Está en la página 1de 95

VICTIMAS

Del sistema.
VICTIMAS
Del Sistema.

Fernandez Díaz José Manuel


© Fernandez Díaz José Manuel, [2020]

ISBN-13: [número de ISBN]

Impreso por [nombre de la imprenta]


Todos los derechos reservados.
Dedicatoria

A mis camaradas de la crew de GTA Online “Marina Armada” que


ayudaron en su momento a un intento por hacer este libro una pro-
ducción audiovisual.

Gracias.

I:.F:.
Tabla de contenido

Tabla de contenido................................................11
Capítulo 1: La llamada................................................................13
Capítulo 2: Alfa...........................................................................17
Capítulo 3: Prensa.......................................................................24
Capítulo 4: Segundo Asalto.........................................................32
Capítulo 5: Fuego........................................................................37
Capítulo 6: al servicio de la patria................................................45
Agradecimientos.........................................................................55
Capítulo 1.

Carpeta de Investigación: XXXX/XXX/15/12/32


Ciudad de México a 15 de Diciembre de 2032
Para: Lic. Cabrera Fernando.
De: Lic. Rosado Angel.
Presente.

Por este medio le mando todo lo que pude encontrar


respecto a su solicitud “urgente” del caso “Griñard” del
2025.
Si me permite el comentario, señor agente, este caso
siempre ha sido polémico, existen cientos de versiones, al-
gunas mas míticas que otras, y tal y como me lo externo en
el bar hace unas semanas, efectivamente la versión oficial,
la que aparece en los libros de historia, tiene ciertos defec-
tos.
Le adjunto todos los documentos que encontré a lo lar-
go de la semana, sin embargo, en una carpeta aparte, encon-
trará una compilación del C.N.I. respecto al caso, estoy se-
guro que se sorprenderá tanto como yo al leer ese archivo.
Se trata de un informe por parte de algún consejero pre-
sidencial, se realizo apenas un par de días después de los
acontecimientos, es sorprendente la velocidad con la que el
gobierno trabajaba en esas épocas, o quizá aun lo hace hoy
en dia, no le sorprenda si esta correspondencia que ha llega-
do a sus manos (o quizá no) haya sido leida y pasada por
otros ojos, que, en tal caso, seria bueno ir empacando un
par de maletas, pues quizá corramos con la suerte de cientos
de periodistas y procuradores que al encontrar este tipo de
13
trapos sucios en el gobierno decidieron “suicidarse” con 19
impactos de bala en el pecho y un remate en la frente, en un
principio en su auto y posteriormente reportados en su habi-
tación, creo que usted teniende a lo que me refiero.
Creo que nos metimos en mas que solo una pequeña apues-
ta de copas, creo que encontramos la verdad “verdadera” de
este caso.

sin otro particular, le envio saludos cordiales.

Capítulo 2: Primer testimonio.

Ciudad de México a 13 de septiembre de 2025


Dr. Vilar López Agustin.
Presidente constitucional de los Estados Unidos Méxi-
canos.
Presente.

De ante mano me disculpo por las prisas, entiendo que


estamos cerca de las fechas patrias y vuestra persona se en-
contrará con poco tiempo para este tipo de actos burocráti-
cos.
asi mismo le externo lo admirable que me resulta su in-
terés en la seguridad publica de este país, y por ello me soli-
citara este informe.
Adjunto algunas anotaciones antes de los testimonios
con las notas periodísticas mas importantes que hacían refe-
rencia a los eventos relacionados.

14
Sin mas, es cuanto señor presidente.

-Fragmento del testimonio de la infante Fernandez Ale-


jandra-

Era la tarde del 9 de septiembre, me sentía nerviosa, se


trataba de mi priemra vez en un traslado, y por cuestionenes
de espacio y logística debia de permanecer en el interior de
una camioneta con compañeros que no eran de mi escuadra.
El sol ingresaba por los laterales de la camioneta y aca-
riciaba mis mejillas; esperabamos las instrucciones para
partir por parte de la comandante.
-te veo tensa- dijo el compañero que estaba al volante,
yo estaba en el asiento del copiloto.
-estoy tranquila- respondí, y entonce observe su rostro,
rasgos bien definidos y una barba recortada, no traía el cas-
co puesto, pero sí el resto del unforme.
-dejala en paz tobias- se escuchó la voz del compañero
den el asiento de atrás, quien tenia el uniforme completa-
mente puesto, al igual que yo, y entonces entendí.
-espera- dije confundida -¿Por qué dices que estoy ten-
sa?, ni siquiera puedes ver mi rostro-
-todos los que usan el unforme completo dentro del
auto están tenso, ¿o no mi Mau?- bromeó.
“Mau”, el compañero de atrás, respondió pateando el
asiento del conductor.

15
-no le haga caso infante, cuando se pone a bromear así
es porque esta cagado de miedo- bromeó Mau -cabo Val-
dez, por cierto- completó.
-Infante Fernandez- Respondí.
-Infante Nava- dijo tobias, el conductor -y por favor
quitende por lo menos la bufanda, estamos como a mil gra-
dos aquí dentro, me ponenen nervioso- dijo molesto.
No quería causar problemas por lo que decidí retirarme
la bufanda y subirme los googles.
Por un instente, Nava y yo nos miramos fijamente.
-creo que tú sí estas tenso- bromé.
-oh que la…- Nava miró al otro lado -¿ya la vio mi
cabo?- dijo, de pronto se me helo la sangre, sabía a que se-
referia.
-yo no vi nada- dijo el cabo.
-señor, tiene un mechon pintado de rosa- dijo con mo-
lestia.
Decidí acomodarme el pelo para que se ocultara con el
casco.
-no hay problema Mau, no se dispara con el cabello,
pero por favor Fernandez, recojase bien el pelo o los mayo-
res nos regañaran a ambos- advirtió el cabo.
-¡AH!- gritó Nava -por eso te mandaron acá- dijo ilumi-
nado.
Asentí apenada.
-por favor infante- respondió el cabo -los traslados no
son un castigo, este criminal estará bien custodiado, tendre-
mos dos helicópteros, uno de reonocimiento y otro que nos
observará desde arriba, y somos cerca de 50 comboyes en-
tre blindados y trocas como esta, sin mencionar el trailer de

16
traslado, imposible que algo malo pase hoy- explicó -alivia-
nese- dijo mientras me golpeaba el hombro.
-estoy tranquila- respondí.
El silencio se apodero del interiro del vehiculo y de
pronto note que la radio tenia incesantes conversaciones, no
les había prestado atención hasta ese momento.
-Aguila alfa, ¿Cómo están nuestros caminos?- se escu-
chó la voz de la comandante por la radio.
-despejado, trafico ligero, la carvana esta lista para par-
tir cuando de la orden- se escuchó una voz masculina, en el
fondo se escuchaba el movimiento de las hélices del heli-
cóptero.
Nuevamente silencio, debió durar unos veinte minutos.
-atencion todos, nos vamos- ordenó la comandante por
la radio.
Nava encendio el auto y se integro a toda una multitud
de camionetas exactamente iguales, todas custodiadas por
vehículos blindados artillados.
-¿a quien estamos trasladando?- pregunte incrédula ante
semejante flota desplegada.
-¿no lo conces?- interrogo Nava.
Negué con la cabeza, tarde unos segundos en razonar
que Nava no podría notarlo dado que estaba concentrado en
el camino.
-le dicen el “Griñard”- respondio el cabo detrás de mi.
-¿Cómo?- dije pues no escuche bien.
-Griñard, una leyenda entre la narcocultura, y un nom-
bre tabu para la comunidad científica- explicó Nava.
-¿Por qué tabu?- interrogue.
-primero que todo- intervino el cabo -ponganse ya el
cubrebocas- dijo e inmediatamente me tape el rostro -en se-

17
gunda- continuó -se trata de la mente productora de cierto
cartel, todo un mestro en las artes químicas- explicó el
cabo.
-en primera- intervino sarcásticamente Nava -estas ca-
mionetas están polarizadas, nadie puede vernos al interior, y
en segunda, no se trata de un solo cartel, estos ya no se de-
dican a la producción de drogas, si no que contratan peque-
ñas células productoras, las cuales a su vez pueden suritr a
mas de un cartel, es por eso que esta extradición es tan im-
portante, se trata de un severo golpe a al narcotráfico nacio-
nal e internacional, nunca mejor dicho-
-mire Nava- dijo severamente el cabo -uno nunca sabe
que puede pasar, confio en que todo saldrá bien, pero si le
reconoce alguien su rostro y van tras de su familia- advirtió.
-esos simios no pudieron defender su mina de oro, que
van a andar llendo por la familia de este pobre diablo- dijo
refiriéndose a si mismo.
-no querra una detención, infante- advirtió el cabo, y
Nava se puso a regañadientes su casco y tapabocas.
-¿Por qué es un tema tabú?- interrogue al aire intentan-
do romper la tensión en el ambiente.
-las drogas siempre son un tema tabú en este país- se
quejó Nava.
-se dice que desarrollo teconologia por si mismo sir-
viendo a los carteles, los químicos de la DEA que descifra-
ron sus reacciones químicas, equipos, y practicas, obtuvie-
ron un premio novel, las “investigaciones de las investiga-
ciones” de este cabron han dado muchas oportunidades en
áreas de la salud, principalmente lo relacionado a la síntesis
de fármacos, claro que él las aplicaba en la síntesis de estu-
pefasientes- explicó el cabo.

18
-¿Cómo una mente tan brillante terminó de esa forma?-
interrogué compretamente incrédula, pensé que se trataba
de un desperdicio de habilidad, si ese sujeto hubiera servido
a la nación, entonces tendríamos un premio novel mexi-
cano, suspiré.
-es culpa de la narco cultura, Fernandez, no hay otra ex-
plicación- se quejó Nava.
-sí, creo que tienes razón- acepte.

Capítulo 3

Nota del Dr. Angel: si lee esto quiere decir que ha deci-
dido echarle un ojo a este informe, cosa que déjeme decirle,
desde ya podría ser algo peligroso, espero que se encuentre
leyendo esto a bordo de un avión rumbo a Londres o No-
ruega.
El punto de esta nota es mencionarle que entre este in-
forme hay mucha paja que me tome la molestia de separar,
se que le dije al principio que había separado este informe,
por si no se ha dado cuenta le he mentido, en realidad este
archivo que esta separado se trata de una compilación que
hice, obteniendo los puntos que me parecieron mas impor-
tantes, deje este testimonio porque será importante mas ade-
lante, aquel que mandó el informe al presidente lo sabia
bien.

19
Sin embargo, escarbe en el mercado negro, no pregunte
de donde, sé que se sorprenderá, de alguna forma logré ha-
blar con los muertos.
A continuación le dejaré un testimonio desclasificado,
fue quemado después de los eventos del 26, pero alguna
mente sabia conservo una copia.
No tengo pruebas de que haya llegado a manos del pre-
sidente Vilar, o que sea real en primer lugar, pero hay algo
en el papel, en los márgenes, sé que es real, algo me dice
que esto formo parte de los informes.
De acuerdo, se lo consedo, el presidente no siempre se
entera de todo, quizá este testimonio se desclasificó por par-
te del alto mando militar y jamás llego a ojos del presidente,
espero no me considere un loco, sé que usted como yo nota-
rá la autenticidad del relato.

-Fragmento del testimonio de la general Melendez Ali-


cia (desclasificado)-

Este testimonio fue obtenido y escrito gracias a que se


recuperaron las transmisiones de la general Melendez sobre
el caso “Griñard”.

<Siempre es igual con estos imbéciles> pensaba al es-


perar desde muy temprano en la mañana en aquella sala en
la base militar de la decima segunda zona militar.
Agitaba energéticamente mi pie <esos bastardos me
han dejado esperando aquí al menos dos horas> mis pensa-
mientos hacían que la impaciencia se apoderase de mi ser.
Finalmente un teniente salió de la sala de juntas, parece
que se sorprendio al verme.

20
-mi general, está aquí afuera- avisó.
El cabrón de Ortega fingió sorpresa al verme.
-¡Melendez!- gritó con un gusto fingido -no me acorda-
ba que te deje esperando ca´-
Pese a que tenia toda la intención del mundo, soporte el
enojo.
-supongo que ya comenzaron los preparativos- dije con
una sonrisa.
-porquito, poquito- dijo mencionó Ortega mientras ex-
tendia su mano al interior de la sala de juntas.
Sé bien que Ortega esta dolido porque “una mujer” que
egreso de la academia después ahora tiene un rango supe-
rior a el, y debido a ello me hace este tipo de malas jugadas,
claro que no puedo quejarme, pues aun teniendo mayor ran-
go, “soy mujer” y en consecuencia mis opiniones son toma-
das con mucho menor seriedad.
-¿Qué tenemos?- interrogue para ponerme al dia.
-en primer lugar, mi general- dijo el teniente -le presen-
to al sargento Bradkey, comisionado de la marina de los Es-
tados Unidos para apoyar el traslado.
-Nice to meet you sergeant Bradley- le extendí la mano
-¿con cuantas tropas nos acompañará en el viaje?-
-el placer es mio- contestó el sargento con un acento
notoriamente estadounidense – claro que debido a las prisas
apenas viene conmigo una escuadra, estaremos presentes en
el traslado aun llegado a America- explicó.
-sí, las prisas- maldije.
-estos dos días han sido de mucha presión para todos-
apoyó el teniente.
-dos días…- repetí en voz baja.

21
-ya recordará- gritó Ortega -que estos dos días han sido
de muchos cambios en la ruta, que si cincuenta comboyes,
que si tres o dos helicópteros, redordará que el primer dia
un cabo sugirió utilizar el avión presidencial- se burló Orte-
ga y finalizó con una sonora risa.
Asentia con la cabeza y con una redonda sonrisa, pero
sé que esa risa es una burla a mí, pues este bastardo recién
me avisó en la tarde de ayer que yo estoy a cargo del trasla-
do del criminal <que cabrón> maldije mordiéndome los la-
bios en busca de un lugar donde descargar mi rabia.
-¿les importaría si repasamos la ruta?- interroge con lo
que yo imagine era un tono dulce, pero creo que todos los
presentes pudieron notar un malestar en mí.
El teniente abrió la boca con intenciones de explicar,
pero se vio interrumpido por Ortega -no tenemos mucho
tiempo- dijo -le digimos a la prensa que el traslado será ma-
ñana, pero ya están comenzando a sospechar con todo el
movimiento militar que hay a lo largo de Oaxaca y Vera-
cruz, debemos movernos ya y rápido-
-despues de todo- prosiguó Bradley -hay que recordar
que este criminal es importante para siete carteles, no cabe
duda que de que podrían olvidar sus diferencias para recu-
perar a su fuente de ingresos- explicó mientras se dirigía a
la salida -la próxima vez- dijo el gringo mientras me miraba
-llegue mas temprano comandante- al terminar estas pala-
bras salió de la sala.
-ah como se le suben los humos a los gringos, ¿no?- me
dijo Ortega.
-quiero un informe de la pinche ruta- le conteste seria.
-por su puesto mi Comandante- respondió Ortega
sacando una copia que desde luego ya tenia preparada.

22
-muy amable Ortega- dije con una sonrisa fingida mien-
tras le arrebataba las hojas.
Comenzaba a caminar en dirección a mi comboy mien-
tras hacia una lectura rápida del informe.
-¡comandante Melendes!- me gritó una voz masculina
al fondo.
Sabia que me alcanzaría por lo que no despegue los
ojos del informe; una mano me tocó el hombro.
-Sargento Lopez, de la policía federal, estaré coordinan-
do el trayecto con usted- se presentó.
-un gusto Sargento- respondí sin apartar la mirada de
las hojas.
El sargento soltó una pequeña risa -¿a usted también la
trajeron de improviso?-
Ante esa interrogación finalmente mire su rostro –
¿como que “tambien”? –
-es normal- respondió -esos potrillos de rango inferior
picoteando a sus superiores en busca de obtener su rango,
es lamentable, ¿no cree?-
Asentí con la cabeza y volví al informe, un poco menos
tensa al saber que mi condición no era exclusiva.
-yo la guiare comandante- dijo el sargento y poniendo
su mano en mi espalda me llevo a travez de ese laberinto
de idneticas camionetas blindadas.
Pude observar de reojo que López se asomó por la ven-
tana trasera de una camioneta en la que nos detuvimos, de-
bido a que eran vidrios polarisados, debia acercarse mucho
para notar lo que había en el interior.
-es esta- me informó, y muy gentilmente abrió la puerta
del copiloto para mí, poco o nada había visto del entorno,
todo para mí en ese momento era la ruta que seguiríamos,

23
los tiempos, las tropas y los posibles inconvenientes, cual-
quier error aquí significaría el ascenso de Ortega a mi pues-
to.
Lo sé, quizá debería verlo mas por el lado de que impli-
caría la liberación de un peligroso criminal, pero a la mier-
da con eso, francamente mi odio con Ortega en algún punto
se hizo muy personal y la simple idea de verlo un grado
mas arriba seria muy frustrante.
Escuche que la puerta del piloto se cerró, era López que
había entrado al auto.
-¿buenas?- dijo una voz nerviosa detrás de mí.
-buenas tardes cabo- dije sin apartar la mirada del infor-
me.
-no es un cabo…- me corrigió Lopez.
-el informe dice que estaría con un cabo- dije mientras
miraba atrás del auto.
Quede sorprendida al notar quien era mi acompañante.
Esa vestimenta gris de prisionero, un cabello lacio y
moderadamente largo, tenia unos lentes estrellados sobre un
vendaje que le cubria los ojos, una interesante broma por
parte de quien le hubiera puesto el vendaje; sus manos muy
delgadas y finas para ser un hombre y la piel de su rostro
también tenia una textura suave.
-es mas joven de lo que pensé- dije de forma desintere-
sada y regrese al informe.
-supongo que le dieron un informe anterior- dijo el sar-
gento.
-¿no debia estar a dos vehículos de nosotros a la dere-
cha?- interrogue.

