja I donde el porcentaje es algo más alto
aunque también pequeño, 10 de las 11 muestras no tienen la característica en más del
3%.
Al tener porcentajes pequeños, la mayoría de las variaciones intrasitio son
mínimas también. Por eso, la diferencia entre las colecciones de Duitama es de 0.12%,
entre las de Zipaquirá de 0.05% y entre las de Mosquera de 0.62%, ninguna superando el
1% de distinción. Claramente las más disímiles son las colecciones de Tunja donde Tunja
I tiene un 6% mientras que Tunja II un 0.24%, creando una distinción del 5.76%.
Aún sabiendo de antemano que el hachurado es una característica poco frecuente,
se calculó el promedio general de aparición para todas las colecciones. Sumando el total
55

de los porcentajes y dividiéndolo por las 11 muestras, se obtuvo un promedio general de


0.96%. Sin embargo, tal como ya se había mencionado, las proporciones de Tunja I y de
Pubenza son significativamente más altas que las demás. Asimismo, como ambas tienen
más del 1.86% de la característica presente, sus valores se consideran como datos
extremos. Por lo tanto, para no distorsionar el valor real del promedio, las proporciones de
Tunja I y de Pubenza se excluyeron del cálculo y se obtuvo de nuevo la cifra. Así se llegó
a un nuevo valor de 0.22% lo que indica con la mayor precisión posible, la poca presencia
de la característica hachurado en general para todas las colecciones.
Por otro lado, a pesar del bajo promedio general de aparición del hachurado en las
colecciones, se quiso averiguar si la distribución de las muestras en la gráfica guarda
alguna relación con el orden geográfico de las mismas. Se logró determinar que no existe
una correlación clara, ya que las dos colecciones con proporciones más altas de aparición
de hachurado (Tunja I y Pubenza), se localizan en regiones del Altiplano muy apartadas
entre sí. No es posible afirmar que entre más al norte o más al sur los porcentajes de
hachurado en las muestras aumenten o disminuyan significativamente. Es más, sitios muy
cercanos entre sí son bastante distintos, mientras que lugares distantes tienen
proporciones similares. Sin embargo, los porcentajes son en general tan bajos, que
cualquier tipo de relación es tentativa y por lo tanto se debe analizar con precaución.
No obstante, la relación entre la distribución de las proporciones de las colecciones
y el orden cronológico parece ser más sugestiva. Así, se puede determinar que Tunja I y
Pubenza son a la vez las dos colecciones con proporciones de hachurado más altas, y las
dos con dataciones más recientes. Además se puede observar que en contraste con las
muestras tardías, la de Zipaquirá I tiene un porcentaje significativamente más bajo;
mientras que las primeras dos oscilan entre el 2.7% y el 5.97%, la colección de Zipaquirá I
no supera el 0.33%. Por lo tanto, se puede sugerir que el hachurado es una característica
decorativa más frecuente en colecciones tardías que en tempranas.

12. Protuberancia Modelada (Figura 34)

La colección de Tunja I es la que tiene la mayor proporción, exhibiendo esta


característica en un 6.97%. Luego, le sigue Pubenza con un 4.73%, y bastante más lejos
Madrid con un 1.79%. A excepción de las dos primeras colecciones, en general la
56

protuberancia modelada es una característica poco frecuente: 8 de las 11 muestras, es


decir el 72.73%, tienen la característica en menos de un 0.6%. Incluso, el 36.37% (es
decir 4 de las 11) no cuentan con la protuberancia modelada como decoración.
Exceptuando las colecciones de Tunja que difieren entre sí por un 6.97%, las
demás distinciones intrasitio son relativamente pequeñas. Por ejemplo, las colecciones de
Duitama, las segundas más distintas, se distancian por un 0.6% seguidas por las de
Zipaquirá que difieren en un 0.33%. Por último se encuentran las colecciones de
Mosquera, las dos con menor variación intrasitio, que sólo difieren entre sí por un 0.15%.
Vale la pena resaltar que como había ocurrido en numerosas oportunidades, las
colecciones de Mosquera vuelven a ser las menos diferentes entre sí, y las de Tunja las
que exhiben mayor variabilidad intrasitio.
Para el caso de la protuberancia modelada también se calculó el promedio general
de la característica para todas las colecciones, que es de 1.36%. Sin embargo, como ya
se había mencionado, las muestras de Tunja I y de Pubenza difieren bastante de las
demás; y por superar el 4.49% se consideran datos extremos. Por lo tanto, dejando a un
lado las cifras de estos outliers, el nuevo promedio recalculado es de 0.36%. De esta
manera se pone de manifiesto que al igual que la gran mayoría de las características, la
protuberancia modelada es bastante infrecuente y aparece generalmente en bajas
proporciones en todas las muestras.
Por otro lado, analizando la relación entre la distribución de las colecciones en la
gráfica y el orden geográfico de las mismas, se logró determinar que la correlación entre
los dos no es clara. Así, las colecciones con mayor proporción (Tunja I, Pubenza y
Madrid) se encuentran totalmente dispersas; igualmente las que no tienen la característica
(Tunja II, Zipaquirá II, Duitama I y Mosquera I) no se agrupan en ninguna región. No hay
aumento o disminución gradual del porcentaje de la característica en relación con su
ubicación geográfica, ni existen zonas del Altiplano que compartan un promedio particular.
Por lo tanto, la correlación entre geografía y porcentaje de protuberancia modelada en la
muestra no es más que irregular.
Por último, se analizó si las proporciones de aparición de la característica se
relacionan con la cronología de las colecciones. Se pudo establecer que, de nuevo, las
muestras de Tunja I y Pubenza son a la vez las que mayor proporción de protuberancia
modelada tienen y las que cuentan con las dataciones más recientes. Además, la
colección de Zipaquirá I, es decir la muestra con la fecha más temprana, es también la
57

que más se distingue de estas dos (a excepción de las que están en 0). Así, mientras las
dos colecciones con mayores proporciones son las más tardías, la muestra con fecha
temprana tiene un porcentaje muy pequeño de protuberancia modelada.

13. Pintura Roja (Figura 35)

La colección que tiene el mayor porcentaje de dicha característica es Madrid con


un 56.87%. A esta colección le sigue la de Tunja I con un 29.35%, y un poco más atrás la
de Zipaquirá I con un 12.33%. A pesar de que 8 de las 11 colecciones, es decir un
72.73%, no tienen más del 4.6% de cerámica con pintura roja, sin duda ésta es una
característica relativamente frecuente. Vale la pena resaltar que al lado de la incisión, la
pintura roja es una de las características más comunes y encontradas en mayor
proporción. Por ejemplo, la colección de Madrid tiene más de la mitad de sus fragmentos
pintados de rojo, lo que sin duda supera a cualquiera de los porcentajes hasta ahora
reportados (incluyendo los de la incisión). Además, aunque algunas colecciones la
exhiben en proporciones bajas -como es el caso de Duitama II-, todas tienen la
característica presente. Por lo tanto, se puede asegurar que aunque la mayor proporción
se concentra en tres colecciones, la pintura roja existe en todas las demás.
Al tener tal rango de diferenciación en las proporciones de esta decoración, la
distinción intrasitio es variable también. Así, por ejemplo, las colecciones de Tunja difieren
ampliamente teniendo Tunja I un 29.35% mientras que Tunja II sólo un 2.55% de esta
decoración. Otras dos muestras bastante diferentes entre sí son las de Zipaquirá, que
exhiben un 7.72% de distinción. En contraste, las colecciones de Duitama son bastante
similares, con una diferencia de 0.94%, y aún más homogéneas las de Mosquera con un
0.88% de separación. Por lo tanto, se puede concluir, como se ha venido mostrando
recurrentemente, que las colecciones de Tunja son las que cuentan con la mayor
variabilidad intrasitio seguidas por las de Zipaquirá. Mientras que las de Duitama e incluso
más las de Mosquera se parecen bastante entre sí.
Conociendo que la pintura roja presenta porcentajes nunca antes registrados para
otra característica, se calculó el promedio general de aparición, para verificar realmente
qué tan frecuente es. Como era de esperarse, el promedio obtenido de 10.64% resultó ser
bastante alto, incluso el segundo más elevado luego de la incisión. Sin embargo, los
porcentajes de Madrid y Tunja I por ser significativamente más altos, es decir, por superar
58

el 28.81% de aparición, se consideran como datos extremos. Por lo tanto, dejando de lado
los porcentajes de estos dos outliers, se recalculó el promedio dando como resultado uno
notablemente más bajo de 3.42%. Así, se hace evidente que aunque algunas colecciones
tengan grandes proporciones de esta decoración, en general la característica aparece en
un promedio relativamente bajo de 3.42%. Aunque es significativamente más pequeño,
cabe añadir que en relación a los promedios generales de las demás características, es
una cifra relativamente alta y por lo tanto bastante significativa.
Por otra parte, al observar que existe un grupo definido de colecciones claramente
diferenciadas del resto -Madrid, Tunja I y Zipaquirá I-, se quiere verificar si la distribución
de las proporciones tiene relación con la ubicación geográfica. Se logró determinar que
aunque ninguna de las tres colecciones con mayores porcentajes se encuentran en el
extremo sur o norte del Altiplano, en relación a las demás colecciones hacen parte del
grupo de la mitad entre Pubenza, Duitama e Iza. Sin embargo, estos sitios son bastante
lejanos entre sí, especialmente Tunja en comparación al resto. Además, teniendo una
variabilidad tan grande entre las muestras de Tunja y de Zipaquirá, la relación resulta
confusa. Asimismo, las colecciones donde aparece en menor proporción la pintura roja
también vienen de sitios bastante dispersos (Pubenza con 1.35% e Iza con 1.57%), y es
difícil encontrar una relación entre éstos y su ubicación en el mapa.
De igual forma, la relación entre los porcentajes de pintura roja y la cronología es
bastante irregular. Por ejemplo, Pubenza y Tunja I las dos colecciones con fechas más
tardías, tienen porcentajes marcadamente diferentes (1.35% y 29.35% respectivamente).
Además, la colección con la fecha temprana, Zipaquirá I, está en el medio entre las dos
muestras recientes con un 12.33%. Así las cosas, parece ser que no existe ninguna
relación entre qué tan temprana o tardía es la colección con el porcentaje de pintura roja
que exhibe. Al contrario, las fechas y la proporción de la característica no tienen ningún
tipo de asociación.

14. Canal (Figura 36)

La colección que tiene el mayor porcentaje de canal es Madrid en un 6.59%. Un


poco más atrás le sigue la colección de Duitama II con un 4.33%, y luego la de Zipaquirá I
que exhibe esta característica en un 3.67%. Vale la pena resaltar que aunque ninguna
59

muestra tiene un porcentaje distintivamente más alto que los demás, esta característica
está presente en todas las colecciones. Así, aunque en una relativa modesta proporción,
el canal es una característica común y frecuente. Sin embargo, cabe añadir que 10 de las
11 colecciones, es decir el 90.9% de ellas está por debajo del 4.3% y que incluso, 6 de
ellas no superan el 1.5% de aparición.
Dados los porcentajes relativamente bajos para esta característica ninguna de las
diferencias intrasitio supera el 4%. Así, las dos colecciones más diferentes son las de
Duitama que se distinguen entre sí por un 3.88%. Luego las segundas más distintas son
las dos colecciones de Tunja separadas por un 1.07%, seguidas por las de Zipaquirá que
se diferencian en un 0.98%. Por último, las colecciones más similares son las de
Mosquera que se distinguen entre sí por un 0.79%.
A diferencia de lo que ocurría en algunos análisis anteriores, para el caso de los
canales no existen datos extremos. Por lo tanto se calculó el promedio teniendo en cuenta
cada una de las muestras, obteniendo así, que el canal aparece en promedio en un
2.27%. Esto quiere decir, tal como se aseguraba con anterioridad, que aunque el canal
está en todas las muestras no lo hace en alta proporción. Por el contrario, su porcentaje
promedio es bastante bajo, aunque en relación a los demás promedios es el quinto más
elevado.
Como es frecuente, la relación entre la dispersión de las colecciones en la gráfica
y el orden geográfico de las mismas es poco clara. Así, el orden de la mayor a la menor
proporción no coincide con la ubicación geográfica de las muestras. Por ejemplo, el mayor
porcentaje se encuentra en Madrid, luego le sigue Duitama II, y después las dos
colecciones de Zipaquirá; distribución que poco se relaciona con el orden geográfico.
Además colecciones provenientes de sitios muy lejanos como Pubenza y Duitama I tienen
porcentajes mucho más parecidos (0.68% y 0.46%) que aquellos entre sitios cercanos
entre sí como Madrid y Mosquera II (6.59% y 2.09%).
Por último la relación entre los porcentajes de canal y la cronología de las
colecciones es un poco más sugerente. Sin embargo, debe tenerse en mente que los
porcentajes son tan pequeños, que las conclusiones derivadas deben analizarse con
precaución. Se logró determinar que a pesar de que las tres colecciones que tienen
fechas no se distinguen sustancialmente entre sí, las dos más tardías se parecen más
entre ellas que en relación a la temprana. Por eso, las muestras de Tunja I y Pubenza
separadas por un 0.82% se asemejan más que entre sí que en relación a Zipaquirá I que
60

tiene un 3.67% de canales en la colección. Así, la muestra más antigua -Zipaquirá I- es la


que tiene mayor proporción de canales, la segunda más antigua -Tunja I- tiene el
porcentaje intermedio, y la más reciente -Pubenza- es la que tiene la menor proporción.
Parece ser entonces que el canal como característica decorativa es temprano y su
frecuencia gradualmente disminuye entre más reciente es la colección.

15. Muescas (Figura 37)

Madrid es la colección que tiene el mayor porcentaje de esta característica


(26.95%). Esta muestra se separa ampliamente del resto ya que la que le sigue -Zipaquirá
I- tiene muescas sólo en un 13.33%. Luego, a una distancia considerable se ubica
Pubenza que tiene muescas en un 8.11%. Además, 8 de las 11 colecciones, es decir el
72.73% de ellas están por debajo del 4.2%, y aunque la mayoría no exhiben la
característica en una gran proporción, todas las muestras la tienen. Además, vale la pena
añadir que fuera de la pintura roja y la incisión, ésta es de las pocas características que
sobrepasa el 25% en alguna colección. Llama la atención entonces el alto porcentaje
registrado en Madrid e incluso el de Zipaquirá I ya que en comparación con todas las
demás proporciones de las diferentes características, es inusualmente alto.
Al igual que en los casos donde aparecen proporciones de características
significativamente altas, las diferencias intrasitio son bastante variables. Así, por ejemplo,
entre Tunja I y Tunja II existe una diferencia de 3.08%, mientras que entre las colecciones
de Zipaquirá la distinción es de 9.10%. Sin duda las colecciones de Duitama y Mosquera
son mucho más similares ya que ninguna supera la diferencia del 1% (0.68% y 0.62%
respectivamente). Así, se puede concluir que las colecciones con mayor variabilidad
intrasitio son las de Zipaquirá seguidas por las de Tunja. Muy apartadas de éstas se
encuentran luego las de Duitama, y por último, las de Mosquera que son bastante
similares entre sí.
Como era de esperarse a partir de los altos porcentajes obtenidos, el promedio
general de aparición de muescas, 5.92%, es relativamente alto también. En relación a los
demás promedios (recordando que ninguno ha sobrepasado el 20% y que el 70.6% de las
características presentan promedios que no superan el 1.5%), uno de 5.92% para una
característica en general resulta significativo. Sin embargo, como ya se había
mencionado, el porcentaje de muescas de la colección de Madrid es mucho más elevado
61

que el de las demás muestras. Además, por superar ampliamente el 18.10%, el


porcentaje de esta colección es considerado como un dato extremo. Por lo tanto, se volvió
a calcular el promedio, ahora excluyendo la proporción de muescas de Madrid, lo que dio
un resultado de 3.82%. De esta forma, se evidencia que aunque algunos sitios tienen
muescas en grandes proporciones, esto no es lo más común. Incluso, de acuerdo con el
promedio general de aparición de la característica, se hace evidente que aunque en
relación a los demás promedios éste sea relativamente alto, por sí solo sigue siendo
menor.
Por otro lado, se quiso establecer si la dispersión de los porcentajes tiene alguna
relación con el orden geográfico de las colecciones. Se pudo determinar que ni el
aumento o la disminución de la característica se relacionan con la ubicación geográfica de
la colección. Así, el orden de la mayor a la menor proporción no coincide de ninguna
forma con la distribución geográfica de las muestras. Además, no existen regiones
cercanas donde se ubiquen porcentajes de muescas similares; por el contrario sitios muy
lejanos entre sí tienen proporciones más similares que colecciones que están muy cerca
(como es el caso de Duitama II y Mosquera II).
La relación entre la dispersión de las muestras y la cronología resulta igualmente
difícil de establecer. Así, aunque Zipaquirá I tiene el mayor porcentaje de las tres
colecciones con fecha, y Tunja I el menor, la muestra de Pubenza se encuentra entre las
dos. Por lo tanto, no se logra distinguir ninguna asociación entre fechas tardías o
tempranas con un determinado porcentaje de muescas. Colecciones con fechas recientes
como las de Tunja I y Pubenza son tan distintas entre sí como Zipaquirá I y Pubenza tan
separadas en el tiempo. Por lo tanto, la relación entre cronología y proporción de muescas
es bastante irregular.

16. Escobillado (Figura 38)

La colección que tiene el porcentaje más alto de la característica es Duitama II con


un 10.23%. A una gran distancia le sigue la muestra de Tunja I con un 3.98%, y luego Iza
con 1.57% que por primera vez aparece entre las tres colecciones con mayor proporción
de alguna característica. A pesar de que la muestra de Duitama II tiene un porcentaje
considerablemente alto, en general el escobillado no es una característica frecuente. Así,
por ejemplo, 9 de las 11 colecciones, es decir el 81.82% de ellas no superan el 1.6% de
62

escobillado en su colección. Además, 6 de las 11 muestras no tienen esta característica,


haciendo que más de la mitad de las colecciones estén en 0.
Tal como ocurría en el caso de la incisión, pintura roja o muescas donde se
registran porcentajes altos, en este caso, las diferencias intrasitio resultan variables
también. Por ejemplo, entre Tunja I y Tunja II la diferencia es de 2.89% mientras que entre
las colecciones de Duitama es de 10.23%. Sin embargo, las muestras de Zipaquirá son
bastante más cercanas (con una diferencia de 0.33%), e incluso más similares son las de
Mosquera que no tienen ninguna diferencia entre sí (ambas están en 0). Por lo tanto, se
puede concluir que las colecciones con mayor variabilidad intrasitio son las de Duitama
seguidas por las de Tunja. Luego le siguen las de Zipaquirá con una mínima diferencia, y
por último (como es frecuente) las de Mosquera que son idénticas entre si.
A continuación entonces se calculó el promedio general de aparición del
escobillado para todas las colecciones, que resultó ser de 1.56%. Como era de esperarse,
se obtuvo un promedio bajo para una característica que está presente en menos de la
mitad de las colecciones. Sin embargo, los porcentajes de Tunja I y especialmente el de
Duitama II son significativamente más altos que los del resto. Además, por estar por
encima del 3.91%, se consideraron como datos extremos. Por lo tanto, descartando las
cifras de los dos outliers, se recalculó el promedio lo que dio un valor de 0.33%. Así, se
puede concluir que fuera de las pocas colecciones donde el escobillado aparece en
proporciones altas, ésta es una característica poco frecuente.
Por otro lado, todas las colecciones que exhiben la característica se ubican en el
norte, excepto Zipaquirá I, que de todos modos no esta entre las colecciones más
meridionales. Por cierto, la colección de Duitama II es la que se ubica más al norte y es
también la que más escobillado tiene, mientras que las de Pubenza, Mosquera y Madrid
que se localizan en el sur, no tienen presente esta característica. Sin embargo, debe
tenerse en mente que aunque Duitama II es la muestra con la mayor proporción, la
colección de Duitama I no tiene ni un solo ejemplar. Además cabe anotar que el orden de
mayor a menor proporción de escobillado no coincide con la distribución geográfica (ya
que Tunja I que se encuentra más al sur que Iza que tiene una mayor proporción). No
obstante, resulta sugestivo notar que el escobillado aparece exclusivamente en las
colecciones del norte, y en proporciones significativas en las del departamento de Boyacá.
Por último, no existe ninguna correlación clara entre la cronología y la aparición de
la característica. Así, Pubenza, la colección con la fecha más reciente no presenta
63

escobillado. Luego, la segunda muestra con la fecha más tardía, Tunja I, la exhibe en un
3.98%; y por último Zipaquirá I la colección con fecha temprana, tiene escobillado en un
0.33%. Por lo tanto, se hace evidente que el orden cronológico no coincide con la
disminución o el aumento de las proporciones. Por el contrario, las dos colecciones
tardías son más disímiles entre sí que respecto a la de Zipaquirá I que tiene fecha
temprana.

