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Comportamiento antisocial y
delictivo: Teorías y modelos. En C. Estrada, E. C. Chan, y F. J. Rodríguez (Coords.),
Delito e intervención social: Una propuesta para la intervención profesional (pp. 15-
54). Guadalajara, Jalisco, México: Universidad de Guadalajara
El carácter complejo, evolutivo y multicausal del comportamiento antisocial
imposibilita reducir su explicación causal a un único enfoque, en este capítulo se
abordan diferentes propuestas sobre el mismo.
Al igual que Bandura (1973), Feldman (1989) considera que el individuo puede
aprender tanto a delinquir como a no hacerlo. El autor entiende que el individuo aprende
a delinquir por medio de un proceso de entrenamiento deficiente en conductas
prosociales, así como por el efecto directo del refuerzo diferencial, el moldeamiento
social y las inducciones situacionales (García-Pablos, 2003). El mantenimiento de la
conducta delictiva se apoya en los procesos cognitivos, quienes dotan de coherencia al
pensamiento y a la conducta realizada. En este caso, el sujeto utiliza las percepciones
distorsionadas y el ajuste de la escala de valores como estrategias autojustificadoras;
ambos procesos ayudan a fundamentar el delito a la vez que favorecen la desvinculación
moral (Garrido, 2005; Garrido et al., 1999).
4.2. Teorías basadas en la ruptura de vínculos sociales con los grupos y las normas
convencionales
1
La adecuación de este marco teórico está avalada por trabajos que han merecido los Premios Nacionales
de Investigación Educativa del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España en 2003 (Fariña et
al., 2005) y 2004 (Arce et al., 2005).
Referencia: Fariña, F., Vázquez, M. J., y Arce, R. (2011). Comportamiento antisocial y
delictivo: Teorías y modelos. En C. Estrada, E. C. Chan, y F. J. Rodríguez (Coords.),
Delito e intervención social: Una propuesta para la intervención profesional (pp. 15-
54). Guadalajara, Jalisco, México: Universidad de Guadalajara
toda la vida. Ya que, en ocasiones, la evaluación de los efectos de los factores
dinámicos se presenta crítica; pues, algunos menores infractores, en concreto
los agresores de género, utilizan sus habilidades para lograr su propósito
delictivo, esto es, controlar y dominar a la pareja; de esto se deriva, una vez
más, la necesidad de establecer un plan de actuación individualizado. Es más,
la multiplidad de combinaciones que se puede dar entre factores de riesgo
estáticos y dinámicos, no sólo va a delimitar las diferencias entre los sujetos de
riesgo de los que no lo son, sino también las interindividuales dentro de ambos
grupos; no en vano, algunos autores presuponen la no existencia de ningún
modelo.
5. Toman un modelo aditivo (también puede ser multiplicativo o exponencial) de
riesgo según el cual cuántos más factores de riesgo mayor probabilidad de
adquisición de comportamiento desviado (Masten, Best y Garmezy, 1990).
6. Se requiere al unísono una aproximación multimodal y multinivel; por
aproximación multimodal, se entiende que los diferentes modos de actuación,
esto es, cognitivo y comportamental, son complementarios. Por multinivel, nos
referimos a que la intervención no sólo se ciñe al sujeto a tratamiento, como se
ha llevado a cabo casi exclusivamente, sino que también es preciso que
abarque el ámbito en el que se desarrolla. Más específicamente, la intervención
individual se complementa con una intervención psicosocial. La asunción de
soluciones parciales lograría, sobre la base de un modelo aditivo o acumulativo
que ampara tanto la intervención sobre los déficits de destrezas, como en
términos de la competencia social, reducir al máximo los riesgos.
6. Referencias
Agnew, R. (2006). Pressured into crime: an overview of general strain theory. Los
Ángeles, CA, EE. UU: Roxbury Publishing Company.
Akers, R. L. (2006). Aplicaciones de los principios del aprendizaje social. Algunos
programas de prevención y tratamiento de la delincuencia. En J. L. Guzmán-Dálbora
& A. Serrano-Maíllo, Derecho penal y criminología como fundamento de la política
Comportamiento antisocial y delictivo
En 1974, el sociólogo Robert Martinson acuñó, tras un metaanálisis de los
programas de intervención con delincuentes (ej. supervisión intensiva,
psicoterapia, terapia de grupo, entrenamiento vocacional, aproximaciones
educativas e intervenciones médicas), la doctrina del nothing works (nada
funciona) en la rehabilitación del delincuente.
