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April 1, 2008
Para alcanzar resultados significativos en la vida, el esfuerzo debe ser constante. ¡No
desperdicies ni un minuto!
Imagina que vas en tu auto y observas cómo el conductor de al lado comienza a tirar
dólares por su ventana. ¡No lo puedes creer! Esta persona está loca. Cada cinco minutos,
otro billete vuela por su ventana.
Probablemente nunca has visto eso. Pero seguro has visto a alguien tirando cinco minutos
por la ventana.
Eso no está tan mal durante los primeros minutos. Pero la caja registradora comienza a
marcar cada vez más tiempo perdido. ¡Ding! ¡Ding!
Para llegar a ser un gran ser humano deberás utilizar tu mente constantemente, hasta que
esto impregne cada fibra de tu ser.
Todo empieza con una decisión, un compromiso. Trata de decir en voz alta: "La vida es una
oportunidad. Quiero usar mi cabeza, y avanzar constantemente hacia mi meta".
Es posible que encuentres cierta resistencia y escuches una voz que protesta internamente:
"¡De ninguna manera! ¿¡Puro trabajo y nada de diversión!? ¡Te convertirás en una persona
triste! ¡Mejor vamos a matar el tiempo o a mirar televisión!".
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¿Esto significa que debes ser un trabajólico obsesivo? Claro que no, ¡también necesitas
dormir!
Clarifiquemos esto. "Trabajar constantemente" significa que cuando duermes para ser más
productivo, entonces el dormir se transforma en parte de tu trabajo. Y es lo mismo con la
comida o el ejercicio.
Claro que está bien relajarse. Pero relajarte significa "cambiar los neumáticos". Tu relajo
debe ser con un propósito y con una dirección. Piensa en algo que no sea tan extenuante,
pero que aun así sea significativo. Por ejemplo, cambia tu foco hacia la naturaleza, la
música o el arte. A veces, incluso un pequeño cambio de escenario, una bebida fría o una
bocanada de aire fresco es suficiente para recargar las baterías.
Para superar ese dolor, enfócate en los beneficios. Cuando estás constantemente
consciente, cada experiencia se convierte en una lección para la vida. Por ejemplo, si estás
esperando en el consultorio del dentista, puedes utilizar ese tiempo para llegar a un
sinnúmero de conclusiones cruciales:
"Tengo suerte de tener dientes. Una vida sin dientes sería mucho menos placentera".
"Si existe una cosa como la higiene dental, debe existir también un concepto de
higiene espiritual. Me pregunto, ¿cuál será?".
"Si no fuera por el dolor del torno, mis dientes se habrían caído. Probablemente otras
dificultades en la vida también me ayudan a lograr cosas buenas".
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Siempre que persigas un objetivo específico, debe ser sin interrupción alguna. En realidad,
es mejor estudiar una hora seguida que dos horas con interrupciones. Las interrupciones
rompen nuestra concentración y limitan nuestra habilidad de retener información. Le quitan
el poder a nuestro estudio.
Determina algún espacio de tiempo en el que dejes todo lo demás afuera, en el que no te
desvíes de la actividad en la que estés concentrado. Que no ocurra que te sientas, e
inmediatamente te paras a abrir la ventana. Y luego vas por un vaso de bebida. Y luego te
paras nuevamente a cerrar la ventana. Y después enciendes la radio.
Fija la idea en tu cabeza: "voy a hacer la actividad ‘X’ por una hora seguida. ¡Sin
interrupciones!". Por 15 minutos completos, no te detengas. No te cambies de lugar, no
tomes ninguna bebida, ¡no interrumpas ese momento a menos que sea algo de vida o
muerte!
Luego, al final de los 15 minutos, aprecia cuán bien empleaste el tiempo. De otra forma, éste
hubiera sido desperdiciado...
Poco a poco, incrementa el tiempo. Primero 15 minutos, después 30 minutos, después una
hora y después dos horas. Una vez que hayas llegado a cuatro horas, ya estarás del otro
lado.
El Gaón de Vilna, un gran estudioso judío del siglo XVIII, decía que las primeras tres horas
con 59 minutos son como preparar el horno. Para la cuarta hora, la olla estará hirviendo.
Y no te detengas. Porque si remueves la olla del fuego —aunque sólo sea por algunos
minutos— tendrás que recalentarla otra vez desde el principio.
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Al cuerpo humano le encantan los patrones. Inclusive los retos más desalentadores se
hacen más fluidos cuando tienen una rutina. Esto significa hacer la actividad en el mismo
lugar, a la misma hora y de la misma forma (dentro de lo posible).
Es por eso que el judaísmo tiene ciertas actividades preestablecidas cada día. Por ejemplo,
cuando nos levantamos decimos: "Gracias Dios porque estoy vivo". Es un momento de
apreciación consciente por tener otra oportunidad, otro día. Esta conciencia nos permite
levantarnos con el pie derecho y empezar nuestro día de buena manera.
Cuando se trata de alcanzar alguna meta, haz que cierto tiempo del día sea “sagrado”. Ya
sea mucho o poco tiempo, haz un compromiso y sé consecuente cada día. Hay poder en
ese compromiso. Sabes que vas a cambiar. Tu vida será diferente.
Inténtalo. Comprométete los 365 días del año, por el resto de tu vida: Cuando te levantes en
la mañana, ¡aprecia estar vivo!