24
-esa era la idea antes de la reunión, pero Ortega propuso
que lo cambiaramos de ultimo momento y todos en la sala
accedimos- explicó López.
-ese cabron- suspiré -entonces tendremos al criminal
con nosotros-
-así es- confirmó López -si me lo permite- continuó -
creo que fue una decisión acertada, para evitar intervencio-
nes-
-si se la va a chupar a Ortega- intervine rápidamente -
mejor yo también hare un par de cambios de ultimo minuto-
advertí haciendo referencia a que me movería a otro vehicu-
lo.
Lopez solto una pequeña risa, y encendio el comunica-
dor.
-Caballo Foxtrot en posición- se escuchó por la radio,
varios equipos comenzaron a confirmar que estaban listos.
-bien, creo que lo tengo- dije y me dirigí al comunica-
dor -Agula Alfa, ¿Cómo están nuestros caminos?- interro-
ge, hubo un breve silencio que sentí como una eternidad, te-
nia miedo de que nuevamente Ortega hiciera algún cambio
y en consecuencia estuviera preguntando a la nada.
-despejado, trafico ligero, la carvana esta lista para par-
tir cuando de la orden- se escuchó la voz de Alfa.
Suspiré.
-reso a dios por que todo esto salga bien- dijo el crimi-
nal detrás de mí.
-hoy te nos vas de este país- respondió López.
-de verdad espero que asi sea- la voz del criminal se
sentía sincera.
-pense que eras un científico- dije -¿crees en dios?-

25
-ni si quiera de rodillas soy digno de ese titulo, señorita-
respondió el criminal -pero un poco de ciencia te aleja de
dios, pero mucha ciencia de acerca a él- respodió en un tono
sereno.
-he causado tanto dolor y sufrimiento, tantas vidas han
perdido brillo y propósito por mi culpa, no merezco ser lla-
mado científico- dijo con voz quebrada.
López y yo intercambiamos miradas.
-¿Qué edad tienes?- interrogue
-creo que 26, no estoy seguro, he sido un esclavo mu-
cho tiempo- respondió
-si que eres joven- respondí en voz baja -que desperdi-
ció-susurre.
-estoy de acuerdo- contestó el joven -soy un desperdi-
ció-
Corte la charla y encendí el comunicador.
-atencion todos, nos vamos- ordené.

Capítulo 4

Nota del Dr. Angel.


La relación entre la general Melendez y su subordinado
Ortega siempre fue de mucha tensión, no cabe duda, Ortega
abusaba de su posición para dejar mal parada a la general
Melendez y dejarla fuera de la imagen publica, de esta for-
ma los ya existentes rumores sobre que Melendez podría ser
la próxima secretaria de Marina se tornarían absurdos ante
una ineptitud simulada.

26
Y aun asi, tan brillante mujer logro demostrar su alto
grado de resiliencia, siempre logrando evadir los obstáculos
de Ortega.
Algo similar ocurria con el sargento Lopez de la policía
federal, inevitablemente estos dos personajes se entendieron
muy bien al pasar de las horas del trayecto rumbo a Vera-
cruz.
Y al fondo, con los ojos vendandos, estaba “Griñard”,
escuchando aquella charla y limitando sus participaciones,
las cuales desde luego eran cortadas por la indiferencia de
la comandante y su sargento.
Las grabaciones desclasificadas de este encuentro reve-
lan que poco a poco, estos tres involucrados comenzaron a
volverse mas sercanos e intimos, y es gracias a esa sercania
que fue posible obtener el siguente testimonio.

-Fragemnto de las declaraciones de Griñard-

Me encontraba sumergido en la oscuridad total, pero no


era nada nuevo, pese a que antes tenia ojos, realmente no
veía nada, nunca fui consciente de mi propia persona, de mi
presente.
Podia sentir la inercia del vehiculo, los frenados abrup-
tos y los interminables caminos en línea recta.
Ante la ausencia de mi visión mis sentidos se agudisa-
ron, podía sentir la robustes de los asientos, los cambios de
temperatura que eran tan obvios, aun cuando el sargento los
quería camuflar encendiendo el clima.
No podía quejarme, este era mi destino, es, hasta ahora,
un destino mas noble de lo que realmente creo merecer.

27
En algún punto deje de dar seguimiento a la charla, me
senti indigno, hacia años que había tenido charlas tan como-
das, tan cercanas, jamás había vuelto a suceder desde aque-
lla noche…
-¿Por qué tan callado?- interrogó la firme, pero calida
voz de la señorita.
-ya se durmió, dejalo- bromeo el sargento.
sonreí -estaba pensando- contesté con nostalgia.
Hubo un breve silencio.
-siempre tuve curiosidad- dijo finalmente la señorita -
¿Por qué un criminal termia así?- interrogó, abri la boca
para contestar, pero prosiguió -mas una persona como us-
ted, es muy respetuoso y propio-
-podria ser…- intervino el sargento -…que los crimina-
les que son como animales son la gente que tiene las manos
manchadas- explicó -esa gente mata porque son animales,
monstruos sin sentmientos que solo buscan alimentar su sed
de sangre, en cambio, usted es un científico, si bien era el
brazo productor, sus manos están limpias, ¿no?-
-no sé hasta que punto pueda decir que están limpias-
contesté con tristesa.
-explicate- dijo severamente el sargento.
-la razón del porque incursione en este trabajo, es la
misma razón del porque dudo de que mis manos esten lim-
pias; esta charla ha sido muy amena, nunca había tenido un
contacto social desde ese mimsmo momento- Expliqué.
Por aquel entonces yo era un estudiante de un bachille-
rato técnico, en especifico era un técnico bachiller en quí-
mica.
Aquel dia, de los últimos días antes de las vacaciones,
podía sentir esa emoción de finalmente dejar atrás las tareas

28
y exámenes, y al mismo tiempo, una incertidumbre por el
futuro.
Salimos de clase poco después del medio dia como de
costumbre.
-ya estoy hasta la madre- ladró Daniel.
-calmate, ya te falta poco- respondió Sergio.
-es fácil para ustedes decirlo- gritó Daniel, quien siem-
pre hace un gran drama gritando lo que piensa -ya son sus
últimos días- completó.
-quien te manda a reprovar con Galvan- me burlé.
-vete a la mierda, esa señora esta loca- dijo y le dio un
sorbo a su refreco.
-¿les puedo servir algo mas?- dijo dulcemente Cristina,
una compañera del salón que trabajaba a su vez en las tar-
des en aquella pequeña cocina afuera de la escuela.
-mas refresco- solicitó Daniel.
Cristina miro hacia mí, ella, siempre una chica ejemplar
y educada, de buen porte, responsable y trabajando para
comprar lo suyo, muy bien preparada para un futuro en este
país, muy diferente de mí.
-yo estoy bien- dije de forma apenada.
Segio, quien estaba sentado junto a mí, me empujo con
el hombro.
-bueno, quizá otro refresco- dije con una sonrisa, tratan-
do de encubrir mi vergüenza con una falsa seguridad.
Por algún extraño motivo Sergio decía que comer ahí
me acercaba a ella y que comprar era una forma de coque-
teo, él y Daniel siempre dan los consejos de ligue mas ex-
traños que jamás haya escuchado, pero que sabre yo, jamás
he tenido pareja y el maldito de Sergio tuvo dos, para ser

29
honesto tiene mas experiencia que yo por lo que supongo
que funcionan sus consejos.
-estamos a nada de la adultes, Isaac- dijo Sergio en voz
baja -deberias acercarte mas-
-eso hago- conteste en el mismo volumen de voz.
-hacer trabajos escolares no es acercarse- dijo en un
tono vergonzosamente alto Daniel.
-tu cállate- contesté -ni siquiera sabes la diferencia en-
tre oxidación y reducción- bromé.
-¡ahg!- se quejó Daniel -no me recuerdes a esa pendeja
de Galvan- su quejido fue tan inteso que sin darse cuenta
tiró el recipiente vacio de su bebida -te lo juro we´, me hare
sicario y le daré un buen susto a esa profesora de mierda-
-¿ese es tu futuro?- interrogó Sergio con tono confuso.
-¡A huevo!- aceptó Daniel.
Sergio negó con la cabeza.
-no es difícil- continuó Daniel.
Cristina se acercaba a nuestra mesa con el refill de
nuestras bebidas.
Daniel cerro un ojo y apunto a ella con los dedos, simu-
lando una pistola -solo es apuntar y disparar- dijo, e hizo un
gesto como si desparará -¡bang!, como en Battlefield- com-
pletó.
Agradecí por las bebidas.
-si quieren algo mas háganmelo saber- respondió Cristi-
na.
Sergio nuevamente me empujo el hombro.
-sí, ehh…- dije sin pensar, y observe rápidamente el
mostrador tratando de pescar algo que pedir -un mazapán,
porfavor- dije rápidamente.
-en seguida- respondió amablemente y se retiro.

30
-que pendejadas estoy haciendo- maldije.
-vas bien- respondio sergio.
-me voy a quedar sin dinero aquí- anuncié y deje caer
mi cabeza sobre la mesa.
-yo te las pago llorón- se ofreció Sergio -vas bien- repi-
tió -pero ahora que venga dile algo como –“oye morra”-
Sergio imitaba una voz grave y masculina –“quédate el ma-
zapan, consideralo un regalo de mí”-
-un regalo- repetí desmotivado.
-pero con huevos cabron- grito Daniel.
Entonces levante el rostro, recargue mi codo sobre el
respaldo de la mesa, mirando al frente de la mesa y peinán-
dome con la mano, imité con el tono de voz, en son de burla
-oyte morra, quédate con el mazapan, consideralo…- me
detuve en seco.
Cristina estaba frente a la mesa con el mazapan en la
mano, mis “queridos” amigos estaban contieniendo una
muy energética risa.
-gracias- contesto cristina dulcemente y notoriamente
avergonzada -pero soy alérgica al cacahuate del mazapan-
dijo finalmente colocando el dulce sobre la mesa-
Me quede estatico y probablemente rojo hasta las ore-
jas, sin decir una sola palabra, Cristina se retiro.
-soy un estupido- suspiré.
Daniel y Sergio soltaron una sonora carcajada.
-ya vamonos- ordené dejando el dinero sobre la mesa,
un montón de billetes arrugados, dinero que ahorraba del
dinero que me daban mis padres para comprar comida en
los descansos entre clases.
guardé el mazapan en el bolsillo de mi sudadera.

31
La risa de Daniel y Sergio no se detuvo hasta la base
del microbús, en el trayecto se repetían mutuamente la fra-
se.
-eres la mamda Isaac- se burló Sergio.
-¡tu me dijiste que dijera eso!- contesté.
-eres bueno con los Erlenmeyer, pero no con las Erlen-
mujer- dijo entre risas Daniel.
-¡buena!- le apoyó Sergio mientras chocaban las pal-
mas.
-eso no da risa- dije mientras levantaba el pulgar para
detener el camion.
Un rojo carmesí resplandecia por las calles y entraba
agradablemente por las ventanas del colectivo.
Tomé asiento junto a Sergio y detrás de nosotros Da-
niel, tosían risas, sinónimo de que finalmente el “chiste” ha-
bía terminado.
-bueno- suspito Sergio -¿Qué hay de tarea?-
-cabron, vamos en el mismo salón- me quejé
-sí pero, tu eres el cerebrito- dijo en un tono amigable
para convencerme, pues yo sabia a que iba con esa pregun-
ta.
-dame tus copias del cuestionario- dije a regañadientes.
-sabia que me entenderías amigo- contesto, y me entre-
gó sus copias, las tomé y me disponía a guardarlas cuando
me di cuenta…
-mi mochila…- maldije.
Sergio y Daniel volvieron a reír.
-estas enamorado mano- se burlo Daniel.
Ya resignado, suspiré, comencé a pensar posibilidades,
era lógico que la olvide en la cocina de cristina, por lo que
lo mas lógico es que me la entrege el dia de mañana, una

32
posibilidad seria que me lo entregue muy temprano y res-
ponda rápido el cuestionario, o bien podría sacarle copias a
las copias de Sergio; evaluandolo con mas detenimiento me
doy cuenta que la mejor opción es la segunda.
-¡wey!¡wey!- gritó Daniel mientras tocaba enérgica-
mente el hombro de Sergio, ambos miraron por la ventana.
-¡No mames!- le hizo la segunda Sergio.
Pude escuchar unos pies subiendo al camion, resignado
y evualuando mis posibilidades, podía observar como los
rayos carmesí del sol entraban por la puerta, de una forma
tan recta, absorto en mis pensamiento, y mirando las parti-
culas de polvo que ser podían observar por el reflejo de la
luz, comencé a pensar en los atomos y el amor.
<¿Por qué buscamos pareja?> me interrogué, creo que
los seres humanos no somos diferentes a ese montón de ma-
teria aparentemente “inerte”, pues existen cerca de 118 ele-
mentos, posiblemente mas, todos y cada uno son únicos,
con características propias, igual que los seres humanos, al-
gunos con habilidades que otros no, y por medio de interac-
ciones nos es posible crear un organismo complejo mayor,
los atomos los llaman “moléculas”, nosotros “ciudades”, y
aumentando en complejidad los atomos lo llaman “vida”,
nosotros lo llamamos “países”, o tal vez “planeta”.
Y que son esas interacciones si no el amor, porque los
enlaces no son como el amor.
Hay enlaces ionicos, débiles y los cuales, al romperse,
los atomos terminan convirtiéndose en iones, podríamos
verlos como la gente que quedó marcada después de una
ruptura amorosa, un amor que jamás tuvo fuerza y en con-
secuencia se rompió a la mas leve interacción polar.

33
Y luego están los enlaces covalentes, en los que cada
una de las partes ponen lo suyo para complementarse, inclu-
so alguno de los atomos sufre un proceso de hibridación, y
que es la hibridación en las personas si no la forma en la
que nos adaptamos para recibir a esa persona, y no hablo de
la gente que finge una apariencia y una personalidad falsa,
hablo de aquellos que le dan un espacio a su pareja, un es-
pacio en los orbitales s y p para que su conyugue penetre en
su vida, de esa forme tenemos una relación fuerte y estable,
pero esa fuerza y estabilidad depende de otras variables, la
electronegatividad, el radio atomico.
La luz carmesí de la puerta se vio interrumpida por una
sombra.
-¿Qué carajos estoy pensando?- susurre, y noté que una
figura femenina pagaba su pasaje, cuando volteo era impo-
sible no reconocerla.
Por vernguenza fingi no haberla visto, pero para cuando
aparte la mirada nuestros ojos ya se habían cruzado.
Sergio me empujo el hombro nuevamente.
Me levante rápidamente.
-¿quieres el asiento?- dije sin pensar, y cuando razoné
me di cuenta que el camion estaba medio vacio.
Ambos nos quedamos mirándonos ante lo extraño de la
sitacion.
-yo sí lo quiero- dijo rápidamente Daniel, que se sentó
aun lado de Sergio.
-que bueno que te encuentro- dijo rápidamente Cristina,
extiendiendo su brazo que tenia mi mochila.
-sabia que la había dejado ahí- dije con una risa nervio-
sa, Cristina avanzó a la parte trasera del autobús e incon-
sientemente la seguí.