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nalismo. Y puesto que las causas de la psicopatía no son unidireccionales y,
oo
además, están muy lejos de haberse establecido con relativa nitidez, los estu-
diosos nos aconsejan mucha prudencia y cautela con la interpretación —y
sobre todo con la gestión y difusión de la información de los resultados obte-
nidos en las diversas investigaciones que desde hace más de cinco décadas
vienen realizándose al respecto.
DUSIVENTES
2. ETIOLOGÍA O CAUSAS DE LA PSICOPATÍA
2.1. Factores psico-biológicos de los psicópatas
2.1.1. Hipótesis neurobiológicas
Dentro de las explicaciones neurobiológicas, muchos autores han postula-
do que los psicópatas presentan ciertas anomalías o deficiencias cerebrales
que parecen motivar esa conducta antisocial que tanto les caracteriza. En
principio, y en buena parte, es lógico argúir esto porque las lesiones de deter-
minadas áreas del cerebro son las que precisamente están relacionadas con
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que los psicópatas tienen un nivel atencional bajo, sino, más exactamente,
una atención dividida y selectiva: es decir, atenderán solamente a aquello
que realmente les interese, algo en lo que, por lo demás, tampoco parecen
diferir sustancialmente de las personas normales —éstas también suelen mos-
trar una atención selectiva ante una diversidad de estímulos, pues, de lo con-
trario, nuestra normal atención podría quedar desbordada; cosa distinta es
hacia dónde se dirige dicha atención y con qué intenciones/propósitos, sien-
do los de los psicópatas, general y mayoritariamente, de corte egoísta, cen-
trados en su propio beneficio.
Por tanto, y sin pretender quitar el revestimiento de cientificidad que le
corresponda o no a la hipótesis del retraso madurativo, HARPUR, WILLIAMSON,
FORTH y HARE (1986) tampoco encontraron diferencias en los EEGs en repo-
so de psicópatas y no psicópatas; este y otros muchos hallazgos llevaron a
concluir al doctor ADRIANE RAINE y a otros investigadores que:
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desafiantes (Quav, 1965; HAre, 1966, 1968; BLACKBURN, 1978). Por su baja
actividad cortical, también aseveran algunos autores que estos sujetos tienen
una inusual propensión al aburrimiento y, como resultado, no suelen tolerar
los trabajos rutinarios, cambiando constantemente de actividad por encon-
trarla monótona o no interesante (HARE, 1980).
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[SCHMAUK, 1970; ScErBo ET AL., 1990) han encontrado que no existen dife-
rencias significativas entre psicópatas y no psicópatas cuando la tarea de evi-
tación pasiva implica pérdida de recompensa en vez de castigo. En esta
línea, los estudios llevados a cabo por el profesor de la Universidad de
Wisconsin JOSEPH P. NEWMAN y sus colaboradores han reiterado en diversas
ocasiones [NEWMAN y Kosson, 1986; NEWMAN, PATTERSON, HOWLAND y
NicHOLs, 1990; NEWMAN, WiDoM y NATHAN, 1985) que los errores de evita-
ción pasiva en los psicópatas sólo aparecen cuando el aprendizaje incluye
simultáneamente contingencias de recompensa Y castigo, pero no cuando la
tarea implica sólo recompensa o sólo castigo.
Este último hallazgo es muy sugerente, ya que, en mi opinión, si esos erro-
res sólo aparecen con tareas que implican dicha simultaneidad, entonces
parece razonable pensar que los psicópatas saben discriminar perfectamen-
te lo que les conviene -la recompensa- y lo que no —l castigo; dicho de
otro modo, discriminan muy bien entre lo que está mal y lo que está bien, por
lo que, entonces, no parece que el fallo o incapacidad parcial en aprender
de las experiencias resida tanto en la importancia de las consecuencias que
comportan sus actos como en el interés que estos sujetos tengan en conseguir
sus fines. A este punto se le podría criticar el hecho de que aquí se esté tra-
tando de establecer una diferencia entre importar e interesar; en cualquier
caso, esta empresa mejor la dejamos para los etimólogos.
