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Documento LTM34.934.865
Doctrina
Fechadoctrina: 27/11/2023
Autores: Carlos Pizarro Wilson
Materia_i:
Título: Introducción a la Responsabilidad Civil

Número epígrafe: 4
Título epígrafe: III. Fundamento y fines de la responsabilidad civil

TEXTO:

III. Fundamento y fines de la responsabilidad civil

En la dogmática tradicional la pregunta sobre el fundamento de la responsabilidad civil ha sido


abordada en su mayoría desde la óptica de las condiciones de su procedencia, ya sea que el
énfasis sea puesto en la culpa o en el modelo de responsabilidad objetiva o estricta. Subyace a la
interrogante sobre el fundamento la respuesta a la pregunta por qué un sujeto debe indemnizar el
daño que le causó a otro. La respuesta oscila en el derecho continental entre la culpa y la
responsabilidad objetiva. Al considerar que la codificación exigió, salvo excepciones, la culpa
para la configuración de la responsabilidad civil, su fundamento estaría en el reproche a la
conducta del causante del daño, que es lo que justifica atribuirle la obligación de indemnizar.
Incluso una primera aproximación ha sido considerarlo un tema banal o sin importancia dado que
la responsabilidad por riesgo hoy sería preeminente1. Sin embargo, el mismo Brun realiza su
análisis distinguiendo el fundamento basado en la culpa y en la responsabilidad por riesgo,
afirmando su fundamento en la culpa. Aquella fundada en el riesgo se le reconoce como
triunfante y sería la más consistente con la denominada solidaridad nacional, atendido que la
reparación sería más expedita para la víctima2. Brun se aparta de manera categórica y afirma lo
irreconciliable de la responsabilidad civil con su fundamento en el riesgo si uno afirma la
indemnización en el poder aunque sea abstracto de quien causó el daño para impedirlo. No ha
sido la única forma de abordarlo en el derecho francés. La tesis, quizá una de las más logradas de
la literatura jurídica francesa, propuso la doctrina de la garantía para explicar la responsabilidad
civil. Es la víctima la que debe considerarse para el fundamento de la responsabilidad al entender
que el daño lesiona su integridad física y material3. La lesión a los derechos de la víctima es la
justificación de la reparación, aunque coloque en cuestión la libertad de actuar al proceder la
indemnización sólo por la causalidad prescindiendo de la imputación al hechor4. El debate se ha
concentrado con algunos matices en la razón de la atribución de la obligación de indemnizar, ya
sea por culpa o por el mero hecho causal.