34
-¿Cómo te fue en el trabajo?- le pregunté.
-hmm…- expresó en señal de pensamiento, mientras
tomo asiento al fondo.
-un muchacho muy raro me quiso regalar un mazapán-
bromeó.
-ah, lo siento- dije rápidamente -no era para ti exacta-
mente, quiero decir, si era para ti, pero en ralidad yo…- me
detuve -solo estaba imitando algo que dijo Sergio no era en
serio-
Cristina sonrio, sí, sus gritos se escuchan por todo el
comder.
-¿de verdad?- pregunté con total vergüenza.
-hacen mas ameno trabajar ahí, hasta el dueño dice que
son parte del moviliario- bromeó.
-ah, ¿si?- interrogie con aun mas vergüenza.
Cristina suspiro -en fin- decidió cambiar el tema -¿Qué
planeas hacer al salir de la escuela?-
Un escalofrio recorrio mi cuerpo.
-pues aplicaré el examen para la Uni- respondí.
-¿y en que carrera?- interrogó ella, podía notar lo intras-
cendente de la conversación, era obvio que quizá se había
descepcionado.
-bueno, aplicare el examen para biotecnología, también
pensé aplicar en bioquímica- respondí.
-¿tanto te interesa entender la vida?- preguntó.
Cristina no era como Daniel o Sergio, ella también te-
nia conocimiento científico, si bien, me parece una chica in-
creíblemente hermosa, su inteligencia es lo que realmente
me atrae de ella.
Cuanto entre al bachiller destaque como el mejor de la
clase muy rápido y muy fácil, pero compañeros hablaron de

35
una contra parte mia en el toro grupo, una chica cuya belle-
za ya daba de que hablar en toda la escuela.
Finalmente, como ocurre siempre, los estudiantes que
no se adaptaron a los grados superiores fueron saliendo
poco a poco, finalmente, ambos grupos se juntaron, y en-
contes la conocí.
Cuando Cristina participaba en clase lo hacia de una
forma similar a como yo lo hacia, en pocas palabras, ambos
eramos unos completos ñoños, pero aun asi, ella no tardo en
superarme, no solo en calificaciones si no también porque
era muy social, en contraste conmigo que básicamente me
he aislado de aquellos que no fueran Sergio o Daniel.
-creo que…- comencé a responder -… estarás de acuer-
do conmigo que la línea entre lo vivo y lo no vivo es muy
difusa, quiero decir, que rayos es un virus-
-un montón de proteínas y código genético que esta ahí-
respondió Cristina.
-sí- acepté -pero, creo que la línea es difusa porque en
la realidad no existe- respondí.
-¿Qué?- respondio confundida Cristina.
-quiero decir, sabemos que la realidad no se divide en-
tre física, química y biología, si no que son conceptos que
los seres humanos ideamos con el objetivo de entender un
poco mejor nuestra realidad, pero la “realidad real” no esta
divida, entonces, me atrevo a decir que en la “realidad real”
no existe diferencia entre lo no vivo y lo vivo- explqué
-¿entonces los atomos están vivos?- preguntó ella.
-o podría ser que nosotros no estemos realmente vivos-
aseguré, Cristina fruncio el entrecejo.
-veras, somos atomos, atomos que solamente están si-
guiendo una inercia que viene desde la gran explosión, si

36
existiera un ser lo suficientemente inteligente seguro que
podría calcular este momento exacto, y podría calcular las
acciones futuras- explqué, y no me di cuenta de que lo decía
con una emoción, las palabras solo salían de mi boca.
-¿se podrá predecir el amor?- interrogo ella.
-bueno, es posible- dije -al final el amor se explica por
la química, y recordemos que la química son moléculas in-
teractuando entre sí, y estas moléculas en la realidad inte-
raccionan con la luz o con el calor, no son sistemas aisla-
dos, entonces, de alguna manera lo que vemos, la luz, va a
influir en las sustancias de nuestro cerebro, y en consecuen-
cia obtener amor-
-pero no solo la luz- intervino cristina -tal vez el sonido
con la dulzura de una voz- dijo.
-cierto- acepte
-o con el sentir del tacto- dijo ella mientras suavemente
toco mi mano.
-cierto- dije, y mi corazón se asceleraba.
-es algo muy complejo- dijo finalmente -muchas veces
podemos predecir el comportamiento de sustancias y su in-
teracción con otras, las personas en cambio, somos impre-
desibles- explicó ella.
-cierto- asentí -pero creo que no somos diferentes, solo
a mayor escala- dije.
-¿te gustaría salir conmigo?- interrogo ella.
Me quedé sin aliento, en silencio.
-no predijiste eso, ¿verdad?- dijo ella con una sonrisa.
Estaba estupefacto <¿sera una broma?> pensaba <¿Qué
se supone que se responde a esto?>
-yo…- comenzó ella -…tampoco pude prever tu recha-
zo- dijo con un tono descepcionada, y solto mi mano.

37
-¿rechazo?, ¡No!- dije y volví a tomar su mano -seria
muy feliz de estar contigo- dije.
Y ella se recargo sobre mi pecho, no dijo nada mas,
solo estábamos ahí, esperando, abrazados, con esa hermosa
luz carmesí iluminándonos a ambos, no podía existir un
momento mas feliz que este.
pero quien diría que terminaría maldiciendo este dia
toda mi vida.

Capítulo 5

Nota del Dr. Angel.


El testimonio de Griñard es interesante, creo que estará
de acuerdo conmigo de que existen periodos de nuestra vida
en las que creemos que los criminales son monstruos sali-
dos de las alcantarillas de los barrios suburbanos de las ciu-
dades, que los narcos y sicarios son bestias demoniacas que
adquieriron una apariencia humana para atemorizarnos de
nuestra propia especie, y en consecuencia debilitar la con-
fianza entre los nuestros.
Lamentablemente la realidad “real” es que sigen siendo
personas de carne y hueso, que alguna vez tuvieron una in-
fancia con sueños y aspiraciones. Pero en lugar de conver-
tirse en los héroes del país, terminaron materializando a los
peores demonios que dejarían atormentado a los mas temi-
bles demonios.
Y es ahí cuando entramos nosotros, los buscadores de
la verdad y la justicia, ¿no cree agente?.

38
Si me permite el romanticismo, si ellos son demonios
que superan las ficciones jamás descritas, eso implica que
nosotros, los luchan del lado de la justicia, los que luchan
para buscar la paz verdadera y absoluta, debemos ser ánge-
les y justicieros, heoreos que superan toda religión y ficcion
jamás escrita, porque a diferencia de las ficciones, nosotros
genuinamente ponemos nuestro pellejo al fuego para salva-
guardar a auténticos extraños, que incluso a veces no nos
une ni la bandera, extraños que quizá en otras circunstan-
cias, y por meras vanalidades, podríamos terminando odian-
do, pero en su lugar, estamos en el frente de batalla, luchan-
do para recuperar su libertad, la seguridad, y las calles que
le fueron arrebatados por el crimen organizado.
La anécdota que relató Griñard fue un hecho que pudo
ser evitado si la oscuridad no obstaculizara la visión de los
gobiernos locales, estoy seguro que Hesien expresaría estos
eventos como un agujero negro, pues el crimen organizado,
bajo su opresión del terror, es capaz de alimentarse a si mis-
mo, igual que estos objetos estelares de extraordinaria masa
devoran todo a su paso, y con ello aumentan su poder y al-
cance.
Perdoneme, Agente, por desviarme tanto del tema, sabe
bien lo mucho que valoro nuestro trabajo.
A lo que voy es que pude ratrear los hechos relatados
por Griñard.
En la cultura popular prebalence el mito de que “Gri-
ñard” fue un “junior”, un hijo de famosos científicos, que
nació con todo conocimiento científico a su alcance, y que
fascinado por la narcocultura decidió incursionar en el ne-
gocio, decidido a revolucionar este sector.

39
La realidad no es que sea menos impresionante, pero si
mucho mas aterradora.
El caso de “Griñard” se conoce como “la desaparición
forzada del kilometro 33”, a decir verdad no fue muy difun-
dida, y mucho menos investigada, pues no solo se trataba
de un evento común en todo el país, si no que además se
trataba de actos ligados con los gobiernos locales, mismos
que influyeron a que se le diera carpetazo a la investigación
del caso.
La desaparición del kilometro 33 ocurrió en Guerrero,
en un camion que conectaba el publo donde asistia Griñard,
con el publo donde vivía.
En el caso de la desaparición se encuentra un sujeto lla-
mado “Agustin Lopez”, quien en ese momento se encontra-
ba hablando por teléfono con su mujer “Estrella Xicotenca-
tl”.
La señora estrella, quien siempre se preocupo por la se-
guridad de su marido, en un acto que algunos llamarían pa-
ranoia, mantenía largas llamadas con su esposo mientras
este se transportaba a su hogar luego de una larga jornada
de trabajo.
Llamadas que la mujer grababa todo el tiempo, he ahí
lo escalofriante de este caso, pues existe una jodida graba-
ción de audio de aquellos momentos.

-transcripción de la llamada telefónica entre Agustin


Lopez con su esposa Estrella Xicotencatl-

El extracto de la grabación de interés comienza con el


sonoro retumbar del camion y un volumen incómodamente
alto de música banda.

40
-ya se me cansó la mano de sostener el teléfono- se que-
jó el señor Lopez.
-ay- expresó Xicotencatl con ternura -perdón, por mis
locuras te hago hacer este tipo de cosas-
-no te preocupes gordinta- respondió Agustin -me gusta
oír tu voz-
Hubo un sese en la conversación, solo se escuchaba el
bullicio de los pasajeros, la música y el motor del transpor-
te.
-¿Qué hiciste de comer?- interrogó Agustin.
-querras decir cenar- corrigió Estrella.
-¡a chinga!- expresó Agustin, quien guardo silencio
unos segundos, muy seguramente para confirmar por la
ventana del transporte -es cierto- continuó -ya es noche-
-se te hizo tarde- confirmó Estrella.
-ya sabes como es el Toño de rollero- se quejó -ya voy
de salida del almacen y me detiene para platicarme que si
su hija ya se va casar- deciá quejándose.
-cuandos sea así- intervino su mujer -deberias decirle
“mano, ya me voy, que se me hace noche y luego no hay
camion”- aconsejó.
Agustín asintió.
-ellos por que traen coche- señaló Estrella.
-pero pues ya- intervino Agustín -mañana le digo “casi
no agarro camino mai´”-
-y dile- continuó Estrella –“luego me pega mi mujer”-
dijo con tono burlon.
La pareja se pone a reir, se destaca que Agustin co-
mienza solo a toser la risa, y baja el volumen, el bullicio de
la gente también se detiene.

41
De repente el sonido del motor del camion también se
detiene.
-¿Qué pasa?- pregunta la mujer con un tono de notoria
preocupación.
-eh- vacila Agustin.
Es probable que para este punto, todos los presentes en
el camion hayan visto que la carretera se encontraba blo-
queada por camionetas.
-creo que se le descompuso el motor al chofer- dijo fi-
nalmente Agustín
-¡no inventes!- se quejó Estrella
-se acaba de bajar- dijo en voz baja Agustin.
-ya mejor consigue un taxi, corazón- aconsejó su mujer,
Agutin no respondió.
Lo siguiente que se escucha es un retumbante y seco
sonido de explosión, un disparo.
Se aprecia el quejido de la muchedumbre.
-¡agachados!¡agachados!- se escuchaba con furia al
fondo.
-¿Qué pasa?- pregunta con angustia la mujer.
Se escucha que el celular de la llama des deslizado, pro-
bablemente al interior y al fondo de una mochila que se pre-
sume cargaba el marido.
Se escucha que el camion vuelve a ser encendido.
-¡agachados!- repité una voz que poco a poco se va
acercando.
-¡ni me acerquen sus chingaderas!- se quejó aquella voz
-¡nosotros no venimos para eso!- advirtió.
Para este punto, se escucha a la esposa teclear nerviosa-
mente otro teléfono.
-¿bueno?- dice la señora con tono vacilante.

42
-estan asaltando un camion en la carretera- dijo chillan-
do Xicotencatl.
-señorita, mantenga la calma, porfavor- se aprecia a es-
cuchar a la operadora.
-tienen a mi esposo- dijo finalmente soltándose en llan-
to.
-porfavor, diganos las especificaciones del camion- so-
licitó la operadora.
-sí- dijo nasalmente Estrella, y entre llanto e hiperventi-
laciones logro dar los datos que su marido proporciono an-
tes de abordar la unidad, como solia ser costumbre.
-mandaremos una unidad pronto- aseguró la operadora.
-estan armados- avisó Estrella.
-¿Cómo dijo?-
-estan armados- repitió Estrella con desesperación.
-de acuerdo, lo tomaremos en cuenta, por favor, digame
su nombre- dijo amablemente la operadora.
-Estrella Xicotencatl- respondió hiperbentilante.
-tranquila estrella, ya vamos para allá, todo estará bien-
aseguró.
En la línea de su marido se volvió a escuchar el seco re-
tumbar de un arma de fuego, ante ese sonido Estrella gritó
-¡El próximo que se intente hacer el héroe lo mato, hi-
jos de la chingada!- decía la voz de antes -yo no tengo pe-
dos en cargármelos pendejos, asi que compórtense o se los
lleva la verga- amenazó.
-le dispararón a alguien- anuncó estrella a la operadora
-¿se encuentra usted en la unidad?- pregunto la señorita
al otro lado del teléfono.
-no- respondió Estrella -me encontraba hablando con
mi esposo, y la llamada aun continua- explicó.

43
-gracias por la información, por favor, estrella, respira,
todo saldrá bien- dijo dulcemente la operadora -ya le notifi-
que a uno de mis mejores oficiales, le aseguró que llegara
rápido y con éxito- dijo.
-bien- suspiraba en voz baja Estrella.
A los 20 minutos se escucho en la llamada con su espo-
so una sirena.
-camion, deténgase- anunciaba un altavoz.
-¡no dispares!- grito una voz distinta del de antes, esta
voz era mas delgada, de modo que estrella se dio cuenta que
el aparente asalto no era perpetrado por una sola persona.
Fueron minutos de silenciosa tensión.
De pronto, una voz rasposa habló -¿a cual me llevo?-
-llevate al carnal de allá- respondió la voz delgada que
hace unos momentos había gritado para no disparar.
-escucheme señor- dijo la voz rasposa -me lo voy a lle-
var a la cárcel local, diremos que usted asaltó un camion y
que lo agarre por eso, lo saco mañana por la mañana,
¿sale?-
-si no cooperas me chingo a todos los de aquí, ¿entien-
des?- gritó la voz de al principio.
Hubi un breve silencio y se escuchaban pasos.
-mira en los aprietos que me metes pendejo- decía
amistosamente la voz rasposa.
-ohhh, llegando te invito una chela- dijo la voz chillona.
-camara- respondio la voz gruesa.
De pronto se escuchó un chiflido.
-¿Cómo te enterase de nosotros wey?- interrogo la pri-
mera voz amenazante.
-una llamda- respondio con indiferencia la voz rasposa.
-a chinga- dijo la voz delgada.

44
Lo siguiente fue un breve silencio.
Se escuchó al camion avanzar nuevamente.
-¿Qué paso?- interrogo Estrella.
-¿disculpe?- respondió la operadora.
-el camion otra vez esta en movimiento- avisó.
-a ver, quiero las pertenencias de todos los hombres-
dijo la primera voz en tono amenazante -voy a pasar uno
por uno a checar sus pertenencias, el quie haga algo raro me
lo chingo- amenzó.
-¡el asalto continua!- avisó alarmada Estrella.
-carajo, otra vez el- maldijo la operadora.
-¿perdon?- dijo indignada Estrella.
Se escucha la operadora cuelga la llamada.
-no,no,no- se repetia estrella.
-hijo de la chingada, estas en llamada- es escucho del
lado del marido.
Lo siguiente que se escucha es una detonación de arma
de fuego.
Estrella gritó ante tal sonido.
-¿bueno?- contestó claramente la primera voz.
Estrella jadeaba, hiperventilaba.
-escuchame hija de tu puta madre- gritó la voz al otro
lado de la línea – y nos haremos un caldito con sus restos,
¿como ves?- amenazó -no te vayas a ir cabrona-
La llamada termina.

Nota del Dr. Angel.


No existe grabación por parte de la operadora, de echo,
no existe registro alguno sobre quien fue la operadora que
atendio la emergencia, la historia oficial dice que se tratan
de dos casos distintos, dicen que el policía cumplio su fun-

45
ción arrestando al asaltante, quien en todo momento acepta
haber cometido un robo a mano armada.
Declaraciones incongruentes y poco especificas, la des-
aparcion forzada del kilometro 33 se quedó inpune, y lejos
de inpune, se quedo en el olvido.
Jamás salió en grandes medios de comunicación, y si lo
hizo solo fue una mención rápida y jamás se profundizo en
la poca claridad de las investigaciones.
Esta desaparcion no seria ni la primera, ni la ultima, y
ante un bombardeo constante de noticias de este estilo, la
población, saturada, jamás recordaría los nombres de las
victimas, ni mucho menos se pondría a pensar en el nombre
de los responsables.