Finalmente, y dentro también de las explicaciones psicofisiolágicas, otra
de las hipótesis que frecuentemente se han barajado respecto a los psicópa-
tas es que éstos parecen poseer un nivel de ansiedad muy bajo
(KARPMAN, 1961; ArIETi, 1967; BLACKBURN, 1978; Hare, 1985c), llegando
algunos autores incluso a postular que dicho nivel no sólo es bajo sino inexis-
tente. Acaloramientos pseudo-empíricos aparte, la ansiedad de carácter
desadaptativa podemos definirla como un extremado interés o miedo acerca
de lo que sucederá en el futuro. Como ya hemos insinuado, para los psicó-
patas sólo parece existir aquello que es inmediato -más concretamente,
aquello que le reporta beneficios inmediatos- y, en consecuencia, no se pon-
drán nerviosos por lo que pueda ocurrir a largo plazo (DOoren, 1987). Como
bien ha señalado CANTERO [1993], los psicópatas se mueven por motivacio-
nes y fines diferentes del resto de la población; si esto es así, el tipo de esti-
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padres (JENKINS, 1966; RosIns, 1966; McCoro, 1968, 1983). La hipótesis del
maltrato infantil en el caso de los psicópatas también sirvió de apayo a la feo-
ría de la adicción a la violencia y al crimen que JohN E. Honce formuló en
1992; aunque, en principio, esta teoría la elaboró para explicar el impacto
del trastorno de estrés postraumático —TEP- en los veteranos de la guerra del
Vietnam, el autor acabó argumentando que la psicopatía tiene su origen en el
TEP, resultado de abusos físicos y sexuales en la niñez.
Otros estudios han investigado la incidencia de la psicopatía en familias
rotas, disfuncionales y/o monoparentales -separación, divorcio, etc.—. Por
ejemplo, en 1987, ADRIAN RAINE encontró que los delincuentes con hogares
rotos —aquellos que antes de los 10 años de edad habían sido criados por ins-
tituciones o padres sustitutorios, o tenían padres divorciados— presentaban
puntuaciones más altas en la escala de psicopatía de HARE —el PCL de 1985-
que aquellos que provenían de hogares intactos [RAINE, 1987). Por su parte,
LAHEY ET AL. (1988) llevaron a cabo otro estudio en el que cuestionaron los
hallazgos sobre la relación entre el divorcio parental y el trastorno de conduc-
ta —que no psicopatía— en la infancia, llegando a la conclusión de que no exis-
Ha una relación directa entre divorcio y psicopatía, sino que lo que está fuer-
temente asociado con este diagnóstico en los niños es el trastorno antisocial
de la personalidad de los padres, y no el divorcio en sí. Hay otras investiga-
ciones que han hallado una alta relación entre unos padres delincuentes, agre-
sivos y alcohólicos y una conducta psicopática en los hijos (MCCorp, 1982).
Yendo más allá, otros estudios han postulado que el enforno socioeco-
nómico también influye en los individuos psicopáticos. En este sentido, algu-
nos autores han sugerido que existe una mayor incidencia o proporción de
psicopatía en las clases sociales bajas [McCoro, 1982), una sugerencia que,
probablemente, proceda del hecho no inusual de generalizar la misma con-
clusión que se ha venido estableciendo en los estudios referentes a la delin-
cuencia en general, una hipótesis, por lo demás, criminalizadora, patologi-
zadora y/o estigmatizadora. Por eso, como muy bien ha subrayado CANTERO
(1993), no con ello queremos decir que la psicopatía se desarrolle únicamen-
te en esos ambientes, ya que existen psicópatas en todas las clases sociales,
pero, debido a sus características particulares, tienen más posibilidades de
mantenerse dentro de la sociedad los que poseen un mayor estatus social y
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siones que realizó el profesor GORDON BLAIR TRASLER en un capítulo del influ-
yente libro de HANS JURGEN EYsenCk, Handbook of Abnormal Psychology
-Manual de Psicología Anormal [TRASLER, 1973, 1983). GORDON TRASLER fue
el primer Profesor de Psicología de la Universidad de Southampton [Reino
Unido) y desarrolló su cargo como Profesor Emérito entre 1964 y 1994. Se
le ha considerado como un hombre humilde cuya contribución a la psicolo-
gía de la criminalidad y la delincuencia debería haber sido mucho más difun-
dida de lo que lo ha sido a los ojos del público. TRASLER fue un psicólogo que
siempre negó y rechazó las explicaciones simplistas de la criminalidad. Con
respecto al tópico de la psicopalía, este autor señaló que los factores psico-
sociales pueden ser integrados dentro de las teorías del aprendizaje de evi-
tación. Parece claro que las variables implicadas en estos procesos operan a
través de la interacción con un gran número de influencias ambientales, y que
los mecanismos de aprendizaje que tienen lugar en un primer momento en el
contexto familiar y posteriormente en otros contextos sociales determinan la
conducta del individuo.