En Chile esta cuestión no había suscitado mayor interés, radicando el fundamento en la culpa sin
disquisiciones filosóficas o teóricas. Fue Barros quien, bajo la influencia del derecho anglosajón,
se interroga en primer lugar sobre los criterios de atribución de responsabilidad, tratando la culpa
y luego la responsabilidad estricta, donde aparece la cita insoslayable del temprano trabajo de
Epstein, quien concuerda en justificar la responsabilidad en la causalidad y no en la negligencia,
ni tampoco en un análisis de costos5. Sin duda la discusión en el derecho anglosajón ha sido más
densa y atractiva. Distintas teorías se han expuesto para justificar la atribución de un daño con
cargo a un sujeto echando mano a la justicia correctiva, la justicia distributiva, o ambas de
manera complementaria o inseparable, o en la vereda opuesta a una explicación o justificación
moral, la escuela del análisis económico, que si bien en una primera etapa fue una explicación
simple para juristas sobre la atribución de responsabilidad basada en los costos y beneficios,
luego derivó en una explicación más compleja, pero al mismo tiempo más estricta en lo
económico. No pretendo, ni mucho menos, exponer todas o algunas de estas teorías lo que ya ha
sido hecho con más fortuna y talento en innumerables textos. Sólo daré cuenta de algunos
aspectos que pueden ser interesantes para despertar la curiosidad sobre esta discusión teórica.
Papayannis, autor que ha meditado sobre estas cuestiones y que lidera un grupo de investigación
en filosofía del derecho privado en la Universidad de Girona ha planteado profundas reflexiones
sobre los dilemas de la justificación de la responsabilidad civil. Este autor sostiene, retratando el
dilema entre las teorías morales y el análisis económico, que “Desde la década del 60 y,
principalmente, desde comienzos de los años 70 del siglo XX, la literatura se ha dividido en dos
grandes corrientes. Por un lado, están quienes entienden la responsabilidad extracontractual
como un instrumento para la maximización de la riqueza social. Los sistemas de reparación de
daños, al minimizar el coste de los accidentes, contribuyen a incrementar el bienestar de la
comunidad haciendo que los recursos sean destinados a sus usos más valiosos. De acuerdo con
esta visión, el discurso jurídico con el cual se justifican los juicios de responsabilidad es mejor
explicado por el principio de eficiencia que por el significado a él atribuido en la dogmática
tradicional”6. Y en oposición a esta corriente retrata aquellas asociadas a la justificación moral y
en forma predominante basadas en la justicia correctiva y señala que “una interpretación de la
práctica que enfatiza la importancia de los conceptos morales que la articulan tal como son
comprendidos por los participantes. Ripstein, defiende la explicación a través de la justicia
correctiva. Asume que los conceptos normativos, tales como la culpa u otros no son
autoexplicativos y para eso es idóneo la justicia correctiva y hace defecto el análisis económico
del derecho. De ahí la crítica a las visiones utilitaristas que asumirían una sólo en base a la
información la posibilidad de resolver los dilemas morales7. Estas interpretaciones recha zan la
propuesta reduccionista del análisis económico del derecho (AED), y sostienen que la
responsabilidad extracontractual no es más que la plasmación institucional de la justicia
correctiva. Este principio exige rectificar las interacciones injustas; para ello, impone a los
agentes dañadores el deber de compensar los daños que causan y reconoce a las víctimas un
correlativo derecho a ser indemnizadas”8. Existe una disonancia total entre dichas
aproximaciones. Mientras el análisis económico motejado de instrumentalista basa la función de
la responsabilidad civil en la eficiencia, aquellas posturas moralistas, entienden que la
responsabilidad civil sólo puede comprenderse en base a su “lógica interna” basada en la justicia
correctiva como elemento de la estructura que posibilita su comprensión9. Tal como lo indica
Papayannis la variedad que se presenta va desde tesis monistas que pretenden explicar un todo de