Capítulo 6

-fragmento del testimonio de Griñard-

Me encontraba aterrado, cada que los bastardos disparaban


podía sentir todos mis huesos vibrar, el sonido del cañon re-
sonaba en mis oídos, lo que me dejaba completamente atur-
dido.
Cristina me abrazaba con fuerza, podía notar que temblaba
del miedo.
La oscuridad termino de cubrir la ciudad, hacia ya un buen
rato que los criminales habían apagado completamente las
luces del interior y exterior del camion, para este punto, es-
tábamos ya muy lejos de casa, por curiosidad asome la ca-

46
beza por la ventana, nos encontrábamos en la sima de una
montaña, y la via lacatea resplandecia en el cielo.
En mi mente pensaba, y pedia, con todas mis fuerzas ayuda,
una especie de ayuda mistica o extraterrestre que pudiera li-
brarnos de esta situación.
Pero esa ayuda divina jamás llego.
El camion se detuvo, volví a temblar, no estaba seguro si
era del miedo, del frio, o de las dos cosas, Cristina y yo
temblábamos que ni siquiera podía distinguir su miedo del
mio.
Unas lamparas desde fuera iluminaban el interior, la luz era
intensa, no podía reconocer a nadie detrás de esas lumina-
rias.
-bajamelos de poco en poco- solicitó una voz.
-ya esta jefe- contestó la primera voz, uno de los criminales,
calvo, con la mitad del cuerpo tatuado y con un rostro es-
queletico del cual sobresalían su dentadura chueca.
-a ver banda, háganme una fila por el pasillo y nosotros los
vamos bajando- explicó.
Cristina no quizo quedarse al ultimo de la fila, por lo que yo
tome ese lugar, delante de ella estaban Sergio y Daniel.
Sentía que mi corazón se saldría de mi pecho, todo estaba
completamente silencioso.
Una vez bajamos nos pedían levantar las manos extendidas,
y unos hombres nos revisaban de pies a cabeza. Esto mien-
tras mas lamparas intensas iluminaban nuestro rostro, no
era posible verlas directamente pues causaban dolor en los
ojos, esto, sin duda, era una forma de evitar que pudiéramos
ver quienes setaban en el lugar, ni siqueira era posible en-
tender el lugar donde estábamos.

47
Con cada paso podía escuchar el sonido de la grava a mis
pies, era lo único que se podía escuchar en el lugar.
-contra la pared- dijo la misma voz chillona de antes.
Ante esa pared solo podía observar mi sombra, y en reali-
dad aun podía girar un poco mi cabeza y podía ver de reojo
la fila de todos los que estábamos en el camion.
-somos del cartel de guerrero- dijo una voz grave -ustedes
están aquí porque necesitamos gente, pasare uno por uno y
piensen bien en lo que nos pueden ofrecer- explicó.
De repenté me perdí, ante lo increíble de la sitacion mi
mente comenzó a divagar <debe ser un sueño> pensé.
Pero el terrible soplar del frio viento me recordaba la reali-
dad, sentía que mi corazón se saldría de mi pecho, todo es-
taba claro.
<esto no es un sueño> finalmente acepté, y por mis mejillas
salió una lagrima, apretaba mi temblorosa mandíbula con
fuerza.
Mis manos estaban cansadas de estar arriba, pero apenas
bajaba los codos un poco, un cañon de un arma se acercaba
para levantar las manos nuevamente.
De repente la voz grave estaba muy cerca de mi.
-¿y tu en que me puedes ayudar?- interrogó.
-y…yo…- la voz de Daniel titubeaba.
-¡dilo ya chinga!- gritó la voz grave y soltó un disparo al
suelo que estremeció a todos.
-¿ser sicario?- respondio rápida y dudosamente.
-ah, no mames- dijo la voz gruesa -¿tu? ¿un chamaquito?-
se escuchaba una risa por parte de las personas detrás de las
lamparas.
-ahuevo que sí- respondio mas firme Daniel.
-a ver- respondió la voz gruesa.

48
Voltee ligeramente, y observe a un hombre con sobrepeso y
bastante alto, él era aquella voz gruesa, y sacó de una funda
una pistola que le entregó a Daniel.
-echate a este- dijo la voz gruesa señalando a Sergio.
Mi corazón se asceleró, Daniel apunto la pistola contra Ser-
gio.

Sergio no tenia ni idea de lo que estaba pasando, podía no-


tar el temblar de su mandíbula, y ese jadeo que todos los
que estábamos contra la pared teníamos.

Daniel puso su dedo sobre el gatillo, su mano temblabá, co-


menzó a hiperventilar.

Mis muscilos se tensaron, finalmente aparte la mirada, no


quería observar aquella escena, no quería ver a mis mejores
amigos morir, rechazaba por completó ese momento, es ho-
rrible, es una pesadilla.

Es un autentico infierno pensar que este tipo de actos ocu-


rren con recurrencia, pensé en mi madre, en lo mucho que
lamento no haberla abrazado mas fuerte y mas tiempo, pero
también pensé en toda esa gente que había muerto a mi
lado, todos con familias, con sueños, pero todo eso se aca-
bó.

-no puedo hacerlo- suspiró Daniel.


-me lo imaginé- contestó quien le había entregado el arma a
Dani.
De repente un estallido seco retumbo.

49
-no mam…- alcanzó a decir Sergio antes de que otro estalli-
do seco lo silenciara para siempre.

Caí de rodillas, con las manos al suelo y comencé a llorar,


no quería ver la escena, sabía bien lo que había pasado y no
necesitaba observarlo.

-paraté- dijo un sujeto armado y me pateó a un costado, la


patada no fue muy fuerte, sin embargo no opuse resitencia y
simplemente termine de caer.

-mira nomas- dijo aquel gardo -pero que belleza- mi sangre


se avivó, mi adrenalina subió al darme cuenta de lo que es-
taba pasando.

Aquel bastardo estaba manoseando a Cristina.


-¡Detente!- grité, no sé de donde saqué fureza y valor para
hacer esa acción.
El bastardo comenzó a reír -subela a mi auto- ordenó a uno
de los presentes, y precidió a patearme, podía sentir la fir-
meza de su zapato el cual estaba repleto de suciedad, even-
tualemente comencé a sangrar, y llego un punto en el que la
sangre y la mugre hacían una terrorífica mezcla, en un prin-
cipio podía sentir la tibiesa de mi sangre, debo aceptar que
fue un extraño alivio ante el frio de la noche, las patadas
fueron a un ritmo al cual eventualmente acepté, y en algún
punto acepté la cercania de la muerte, y lejos de alarmarme,
agradecia la posibilidad de unificarme con el todo del uni-
verso, pues la materia no se crea ni se destrulle, sin duda,
entregar mis atomos para conservar la eternidad del univer-
so era un futuro mucho mas alentador que ese presente, y

50
además, eventualmente y por mera probabilidad, algún dia
mis atomos podrían volverse a encontrar con Cristina, con
mis amigo y mi familia, quizá en forma de oxigeno molecu-
lar, quizá en hidrogeno y helio alimentando el poder de al-
guna estrella, o quizá en conjunto ayudando a nuevas for-
mas de vida a florecer.
Sonreí.
El bastardo de voz gruesa parecio encolerizarse ante tal
acto, pero me di cuenta, que en lo que pensé eran mis últi-
mos momentos de vida allé sentido a mi existencia mas allá
de la muerte y aprecié semejante futuro mucho mas que te-
ner bienes que formen un monumento a la vanidad, un mo-
numento temporal, en su lugar encontré un propósito
eterno.
-¡que estas haciendo cabron!- dijo otra voz y detuvo al gor-
do.
-llego y veo puro puto cadáver- se quejó aquella persona.
Respire, el oxigeno me quemaba la nariz.
-consegui una persona- dijo la voz gruesa.
-sí ya me contaron, una puta nomas- el nuevo personaje me
ayudo a levantarme, pero para ser honesto, no tenia la vo-
luntad de hacerlo, aun asi, estaba de pie sin propósito al-
guno.
El nuevo sujeto me guió al interior de una camioneta.
-para mañana necesito a 15 cabrones pendejo- se quejó el
nuevo sujeto.
-soy Fernando- se presentó el nuevo sujeto.
Yo no respondí.
Fernando me entregó papel para limpiarme el rostro, lo to-
mé, pero ni siquiera tenia la voluntad de limpiar, podía sen-
tir que mi rostro comenzaba a acumular sangre seca.

51
-wey, se que esta cabron este pedo- dijo Fernando -pero ne-
cesito gente, y si no lo hago me van a chingar- explicó.
Entonces lo mire a los ojos -¿Dónde esta la chica?- interro-
gue finalmente.
-ella nos ayudara- dijo con una sonrisa -¿no te gustaría ayu-
darnos también?-
-solo ayudaré si la liberan- la rabia me consumia.
-escucha, ella nos puede dar muchas ganancias con su cuer-
po, dejarla irse me pone en riesgo a mi, me deja sin dinero,
y entonces me van a chingar, y si me chingan a mi, enton-
ces te voy a chingar a ti- explicó.
-puedo compensarlo- dije.
-el sexo vende mucho, no hay tantas cosas que dejen mas-
explico.
-puedo fabricar droga para ustedes- ofrecí finalmente.
-por favor…- respondió Fernando incredulo -ese es un ne-
gocio costoso-
-conozco métodos de síntesis que podrían ser económicos,
por favor, dejala libre- suplique.

De esa manera, por un instante, pensé que había encontrado


mi propósito, y sin embargo, decidí entregarlo a cambió de
que una persona importante pudiera hacer lo que yo no
pude, despedirme de este mundo.

Isaac murió ese dia, y entonces nací yo, “Griñard”, lo que


hice, lo hice para hacer lo que este país no pudo, preservar
la libertad de alguien, mi existencia por la libertad de una
chica.
Ese pensmaiento me mantuvo convencido de que lo que ha-
cia era correcto.

52
Hoy sé que el costo fue muy alto, no solo perdí mi libertad,
si no que también aporte para que la violencia en este país
acabara con los derechos de mas personas, no solo en cues-
tión de inseguridad, si no también por adicciones. Sin duda
acepto mi castigo y espero paciente mi unificación con el
todo si este mismo me considera digno.

-¿siempre debes hablar de manera tan poetica?- me interro-


gó la general Melendez -me estresa un poco- se quejó.
Me disulpe, y lamenté mucho haberles echo perder su tiem-
po, si es que en primer lugar me pusieron atención, después
de todo al tener los ojos vendados me es imposible saberlo.

La señorita suspiró.
-Aquí alfa- se escuchó en una radio -parece que al interior
del túnel hubo un accidente, recomendaría regresar y tomar
la libre-
-Alfa- contestó inmediatamente Melendez -¿Cuánto tiempo
nos tomaría la desviación por la libre?-

-aproximadamente tres o cuatro horas extras de viaje- con-


testó la misma voz por la radio.

La señorita chasqueo los labios.

-¿Cómo ve mi general?- interrogó el hombre que nos acom-


pañaba en el vehiculo.

-¡AH!- se quejó la general mientras escuché un sonido simi-


lar a frotarse el cabello.

53
-podria ser una trampa- señale.
-muchas putas gracias Einstein- contestó sarcásticamente la
general -es mas que obvio que podría ser una emboscada, la
pregunta es donde-
-¿Dónde?- interrogó confundido nuestro acompañante.
-supongamos que tomamos la libre- comenzó a explicar
Melendez, en esa autopista podrían tener preparada la em-
boscada, el accidente aquí solo seria para obligarnos a ir por
la libre y caer en la trampa-
-entonces tomemos el túnel- apuntó el acompañante.
-no tan rápido- respondió la señorita -ese túnel es perfecto,
al interior nos quedaremos incomunicados, los vehículos en
el trafico podrían sicarios y simplemente nos quedaríamos
rodeados- explicó.
-entonces hagamos un cateo a la gente al interior- sugiró el
acompañante.
Un sonoro golpe sobre la gunatera del auto retumbo el auto.
-¿neta eres un sargento?- dijo con furia Melendez -¿no te
parece que para hacer un “cateo” necesitamos algo llamado
“ornden de cateo”?- interrogó con sarcasmo.
El sargento no respondió.
Un celular comenzó a vibrar.
-¿Quién es?- interrogó el sargento.
-el pendejo de ortega, no quiero que me ponga mas nerviosa
de lo que ya estoy- dijo, y el celular dejo de vibrar, proba-
blemente Melendez desvió la llamada.
Podía sentir el auto tambalearse, Melendez debia sentirse
con tanta presión que liberaba lo que podía con su pie.
-haremos esto- dijo finalmente -manda a tus hombres al
frente, desvien el trafico, hagan un camino, mis muchachos
cruzaran rápidamente el túnel, y entonces no pasará nada-

54
-mis hombres serán la carnada- contesto seriamente el sar-
gento.
-todos somos la carnada aquí, Sargento- respondió en el
mismo tono Melendez.
-¿mataras a mis hombres por este pendejo que no tuvo los
huevos de morir cuando le tocaba?- interrogó con furia el
sargento.
-si quieres mando a mis infantes, no tengo bronca- contestó
Melendez.
El sargento dio una carcajada, pero no de burla, se sentía
una risa amigable.
-me gustan esos ojos- dijo el sargento y se escucho abrirse
su puerta.
-¿Qué?- Melendez estaba confundida.
-supongo que no soy el único con tácticas muy raras para li-
gar- respondí en son de burla.
-callate- respondió seriamente Melendez.

Capítulo 7

-testimonio de Alejandra Fernandez-

Se nos informó de un trafico pesado sobre el tramo,


para este punto, en redes sociales se estaban difundiendo
imágenes sobre el movimiento militar y policiaco por la ca-
rretera, ya se rumoreaba sobre un posible traslado antes de
tiempo de Griñard.
Al pasar por pueblos cerca de el túnel en Tehuantepec
había visto jóvenes mirando la caravana de formas sospe-

55
chosas mientras tomaban fotos o hablaban por teléfono, no
puedo afirmar que fuerna alcones, bien podían ser solo mu-
chachos asombrados ante semejante poder militar.
-van a entrar los federales- avisó el cabo Valdez, quien
había bajado del vehiculo para enterarse de primera mano
sobre la situación.
-¿Por qué los federales?- interrogó Nava.
-y yo que sé- respondió Valdez encendiendo un cigarri-
llo.
-me sentiriá mas seguro con los nuestros dentro- suspi-
ró Nava.
-ya relájate- dijo Valdez con el cigarrillo en los labios -
asustarás a Fernandez- completó retirándose el pitillo de su
boca.
-da igual- dije -estoy lista para cualquier eventualidad-
respondí firme.
-ahuevo que sí- aprobó mi cabo.
Valdez ascendio a la parte trasera del vehiculo.
-hagamos esto Nava, si esos weyes intentan algo, yo le
compraré algo en el casino- dijo esto acomodando armas a
los laterales.
-ya dijo mi cabo- tras la respuesta ambos rieron.
-solo es un túnel- dije burlándome de su paranoia, pero
mis palabras fueron susurros ante sus carcajadas.

Pude observar que los policías estaban movilizando el


trafico para habilitar un carril por el cual pasaría la carava-
na, hasta entonces, la Marina permanecia al exterior del tú-
nel, un helicptero de reconocimiento sobrevolaba alrededo-
res en busca de movimiento sospechoso, el helicóptero

56
principal, “Alfa”, estaría vigilando las entradas y salidas del
túnel en caso de una “eventualidad”.
-ponganse casco y bufanda- ordenó el cabo.
-¡estamos a 30° cabron!- se quejó Nava.
-¿quieres tu nombre en el reporte de bajas?- respondió
serio el cabo.
Sin intercambiar palabras, ambos nos pusimos el equi-
pamento.
Un oficial se acerco a nuestro vehiculo, estaba pasando
auto por auto dando instrucciones.
Nava bajo la ventanilla de su asciento.
-¿Quién esta al mando?- interrogó el oficial.
El cabo levanto la mano hasta al fondo del vehiculo.
El oficial agacho la cabeza para poder ver a Nava
-el trayecto que abrimos no es recto, estamos surcando
el accidente, fue realmente apartoso y los peritos aun no lle-
gan, asi que vamos a entrar lento, son dos curvas, tras ello
necesitamos que asceleren para salir del túnel lo antes posi-
ble- explicó el oficial.
-¿lo tienes infante?- preguntó el cabo a Nava.
-sí mi cabo- respondió Nava y el oficial se retiró.

