Está en la página 1de 17

X Congreso Español de Sociología

(Pamplona, 1 a 3 de julio de 2010)

LA CULTURA FISCAL DE LOS ESPAÑOLES. (*)

Mª Luisa DELGADO LOBO


María GOENAGA RUIZ DE ZUAZU
(Instituto de Estudios Fiscales)

(*) Comunicación presentada en el Grupo de Trabajo 31: “Sociología Económica”

1
Índice:
Introducción
1. ¿Qué es la Sociología Fiscal?
2. La Sociología Fiscal en España y el Barómetro Fiscal IEF.
3. Relación entre los Impuestos y la Oferta Pública de Servicios y Prestaciones.
4. El comportamiento de los contribuyentes.
5. Imagen corporativa de la Hacienda Pública.
6. Conclusiones.
Bibliografía

Introducción.

Esta comunicación se basa en datos del Barómetro Fiscal IEF recogidos a lo largo de
catorce años, desde 1995 hasta 2008, para mostrar los rasgos principales sobre los que se
conforma la cultura fiscal de los españoles. Pero, a la vez, también pretende mostrar la
amplitud y el interés de la investigación, tanto teórica como aplicada, de la Sociología
Fiscal, organizando la información en cinco apartados. En el primero de ellos, se muestra
el ámbito de investigación y los principales objetivos de la Sociología Fiscal. En el
segundo, se alude a la Sociología Fiscal en España y a uno de sus instrumentos de
investigación: el Barómetro Fiscal del IEF. A continuación, en los tres siguientes
apartados, se muestra la evolución de las opiniones de los españoles en relación con los
tres ejes principales sobre los que se articulan sus ideas sobre la fiscalidad. Finalmente, las
conclusiones sugieren la necesidad de investigación comparada.

1. ¿Qué es la Sociología Fiscal?

La Sociología Fiscal es una parte de la Sociología Económica que se refiere a las


relaciones entre el Estado y los contribuyentes (LEROY, 2007).

La Sociología Fiscal tiene como principal objetivo explicar los procesos sociales que
subyacen a la realidad fiscal en un determinado contexto histórico o político. Ahora bien,
la realidad fiscal es algo muy simple y, a la vez, muy complejo. Es simple, porque la
fiscalidad no es más que un procedimiento para financiar las necesidades públicas de un
Estado. Es complejo, porque ese procedimiento ha de articular la gran diversidad de los
intereses, personales y colectivos, de los ciudadanos de ese Estado; y tales intereses son, en
muchos casos, contrapuestos.

Desde una perspectiva sociológica, la fiscalidad no es un asunto meramente técnico. Es un


tema de organización ciudadana, donde las técnicas jurídicas y económicas se ponen al
servicio de las ideas socio-políticas predominantes en cada etapa histórica (DELGADO
LOBO y GOENAGA RUIZ DE ZUAZU, 2007). Tales ideas giran en torno a dos ejes.
Uno, muy amplio, que se refiere a las metas colectivas que abarcan desde el tipo de
sociedad en que se desea vivir, hasta cuál ha de ser el rol del Estado en esa sociedad, y qué
función debe cumplir en ella el sistema fiscal. El otro, más concreto, que se refiere al
trasvase recíproco de derechos y obligaciones entre el Estado y los ciudadanos, entre los
cuales destacan la relación entre los impuestos que hay que pagar y los servicios públicos
que deben recibirse, y el reparto de la carga tributaria entre los distintos grupos de
contribuyentes.

2
Para la Sociología Fiscal, la política fiscal consiste en la utilización de diversos
instrumentos, entre ellos los impuestos, para conseguir los objetivos económicos y sociales
que el Estado desea promover (FERNÁNDEZ CAÍNZOS, 2006). Vista así, la realidad
fiscal es como un espejo donde se reflejan la estructura social y de poder de una
comunidad políticamente organizada (DELGADO LOBO y GUTIÉRREZ LOUSA,
2006). La realidad fiscal presenta, por tanto, multitud de facetas entre las que cabe
destacar: el diseño y el control de los programas de gasto público, el reparto real y
efectivo de la carga tributaria, la configuración y el desempeño de la burocracia estatal y
el grado de cumplimiento tributario, y su otra cara de la moneda: el fraude.

La Sociología Fiscal tiene como finalidad explicar los factores que determinan una
realidad fiscal concreta (BACKHAUS, 2002; CAMPBELL, 1993). Es decir, analizar y
estudiar el conjunto de rasgos que definen la cultura fiscal en un contexto histórico,
geográfico y político concreto, para poder explicarla.

La cultura fiscal no es sino uno de los aspectos de la cultura cívica que informa acerca de
cómo se entiende que deben ser atendidas las necesidades públicas, dentro de una
organización política que tiene que lograr metas colectivas articulando intereses diversos,
muchas veces contrapuestos (DELGADO, 2002). Así, la cultura fiscal un país no se define
por el nivel de conocimiento y el grado de destreza que tienen sus ciudadanos con respecto
a la normativa fiscal y a la práctica tributaria. La cultura fiscal viene definida por el
conjunto de ideas, valores y actitudes que inspiran y orientan la conducta de todos los
actores sociales que intervienen en la configuración de la realidad fiscal de un país
(DELGADO, 2002). Dichos actores son tanto las instituciones públicas como los
ciudadanos. El objeto de estudio de la Sociología Fiscal es, por tanto, el conjunto de
factores que explican la conducta fiscal, tanto de los poderes públicos como de los
contribuyentes.