17. Punteado (Figura 39)

La proporción más alta de decoración punteada se reporta en la colección de


Tunja I, donde aparece en un 20.89%. La que le sigue, Madrid, sólo la exhibe en un
2.99%. A excepción de la muestra de Tunja I, el punteado es una característica poco
común, siendo que 10 de las 11 colecciones (o el 90.9% de ellas) no tienen más del 3%
de aparición. Incluso el 81.82% de las muestras tienen menos del 0.7% de punteado. Así,
aunque en una colección aparece el punteado en una gran cantidad, inusualmente grande
en comparación con todos los porcentajes de las demás características, en general se
presenta en cantidades muy pequeñas, incluso en 0% para 3 muestras.
Al tener Tunja I un porcentaje tan distinto de los demás, y comparativamente tan
alto, la diferencia con la muestra de Tunja II es muy grande. Por eso, las colecciones con
la mayor variabilidad intrasitio son las de Tunja que difieren entre sí en un 20.56%. A una
gran distancia le siguen las colecciones de Zipaquirá que se separan por un 0.67% y más
atrás las de Duitama que difieren por un 0.45%. Por último, como ocurre en la mayoría de
los casos, se encuentran las colecciones de Mosquera que con una diferencia de 0.05%
son las más similares entre sí.
A pesar del alto porcentaje de punteado que tiene Tunja I, la mayoría de las
colecciones tienen muy poco. Por lo tanto, el cálculo del promedio general que dio como
resultado 2.36%, parecía ser lo suficientemente pequeño. Si embargo, como es obvio, los
porcentajes de Tunja I y de Madrid son desproporcionadamente altos en relación a los
demás, y por estar muy por encima del 1.67% son considerados como datos extremos.
Por lo tanto se volvió a calcular el promedio, excluyendo dichos outliers, lo que dio como
resultado un promedio general de 0.23%. De esta manera se pone de manifiesto con
mucha más precisión que antes, que a pesar de la alta proporción en una colección, el
64

punteado en sumamente infrecuente. Es una de las características que en promedio


aparecen en un porcentaje menor, ya que está más cercano a 0 que al 1%.
Por otra parte se quiso establecer si el orden de dispersión de las colecciones en
la gráfica tiene alguna relación con la ubicación geográfica de las mismas. Se logró
determinar que la secuencia de mayor a menor proporción no coincide con el orden
geográfico de las colecciones. Además, aquellas que se encuentran cerca como Tunja I,
Iza o cualquiera de las muestras de Duitama, son abruptamente diferentes. Incluso la
diferencia entre las colecciones de Mosquera y la de Madrid es alta en relación a los
demás porcentajes que se registran. Además colecciones de sitios muy separados como
las de Mosquera II y Duitama I son virtualmente idénticas (0.149% y 0.152%). En últimas
la relación entre geografía y proporción de punteado es irregular.
Por último, se pudo establecer que, al igual que con la geografía, tampoco existe
una correlación clara con los aspectos cronológicos. La dos colecciones con fechas
tardías son totalmente distintas -Tunja I con 20.89% y Pubenza con 0%-, e incluso
Pubenza se acerca más a Zipaquirá I (la que tiene fecha temprana), que a Tunja I. La que
tiene la fecha más reciente es la que tiene el menor porcentaje, pero luego le sigue
Zipaquirá I con una datación mucho más temprana que la de Tunja I que le sigue detrás.
Por lo tanto, para el caso de la característica punteado, resulta imposible afirmar que los
porcentajes respondan a cambios cronológicos.

B. Resultados comparativos: Gráficas de Características (Figuras 23-39)

Una vez establecida la distribución de las diferentes decoraciones en las muestras


seleccionadas, se puede comenzar a analizar las relaciones entre colecciones. Más
específicamente, se puede estudiar si existen grupos de muestras que recurrentemente
se distinguen del resto y si éstas provienen de sitios que se relacionen geográfica o
cronológicamente. Además, se puede establecer cuáles son las colecciones con mayor
variabilidad intrasitio y cuáles son las características más y menos frecuentes. Por último,
es posible determinar cuáles colecciones recurrentemente se agrupan con otras para
cada una de las características decorativas.
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1. ¿Cuáles son las colecciones más diferentes del resto? ¿Por qué?

Para determinar cuáles son las colecciones recurrentemente más distintas de las
demás, es decir, cuáles frecuentemente tienen porcentajes significativamente mayores
que el resto, se contó cuántas veces una determinada colección es considerada como un
outlier. De esta manera, se pudo distinguir en cuántas ocasiones una muestra es
estadísticamente diferente de las demás. Así se logró establecer que las colecciones de
Pubenza y de Tunja I son las más diferentes del resto ya que en 6 ocasiones (es decir
para 6 características decorativas diferentes), sus porcentajes de aparición son
estadísticamente definidos como datos extremos. La tercera colección más distinta de las
demás es la de Madrid, ya que en 3 ocasiones se separa estadísticamente del resto, y las
siguientes son las dos muestras de Duitama y la de Mosquera I que se distinguen en solo
una ocasión (Figura 6).
Aunque conocer el número de ocasiones en que una muestra es estadísticamente
considerada como distinta es una buena manera para distinguir cuáles son las más
diferentes, en varios casos existen colecciones significativamente alejadas del resto, que
no se definen como datos extremos. Aunque estadísticamente no superan el porcentaje
determinado para ser consideradas como outliers, aún algunas colecciones tienen
proporciones llamativamente grandes en comparación con las demás. Por lo tanto, para
complementar la información sugerida por el conteo de outliers se realizó el siguiente
procedimiento.
En primera instancia se volvieron a analizar los porcentajes promedios de cada
una de las características y se observaron con detenimiento las proporciones de cada una
de las colecciones para las 17 decoraciones. Así, se logró establecer que ninguna
característica aparece en promedio en más del 18% y que 15 de las 17 (el 88.24%), se
encuentran en menos del 4%. Igualmente, el 58.82% de las características no aparecen
en más del 1%, lo que significa que la mayoría tienen proporciones realmente pequeñas.
Además observando con detenimiento cada uno de los gráficos se hace evidente que
aquellas colecciones que se agrupan, tienen porcentajes que no difieren en más del 1%.
Asimismo, aquellas muestras que se ven separadas del resto, sea entre grupos o al final
del gráfico, se distinguen en promedio por más del 1%.
66

Por lo tanto, teniendo en cuenta que la mayoría de las características aparece en


bajas proporciones, que incluso más de la mitad no supera el 1% y que las colecciones
que se agrupan en las gráficas no se distinguen por mas de un punto porcentual, se
definió que existía un grupo de muestras significativamente delimitado si sus porcentajes
no diferían en más de un 1%. En otras palabras, se estableció que dos (o más)
colecciones hacen parte de un mismo grupo si sus porcentajes de aparición de la
característica se diferencian en un rango superior al 1%. Por ejemplo, para la gráfica de
impresiones las colecciones de Pubenza y Madrid forman un grupo ya que sus
porcentajes (13.514% y 13.772% respectivamente) se distinguen en menos de un 1%.
Asimismo, este grupo se considera distinto al de Iza y Mosquera II, ya que se diferencia
de éste por mas de un 1% (Iza tiene 0.522% y Mosquera II 0.298% de impresiones). Se
considera entonces que el rango de 0 a 1% es lo suficientemente reducido como para dar
cuenta de las agrupaciones que se forman en gráficas donde sólo hay porcentajes
pequeños, pero lo suficientemente amplio como para no hacer de cada colección un
grupo particular.
A continuación, el segundo paso fue definir todos los grupos al 1% que se forman
en cada una de las 17 gráficas de características (Figura 7). En otras palabras, se
establecieron todos los conjuntos de muestras que comparten las mismas características
en porcentajes no más distintos del 1%. Teniendo un parámetro uniforme para definir lo
que se identifica como un grupo, se establecieron cuáles colecciones recurrentemente
aparecen con otras -es decir, cuáles se asemejan más entre sí- y cuáles están
frecuentemente solas, separadas del resto. Así, se pudo luego entrar a discutir acerca de
territorios geográficos definidos por características decorativas particulares.
De esta manera, se lograron definir todos lo conjuntos de colecciones que se
forman para cada una de las 17 decoraciones. Sin embargo se buscó organizar dicha
información de tal manera que se pudiera identificar con mayor claridad cuáles
colecciones se asemejan más a otras. Es decir, cuáles tienen en común las mismas
características en porcentajes parecidos, y cuáles comparten el hecho de no exhibir una
característica particular. Para tal propósito se realizó una segunda tabla (Figura 8) donde
se detalla para cada muestra qué características -en porcentajes similares- comparte con
las demás colecciones. Por ejemplo: se quiere determinar si la colección Tunja I tiene una
proporción de la característica baño/engobe semejante (que difiere en menos de un 1%)
con alguna otra colección. En la Figura 8 se observa que Tunja I tiene un 1 en las
67

columnas correspondientes a las colecciones de Zipaquirá I, Zipaquirá II y Duitama I.


Esto significa que la muestra de Tunja I comparte una proporción similar de baño/engobe
con dichas colecciones, así sea en un porcentaje de 0%. Las demás columnas restantes,
llenas con ceros, quieren decir que todas las otras colecciones no tienen la característica
en una proporción que no difiera en más del 1%. De esta forma se organizó una tabla que
maneja un código binario (0,1), donde 1 significa que dos colecciones se asemejan y 0
que difieren entre sí.
La Figura 9 resume la información de la tabla anterior. Ésta detalla el número total
de veces que una colección comparte con otra muestra porcentajes similares de
características (sin especificar cuáles). Además, para cada una de las 11 colecciones se
calcularon los promedios de semejanza con las demás muestras. Es decir, se obtuvieron
los promedios del número de veces en que una colección comparte características en
porcentajes similares con otras muestras. Así, por ejemplo, se determinó que la colección
de Tunja I tiene un promedio de semejanza de 5.7. Esto significa que en promedio dicha
muestra comparte 6 características (o un 33.53% de ellas) con el resto de las colecciones
en porcentajes similares. Además, si se compara este valor con el promedio de
semejanza de Iza que es 10, se verá que Tunja I difiere en promedio mucho más del
resto, ya que comparte menos características con porcentajes parecidos con las demás
muestras. Por ende, se puede concluir que la colección de Tunja I es más distinta al resto
que la de Iza. En otras palabras, la colección más distinta de las demás es la que tiene el
promedio de semejanza más pequeño, ya que comparte en promedio la menor cantidad
de proporciones similares de características con las demás colecciones. Asimismo, las
muestras que son más similares entre sí tienen los promedios de semejanza más altos.
Por último, se obtuvo el promedio general de semejanza para todas las
colecciones. Así, se observa en la Figura 9 que este es de 8.76%. Esto significa que en
promedio todas las muestras comparten 9 de las 17 características decorativas con
porcentajes similares entre sí, es decir un 51.55% de ellas.
De esta manera, se logró establecer que las colecciones que en promedio
comparten menos proporciones parecidas de características con el resto, son Tunja I y
Pubenza. Sus promedios de semejanza son de 33.53%, es decir que sólo tienen en
común 6 de las 17 características en porcentajes similares con todas las demás muestras.
Luego, la tercera colección más diferente es la Madrid, que tiene un promedio de
semejanza de 39.41%. Es decir, que en promedio la muestra de Madrid comparte 7 (6.7)
68

características con porcentajes similares con las demás. Por lo tanto, tal como se había
concluido en el conteo de outliers, las colecciones que recurrentemente más se distinguen
del resto son las de Tunja I, Pubenza y Madrid. Es más, estas tres muestras no se
asemejan en más del 39.41% con las demás colecciones. Teniendo en cuenta que en
general todas tienen el 51.55% de características en común, y que 8 de las 11 muestras
comparten el 53.53% de ellas, el hecho de que éstas tres compartan menos del 39.5%
resulta bastante significativo. Por lo tanto, se puede afirmar que fuera de ser Tunja I,
Pubenza y Madrid las muestras más diferentes del resto, también lo son en porcentajes
representativos.
Ya que tienen los menores promedios de semejanza, y que son consideradas
outliers en la mayor cantidad de ocasiones, dichas muestras son las 3 más diferentes. Sin
embargo, aún se desconoce si estas colecciones son similares entre sí, y por eso se
distinguen de las demás. Por lo tanto, a continuación se determinaron cuáles
características en porcentajes similares tienen estas tres colecciones en común, y si en
general pueden identificarse como un grupo separado del resto.
Al analizar la Figura 8, se logró determinar que aunque Tunja I, Pubenza y Madrid
se distinguen significativamente de las otras 8 colecciones, entre sí solo comparten 3
características con porcentajes semejantes, y tienen en común que ninguna exhibe
pintura naranja. En otras palabras, aunque se asemejen entre si por diferir de las demás,
ellas sólo comparten las aplicaciones, el ungulado, y los canales como características
decorativas. Por otra parte, cabe notar que el menor promedio de semejanza registrado
para cualquier colección es de 6 (5.7). Sin embargo, el de las muestras de Tunja I,
Pubenza y Madrid es 4. Por lo tanto, estás tres son mucho más distintas entre sí, que
cualquier otra en relación al resto. En síntesis, aunque existen tres colecciones diferentes
de las demás, entre sí no tienen mucho en común; es más, son más distintas entre ellas
de lo que es cualquier otra muestra en comparación con las demás.
Vale la pena analizar si las colecciones que más se parecen entre sí se relacionan
con algún otro factor. En este sentido, las tres colecciones no provienen de una zona
geográfica particular. Por el contrario, dichas muestras vienen de sitios dispersos por
todo el mapa del Altiplano, estando una en el extremo sur, otra en el medio de las dos, y
la última cerca al extremo norte. Además tampoco se observa que entre más al norte o al
sur se ubique la muestra, ésta tenga un mayor o menor promedio de semejanza. Al
69

contrario, las dos colecciones geográficamente más distantes -Tunja I y Pubenza- tienen
un promedio de semejanza de 6, mientras que Madrid tiene uno de 7.
Para seguir verificando la existencia de alguna relación entre la ubicación
geográfica de las colecciones y su similitud entre sí, se calcularon entonces los promedios
de semejanza entre muestras geográficamente cercanas y lejanas. Estos se compararon
luego entre ellos y en relación al promedio general de semejanza de todas las
colecciones, para evaluar qué tan significativa es o no la diferencia. Como primera medida
se obtuvo el promedio de semejanza de las tres colecciones geográficamente más
distantes: las dos de Duitama y la de Pubenza. Así, se logró determinar que se asemejan
en un 45.09%. Al compararlo con el promedio general de semejanza (que es de 51.55%)
se hace evidente que el primero es escasamente más bajo. Por lo tanto, por ahora parece
que aunque las colecciones más distantes ente sí se asemejan menos de lo que en
promedio se parecen todas las muestras en general, no lo hacen en porcentajes muy
distintos.
Si entre colecciones de sitios lejanos existe poca semejanza, debe verificarse si
sucede lo inverso entre colecciones cercanas. Los promedios de semejanza de las
colecciones de Mosquera y Madrid, que están localizadas bastante cerca unas de las
otras, es de 58.85%, por encima del promedio de semejanza de las colecciones de
Duitama y Pubenza, y del promedio general de semejanza de todas las muestras. Por otro
lado se calculó el promedio de semejanza de otra zona donde se localizan varias
colecciones muy cerca entre sí. Así se obtuvo un promedio de 49.02% para las
colecciones de Tunja y Duitama, cifra que está ligeramente por encima del promedio de
semejanza de Duitama y Pubenza pero por debajo del promedio de general semejanza
de todas las colecciones. Por lo tanto, no parece ser que las muestras más distintas sean
de una zona geográfica particular, ni que sus promedios de semejanza se relacionen con
su ubicación en el mapa. Tanto los sitios lejanos como cercanos entre sí tienen promedios
de semejanza muy similares; los de zonas más cercanas no son significativamente más
altos o más bajos que los de colecciones que provienen de sitios apartados.
No obstante, a pesar de que no existe ninguna relación clara entre la ubicación
geográfica y la similitud o diferencia de las colecciones, vale la pena notar que las dos
muestras más diferentes son también las que cuentan con las fechas más tardías para el
periodo Herrera en el Altiplano. La colección de Pubenza relacionada con una fecha
absoluta de 965 ± 100 d.C. y la de Tunja I con una datación de 690 ± 120 d.C., son
70

además las dos colecciones que recurrentemente se distinguen más del resto. Fuera de
ser las que en mayor cantidad de veces se consideran como outliers, son además las dos
muestras que tienen menores promedios de semejanza.
Si las colecciones más distintas son también las más recientes, entonces, ¿las
muestras tardías difieren significativamente de la temprana? Es decir, ¿las colecciones de
Tunja I y de Pubenza son distintas a la de Zipaquirá I? El promedio de semejanza de
estas tres es de 32.35%, significativamente más bajo que el promedio general de
semejanza de todas las colecciones que es 51.55%. Por lo tanto, la diferencia entre
colecciones antiguas y recientes es lo suficientemente significativa como para sugerir que
la distinción entre estas muestras se relaciona con la cronología. Además, aunque las dos
colecciones tardías no se parecen mucho entre sí (con un promedio de semejanza de
23.53%), se asemejan por contar con las dataciones más recientes. Puede ser entonces
que dichas colecciones difieran del resto no por tener combinaciones de características
distintas a las de las demás, o por exhibirlas en porcentajes diferentes, sino por contar
con algunas exclusivamente tardías, lo cual se verificará más adelante.

2. ¿Cuáles son las colecciones con mayores y menores diferencias intrasitio?

A partir de estos análisis no sólo se pueden distinguir las colecciones diferentes.


También, analizando los promedios de semejanza de determinadas muestras se puede
estudiar la variabilidad intrasitio. Así, se logró establecer que las colecciones de Tunja son
las que tienen la mayor variabilidad entre sí. Tunja I y Tunja II tienen un promedio de
semejanza de sólo el 29.4%, es decir que únicamente comparten en proporciones
similares las características de ungulado, pintura negra, pintura blanca, pintura naranja y
pintura rosada. Vale la pena notar que dichas dos colecciones tienen en común que todas
estas características aparecen en proporciones cercanas al 0%. En últimas entonces,
comparten el hecho de no exhibir estas características en ninguna ocasión.
Luego, le siguen las colecciones de Zipaquirá que tienen un promedio de
semejanza de 64.7%. Es decir, estas dos colecciones comparten entre sí 11 de las 17
características en proporciones similares. Fuera de aquellas que aparecen en un 0% en
ambas muestras -que son las aplicaciones, el baño/engobe, el perforado, la pintura
blanca, la pintura naranja, la pintura rosada, la protuberancia modelada, el escobillado y el
punteado-, las características que exhiben en porcentajes similares tan sólo son el
71

hachurado y el canal. Como se hace evidente entonces, las dos colecciones de Zipaquirá
se asemejan más entre sí por no presentar una serie de características, que por tenerlas
presentes como decoraciones.
Aún más similares que las dos colecciones anteriores son las muestras de
Duitama que tienen un promedio de semejanza del 70.59%, es decir que comparten 12 de
las 17 decoraciones en porcentajes similares. Al igual que las muestras de Zipaquirá, las
de Duitama también comparten el hecho de no exhibir varias características, y por eso
son tan semejantes. Por ejemplo, las colecciones de Duitama tienen en porcentajes muy
cercanos al 0% a la pintura negra, la pintura blanca, la pintura rosada, la pintura naranja,
el baño/engobe, el perforado, el hachurado y la protuberancia modelada. En cambio,
exhiben impresiones, pintura roja, muescas y punteado.
Por último se encuentran las dos colecciones que menor variabilidad intrasitio
exhiben. Precisamente estas son las dos muestras de Mosquera que se asemejan entre si
en un 88.24% (este es su promedio de semejanza). Dichas colecciones comparten 15 de
las 17 decoraciones en proporciones similares. Asimismo, tienen en común que presentan
cerca del 0% al punteado, al escobillado, a las aplicaciones, al ungulado, a la
protuberancia modelada, al perforado, al hachurado, a la pintura blanca, a la pintura
rosada y a la pintura naranja. En cambio, exhiben impresiones, muescas, canales, incisión
y pintura roja.
Se hace evidente entonces que las diferencias intrasitio son bastante variables
también. Las colecciones de Tunja las más disímiles entre sí, son tan diferentes una de la
otra que incluso se asemejan menos entre ellas de lo que en promedio lo hace cualquier
otra colección en relación al resto. Es decir, que éstas dos se parecen entre si tan sólo en
un 29.4%, mientras que el promedio general de semejanza para todas las muestras es de
51.55%. En cambio, las colecciones de Zipaquirá, Duitama y especialmente las de
Mosquera son bastante similares entre sí; todas se parecen más de lo que en promedio
se asemejan todas las colecciones entre ellas. Todas estas muestras tienen promedios de
semejanza que superan el 51.55%, mostrando que aunque difieran en proporciones
distintas, éstas son significativamente similares.
Vale la pena anotar que reconocer la variabilidad existente entre colecciones que
provienen de un mismo sitio trae importantes implicaciones para las conclusiones del
presente trabajo. Se plantea la necesidad de reflexionar acerca de la naturaleza misma de
las colecciones y de la forma como fueron obtenidas. Aunque en páginas anteriores se
72

hace referencia a por qué se seleccionaron las muestras que esta investigación utiliza,
aún gran parte de las diferencias entre colecciones de un mismo lugar pueden deberse a
la calidad misma de las muestras. Desde luego, las divergencias pueden ser el resultado
de diferencias cronológicas. A pesar de que las colecciones de un mismo lugar provienen
de sitios muy cercanos, es posible que hayan sido depositadas en momentos diferentes.
No obstante, las divergencias entre muestras de un mismo sitio pueden deberse también
a que realmente existieron diferencias entre colecciones de un mismo sitio. Puede ser que
durante el mismo periodo de tiempo, diferentes grupos (o incluso uno solo) hubiesen
fabricado y depositado artefactos cerámicos distintos, y por ende se encuentren
colecciones con características disímiles entre sí. Así, vale la pena analizar la variabilidad
existente entre colecciones de un sitio, reconociendo que puede ser resultado de su
calidad, su organización, su cronología o su relación con el grupo (o los grupos) que allí la
depositaron.

3. ¿Cuáles son las colecciones más similares entre sí? ¿Por qué?