Debieron pasar una media hora mas antes de que dieran


la orden de avanzar.
Tal y como se le ordenó, toda la caravana avanzo en
una sola fila a una velocidad moderada, Nava había puesto
la 98.3 FM para relajarse un poco en lo que esperaba, el
olor a tabaco inundaba el interior, todos estábamos nervio-
sos.
Una vez el vehiculo entro al túnel, la radio se detuvo
debido a que no había señal al interior, el eco de los moto-

57
res resonaba por todo el túnel, mi deber era observar cada
vehiculo, en caso de actividad sospechosa.
Cada que pasábamos por un auto repasaba <Nissan
Versa rojo, placas de Oaxaca RR 58191, conductor de al-
rededor de los 40 años, con un pasagero del sexo femen-
ino>
<Una Aveo blanca, placas de Guerrero HFP 4783,
conductor varón, copiloto femenina, tres niños atrás>
< Un March azul, placas de Chiapas, DSZ 999Z, cua-
tro tripulantes, todos con las manos ocultas, excepto por el
piloto, un pelón con un alacran tatuado, tiene un cigarro
encendido, todas las ventanillas abajo >
-a las 3, March Azul, Chiapas DSZ, sospechoso- infor-

-en las 3, March Azul, Chiapaz DSZ- repitió el cabo
por la radio.
Pude observar que unos federales se acercaron al vehi-
culo, pero decidí seguir observando.
Sin novedad, los vehículos de las 3 parecian normales,
me parece que por la radio reportaron otros cuatro a las 9, y
otros cuatro a las 3, sin contar mi reporte.
-Eco principal, estamos por salir del choque- se escuchó
por la radio.
-recibido Eco, ascelere en cuanto tenga salida directa-
se escuchó la voz de la general.
El sonido del motor ascelerando se podía percibir por
todo el túnel, seguido del primer auto se escuchó el segundo
y el tercero, sin embargo un golpe seco seguido de dos fre-
nos perturbaron el silencio del lugar, y sin mas, se comenzó
a escuchar el retumbar de los cañones.
-que cabrones- susurró Nava.

58
Eso no me perturvo, mantuve mi vista en el lateral,
pude notar que descendia gente de los vehículos en los ca-
rriles mas laterales.
-gente armada en las esquinas- grité.
-¡las esquinas!- gritó el cabo por la radio.
Pude escuchar que el vehiculo de atrás comenzó a dis-
parar.
-¿eso vino de nuestro lado?- pregunté.
-ya no importa eso, abrá fuego- ordenó el cabo.

Utilizando la puerta como parapeto, me recosté sobre


mi asiento hasta donde pude.
Podía sentir mi corazón latiendo a mil por hora, me sen-
tía agobiada ante el incesante estallido de los cañones, retiré
mi dedo del guardamorte y lo posicioné sobre el gatillo,
inhalé y exhalé, y las sonoras explosiones se conviertieron
en susurros, frente a mí había un sujeto, cruzamos miradas,
levantó una pequeña pistola apuntandomé con el cañón,
apreté mis dientes y la empuñadurá de mi xiuhcoatl, final-
mente disparé contra aquel sujeto, el tiro fue directo a su
rostro, y su cuerpo por reflejo accionó el gatillo, la bala im-
pacto contra la puerta que utilicé de parapeto, y por instinto
decidí ocultarme.
-¿todo bien Fernandez?- preguntó Nava, quien se en-
contraba en una posición similar a la mia, oculto en lo mas
profundo que podiá al interior del vehiculo para evadir los
disparos.
-es creo- respodí.
-¡unas escuadras están retirandoce del túnel!- nos gritó
el cabo.
-¿nos vamos, señor?- dijo rápidamente Nava.

59
-afirmativo, atentos a que nadie nos llegue- contestó el
cabo.
Había algo en las palabras de mi cabo, de alguna mane-
ra comprendía que todos nos sentíamos del mismo modo,
estábamos al interior de vehículos blindados y sin embargo
nos sentíamos completamente expuestos, rodeados, como si
el blindaje del vehiculo apenas fuera una protección de car-
tón o de papel.
-afuera, afuera, afuera- gritaba el cabo, acto seguido
Nava y yo abrimos nuestras respectivas puertas, al abrirlas
el sonido de las balas se acrecentó, y podía escuchar gritos
de auxilio, gritos dolor, insultos, llanto, mucho, mucho llan-
to.
Nos reagrupamos en la parte trasera del vehiculo, y re-
cargamos nuestras espaldas, avanzando entre aquel laberin-
to de vehículos, expectantes a cualquier enemigo que apare-
ciera.
Vidrios de autos sucumbían ante el impacto de la me-
tralla, había un mar de casquillos por todas partes, y en el
ambiente prevalecía un olor metálico que rezaba por que
fuera el aroma de las balas y los autos, pero muy dentro de
mí sabia que eso no era así.
Podía sentir el sudor arrastrarse por mi frente, podría
ser debido a la adrenalina, pero definitivamente toda la di-
námica en el interior del túnel debia generar algún tipo de
efecto en la temperatura, y de pronto esboce una sonrisa al
darme cuenta de que por eso le llaman “zona caliente”.
-escucho pasos a tus tres Fernandez- advirtió Nava, y
apunte en esa dirección, podía apreciar por la sombra a un
ente avanzando por los vehículos laterales.

60
Nuevamente me ví aprentando la empuñadura con fuer-
za, y mi dedo titubeante ante el gatillo, podía sentir que mi
hombro temblaba ante la presencia de la culata.
Nos acercábamos al maletero del automóvil a mis tres,
y con ello, aun inevitable enfrentamiento con aquel ente que
nos estaba vigilando.
Al llegar al maletero no aparté la punta el cañón en
aquel lugar, y finalmente de ahí salió un uniforme familiar,
un miembro de la policía federal, retiré el dedo del gatillo y
lo recargué sobre el guardamonte, pero entonces noté que
aquel oficial realizó exactamente la acción opuesta.
Un disparo imacto directamente contra el oficial e in-
mediatamente miré al perpetuador de tal acto, otro infante.
-¡es un federal!- le grité.
-uno de esos le disparó a mi hermano- me respondió
con voz quebrada.
Nos cubrimos a pocos vehículos de distancia de la sali-
da.
-vamos a darle cobertura a nuestros compañeros- nos
ordenó el cabo.
Nuevamente observé aquella zona caliente, la posición
cercana a la salida era aun mas ruidosa, pues los disparos
tenían un eco igual de ensordecedor.
Eramos apenas dos escuadrillas en la entrada, y pude
notar que efectivamente federales, estatales, y pistoleros
arremetian contra mis camaradas.
Cada escuadrilla había reaccionado de formas diferen-
tes, nosotros decidimos preservar nuestra propia vida y una
vez asegurada, ayudar a los nuestros, mientras que, otros,
estaban arriesgando su vida para evacuar a aquellas familias

61
atrapadas en el fuego cruzado, otros estaban barriendo la
zona con fuego.
-casi no me queda cinta- advirtió Nava.
-entonces salga, y solicite ayuda a alfa- le ordenó el
cabo.
-si, señor- respondió Nava.
Me encontraba dándole cobertura a Nava, pero una rá-
faga pasó por pocos centímetros mi cabeza, por sintito me
cubrí, y al mirar detrás de mí se me congelo la sangre.
-¡Nava!- grité, una bala le había impactado en el torso,
corrí hacia él y me arrodille ante su cuerpo tendido -¡Sani-
dad!- gritaba, pero entonces noté que los gritos por apoyo
medico resonaban en todo el túnel, y comprendí que la ayu-
da medica no llegaría, y por la sonrisa que Nava me dio
supe que él también era conciente de ello, finalmente aparte
la mirada.
-ellos no son humanos- susurre, mi cuerpo se sentía con
mas energía ante la rabia e impotencia que sentía, “ellos no
son humanos” me repetí mentalmente “ellos matarón a se-
res humanos con familia, hijos, pareja…” pensaba, y apreté
con toda fuerza la empuñadura de mi rifle “ellos jamás en-
tenderán el dolor de perder un camarada” pensé, y miré a
mi cabo, quien con la mano me señalaba que saliera a cum-
plir la misión que Nava no pudo terminar.
Levanté un pie y con él me impulse, podía sentir la
energía dirigirse a mis pies, podía sentir que si así lo quería
seria capaz de corre miles de kilómetros, finalmente llegué
a la salida, y ahí llacia alfa espectante de las siguientes or-
denes de la general.
-alfa- dije por la radio -nos emboscaron en el túnel, ne-
cesitamos apoyo- todavía no terminaba la frase cuando una

62
bola de fuego que venia desde el suelo iluminaba la carrete-
ra, y la siguiente escena que observé era una terrible explo-
sión y la posterior caída del helicóptero que nos proporsio-
naba cobertura.
El estruendo de tan terrible acto hizo estremecer todo el
lugar, podía sentir que la muerte estaba cerca.
Miré hacia mi cabo, supongo que tenia una expresión
en el rostro que hizo que supiera inmediatamente lo que es-
taba pasando, así que corrió en mi dirección, la otra escua-
drilla que estaba dando cobertura en el túnel alsó las manos
en señal de rendición.
Mi cabo me tomo del brazó y me guió hasta unos arbus-
tos, pude escuchar el eco de unos disparos, era obvio que
esos mosntruos no tendrían misericordia ante tan honora-
bles caballeros que aceptaron una derrota.
Corrimos y corrimos, eventualmente llegamos a una
playa, y el cabo por radio solicitaba ayuda, yo solo sentía
rabia, impotencia, y ante tales corajes comencé a llorar
energéticamente, posteriormente conocería a alguien que
me dijo que las cosas pasan por alguna razón, aun no sé que
clase de dios permite semejantes actos y tiene este tipo de
crueles planes, si algún dia lo conozco, que espero sea así,
no tendrá ningún derecho moral de exhigirme cuentas por
los mosntruos que abatí, al contrario yo le ordenaré me ex-
pliqué las razones del sufrimiento causado ante tan nobles
personas.
Capítulo 8

Nota del Dr. Angel.

63
Las declaraciones del Cabo y la infante Fernandez fue-
ron entregadas al presidente en aquel informe, el gobierno y
el alto mando militar supieron todo el tiempo a lujo de deta-
lle que ocurrió, y sin embargo ambos sabemos que la ver-
sión “histórica”, la versión “oficial” es muy diferente.
Hay un par de relatos mas que me gustaría compartir, el
extracto final de la declaración de Fernandez, y otro extrac-
to de las declaraciones de Griñard, y ya se que para este
punto usted se preguntará como le hice para hablar con los
muertos, no profundice ello, y para este punto quizá, señor
agente, esté dudando de la veracidad de mi recopilación, y
por ello, notará que con esta nota viene un cuaderno viejo,
un cuaderno manchado con sangre, repleto de polvo y se
puede apreciar que en algún punto se intentó quemar, y sin
embargo, nuevamente un guardian de la verdad metió las
manos al fuego, nunca mejor dicho, y extrajo este cuaderno.
Este cuaderno, señor agente, es la prueba mas grande
que tengo para respaldar mi relato.
Griñard, mano productora de narcóticos, era, al final de
cuentas, un científico, existe el mito popular de que varios
premiso nobel a la química estuvieron en su pasado traba-
jando para la D.E.A. y específicamente siguiendo el rastro
de Griñard, premiso nobel con descubrimientos que revolu-
cionaron la síntesis de fármacos, fármacos que la final de
cuentas son drogas con una actividad biológica definida y
cuyo “valor-precio” es adecuado para el combate, trata-
miento o rehabilitación de la salud humana.
Como buen científico, Griñard tenia una bitácora, la le-
tra es exactamente la misma, incluso tiene su firma, hay res-
tos de su huella dactilar, hasta esta escrita con la típica tinta

64
azul, es, sin duda, una prueba y declaración de las intencio-
nes y razones que motivaban a este criminal.

-Bitacora de Griñard-

Marco Teorico
La valoración o titulacion es un metodo de análisis
quimico cuantitativo en el laboratorio que se utiliza para
determinar la concentración conocida de un reactivo a
partir de un reactivo de concentración conocida.
Este tipo de análisis resultaría beneficioso para mante-
ner un control en la pureza estándar de los productos.
Personalmente llevo ralizando este tipo de procedi-
mientos desde hace tiempo, son “practicas” que realizo con
la finalidad de desarrollar memoria muscular a tal punto
que pueda mantener un dominio en este tipo de procedi-
mientos.
Mi bitácora, me he dado cuenta, es de las pocas perte-
nencias que realmente me pertenecen, esta bola de salvajes
no la tocan debido al exceso de procedimientos matemáti-
cos y prácticos, material técnico y tecnisismos que sostengo
en estos escritos, muchas veces los “cocineros” que me
traen no son capaces ni de calcular la concentración molar
de una solución, aun teniendo todos los datos, maldita sea,
ni siquiera aun mugre despeje, ellos consideran que la quí-
mica es mera practica, y sí, quizá lo sea, pero es una practi-
ca sustentada en cálculos estadisticos y matemáticos, la
ciencia es un lenguaje universal, no por el uso de símbolos
griegos, si no por que esta escrita en el lenguaje de la mate-
mática, me traen a estos “cocineros” y no son capaces de di-
ferenciar un medio aprotico de un protico, no tienen ni la

65
mas mínima idea del porqué se le pone hielo a una reacción
exotérmica y porque se calienta una reacción endotérmica,
me saca de mis casillas, y sin embargo, los conservo porque
sé que si manifiesto mis inconformidades, esta gente no
solo será despedida y tendrán que “buscar un nuevo em-
pleo”, esta gente esta condenada desde el primer dia en que
ponen un pie en mi laboratorio, y yo soy un condenado
mas.

Reactivos:
*Acido Acetico
CH3COOH
MM: 60.05 g/mol
Usos: solvente, regulador de pH entre otros.
Peligros: Corrosivo.
HMIS (escala 0-4)
Salud: 3
Inflamabilidad: 2
Reactividad: 0

*Cafeina
1,3,7-trimetil- 1H-purina- 2,6(3H,7H)-diona 1,3,7-tri-
metilxantina
MM: 194.19g/mol
Usos:
HMIS (escala 0-4)
Salud: 2
Inflamabilidad: 0
Reactividad: 0

66
Antes dije que hacia esto con el fin de desarrollar me-
moria muscular, y también dije que soy un condenado, y lo
soy, porque en realidad la memoria muscular ya la tengo,
cuando abro los ojos estoy solicitando el material, los cie-
rro, y al abrirlos ya me encuentro escribiendo mis resulta-
dos, y es que ni en eso me siento vivo, al principio los cál-
culos eran la parte interesante, porque me olvidaba de cosas
y debia recurrir a la literatura, leer y aprender, equivocarme
y corregir, pero ahora, todo es tan rutinario y repetitivo, ya
se que cuando ingreso 50 mL de NaOH 0.1 M tendré 5 mo-
les actuando sobre la reacción dándome un pH resultante
cercano a 4, ya ni siquiera tengo la necesidad de ir tomar
nota de mL gastados, si viró antes de los 50mL la muestra
esta mal echa y si vira después de los 50mL también esta
mal echa.
Solamente me siento vivo ideando nuevos métodos de
síntesis de las sustancias psicotrópicas, y del mismo modo
analizo las interacciones entre modificaciones moleculares
y sus efectos adversos, se que en la actualidad se realiza un
diseño racional para posteriormente realizar estudios preclí-
nicos.
Pero ahora todo lo que hago es sintetizar ocurrencias
mias y ver directamente sus efectos sobre los adictos que
consumen mi mercancía.
Sé que si los adictos regresan a pedir mas es porque
hubo algún efecto sobre el sistema nervioso central o las
glándulas suprarrenales, en algún momento tuve la fortuna
de acerme cercano de uno consumidor local, este sujeto ter-
mino endeudado con el cartel, y pude mover influencias
para que su deuda fuera solventada fungiendo de mi coneji-
llo de indias, desde luego que es lamentable no tener mas

67
sujetos de pruebas aquienes pueda analizar, todos mis estu-
dios hasta entonces eran “triple ciego”, el sujeto no sabia
que estaba consumiendo, el surtidor tampoco, y yo, el tercer
ciego, no conocía los resultados.
Este lujo que me daba provocó el mito de que algunos
consumidores se morían debido al nivel de pureza de los
productos, situación que estaba parcialmente equivocada,
recordando que todo es un veneno dependiendo de la dosis,
pero no descarto la posibilidad de que mis experimentos
termianran arrebatando la vida de algún pobre desgraciado.
El joven conejillo de indias me permitió descubrir, en-
tre mis síntesis, algunos efectos biológicos como vasodila-
tación, aumento de actividad cerebral, y un sinfín de altera-
ciones sensoriales, el joven murió un dia, solicite que se me
permitiera realizar una autopisa, descubriendo también
efectos como daños pulmonares, problemas cardiacos y re-
nales.