Los factores que explican la cultura fiscal son múltiples e interdependientes. Naturalmente,
el primero de ellos es la coacción: no existe registro histórico alguno que indique que las
arcas de un Estado se han llenado por la voluntad espontánea de los ciudadanos. Pero la
coacción puede ser aceptada de mejor o de peor grado: la obligación de aportar una parte
de la renta privada para financiar las necesidades públicas puede percibirse como una
imposición carente de sentido que solo se cumple bajo amenaza, o como el cumplimiento
de un deber cívico, ciertamente poco grato, pero necesario para el bienestar colectivo.

El grado de aceptación de la obligación tributaria depende, a su vez, de la combinación de


varios factores entre los que destacan: la cohesión social, que incluye desde los
sentimientos de integración en la nación o de antagonismo entre sus distintos grupos
sociales, hasta la legitimidad que se otorga a los poderes públicos que representan al
Estado; la imagen de la Hacienda Pública, que incluye desde las percepciones relativas a la
justicia y equidad –tanto horizontal como vertical- del sistema fiscal, el nivel de la carga
fiscal soportada, la percepción del balance entre los impuestos pagados y los servicios
públicos recibidos, hasta el grado de confianza en la eficiencia y honestidad de la
administración de los caudales públicos; y el comportamiento de los contribuyentes, que
incluye desde las percepciones relativas al grado de cumplimiento fiscal, en general, y el
grado de honestidad de los distintos grupos de contribuyentes, en particular, hasta la
ejemplaridad de la conducta tributaria de quienes desempeñan roles de liderazgo político o
referencia social.

3
Además, el comportamiento de un contribuyente está estrechamente relacionado con el
concepto que tiene de sí mismo como ciudadano, el cual está vinculado, a su vez, con el
concepto que tiene de su posición en relación con los demás grupos de ciudadanos y con el
Estado. Y tal posición viene definida por la estructura social y política del Estado donde
habita, las cuales, a su vez, determinan la realidad fiscal a cuyas características el
ciudadano-contribuyente tiene que ajustar su conducta. Por tanto, uno de los principales
campos de estudio de la Sociología Fiscal está directamente relacionado con el conjunto de
ideas, sentimientos y percepciones que tienen los ciudadanos en su calidad de
contribuyentes

La Sociología Fiscal es una disciplina fundamentalmente aplicada. Es decir, que utiliza una
metodología propia de la investigación social para analizar y estudiar los diferentes
aspectos en los que se concreta la realidad fiscal y explicarla. Esta metodología se basa en
la aplicación de técnicas cuantitativas (encuestas principalmente, y también simulación en
laboratorio), de técnicas cualitativas (entre las que destacan los grupos de discusión,
también llamados “focus group”); las entrevistas, tanto libres como semiestructuradas; la
observación participante; y las situaciones dramatizadas, también llamadas “role-playing”
y de otras técnicas de análisis de contenido (de textos jurídicos, históricos y periodísticos)
así como el análisis secundario de datos estadísticos. Para la explicación de la realidad
fiscal, la Sociología Fiscal no sólo utiliza el bagaje conceptual propio de su disciplina, sino
que también tiene en cuenta el de otras disciplinas afines. Es decir, que aun cuando utiliza
los constructos y los conceptos propios de la Sociología, principalmente, también acude a
los de la Psicología, la Política, el Derecho y la Economía, teniendo, por tanto, una
vocación pluridisciplinar.

2. La Sociología Fiscal en España y el Barómetro Fiscal IEF.

Las peculiaridades políticas de nuestro país han determinado el desarrollo de la Sociología


Fiscal en España. En nuestro país, la Sociología Fiscal se ha desarrollado a partir de la
segunda mitad del siglo XX, casi exclusivamente en el ámbito administrativo, y con una
finalidad muy pragmática: proporcionar información empírica para el proceso de toma de
decisiones, por lo que actualmente, aunque presenta escasos logros teóricos, sí es capaz de
ofrecer un abundante material empírico, recogido, además, con cierta regularidad. Gran
parte de este material empírico es demoscópico, basado en opiniones de los ciudadanos
recogidas mediante encuestas.

El Instituto de Estudios Fiscales (IEF), organismo público de investigación dependiente del


Ministerio de Economía y Hacienda, ha sido la institución pionera en la Sociología Fiscal
española. Ello procede de una necesidad muy concreta de la Administración Tributaria. En
vísperas de la transición democrática española ya se sabía que, paralelamente, tendría que
hacerse una reforma fiscal importante. Interesaba, por tanto, contar con información
empírica que permitiera localizar los principales núcleos sociales más y menos proclives a
las reformas fiscales que se emprendían. El objetivo era conocer los segmentos que
podrían constituir la base de apoyo de la reforma, aquéllos donde cabría esperar resistencia
y sobre qué bases y argumentos se apoyaba ésta. Se inició así en los años previos, e
inmediatamente posteriores, a la transición democrática una línea de investigación bajo la
dirección del profesor Burkhard Strümpel, según el modelo de la “Finanzwissenschaft”
(SCHMÖLDERS, 1975) desarrollado por Günther Schmölders en el Departamento de
Investigación Empírica de Economía Social de la Universidad de Colonia.