En esta parte del trabajo se pretende identificar cuáles son las colecciones más
similares. Para responder esta pregunta se comenzó por identificar aquellas muestras que
más se parecen a otras, es decir las que tienen mayor número de características en
porcentajes similares en común. Se determinó que las colecciones que se asemejan más
entre sí, son las que lo hacen en más del 70%. Ya que el promedio general de semejanza
para todas las colecciones es de 51.55% se consideró que sólo aquellas muestras que
estuviesen significativamente por encima de este valor deben considerarse como
semejantes. De esta manera se logró establecer que las colecciones que más se parecen
entre sí son las dos de Mosquera. Mosquera I y Mosquera II se asemejan en un 88.24%,
es decir que comparten 15 de las 17 decoraciones en porcentajes similares. El segundo
bloque de colecciones más parecidas entre sí son todas aquellas que se asemejan en un
82.35%, es decir las que comparten proporciones semejantes de 14 de las 17
características. Estas son: Iza y Tunja II, y las de Mosquera II y Zipaquirá II.
El siguiente conjunto de colecciones más parecidas son las que se asemejan en
un 76.47%, o las que comparten porcentajes parecidos de 13 de las 17 características.
Estas son Mosquera I e Iza, Mosquera I y Zipaquirá II, y, Mosquera I y Duitama I. Por
73

último las colecciones que más se asemejan entre sí son las que se parecen en un
70.58%, es decir las que comparten 12 de las 17 características en porcentajes similares.
Estas son las de Mosquera II y Tunja II, Mosquera I y Tunja II, Duitama I e Iza, Duitama II
y Zipaquirá I, Duitama II y Duitama I y por último Zipaquirá I y Duitama II.
Es evidente que no existe ninguna correlación entre la geografía y las colecciones
que se asemejan más entre si. Es cierto que las dos colecciones de Mosquera son las
más parecidas, pero la de Madrid que se encuentra muy cerca de ellas es la tercera
muestra más distinta del resto. Además, colecciones que se encuentran muy distantes
entre si son tan similares como aquellas que están muy cerca, como es el caso entre
Mosquera II y Tunja II, y Duitama I e Iza, todas con el 70.59% de semejanza. No parecen
existir regiones donde se encuentren porcentajes de semejanza parecidos, ni relación
geográfica alguna entre aquellas colecciones que se asimilan más. Por lo tanto, aunque
es posible conocer cuáles son las muestras más semejantes con respecto al resto, no se
puede establecer ninguna relación entre ellas. Igualmente, resulta imposible establecer
una relación entre las colecciones semejantes y sus fechas radiocarbónicas asociadas.
Las muestras más similares no son las que cuentan con fechas parecidas, ni las más
distintas las que tengan dataciones distantes. Por el contrario, no parece existir ninguna
relación evidente entre la cronología y la similitud de las colecciones.

4. ¿Cuáles son las características más y menos frecuentes? ¿Cuáles sitios tienen
mayores proporciones de decoración?

Por último, comparando los porcentajes de aparición de todas las características, y


los promedios generales de cada una discutidos en detalle en la primera sección de este
capítulo, se pueden establecer cuáles decoraciones son las más comunes en las
colecciones Herrera seleccionadas, y cuáles son las menos frecuentes (Figura 10). Esto
permite comprobar si comparativamente la incisión es más común que la pintura, como
bien lo reitera la bibliografía, y comprender qué tan variada es la decoración de dicho
periodo.
En este orden de ideas se logró establecer que de lejos la decoración más común
es la incisión. Es la que tiene el promedio de aparición más alto, de 17.08%, mientras que
la segunda más frecuente, las impresiones, sólo cuentan con el 6.31%. La tercera que
más se registra son las muescas con un 3.82%, y muy cerca de ellas la pintura roja con
74

un 3.42%. A excepción de estás características, ninguna otra aparece en más del 3%,
cifra que resulta bastante pequeña. En general todas se registran en cantidades menores,
e incluso 10 de las 17 características aparecen en menos del 1%.
Así, la quinta decoración más frecuente es el canal con un 2.27%, la sexta el
ungulado con 1.48% y la séptima el baño/engobe con el 1.02%. Luego le siguen las
aplicaciones (0.60%), la protuberancia modelada (0.36%), el escobillado (0.33%) y la
pintura negra (0.30%). Aún más infrecuentes son el punteado con un 0.23%, el hachurado
con un 0.22% y el perforado con un 0.03%. Las menos comunes de todas las
características son las pinturas blanca, rosada y naranja cuyo porcentaje es de 0%, y sólo
se registran en una colección. Por lo tanto se puede observar que aunque hay tres tipos
de pintura infrecuentes; la pintura roja es bastante común, y en relación a las demás,
tiene un porcentaje significativo. De hecho la incisión es la característica más frecuente
para todas las colecciones Herrera analizadas. Cabe resaltar también que las impresiones
tienen un porcentaje elevado respecto a los demás al igual que las muescas.
En síntesis se puede concluir que las decoraciones Herrera se caracterizan por
tener frecuencias de aparición bastante bajas. Incluso la incisión que es la más frecuente
no aparece en más de un 20%, y como ya se había mencionado, más de la mitad de
todas las características no se registran en más de un 1%. En efecto la incisión es lo más
común para el periodo Herrera, pero no todas las pinturas son las menos frecuentes
(dada la excepción de la pintura roja). No obstante, las pinturas negra, naranja, rosada y
blanca sí son las decoraciones más escasas, aunque no muy lejos del perforado, el
hachurado y el punteado. Cabe añadir que las características infrecuentes no solo lo son
porque aparezcan en proporciones bajas en todas las colecciones. Por el contrario,
muchas de ellas como el perforado, el punteado y el hachurado se registran concentradas
en proporciones significativas en una o dos colecciones. Sin embargo, sus bajos
promedios reflejan que no son características comunes en general para las muestras del
periodo Herrera.
A continuación entonces se decidió analizar cuál es el porcentaje de pintura frente
al de incisión para cada colección (Figura 18). Vale la pena aclarar que al comparar estas
decoraciones, bajo el nombre de incisión se agrupó también el hachurado, los canales y el
escobillado ya que son decoraciones elaboradas con la misma técnica. Igualmente, en la
característica de pintura se agruparon todos los colores que se presentan en las
colecciones es decir el rojo, el negro, el rosado, el naranja y el blanco. En todas las
75

muestras, excepto en Madrid, existe una mayor cantidad de incisión que de pintura
(Figura 40). De nuevo entonces se concluye que la incisión es más frecuente que la
pintura para la gran mayoría de colecciones Herrera, tal como aseguraban los promedios
de cada una de las características individuales.
Además, se observa que entre más al norte se ubican las colecciones, la
proporción de pintura sobre incisión tiende a ser más baja (Figura 41). Es decir, que entre
más al norte están las muestras, éstas presentan más incisión. Por ejemplo, cuatro de las
cinco colecciones de Boyacá -es decir, Tunja II, Duitama I, Duitama II e Iza-, no superan
el 31% de proporción de pintura frente a inciso. En cambio, las siete muestras restantes
están todas por encima del 36%. Así, dejando a un lado a la colección de Madrid, la
gráfica parece dividirse en dos secciones con proporciones de pintura frente a incisión
diferentes. El primer grupo que con la excepción de Tunja I incluye las colecciones más al
sur – Pubenza, Mosquera I, Mosquera II, Zipaquirá I, Zipaquirá II tiene un promedio de
66% de pintura/incisión. En contraste, el segundo grupo, el de las colecciones ubicadas
en el norte - Tunja II, Duitama I, Duitama II e Iza- tiene un promedio de 15% de pintura/
incisión. Se comprueba entonces, que en las colecciones del norte hay menos pintura y
más incisión que en las colecciones del sur donde sucede lo contrario.
Sin embargo, a pesar de que parece existir una correlación general entre las
proporciones de pintura/inciso y el norte o sur, los porcentajes individuales de cada una
de las muestras no parecen coincidir tan claramente con la relación. Así por ejemplo, las
colecciones de Pubenza y de Iza tienen promedios muy cercanos (36% y 31%
respectivamente) a pesar de que son las muestras que se ubican en los dos extremos
más separados del mapa del Altiplano. Igualmente, las colecciones de Mosquera II,
Zipaquirá II, Zipaquirá I y Tunja I bastante dispersas entre sí tienen promedios bastante
similares entre el 54% y el 58% de pintura/incisión. Inclusive muestras de sitios muy
cercanos entre si son muy diferentes como ocurre entre la colección de Madrid y las dos
de Mosquera.
Por otro lado, la relación entre la cronología y la proporción de pintura/incisión de
las colecciones también resultó ser poco clara. Así, por ejemplo, la muestra con la fecha
más tardía, la de Pubenza, tiene una proporción de pintura/incisión de 36%. La segunda
colección con la fecha más reciente es Tunja I y la tiene un 58%. En contraste a lo que se
esperaría si existiera alguna relación con la cronología, la muestra con datación temprana,
la de Zipaquirá I, tiene una proporción de 54%. Por lo tanto, se hace evidente que la
76

colección más temprana se parece más a una de las tardías (Zipaquirá I a Tunja I), que lo
que se asemejan las tardías entre sí. De esta manera no se encuentra ninguna
correlación entre dataciones tempranas o tardías con un porcentaje similar de
pintura/incisión.
Ahora bien, viendo que las proporciones de pintura/incisión tenían pocas
relaciones claras con la cronología y la ubicación geográfica de las muestras, se decidió
analizar cuál es la proporción de fragmentos decorados frente al total de fragmentos
estudiados para cada colección. Así se podría ver si ciertas regiones geográficas tienen
mayores proporciones de decoración que otras, o si por el contrario no existe correlación
alguna entre la ubicación de la colección y el porcentaje de decoración que presenta.
Además se podría verificar si las muestras con dataciones recientes son más o menos
decoradas que las tardías, o si por el contrario tienen porcentajes muy similares entre sí.
En las Figuras 42 y 43, se detalla la proporción de decorado frente al total de
fragmentos para cada colección. Antes de comenzar a estudiarlas vale la pena aclarar
que el análisis de este aspecto está influenciado más que cualquier otro por la naturaleza
misma de las muestras que se utilizaron. Por ejemplo las colecciones de Pubenza y Tunja
I fueron ambas tomadas de las publicaciones donde aparecían fotografiados o dibujados
los fragmentos. Como es obvio, tanto en el libro de Cardale (1976) como el de Castillo
(1984) la gran mayoría de los tiestos que aparecen, tienen decoración. Por lo tanto dichas
colecciones tienen porcentajes muy elevados de fragmentos decorados que no se deben
tomar como estadísticamente representativos. Ya que las muestras fueron manipuladas
con anterioridad, con en claro propósito de incluir más fragmentos decorados que no
decorados, éstas no reflejan el universo de donde fueron seleccionadas de forma
significativa.
Esto mismo ocurre con la muestra de Madrid, que aunque fue observada
directamente y no en un libro, fue previamente seleccionada por los investigadores que la
obtuvieron, antes de ser estudiada para el presente trabajo. Así, la colección que se
analizó está compuesta en su gran mayoría por fragmentos decorados, aunque se sabe
que existen algunos sin decoración en el resto de la colección. Por lo tanto, al igual que
con las muestras de Pubenza y Tunja I, debe tenerse en mente que estas proporciones
de decorado frente al total de fragmentos no reflejan la realidad de la colección previa a
su organización. Por lo tanto, para hacer de la comparación un esfuerzo válido los
porcentajes de éstas tres colecciones fueron dejados de lado, y se trabajó con los
77

restantes 8. Las cifras obtenidas de dichas colecciones no pueden ser tomadas como
significativas, y por lo tanto no resulta válido utilizarlas en la comparación con las demás.
No obstante, las muestras de Mosquera I y Zipaquirá I también provienen de
colecciones de referencia organizadas previamente de acuerdo con los criterios de
quienes las obtuvieron. Sin embargo, pese a que están organizadas por los tipos
cerámicos definidos por el investigador que las recolectó, ambas tienen abundantes
fragmentos decorados y no decorados, y no se limitan a incluir solo los tiestos que tienen
decoración. Además, al menos en el caso de Mosquera, las proporciones obtenidas en
ambas muestras son muy similares, lo que indica que sin importar la organización de una
de las colecciones, el resultado es casi idéntico.
Por lo tanto, exceptuando a las colecciones de Pubenza, Tunja I y Madrid, se pudo
determinar que la colección con la más alta proporción de fragmentos decorados es
Zipaquirá I (Figuras 42 y 43). Asimismo, la muestra con menor porcentaje es Iza. De las 8
colecciones hay 6 que tienen porcentajes de decoración total por debajo del 20%. Es
decir, la gran mayoría de colecciones tienen muy poca decoración. Se puede observar
también que no existe una relación clara entre la proporción de decoración de la muestra
con su ubicación geográfica. Por el contrario, las colecciones localizadas más al sur y las
más al norte tienen porcentajes virtualmente idénticos; por ejemplo, Mosquera I, Tunja II y
Duitama I tienen porcentajes muy similares (14%, 11% y 12% respectivamente).
Por otro lado, resulta difícil establecer una relación clara con la cronología. Dado
que las colecciones de Pubenza y especialmente la de Tunja I no pueden tomarse como
estadísticamente representativas, resulta imposible hacer una comparación válida con las
otras colecciones. Por lo tanto aunque la muestra con la proporción de decoración más
alta es la de Zipaquirá I, y es también la que tiene la fecha más temprana, no es
razonable contrastarla con las colecciones tardías. Por lo tanto, no se puede establecer
relación alguna entre la proporción de decoración de la colección con su cronología.
78

C. Resultados comparativos: Gráficas de Colecciones (Figuras 44-54)

En síntesis, se conoce que aunque hay tres colecciones que se distinguen del
resto, éstas no se asemejan mucho entre sí. Se sabe además cuáles características en
proporciones similares tienen en común, y cuáles ninguna comparte. Se conocen cuáles
son las colecciones que se asemejan más entre sí y en qué porcentajes, y cuáles son las
muestras de un mismo sitio que más difieren. Se tiene además la información acerca de
los diseños más y menos frecuentes en general. Sin embargo, en el análisis de las
características decorativas no sólo resulta interesente saber cuáles diseños aparecen y
cuales no, o en donde se registra cada uno (Tilley, 1991). De igual forma, es importante
analizar las relaciones que se establecen entre las mismas características. Es decir, que
también vale la pena reconocer si hay algunas de ellas que recurrentemente aparecen
con otras o si algunas siempre están solas. Ya que el significado de la decoración no se
deriva sólo de aquellos diseños que se exhiben o no, sino también de la relación entre
ellos, tanto un factor como el otro deben ser tomados en consideración.

Así, a diferencia de los primeros análisis, en las Figuras 44-54 se muestra por hoja
una sola colección, donde se presenta la dispersión de las proporciones de cada una de
las 17 decoraciones. En cada gráfica se puede determinar para una muestra cuál es la
decoración que más aparece, la que menos se registra, y cuáles grupos de características
se forman por tener proporciones de aparición semejantes. Así por ejemplo, en el caso de
Tunja I, se observa que la característica más frecuente es la incisión seguida por la
pintura roja, luego el punteado y por último las impresiones en una proporción muy similar.
Además se hace evidente que la incisión está muy separada de las demás características,
con un porcentaje de 41.79%. Igualmente, las impresiones y el punteado forman un grupo
separado de los demás, al tener porcentajes bastante cercanos (20.39% y 20.89%
respectivamente), muy por encima del resto de las características que no superan el 7%
de aparición.
Sin embargo, a diferencia de lo que se realizó en el primer análisis, en esta
ocasión no se presenta en detalle un resumen de cada una de las gráficas. Ya que la
información respecto a los porcentajes de las características para cada colección se
encuentra en la Figura 4-en la misma que sirvió de base para organizar el primer grupo de
gráficas- se consideró redundante volver a detallar todo lo allí planteado. Además, en el
79

mismo análisis de las primeras 17 gráficas se discuten cuáles son las características más
y menos frecuentes para cada colección. Por lo tanto, a continuación sólo se presentan
los resultados comparativos de los 11 análisis que por colección muestran la dispersión
de todas las características.
Como primera medida, la comparación entre los gráficos de las colecciones
pretende establecer grupos de características que recurrentemente se asocian o
distinguen en todas las muestras. Así, se puede determinar cuáles de ellas aparecen
frecuentemente asociadas y cuáles no. Se analizaron de nuevo los porcentajes promedio
de cada una de las características y su distribución en las gráficas. Se logró determinar
que ninguna aparece en promedio en más del 18% y que 15 de las 17, aparecen en
menos del 4%. Asimismo, el 58.82% de las características no se registran en más del 1%,
lo que quiere decir que la mayoría tienen proporciones bajas. Además observando con
detenimiento cada una de las gráficas, se hace evidente que las características que se
agrupan (es decir las que se encuentran significativamente asociadas), tienen porcentajes
que no difieren en más del 1%. Igualmente, aquellas características que parecen alejadas
de las demás, se distinguen en promedio por más del 1%.
Por lo tanto, teniendo en cuenta que la mayoría de las características aparece en
proporciones muy bajas, que incluso más de la mitad no supera el 1%, y que las
características que se agrupan en las gráficas no se distinguen por mas de un punto
porcentual, se definió que existe un grupo de decoraciones significativamente delimitado
si sus porcentajes no difieren en más de un 1%. En otras palabras, se estableció que dos
(o más) características hacen parte de un mismo grupo si sus porcentajes de aparición se
diferencian en un rango de 0 a 1%. Por ejemplo, en la gráfica de Madrid se determinó que
la pintura roja (con un 56.89%) forma un grupo independiente. Luego le siguen las
muescas y las incisiones que forman un solo grupo al tener porcentajes que difieren en
menos del 1% entre sí (26.95% y 26.35% respectivamente). Después siguen las
impresiones con un 13.77% que no comparte grupo con ninguna característica. Se
considera entonces que el rango de 0 a 1% es lo suficientemente pequeño como para dar
cuenta de las agrupaciones que se forman en gráficas donde sólo hay porcentajes
menores, pero lo suficientemente amplio como para no hacer de cada decoración un
grupo particular.
Seguidamente, se definieron todos los grupos de características que se forman en
cada colección (Figura 11). Es decir, se establecieron todos los conjuntos de
80

características que se registran en porcentajes no más distintos del 1% para cada


muestra. Así, teniendo un parámetro uniforme para definir lo que se identifica como un
grupo, se pueden establecer cuáles características recurrentemente aparecen con otras y
cuáles están frecuentemente solas, de manera independiente. De esta manera se
lograron definir todos lo conjuntos de características que se forman para cada una de las
11 colecciones.
Sin embargo, se pretendía organizar dicha información de tal forma que se pudiera
identificar con mayor claridad cuáles características aparecen un mayor número de veces
con otras en porcentajes similares. La Figura 12 detalla para cada característica en qué
colecciones aparece en porcentajes similares con otras (es decir no más distintos del 1%).
Al igual que en la Figura 8, en esta tabla binaria las características que aparecen en
porcentajes similares se marcan con un 1 mientras que las que difieren con un 0. Así por
ejemplo, en la Figura 12 se observa que para la característica impresión en la colección
de Tunja I toda la fila se encuentra en ceros excepto en la columna de baño/engobe. Esto
significa que para ésta colección, las impresiones sólo aparecen en un porcentaje similar
con la característica baño/engobe. Todas las demás características presentes en la
muestra de Tunja I no se encuentran en porcentajes con una diferencia inferior al 1% al
de las impresiones.
Tal como se hizo en la Figura 9, se realizó luego la Figura 13, donde se resume
toda la información de la Figura 12. Ésta muestra la cantidad total de veces en que dos
características comparten porcentajes similares (sin detallar en qué colección). Asimismo,
se calcularon los promedios de similitud para cada una de las 17 características, es decir,
el promedio del número de veces en que cada una aparece en un porcentaje similar con
otra. Debe comprenderse que entre menor es el promedio de similitud de una
característica significa que aparece en menos ocasiones con otras. Igualmente las dos
características con mayor promedio de similitud entre sí, son aquellas que se registran
recurrentemente en porcentajes similares. Así por ejemplo, refiriéndose a la Figura 13 se
observa que el promedio de similitud de las impresiones es de 1.2. Esto quiere decir que
en promedio la impresión solo está con una característica más en un porcentaje similar en
cualquiera de las colecciones.
81

1. ¿Cuáles son las características que aparecen menos asociadas?

A partir de las tablas 10, 11 y 12 se logró determinar que la pintura naranja, las
impresiones, la pintura rosada, la pintura negra y la pintura blanca son las decoraciones
con los menores promedios de similitud -con valores de 0.3, 1.2, 1.2, 1.6 y 1.9
respectivamente-. Esto quiere decir, que son las características que en promedio
aparecen acompañadas por otras en menos ocasiones. De esta manera, si se encuentra
pintura naranja lo más común es que sea sola, y si se registran impresiones o pintura
rosada, por lo general lo harán en compañía de una sola característica más. Además, si
se encuentra pintura negra o pintura blanca, es de esperarse que aparezcan en compañía
de otras dos. Por el contrario, todas las demás características, es decir las restantes 12,
se encuentran acompañadas por otros tres o cuatro diseños. Vale la pena resaltar que en
promedio ninguna característica aparece con más de cuatro de ellas, lo que significa que
más de la mitad (el 52.94%) se encuentran en grupos de cuatro. Eso mismo puede
observarse con el promedio general de similitud de 2.69, que muestra que en general
todas las características se presentan con otras tres en cualquier colección.
En síntesis, se puede asegurar que la pintura naranja es una decoración que
tiende a aparecer sola, la única de las 17 registradas. Además 2 de las 17, es decir un
11.76%, aparece siempre en compañía de una característica más, o de otras dos.
Asimismo el 27.27% se registra en grupos de a 5 (es decir 1 característica en compañía
de otras 4), mientras que el restante 52.94% aparece en conjuntos de 4.