la responsabilidad civil bajo una misma idea hasta aquellas que se inclinan por una pluralidad de
funciones10. De ahí la crítica a Weinrib de parte de Englard, a quien acusa de purista al intentar
una explicación kantiana impráctica ante los seguros, por lo que propone una aproximación
pragmática y sincrética11. Papayannis de manera más clara luego de establecer los supuestos de
la responsabilidad determina cuáles podrían ser las funciones a cumplir por la responsabilidad
extracontractual. Es efectivo que la cuestión del fundamento es un asunto distinto a las
funciones, pero su relación es indesmentible. La búsqueda de una explicación del por qué debe
repararse o cuál es la función del régimen indemnizatorio suelen ir aparejadas para responder al
debate teórico acerca de la responsabilidad civil. Las funciones de la responsabilidad, se
cualifican como un efecto deseable para la sociedad12. Se refiere, lo que resulta lógico y
compartido, a la función de compensación o reparación. Al verificarse una alteración o
intromisión en la vida de la víctima sin su autorización resulta exigible una compensación por los
daños materiales y extrapatrimoniales, pues “nadie tiene el deber de tolerar las alteraciones en su
calidad de vida que derivan de interacciones injustas”13. La justificación de la compensación
radicaría, también, en la autodeterminación, pues la ausencia de reparación significa que otros
están decidiendo la vida de la víctima. Por cierto no se trata de una desgracia o resultado del azar,
sino que el daño deriva de una interacción injusta por la intervención de la agencia humana.
Agrega Papayannis que la justificación de la compensación deriva además desde una perspectiva
económica, pues si no existiere la reparación las personas se verían inhibidas en una medida
indeseada de actuar al tener que tomar precauciones excesivas para evitar los daños14. Sin
embargo al interrogarse sobre la idoneidad de la responsabilidad civil para cumplir con este fin
se muestra escéptico dado que la víctima para alcanzarla debe acreditar las condiciones de la
responsabilidad civil, a lo que se suma, un juicio tedioso y ni siquiera eso asegura una efectiva
compensación. Es la tradicional crítica del análisis económico a la responsabilidad civil en su
modelo basado en la culpa. De ahí las propuestas de modelos orientados a alcanzar alguna
compensación mediante fondos de indemnización u otros sistemas sociales. Empero, sin
perjuicio de la crítica certera, no hay duda que la responsabilidad civil si logra, en alguna
medida, satisfacer esa función. Quizá no de la manera y con la eficiencia que deseamos, pero la
práctica jurisprudencial muestra su relativa efectividad. Algo así concluye Papayannis al indicar
que “la responsabilidad civil puede contribuir en alguna medida no determinable en abstracto, a
la función compensatoria”15. Otra función que se le asigna a la responsabilidad civil junto a la
compensación es la disuasión. Desde que existe el deber de compensar y se hace efectivo, los
agentes se verían impulsados a tomar mejores y mayores precauciones, evitando así la causación
de daños. Sin embargo, la experiencia muestra que tal conclusión se aleja de la realidad y aún
más, otras disciplinas jurídicas compiten con mejores herramientas para alcanzar dicha finalidad,
tales como el derecho penal, administrativo y el regulatorio16. Todavía, aparte de estas dos
funciones, Papayannis plantea la función preventiva como una que si bien no es distintiva de la
responsabilidad civil, no suele de manera contemporánea predicarse para ella, sino que se ha ido
popularizando en la literatura. Alain Supiot y Delmas-Marty en el año 2015 en el collège de
France organizaron justamente un congreso dedicado a tomar la responsabilidad en serio. Más
allá de la responsabilidad civil, por cierto, pero con ella a fin de avanzar en lograr un cambio a
nivel planetario que evite la catástrofe climática17. Más allá de esta discutible función y por
cierto para nada identitaria de la responsabilidad civil, todavía cabe discutir entre sus fines la
delimitación o demarcación de derechos, la disminución de los costes secundarios y su función
punitiva18.