4
A partir de los años 90 del pasado siglo, el Instituto de Estudios Fiscales (IEF) ha
mantenido una línea de investigación de Sociología Fiscal, con cuatro áreas de trabajo:
demoscopia fiscal, estimación de la presión fiscal indirecta, impacto de las políticas de
gasto público y educación cívico-tributaria. Dentro del área de demoscopia fiscal, uno de
cuyos trabajos más importantes es un Barómetro Fiscal, que se ha venido realizando sin
interrupción desde 1995. El objetivo de este Barómetro es analizar la evolución de la
demoscopia fiscal en relación con ciertas variables que configuran el núcleo básico de las
ideas fiscales de la población española. La información relativa a este núcleo de ideas
procede de una investigación cualitativa previa (DÍAZ y DELGADO, 1994), sobre cuyos
resultados se ha basado el diseño del mencionado Barómetro, tanto en lo relativo a muestra
como a cuestionario.

El Barómetro Fiscal del IEF se basa en una encuesta anual, realizada mediante
entrevista personal, durante los meses de septiembre a noviembre, a una muestra
aleatoria nacional de 1.500 españoles distribuidos en cinco segmentos (empresarios,
agricultores, profesionales, asalariados e inactivos) y seleccionados por cuotas de
hábitat, género, edad y categoría socio-económica. Las variables contempladas
constituyen tres bloques temáticos fijos, que se repiten todos los años para poder ver su
evolución; a los cuales se añaden otros bloques temáticos específicos para cada año, según
los aspectos que interese investigar debido a la coyuntura del momento (en 2008, los
bloques específicos fueron: opiniones relativas a la crisis económica y al comportamiento
fiscal de los inmigrantes). Los bloques temáticos fijos, repetidos todos los años, son: 1)
Los servicios públicos y las prestaciones sociales; 2) El comportamiento fiscal de los
ciudadanos, y 3) La imagen institucional de la Hacienda Pública. Los resultados de estas
encuestas se publican todos los años en la serie “Documentos” del Instituto de Estudios
Fiscales y están disponibles a texto completo en el correspondiente apartado de
“Publicaciones” en la dirección: http://www.ief.es/.

En los tres apartados siguientes, y utilizando los datos del mencionado Barómetro entre
1995 y 2008, se muestra la evolución de las opiniones en relación con estos tres bloques
temáticos sobre los que los españoles articulan sus ideas en torno al sistema fiscal y su
aplicación.

3. Relación entre los Impuestos y la Oferta Pública de Servicios y Prestaciones.

Los servicios sanitarios, las infraestructuras y los transportes públicos han sido
utilizados por una proporción mayor de hogares españoles en el último año. En un
nivel intermedio se sitúan los servicios educativos. Les siguen la prestación por
desempleo, las pensiones de jubilación y los servicios sociales, mientras que las pensiones
de enfermedad o invalidez han sido percibidas por una menor proporción de hogares. En
comparación con años anteriores, la utilización de los distintos servicios públicos y el
acceso a las diversas prestaciones sociales presentan un patrón donde los servicios
sanitarios y educativos mantienen sus posiciones relativas, y se consolida la tendencia al
alza en la utilización de las infraestructuras, los transportes públicos y los servicios
sociales. Las prestaciones sociales, especialmente las pensiones, permanecen en sus
mismas posiciones relativas con respecto al inicio de la serie, aunque se observa un
brusco ascenso en el caso de la prestación por desempleo.

Se aprecia una moderada satisfacción de los ciudadanos con la oferta pública de


servicios y prestaciones considerada en su conjunto. No obstante, dicha satisfacción se
reparte de manera desigual entre los diferentes servicios públicos y prestaciones

5
sociales, pudiéndose establecer dos niveles al respecto. Los usuarios de servicios
públicos se muestran bastante satisfechos de los mismos, especialmente de los
educativos, de los sociales y de las infraestructuras, por encima de los servicios
sanitarios y de los transportes. Sin embargo, los perceptores de prestaciones sociales
se muestran menos satisfechos con éstas: mientras que las pensiones de enfermedad e
invalidez obtienen niveles moderados de satisfacción, en las pensiones de jubilación y
en el seguro de desempleo estos niveles son bajos (ver Gráfico 1).

Gráfico 1: Grado medio de satisfacción con cada Servicio o Prestación (2008).


4

3,5
2,9 2,9 2,9 2,8 2,8
3
2,5
2,5
2,4 2,4
2

1,5

1
P.Enfermeda
Infraestructur Educación S. Sociales Sanidad Transportes P.Jubilación Desempleo
d
SyP 2,9 2,9 2,9 2,8 2,8 2,5 2,4 2,4

También ha evolucionado de manera diferente el grado de satisfacción ciudadana,


según el servicio o prestación de que se trate. Así, mientras que la sanidad y los
servicios sociales se mantienen en sus niveles altos habituales, la educación, las
infraestructuras y los transportes, aun manteniendo también una valoración muy
positiva, han descendido ligeramente en la consideración ciudadana con respecto al año
anterior. Las prestaciones, consideradas en conjunto, también han sufrido un ligero
descenso por causa de las pensiones de jubilación, que han perdido su valoración
positiva del bienio anterior para regresar a los bajos niveles de satisfacción registrados
hace tres años; por su parte, las pensiones de enfermedad y el seguro de desempleo
mantienen las mismas valoraciones del año anterior, moderadas en el primer caso y
negativas en el segundo.