2. ¿Cuáles características aparecen recurrentemente asociadas?

Como primera medida se determinó que aquellas características que aparecen


acompañadas por otras en una cantidad significativa de ocasiones, son aquellas que lo
hacen en más de un 50%. Este valor no se determina por que sea la mitad, ni porque sea
un porcentaje elevado. Por el contrario, ya que el promedio general de similitud para todas
las características es de 24.47% se consideró que sólo aquellas que estuviesen
significativamente por encima de este valor, deben considerarse como un conjunto
semejante; por eso, el 50% resulta una cifra conveniente. De esta manera, analizando los
promedios de similitud se logró establecer que las muescas y el escobillado aparecen en
porcentajes similares en todas las colecciones. Así, en el 100% de las muestras, estas
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dos características están asociadas, lo que las hace ser la pareja que recurrentemente
más se asemeja entre sí. Fuera de estas dos, las muescas y el punteado, el escobillado y
el punteado, y la pintura roja y el ungulado, son los tres conjuntos que más se repiten;
todos en un 81.82% de las ocasiones. El hachurado y el punteado aparecen en
porcentajes similares en 8 de las 11 colecciones, es decir en un 72.77%, mientras que 8
parejas más lo hacen en 7 de las 11 muestras, o en un 63.64%. Dichas parejas son: el
canal y el engobe, el hachurado y las aplicaciones, el baño/engobe y la incisión, el
escobillado y el hachurado, las muescas y el hachurado, las muescas y la pintura roja, el
escobillado y la pintura roja, y por último, el punteado y la pintura roja. Aún teniendo
porcentajes similares en más del 50%, se encuentran el ungulado y las muescas, el
ungulado y el escobillado, la incisión y el canal, y el hachurado y el canal. El resto de las
características no aparecen en más de 5 colecciones con porcentajes similares.
Por lo tanto, se puede observar que el escobillado y el punteado teniendo
promedios de aparición pequeños, son las decoraciones que se encuentran en la mayoría
de las muestras. Es más, las muescas, el escobillado y el punteado forman el conjunto de
características que se encuentran más veces asociadas en porcentajes similares. Es
decir, son las que están en un mayor número de ocasiones con otras, pero no
necesariamente las que más aparecen en las muestras. No obstante, vale la pena resaltar
que las muescas aparecen en porcentajes altos y en la gran mayoría de las colecciones.
Ésta es la única característica que fuera de tener un promedio de aparición relativamente
alto (el tercero más elevado), es también una de las tres características más
frecuentemente registradas en general.

3. ¿Qué tienen en común las colecciones del sur?

Ya se conocen cuáles son las decoraciones que se encuentran recurrentemente con


otras, y cuáles se registran por lo general de manera individual. A continuación se quiere
averiguar si algunas de ellas aparecen exclusivamente en una zona geográfica, o si se
registran en promedios similares para una misma región. Por lo tanto, respecto a las
colecciones seleccionadas en este trabajo, se debe recordar que las muestras de
Pubenza, Mosquera I, Mosquera II y Madrid son las que se localizan más hacia el sur.
Asimismo, las muestras de Zipaquirá I y Zipaquirá II están en el centro, y las colecciones
de Tunja I, Tunja II, Iza, Duitama I y Duitama II más hacia el norte. A continuación
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entonces, se buscó determinar si las muestras del sur tienen similitudes decorativas
exclusivas para esta zona.
Por lo tanto, a partir de la Figura 9 se logró determinar que las colecciones del sur
presentan en porcentajes similares a las aplicaciones, el perforado, la pintura naranja y el
escobillado. Vale la pena aclarar que de las 4 características la única que todos exhiben
son las aplicaciones. Así, ninguna de las 4 colecciones del sur presenta el perforado, la
pintura naranja ni el escobillado como característica decorativa. Teniendo estos
porcentajes en común, se procedió a analizar si alguno de éstos es exclusivo del sur. Es
decir, si las aplicaciones sólo se registran en estas cuatro colecciones, o si el perforado, la
pintura naranja y el escobillado están ausentes únicamente en estas cuatro muestras.
Como primera medida se logró establecer que aunque las aplicaciones aparecen en
porcentajes similares en todas las colecciones del sur, ésta no es una característica
exclusiva de esta región. Por el contrario, las muestras de Zipaquirá I, las dos de Tunja y
las dos de Duitama también presentan aplicaciones. Igualmente, el hecho de no exhibir
perforado, tampoco es un atributo exclusivo del sur. Muestras tales como las dos de
Zipaquirá y las dos de Duitama tampoco lo tienen a pesar de que se localizan en el centro
y el norte del mapa del Altiplano. Asimismo, no es exclusivo de esta región no presentar
pintura naranja ni escobillado. Las dos colecciones de Zipaquirá y la de Duitama I
tampoco exhiben dichas decoraciones. Así pues, se determinó que aunque las
colecciones del sur presentan diseños en porcentajes similares (es decir tienen atributos
en común), no es exclusivo de esta zona que presenten o no algunos de ellos.
No obstante, aparte de las aplicaciones -que es la única característica que comparten
todas las colecciones del sur en un porcentaje similar- podían existir diseños exclusivos
para esta zona que se presentaran en proporciones diferentes. Por lo tanto, se analizó en
detalle la matriz general de todos los fragmentos (la base de datos común) en búsqueda
de características decorativas particulares que sólo aparecieran en las colecciones del
sur. Debe recordarse que dicha matriz muestra para cada uno de los 1784 fragmentos
qué diseños decorativos presenta entre los 77 posibles. Con el ánimo de definir diseños
específicos para cada zona geográfica, se analizó cada una de las 77 características para
ver si alguna aparecía de manera exclusiva en alguna región.
De esta manera se logró determinar que existen 18 características exclusivas de la
zona sur (Figura 14). Son 18 diseños que aparecen en las diferentes colecciones de esta
zona, y que no se presentan en ninguna otra colección. Éstos son: el baño blanco, el
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círculo u óvalo inciso, el baño naranja, las líneas verticales de pintura negra, el engobe
café, la aplicación de figura no geométrica, las líneas incisas formando patrón en
“ladrillos”, la pintura roja en pequeños puntos o manchas irregulares, la banda vertical de
pintura naranja, la banda horizontal de pintura negra en el labio, los triángulos rellenos de
pintura negra, los puntos rellenos de pintura negra, el hachurado en pintura negra, el
círculo de pintura blanca, las líneas de pintura blanca, las líneas de pintura rosada, la
líneas diagonales de pintura negra y la pintura negra en grandes porciones o en todo el
fragmento.
Se puede observar que el sur concentra todos los posible diseños de las pinturas
negra, blanca, rosada y naranja, al igual que la mayoría de los baños o engobes que
existen en todas las colecciones. Así se puede afirmar, que dichas características son
típicas del sur, registradas sólo en las muestras que provienen de esta zona geográfica
particular. Por el contrario, la región sur sólo tiene dos tipos de incisión exclusivas (a
pesar de que el conjunto de la incisión es el que más diseños tiene), y sólo una aplicación
de forma única. Además vale la pena resaltar que a pesar de acaparar todos los diseños
en las pinturas, sólo presenta de manera exclusiva uno de pintura roja.
Vale la pena añadir que aunque dichos 18 diseños se registran únicamente en el sur,
ninguno de ellos aparece en todas las colecciones de la región. Así aunque como zona
las muestras tienen algunas características en común, ninguna de ellas aparece en todas
las colecciones. Por lo tanto, se debe afirmar que no existe una característica exclusiva
común para toda la región, a pesar de que sí se registren algunas únicas para
determinadas muestras (Figuras 55-58). La decoración que más aparece en las
colecciones de esta zona sólo lo hace en dos de las cuatro muestras, ninguna se registra
en más.
Así, por ejemplo, la colección de Mosquera II es la única que presenta pintura negra
en grandes porciones o por todo el fragmento. Asimismo, la muestra de Mosquera I
exhibe de manera exclusiva a la incisión formando un patrón “en ladrillos”, a la pintura roja
en pequeños puntos o manchas irregulares y la banda vertical de pintura naranja.

4. ¿Qué tienen en común las muestras del norte?

Haciendo un ejercicio similar, se quiso determinar si las colecciones del norte tienen
algo en común o si presentan o no de manera exclusiva alguna característica. Se logró
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establecer que todas las muestras del norte tienen en porcentajes similares a la pintura
negra, la pintura blanca, la pintura naranja y la pintura rosada. Vale la pena aclarar que
todas estas muestras comparten el hecho de que ninguna tiene dichas características, es
decir que la presentan en un 0%. Así pues, al no tener ningún diseño en común, se puede
concluir que tampoco tienen ninguna característica en porcentajes similares de manera
exclusiva. Sin embargo lo contrario puede ser verdadero; es decir, que las cinco
colecciones del norte sean las únicas que no presentan estas características. No
obstante, tampoco resultó ser exclusivo de las colecciones del norte tenerlas ausentes.
Por el contrario, la muestra de Zipaquirá I y la de Madrid tampoco tienen pintura negra; y
las dos colecciones de Zipaquirá, las dos de Mosquera y la de Madrid no presentan
pintura blanca. Igualmente, las dos colecciones de Zipaquirá y la de Madrid, entre otras,
no exhiben ni pintura naranja ni pintura rosada.
Sin embargo, aunque se registran en proporciones diferentes, las muestras del
norte tienen 7 diseños exclusivos que no aparecen en ninguna otra colección (Figura 15).
Éstos son: las aplicaciones en cordón trenzado, la impresión de triángulos en líneas
diagonales, la impresión de cuadrados o rectángulos, el punteado fino en líneas
horizontales paralelas, el ungulado en patrón de espina de pescado, el cuadrado de
pintura roja y el perforado.
Contrario a lo que sucede en la zona sur, en la del norte no hay un conjunto de
características similares exclusivas. No es posible afirmar que el norte concentre la
mayoría del punteado, del ungulado o de cualquier otra característica, ya que sólo
presenta de manera exclusiva uno o dos diseños de un mismo conjunto. En contraste con
el sur, en este caso sólo hay un diseño de aplicación, uno de punteado, uno de ungulado,
uno de pintura roja y uno de perforado, presentes de manera única. El conjunto que más
diseños tiene es el de las impresiones aunque sólo son dos. Así, los diseños exclusivos
son bastante variados y muy diferentes entre sí.
Cabe anotar además que a pesar de que dichos 7 diseños aparecen únicamente
en el norte, ninguno de ellos se registra en todas las muestras de la región. Así, aunque
como zona las colecciones tienen algunas características en común, ninguna de ellas se
registra en todas las muestras. Por lo tanto, se debe afirmar que no existe una
característica exclusiva común para toda la zona norte, a pesar de que sí haya algunas
únicas para determinadas colecciones (Figuras 59-61). La decoración que más aparece
en las muestras de esta región sólo lo hace en cuatro de las cinco colecciones, ninguna
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se registra en más. Así, por ejemplo, la muestra de Tunja I es la única que presenta
impresión triangular diagonal, y ungulado en espina de pescado. Asimismo, las dos
colecciones de Duitama presentan de manera exclusiva a la aplicación en cordón
trenzado, y las dos de Tunja el cuadrado pintado en rojo.
Por último, haciendo el mismo ejercicio realizado con anterioridad, se logró determinar
que en las colecciones alejadas del sur y del norte existe un solo diseño exclusivo. Así las
muestras de Zipaquirá I y Zipaquirá II tienen en común de manera exclusiva a la
impresión digital (Figuras 16 y 62). Esta es una suave impresión realizada con el pulgar
por lo general cerca del borde de la vasija, que de acuerdo con Cardale (1981) se
relaciona con el proceso de fabricación de la sal. Es un diseño que sólo se encuentra en
esta zona, y que ambas muestras comparten.

5. ¿Qué tienen en común las colecciones con fechas tempranas?

Tal como se hizo con las muestras del norte y del sur, se quiso averiguar además si
existen semejanzas entre colecciones con dataciones similares. Ya que la única fecha
temprana que se tiene es la de Zipaquirá I, resulta imposible establecer si tiene algo en
común con alguna otra colección. Por lo tanto, solo se puede señalar que dicha muestra
presenta todas las características excepto el baño/engobe, la pintura negra, el perforado y
las pinturas blanca, naranja y rosada. Además, sólo se puede afirmar que no exhibe
ninguna característica exclusiva. Todas las que presenta se encuentran en alguna otra
muestra.

6. ¿Qué tienen en común las muestras con fechas tardías?

Las colecciones de Tunja I y Pubenza tienen porcentajes similares de aplicaciones,


ungulado, canales y pintura naranja. Vale la pena aclarar que ambas presentan las
primeras tres decoraciones, y que tienen en un 0% a la última. Seguidamente se procedió
a analizar si la presencia o ausencia de alguna característica es un rasgo exclusivo de
una colección tardía. Así se buscaba detallar si alguna característica presente en
Zipaquirá I no aparece en las colecciones de Tunja I y Pubenza, o viceversa.
Se pudo determinar que no existe ninguna decoración presente en la colección de
Zipaquirá I que no se registre en las muestras de Pubenza y Tunja I. Sin embargo, las
87

muescas, el ungulado y los canales aparecen en mayores proporciones en Zipaquirá I que


en las otras dos colecciones. Asimismo se pudo establecer que tampoco existe una
característica que se encuentre en las muestras de Pubenza y Tunja I que no se presente
en la de Zipaquirá I. De todas formas, las impresiones, la incisión, el hachurado y la
protuberancia modelada tienen mayores porcentajes de aparición en las colecciones
tardías que en la temprana de Zipaquirá I. Sin embargo, vale la pena añadir que Pubenza
(la colección con fecha más reciente) es la única que presenta pintura blanca y pintura
rosada.
Por lo tanto, se puede asegurar que a excepción de aquellas de Pubenza, las
características decorativas entre colecciones tempranas y tardías no son excluyentes. Lo
único que se puede establecer es que la muestra con fecha temprana presenta más
muescas, ungulado y canales, mientras que las tardías tienen mayores porcentajes de
impresiones, incisión, hachurado y protuberancia modelada. Se puede ver entonces que
contrario a lo que frecuentemente se asegura en la bibliografía, en la colección más
temprana no se encuentra más incisión que en las tardías. Por el contrario, son las dos
muestras con fechas recientes las que tienen mayores porcentajes de incisión. Asimismo
la pintura roja no es más frecuente en las colecciones tardías que en la temprana, ya que
Zipaquirá I tiene un porcentaje de aparición muy superior al de Pubenza. Sin embargo,
exceptuando el caso de la pintura roja, las demás pinturas sí son más comunes en las
muestras tardías -en especial en Pubenza- que en la de Zipaquirá I.
Teniendo pues una serie de distinciones poco claras entre la colección con fecha
temprana y aquellas tardías, se analizó de nuevo en detalle la matriz general de todos los
fragmentos. Tal como se hizo con las muestras de las zonas norte y sur, en este caso se
quería establecer si existen diseños particulares (entre 77 posibles) que sólo se registren
en alguna colección, aunque en proporciones diferentes. Sólo así se podrían distinguir las
diferencias entre muestras claramente relacionadas con la cronología.
Así, se logró determinar que se presentan 9 diseños exclusivos de las colecciones
tardías (Figura 17). Estos son: la impresión triangular diagonal, el ungulado en espina de
pescado, la banda horizontal de pintura negra en el labio, los triángulos rellenos de pintura
negra, los puntos rellenos de pintura negra, el hachurado de pintura negra, el círculo de
pintura blanca, las líneas de pintura blanca y las líneas de pintura rosada.
Sin embargo, aunque las colecciones tardías presentan éstas características, no hay
un solo diseño que se encuentre en ambas colecciones. Por lo tanto, resulta imposible
88

definir una característica exclusiva común para las colecciones tardías. Sólo se pueden
definir aquellas que aparecen únicamente en alguna de éstas muestras, pero no una en
general. Así pues se observa que Pubenza es la única que exhibe pintura negra en el
labio, triángulos rellenos de pintura negra, puntos rellenos de pintura negra, hachurado en
pintura negra, círculo de pintura blanca, líneas de pintura blanca y pintura rosada en
bandas. Asimismo, la muestra de Tunja I presenta de manera exclusiva a la impresión
triangular diagonal y al ungulado en espina de pescado (Figuras 58 y 60).
Por lo tanto, no existen características exclusivas comunes para todo el sur, el norte,
la colección temprana o las tardías. Aunque se registran algunos diseños exclusivos en
varias colecciones, ninguno de ellos es compartido por las demás muestras con atributos
similares. Así, el máximo nivel de detalle que se puede obtener se limita a definir los
diseños particulares exclusivos de algunas colecciones, y las características en común de
ciertos conjuntos de muestras.

VII. CONSIDERACIONES FINALES

Existe una considerable variabilidad en las colecciones de cerámica Herrera del


Altiplano, al menos respecto a sus características decorativas. Contrario a lo que se
asegura con frecuencia, al menos en relación a su decoración, los sitios Herrera son
relativamente diferentes. Los porcentajes de los distintos diseños registrados son muy
distintos entre colecciones, siendo que entre las 17 características estudiadas, solo se
registran 9 en porcentajes similares en todas las muestras. En otras palabras, se puede
asegurar que los sitios Herrera comparten un 51.55% de los diseños en proporciones
semejantes, es decir, que no son un conjunto claramente homogéneo al menos respecto
a su decoración. Como muestra de la diversidad existente entre los sitios de este periodo,
se observan grandes diferencias entre colecciones que provienen de un mismo lugar, y
marcados contrastes entre muestras de sitios muy cercanos. Asimismo, aunque se
reconocen algunas colecciones que se distinguen notoriamente del resto, entre sí, estas
tienen poco en común. Así, cada colección parece tener características únicas y
particulares que pocas veces comparte con otras, y que rara vez se relacionan con su
ubicación geográfica o su cronología.
89

Se logró establecer que las colecciones de Tunja I, Pubenza y Madrid, son las que
más se distinguen del resto, ya que no comparten más de 7 características en porcentajes
similares con las demás. Es decir, que estas tres muestras se asemejan poco a las otras
colecciones porque presentan porcentajes de decoración significativamente diferentes.
Sin embargo, a pesar de que estas tres se distinguen mucho de las otras colecciones, se
parecen muy poco entre sí. Incluso se logró determinar que las muestras de Tunja I,
Pubenza y Madrid se asemejan menos entre ellas, de lo que lo hace cualquier otra
colección en relación al resto. En realidad, estas colecciones sólo presentan en
porcentajes similares a las aplicaciones, al ungulado y los canales, y se asemejan porque
ninguna cuenta con pintura naranja. Además, no existe un solo diseño común que estas
tres muestras exhiban de manera exclusiva.
Vale la pena resaltar que dichas colecciones a pesar de ser las más diferentes, no
se localizan en una misma región. Por el contrario, las muestras de Tunja I, Madrid y
Pubenza se localizan muy lejos una de la otra, y muy dispersas en relación al mapa del
Altiplano Cundiboyacense. No obstante, las dos muestras más distintas son también las
dos que cuentan con fechas más tardías (Tunja I y Pubenza). Por lo tanto, aunque no
parece existir alguna correlación con la ubicación espacial, las diferencias temporales
pueden plantearse como una explicación alternativa. Además, se logró determinar que
fuera de que las dos colecciones más tardías son también las más distintas, a la vez,
éstas se distinguen notoriamente de la muestra que tiene una fecha temprana. Así, las
colecciones con fechas recientes contrastan significativamente con la de Zipaquirá I, lo
que de nuevo plantea la posibilidad de explicar las divergencias decorativas en razón del
tiempo y no sólo del espacio.
Por otro lado, se logró determinar que no existe ninguna relación clara entre
semejanza decorativa y cercanía de los lugares donde se obtuvieron las colecciones. En
efecto, la distancia no se relaciona con las frecuencias de los motivos registrados: zonas
geográficas muy apartadas entre sí tienen porcentajes tan similares como los de aquellas
que se encuentran cerca. Al menos a partir de los porcentajes de aparición de los diseños
decorativos, no se puede concluir que entre más lejos estén dos sitios menos se parezcan
y viceversa. Es más, el análisis de la variabilidad intrasitio pone de manifiesto la gran
diferencia existente entre colecciones muy cercanas entre sí. Tal como lo demuestra el
análisis de las colecciones de Tunja y Zipaquirá, incluso muestras obtenidas en el mismo
sitio tienen porcentajes de decoración muy diferentes.
90