En una línea similar a la de TRASLEr (1973, 1983), los doctores HARE y JUTAI
(1986), en un capítulo para un libro titulado Las Bases Biosociales de la
Personalidad y la Conducta, ya habían subrayado que los modelos basados
en la baja activación cortical y en la necesidad de estimulación no explican
por qué algunos buscadores de sensaciones buscan la gratificación en activi-
dades socialmente inaceptables mientras que otros no, así como tampoco ofre-
cen explicación para importantes características de personalidad que los
investigadores consideran clave en el diagnóstico de la psicopatía, tales como
la falta de empatía, remordimiento o culpa. Según las profesoras LUENGO y
CarrILO (2001), esto refuerza la consideración de que las explicaciones de la
psicopatía basadas exclusivamente en variables neurológicas y psicofisiológi-
cas resultan incompletas y simplificadas, lo que también apunta a la necesi-
dad de una integración de explicaciones biológicas y psicosociales.
En mi opinión, más que decantarse por una u otra perspectiva extrema
sobre la etiología de la psicopatía, de lo que se trata es de abordar los casos
desde un modelo bio-psico-social, ya que de esta forma, aunque no haya
un factor exclusivamente explicativo, podemos ir descartando o aceptando
potenciales influencias que nos lleven al orígen (POZUECO RomErO, 2010b).
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pulador para conseguir sus propios fines (WILLIAMSON, HARPUR y HARE, 1991). Si
este pequeño matiz no se tiene en cuenta, las distinciones que sigamos realizan-
do al respecto seguirán quedando en entredicho, de modo tal que tanto los juris-
tas como los profesionales de la salud mental y de los servicios sociales perma-
necerán confusos sobre este concepto —psicopatía-, siguiendo así abierta una
polémica que no parece acabar nunca (PoZuECO ROMERO, 2011).
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sión de los actos, lo que se traduce en quiebras económicas por falta de cum-
plimiento de sus compromisos). Muchos delitos de los psicópatas suelen come-
terse con agresividad.
Los psicópatas suelen ser fanáticos y pueden efectuar denuncias injustifica-
das, verse inmersos en reacciones agresivas (especialmente si consumen alco-
hol), reacciones de celos [incluso pueden matar por esta causa), cometer actos
de terrorismo [suelen ser extremistas en sus planteamientos ideológicos], críme-
nes o peleas por fanatismo religioso o deportivo, intolerantes (por ejemplo,
tener conductas de racismo), pertenencia a sectas [pero casi siempre son los
cerebros de las organizaciones e intentan explotar al máximo a sus miembros).
Pero a diferencia de los esquizofrénicos, sus acciones son lógicas y compren-
sibles psicológicamente.
Los psicópatas propensos a no querer trabajar pueden ser traficantes de dro-
gas, ejercer o controlar la prostitución (estos últimos son los proxenetas), come-
ter fraudes en la percepción del desempleo, etc.
Con frecuencia tienen conductas descontroladas como beber sin límite, jugar
hasta perderlo todo y a veces tienen una importante agresividad cuando con-
sumen alcohol [Borrás ROCA, 2002, pp. 70-71).
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Por tanto, y sin faltar a la verdad, hay que precisar que sólo una parte de
los delincuentes son psicópatas, y dentro de esta pequeña proporción habría-
mos de mirar con lupa el procedimiento de evaluación que se ha llevado a cabo
para diagnosticar a los sujetos como “psicópatas”. Refinando aún más, algunos
autores han postulado que los delincuentes habituales, a quienes por su forma
de ser además se considera que padecen un TAP, suponen aproximadamente el
70-80% de las personas ingresadas en el medio penitenciario, mientras que los
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internos que cumplen los criterios de la psicopatía suponen el 25-30% del total
de personas ingresadas en prisión (HARE, 1993; RAINE, 1993). Más reciente-
mente, los porcentajes que se han ofrecido respecto a España y a otros países
son los siguientes: un 50-75% de los internos penados padecen un TAP, un 15-
25% de los internos penados son psicópatas, y el 1% de la población general
también cumple los criterios de la psicopatía (TORRUBIA y , 2008).