A pesar de su evolución positiva en los últimos años, especialmente destacable en los


casos de las infraestructuras y la sanidad, la opinión pública considera que la oferta
pública de servicios y prestaciones todavía presenta un amplio margen para mejorar,
situando las demandas de mejora en la sanidad y la educación, principalmente, y,
quedando los demás servicios y prestaciones en un segundo plano en cuanto a las
prioridades ciudadanas.

El acceso a la oferta pública de servicios y prestaciones no plantea ningún problema a


los ciudadanos españoles, siendo éste uno de los aspectos mejor valorados, y donde la
universalidad de los servicios sanitarios resulta especialmente destacada.

Aunque la oferta pública de servicios y prestaciones, considerada en su conjunto,


todavía justifica el pago de los impuestos, principalmente debido a la sanidad, la
ciudadanía estima que dicha oferta pública es poco adecuada a los impuestos que se
pagan y que no contribuye a la distribución de la riqueza en la sociedad.

6
Gráfico 2: Evolución de las opiniones sobre la adecuación de la oferta pública de
Servicios y Prestaciones a la presión fiscal y sobre si ésta justifica el pago de los
Impuestos (1995-2008).

4 Escala 1-4 (p.m.= 2,5)

3,5
2,8 2,9 2,9 2,9 2,8
3 2,7 2,6 2,6
2,4 2,5 2,5 2,5
2,3 2,3
2,5

2 2,3 2,3 2,4 2,3 2,3 2,4 2,4 2,3 2,4 2,4
2,1 2,2 2,2
1,5
1,6
1

1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008

Adecuación 1,6 2,1 2,3 2,3 2,4 2,3 2,3 2,2 2,2 2,4 2,4 2,3 2,4 2,4
Justificación 2,3 2,7 2,8 2,9 2,9 2,9 2,8 2,4 2,3 2,6 2,6 2,5 2,5 2,5

La responsabilidad de este estado de cosas, aunque se deba en parte a los abusos de los
usuarios de los servicios públicos o de los beneficiarios de las prestaciones sociales,
recae muy especialmente en la propia Administración que no gestiona la oferta
pública de servicios y prestaciones de manera correcta. De manera que, para la
opinión pública, el problema no es de cantidad de la oferta, sino de gestión de la misma,
porque ningún servicio público o prestación social se considera inútil o innecesario.

No obstante, la iniciativa privada todavía suscita más desconfianza que la Administración,


puesto que, tal como venían manifestando en años anteriores, los ciudadanos españoles
rechazan la participación de la iniciativa privada tanto en la financiación como en
la gestión de la oferta pública de servicios y prestaciones considerados en la encuesta
(ver Gráfico 3).

Gráfico 3: Evolución de las opiniones relativas a la participación de la iniciativa privada


en la financiación y en la gestión de los Servicios y Prestaciones (2002-2008)

4 Financiación privada
Escala 1-4 (p.m.=2,5) Gestión privada
3,5

2,5

2 1,8 1,9 1,8 1,8 1,9


1,8
1,5 1,9 1,9 1,6
1,7 1,8 1,8
1,6 1,6
1
2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008

Finalmente, parece ir desvaneciéndose el estereotipo de que la relación existente


entre los impuestos que se pagan y los servicios y prestaciones que se reciben en
España es peor que la existente en otros países de la Unión Europea. Por quinto año
consecutivo, las proporciones de quienes piensan que nuestra relación de intercambio
fiscal es similar, o incluso mejor, a la del resto de europeos supera la de los que opinan
lo contrario (ver Gráfico 4).

7
Gráfico 4: Evolución de las opiniones sobre la relación entre Impuestos/Servicios-
Prestaciones, en comparación con otros países europeos (1996-2008).

80
En % Peor Igual Mejor Ns/Nc

70

60

48 49
50
45 44
41 42 42 42
40 44
39
40 41
36
38 35 36 40
35 34 35
29
30 31 31
28 27 26
21 25 21 21 20 20 20
20 18
15 14
11 12
9
10
12 11 10
8 9
6 6 6 7 7 6
4 4
0
1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008
Peor 48 45 36 44 41 40 49 42 39 42 42 35 36
Igual 25 28 27 31 35 34 26 31 38 35 41 44 40
Mejor 6 6 8 4 4 6 7 7 12 11 9 6 10
Ns/Nc 21 21 29 21 20 20 18 20 11 12 9 15 14

4. El comportamiento de los contribuyentes.

Los ciudadanos entrevistados en 2008 expresan una opinión polarizada en relación


con el cumplimiento fiscal, con un ligero predominio de quienes consideran que el
pago de los impuestos ha mejorado en la última década sobre quienes piensan lo
contrario. Paralelamente, es mayoritaria la percepción de que el fraude fiscal ha
aumentado en los últimos diez años.

La lectura diacrónica de los datos obtenidos a lo largo de la serie sugiere una pauta
perceptiva popular dubitativa y algo contradictoria en relación con el
comportamiento tributario de los contribuyentes. Mientras que el juicio relativo a la
mejora del cumplimiento fiscal parece más estable, se aprecian ciertas dudas con
respecto al fraude, como si la ciudadanía no percibiera que cumplimiento y fraude son
las dos caras de una misma moneda. La mayoría de la población piensa que el
cumplimiento fiscal ha mejorado en los últimos años, en proporciones que, con ciertas
variaciones, se han venido manteniendo en torno a los dos tercios. Sin embargo, la
proporción de ciudadanos que estiman que el fraude fiscal ha disminuido es menor, y
mucho más fluctuante, de manera que las líneas que reflejan ambas opiniones nunca han
llegado a superponerse, quedando en ocasiones a considerable distancia. No obstante, en
los últimos años la diferencia entre ambas proporciones se ha ido reduciendo, lo que
parece sugerir un desvanecimiento de esta percepción contradictoria. No obstante, la
brusca caída de la percepción relativa a la disminución del fraude en 2008 es un dato

8
inquietante que sugiere que dicha aproximación también puede hacerse con una
tendencia a la baja en ambas líneas (ver Gráfico 5).