Observaciones como esta, ponen de manifiesto la imposibilidad de asumir una


relación directa entre semejanza y cercanía geográfica, tal y como propuso Osborn
(1988). Aunque no se puede asegurar que la identidad cultural sea más o menos fuerte
entre grupos vecinos o lejanos, es cuestionable la idea de que los aspectos culturales se
asimilen más entre mayor sea la cercanía de los grupos. La decoración de los fragmentos
cerámicos bien puede considerarse como un aspecto que marque cierta identidad cultural
de un grupo. No obstante, al menos para las colecciones Herrera analizadas en este
trabajo, ésta no guarda relación alguna con la distancia geográfica.
Se logró establecer además, que las colecciones que más se asemejan entre sí
son las dos de Mosquera seguidas por Iza - Tunja II y Mosquera II - Zipaquirá II. A estas
le siguen las muestras de Mosquera I - Iza, Mosquera I - Zipaquirá II y Mosquera I -
Duitama. Se hace evidente entonces, que las colecciones que más se asemejan tampoco
guardan una relación clara con la ubicación geográfica. La muestra de Mosquera I se
asimila a muchas otras colecciones cercanas y lejanas sin relación alguna con la
distribución espacial.
Por lo tanto al menos a partir de las diferencias y similitudes de las colecciones, es
decir, partiendo de la comparación entre la aparición de características en porcentajes
similares, no se distinguen zonas geográficas relacionadas con motivos decorativos
particulares. Tomando en cuenta sólo esta información, no es posible hablar de territorios
discretos inferidos a partir de zonas de estilo decorativo compartidas. No existen regiones
geográficas cuyas colecciones Herrera se parezcan más entre sí y que contrasten con
otras; ni colecciones que por su ubicación espacial se asemejen o distingan más entre
ellas. Por el contrario, las muestras más distintas del resto provienen de zonas
geográficas muy apartadas, así como lo hacen aquellas que se asimilan más. Tal como lo
menciona Hernández (2002: 87), este patrón coincide con un tipo de producción cerámica
a escala doméstica, donde no se han estandarizado diseños decorativos en regiones más
amplias.
De igual forma no existe una relación evidente entre la proporción de fragmentos
decorados frente al total de tiestos, con la ubicación geográfica de las colecciones. La
muestra de Zipaquirá I es la que tiene la proporción más alta, mientras que la de Iza la
más baja. Sin embargo, aunque estas dos colecciones se encuentran apartadas entre sí,
las proporciones de las demás colecciones restantes poco varían de acuerdo a su
ubicación geográfica. De nuevo, la proporción de tiestos decorados versus el total de
91

fragmentos no sirve para identificar territorios geográficos discretos que se relacionen con
rasgos decorativos específicos. Asimismo, tampoco se encuentra ninguna relación entre
la cronología y la proporción de fragmentos decorados frente al total. La muestra con
fecha más temprana es la que tiene la proporción más alta, pero dadas las condiciones de
las colecciones con fechas tardías no es posible compararlas. Por lo tanto resulta
imposible establecer alguna relación.
Por otra parte, en todas las colecciones la característica decorativa más común es
la incisión. Tal como se asegura recurrentemente en la bibliografía, en efecto los diseños
más frecuentes son los incisos, mientras que los elaborados con pintura (a excepción de
la roja) son los menos registrados. Asimismo, las impresiones y las muescas son
características frecuentemente encontradas, y la pintura blanca, la pintura naranja y la
pintura rosada las características menos presentes. En general, las frecuencias de
aparición de motivos decorativos son bastante bajas. A pesar de la gran variedad
encontrada (77 diseños en total), todos estos se registran en proporciones moderadas. A
excepción de la incisión y la pintura roja, que son las características con porcentajes de
aparición más altos, todos los demás diseños son relativamente poco frecuentes. Sin
contar estas dos características, sólo en tres ocasiones los porcentajes superan el 20%.
Ningún diseño aparece en promedio en más del 18% y el 88.24% de ellos se encuentran
en menos del 4%. Igualmente, el 58.82% de las características no aparecen en más del
1%, lo que significa que la mayoría tienen proporciones realmente pequeñas. Igualmente
se logró establecer que en todas las colecciones con excepción de Madrid, hay más
incisión que pintura. Además entre más al norte se ubica la colección más incisión
presenta y menos pintura exhibe.
Continuando el análisis detallado de las características decorativas, se llegó a la
conclusión de que sólo existe una característica individual. Al contrario de todas las
demás que por lo general aparecen en grupos de cuatro, la pintura naranja se registra
sola. Igualmente las impresiones y las pinturas naranja, rosada, negra y blanca son
características que por lo general se registran solas o en compañía de una o dos
decoraciones más. Además, se determinó que las características que aparecen más
veces asociadas en proporciones similares son las muescas y el escobillado. Luego, le
siguen las muescas y el punteado, el escobillado y el punteado, y la pintura roja y el
ungulado.
92

Por último, el análisis de las características y sus frecuencias de aparición en las


diferentes colecciones permitió determinar que aunque no existen zonas geográficas
claramente delimitadas por decoraciones cerámicas similares, sí se registran motivos
decorativos exclusivos en algunos sitios. Aunque no es posible relacionar la distancia
entre sitios con semejanzas o diferencias en las decoraciones, sí existen numerosos
diseños que aparecen de forma exclusiva en un solo lugar. Así por ejemplo, las
colecciones de Pubenza, Mosquera I, Mosquera II y Tunja I presentan diseños
decorativos exclusivos. Asimismo las dos muestras de Duitama y las dos de Tunja
exhiben motivos que ninguna otra muestra tiene.
No obstante, aunque existen diseños exclusivos en colecciones particulares, no se
encuentran motivos comunes para zonas geográficas más amplias, ni en las muestras
que comparten fechas tardías. Ni las zonas sur, centro o norte comparten un diseño
común exclusivo, como tampoco lo hacen las colecciones con dataciones recientes ni la
muestra con fecha temprana. Lo único que tienen en común las colecciones del sur es
que acaparan todos los posibles diseños de las pinturas negra, blanca, rosada y naranja,
y la mayoría de los baños o engobes registrados, pero ninguno de los diseños específicos
se repite en todas. Asimismo, las colecciones del norte no comparten ningún diseño
exclusivo particular. Así se evidencia que la exclusividad decorativa se registra a un nivel
mucho más pequeño de lo anticipado.
De igual manera, a excepción de las pinturas blanca y rosada que sólo se registran
en Pubenza, las características de la colección con fecha temprana no son excluyentes de
las de las muestras con dataciones tardías. Sólo se puede determinar que la colección
con fecha temprana tiene mayores proporciones de muescas, ungulado y canales
mientras que las que se relacionan con dataciones recientes presentan más impresiones,
incisión, hachurado y protuberancia modelada. De nuevo las dos colecciones con fecha
reciente no comparten una característica exclusiva en común, y la muestra con datación
temprana no tiene ningún diseño único. Además, contrario a lo que se propone
ampliamente en la bibliografía, se logró determinar que existe una mayor proporción de
incisión en las colecciones tardías que en la temprana. Igualmente, se registra más
pintura roja en la colección temprana que en las recientes, a pesar de que las demás
pinturas sean en su mayoría exclusivas de las colecciones tardías.
Al relacionar la información derivada de los primeros análisis con los datos
obtenidos del estudio del segundo grupo de gráficas, se debe replantear los términos en
93

que se interpreta e identifica la existencia de patrones regionales durante el periodo


Herrera. A primera vista, al no encontrarse relaciones claras entre las proporciones de
decoración y la ubicación geográfica, no parecía plausible referirse a amplias unidades
regionales caracterizadas por diferencias en estilo. Sin embargo, al descubrir la
exclusividad de algunos motivos en ciertos lugares, se debe replantear la consideración
anterior. Al poder determinar diseños que sólo se registran en colecciones particulares de
forma exclusiva, y al reconocer que al menos la zona sur comparte una serie de atributos
decorativos, parece ser que las diferencias estilísticas territoriales se encuentran a una
escala más pequeña.
Es importante anotar que las diferencias evidentes no se observan entre zonas,
sino entre muestras particulares. Así, puede ser que se estén marcando diferencias entre
sitios más pequeños como lo son Pubenza y Tunja, y no entre regiones como la sur y la
norte. Esto estaría de acuerdo con las conclusiones obtenidas por lo reconocimientos
regionales que plantean que los asentamientos Herrera consistían básicamente en
pequeñas aldeas separadas entre sí, que no formaban unidades políticas regionales
(Langebaek, 1995). El encontrar diferencias marcadas entre sitios pequeños y no entre
regiones o zonas, puede hacer referencia a grupos de pobladores que habitaban
pequeñas regiones dispersas donde se compartían tradiciones de estilos decorativos
locales. La variabilidad intrasitio tan ampliamente registrada en esta investigación, puede
estar dando cuenta de las diferencias sociales identificadas a nivel de asentamiento
durante el Perodo Herrera. Estos resultados son muy diferentes a los del Formativo del
Valle de Oaxaca donde, desde muy temprano, aparecen tanto diferencias intrasitio como
regionales, que siguieren la existencia no sólo de diferencias sociales en cada sitio, sino
también la conformación de unidades políticas regionales (Flannery y Marcus, 1994).
La presente investigación permite llegar a algunas conclusiones sobre aspectos
relacionados con la cerámica Herrera. En primer lugar, plantea que no se pueden
reconocer en las muestras estudiadas distinciones que se puedan atribuir a la
diferenciación entre Herrera Temprano y Herrera Tardío. Esto no quiere decir que tal
contraste no se pueda establecer, puesto que otras dimensiones en el análisis de la
cerámica (formas, tecnología, materiales, etc.) no fueron tenidos en cuenta en esta
investigación. Sin embargo, al menos desde la comparación de diseños decorativos
cerámicos, no se reconocen características tempranas claramente diferentes de las
tardías. Además, el presente trabajo permite llamar la atención sobre la ausencia de
94

criterios claros sobre los que la distinción cronológica se sustenta. En segundo lugar, se
propone que la diversidad que se registra en la decoración Herrera servía para marcar
contrastes entre habitantes de un solo sitio, más que entre pobladores de regiones
diferentes. La naturaleza de esos contrastes es cuestión de debate. Las diferencias entre
sitios pueden estar marcadas por diferencias sociales o por la existencia de grupos de
descendencia identificados por una cerámica emblemática. En todo caso, los resultados
son coherentes con la existencia de diferenciaciones a nivel de sitio que, sin embargo, no
implicaban la conformación de sistemas políticos de carácter regional.

VIII. BIBLIOGRAFIA

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Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales Banco de La República.
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Occupation in Coastal Lowland Mesoamerica”. En: SKIBO, J. M. (ed.). Pottery and
People-A Dynamic Interaction. Salt Lake City, The University of Utah Press. pp 159-
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Verde Error 80% 1. Tunja I 2. Tunja II 3. Iza 4. Pubenza 5. Zipaquirá I 6. Zipaquirá II
Azul Error 95%
Figura 23 7. Duitama I 8. Duitama II 9. Mosquera I 10. Mosquera II 11. Madrid
Rojo Error 99% Impresiones
0,3

0,25

1
0,2
Niveles de Confiabilidad

0,15
4 11

0,1

5
8
0,05
7 6
9
10 2
3
0
0,00 0,05 0,10 0,15 0,20 0,25

-0,05
Proporción de Decoración
Verde Error 80%
1. Tunja I 2. Tunja II 3. Iza 4. Pubenza 5. Zipaquirá I 6. Zipaquirá II
Azul Error 95% Figura 24
7. Duitama I 8. Duitama II 9. Mosquera I 10. Mosquera II 11. Madrid
Rojo Error 99% Baño/Engobe
0,20

0,18

0,16

0,14

0,12
Niveles de Confiabilidad

4
0,10

0,08

0,06

11
0,04

10 2
0,02

17385 6 9
0,00
0 0,02 0,04 0,06 0,08 0,1 0,12

-0,02
Proporción de Decoración
1. Tunja I 2. Tunja II 3. Iza 4. Pubenza 5. Zipaquirá I 6. Zipaquirá II
Verde Error 80% Figura 25
7. Duitama I 8. Duitama II 9. Mosquera I 10. Mosquera II 11. Madrid
Azul Error 95% Aplicaciones
Rojo Error 99%

0,07

0,06

0,05

0,04
7
Niveles de Confiabilidad

0,03

5
0,02

8
10 1
9 11
0,01
4
3 2
6
0
0 0,005 0,01 0,015 0,02 0,025 0,03 0,035 0,04 0,045

-0,01

-0,02
Proporción de Decoración
Verde Error 80%
Azul Error 95% Figura 26 1. Tunja I 2. Tunja II 3. Iza 4. Pubenza 5. Zipaquirá I 6. Zipaquirá II
Rojo Error 99% 7. Duitama I 8. Duitama II 9. Mosquera I 10. Mosquera II 11. Madrid
Ungulado

0,12

0,1

0,08
Niveles de Confiabilidad

0,06
11
8

0,04

4
5

0,02
10
6
237 9 1
0
0 0,01 0,02 0,03 0,04 0,05 0,06 0,07

-0,02
Proporción de Decoración
Verde Error 80% 1. Tunja I 2. Tunja II 3. Iza 4. Pubenza 5. Zipaquirá I 6. Zipaquirá II
Azul Error 95%
Figura 27 7. Duitama I 8. Duitama II 9. Mosquera I 10. Mosquera II 11. Madrid
Rojo Error 99% Incisión

0,7

0,6

0,5
4
Niveles de Confiabilidad

1
0,4

0,3
11

0,2
5
8
6
10
0,1
9
2
7
3
0
0,00 0,10 0,20 0,30 0,40 0,50 0,60
Proporción de Decoración
1. Tunja I 2. Tunja II 3. Iza 4. Pubenza 5. Zipaquirá I 6. Zipaquirá II
Figura 28
Verde Error 80% 7. Duitama I 8. Duitama II 9. Mosquera I 10. Mosquera II 11. Madrid
Azul Error 95% Pintura Negra
Rojo Error 99%

0,3

0,25

0,2

4
Niveles de Confiabilidad

0,15

0,1

0,05

1235
7 8 11 10
9 6
0
0 0,02 0,04 0,06 0,08 0,1 0,12 0,14 0,16 0,18

-0,05
Proporción de Decoración
1. Tunja I 2. Tunja II 3. Iza 4. Pubenza 5. Zipaquirá I 6. Zipaquirá II
Verde Error 80% Figura 29 7. Duitama I 8. Duitama II 9. Mosquera I 10. Mosquera II 11. Madrid
Azul Error 95% Perforado
Rojo Error 99%

0,08

0,07

0,06

0,05
Niveles de Confiabilidad

0,04

0,03

0,02

0,01
45678
2
9 10 11
3
0
0 0,005 0,01 0,015 0,02 0,025 0,03 0,035 0,04

-0,01
Proporción de Decoración
Figura 30 1. Tunja I 2. Tunja II 3. Iza 4. Pubenza 5. Zipaquirá I 6. Zipaquirá II
Verde Error 80% 7. Duitama I 8. Duitama II 9. Mosquera I 10. Mosquera II 11. Madrid
Azul Error 95% Pintura Blanca
Rojo Error 99%

0,05

0,04

0,03
Niveles de Confiabilidad

0,02

0,01

12356
7 8 9 10 11

0
0 0,002 0,004 0,006 0,008 0,01 0,012 0,014 0,016

-0,01

-0,02
Proporción de Decoración
1. Tunja I 2. Tunja II 3. Iza 4. Pubenza 5. Zipaquirá I 6. Zipaquirá II
Verde Error 80% Figura 31
7. Duitama I 8. Duitama II 9. Mosquera I 10. Mosquera II 11. Madrid
Azul Error 95% Pintura Naranja
Rojo Error 99%

0,002

0,0015

0,001
Niveles de Confiabilidad

0,0005
9

123456
7 8 10 11

0
0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00

-0,0005

-0,001
Proporción de Decoración
1. Tunja I 2. Tunja II 3. Iza 4. Pubenza 5. Zipaquirá I 6. Zipaquirá II
Verde Error 80% Figura 32 7. Duitama I 8. Duitama II 9. Mosquera I 10. Mosquera II 11. Madrid
Azul Error 95%
Pintura Rosada
Rojo Error 99%

0,05

0,04

0,03
Niveles de Confiabilidad

0,02

0,01

12356
7 8 9 10 11
0
0 0,002 0,004 0,006 0,008 0,01 0,012 0,014 0,016

-0,01

-0,02
Proporción de Decoración
1. Tunja I 2. Tunja II 3. Iza 4. Pubenza 5. Zipaquirá I 6. Zipaquirá II
Verde Error 80% Figura 33
7. Duitama I 8. Duitama II 9. Mosquera I 10. Mosquera II 11. Madrid
Azul Error 95% Hachurado
Rojo Error 99%

0,12

0,1

0,08
Niveles de Confiabilidad

1
0,06

0,04

0,02
5

89 10
3 7 11 6
0
2
0 0,01 0,02 0,03 0,04 0,05 0,06 0,07

-0,02
Proporción de Decoración
1. Tunja I 2. Tunja II 3. Iza 4. Pubenza 5. Zipaquirá I 6. Zipaquirá II
Verde Error 80% Figura 34 7. Duitama I 8. Duitama II 9. Mosquera I 10. Mosquera II 11. Madrid
Azul Error 95%
Protuberancia Modelada
Rojo Error 99%

0,14

0,12

0,1

0,08
Niveles de Confiabilidad

0,06

4
0,04

0,02
5 11
10
2679
8
3
0
0 0,01 0,02 0,03 0,04 0,05 0,06 0,07 0,08

-0,02
Proporción de Decoración
1. Tunja I 2. Tunja II 3. Iza 4. Pubenza 5. Zipaquirá I 6. Zipaquirá II
Verde Error 80% Figura 35 7. Duitama I 8. Duitama II 9. Mosquera I 10. Mosquera II 11. Madrid
Azul Error 95% Pintura Roja
Rojo Error 99%

0,8

0,7

0,6
11

0,5
Niveles de Confiabilidad

0,4

1
0,3

0,2

5
0,1
10
2 6
7
8
9
0
3
0 4 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6

-0,1
Proporción de Decoración
1. Tunja I 2. Tunja II 3. Iza 4. Pubenza 5. Zipaquirá I 6. Zipaquirá II
Verde Error 80% Figura 36 7. Duitama I 8. Duitama II 9. Mosquera I 10. Mosquera II 11. Madrid
Azul Error 95%
Canal
Rojo Error 99%

0,14

0,12

0,1

0,08
Niveles de Confiabilidad

11
0,06

8
0,04
5

6
10
0,02
1
3 9
4
2 7
0
0 0,01 0,02 0,03 0,04 0,05 0,06 0,07

-0,02
Proporción de Decoración
1. Tunja I 2. Tunja II 3. Iza 4. Pubenza 5. Zipaquirá I 6. Zipaquirá II
Verde Error 80% Figura 37 7. Duitama I 8. Duitama II 9. Mosquera I 10. Mosquera II 11. Madrid
Azul Error 95% Muescas
Rojo Error 99%

0,4

0,35

0,3

11

0,25
Niveles de Confiabilidad

0,2

0,15
5

0,1
4

0,05
10 1 6
2 9
3
0 8 7
0 0,05 0,1 0,15 0,2 0,25 0,3

-0,05
Proporción de Decoración
1. Tunja I 2. Tunja II 3. Iza 4. Pubenza 5. Zipaquirá I 6. Zipaquirá II
Verde Error 80% Figura 38 7. Duitama I 8. Duitama II 9. Mosquera I 10. Mosquera II 11. Madrid
Azul Error 95%
Escobillado
Rojo Error 99%

0,14

0,12

8
0,1

0,08
Niveles de Confiabilidad

0,06

1
0,04

0,02
3
4679 2
10 11
5
0
0 0,02 0,04 0,06 0,08 0,1 0,12

-0,02
Proporción de Decoración
Verde Error 80% 1. Tunja I 2. Tunja II 3. Iza 4. Pubenza 5. Zipaquirá I 6. Zipaquirá II
Azul Error 95% Figura 39 7. Duitama I 8. Duitama II 9. Mosquera I 10. Mosquera II 11. Madrid
Rojo Error 99% Punteado

0,3

0,25

1
0,2
Niveles de Confiabilidad

0,15

0,1

0,05

11
8
2
3 6 4 10 7 9 5
0
0 0,05 0,1 0,15 0,2 0,25

-0,05
Proporción de Decoración
Figura 40
Pintura/Incisión

1,8

1,6

1,4
Proporción Pintura/Incisión

1,2

0,8

0,6

0,4

0,2

0
Iza Mosquera I Zipaquirá II Duitama I Zipaquirá I Madrid Duitama II Tunja II Tunja I Pubenza Mosquera II
Colecciones
Figura 41
Pintura/Incisión

1,8
Madrid

1,6

1,4
Proporción Pintura/Incisión

1,2

0,8

Zipaquirá II
Mosquera II
0,6
Tunja I
Zipaquirá I
Pubenza Mosquera I Iza
0,4
Duitama I
0,2
Tunja II
Duitama II
0
0 2 4 6 8 10 12
Colecciones en orden geográfico sur-norte
Figura 42
Verde Error 80%
Proporción Fragmentos Decorados/Total de Fragmentos Azul Error 95%
Rojo Error 99%

1,2

Madrid
1
Tunja I

0,8
Niveles de Confiabilidad

Pubenza

0,6

Zipaquirá I
0,4
Duitama II

Zipaquirá II
0,2
Mosquera II
Tunja II Mosquera I
Duitama I
Iza
0
0 0,2 0,4 0,6 0,8 1 1,2
Proporción Decorados/Total
Figura 43
Verde Error 80%
Proporción de Fragmentos Decorados/Total de Fragmentos Azul Error 95%
Rojo Error 99%

1,2

1
Madrid Tunja I
Proporción Decorados/Total

0,8

Pubenza

0,6

Zipaquirá I
0,4

Duitama II

0,2
Zipaquirá II
Mosquera II
Iza
Mosquera I Tunja II
Duitama I
0
0 2 4 6 8 10 12
Colecciones en orden geográfico sur-norte
Proporción de Decoración

Es
co

0,00%
10,00%
20,00%
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40,00%
50,00%
60,00%
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Figura 45
Mosquera I

Pu
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Características Decorativas
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Figura 7 Conjuntos de Colecciones al 1%