Resulta muy ostensible que todas estas cifras bailan demasiado —de
hecho, los rasgos de oscilación de los porcentajes son ostensiblemente
amplios-; además, hay que recordar también que tanto el TAP como la psi-
copatía son frecuentemente sobrediagnosticados —se diagnostica en exceso-—
dentro del entorno penitenciario [HARE, 1993). Respecto al porcentaje de la
psicopatía en la población general, cabría decir que ese 1% —otros autores
lo han llegado a situar incluso en el 2%- no es más que una estimación “de
butaca” —especulativa— que necesitaría de muchos estudios científicos que la
avalasen o la descartasen.
Ante tanta controversia, quizás sea más conveniente y acertado adoptar la
perspectiva que plantea el psicólogo de la cárcel de Pamplona JUAN FRANCISCO
ROMERO RopkíGueZ en su espléndido libro Nuestros Presos, donde realiza un
exhaustivo análisis sobre los delitos más frecuentes cometidos por los psicópa-
tas, dividiéndolos en delitos de estafa-falsificación, delitos de género, delitos
contra la libertad sexual y delitos violentos. Merece la pena que traslademos
aquí sus reflexiones por su claridad expositiva y concretas puntualizaciones; en
el Cuadro 9 exponemos la delitología más frecuente de los psicópatas [no olvi-
demos la versatilidad criminal o variabilidad delictiva de éstos).
CUADRO 9
Los Delitos Más Frecuentes Cometidos por los Psicópatas
Vengo diciendo en este capítulo la dificultad que tiene definir con sencillez el
concepto de psicópata, porque tampoco por los delitos que comete se puede cla-
sificar. Pienso que el psicópata lo podemos encontrar en casi todos los delitos posi-
bles, porque es el máximo paradigma del delincuente.
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Delitos de estafa-falsificación
El psicópata, en este caso, será difícil de descubrir porque su habilidad lo difi-
culta y puntuará más alto en las escalas de interpersonal / afectivo (será una per-
sona locuaz, con encanto personal, sensación grandiosa de autovalia, mentiroso,
engaña y manipula, etc.); y puntuará menos en las escalas de desviación social.
Aquí nos encontraremos a un buen juez o abogado que es delincuente, un direc-
tivo de banca que estafa, un político importante que almacena dinero, etc.
Delitos de género
En este delito, la mayoría de los maltratadores no son psicópatas, pero algunos,
en sus niveles más graves, lo son: no sólo maltratan física y psiíquicamente a su
pareja; a veces también lo hacen con sus hijos, se producen violaciones y también
pueden acabar con la vida de su pareja maltratada.
Se aprecian ítems del factor 1 y 2 del PCLR, destacando la impulsividad, la esca-
sa profundidad en los afectos, ausencia de remordimientos, escasos controles del
comportamiento, etc.
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FUENTE: Elaboración propia a partir de: ROMERO RobríGUEZ, J. F. (2006, pp. 55-56). Nuestros
presos: Cómo son, qué delitos cometen y qué tratamientos se les aplica. Madrid: EOS
[Colección Psicología Jurídica).
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Esiminales refinados los gángsters, por ejemplo- también pueden llegar a ser
Esesinos despiadados y a sangre fría. Veamos qué hay de cierto en todo esto.
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tante de tener en cuenta tanto para la prevención general como para la pre-
vención de recaídas, y sobre todo muy a tener en cuenta por parte de nues-
tro sistema de justicia criminal, ante el cual los psicópatas, como pasamos a
ver a continuación, son plenamente imputables.
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La doctrina de esta Sala viene poniendo de relieve que, con el fin de valo-
rar el efecto de la enfermedad mental, en la responsabilidad penal hay que
atender no sólo al diagnóstico pericial de psicosis, sino a las consecuencias
psicológicas que la enfermedad haya tenido en la conducta del acusado que
se enjuicia. Tal criterio ha tenido reconocimiento legislativo en el núm. 1.% del
art 20 C.P. 1995, en el que, si bien se precisa de la existencia de una causa
patológica del psiquismo, expresada en términos muy amplios, como cualquier
anomalía o alteración psíquica, lo que cuenta a efectos de exención de la res-
ponsabilidad criminal es que sus efectos sean la imposibilidad o de compren-
der la ilicitud del hecho, o de obrar conforme a esa comprensión.