Materiales:
-Soporte Universal
-Matraz Erlenmeyer
-Bureta de 50mL
-Agitador magentico
-parrilla de agitación.
-pipetas de 10mL
-potenciometro
-recepción de la cafeína.
- ….
Procedimiento
Disolver alrededor de 0.17g de cafeína exacatemente
pesados, en 5 mL de ácido acético glacial anhidro calen-

68
tando si fuese necesario hasta disolución completa de la
muestra, enfriar, adicionar 10mL de anhidro acético y
20mL de tolueno.
Correr un blanco de reactivos.
Titular con solución valorada de ácido perclórico 0.1
N determinando el punto final ptenciometricamente.

En algún punto, me di cuenta que bajo temperaturas ade-


cuadas, y bajo unas condiciones del medio, era posible sal-
tarse un par de pasos en la síntesis de bardan senguph, claro
que necesitaba equipo que proporcionara dicho ambiente,
para ello solicité la financiación del cartel, desde luego se
me negó debido a que era algo inecesario.
Fue entonces que sellé para siempre mi suerte, se dice
que “el conocimiento es poder”, y no sentía el poder que te-
nia hasta que se me ocurrió el maravilloso plan, como parte
de los experimentos que realice con mi conejillo de indias,
pude observar que la presencia de ciertos grupos funciona-
les, en posiciones especificas, resultaban altamente compe-
titivos para el citio activo de ciertas glándulas, como conse-
cuencia, la farmacodependencia se potenciaba a niveles in-
creíbles, fue entonces que decidí añadir esta modificación
molecular a los productos, en consecuencia la demanda de
los psicotrópicos provenientes de mi laboratorio se dispara-
ron, cuando el cartel me pregunto que hice, les dije que po-
día hacerlo aun mas rentable si me financiaban equipo de
investigación, como concecuancia mis investigaciones deja-
ron de ser ciegas, ahora contaba con equipos de RMN de
punta, esctroscopia infrarroja, y desde luego, reactivos de
mas alta pureza.

69
Fue entonces que me aventuré a intentar publicar mis
investigaciones bajo el seudónimo de “Michael Griñard-Fa-
raday”, en un inicio se publicaron, eventualmente la DEA
confisco los papers que enviaba, y finalmente ocurrió el
plagio.
En un inició me molestó, me sentía poderoso, sentía
que tenia al cartel bajo mis pies, pero cuando les dije que
quería la cabeza del premio nobel de la química fue que co-
menzaron a sospechar, no insistí mas y decidí enviar publi-
caciones sin autor a editoriales mexicanas, comprendí que
no me importaba ser reconocido, al ver las aplicaciones me-
dicas, que fue el enfoque del premio nobel, fue que me dí
cuenta que lo que importaba es que sirviera, que funcionara,
y como mero capricho mio quería que al menos el reconoci-
miento se quedara en mi país de origen, claro que ninguno
de mis escritos recibió un seguimiento por los investigado-
res compatriotas, y es probable que sea como consecuencia
de que los centros de investigación financiados por el esta-
do no están tan equipados como este, un laboratorio finan-
ciado con fines oscuros.
Eventualmente el rumor de unas investigaciones de un tal
“Griñardber” probenian de un laboratorio clandestino en
México, y de alguna manera el cartel descubrió que dicho
“Griñard” se encontraba en mi laboratorio.
En aquella reunión la ví, después de tantos años, su cuerpo
estaba demacrado, sin duda, sin embargo su belleza era in-
negable, y por el como miraba con curiosidad mi laborato-
rio era obvio que aun conservaba su inteligencia, quiero de-
cir, pude apreciar que le brillaron los ojos al observar un
equipo de infrarrojo.

70
Ella no me reconoció, o eso creo, cruzamos miradas en al-
gún momento, pero ninguno de los dos decidió hablar, esta-
ba viva, aquella noche, tras mi propuesta en el auto, Fernan-
do dijo “acceder”, pero jamás me dio pruebas.
Quiero dejar claro para este punto que ese laboratorio era
todo a lo que yo tenia acceso, no podía salir del laboratorio,
mi único escape era la computadora con conexión a inter-
net, una conexión en un inicio restringida, pero gracias a
una VPN podía navegar libremente, fue por ese medio que
pude publicar y filtrar mis investigaciones, asi como con-
sultar literatura.
Ver a Cristina después de tantos años fue como un rayo de
luz, que como la luz que brinda energía a un electron para
cambiar de orbita, yo cambie mi rumbo de vida, consideré
que era muy aventurado de mi parte intentar “ayudar al
mundo” cuando al mismo tiempo los estaba convirtiendo en
adictos.
“Fue aquel” señalé sin fundamento algún proble diablo que
servia en mi laboratorio, después no volvi a saber de él,
creo que su futuro es bastante obvio.
Aún así los cocineros comenzaron a llamarme “Griñard”
poco a poco ese apodo comenzó a hacerse muy popular, y
finalmente me convertí en “Griñard”
Despues de aquel incidente le pregunté a Fernando sobre
cristina -Es la putita del Flaco- me dijo, la sangre me hirvió,
y le prometí que si la liberaba le haría conseguir el doble de
ganancias, el me pidió primero resultados.
Así que realice lo siguiente, añadí un competidor enzimati-
co en el producto, de modo que pasaría los métodos analíti-
cos que yo mismo validé, y una vez llegara al consumidor
no “pegaría” a algunos sí y a algunos no, entonces correria

71
el rumor de que se están haciendo “resistentes” así que ne-
cesitarían aumentar la dosis.
Efectivamente la venta subió y exigí que se liberará a Cris-
tina, y así fue y se me dieron pruebas.
El siguiente paso de plan era mas complicado, era escapar.
Empecé intentando contactar a alguna autoridad, empecé
intentando con la policía local, mi sorpresa fue enorme al
notar que la información llego a oídos de Fernando, en con-
secuencia tuve que usar a otro de mis “cocineros” como
coartada.
Era obvio, necesitaba a un pez mas grande, así que decidí
contactar a la Marina.
Para este punto noté que no seria justo haber encendido el
país y simplemente irme con Cristina, y es que la adicción a
las drogas ya era considerado una emergencia sanitaria, esta
emergencia se expandia por varios países en el mundo, ya
se venia hablando de una nueva droga altamente adictiva,
claro que, en mi defensa, a esa sustancia le di habilidades
altísimas antiinflamatorias, antipireticas y un poderoso ce-
dante alucinojeno, desde luego que tenia efectos secunda-
rios, vomito, mareos, arritmias, problemas hepáticos.
Así que decidí tomar cartas en el asunto, tratar de solucio-
nar todo el desastre que había ocasionado.
Competición Enzimatica
Presencia de placebo
Dos intentos y ambos fallaron horriblemente, claro que esta
sustancia no es un placebo, es estupido intentar sustituirlo
por uno, la competición enzimática fue la razón por la que
aumentaron las ventas ¿Por qué diablos pensé que funcio-
naria?.

72
Estoy considerando seriamente solo envenenari a todos los
consumidores y de esa forma deje de existir la demanda.
¿en que diablos me he convertido? ¿Dónde quedó mi ética?
En escencia soy un servidor de la salud, mi deber es velar
por el bienestar del ser humano, no puedo envenenarlos a
sangre fría.
Aumento de los efectos adversos a un nivel letal
Entonces ¿ahora qué? Se me ocurre hacer unas modificacio-
nes moleculares con las cuales la farmacodependencia se
reduzca, posteriormente intentaré añadirle actividad bioló-
gica terapéutica para el tratemiento de los daños cardiovas-
culares y hepáticos, en la medida de lo posible, eso va a re-
ducir la sustancia activa, de modo que tendrá menores efec-
tos, la gente dejará su adicción y al mismo tiempo la droga
se volverá incerbible, y aun si algún otro laboratorio clan-
destino intentara realizar retrosintesis para la producción de
la droga potenciada le resultará imposible debido a que ten-
go mis propios métodos de síntesis.

Hoy estoy de luto, se me comunicó la muerte de Cristina,


no se me dio mas detalles, pero ahora sé que mi plan se fue
al caño.
¿quiza no?, físicamente, si pudiéramos retroceder hasta la
gran explocion, y pudiéramos hacer los cálculos exactos,
podría predecir este momento exacto, y si eso fuera posible
entonces también se podría predecir el futuro, en conse-
cuencia el libre albedrio seria una ilusión, después de todo
seriamos particulas que en realidad actúan por mera inercia,
es decir, la causalidad existe, a lo que me refiero es que las
cosas ocurren por una razón, si esta hipótesis es cierta, eso
significaría que mi función en este mundo es rehabilitarlo

73
de sus vicios químicos, sé que para ello es necesario un tra-
tamiento mental, las palabras son por mucho mas poderosas
que las sustancias, los antidepresivos no sirven si existe un
ambiente depresivo de por medio, pero es una ayuda, voy a
meter sustancias para ayudar en la rehabilitación, pero las
haré de lenta activación, quiero decir, existe una dosis efec-
tiva mínima, y si los adictos son regulares, entonces dejaré
unas trazas de inhibidores para que el narcotico deje de te-
ner efecto.
Es decir, si se realiza una toma regular de la droga, también
habrá una toma regular del inhibidor, a dosis altas de droga,
habrá dosis altas de inhibidor, y entonces el inhibidor se
acumulará y la droga no tendrá efecto alguno, en conse-
cuencia los consumidores tendrán que “reposar” para volver
a tener los efectos que buscan, y de esta manera el consumo
no será tan exageradamente regular, y ojalá en ese tiempo
los pacientes decidan ir a terapia, pues tendrán síndrome de
abstención, y lamentablemente no podrán superarlo debido
a la presencia del inhibidor en su sistema, y consumir la
sustancia provocará un efecto contraproducente, si su adic-
ción es mas fuerte que su voluntad terminarán consumiendo
una cantidad letal mínima que les provocará la muerte, pero
ese ya no es mi problema, la sustancia esta ahí y les da el
tiempo suficiente de descanso como para que puedan recibir
una rehabilitación adecuada, mi trabajo esta echo.
Dentro de poco contactaré a la Marina para que vengan por
mí, y me voy con la conciencia tranquila porqué cumplí mi
objetivo en la vida, y deseo con todas mis fuerzas hacerme
uno con la eternidad.

Cafeina + HClO4 <----- Cafeina+ + ClO4-

74
1 meq 1 meq
0.8 meq 0.8 meq

Gasto= 8.8 mL-0.05mL=8.75mL


Meq(HClO4)= 0.1meq/mL * 8.75mL = 0.875meq
Pmeq= 194.19mg/mmol * 1mmol/1meq = 194.19 mg/eq
W=0.875meq*194.19mg/meq=194.9mg
Muestra= 0.17g----100%
0.1699g-X=99.94% de pureza.

Capítulo 9

-testimonio desclacificado de Griñard-

Estaba confundido, aturdido como consecuencia del encor-


decedor sonido de los disparos, y sin embargo, mi ritmo
cardiaco no se alteró, había estado antes en un sinfín de ba-
laceras.
Sentí que una manos se posó en mi hombró y empujó para
sacarme, yo cooperé y le seguí.
Podía escuchar disparos rosando mis mejillas, y sin embar-
go no me sentía asustado, mas bien estaba decepcionado de
la mala punteria del pobre diablo que intentaba darme.
Entre todo ese infierno una voz familiar apenas podía ha-
blar.
-bastardo, traidor- decía jadeante la general Melendez, sus
jadeos terminaron tras el seco rugir de una bala, y entonces
la mano continuo empujandome.

75
Nuevamente se me subió a una camioneta.
-¿Por qué carajo no le han quitado la benda?- interrogó una
voz familiar.
La luz arremetió contra mis ojos con una violencia furiosa,
tuve que cerrar los ojos y volverlos a abrir poco a poco,
después de todo llevaba horas sin ver nada mas que las ocu-
ridad de mis parpados.
-sus lentes- solicitó aquella peculiar voz, y finalmente pude
reconocer al cabrón de Fernando.
-¿deberia decir gracias?- dije con indiferencia.
-deberias darme una explicación- respondió con furia, y la
camioneta a la que ma habían subido comenzó a ascelerar.
Se trataba de una camioneta vieja a la que le habían impro-
visado una torreta en la parte de atrás, Fernando ocupaba el
lugar del copiloto y aun lado de mí estaba el sargento de la
policía federal.
Lo miré fijamente por un tiempo -me lo imaginaba con ma-
yor porte- le dije y él solo suspiró una sonrisa, entonces me
di cuenta de que su mandíbula se movía a ritmo constante.
-¿estas mascando chicle? No me digas que eres de los que
se marean en los viajes- me burlé
El sargento se me quedó viendo, era una penetrante mirada
a mis ojos.
Fernando bajo el espejo del copiloto -ojos, no me digas que
los volviste a hacer- dijo recriminándole.
Entonces el sargento extendió su mano izquierda, mostrán-
dome una circunferencia blanca de consisentcia gelatinoza,
de la cual colgaban restos de piel de la misma densidad, al
mismo tiempo abrió su boca, la cual tenia restos de sangre y
trazas de material de similares componentes y por primera
vez en mucho tiempo sentí nauceas, y un escalofrío recorrio

76
mi cuerpo al recordarlo decirle a la general “me gustan esos
ojos” .
-pinche raro- dijo Fernando -¿alguna vez te hablé de “el
ojos” Griñard?-
No respondí.
-bueno- respondió a la brevedad Fernando -ahora sabes por-
que algunos colgados no los tienen cuando encuentran el
cuerpo- tras esta explicación el sargento comenzó a reir, y
sangre brotaba de su boca, sangre que, estoy seguro, no le
pertencia a él.
No faltó mucho para que el aroma a hemoglobina llegara a
mis cavidades nasales, fue entonces que vomité, Fernando y
el sargento se rieron ante tal escena.
Fernando dio un golpe contra la guantera -ya alivianta mi
Heis, ya esta a salvo- dijo
Sabía bien a que se referia antes con lo de “dar una explica-
ción” pero preferia cambiar el tema -¿por donde estamos?-
pregunté mirando la ventana.
-Griñard- interrumpió rápidamente Fernando -lo que ocu-
rrió la noche que te atraparon fue extraño-
-¿sí?-
-yo manjo a la policía local, es raro que los que asisteron
fuera la marina, por lo que obviamente había un sapo-
-¿lo atrapaste?-
-todos los que estaban contigo no cantaron ni tantito, ca-
brón, me los tuve que echar no vaya siendo, ¿verdad?-
-sí…-
-así que estaba con el flaco y le dije “flaco, ¿crees que el
heis se haya traicionado solito?”-
Reí nerviosamente.