Baño / Pintura
Impresiones Engobe Aplicaciones Ungulado Incisión Pintura Negra Perforado Canal Roja
1 1,3,5,6,7,8,9, 2,3,4,5,6,8,9,10 1,2,3,4,6,7,9,10 3 1,2,3,5,7,8,9,11 2,3,4,5,6,7,8,9,10,11 2,4,7 7,8
4,11 2,10 2,4,5,9,10,11 8,11 2,7 4 1 1,3,4,7,9 3,4,7
5 11 1,4,5,9,11 5 2,10 6,9 1,3,9,10 2,3
6,7,8 4 7 6,9,10 6,10 6,10 2,9
2,3,9 5,8 5,6 6,10
3,10 11 5,8 9,10
3,9,10 1 11 1
4 11
5

Pintura Pintura Protuberancia


Blanca Naranja Punteado Escobillado Muescas Modelada Hachurado Pintura Rosada

1,2,3,5,6,7,8, 1,2,3,4,5,6,7, 2,3,4,5,6,7,8,9, 4,5,6,7,8,9,10 1,2,3,5,6,7,8,9,10


9,10,11 8,9,10,11 10 11 2,3 2,3,5,6,7,8,9,10 1 11
4 1 8 2,8,10 1 4 4
11 1 7,8,9,10 4 2,3,5,6,7,8,9,10,11
2,5 1,6 11
2,3 4
5
11

1. Tunja I 2. Tunja II 3. Iza


4. Pubenza 5. Zipaquirá I 6. Zipaquirá II
7. Duitama I 8. Duitama II 9. Mosquera I
10. Mosquera II 11. Madrid
Figura 11 Conjuntos de Características al 1%

Tunja I Tunja II Iza Pubenza Zipaquirá I Zipaquirá II


1,2 2,4,5,6,8,13,14 4,8,10 1 1 1,6,10
5,7,8 1,4,6 1,6,12,13 3 6,10 3,7,11,14
4,6,13 3,10 1,8,12 6 7,8 8
9 9 4,9,10 9 2,4,5,12,14 9
2,4,5,12,13,15,16
10 7,11,12,15,16,17 2,3,5,7,11,14,15,16,17 11 9 17
3,11,13,15,16,
12,14 12 17
3,11,15,16,17 14
5,7,8,10,15,16
2,4,13,17

Mosquera I Mosquera II Madrid Duitama I Duitama II


2,3,5,7,11,14,17 1,2,5,7,12,14 5,12 1,5 1,8
1,3,5,8 6,11,14 2 6 4
6,8 3,6,8,11 3 2,8,10 2,5,10,12,14
6,10 9 7,8 5,9 2,5,6,12
9 10 1 3,4,7,11,12,13,14,15,16,17 9
4,12,13,15,16 4,13,15,16,17 6,9 7,8
10 3,11,13,15,16,17
4,11,13,14,15,16,17

1. Impresiones 2. Punteado 3. Baño/Engobe 4. Escobillado 5. Aplicaciones


6. Muescas 7. Ungulado 8. Canal 9. Incisión 10. Pintura Roja
11. Pintura Negra 12. Prot. Modelada 13. Perforado 14. Hachurado 15. Pintura Blanca
16. Pintura Rosada 17. Pintura Naranja
Figura 3 Total de Características por Colección

Características

Proporción decorado/total
Protuberancia Modelada

Total aproximado

Total fragmentos
Pintura Naranja
Pintura Rosada
Baño / Engobe

Pintura Blanca

de la muestra
Pintura Negra
Aplicaciones
Impresiones

Pintura Roja
Escobillado

Hachurado

decorados
Colección

Perforado
Ungulado
Punteado

Muescas

muestra
Incisión
Canal
Tunja I 41 42 0 8 3 8 1 3 84 59 0 14 7 12 0 0 0 201 201 100%
Tunja II 32 7 55 23 8 19 0 9 135 54 0 0 2 5 0 0 0 2116 224 11%
Iza 3 0 0 9 0 1 0 7 13 9 0 2 1 0 0 0 0 575 41 7%
Pubenza 20 0 16 0 1 12 1 1 72 2 25 7 0 4 2 2 0 148 108 73%
Zipaquirá I 22 2 0 1 2 40 8 11 57 37 0 1 0 1 0 0 0 300 132 44%
Zipaquirá II 10 0 1 0 0 11 2 7 20 12 3 0 0 1 0 0 0 260 52 20%
Duitama I 21 1 0 0 26 14 0 3 31 7 0 0 0 0 0 0 0 660 80 12%
Duitama II 31 5 0 85 5 12 44 36 132 1 0 5 0 1 0 0 0 831 308 37%
Mosquera I 31 5 11 0 13 56 2 32 199 78 4 0 0 3 0 0 1 2484 360 14%
Mosquera II 2 1 17 0 3 11 2 14 48 27 11 1 0 5 0 0 0 671 111 17%
Madrid 23 5 7 0 2 45 10 11 44 95 0 3 0 0 0 0 0 167 167 100%
TOTALES 236 68 107 126 63 229 70 134 835 381 43 33 10 32 2 2 1 8413 1784 21%
Figura 4 Totales Porcentuales de Características por Colección

Porcentaje de aparición de las características

Protuberancia Modelada

Pintura Naranja
Pintura Rosada
Baño / Engobe

Pintura Blanca
Pintura Negra
Aplicaciones
Impresiones

Pintura Roja
Escobillado

Hachurado
Colección

Perforado
Ungulado
Punteado

Muescas

Incisión
Canal
Tunja
I 20,40% 20,90% 0,00% 3,98% 1,49% 3,98% 0,50% 1,49% 41,79% 29,35% 0,00% 6,97% 3,48% 5,97% 0,00% 0,00% 0,00%
Tunja
II 1,51% 0,33% 2,60% 1,09% 0,38% 0,90% 0,00% 0,43% 6,38% 2,55% 0,00% 0,00% 0,09% 0,24% 0,00% 0,00% 0,00%
Iza 0,52% 0,00% 0,00% 1,57% 0,00% 0,17% 0,00% 1,22% 2,26% 1,57% 0,00% 0,35% 0,17% 0,00% 0,00% 0,00% 0,00%
Pubenza 13,51% 0,00% 10,81% 0,00% 0,68% 8,11% 0,68% 0,68% 48,65% 1,35% 16,89% 4,73% 0,00% 2,70% 1,35% 1,35% 0,00%
Zipaquirá
I 7,33% 0,67% 0,00% 0,33% 0,67% 13,33% 2,67% 3,67% 19,00% 12,33% 0,00% 0,33% 0,00% 0,33% 0,00% 0,00% 0,00%
Zipaquirá
II 3,85% 0,00% 0,38% 0,00% 0,00% 4,23% 0,77% 2,69% 7,69% 4,62% 1,15% 0,00% 0,00% 0,38% 0,00% 0,00% 0,00%
Duitama
I 3,18% 0,15% 0,00% 0,00% 3,94% 2,12% 0,00% 0,45% 4,70% 1,06% 0,00% 0,00% 0,00% 0,00% 0,00% 0,00% 0,00%
Duitama
II 3,73% 0,60% 0,00% 10,23% 0,60% 1,44% 5,29% 4,33% 15,88% 0,12% 0,00% 0,60% 0,00% 0,12% 0,00% 0,00% 0,00%
Mosquera
I 1,25% 0,20% 0,44% 0,00% 0,52% 2,25% 0,08% 1,29% 8,01% 3,14% 0,16% 0,00% 0,00% 0,12% 0,00% 0,00% 0,04%
Mosquera
II 0,30% 0,15% 2,53% 0,00% 0,45% 1,64% 0,30% 2,09% 7,15% 4,02% 1,64% 0,15% 0,00% 0,75% 0,00% 0,00% 0,00%
Madrid 13,77% 2,99% 4,19% 0,00% 1,20% 26,95% 5,99% 6,59% 26,35% 56,89% 0,00% 1,80% 0,00% 0,00% 0,00% 0,00% 0,00%
Figura 5 Porcentajes, Errores y Desviaciones Estándar de las Características por Colección

Impresiones Punteado Baño / Engobe


Total de fragmentos

% Baño / Engobe
% Impresiones

Error Estándar

Error Estándar

Error Estándar
% Punteado
Desviación

Desviación

Desviación
Error 80

Error 95

Error 99

Error 80

Error 95

Error 99

Error 80

Error 95

Error 99
t 80

t 95

t 99

Colección

Tunja
I 201 1,282 1,96 2,576 20% 0,40 0,03 0,04 0,06 0,07 21% 0,41 0,03 0,04 0,06 0,07 0% - - - - -
Tunja
II 2116 1,282 1,96 2,576 2% 0,12 0,00 0,00 0,01 0,01 0% 0,06 0,00 0,00 0,00 0,00 3% 0,16 0,00 0,00 0,01 0,01

Iza 575 1,282 1,96 2,576 1% 0,07 0,00 0,00 0,01 0,01 0% - - - - - 0% - - - - -

Pubenza 148 1,282 1,96 2,576 14% 0,34 0,03 0,04 0,06 0,07 0% - - - - - 11% 0,31 0,03 0,03 0,05 0,07
Zipaquirá
I 300 1,282 1,96 2,576 7% 0,26 0,02 0,02 0,03 0,04 1% 0,08 0,00 0,01 0,01 0,01 0% - - - - -
Zipaquirá
II 260 1,282 1,96 2,576 4% 0,19 0,01 0,02 0,02 0,03 0% - - - - - 0% 0,06 0,00 0,00 0,01 0,01
Duitama
I 660 1,282 1,96 2,576 3% 0,18 0,01 0,01 0,01 0,02 0% 0,04 0,00 0,00 0,00 0,00 0% - - - - -
Duitama
II 831 1,282 1,96 2,576 4% 0,19 0,01 0,01 0,01 0,02 1% 0,08 0,00 0,00 0,01 0,01 0% - - - - -
Mosquera
I 2484 1,282 1,96 2,576 1% 0,11 0,00 0,00 0,00 0,01 0% 0,04 0,00 0,00 0,00 0,00 0% 0,07 0,00 0,00 0,00 0,00
Mosquera
II 671 1,282 1,96 2,576 0,298% 0,05 0,00 0,00 0,00 0,01 0% 0,04 0,00 0,00 0,00 0,00 3% 0,16 0,01 0,01 0,01 0,02

Madrid 167 1,282 1,96 2,576 14% 0,34 0,03 0,03 0,05 0,07 3% 0,17 0,01 0,02 0,03 0,03 4% 0,20 0,02 0,02 0,03 0,04
Continuación Figura 5

Pintura Negra Protuberancia Modelada Perforado

% Protuberancia
% Pintura Negra

Error Estándar

Error Estándar

Error Estándar
% Perforado
Desviación

Desviación

Desviación
Modelada
Error 80

Error 95

Error 99

Error 80

Error 95

Error 99

Error 80

Error 95

Error 99
Tunja I 0% - - - - - 7% 0,25 0,02 0,02 0,04 0,05 3% 0,18 0,01 0,02 0,03 0,03

Tunja II 0% - - - - - 0% - - - - - 0% 0,03 0,00 0,00 0,00 0,00

Iza 0% - - - - - 0% 0,06 0,00 0,00 0,00 0,01 0% 0,04 0,00 0,00 0,00 0,00

Pubenza 17% 0,37 0,03 0,04 0,06 0,08 5% 0,21 0,02 0,02 0,03 0,04 0% - - - - -

Zipaquirá I 0% - - - - - 0% 0,06 0,00 0,00 0,01 0,01 0% - - - - -

Zipaquirá II 1% 0,11 0,01 0,01 0,01 0,02 0% - - - - - 0% - - - - -

Duitama I 0% - - - - - 0% - - - - - 0% - - - - -

Duitama II 0% - - - - - 1% 0,08 0,00 0,00 0,01 0,01 0% - - - - -

Mosquera I 0% 0,04 0,00 0,00 0,00 0,00 0% - - - - - 0% - - - - -

Mosquera II 2% 0,13 0,00 0,01 0,01 0,01 0% 0,04 0,00 0,00 0,00 0,00 0% - - - - -

Madrid 0% - - - - - 2% 0,13 0,01 0,01 0,02 0,03 0% - - - - -


Continuación Figura 5

Hachurado Pintura Blanca Pintura Rosada

Error Estándar

Error Estándar

Error Estándar
% Hachurado

Desviación

Desviación

Desviación
% Pintura

% Pintura
Error 80

Error 95

Error 99

Error 80

Error 95

Error 99

Error 80

Error 95

Error 99
Rosada
Blanca
Tunja I 6% 0,24 0,02 0,02 0,03 0,04 0% - - - - - 0% - - - - -

Tunja II 0% 0,05 0,00 0,00 0,00 0,00 0% - - - - - 0% - - - - -


Iza 0% - - - - - 0% - - - - - 0% - - - - -

Pubenza 3% 0,16 0,01 0,02 0,03 0,03 1% 0,12 0,01 0,01 0,02 0,02 1% 0,12 0,01 0,01 0,02 0,02

Zipaquirá I 0% 0,06 0,00 0,00 0,01 0,01 0% - - - - - 0% - - - - -

Zipaquirá II 0% 0,06 0,00 0,00 0,01 0,01 0% - - - - - 0% - - - - -


Duitama I 0% - - - - - 0% - - - - - 0% - - - - -

Duitama II 0% 0,03 0,00 0,00 0,00 0,00 0% - - - - - 0% - - - - -

Mosquera I 0% 0,03 0,00 0,00 0,00 0,00 0% - - - - - 0% - - - - -

Mosquera II 1% 0,09 0,00 0,00 0,01 0,01 0% - - - - - 0% - - - - -


Madrid 0% - - - - - 0% - - - - - 0% - - - - -
Continuación Figura 5

Escobillado Aplicaciones

% Aplicaciones
Error Estándar

Error Estándar
% Escobillado

Desviación

Desviación
Error 80

Error 95

Error 99

Error 80

Error 95

Error 99
Tunja I 4% 0,20 0,01 0,02 0,03 0,04 1% 0,12 0,01 0,01 0,02 0,02

Tunja II 1% 0,10 0,00 0,00 0,00 0,01 0% 0,06 0,00 0,00 0,00 0,00

Iza 2% 0,12 0,01 0,01 0,01 0,01 0% - - - - -

Pubenza 0% - - - - - 1% 0,08 0,01 0,01 0,01 0,02

Zipaquirá I 0% 0,06 0,00 0,00 0,01 0,01 1% 0,08 0,00 0,01 0,01 0,01

Zipaquirá II 0% - - - - - 0% - - - - -

Duitama I 0% - - - - - 4% 0,19 0,01 0,01 0,01 0,02

Duitama II 10% 0,30 0,01 0,01 0,02 0,03 1% 0,08 0,00 0,00 0,01 0,01

Mosquera I 0% - - - - - 1% 0,07 0,00 0,00 0,00 0,00

Mosquera II 0% - - - - - 0% 0,07 0,00 0,00 0,01 0,01

Madrid 0% - - - - - 1% 0,11 0,01 0,01 0,02 0,02


Continuación Figura 5

Canal Incisión Pintura Roja

% Pintura Roja
Error Estándar

Error Estándar

Error Estándar
Desviación

Desviación

Desviación
% Incisión
% Canal

Error 80

Error 95

Error 99

Error 80

Error 95

Error 99

Error 80

Error 95

Error 99
Tunja I 1% 0,12 0,01 0,01 0,02 0,02 42% 0,49 0,03 0,04 0,07 0,09 29% 0,46 0,03 0,04 0,06 0,08
Tunja II 0% 0,07 0,00 0,00 0,00 0,00 6% 0,24 0,01 0,01 0,01 0,01 3% 0,16 0,00 0,00 0,01 0,01
Iza 1% 0,11 0,00 0,01 0,01 0,01 2% 0,15 0,01 0,01 0,01 0,02 2% 0,12 0,01 0,01 0,01 0,01
Pubenza 1% 0,08 0,01 0,01 0,01 0,02 49% 0,50 0,04 0,05 0,08 0,11 1% 0,12 0,01 0,01 0,02 0,02
Zipaquirá I 4% 0,19 0,01 0,01 0,02 0,03 19% 0,39 0,02 0,03 0,04 0,06 12% 0,33 0,02 0,02 0,04 0,05
Zipaquirá II 3% 0,16 0,01 0,01 0,02 0,03 8% 0,27 0,02 0,02 0,03 0,04 5% 0,21 0,01 0,02 0,03 0,03
Duitama I 0% 0,07 0,00 0,00 0,01 0,01 5% 0,21 0,01 0,01 0,02 0,02 1% 0,10 0,00 0,01 0,01 0,01
Duitama II 4% 0,20 0,01 0,01 0,01 0,02 16% 0,37 0,01 0,02 0,02 0,03 0% 0,03 0,00 0,00 0,00 0,00
Mosquera I 1% 0,11 0,00 0,00 0,00 0,01 8% 0,27 0,01 0,01 0,01 0,01 3% 0,17 0,00 0,00 0,01 0,01
Mosquera II 2% 0,14 0,01 0,01 0,01 0,01 7% 0,26 0,01 0,01 0,02 0,03 4% 0,20 0,01 0,01 0,01 0,02

Madrid 7% 0,25 0,02 0,02 0,04 0,05 26% 0,44 0,03 0,04 0,07 0,09 57% 0,50 0,04 0,05 0,08 0,10
Continuación Figura 5

Ungulado Muescas Pintura Naranja

% Pintura Naranja
Error Estándar

Error Estándar

Error Estándar
% Ungulado

% Muescas
Desviación

Desviación

Desviación
Error 80

Error 95

Error 99

Error 80

Error 95

Error 99

Error 80

Error 95

Error 99
Tunja I 0% 0,07 0,00 0,01 0,01 0,01 4% 0,20 0,01 0,02 0,03 0,04 0% - - - - -
Tunja II 0% - - - - - 1% 0,09 0,00 0,00 0,00 0,01 0% - - - - -
Iza 0% - - - - - 0% 0,04 0,00 0,00 0,00 0,00 0% - - - - -
Pubenza 1% 0,08 0,01 0,01 0,01 0,02 8% 0,27 0,02 0,03 0,04 0,06 0% - - - - -
Zipaquirá I 3% 0,16 0,01 0,01 0,02 0,02 13% 0,34 0,02 0,03 0,04 0,05 0% - - - - -
Zipaquirá II 1% 0,09 0,01 0,01 0,01 0,01 4% 0,20 0,01 0,02 0,02 0,03 0% - - - - -
Duitama I 0% - - - - - 2% 0,14 0,01 0,01 0,01 0,01 0% - - - - -
Duitama II 5% 0,22 0,01 0,01 0,02 0,02 1% 0,12 0,00 0,01 0,01 0,01 0% - - - - -
Mosquera I 0% 0,03 0,00 0,00 0,00 0,00 1% 0,11 0,00 0,00 0,00 0,01 0% 0,02 0,00 0,00 0,00 0,00
Mosquera II 0% 0,05 0,00 0,00 0,00 0,01 2% 0,14 0,01 0,01 0,01 0,01 0% - - - - -
Madrid 6% 0,24 0,02 0,02 0,04 0,05 27% 0,44 0,03 0,04 0,07 0,09 0% - - - - -
Figura 6 Datos Extremos

Baño / Engobe

Aplicaciones
Impresiones

Escobillado
Punteado

Muescas
0,0030 0,0000 0,0000 0,0000 0,0000 0,0017
0,0052 0,0000 0,0000 0,0000 0,0000 0,0090
Primer cuartil 0,0125 0,0000 0,0000 0,0000 0,0038 0,0144
0,0151 0,0015 0,0000 0,0000 0,0045 0,0164
0,0318 0,0015 0,0000 0,0000 0,0052 0,0212
Segundo cuartil 0,0373 0,0020 0,0038 0,0000 0,0060 0,0225
0,0385 0,0033 0,0044 0,0033 0,0067 0,0398
0,0733 0,0060 0,0253 0,0109 0,0068 0,0423
Tercer cuartil 0,1351 0,0067 0,0260 0,0157 0,0120 0,0811
0,1377 0,0299 0,0419 0,0398 0,0149 0,1333
0,2040 0,2090 0,1081 0,1023 0,0394 0,2695

Distancia intercuartil (DIQ) 0,1227 0,0067 0,0260 0,0157 0,0082 0,0666

DIQ · 1.5 0,183982896 0,01 0,038988658 0,023478261 0,012292994 0,099960972

Outlier límite superior 0,3191 0,0167 0,0650 0,0391 0,0243 0,1810

Outlier límite inferior -0,1715 -0,0100 -0,0390 -0,0235 -0,0085 -0,0855

Promedio de aparición de la característica 6,31% 2,36% 1,91% 1,56% 0,90% 5,92%


Promedio sin outliers 6.31% 0,23% 1,02% 0,33% 0,60% 3,82%
Continuación Figura 6

Protuberancia
Pintura Negra

Pintura Roja

Modelada
Ungulado

Incisión
Canal
0,0000 0,0043 0,0226 0,0000 0,0012 0,0000
0,0000 0,0045 0,0470 0,0000 0,0106 0,0000
Primer cuartil 0,0000 0,0068 0,0638 0,0000 0,0135 0,0000
0,0008 0,0122 0,0715 0,0000 0,0157 0,0000
0,0030 0,0129 0,0769 0,0000 0,0255 0,0015
Segundo cuartil 0,0050 0,0149 0,0801 0,0000 0,0314 0,0033
0,0068 0,0209 0,1588 0,0000 0,0402 0,0035
0,0077 0,0269 0,1900 0,0016 0,0462 0,0060
Tercer cuartil 0,0267 0,0367 0,2635 0,0115 0,1233 0,0180
0,0529 0,0433 0,4179 0,0164 0,2935 0,0473
0,0599 0,0659 0,4865 0,1689 0,5689 0,0697