Aun con todos estos elementos jurídicos en la mano, hay aún otros muchos
aspectos que generan controversia: ¿por qué el psicópata, si tiene intactas las
capacidades intelecto.-volitivas, sigue siendo muchas veces enjuiciado bajo valo-
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ejercer los derechos y obrar con eficacia jurídica. La capacidad de obrar pre:
supone la existencia en la persona de cualidades y condiciones que determi
nan su voluntad libre y consciente. Exige, por tanto, ciertas condiciones de
madurez psíquica [una edad mínima) y de salud mental, cuya ausencia deter
mina la restricción de la capacidad o la prohibición o la limitación en el
obrar con eficacia jurídica. Según el penalista y criminólogo alemán RICHARE
VoN KraAFFr-EsinG (1912), los elementos integrantes de la capacidad, desde
el punto de vista médicolegal, son:
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Esicopatía, violencia y criminalidad: causas y consecuencias 169
nitiva, para encontrar la solución más adecuada habrá que hacer un análisis de
cada caso en particular: tipo de trastorno, entidad, afectación de las facultades
psíquicas —en especial de las volitivas- y peligrosidad civil, en el sentido ya
expuesto de la cuantía y complejidad del patrimonio que debe administrar y las
circunstancias familiares, profesionales y sociales que concurren en el psicópa-
ta [GISBERT CALABUIG y SÁNCHEZ BLANQUE, 2000, p. 1058).
4. CONCLUSIONES Y DISCUSIÓN
La etiología o causas de la psicopatía han sido ampliamente estu-
diadas desde diferentes ópticas, pero los resultados hallados hasta ahora ni
son concluyentes ni tampoco explican el grueso del problema, por lo que, tal
como aconsejan los estudiosos, convendría mucho más mostrar cautela al res-
pecto, sobre todo can la interpretación que suele hacerse de los estudios de
investigación que se realizan. Por ejemplo, los estudios neurobiológicos rea-
lizados con psicópatas no apoyan la tradicional explicación de la psicopatía
como daño cerebral; el mero hecho de que los psicópatas presenten un pro-
cesamiento de la información eficiente ante eventos y/o circunstancias de
interés inmediato sugiere que es preciso buscar nuevas explicaciones a los
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4.4 Concepto 4: Superyó.
42
castigo. Se explican así las conductas de las personas asociales en las
que el sentimiento de culpa precede al acto delictivo en lugar de
seguirlo". (Chemama, 1995, pág. 429)
Jacques Lacan, prolonga el análisis del superyó, analiza las obras de los
post-freudianos, e indica que el Superyó Freudiano, no es el inconsciente
divertido, sorpresivo, es el inconsciente como ley. El superyó, para Lacan,
constituye una parte de los mandatos interiorizados por el sujeto, siendo
este discordante con la idea de pacificar algo en el sujeto, empujando al
sujeto a ir más allá del principio del placer, prescribiéndolo en él el goce.
43
Melanie Klein contribuyó mucho con esta idea de que el superyó paterno
no era tan terrible, después de todo era la buena interdicción paterna en
un mundo donde todo se inclinaba hacia la permisividad y la
interdicción paterna no era de temer a diferencia de la interdicción
materna, el superyó materno. "El problema era entonces criticar a las
malas madres y su terrible superyó, y que ello trajera aparejado dolores
de cabeza y dificultades muy superiores a la interdicción paterna. Que si
el superyó es peligroso no es porque prohíba, sino por que empuja al
crimen, empuja a gozar". (Laurent, Posiciones femeninas del ser, 1999,
pág. 106)
44
Para Lacan, el superyó era un personaje en el sujeto representado como
una figura obscena y feroz, es la ley, pero no una ley pacificadora, sino
una ley insensata que se introduce en la hiancia del sujeto, es paradójico
puesto que no hay un significante que le precede, es un S1 que
necesitará un S2 para poder cobrar significación. Como ley insensata,
está muy cercano al Deseo de la Madre, como capricho sin ley, antes
que el deseo materno sea sobrepuesto por el Nombre del Padre,
indicando esta cercanía como una especie de superyó materno en
donde se resalta el valor traumatizante del goce puro. "El superyó es una
función desencadenada, que no conoce límites y que por esa causa ha
sido proscripta por los psicoanalistas.
Para Freud, las mujeres no tienen superyó, por ende no pueden ser
sometidas a las leyes de la palabra, y no les importa obtener un
reconocimiento ante la palabra.