77
-y el flaco dijo: “no, como crees, ¿Por qué lo haría?” a lo
que respondí “hace dos semanas que lo veo decaido al cha-
vo” ¡y no mames!, a que no me vas a creer lo que me dijo-
-¿Qué cosa?-
-“hace dos semanas ¿no fue cuando maté a la putita esta?”
“ah hijo de la verga, con que fuiste tú” y me dijo “pus wey,
hacia años que la deje libre, y la muy malagradecida se con-
siguió novio, que no chingue, si ella es mia”-
Sentí que la sangre me herbia -que cabrón- susurre.
-así es mi estimado, le encargamos que la liberara y la cui-
dara, cosa que efectivamente hizo, pero no contamos con
que el flaco se enamoraría de tu enamorada ¿Cómo ves?-
No respondí
- en cualquier caso, yo cumplí mi parte del trato, yo le ase-
guré una vida a esa mujercita, cosa que, y sin ofenderte
ojos, ni los polis pueden hacer…-
Sabía a lo que quería llegar, estaba mirando la ventana, re-
zando porque de alguna manera inexplicable el vehiculo ex-
plotara o algo parecido.
-… entonces, dime Griñard, ¿Por qué me traicionaste así?-
-no sé que me estas tratando de decir- respondí nerviosa-
mente.
-te awitaste por lo que pasó con la chamaquita esa, pensaste
que no cumplí mi trato y por eso te entregaste a la marina-
aseguró con cierto enojo, podía sentir su mirada.
No respondí, el silencio inundó el vehiculo por unos instan-
tes.
-tambien descubrí otra cosa- dijo Fernando rompiendo el si-
lencio -el cabró n del Flaco llegó a violar en varias ocasio-
nes a tu chamacita we- sentí un escalofrio que me recorrio

78
el cuerpo, podía sentir lagrimas en mis ojos por lo que los
cerre hasta que las mismas desaparecieran.
-y el hijo de puta tenia fotos y videos en su celular- comple-
tó.
-a que quieres llegar, es tu camarada, entre los dos forman
el triunvirato de Guerrero, es tan intocable como tú- le res-
pondí.
-ha pasado mucho desde que los carteles supieron de tu cap-
tura- dijo cambiando el tema -han ocurrido milagros-

Finalmente llegamos a una pequeña casa a mitad de la ca-


rretara, no era diferente a las casas promedio que uno en-
cuentra a mitad de la nada, fachadas de ladrillo, techos de
lamina, ausencia de ventanas y puertas, ah y como debia de
ser, cuerpos tirados por todos lados, camionetas con las
puertas abiertas y llenas de agujero con impactos de bala.
-llegamos- dijo finalmente “el ojos”.
-te hablaré un poco de historia- me dijo Fernando bajando
de la camioneta – tú has convertido en este país en el pro-
ductor mas grande de opioides y demas chingaderas, nues-
tra producción superaba a la de países enteros, y nuestras
ganancias tenían la misma proporción, alguna vez escuché
por ahí que eramos tan ricos como algunos países de lati-
noamerica- gritaba Fernando mientras pisaba indiferente
aquellos cuerpos -cuando te capturaron me llamaron los ar-
dillos, ¡los putos ardillos! Esos que mataron a mi primo
hace mucho tiempo y me dijeron “wey, queremos ayudarte
a recuperar al Griñard”, y yo respondí “¡va!”, luego los ro-
jos ofrecían exactamente lo mismo, luego los de tuxpan,
luego los gordos, para no hacerte el cuento largo…- dijo
acercandoce a un cadáver boca abajo con notorio sobrepe-

79
so, levanto su rostro y me lo mostró -este pendejo de aquí
¡es el puerco!- gritó con una sonrisa y con mucha alegría -el
capo mas grande del norte de este país, de los pocos cabro-
nes que cerraron tratos con la DEA, hay quien dice que al-
guna vez se vió con el presidente gringo-
-que desmadre- susurre
-Heis- Fernando se acerco a mí -antes solo eramo la mugre
celula de oro, la celula a la que estos pendejos oprimían
para que les vendiéramos nuestras chingaderas a precios ba-
ratos, para luego ellos matarce por ver quien lo vendia a
precios caros, hoy, aquí y ahora, yo me los chingue a todos-
dijo con una sonrisa de oreja a oreja -tu y yo podemos do-
minar el mundo- dijo sosteniendo mi rostro con sus dos ma-
nos, podía sentir que el cabrón escupia mi rostro al hablar -
ahora mismo no hay nadie que nos detenga, si actuamos en
chinga podemos hacer esto-
No respondí
-esta bien- dijo finalmente alejándose -supose que lo que a
ti te mueve son los contratos- dijo acercandoce a la entrada
de aquella casa -entonces, te tengo esté- dijo haciendo señas
para que trajeran algo, o alguien.
Y ahí estaba, aquel estupido gordo que había obligado amis
amigos a matarse para luego matarlos, “el flaco”, un apodo
ironico para semejante persona con sobrepeso, sin embargo,
estaba amarrado, sin uñas, lleno de moretones y sangre.
-Heis- dijo el flaco con su característica voz gruesa -Heis, el
cabrón quiere derrocarme-
Yo no dije nada, solo estaba mirando aquella escena, hasta
donde sé jamás sentí un impulso por realizar alguna expre-
sión facial.

80
-no lo escuches Heis- dijo Fernando -mataste y violaste a la
muchachita si o no- le gritó Fernando – y en ese orden par
avariar- bromeó el ojos, ante esa broma Fernando también
soltó una carcajada.
-yo lo que hice fue con amor- respondió el Flaco.
-pues aquí el Heis amaba a esa mujercita- dijo Fernando to-
mándome del hombró.
-¡y como no!- gritó el Flaco -¡con semejantes pechos quien
no cae ante sus encantos!-
Esa frase hizo herbir mi sangre, me impulsé, pude sentir la
grava crujir ante tal movimiento, y corrí hasta el flaco, que
estaba arrodillado y amarrado, y le solté una patada en el
rostro, pude ver que algún guardia se puso alerta ante mi
movimiento brusco, y sin embargo Fernando les dijo que se
calmaran.
Una patada, me atrevo a decir que fue el acto mas violento
que he cometido en muchos años.
-así que ese es mi trato- gritó Fernando -te ofrezco la via del
violador y asesino de tu amada, y a cambio quiero tú vida,
quiero que sigas cocinando para mí, tendrás el 30% de las
ganancias y mucho, pero muhco lujo y prestigio, nuestra le-
yenda vivirá aun tras nuestra muerte- me ofrecia fernando
con un sentimiento increíble, finalmente extendió su mano
ofreciéndome una pistola para ejectura al flaco.
-por favor- decía el flaco -yo fui quien encontró esa mujer-
cita, ella me pertenecia por derecho, como porque chinga-
dos me obligaron a liberarla para luego encargarme vigilar-
la, verla como se revolcaba con otro cabrones y no poder
hacer ni madres-

81
-tu no tienes derecho sobre nadie mas, pendejo- le dije fir-
memente -nada en este mundo te pertenece realmente, nada
ni nadie-
Tomé el arma, la empuñadura estaba fría, sentí el cañón con
mi mano, estaba igual de frió, pude notar que los guardias
estaban preparados por si buscaba hacer algo con semejante
arma, le apunté al flaco, y de un salto uí del lugar, corrí ha-
cia la carretera, los guardias soltaron un par de disparos
pero se detuvieron, Fernando claramente me quería con
vida, a decir verdad no sé que estaba buscando al correr,
pero definitivamente quería tomar las riendas de mi vida,
después de todo, era que genuinamente nos pertenece, fuera
de ello lo demás es superficial.
La carretera tiene un desnivel que me puede dar cobertura,
así que decido correr en esa dirección y me acuesto.
-vamos Heis- grita Fernando -solo era una chica, podras te-
ner a cualquier otra que quieras, ¡seremos reyes del mun-
do!-
Mi corazón comienza a latir rápido como consecuencia del
enojo de que minimice la existencia de Cristina, ella era es-
pecial y diferente, inteligente y carismática, ella es insusti-
tuble y, además, no estamos hablando de un objeto, un ju-
guete fabricado en masa sustituible después de que se ha
roto, se trata de un ser humano, con familia, sueños y aspi-
raciones, me lamento que tras aquel incidente la vida de
ambos fue de constante tensión, ella quedó libre una vez el
cartel notó mi importancia y me fue posible extorcionarlos
con mi trabajo a cambio de la liberdad de Cristina, quien
hasta entonces fungía como servidora sexual de “el flaco”.
Jamas supo que fui yo quien movio influencias para que se
liberara, ella en primer lugar no conocía mi paradero, a sus

82
ojos, ella fue la única sobreviviente de aquella noche trági-
ca, su libertad, según me cuentan, estaba limitada a un pue-
blo, si intentaba salir de aquella aislada localidad el cartel
no tardaroa en frenarla, en aquel pueblo la policía no existe,
en ese pueblo los sicarios armados por las calles son los jus-
ticieros, con el paso del tiempo, Cristina se enamoró de un
joven carpintero de aquella localidad, en un inicio amigos,
y hasta que un dia mostraron señales de afecto en publico
fue que el pobre enamorado amanecio en una bolsa, o al
menos lo que quedó de él.
Desde luego que Cristina no supo la razón de aquello, soli-
citó ayuda a los justicieros para que esa acción no quedara
impune, aquel justiciero que le dio seguimiento a su caso
también fue ejecutado y finalmente “el flaco”, celoso del
justiciero y arto de no poder ejercer su voluntad sobre su
“propiedad” decidio darle fin a la vida de Cristina.
Ella era mi motivo, pensé que ese era el final ultimo de mi
vida, y sin embargo solo se esfumo.
Acepto que también he pecado, me guste o no, solicité su li-
beración sin su consentimiento, la perdí de mi vida en la
noche del kilometro 33 y jamás tuve conocimiento de su
sentir, si de alguna forma llego a reencontrarme con ella es-
pero que sepa perdonarme.
“¿entonces que me queda?” pensé mientras estaba protegi-
do por el desnivel de la carretera.
-¡Vamos, Heis!- gritó Fernand -cuando tengamos el control
de México me encargaré de que tus investigaciones tengan
el alcance mundial que querias, esos premios nobel te perte-
necen-

83
“no” pensé “ni siquiera de rodillas soy digno de tales hono-
res, soy un covarde, y apenas conseguí coraje para tener una
pizca de voluntad” suspiré.
Aventé mi arma al centro de la carretera, y salí de mi escon-
dite.
-sabía que eso te convencería- dijo Fernando con una sonri-
sa de oreja a oreja.
-te equevocas- respondí -ya lo medite-
-¿de que hablas?- me respondió.
-hay algo que había aceptado hace mucho tiempo, y sin em-
bargo lo pospuse y aun hoy se me dificulta volverlo a acep-
tar-
-¡habla claro con una chingada!- gritó Fernando.
-mi muerte-
-¿Qué?-
-la noche en la que el flaco casi me mata a patadas, en ese
momento, por un instante pude saborear mi unificación con
la materia y la energía, estaba listo y agradecido con tal des-
tinto, pero entonces volví a la vida, y ahora no quisiera de-
jarla, pero sé que mi deber en este planeta ya se hizo, no sé
que deber exactamente, pero sé que ya lo cumplí- dije tran-
quilamente
-si lo que intentas decir es que te matemos, me temo que
eso no será así-
-caminaré hacia el arma- respondí señalando aquella pistola
que avente al centro de la carretera -cuando la alcance te
voy a disparar, Fernando- expliqué -si no ordenas a tus
hombres que me maten, te voy a matar-
Dí el primer paso, los guardias retiraron los seguros de sus
armas, Fernando permanecia mirándome, para ese punto

84
aparté la mirada de él, miraba mi objetivo, el arma a mitad
de la calle.
Segundo paso, comprendí que esa seria la utlima vez que
utilizaba “pies”, así que por primera vez en mucho tiempo
hice lo que muchos humanos dejan de hacer desde los pri-
mero años de nacer, fui conciente de mis pasos, podía sentir
como mi mente ordenaba a mi sistema nervioso que ordena-
rá a mis extremidades inferiores a quermar glucosa para
aprovechar esa energía en energía de movimiento, perdien-
do cantidades incribles de energía calórica en el proceso.
Mi tercer paso y Fernando saco un sigarrillo, levantando el
dedo a sus hombres para que apuntaran, Fernando se giró y
dio un disparo directo a la cabeza de el flaco, y de pronto
algo comenzó a retumbar en el ambiente.
El ensordecedor sonido de aspas rompiendo el aire inundó
el lugar, y en seguida una lluvia de fuego precipitó contra
los guardias de Fernando, ante este acto Fernando y sus
guardias escaparon.
Unas cuerdas bajaron del helicóptero que se encontraba en
mi cenit, -¡secretaria de marina!- gritaban aquellos hom-
bres.
La confusión regresó a mí -¿Qué más quieres de mí?- susu-
rré a la vida con total decepción.
-¿Qué más?-

Capítulo 10

Nota del Dr. Angel

85
Despues de leer todo este documento uno se olvida de que
iba la versión oficial, al menos a mí me pasó, asi que le de-
jare este pequeño fragmento para refrescar la memoria, y
luego le pondré la declaración desclasificada, y después de
la misma le pondré la grabación de la entrevista donde la
infante Alejandra Henández declara todo lo que he puesto
en esta compilación, y por si existe algún oficial revisando
estos escritos, declaro que no estoy asegurando nada, única-
mente me limito a recopilar esta información y dejo al lec-
tor su libre interpretación de los hechos.

La Hormiga Politica
Lo hechos del 9 de septiembre.
Por: Redacción Hormiga Politica.
26 de septiembre 2025
El dia de hoy se dio el veredicto oficial sobre la situación de
la infante Fernandez y el cabo Valdez, a quienes se les con-
denó por participar en la hechos del 9 de septiembre.
El General Ortega de la Secretaria de Marina y el sargento
Lopez de la Policia federal declararon en rueda de prensa
los hechos ocurridos.
Por la tarde del 9 de septiembre, sobre el túnel que atraviesa
la sierra de santa martha en Veracruz, se registró un enfren-
tamiento entre el la marina y policía federal contra un gran
comando armado, un ejercito producto de una coalición de
carteles.
-fue un infierno- declaran testigos del lugar.
Un helicóptero destruido y cientos de heridos entre oficiales
y civiles, las autoridades declaran apenas 12 bajas en total,
sin embargo familias aseguran que se tratan de muchas más.

86
-lo que empezó como una trampa para nosotros, terminó
como una trampa para ellos- declaró el sargentó Lopez
-al inicio fue confuso para mis hombres- dijo el sargento
Lopez en la rueda de prensa -pues habían marinos y oficia-
les que abrieron fuego contra camaradas, en el fuego cruza-
do se declaró el lamentable fallecimiento de la general Me-
lendez, y por la cadena de mando me convertí en responsa-
ble de la operación, al informarle al general Ortega, el gene-
ral trajo refuerzos, en especifico dos unidades de helicópte-
ros blackhawk equipados con barrets, y aquel túnel que en
un principio era trampa para nosotros, terminó siendo una
trampa para ellos- aseguró.
-ordené a mis hombres asegurarán las entradas al túnel, y
no se permitió la salida de ninguna persona, y se ordenó a la
población civil que permaneciera en sus autos- declaró el
general Ortega.
Cuando se le cuestionó sobre la relación con los dos únicos
detenidos, la infante Fernandez y el cabo Valdez declaró lo
siguiente.
“casi al final de la emergencia, estos soldados no tenían una
coartada, asi que decidieron asesinar al delincuente Isaac,
Alias “Griñardber”, sin embargo de poco les sirvió dado
que existían testigos y grabaciones de su traición a nuestro
país.
En los hechos del 9 de septiembre se resgritó la muerte de
varios lideres de carteles, unos en un túnel, y otros mas fue-
ron abatidos en un puesto de avanzada a algunos kilómetros
del lugar al respecto del sargento de la policía federal decla-
ro “oficialmente no sabemos que pasó, pero teorizamos que
tras descubrir el fracaso de su táctica no tardaron en culpar-
se unos a otros y finalmente asesinarse, desconocemos el

87
estatus de los carteles tras esa autolesion, y sin embargo no
tenemos registros de un repunte en la violencia para recupe-
rar liderazgos, pero permaneceremos al pendiente”.

-declaración de la infante Fernandez-


Tras una hora de espera, encontré un poco de paz mirando
el mar.
-Al habla el cabo Valdez ¿alguien me recibe?- repitió por
enésima vez.
-aquí Sirkosky UH-60 de la aeronaval de Tuxpan, lo recibi-
mos cabo Valdez-por fin respondió alguien
-necesitamos evacuación, el traslado de Griñard salió mal,
nos emboscaron, logramos escapar, necesitamos evacua-
ción- solicitó el cabo.
-recibido, iremos por ustedes- respondió el UH-60.
Me encontraba sentadam sobre el pasto, y podía sentir la
suave brisa del mar, finalmente pude escuchar el vibrar del
aire con las aspas del helicóptero UH-60.
Finalmente aterrizó sobre el pasto, suspiré, y junto con Val-
dez ascendí al helicóptero.
-¿saben de alguien más que escapará?- interrogó un cabo a
bordo del UH-60.
-negativo- respondió el cabo.
-aquí UH-60, recogimos a unos sobrevivientes, regresamos
a tuxpan- informó el copiloto del helicptero.
-soy el cabo Díaz- se presentó el cabo.
-cabo Valdez e infante Fernandez-
-tenemos un vehiculo sospechoso sobre la carretera, March
azul, placas de Chiapas DSZ, dicen que hay personas arma-
das al interior- se escuchó en la radio.

88
<March azul, placas de Chiapas, DSZ> repetí en mi mente,
y mi sangre hirvió al darme cuenta de que era un vehiculo
que estaba presente en el túnel.
-son ellos- dije entre dientes.
Valdez asintió.
-¿Cómo cuantos estaban en el traslado?- preguntó Díaz.
-muchos- respondió rápido Valdéz -fue realmente una car-
niceria- concluyó.
Díaz bajó la mirada y cerró con fuerza sus manos.
-¡Villegaz!- grió el cabo Díaz -digale a Barrón que vamos
en persecución al comando armado de la carretera, poten-
cial encuentro con Griñard-
-Aquí UH-60, General Barron, solicitamos ir tras el vehicu-
lo reportado en la carretera, potencial arresto de Griñard-
repitió el copiloto a la radio.
-recibido UH-60- le respondió el general -vaya tras ellos-
El helicopteró se inclinó y con una velocidad increíble se
acercó sin mayor problema.
Díaz preparó una torreta tipo Barret del helicotpero.
Finalmente observamos que en una pequeña casa en obra
negra, una docena de cadáveres se tendían alrededor, un jo-
ven a mitad de la autopista, y personas armadas le apunta-
ban.
-parece una ejecución- apuntó Valdéz.
-entonces llegamos a tiempo- respondí, y en un acto de ins-
tinto puro, abrí fuego con la torreta contra los pistoleros.
Proporcionando esta cobertura, Valdez, Diaz y un infante se
desplegaron por cuerda a la carretera.
Pisaron tierra y aseguraron al que, de no haber llegado, se-
ria una victima de la “justicia” del crimen organizado.