Pino, el autor local que con mayor lucidez ha tratado los problemas asociados al fundamento de
la responsabilidad civil imbuido de los autores anglosajones, al interrogarse sobre esta cuestión
vincula la moral con la necesidad o pertinencia de otorgar la indemnización a la víctima que sin
merecerlo ha padecido un daño19. En otros términos, como lo sugiere Barros, “la pregunta se
refiere a las condiciones para que sea correcto atribuir responsabilidad a una persona por los
daños que sufre otra”20. La cuestión se decanta en circunscribir el debate a si debe asumirse
desde una perspectiva política y social, en el terreno de las políticas públicas o sólo cabe atender
a la situación de la víctima y el autor del daño, lo que pone en el tapete la justificación a través
de la justicia correctiva21. Por su parte, Pino, si bien adhiere a una tesis explicativa, y más allá
justificatoria de la responsabilidad civil por la justicia correctiva de impronta aristotélico-tomista,
en oposición a aquellas asociadas al análisis económico del derecho de índole funcionalistas,
aboga por ciertos matices que involucran un reconocimiento de necesidad, pero no de
suficiencia22. En otros términos, la justicia correctiva o conmutativa en la denominación de
Tomás de Aquino23, explica la responsabilidad extracontractual, y más allá, la justifica, pero no
de manera integral. Si bien se aboga en forma bastante consensuada sobre esta función
explicativa puesta de relieve por Coleman24 y Weinrib25, y en nuestro medio por Pino, no
ocurre lo mismo con la justificación moral que pudiere prodigársele, donde concurren varias
interpretaciones, ya sea que la desconocen o la afirman, cuyo es el caso de Gardner26. De ahí
que defienda la tesis de la “inseparabilidad de los principios de justicia”, bajo la siguiente
afirmación: “Es posible diferenciar las exigencias de cada una clase de justicia conceptualmente,
pero para comprender la naturaleza y los fundamentos de la responsabilidad extracontractual, las
exigencias de la justicia correctiva y distributiva son inseparables”27. Esto conlleva atribuirle a
la justicia correctiva la justificación de la responsabilidad por culpa y estricta, “por lo cual la
decisión deberá adoptarse mediante otros criterios, dentro de los cuales la justicia distributiva
cumple un papel fundamental”28. En otro trabajo, el profesor Pino cuestiona la visión tradicional
a partir de la cual sólo corresponde exigir una indemnización en el caso que se satisfagan las
condiciones de la responsabilidad civil, lo que involucra, como es evidente, la prueba de la culpa,
cuestión en que las víctimas deben soportar el infortunio, salvo que estemos en una hipótesis de
responsabilidad estricta u objetiva y también en el caso de las denominadas presunciones de
culpa29. De ahí que en forma temprana afirmare la insuficiencia de la justicia correctiva como
explicación, requiriéndose aquella distributiva. No debe ignorarse que estas justificaciones, ya
sea explicativas o que buscan un fundamento a la responsabilidad civil se oponen o son una
respuesta a la escuela del análisis económico del derecho, para la cual lo relevante es la
eficiencia, prescindiendo de un juicio moral. Barros nos indica este doble enfoque al plantear lo
que denomina el contraste de la filosofía moderna entre “la moral de lo correcto, que atiende a lo
que se debe hacer, en consideración a exigencias de justicia y la moral pragmática, que atiende a
los resultados de la acción para discernir lo que es más conveniente en el balance de costos y
beneficios”30. Un cierto pragmatismo alejado de opciones ingenuas lleva a Barros a optar por
una postura ecléctica, en cuanto considera los razonamientos de la moral de lo correcto en cuanto
al fundamento sin excluir de manera íntegra el análisis de las consecuencias. Si el análisis
económico propone entender los daños como pérdidas sociales y suprimir el modelo de
responsabilidad por culpa, basado en una ácida crítica a la ineficiencia del sistema, lo que para
Pino plantea un dilema de justicia distributiva31. Más allá de este debate, Papayanis ha intentado
mostrar que la única función atribuible de manera exclusiva a la responsabilidad civil es aquella
de la justicia interpersonal32. Para afirmar esta tesis muestra que si bien la responsabilidad civil
pretende y cumple una función compensatoria esta lejos de tener el monopolio ni tampoco suele
cumplirlo de buena manera. Otro tanto ocurriría con la función disuasora que suele asignársele,
más propia de otras instituciones. También discute la función preventiva, la que estima tampoco
le sería privativa. De ahí llega a fijar su atención en las interacciones humanas, pues esto es
relevante para determinar el juicio distributivo conforme las reglas que gobiernan la
responsabilidad civil. Es un complejo equilibrio entre libertad e indemnidad, ambos
componentes de la autonomía de las personas, lo que permite definir las normas de la
responsabilidad civil33. Sólo se asumen como iguales las personas en caso de daños si les
otorgamos a la víctima la justicia interpersonal, que va más allá del dinero, restableciendo el
respeto que se merece34. Se le reconoce a la responsabilidad civil una función propia de
constituir el mecanismo apropiado para restablecer el respeto entre las personas que se asumen
como libres e iguales.

Desde una perspectiva tradicional y propia al derecho continental la pregunta del fundamento de
la responsabilidad civil no ha sido inquietante y, más bien, se ha limitado a indicar el fin de este
modelo basado en la reparación del daño, lo que como hemos mostrado marca un significativo
cambio desde la atención de la culpa hacia la víctima y el restablecimiento de su posición
anterior al perjuicio en lo que fuere posible. El énfasis ha estado en esa función de reparación del
daño, sin perjuicio que se mencionen además una función disuasiva o desalentadora de los
accidentes o punitiva, aunque ésta haya sido también más propia de los sistemas del common
law. El enfoque tradicional ha despreciado el principio de eficiencia como modelo explicativo de
las normas de la responsabilidad extracontractual. Más allá de las diversas explicaciones sobre el
fundamento y los fines de la responsabilidad civil, es posible constatar que su función práctica
radica en la compensación de los daños, sin que deban despreciarse otras funciones, que aunque
no sean identitarias, confluyen a construir un sistema de distribución de los daños.

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