45
Al principio de esta obra, Lacan, hace referencia al paso de la
observación clínica desde el complejo de castración, algo proveniente
del padre, hacia las frustraciones provenientes de la madre y las diversas
distorsiones que esto conlleva, relacionando esto en base a 3 hechos
claves que el observa en la clínica, dice Lacan:
46
Una vez aclarado lo oscuro del órgano vaginal, comenta el callejón sin
salida científico sobre cómo abordar lo real. Comenta sobre cómo la
representación de la sexualidad femenina condiciona su puesta en obra
y cómo la emergencia desplaza ciertas tendencias por muy desbastadas
que fuesen, indicando casi al final de esta sección sobre El Complejo
Imaginario y Las Cuestiones del Desarrollo que "De cualquier manera
vuelve a encontrarse la cuestión de estructura que introdujo el enfoque
de Freud, a saber que la relación de privación o de carencia de ser que
simboliza el falo, se establece de manera derivada sobre la carencia de
tener que engendra toda frustración particular o global de la demanda,
y que es a partir este substituto, que a fin de cuentas el clítoris pone en su
lugar antes de sucumbir en la competencia, como el campo del deseo
precipita sus nuevos objetos (en primer lugar el niño por venir) con la
recuperación de la metáfora sexual en la que se habían adentrado ya
todas las otras necesidades" (Lacan J. , Escritos II, 1960).
Aquí, Lacan indica 4 puntos que son, como bien menciona esta sección,
de carácter desconocidos o prejuiciales:
Primero refiere a un supuesto desconocimiento de la vagina,
aclarando que difícilmente no se le puede atribuir a la represión lo
frecuente visto en las observaciones sobre traumatismos;
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Tercero, manifiesta lo lejos que se encontraban del pensamiento
de Freud en tanto era irresponsable pretender deducir las fantasías
de efracción de las fronteras corporales en base a una constante
orgánica;
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Partiendo desde el hombre, la mujer se aloja, ante el "Tú eres mi mujer"
constituyéndose como compañera, confirmando lo que resurge del
inconsciente del sujeto, que es el deseo del Otro; sin embargo, dice
Lacan, si ubicamos esta situación al revés, admitiendo que si no hay
virilidad que no sea consagrada por la castración, el hombre es un
hombre que se oculta tras el velo de la mujer para solicitar allí su
adoración, en la mujer, se constituye un obstáculo en la fantasía de ella
puesto que las identificaciones imaginarias en la misma se sostienen a
partir del patrón fálico y este en este caso particular se encuentra
declinado.
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el Eros de la homosexualidad femenina, captar la información que
transmite, como contraria a la entropía social?
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Laurent, recalca un fenómeno inexplicable, cuando el valor se lo
concibe en términos de redistribución, hay una pérdida, desaparece
algo del valor, y en vez de recibir el valor redistribuido, recibe una plus-
valía que es la evaporación del valor.
"El plus-de-gozar, no significa que se goce más, sino que, una vez que el
goce es extraído, queda un plus-de-gozar, al igual que cuando el amo
extrae el valor, desposee de éste a la colectividad o a la sociedad -
cualquiera sea el término que se use para designar al conjunto sobre el
cual opera el amo- extrae de ésta el valor y todo lo que va a devolver es
una plus-valía". (Laurent, Posiciones femeninas del ser, 1999, pág. 101)
Para Lacan, el sujeto es feliz y tiene más de la cuenta y por este tener de
más, es que quiere agregar más goce en el mundo, hace retroceder los
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límites del goce del buen neurótico, en un llamado a gozar, una
invitación para convertirse en mujer, pero no la mujer en sentido de
género sino en función del sin límites, de lo desmedido de la mujer. "Que
la exigencia del sujeto femenino es una exigencia de goce, de este goce
distinto al goce fálico. Las vías del decir femenino se originan más allá del
penisneid, si se quiere decir: lo hacen en el "tú me has satisfecho" "
(Laurent, Posiciones femeninas del ser, 1999, pág. 108)
Por un lado denota el punto inconsistente del sujeto hacia el otro y del
otro lado el goce o el plus de gozar. El trabajo del analista en este punto,
consiste en responder a este superyó femenino, denunciando los
semblantes que apuntan a la consistencia del Otro, intentando reenviarlo
a la verdadera lógica de la posición femenina. Es como intentar decir
"ocúpate de tu goce", provocando un derrumbe, un punto en donde
este semblante cae.
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