Gráfico 5: Evolución de las opiniones sobre Cumplimiento Fiscal y Fraude (1995-2008)


4
3,4
3,5 3,2
3 3
2,9
3 2,8 2,8
2,7 2,7
2,6 2,6
2,5 2,5 2,5
2,5 2,8 2,8
2,6 2,6
2,5 2,5 2,5 2,5 2,5
2,4
2 2,3 2,3
2,2
2,1
1,5 Escala 1-4 (p.m.=2,5)

1
1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008
Cumplimiento 2,8 2,6 3 3,4 3,2 3 2,9 2,7 2,7 2,8 2,6 2,5 2,5 2,5
Fraude 2,2 2,3 2,5 2,5 2,8 2,8 2,6 2,5 2,5 2,6 2,5 2,3 2,4 2,1

Por otro lado, los resultados de 2008 muestran un predominio de quienes piensan que en
nuestro país los impuestos se pagan de un modo bastante correcto frente a quienes
opinan que el fraude fiscal es una conducta generalizada. Esto sugiere que, con respecto
al inicio de la serie, y a pesar de algunas fluctuaciones, paulatinamente se va
imponiendo la percepción de un cumplimiento fiscal cada vez más correcto sobre
la de fraude generalizado.

Además, es muy posible que los juicios sobre el comportamiento fiscal no sean tan
contradictorios como parecen. A lo largo de la serie, los datos reflejan otra idea
profundamente arraigada entre la ciudadanía: la honestidad tributaria se reparte de
manera desigual entre los distintos grupos de contribuyentes de modo tal que,
mientras el cumplimiento fiscal de unos ciudadanos es cada vez más correcto, otros
ciudadanos persisten en aprovechar cuantas oportunidades tienen a su alcance para
defraudar. Año tras año la opinión pública continúa manifestando su convencimiento de
que existen colectivos que defraudan habitual y sistemáticamente a la Hacienda
Pública. Son aquellos colectivos de contribuyentes cuyas actividades económicas, al no
estar sometidas a retención, están menos controladas por la Administración y pueden
ocultar con éxito parte de la renta sujeta a pago de impuestos. Mientras que, por el
contrario, quienes tienen controladas sus rentas mediante el sistema de retenciones, son
cada vez más honestos porque carecen de oportunidades para ocultar con éxito sus
ingresos. Este patrón perceptivo se mantiene estable en el tiempo, atribuyéndose el mayor
grado de honestidad fiscal a los asalariados y quedando bajo la sombra de la sospecha la
conducta tributaria de los empresarios, principalmente, aunque también de los
profesionales liberales.

Por eso, los ciudadanos siguen atribuyendo la mejora del cumplimiento fiscal a los
mismos factores: sistema de retenciones, principalmente salariales, y a un mayor control
de la Inspección de Hacienda, otorgando menor influencia al convencimiento de que el
pago de los impuestos constituye un deber cívico (Gráfico 6).

9
Gráfico 6: Evolución de las opiniones sobre factores que influyen en la mejora del
Cumplimiento Fiscal (1995-2008)

3,4 3,4 3,4


3,5 3,3 3,3 3,3 3,3 3,3 3,3
3,2 3,2 3,2 3,2 3,2
3,13,1 3,1 3,1 3,1 3,1
3 3 3,0
2,9 2,9
3 2,8 2,8 2,8 2,8
2,7 2,7 2,7
2,6
2,5

1,5
Escala 1-4 (p.m.=2,5)

1
1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008
Retención 3,3 3,1 3,1 3,3 3,4 3,2 3,4 3,3 3,4 3,3 3,3
Control 3,2 3,1 3,2 3,2 3,2 3 3,1 3,0 3,3 3,1 3,1
Moral 3 2,7 2,8 2,9 2,7 2,8 2,6 2,7 2,9 2,8 2,8

La opinión pública considera que la impunidad de los defraudadores es la principal


causa del fraude fiscal en nuestro país. Pero, al mismo tiempo, la población encuestada
en 2008 considera que, junto a éste, existen otros dos factores con una importancia
decisiva en la persistencia del fraude. Uno es de índole moral: la “falta de honradez y de
conciencia cívica”, y el otro es de índole económica: “los actuales impuestos son
excesivos”. La evolución de estas opiniones sugiere una pauta perceptiva popular que
considera el fraude fiscal como un fenómeno multicausal donde, a juicio de la
ciudadanía, en la persistencia del comportamiento defraudador tienen una incidencia
muy similar los factores económicos, la ética individual y la presión coactiva de la
Administración para corregir la conducta tributaria desviada. Sin embargo, la opinión
pública tiene menos en cuenta la inadecuación entre los impuestos pagados y los
servicios públicos recibidos como causa del fraude fiscal en nuestro país (Gráfico 7).