Distancia intercuartil (DIQ) 0,0267 0,0299 0,1997 0,0115 0,1098 0,0180

DIQ · 1.5 0,04 0,0448649 0,299510148 0,017307692 0,16472973 0,026946108

Outlier límite superior 0,0667 0,0815 0,5630 0,0288 0,2881 0,0449

Outlier límite inferior -0,0400 -0,0381 -0,2357 -0,0173 -0,1512 -0,0269

Promedio de aparición de la característica 1,48% 2,27% 17,08% 1,80% 10,64% 1,36%


Promedio sin outliers 1.48% 2.27% 17.08% 0,30% 3,42% 0,36%
Continuación Figura 6

Hachurado
Perforado

Naranja
Rosada
Blanca
Pintura

Pintura

Pintura
0,0000 0,0000 0,0000 0,0000 0,0000
0,0000 0,0000 0,0000 0,0000 0,0000
Primer cuartil 0,0000 0,0000 0,0000 0,0000 0,0000
0,0000 0,0012 0,0000 0,0000 0,0000
0,0000 0,0012 0,0000 0,0000 0,0000
Segundo cuartil 0,0000 0,0024 0,0000 0,0000 0,0000
0,0000 0,0033 0,0000 0,0000 0,0000
0,0000 0,0038 0,0000 0,0000 0,0000
Tercer cuartil 0,0009 0,0075 0,0000 0,0000 0,0000
0,0017 0,0270 0,0000 0,0000 0,0000
0,0348 0,0597 0,0135 0,0135 0,0004

Distancia intercuartil (DIQ) 0,0009 0,0075 0,0000 0,0000 0,0000

DIQ · 1.5 0,001417769 0,0111773 0 0 0

Outlier límite superior 0,0024 0,0186 0,0000 0,0000 0,0000

Outlier límite inferior -0,0014 -0,0112 0,0000 0,0000 0,0000

Promedio de aparición de la característica 0,34% 0,96% 0,12% 0,12% 0,00%


Promedio sin outliers 0,03% 0,22% 0,00% 0,00% 0,00%
Figura 9 Resumen de Conteo de Similitud de Colecciones

% Promedio de semejanza
Promedio de semejanza
Mosquera II
Zipaquirá II

Mosquera I
Zipaquirá I

Duitama II
Duitama I
Pubenza
Tunja II

Madrid
Tunja I

Iza
Tunja I xxx 5 7 4 6 6 7 5 7 5 5 5,8 33,99%
Tunja II 5 xxx 14 6 10 9 11 10 12 12 7 9,9 58,17%
Iza 7 14 xxx 7 10 10 12 10 13 11 6 10 61,44%
Pubenza 4 6 7 xxx 5 6 7 4 7 6 5 5,8 33,99%
Zipaquirá I 6 10 10 5 xxx 11 10 12 11 9 8 9,3 54,90%
Zipaquirá II 6 9 10 6 11 xxx 11 10 13 14 6 10 58,82%
Duitama I 7 11 12 7 10 11 xxx 12 13 10 7 10 60,78%
Duitama II 5 10 10 4 12 10 12 Xxx 11 9 8 9,2 54,25%
Mosquera I 7 12 13 7 11 13 13 11 xxx 15 8 11 66,67%
Mosquera II 5 12 11 6 9 14 10 9 15 Xxx 7 10 59,48%
Madrid 5 7 6 5 8 6 7 8 8 7 xxx 6,7 39,41%

Promedio General de Semejanza 8.76


% del Promedio General de Semejanza 51.55%
Figura 8 Conteo de Similitud de Colecciones

Mosquera II

Mosquera II
Zipaquirá II

Zipaquirá II
Mosquera I

Mosquera I
Zipaquirá I

Zipaquirá I
Duitama II

Duitama II
Duitama I

Duitama I
Pubenza

Pubenza
Tunja II

Tunja II
Madrid

Madrid
Tunja I

Tunja I
Iza

Iza
Tunja I xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0 1 0 1 1 1 0 0 0 0
Tunja II 1 xxx 1 0 0 0 0 0 1 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 1 0
Iza 0 1 xxx 0 0 0 0 0 1 1 0 1 0 xxx 0 1 1 1 1 1 0 0
Pubenza 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0
Zipaquirá I 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 1 0 1 0 xxx 1 1 1 1 0 0
Zipaquirá II 0 0 0 0 0 xxx 1 1 0 0 0 1 0 1 0 1 xxx 1 1 1 0 0
Duitama I 0 0 0 0 0 1 xxx 1 0 0 0 1 0 1 0 1 1 xxx 1 1 0 0
Duitama II 0 0 0 0 0 1 1 xxx 0 0 0 1 0 1 0 1 1 1 xxx 1 0 0
Mosquera I 0 1 1 0 0 0 0 0 xxx 1 0 1 0 1 0 1 1 1 1 xxx 0 0
Mosquera II 0 0 1 0 0 0 0 0 1 xxx 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0
Madrid 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx
Impresiones Baño/Engobe
Continuación Figura 8

Mosquera II

Mosquera II
Zipaquirá II

Zipaquirá II
Mosquera I

Mosquera I
Zipaquirá I

Zipaquirá I
Duitama II

Duitama II
Duitama I

Duitama I
Pubenza

Pubenza
Tunja II

Tunja II
Madrid

Madrid
Tunja I

Tunja I
Iza

Iza
Tunja I xxx 0 0 1 1 0 0 1 1 0 1 xxx 1 1 1 0 1 1 0 1 1 0
Tunja II 0 xxx 1 1 1 1 0 1 1 1 1 1 xxx 1 1 0 1 1 0 1 1 0
Iza 0 1 xxx 1 1 1 0 1 1 1 0 1 1 xxx 1 0 1 1 0 1 1 0
Pubenza 1 1 1 xxx 1 1 0 1 1 1 1 1 1 1 xxx 0 1 1 0 1 1 0
Zipaquirá I 1 1 1 1 xxx 1 0 1 1 1 1 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0
Zipaquirá II 0 1 1 1 1 xxx 0 1 1 1 0 1 1 1 1 0 xxx 1 0 1 1 0
Duitama I 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 1 1 1 1 0 1 xxx 0 1 1 0
Duitama II 1 1 1 1 1 1 0 xxx 1 1 1 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 1
Mosquera I 1 1 1 1 1 1 0 1 Xxx 1 1 1 1 1 1 0 1 1 0 xxx 1 0
Mosquera II 0 1 1 1 1 1 0 1 1 xxx 1 1 1 1 1 0 1 1 0 1 xxx 0
Madrid 1 1 0 1 1 0 0 1 1 1 xxx 0 0 0 0 0 0 0 1 0 0 xxx
Aplicaciones Ungulado
Continuación Figura 8

Mosquera II

Mosquera II
Zipaquirá II

Zipaquirá II
Mosquera I

Mosquera I
Zipaquirá I

Zipaquirá I
Duitama II

Duitama II
Duitama I

Duitama I
Pubenza

Pubenza
Tunja II

Tunja II
Madrid

Madrid
Tunja I

Tunja I
Iza

Iza
Tunja I xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx 1 1 0 1 0 1 1 1 0 1
Tunja II 0 xxx 0 0 0 0 1 0 0 1 0 1 xxx 1 0 1 0 1 1 1 0 1
Iza 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 1 1 xxx 0 1 0 1 1 1 0 1
Pubenza 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0
Zipaquirá I 0 0 0 0 xxx 0 0 1 0 0 0 1 1 1 0 xxx 0 1 1 1 0 1
Zipaquirá II 0 0 0 0 0 xxx 0 0 1 1 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 1 1 0
Duitama I 0 1 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 1 1 1 0 1 0 xxx 1 1 0 1
Duitama II 0 0 0 0 1 0 0 xxx 0 0 0 1 1 1 0 1 0 1 xxx 1 0 1
Mosquera I 0 0 0 0 0 1 0 0 xxx 1 0 1 1 1 0 1 0 1 1 xxx 0 1
Mosquera II 0 1 0 0 0 1 0 0 9 xxx 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 xxx 0
Madrid 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx 1 1 1 0 1 0 1 1 1 0 xxx

Incisión Pintura Negra


Continuación Figura 8

Mosquera II

Mosquera II
Zipaquirá II

Zipaquirá II
Mosquera I

Mosquera I
Zipaquirá I

Zipaquirá I
Duitama II

Duitama II
Duitama I

Duitama I
Pubenza

Pubenza
Tunja II

Tunja II
Madrid

Madrid
Tunja I

Tunja I
Iza

Iza
Tunja I xxx 1 1 0 1 1 1 1 1 1 1 xxx 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1
Tunja II 1 xxx 1 0 1 1 1 1 1 1 1 1 xxx 1 1 1 1 1 1 1 1 1
Iza 1 1 xxx 0 1 1 1 1 1 1 1 1 1 xxx 1 1 1 1 1 1 1 1
Pubenza 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 1 1 1 xxx 1 1 1 1 1 1 1
Zipaquirá I 1 1 1 0 xxx 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 xxx 1 1 1 1 1 1
Zipaquirá II 1 1 1 0 1 xxx 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 xxx 1 1 1 1 1
Duitama I 1 1 1 0 1 1 xxx 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 xxx 1 1 1 1
Duitama II 1 1 1 0 1 1 1 xxx 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 xxx 1 1 1
Mosquera I 1 1 1 0 1 1 1 1 xxx 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 xxx 1 1
Mosquera II 1 1 1 0 1 1 1 1 1 xxx 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 xxx 1
Madrid 1 1 1 0 1 1 1 1 1 1 xxx 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 xxx
Pintura Blanca Pintura Naranja
Continuación Figura 8

Mosquera II

Mosquera II
Zipaquirá II

Zipaquirá II
Mosquera I

Mosquera I
Zipaquirá I

Zipaquirá I
Duitama II

Duitama II
Duitama I

Duitama I
Pubenza

Pubenza
Tunja II

Tunja II
Madrid

Madrid
Tunja I

Tunja I
Iza

Iza
Tunja I xxx 1 1 0 1 1 1 1 1 1 1 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
Tunja II 1 xxx 1 0 1 1 1 1 1 1 1 0 xxx 1 0 1 1 1 1 1 1 1
Iza 1 1 xxx 0 1 1 1 1 1 1 1 0 1 xxx 0 1 1 1 1 1 1 1
Pubenza 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0
Zipaquirá I 1 1 1 0 xxx 1 1 1 1 1 1 0 1 1 0 xxx 1 1 1 1 1 1
Zipaquirá II 1 1 1 0 1 xxx 1 1 1 1 1 0 1 1 0 1 xxx 1 1 1 1 1
Duitama I 1 1 1 0 1 1 xxx 1 1 1 1 0 1 1 0 1 1 xxx 1 1 1 1
Duitama II 1 1 1 0 1 1 1 xxx 1 1 1 0 1 1 0 1 1 1 xxx 1 1 1
Mosquera I 1 1 1 0 1 1 1 1 xxx 1 1 0 1 1 0 1 1 1 1 xxx 1 1
Mosquera II 1 1 1 0 1 1 1 1 1 xxx 1 0 1 1 0 1 1 1 1 1 xxx 1
Madrid 1 1 1 0 1 1 1 1 1 1 xxx 0 1 1 0 1 1 1 1 1 1 xxx
Pintura Rosada Hachurado
Continuación Figura 8

Mosquera II

Mosquera II
Zipaquirá II

Zipaquirá II
Mosquera I

Mosquera I
Zipaquirá I

Zipaquirá I
Duitama II

Duitama II
Duitama I

Duitama I
Pubenza

Pubenza
Tunja II

Tunja II
Madrid

Madrid
Tunja I

Tunja I
Iza

Iza
Tunja I xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
Tunja II 0 xxx 1 0 1 1 1 1 1 1 0 0 xxx 1 0 0 0 0 0 1 0 0
Iza 0 1 xxx 0 1 1 1 1 1 1 0 0 1 xxx 1 0 0 1 0 0 0 0
Pubenza 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 xxx 0 0 1 0 0 0 0
Zipaquirá I 0 1 1 0 xxx 1 1 1 1 1 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0
Zipaquirá II 0 1 1 0 1 xxx 1 1 1 1 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 1 0
Duitama I 0 1 1 0 1 1 xxx 1 1 1 0 0 0 1 1 0 0 xxx 1 0 0 0
Duitama II 0 1 1 0 1 1 1 xxx 1 1 0 0 0 0 0 0 0 1 xxx 0 0 0
Mosquera I 0 1 1 0 1 1 1 1 xxx 1 0 0 1 0 0 0 0 0 0 xxx 1 0
Mosquera II 0 1 1 0 1 1 1 1 1 xxx 0 0 0 0 0 0 1 0 0 1 xxx 0
Madrid 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx
Protuberancia Modelada Pintura Roja
Continuación Figura 8

Mosquera II

Mosquera II
Zipaquirá II

Zipaquirá II
Mosquera I

Mosquera I
Zipaquirá I

Zipaquirá I
Duitama II

Duitama II
Duitama I

Duitama I
Pubenza

Pubenza
Tunja II

Tunja II
Madrid

Madrid
Tunja I

Tunja I
Iza

Iza
Tunja I xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0 1 1 0 0 1 0 1 1 0
Tunja II 0 xxx 1 1 1 1 1 1 1 1 1 0 xxx 0 1 0 0 1 0 0 0 0
Iza 0 1 xxx 1 1 1 1 1 1 1 1 1 0 xxx 1 0 0 1 0 1 1 0
Pubenza 0 1 1 xxx 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 xxx 0 0 1 0 1 0 0
Zipaquirá I 0 1 1 1 xxx 1 1 1 1 1 1 0 0 0 0 xxx 1 0 1 0 0 0
Zipaquirá II 0 1 1 1 1 xxx 1 1 1 1 1 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 1 0
Duitama I 0 1 1 1 1 1 xxx 1 1 1 1 1 1 1 1 0 0 xxx 0 1 0 0
Duitama II 0 1 1 1 1 1 1 xxx 1 1 1 0 0 0 0 1 0 0 xxx 0 0 0
Mosquera I 0 1 1 1 1 1 1 1 xxx 1 1 1 0 1 1 0 0 1 0 xxx 1 0
Mosquera II 0 1 1 1 1 1 1 1 1 xxx 1 1 0 1 0 0 1 0 0 1 xxx 0
Madrid 0 1 1 1 1 1 1 1 1 1 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx
Perforado Canal
Continuación Figura 8

Mosquera II

Mosquera II
Zipaquirá II

Zipaquirá II
Mosquera I

Mosquera I
Zipaquirá I

Zipaquirá I
Duitama II

Duitama II
Duitama I

Duitama I
Pubenza

Pubenza
Tunja II

Tunja II
Madrid

Madrid
Tunja I

Tunja I
Iza

Iza
Tunja I xxx 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
Tunja II 0 xxx 1 0 0 0 0 1 0 1 0 0 xxx 1 0 1 0 0 0 0 0 0
Iza 0 1 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0
Pubenza 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx 1 1 1 0 1 1 1
Zipaquirá I 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 1 0 1 xxx 1 1 0 1 1 1
Zipaquirá II 1 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 1 1 xxx 1 0 1 1 1
Duitama I 0 0 0 0 0 0 xxx 1 1 1 0 0 0 0 1 1 1 xxx 0 1 1 1
Duitama II 0 1 0 0 0 0 1 xxx 1 1 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0
Mosquera I 0 0 0 0 0 0 1 1 xxx 1 0 0 0 0 1 1 1 1 0 xxx 1 1
Mosquera II 0 1 0 0 0 0 1 1 1 xxx 0 0 0 0 1 1 1 1 0 1 xxx 1
Madrid 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 1 1 1 1 0 1 1 xxx
Muescas Escobillado
Continuación Figura 8

Mosquera II
Zipaquirá II

Mosquera I
Zipaquirá I

Duitama II
Duitama I
Pubenza
Tunja II

Madrid
Tunja I

Iza
Tunja I xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
Tunja II 0 xxx 1 1 1 1 1 1 1 1 0
Iza 0 1 xxx 1 1 1 1 1 1 1 0
Pubenza 0 1 1 xxx 1 1 1 1 1 1 0
Zipaquirá I 0 1 1 0 xxx 1 1 1 1 1 0
Zipaquirá II 0 1 1 1 1 xxx 1 1 1 1 0
Duitama I 0 1 1 1 1 1 xxx 1 1 1 0
Duitama II 0 1 1 1 1 1 1 xxx 1 1 0
Mosquera I 0 1 1 1 1 1 1 1 xxx 1 0
Mosquera II 0 1 1 1 1 1 1 1 1 xxx 0
Madrid 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx
Punteado
Figura 13 Resumen de Conteo de Similitud de Características

% Promedio de
Prot. Modelada
Baño/Engobe

Aplicaciones

Promedio de
Impresiones

Escobillado
Hachurado
P. Naranja

P. Rosada
Perforado
Ungulado

Punteado
P. Blanca

Muescas

similitud

similitud
P. Negra
Incisión

P. Roja

Canal
Impresiones xxx 2 1 1 3 3 1 3 0 1 0 2 1 1 0 0 0 1,2 10,80%
Baño/Engobe 2 xxx 2 4 7 2 3 2 0 2 2 4 2 7 2 2 4 2,9 26,70%
Aplicaciones 1 2 xxx 1 2 1 4 2 0 1 7 1 3 4 4 4 5 2,6 23,86%
Ungulado 1 4 1 xxx 3 2 1 2 1 1 2 5 9 4 6 6 5 3,3 30,11%
Incisión 3 7 2 3 xxx 2 5 4 1 2 2 5 2 6 3 3 3 3,3 30,11%
P. Negra 3 2 1 2 2 xxx 0 3 1 3 1 2 3 2 0 0 0 1,6 14,20%
Perforado 1 3 4 1 5 0 xxx 5 0 1 5 3 1 5 4 4 4 2,9 26,14%
P. Blanca 3 2 2 2 4 3 5 xxx 0 3 1 1 1 1 1 1 0 1,9 17,05%
P. Naranja 0 0 0 1 1 1 0 0 xxx 1 0 0 0 0 0 0 0 0,3 2,27%
P. Rosada 1 2 1 1 2 3 1 3 1 xxx 0 1 0 1 1 1 0 1,2 10,80%
Hachurado 0 2 7 2 2 1 5 1 0 0 xxx 2 4 6 7 7 8 3,4 30,68%
Prot.
Modelada 2 4 1 5 5 2 3 1 0 1 2 xxx 4 5 4 4 3 2,9 26,14%
P. Roja 1 2 3 9 2 3 1 1 0 0 4 4 xxx 3 7 7 7 3,4 30,68%
Canal 1 7 4 4 6 2 5 1 0 1 6 5 3 xxx 3 3 4 3,4 31,25%
Muescas 0 2 4 6 3 0 4 1 0 1 7 4 7 3 xxx 11 9 3,9 35,23%
Escobillado 0 2 4 6 3 0 4 1 0 1 7 4 7 3 11 xxx 9 3,9 35,23%
Punteado 0 4 5 5 3 0 4 0 0 0 8 3 7 4 9 9 xxx 3,8 34,66%

Promedio General de Similitud 2,69


% del Promedio General de Similitud 24,47%
Figura 14 Diseños Exclusivos del Sur

DISEÑOS EXCLUSIVOS DEL SUR


Pubenza Mosquera I Mosquera II Mosquera I y Mosquera II
Pintura negra en grandes
porciones o en todo el Aplicación figura no
Pintura negra banda horizontal en el labio Incisión en patrón de "ladrillos" fragmento geométrica
Pintura roja en puntos o manchas
Pintura negra triángulos rellenos irregulares
Pintura negra puntos rellenos Pintura naranja en banda vertical
Pintura negra patrón hachurado
Pintura blanca formando un círculo
Pintura blanca banda horizontal
Pintura rosada banda horizontal

Figura 15 Diseños Exclusivos del Norte

DISEÑOS EXCLUSIVOS DEL NORTE


Tunja I Tunja I y Tunja II Duitama I y Duitama II
Impresión triangular diagonal Pintura roja formando un cuadrado Aplicación cordón trenzado
Ungulado en espina de pescado
Figura 16 Diseños Exclusivos del Centro

DISEÑOS EXCLUSIVOS DEL CENTRO


Zipaquirá I y Zipaquirá II
Impresión digital

Figura 17 Diseños Exclusivos de Colecciones con Fechas Tardías

DISEÑOS EXCLUSIVOS DE COLECCIONES CON FECHAS TARDIAS


Pubenza Tunja I
Pintura negra banda horizontal en el labio Impresión triangular diagonal
Pintura negra triángulos rellenos Ungulado en espina de pescado
Pintura negra puntos rellenos
Pintura negra patrón hachurado
Pintura blanca formando un círculo
Pintura blanca banda horizontal
Pintura rosada banda horizontal
Figura 18 Proporciones de Pintura v.s. Incisión

Proporción
Colección Incisión Pintura Pintura/Incisión
Pubenza 74 27 27/74 0,36
Mosquera I 233 83 83/233 0,36
Mosquera II 66 37 37/66 0,56
Madrid 55 95 95/55 1,73
Zipaquirá I 69 37 37/69 0,54
Zipaquirá II 28 15 15/28 0,54
Tunja I 102 59 59/102 0,58
Tunja II 167 17 17/167 0,10
Iza 29 9 9/29 0,31
Duitama I 34 7 7/34 0,21
Duitama II 242 1 1/242 0,00
Figura 10 Promedios de Aparición de las Características

Protuberancia Modelada

Pintura Naranja
Pintura Rosada
Baño / Engobe

Pintura Blanca
Pintura Negra
Aplicaciones
Impresiones

Pintura Roja
Escobillado

Hachurado
Perforado
Ungulado
Punteado

Muescas

Incisión
Canal
Promedio

6,31% 2,36% 1,91% 1,56% 0,90% 5,92% 1,48% 2,27% 17,08% 1,80% 10,64% 1,36% 0,34% 0,96% 0,12% 0,12% 0,00%
sin outliers
Promedio