89
Pude observar que unos ejecutores lograron escapar y abor-
daban una camioneta, planeaban darse a la fuga, de iname-
diato abrí fuego, inconcientemente apretaba la mandíbula
con total furia, recordaba a Nava, con el vibrar de la torreta
sentía que esa furia se disipaban, y aun así, no era suficien-
te, era como si las balas fueran de goma, como si no hicie-
ran daño, apretaba el gatillo con mas fuerza como si eso sir-
viera de algo.
El helicóptero avanzó, y se ponía perpendicular a la auto-
pista, en un inicio pensé que era para proporcionarme ma-
yor campo de tiro, sin embargo noté que la altura dismi-
nuia, el piloto quería bloquearle el paso a la camioneta, a
una altura menor, a una distancia menor, pude notar que las
balas atravesaban el vehiculo como si se tratara de mante-
quilla, ese detalle me calmó.
Finalmente se temrinaron las balas de la torreta, tome mi
fusil, igual que el piloto, y descendimos para abrir la camio-
neta.
Y ahí, tirado entre los ascientos, temblando como un ani-
mal, con rasguños proporcionados por las ventanas rotas
como consecuencia de la lluvia de fuego que proporcioné,
se encontraba el mismísimo “Don Fer”, líder en ascenso del
brazo productor del cartel de guerrero, dedicado al recluta-
miento de gente y que ganó poder al descubrir a su mina de
oro “Griñard”
-Secretaria de Marina, estas bajo arresto- grité, es probable
que mi voz se quebrara, sin embargo “Don Fer” estaba muy
intimidado como para notarlo.
Los pilotos de la camioneta estaban muertos, y noté que en
la cajuela habían montado una improvisada torreta “¿Cómo
no la noté en el túnel?” pensé.

90
Finalmente, Valdez, Díaz y el infante llegaron con aquel jo-
ven a quien subieron al helicóptero.
-Mi cabo- le grité a Valdez, quien se sorprendio al ver al
pez gordo que habianos pescado.
-genial, premio doble- dijo mi cabo.
-¿doble?- interrogé.
-el niño que salvamos es Griñard- me respondió.
-¿Qué dijiste?- interrogue incrédula.
-sí, asi como lo escuchaste- confirmó Díaz.

Nos encontrábamos a varios metros de altura, camino a la


base aeronaval de Tuxpan, y seguía sin poder creerlo.
-dime, Griñard- finalmente hablé -¿porqué unirte a las filas
de esta gente?-
Griñard, quién había únicamente mirado por la ventana en
lo iba del viaje, finalmente me miró, era una mirada directa
a mios ojos, no puedo negar que incluso me llegue a sentir
intimidada.
-digame algo, infante Fernandez, ¿cree usted en el destino?-
Fruncí el seño porque sentí que era una pregunta fuera de
lugar.
-¿perdón?- respondí ante mi confusión.
-un plan mayor, una futuro ya escrito y al que no podemos
escapar- respondió.
Maldije en mi mente, no era capaz de entender a que quería
llegar, o si solo quería cambiarme el tema de conversación,
¿se habría vuelto loco?.
-no- dije finalmente -nosotros somos el producto de nuestro
esfuerzo-
-comprendo…usted sabe de balística ¿cierto?- interrogó
aquel joven.

91
Asentí ligeramente con la cabeza
-entonces entenderá, que cunado usted jala ese gatillo, en
realidad esta accionando una serie de fuerzas que impulsa-
rán una bala a travez de una trayectoria, esta trayectoria es
única y es consecuencia de las fuerzas que influyen en la
misma, con los suficientes cálculos y con el debido tiempo,
sabremos si acertará en el objetivo o no, no hay nada de
azar en la trayectoria de una bala, ¿esta de acuerdo conmi-
go?-
Tarde unos segundos en entender su explicación -creo que
estoy de acuerdo- acepté.
-entonces, que tal si nosotros somos como una bala siguien-
do una trayectoria, una trayectoria de la que no podemos es-
capar, eso significaría que tenemos un destino del cual no
dependemos-
Finalmente entendí -estas intentando jusiticar tu alineación
con el narcotráfico, asegurando que ese era tu destino?-
-no me gustaría que ese fuera mi destino- contestó -pero en-
tiendo que no había de otra, cuando estos pendejos me atra-
paron las condiciones estaban dadas, hiciera lo que hiciera,
no cambiaria nada… no, de hecho, lo que hice, lo que haré,
lo que pensé, pensaré, dije y diré, es lo único que había, y
no hago si no seguir una trayectoria preestablecida- explicó,
hizo una breve pausa y continuó -a cada acción corresponde
una reacción, si consideramos que todas las acciones son
reacciones de una acción previa, y retrocedemos en estas
acciones, eventualmente llegaremos a la creación del uni-
verso mismo, las reacciones estaban predichas desde el mo-
mento en que el universo fue consevido, y nosotros, los hu-
manos, no podemos escapar de esas reacciones, la prueba
esta en que nosotros respondemos a estimulos, si vemos

92
muerte, sentimos dolor, bajo ciertas condiciones, ante cier-
tos estimulos, podemos sentir amor, pero no será por el
amor mismo en si, mas bien como respuesta a las condicio-
nes del entorno, dios no juega a los dados, infante- finalizó.
No sabia que responder, esta tratando de decir que el mun-
do, que el país, que la inseguridad que se vive es, o era,
¿inevitable?.
-no lo creo- le respondió Valdez -nosotros, como marinos,
como miembros de la armada, se nos enseña a trascender
esos estimulos de los que hablas, nosotros no tenemos las
mismas respuestas ante las que la gente común pudiera sen-
tir miedo-
-trascendencia, ¿eh?- contestó Griñard -que hermosa pala-
bra-
-usted, muchachito- siguió intervinviendo bruscamente Val-
dez con la fuerza y gallardia de un cabo aspirante a ascen-
der de grado -pese a su inteligencia, no ha notado lo mas
obvio, tenemos inteligencia, este uso de la razón nos permi-
te trascender de nuestros instintos animales, nos hace mas
que animales, y me atrevo a decir, nos permite transformar
nuestra vida a travez de nuestras deciciones-
-pero aun así- contestó Griñard -trascender de los insitintos,
poder mantener la calma en momentos de alto estrés, no
evita que sigamos nuestra trayectoria como balas saliendo
del cañon de un arma-
-pero nosotros no somos balas- respondió Valdez, ante esa
respuesta, Griñard se detuvo, como si notara algo -nosotros,
a diferencia de las balas, tenemos voluntad, a diferencia de
los animales, tenemos inteligencia, y son estas herramientas
las que nos permiten construir nuestro futuro, con inteligen-
cia y voluntad podemos trascender y construir nuestro pro-

93
pio destino, la inteligencia, sin voluntad, es débil, la volun-
tad, sin inteligencia, es torpeza, los capos de la droga, como
el bastardo aquí presente- dijo Valdez refiriendoce a Don
Fer -tienen voluntad, pero no inteligencia, por eso en su tor-
peza destruyen vidas sin remordimiento, como consecuen-
cia de su nula inteligencia son incapaces de notar la frontera
entre la ambición y la abaricia, no son capaces de combatir
sus vicios, y luego, esta usted, un ser con inteligencia, pero
carente de voluntad, usted esta a merced de fuerzas exter-
nas, como ha dicho, pero no porque la vida misma sea así,
si no porque usted lo ha permitido con su falta de voluntad,
un militar debe tener una voluntad fuerte, y una gran inteli-
gencia para ir tras estos imbéciles que carecen de ella- ex-
plicó el cabo Valdez.
Miré a Don Fer, al maldito mantenía una sonrisa de oreja a
oreja durante toda la conversación.
-su mierda filosófica no importa para nada- dijo finalmente
el capo de la droga -porque la realidad es que yo ahora mis-
mo soy la persona mas importante en este país, y sus altos
mandos no tardan en pedirles que nos liberen- aseguró.
-pura mierda- contestó Valdez -¿quieres una predicción, ni-
ño?- dijo Valdez a Griñard -antes dijiste que a toda acción
corresponde una reacción, algunos preferimos llamarle kar-
ma, algún dia, todos tendrán que responder por las acciones
que cometieron con una reacción de igual magnitud, de esa
forma la sumatoria de las fuerzas será igual a cero-
-me parece que es usted una gran persona, Cabo Valdez, tan
buena persona como la Almirante Melendez, que en paz
descanse- dijo Griñard -ella también me habló sobre que mi
destino es lo que uno mismo hace, pero creo que aun asi to-
dos tenemos un fin en esta vida, no un fin en el sentido de

94
la muerte, si no en el sentido de que tenemos una misión,
cumplimos un papel para un plan mas grande-
-te diré algro Griñard, yo lucharé por ser el Secretario de
Marina, y entonces me aseguraré de que niños como tú pue-
dan cumplir su derecho a la educación, cumplir su derecho
a la autorrealizacion, carajo siquiera poder cubrir sus nece-
sidades en la pirámide de Mazlow- aseguró Valdez.
-¿siempre fue ese tu plan?- interrogó Griñard.
-no, lo supe tras la emboscada de hoy, las fuerzas armadas
también están llenas de corrupción, la emboscada fue pla-
neada por nuestros propios camaradas, no hay duda de ello,
por eso yo mismo peleare por recobrar el honor de las fuer-
zas encargadas de la seguridad del país- explicó Valdez.
-el jefe de la policía federal esta aliado con este sujeto, de
echo- afirmó Griñard.
-me lo imaginaba- respondió Valdez.
-pura mierda- gritó Don Fer -no tienen pruebas para esas
acusaciones, la palabra de Griñard no será suficiente para
sostener esa acusación, y aun si lo fuera, ya no importa,
porque jamás permitiré que mi segundo al mando termine
en el bote, se los dije antes, soy el mas poderoso de este
país ahora-
-Cabo Valdez- dijo el cabo Díaz -tenemos que hablar-
Finalmente el silencio regresó.
-entonces- susurré -¿fueron los Federales?- interrogué al
aire.
-peor- respondió Griñard -fue el sistema- suspiró -estos in-
beciles han creado todo un sistema que ahora gobierna este
país, un sistema de inseguridad, corrupción, un sistema en
el que todos somos victimas, tu cabo, si quiere enfrentarse
al sistema, va a tener que pelear duro-

95
-pero ya los tenemos a ustedes- respondí -eso ya es un paso-
Valdez y Diaz regresaron con nosotros, Valdez puso su
mano sobre mi hombro.
-los tenemos que soltar- dijo apretando la mandíbula.
-¡¿QUÉ?!- grité incrédula.
-ordenes de arriba- completó Diaz.
Don Fer solto una sonora carcajada, y su sonrisa no podría
estar mas amplia.
-en realidad- continuó Diaz -nos dieron dos ordenes, matar
a uno, y liberar a otro-
entonces Don Fer palidecio repentinamente y Griñard esbo-
so una sonrisa.
-que bastardo- susurro Griñard -ahora la policía Federal se
convierte en el cartel de droga mas poderosa del país-
Don Fer seguía pálido y estupefacto.
-antes dijiste que la emboscada fue organizada por las pro-
pias fuerzas armadas- continuo Griñard -¿será que el bastar-
do de López lo planeó todo?-
Valdez abrió una puerta lateral del helicóptero, la frialdad
de la noche inundó el interior de la aeronave.
Diaz puso de rodillas a Don Fer a la orilla de la salida late-
ral, y con un disparo directo a la cabeza le otorgó el lideraz-
go del narcotráfico al sargento Lopez.
Finalmente se cerró la compuerta y poco a poco el calor
volvió a nuestros cuerpos.
-no los juzgo- dijo Griñard -despues de todo no habían mu-
chas opciones, dejar libre a Don Fer no tendría ningún be-
neficio, al contrario ocasionaría una guerra de facciones en-
tre carteles y el derramamiento de sangre contunaria, por lo
menos ahora, saben quien es el enemigo-

96
El helicóptero descendió a la mitad de un denso bosque, en
algún lugar entre Oaxaca y Veracruz.
Diaz abrió la puerta, Valdez retiró las espoas a Griñard.
Pero Griñard no miraba el exterior con esperanza, por el
contrario se notaba que no quería descender de la aeronave.
Valdez tomo el hombro de Griñard.
-como te dije, te hace falta voluntad- habló Valdez.
Griñard no respondió, y Valdez le dio una pistola en la
mano a Griñard.
-era de Don Fer- explicó Valdez -dejame decirte algo, niño,
hay actos de voluntad increíbles, de gente que desarrolla
disciplinas como consecuencia de su poderosa voluntad, de-
portistas, cientficos, pero también hay gente que, también
con una increíble fuerza de voluntad, toma una de las deci-
siones mas sorprendentes que uno pueda imaginar, algunos
les llaman cobardes, pero lo que es un hecho, es que es una
acción que merece una pizca de respeto, por que su fuerza
de voluntad fue tan fuerte, que incluso pudieron decidir so-
bre su propia muerte-
-¿quiere que me suicide?- preguntó Griñard.
-yo no dije eso- respondió Valdez -solo digo que, en este
momento le estoy devolviendo su voluntad, una vez bajes
de este helicóptero, eres libre de tomar una decisión, seguir
siendo un esclavo, pelear, o realizar el mayor acto de volun-
tad que puedes realizar para preservar tu honor-
Dicho esto, Griñard salió del helicóptero con pistola en
mano.
-voluntad, ¿eh?- susurró, y Diaz cerro la puerta, nuevamen-
te le helicóptero se alzó, los cabos tomaron asiento y guar-
daron silencio.

97
Yo, decidí mirar por la ventana, y puder verlo, el momento
exacto en que Griñard se voló la cabeza con aquella arma.

[Extracto de la grabación de audio de la declaración PGR-


AH-010 10/SEP/25]
-.tus declaraciones son muy graves, infante Fernandez.
-*yo solo digo lo que ví y escuché.
-.que Griñard se suicido, que el sargento Lopez de la policía
federal planeo la masacre del túnel, donde falleció la almi-
rante Melendez, así como oficiales norteamericanos.
-* entiendo que asegurar que el jefe de la policía federal
ejecuto el asesinato de oficiales norteamericanos ya nos
pone en problemas diplomáticos, sin embargo esos son los
echos.
-.[suspiro]
-[apertura de puerta]
-. Señor procurador.
-> no se levante, ¿Cómo va la declaración?.
-. Bueno…
-> no importa, infante Fernandez, queda usted bajo arresto
por conspiración, crimen organizado y homicidio de la Al-
mirante Melendez.
-* ¿Qué?.
-. Señor procurador, quizá quiera leer el reporte.
-> de echo señorita, vine a entregarle el reporte oficial.
-[breve silencio]
-. Perdón señor, pero nada de esto concuerda con la eviden-
cia.
-> oh no, todo concuerda con la evidencia, y si tiene algúna
queja hágaselo saber a mi jefe directo, es decir, al presiden-
te Vilar… con permiso.

98
-[puerta cerrándose]
-* que cabrones, ¿fabricarón evidencia?, Lopez va a desha-
cerse de nosotros por medio de la ley, ¿no? [solloso].
-. De echo… aquí dice que Valdez y Díaz declararón contra
ti.
-* soy el chivo expiatorio, ¿eh? [solloso] solo espero que
Valdez de verdad sea diferente.
-. Mi trabajo aquí terminó, lo siento Fernandez, no es la pri-
mera vez que pasa esto en la PGR [suspiro] me temo que no
serás la ultima.
-* toda acción tiene una reacción [inaudible] tarde o tem-
prano la verdad saldrá a la luz, y la justicia retomará su lu-
gar.
-. Mi vida, estas en mexico, repasa la historia ¿te parece que
alguna vez la justicia ha pisado estas tierras?
[Fin de la grabación]

Fin de la carpeta de investigación.

Saludos afectuosos, Lic. Cabrera, suerte en su investiga-


ción.
Su amigo Dr. Angel.

Agradecimientos

99
100

También podría gustarte