Gráfico 7: Evolución de las opiniones relativas a las causas del Fraude Fiscal (1995-2008)
50

37 42 37 38 37 39
40 40 36 36
32 34
32 33 32
30 30 28 29
30
30 31 33 25
30 30 31 30 29 31
30 28
29 27
20 25 23 24
22 23 24
21 21 22 21

10 12 5 13 13
11 12 11 11 11
9 8 9
6 7
0
1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008
Económicas 32 30 36 33 30 30 25 30 30 29 28 28 34 29
Administrativas 31 40 30 33 32 27 42 32 36 37 38 37 31 39
Morales 25 21 29 23 30 37 24 31 22 21 23 24 22 21
Impuestos/servicios 12 9 5 11 8 6 9 7 12 13 11 11 13 11

Los tipos de fraude considerados socialmente más perjudiciales en 2008 son


similares a los mencionados en años anteriores. Se mantiene la atribución de mayor

10
perjuicio a la economía sumergida. Le siguen los dos tipos de fraude que, aunque se
refieren a dos figuras impositivas distintas (IRPF e IS), en el imaginario popular afectan
a la conducta del colectivo “empresarial”: no ingresar en Hacienda las retenciones
salariales a cuenta del IRPF practicadas a los trabajadores, así como no pagar en su
integridad el Impuesto de Sociedades. A continuación, figuran dos tipos de fraude que sí
se atribuyen a una decisión individual del contribuyente persona física: el hecho de no
presentar la declaración de la renta aunque corresponda hacerla, y la connivencia para
evitarse pagar el IVA. En último lugar se sitúa otro fraude “empresarial”: no ingresar en
Hacienda el IVA cobrado.

Los efectos que produce el fraude fiscal, en opinión de los entrevistados en 2008,
tampoco han variado sustancialmente a lo largo de los catorce años estudiados (Gráfico
8). Se mantiene la percepción del daño causado por el fraude fiscal en aquellos aspectos
más sensibles para la ciudadanía: provisión pública de servicios y prestaciones, muy
especialmente, y también presión fiscal; de ahí, las dos sensaciones de injusticia y
desmotivación, directamente vinculadas con tales aspectos.

Gráfico 8: Evolución de las opiniones sobre los efectos del Fraude Fiscal (1995-2008)

50

45

40 37 37 36 44
35 36 41 42
34 34 34
32
35
30 37
28
30 25 25 26
24 23
27
25 22
22 27 21
22 19 18
19 18 17
20 16 18 20 16 18
17
17 s 17 17
18 17
15 17 16 16
16 16
14 14 14 13 15
13
10 11 13 7
6 9
4 5 5
4 4 4 9 5 7 5 7
2
5 3
4 4 5
4 4 5
1 2 3 4 2 2 3
0
1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008
Disminuye recursos 27 37 34 37 34 35 32 36 36 34 41 42 37 44
Crea injusticias 30 28 25 25 24 20 27 23 26 18 19 17 15 18
Aumenta presión fiscal 22 16 19 16 17 22 16 17 18 22 17 17 21 17
Desmotiva 16 11 13 17 18 16 14 16 14 14 13 13 18 9
Distorsiona economía 4 4 4 3 5 4 7 6 4 9 5 7 4 7
Apenas afecta 1 4 5 2 2 3 4 2 2 3 5 4 5 5

Dos tercios de la población encuestada en 2008 no encuentra justificación alguna


para el fraude fiscal, frente a otro tercio que justifica de algún modo la conducta
defraudadora. No obstante, entre quienes justifican el fraude, se observa a lo largo de la
serie un claro predominio de las posturas tibias expresadas a través del argumento
autoexculpatorio: “existen circunstancias que obligan a defraudar para salir adelante”,

11
manteniéndose en proporciones muy pequeñas las posturas más radicales expresadas a
través del argumento estructural: “lo normal es evadir los impuestos” (ver Gráfico 9).

Gráfico 9: Evolución de las opiniones justificativas del Fraude Fiscal (1995-2008)


100

90

80
72
69 70 70
67 66 67
70 65
60 61
57 57
60 54
51
50
41
40 34 34
33 33
29 28
26 26 27
30 24 23
21 20
20
10 12
9 9 10 9 10
8 7 7 7 8
10 4 5

0
199 199 199 199 199 200 200 200 200 200 200 200 200 200
5 6 7 8 9 0 1 2 3 4 5 6 7 8
No se puede justificar 67 66 65 72 60 69 70 70 57 57 54 61 51 67
Hay circunstancias en la vida que
justifican cierto fraude 24 26 26 21 33 27 20 23 33 34 34 29 41 28

El fraude es algo consustancial 9 8 9 7 7 4 10 7 10 9 12 10 8 5

5. Imagen corporativa de la Hacienda Pública.

La opinión pública continúa insistiendo en 2008 en que encuentra dificultades para


comprender la normativa fiscal y para cumplimentar las declaraciones tributarias.