Estudia el mismo tema por un largo período de tiempo. No estés saltando superficialmente
de un tema a otro. Escoge un tema que te guste y hazte experto por lo menos en un aspecto
de la vida.
Cualquiera que sea el tema que escojas, siempre habrá más para aprender. Inclusive
cuando te muevas hacia otras áreas del conocimiento, tienes que estar alerta para tomar
información pertinente a los temas previos. Esto permite hacer referencia cruzada y, como
consecuencia, genera un entendimiento más profundo.
Respecto a cualquier cosa que estudies, asegúrate de no olvidarla. ¿Cuántas veces entró
un pensamiento en tu cabeza con una increíble claridad y al día siguiente ya se había ido?
El pensamiento quedará en el aire si tú no lo capturas de alguna forma. Tiene que meterse
en tus huesos y penetrar tu mente.
Esto significa repasar constantemente lo que uno aprende de una forma u otra.
La repetición verbal es muy poderosa. Clarifica una idea y la trae a la realidad. Esa es la
razón por la cual repetimos dos veces al día el Shemá, y por la que repasamos la Torá año
tras año. Los Sabios del Talmud repetían 40 veces cualquier pensamiento innovador, y una
idea vital 101 veces.
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Para eso, puedes resumir las ideas en algún lema que recuerdes; por ejemplo, podrías
recordar este artículo con una frase como “haz que cada segundo cuente” o “vive al
máximo”. Cualquier cosa que te mueva y te llene de energía, repítela una y otra vez. Hazlo
tu refrán, tu música de fondo. Cuando ya hayas agotado una frase, inventa otra. Cualquier
cosa que funcione tiene poder.
Imagina que ves a alguien preparándose para ir a dormir, y le preguntas: "¿qué haces?".
"¿Eres un dormilón?". "¿Cómo te mantienes haciendo eso? ¡¿Quién te paga por dormir?!".
Exactamente, ese es mi punto. Cuando sumas las horas de una vida, gastas más tiempo
durmiendo que siendo un abogado.
El tú esencial no es el abogado. Es el que piensa, el que busca, el que vive, el que respira,
el que ama, el que crece constantemente, el que desea excelencia, el que está hambriento
por saber más. Identifícate con esa parte de ti. Ese eres tú realmente.
Pregúntale a una mujer con cuatro hijos: "¿Quién eres?". Ella te contestará: "Soy una
madre". Pero, ¿ese es el único aspecto de quién ella es (aunque sea el más importante)?
Ella también es amiga, voluntaria comunitaria, educadora, cocinera, enfermera, psicóloga de
niños, pensadora, buscadora de información y de la verdad, y mucho más.
Nuestros Sabios dicen: "Haz del estudio de la vida tu ocupación primordial, y de tu profesión
algo secundario". La pregunta no es "a qué te dedicas para mantenerte", sino "a qué te
dedicas en la vida". Si te ves como un ‘pensador’, entonces pensar se convierte en una
prioridad. Por lo tanto, actualiza tu definición de ti mismo. Descubre cuál es tu razón para
vivir y vívela plenamente.
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Al final de cuentas, tienes que decidir: ¿la vida es buena o no?
Esto nos lleva a una pregunta aún más básica: ¿la vida tiene un propósito? Si no lo tiene,
entonces no hay razón para no perder el tiempo, porque de cualquier forma nada importa.
Pero si crees que existe un propósito en la vida, ¿por qué querrías perder aunque sea un
poco de ella? Deberías querer entender cada aspecto de la vida, para hacer lo máximo con
el limitado tiempo con el que cuentas.
Los seres humanos fueron creados para deleitarse. Adán y Eva fueron puestos en el jardín
del Edén. En hebreo Edén significa "deleite".
Cuando te comprometes a cumplir con el propósito por el cual el hombre fue creado —una
vida de deleite— irás en búsqueda de los máximos placeres. En el camino, distinguirás
entre comodidad y placer, entre dolor necesario y sufrimiento en vano. Y en el proceso,
descubrirás el significado real de la vida.
La Torá dice: "Abraham era viejo y vino con sus días". Mucha gente puede envejecer sin
tener sus días, porque sólo pueden experimentar crecimiento de año en año. Pero Abraham
y Sara experimentaban un crecimiento diario. Ellos obtuvieron lo máximo posible de la vida.
Comprométete a descubrir los placeres más profundos de la vida. Esto puede marcar la
diferencia entre una vida útil y una vida desperdiciada.
3. Para comenzar el día con el pie derecho, levántate 10 minutos más temprano y recita
el Shemá.
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4. Repasa tu día. Observa cuáles fueron los obstáculos que tuviste. Haz una estrategia
para evitarlos en el futuro. Repasa lo que estudiaste en las últimas 24 horas.
5. Atrápate a ti mismo soñando despierto al menos una vez al día y analiza: ¿Qué estoy
haciendo ahora, y cómo podría utilizar este momento de forma más efectiva?
6. Conviértete en un estudioso de la vida. Estudia donde quiera que estés. Carga contigo
libros, pensamientos, etc., para mantener tu mente en crecimiento (en lugar de mirar
por la ventana como un zombi).
8. Escoge frases atractivas para inspirarte y para animarte cuando te sientas ahogado.
10. Planea a futuro. ¿Qué quieres estudiar? ¿Qué necesitas para lograr tus ambiciones?
¿Cómo quieres crecer?
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