6.31% 0,23% 1,02% 0,33% 0,60% 3,82% 1.48% 2.27% 17.08% 0,30% 3,42% 0,36% 0,03% 0,22% 0,00% 0,00% 0,00%
Figura 12 Conteo de Similitud de Características

2. Baño/Engobe TUNJA I

3. Aplicaciones

16. Escobillado
1. Impresiones

11. Hachurado
10. P. Rosada

17. Punteado
9. P. Naranja

15. Muescas
7. Perforado
4. Ungulado

8. P- Balnca
6. P. Negra

13. P. Roja
5. Incisión

Modelada

14. Canal
12. Prot.
CARACTERISTICAS
Impresiones xxx 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
Baño/Engobe 1 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
Aplicaciones 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
Ungulado 0 0 0 xxx 0 1 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0
Incisión 0 0 0 0 xxx 0 1 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0
P. Negra 0 0 0 1 0 xxx 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0
Perforado 0 0 0 0 1 0 xxx 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0
P. Blanca 0 0 0 0 1 0 1 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0
P. Naranja 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0
P. Rosada 0 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0
Hachurado 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 1 1 1
Prot.Modelada 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0 1 0 0 0
P. Roja 0 0 0 1 0 1 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0
Canal 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 0 xxx 0 0 0
Muescas 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 xxx 1 1
Escobillado 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 1 xxx 1
Punteado 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 1 1 xxx
Continuación Figura 12

TUNJA II
CARACTERISTICAS 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17
1 Impresiones xxx 0 0 1 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
2 Baño/Engobe 0 xxx 0 1 1 1 0 1 0 0 0 0 1 1 0 0 0
3 Aplicaciones 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0
4 Ungulado 1 1 0 xxx 1 1 0 1 0 0 0 0 1 1 0 0 0
5 Incisión 0 1 0 1 xxx 1 0 1 0 0 0 0 1 1 0 0 0
6 P. Negra 1 1 0 1 1 xxx 0 1 0 0 0 0 1 1 0 0 0
7 Perforado 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 1 1 0 0 1 1 1
8 P. Blanca 0 1 0 1 1 1 0 xxx 0 0 0 0 1 1 0 0 0
9 P. Naranja 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0
10 P. Rosada 0 0 1 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0
11 Hachurado 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 xxx 1 0 0 1 1 1
12 Prot. Modelada 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 1 xxx 0 1 1 1 0
13 P. Roja 0 1 0 1 1 1 0 1 0 0 0 0 xxx 1 0 0 0
14 Canal 0 1 0 1 1 1 0 1 0 0 0 0 1 xxx 0 0 0
15 Muescas 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 1 1 0 0 xxx 1 1
16 Escobillado 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 1 1 0 0 1 xxx 1
17 Punteado 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 1 1 0 0 1 1 xxx

IZA
CARACTERISTICAS 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17
1 Impresiones xxx 0 0 0 0 1 0 1 0 0 0 1 1 0 0 0 0
2 Baño/Engobe 0 xxx 1 0 1 0 1 0 0 0 1 0 0 1 1 1 1
3 Aplicaciones 0 1 xxx 0 1 0 1 0 0 0 1 0 0 1 1 1 1
4 Ungulado 0 0 0 xxx 0 0 0 1 1 1 0 0 0 0 0 0 0
5 Incisión 0 1 1 0 xxx 0 1 0 0 0 1 0 0 1 1 1 1
6 P. Negra 1 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 1 1 0 0 0 0
7 Perforado 0 1 1 0 1 0 xxx 0 0 0 1 0 0 1 1 1 1
8 P. Blanca 1 0 0 1 0 0 0 xxx 0 1 0 1 0 0 0 0 0
9 P. Naranja 0 0 0 1 0 0 0 0 xxx 1 0 0 0 0 0 0 0
10 P. Rosada 0 0 0 1 0 0 0 1 1 xxx 0 0 0 0 0 0 0
11 Hachurado 0 1 1 0 1 0 1 0 0 0 xxx 0 0 1 1 1 1
12 Prot.Modelada 1 0 0 0 0 1 0 1 0 0 0 xxx 1 0 0 0 0
13 P. Roja 1 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0 1 xxx 0 0 0 0
14 Canal 0 1 1 0 1 0 1 0 0 0 1 0 0 xxx 1 1 1
15 Muescas 0 1 1 0 1 0 1 0 0 0 1 0 0 1 xxx 1 1
16 Escobillado 0 1 1 0 1 0 1 0 0 0 1 0 0 1 1 xxx 1
17 Punteado 0 1 1 0 1 0 1 0 0 0 1 0 0 1 1 1 xxx
Continuación Figura 12

ZIPAQUIRA I
CARACTERISTICAS 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17
1 Impresiones xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
2 Baño/Engobe 0 xxx 0 1 1 0 0 0 0 0 0 1 0 1 0 0 0
3 Aplicaciones 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 1 0 1 0 1 1 1
4 Ungulado 0 1 0 xxx 1 0 0 0 0 0 0 1 0 1 0 0 0
5 Incisión 0 1 0 1 xxx 0 0 0 0 0 0 1 0 1 0 0 0
6 P. Negra 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0
7 Perforado 0 0 0 0 0 0 xxx 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0
8 P. Blanca 0 0 0 0 0 0 1 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0
9 P. Naranja 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0
10 P. Rosada 0 0 0 0 0 1 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0
11 Hachurado 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0 1 0 1 1 1
12 Prot.Modelada 0 1 0 1 1 0 0 0 0 0 0 xxx 0 1 0 0 0
13 P. Roja 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 1 0 xxx 0 1 1 1
14 Canal 0 1 0 1 1 0 0 0 0 0 0 1 0 xxx 0 0 0
15 Muescas 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 1 0 1 0 xxx 1 1
16 Escobillado 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 1 0 1 0 1 xxx 1
17 Punteado 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 1 0 1 0 1 1 xxx

ZIPAQUIRA II
CARACTERISTICAS 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17
1 Impresiones xxx 0 0 0 0 1 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0
2 Baño/Engobe 0 xxx 0 1 1 0 0 0 0 0 0 1 1 1 1 1 1
3 Aplicaciones 0 0 xxx 0 0 0 1 0 0 0 1 0 0 1 0 0 0
4 Ungulado 0 1 0 xxx 1 0 0 0 0 0 0 1 1 0 1 1 1
5 Incisión 0 1 0 1 xxx 0 0 0 0 0 0 1 1 0 1 1 1
6 P. Negra 1 0 0 0 0 xxx 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0
7 Perforado 0 0 1 0 0 0 xxx 0 0 0 1 0 0 1 0 0 0
8 P. Blanca 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0
9 P. Naranja 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0
10 P. Rosada 1 0 0 0 0 1 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0
11 Hachurado 0 0 1 0 0 0 1 0 0 0 xxx 0 0 1 0 0 0
12 Prot.Modelada 0 1 0 1 1 0 0 0 0 0 0 xxx 1 0 1 1 1
13 P. Roja 0 1 0 1 1 0 0 0 0 0 0 1 xxx 0 1 1 1
14 Canal 0 0 1 0 0 0 1 0 0 0 1 0 0 xxx 0 0 0
15 Muescas 0 1 0 1 1 0 0 0 0 0 0 1 1 0 xxx 1 1
16 Escobillado 0 1 0 1 1 0 0 0 0 0 0 1 1 0 1 xxx 1
17 Punteado 0 0 1 1 1 0 0 0 0 0 0 1 1 0 1 1 xxx
Continuación Figura 12

PUBENZA
CARACTERISTICAS 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17
1 Impresiones xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
2 Baño/Engobe 0 xxx 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 1
3 Aplicaciones 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
4 Ungulado 0 1 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 1
5 Incisión 0 0 0 0 xxx 0 1 1 0 1 0 0 0 0 1 1 0
6 P. Negra 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
7 Perforado 0 0 0 0 1 0 xxx 1 0 1 0 0 0 0 1 1 0
8 P. Blanca 0 0 0 0 1 0 1 xxx 0 1 0 0 0 0 1 1 0
9 P. Naranja 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0
10 P. Rosada 0 0 0 0 1 0 1 1 0 xxx 0 0 0 0 1 1 0
11 Hachurado 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0
12 Prot.Modelada 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0
13 P. Roja 0 1 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 1
14 Canal 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0
15 Muescas 0 0 0 0 1 0 1 1 0 1 0 0 0 0 xxx 1 0
16 Escobillado 0 0 0 0 1 0 1 1 0 1 0 0 0 0 1 xxx 0
17 Punteado 0 1 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 xxx

MADRID
CARACTERISTICAS 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17
1 Impresiones xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
2 Baño/Engobe 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
3 Aplicaciones 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
4 Ungulado 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 1 0 1 1 1 1 1
5 Incisión 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0
6 P. Negra 0 0 0 0 0 xxx 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0
7 Perforado 0 0 0 0 0 0 xxx 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0
8 P. Blanca 0 0 0 0 0 0 1 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0
9 P. Naranja 0 0 0 0 0 1 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0
10 P. Rosada 0 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0
11 Hachurado 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 xxx 0 1 1 1 1 1
12 Prot.Modelada 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0
13 P. Roja 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 1 0 xxx 1 1 1 1
14 Canal 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 1 0 1 xxx 1 1 1
15 Muescas 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 1 0 1 1 xxx 1 1
16 Escobillado 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 1 0 1 1 1 xxx 1
17 Punteado 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 1 0 1 1 1 1 xxx
Continuación Figura 12

DUITAMA I
CARACTERISTICAS 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17
1 Impresiones xxx 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
2 Baño/Engobe 0 xxx 0 0 0 0 0 1 0 1 0 0 0 0 0 0 0
3 Aplicaciones 0 0 xxx 1 0 0 1 0 0 0 1 1 1 1 1 1 1
4 Ungulado 0 0 1 xxx 0 0 1 0 0 0 1 1 1 1 1 1 1
5 Incisión 1 0 0 0 xxx 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0
6 P. Negra 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
7 Perforado 0 0 1 1 0 0 xxx 0 0 0 1 1 1 1 1 1 1
8 P. Blanca 0 1 0 0 0 0 0 xxx 0 1 0 0 0 0 0 0 0
9 P. Naranja 0 0 0 0 1 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0
10 P. Rosada 0 1 0 0 0 0 0 1 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0
11 Hachurado 0 0 1 1 0 0 1 0 0 0 xxx 1 1 1 1 1 1
12 Prot.Modelada 0 0 1 1 0 0 1 0 0 0 1 xxx 1 1 1 1 1
13 P. Roja 0 0 1 1 0 0 1 0 0 0 1 1 xxx 1 1 1 1
14 Canal 0 0 1 1 0 0 1 0 0 0 1 1 1 xxx 1 1 1
15 Muescas 0 0 1 1 0 0 1 0 0 0 1 1 1 1 xxx 1 1
16 Escobillado 0 0 1 1 0 0 1 0 0 0 1 1 1 1 1 xxx 1
17 Punteado 0 0 1 1 0 0 1 0 0 0 1 1 1 1 1 1 xxx

DUITAMA II
CARACTERISTICAS 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17
1 Impresiones xxx 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0
2 Baño/Engobe 0 xxx 0 0 1 6 0 0 0 1 0 1 0 1 0 0 0
3 Aplicaciones 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 1 0 1 0 1 1 1
4 Ungulado 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
5 Incisión 0 1 0 0 xxx 1 0 0 0 1 0 1 0 1 0 0 0
6 P. Negra 0 1 0 0 1 xxx 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0
7 Perforado 0 0 0 0 0 0 xxx 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0
8 P. Blanca 1 0 0 0 0 0 1 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0
9 P. Naranja 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0
10 P. Rosada 0 1 0 0 1 0 0 0 0 xxx 0 1 0 1 0 0 0
11 Hachurado 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0 1 0 1 1 1
12 Prot.Modelada 0 1 0 0 1 1 0 0 0 1 0 xxx 0 1 0 0 0
13 P. Roja 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 1 0 xxx 0 1 1 1
14 Canal 0 1 0 0 1 0 0 0 0 1 0 1 0 xxx 0 0 0
15 Muescas 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 1 0 1 0 xxx 1 1
16 Escobillado 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 1 0 1 0 1 xxx 1
17 Punteado 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 1 0 1 0 1 1 xxx
Continuación Figura 12

MOSQUERA I
CARACTERISTICAS 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17
1 Impresiones xxx 0 1 0 1 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0
2 Baño/Engobe 0 xxx 1 0 1 0 1 0 0 0 1 0 0 1 0 0 1
3 Aplicaciones 1 1 xxx 0 1 0 1 1 0 0 1 0 0 1 0 0 1
4 Ungulado 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 1 1 0 1 1 0
5 Incisión 1 1 1 0 xxx 0 1 1 0 0 1 0 0 1 0 0 1
6 P. Negra 0 0 0 0 0 xxx 0 1 0 1 0 0 0 0 0 0 0
7 Perforado 0 1 1 0 1 0 xxx 0 0 0 1 0 0 1 0 0 1
8 P. Blanca 1 0 1 0 1 1 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 0
9 P. Naranja 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0
10 P. Rosada 0 0 0 0 0 1 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0
11 Hachurado 0 1 1 0 1 0 1 0 0 0 xxx 0 0 1 0 0 1
12 Prot.Modelada 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 xxx 1 0 1 1 0
13 P. Roja 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 1 xxx 0 1 1 0
14 Canal 0 1 1 0 1 0 1 0 0 0 1 0 0 xxx 0 0 1
15 Muescas 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 1 1 0 xxx 1 0
16 Escobillado 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 1 1 0 1 xxx 0
17 Punteado 0 1 1 0 1 0 1 0 0 0 1 0 0 1 0 0 xxx

MOSQUERA II
CARACTERISTICAS 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17
1 Impresiones xxx 1 0 0 1 0 1 0 0 0 0 1 0 1 0 0 0
2 Baño/Engobe 1 xxx 0 0 1 0 1 0 0 0 0 1 0 1 0 0 0
3 Aplicaciones 0 0 xxx 0 0 1 0 1 0 0 1 0 0 0 0 0 0
4 Ungulado 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0 1 0 1 1 1
5 Incisión 1 1 0 0 xxx 0 1 0 0 0 0 1 0 1 0 0 0
6 P. Negra 0 0 1 0 0 xxx 0 1 0 0 1 0 0 1 0 0 0
7 Perforado 1 1 0 0 1 0 xxx 0 0 0 0 1 0 1 0 0 0
8 P. Blanca 0 0 1 0 0 1 0 xxx 0 0 1 0 0 0 0 0 0
9 P. Naranja 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0 0
10 P. Rosada 0 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0 0 0 0 0 0 0
11 Hachurado 0 0 1 0 0 1 0 1 0 0 xxx 0 0 1 0 0 0
12 Prot.Modelada 1 1 0 0 1 0 1 0 0 0 0 xxx 0 1 0 0 0
13 P. Roja 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 xxx 0 1 1 1
14 Canal 1 1 0 0 1 0 1 0 0 0 0 1 0 xxx 0 0 0
15 Muescas 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 1 0 xxx 1 1
16 Escobillado 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 1 0 1 xxx 1
17 Punteado 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 1 0 1 1 xxx
Continuación Figura 2
9 10 11 12 13 14 15 16 17
PINTURA PINTURA PROT. PINTURA PINTURA PINTURA
INCISION ROJA NEGRA MODELADA PERFORADO HACHURADO BLANCA ROSADA NARANJA
Profunda Banda
línea Banda horizontal En líneas Círculo Banda Banda
horizontal horizontal en el labio Circular Circular intercruzadas vacío horizontal vertical

Profunda En grandes
línea porciones Banda Banda
vertical irregulares vertical horizontal
Profunda
línea Linea Banda
diagonal ondulada horizontal

Profunda
en espina Banda Banda
de pescado vertical diagonal
Fina línea Banda Triángulo
diagonal diagonal relleno
En Figura no Círculo
escalera geométrica relleno

En En forma de
zigzag cuadrado Hachurado
Grandes
porciones
irregulares
Puntos o o por todo
En manchas el
espiral irregulares fragmento
Triangular
Figura no
geométrica
Fina línea
paralela
horizontal
Fina línea
paralela
vertical
Línea
ondulada
Rombo
En forma
de L

Cuadrada o
rectangular
Circular u
ovalada
Gruesa
línea
horizontal
Línea
irregular
horizontal
fina
En
"ladrillos"
Figura 2 Características Agrupadas

1 2 3 4 5 6 7 8
BAÑO/
IMPRESIONES PUNTEADO ENGOBE ESCOBILLADO APLICACIONES MUESCAS UNGULADO CANAL

Grueso en Fino en
espina de Engobe Tira acordonada espina de
Triangular pescado rojo Horizontal incisa Verticales pescado Horizontal
Fino en
espina de Baño Fino
Triangular diagonal pescado blanco Diagonal Botón Horizontales horizontal
Grueso línea Cordón con
horizontal Baño impresiones
Tubular paralela naranja circulares Diagonales Fino vertical
Fino línea
Figura no horizontal Engobe
geométrica paralela café Cordón trenzado Fino diagonal
Grueso línea Grueso
Ovalada diagonal Cordón sencillo horizontal
Cuadrada o Fino línea Figura no
rectangular diagonal geométrica
Digital
Figura 1 Descripción de muestras

Descripción de muestras

No. de Responsable de la Fragmentos Tamaño total de la


muestra Colección/Procedencia excavación decorados muestra

Neyla Castillo
1 Tunja I 201 201

UPTC
2 Tunja II 224 2116

Franz Flórez y
Carl Langebaek
3 Iza 41 575

Marianne Cardale
4 Pubenza 108 148

Marianne Cardale
5 Zipaquirá I 132 300

María Fernanda
Escallón
6 Zipaquirá II 52 260

María Fernanda
Escallón
7 Duitama I 80 660

Virgilio Becerra
8 Duitama II 308 831

Sylvia Broadbent
9 Mosquera I 360 2484

María Fernanda
Escallón
10 Mosquera II 111 671

Arturo Cinfuentes
11 Madrid 167 167
Total 1784 8413
Figura 22 Fichas de Recolección y Sitio

Ficha de Recolección
SERIE _______________ SITIO ______________ RECOLECCION _______________
UNIDAD
RS ______ PS ______ PERFIL _____ CORTE ______ [Nivel _______ Estrato _______]
DONACION ______ OTRO ______________________________________________
MATERIALES ( # DE BOLSAS )
CERAMICA ______ LITICO _______ CARBON _______ OSEO ______ OTRO _______
________________________________________________________________________
VEGETACION
BOSQUE _______ RASTROJO _______ PASTO ________ CULTIVO _________
DENSIDAD ALTA __________ MEDIA _________ BAJA __________

FECHA ________________________ LLENADO POR ________________________

Ficha de Sitio
SERIE__________________ SITIO ___________________
# DE RECOLECCIONES__________ RECOLECCIONES ASOCIADAS ______________
DEPARTAMENTO_______________ MUNICIPIO ______________VEREDA _________
PREDIO _________________________ PROPIETARIO _________________________
AREA APROXIMADA ___________________
GEOMORFOLOGIA
PLANO [ COL. / AL. ] _______ TERRAZA_______ LADERA _______ COLINA_______
OTRO______________________ ALTURA _______________

MATERIALES ( # DE BOLSAS )
CERAMICA _______ LITICO _______ CARBON _______ OSEO _______
OTRO___________________________________________________________________

OBSERVACIONES

FECHA ___________________________ LLENADO POR ________________________


F igura 58
Diseños Exclusivos de Pubenza
Continuación Figura 58

Diseños Exclusivos de Pubenza


Figura 55

Diseños Exclusivos de Mosquera I y II


Figura 56

Diseños Exclusivos de Mosquera I


Figura 57

Diseños Exclusivos de Mosquera II


Figura 59

Diseños Exclusivos de Tunja I y II


Figura 60

Diseños Exclusivos de Tunja I


Figura 61

Diseños Exclusivos de Duitama I y II


Figura 62

Diseños Exclusivos de Zipaquirá I y II


Figura 63

Diseños incisos en líneas horizontales y verticales curvas y rectas


Figura 64

Diseños incisos con impresiones circulares y ovaladas


Figura 65

Diseños incisos en líneas onduladas, diagonales, horizontales y verticales


Figura 66

Diseños incisos con impresiones triangulares y en triángulos


Figura 67

Diseños con muescas y ungulado


Figura 68

Diseños con distintos tipos de impresiones


Figura 69

Diseños incisos en rombos con impresiones y líneas diagonales paralelas


Figura 70

Diseños incisos en líneas paralelas y curvas


Figura 71

Diseños punteados
Cara Externa Cara Interna

Figura 72

Diseños Punteados
Figura 73

Diseños con distintas impresiones y perforado


Figura 74

Diseño inciso en cuadrado con líneas diagonales


Figura 75

Diseños incisos en V y en zigzag


Figura 76

Diseños en canal y en diagonales formando triángulos


Figura 77

Diseños de aplicación en botón


Figura 78

Diseños ungulado y aplicación con impresiones circulares


Figura 79

Diseños con impresiones infrecuentes y pintura roja en “serpentina”


Foto 1

Panorámica de los alrededores de la Vereda Pueblo Viejo


Foto 2

Zipaquirá
Perfil Sitio 14
Foto 3

Duitama
Panorámica Sitio 19
Foto 4

Duitama
Panorámica Perfil del Caño Excavado
Foto 5

Mosquera
Panorámica Hacienda Vistahermosa y Laguna de La Herrera
Foto 6

Mosquera
Panorámica Sitio 8

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