Quizá sea esta percepción de dificultad la que explique que sigue siendo escasa la
proporción de contribuyentes que cumplimentan por sí mismos las declaraciones
tributarias, recurriéndose mayoritariamente a las distintas modalidades de ayuda
externa para cumplimentarlas (Gráfico 10). A lo largo de los catorce años estudiados, se
observa que:
- se mantiene la tendencia de los declarantes a utilizar la ayuda profesional en
detrimento de la ayuda personal que puedan proporcionarle sus familiares, amigos o
compañeros de trabajo;
- dentro de la ayuda profesional, y pese a la brusca caída experimentada en el bienio
2007-08, la utilización de los servicios retribuidos que proporcionan los asesores
fiscales y los gestores sigue siendo mayoritaria;
- se asiste en el bienio 2007-08 a un considerable incremento de la proporción de
declarantes que utilizan la ayuda la ayuda profesional gratuita, hasta quedar a solo 3
puntos porcentuales por debajo de la retribuida;
- dentro de la ayuda profesional gratuita, continúa siendo más utilizada la que
proporcionan los servicios de la Agencia Tributaria frente a la que proporcionan las
entidades financieras, y quedando los colegios profesionales, los sindicatos u otras

12
entidades y servicios públicos en una posición casi marginal en cuanto a su
utilización por parte de los contribuyentes.
Gráfico 10: Cumplimentación de las declaraciones tributarias (1995-2008)
60

48
50 46
45
41 39
39 39
37 38 37
40 37
34
33
32
30 36
27 30
30 34 34
25 23
30 29 30 22
30 22
20 26 19
19 19
20 17 17
17 16 15
21 15 14
19
18
16 16
15 14
10
14 15 15
13 12 13 14
12 11

0
199 199 199 199 199 200 200 200 200 200 200 200 200 200
5 6 7 8 9 0 1 2 3 4 5 6 7 8
Autosuficiencia 21 19 18 15 15 14 15 13 12 16 16 13 14 14
Ayuda personal 37 29 32 25 30 27 17 19 19 17 16 15 15 11
Ayuda profesional onerosa 30 38 30 41 37 33 39 34 39 45 46 48 37 39
Ayuda profesional gratuita 12 14 20 19 17 26 30 34 30 22 22 23 34 36

Las tres cuartas partes de los ciudadanos entrevistados en 2008 conocen servicios de la
Agencia Tributaria, si bien son utilizados por la mitad de los mismos. Estas
proporciones suponen un considerable incremento en relación con años anteriores hasta
alcanzar los niveles de conocimiento y utilización más altos de la serie (ver Gráfico 11).

Gráfico 11: Evolución del conocimiento y de la utilización de los servicios de la AEAT


(1995-2008)
100 Conocimiento Utilización
90
80 74
65 67 67 67
70 61 61
59
56 56 56
60 50
51 44 47
50
36 33 37 33
40 31
26 29 29
21 25 22
30 17 21
20
10
0
1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008

Además, los ciudadanos que conocen la existencia de tales servicios siguen teniendo
una imagen claramente positiva de los mismos: la gran mayoría de tales ciudadanos
valora positivamente su capacidad para resolver los problemas (ver Gráfico 12), así
como la atención dispensada por los funcionarios que trabajan en dichos servicios
(ver Gráfico 13).
13
Gráfico 12: Valoración de los servicios de la Agencia Tributaria (1995-2008)
4
3,0 3,1 3,0 3,0 3,0
2,9 2,9 2,9 2,9 2,9 2,9 2,9 2,9
3 2,5

2
Escala 1-4 (p.m.=2,5)

1
1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008

A lo largo de la serie parece consolidada la siguiente imagen: se trata de unos servicios


eficaces, atendidos por funcionarios que, si bien se muestran algo rígidos a la hora de
hacerse cargo de los problemas de los contribuyentes, están bien preparados para
realizar su tarea y son correctos e imparciales en su trato con los ciudadanos.

Gráfico 13: Valoración de los funcionarios de la Agencia Tributaria (1995-2008)


7

5,4
5,2
5,1
5 5 4,9 5,0 4,9
5 4,9 4,9 4,9 4,9 4,9 4,9
4,8 4,8 4,8 4,7 4,8
4,7 4,7 4,7 4,7 4,7 4,7 4,7 4,7
4,6 4,6 4,6 4,6 4,6 4,6
4,5 4,5 4,5
4,4
4,3
4,2
4,1 4,1 4,1 4,0
4 4
4
3,9 3,9
3,7 3,7 3,7
3,6
3,5
3

Escala 1-7 (p.m.=4)

1
1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008

Imparcialidad 4,4 4,6 4,7 4,1 4,5 4,8 4,5 4,7 4,6 4,7 4,7 4,9 4,7
Capacitación 4,9 4,9 5,4 4,5 4,7 5 4,7 4,9 5 4,9 4,9 5,1 4,9
Corrección 4,6 4,8 5,2 4,3 4,6 4,9 4,6 4,8 4,7 4,6 4,7 5,0 4,8
Empatía 3,5 4,1 4 3,6 3,9 4 4,1 3,7 3,7 3,9 3,7 4,2 4,0

Finalmente, una amplia mayoría de la población encuestada en 2008 reconoce que la


Hacienda Pública desempeña una función básica y necesaria para la sociedad.
También parece estar bastante clara entre los encuestados la necesidad de pagar
impuestos, puesto que es minoritaria la proporción de ciudadanos que manifiesta su
convencimiento de que todos viviríamos mejor si no se pagara ningún tributo. Ambas
afirmaciones se mantienen constantes a lo largo del tiempo (Gráfico 14).

14
Gráfico 14: Evolución del grado de acuerdo con cada afirmación sobre la función
social de la Hacienda Pública (1995-2008)
100
90
80 89 88 88
85 86 85 85 83 85 86 85
81 80
70 79
60
50
40
28
30 21 23 24
15 16 17 16
13 11 11 14
20
10
0
1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008
Hacienda
necesaria 79 81 85 89 88 86 85 85 80 88 83 85 86 85

Mejor sin
impuestos 13 13 11 11 28 15 14 21 16 17 23 24 16

6. Conclusiones

Si bien el campo de investigación tanto teórico como aplicado de la Sociología Fiscal es


amplísimo, en lo relativo a la demoscopia fiscal sería de gran interés comparar los datos
de este barómetro con los de otros países miembros de la Unión Europea y de la OCDE.
Para ello, serían necesarios un interés y una transparencia informativa similares en las
Administraciones Tributarias de dichos países.

Según se desprende de la información demoscópica del Barómetro Fiscal IEF, a los


españoles les viene compensando pagar los impuestos porque reciben a cambio una
oferta pública de servicios y prestaciones todavía aceptable, aunque podría ser mucho
mejor si las Administraciones Públicas la gestionaran bien y, muy especialmente, si
todos los contribuyentes cumplieran correctamente sus obligaciones tributarias. Son
bastante críticos con el comportamiento fiscal de sus conciudadanos y, en cierta medida,
también tienen algunas dudas sobre la capacidad coactiva de la Administración para
corregir la conducta fiscal desviada. Sin embargo, les satisface el modo que tiene la
Agencia Tributaria de ayudarles a cumplir sus obligaciones tributarias, admitiendo que,
por desagradable que sea, resulta necesario pagar impuestos.

Comparar estos datos con los de otros países podría ayudar a desvanecer ciertos
estereotipos, más acordes con la picaresca del pasado que con la cultura fiscal propia de
ciudadanos europeos contemporáneos.

15
Bibliografía:

ALVIRA MARTIN, F., GARCÍA LOPEZ, J. y DELGADO LOBO, M.L. (2000):


Sociedad, impuestos y gasto público. La perspectiva del contribuyente, Centro de
Investigaciones Sociológicas, Madrid.

AREA DE SOCIOLOGÍA TRIBUTARIA (1995): “Ciudadanos, contribuyentes y


expertos: Opiniones y actitudes fiscales de los españoles en 1995”, Documentos del
Instituto de Estudios Fiscales nº 3/95, Instituto de Estudios Fiscales, Madrid.

-- (1997): “Ciudadanos, contribuyentes y expertos: Opiniones y actitudes fiscales de


los españoles en 1996”, Documentos del Instituto de Estudios Fiscales nº 1/97, Instituto
de Estudios Fiscales, Madrid.

-- (1998): “Ciudadanos, contribuyentes y expertos: Opiniones y actitudes fiscales de


los españoles en 1997”, Documentos del Instituto de Estudios Fiscales nº 2/98, Instituto
de Estudios Fiscales, Madrid.

-- (1999): “Ciudadanos, contribuyentes y expertos: Opiniones y actitudes fiscales de


los españoles en 1998”, Documentos del Instituto de Estudios Fiscales nº 2/99, Instituto
de Estudios Fiscales, Madrid.

-- (2000): “Ciudadanos, contribuyentes y expertos: Opiniones y actitudes fiscales de


los españoles en 1999”, Documentos del Instituto de Estudios Fiscales nº 1/00, Instituto
de Estudios Fiscales, Madrid.

-- (2001): “Ciudadanos, contribuyentes y expertos: Opiniones y actitudes fiscales de


los españoles en 2000”, Documentos del Instituto de Estudios Fiscales nº 2/01, Instituto
de Estudios Fiscales, Madrid.

-- (2002): “Opiniones y actitudes fiscales de los españoles en 2001”, Documentos del


Instituto de Estudios Fiscales nº 14/02, Instituto de Estudios Fiscales, Madrid.

-- (2005): “Opiniones y actitudes fiscales de los españoles en 2004”, Documentos del


Instituto de Estudios Fiscales nº 11/05, Instituto de Estudios Fiscales, Madrid.

-- (2006): “Opiniones y actitudes fiscales de los españoles en 2005”, Documentos del


Instituto de Estudios Fiscales nº 10/06, Instituto de Estudios Fiscales, Madrid.

-- (2007): “Opiniones y actitudes fiscales de los españoles en 2006”, Documentos del


Instituto de Estudios Fiscales nº 21/07, Instituto de Estudios Fiscales, Madrid.

-- (2008): “Opiniones y actitudes fiscales de los españoles en 2007”, Documentos del


Instituto de Estudios Fiscales nº 15/08, Instituto de Estudios Fiscales, Madrid.

-- (2009): “Opiniones y actitudes fiscales de los españoles en 2008”, Documentos del


Instituto de Estudios Fiscales nº 15/09, Instituto de Estudios Fiscales, Madrid.

BACKHAUS, J. (2002): “Fiscal Sociology: What for?”, en The American Journal of


Economics and Sociology, 2002, 61 (1), p. 55-77.

16
CAMPBELL, J. L. (1993), “The State and Fiscal Sociology”, en Annual Review of
Sociology, 1993, nº 19, pp. 163-185.

DELGADO, M.L. (2002) “Sociología y psicología fiscales. La cultura fiscal de los


españoles”, en Ciência e Técnica Fiscal, nº 407, págs.11-35.

DELGADO, M.L. y SÁNCHEZ, C. (2000): “Percepción social de los impuestos y


Estado del Bienestar”, en GARDE, J.A. (Ed.): Informe 2000 sobre Políticas Sociales y
Estado del Bienestar en España, Trotta, Barcelona, pp. 121 a 140.

DELGADO LOBO, M.L. y GOENAGA RUIZ DE ZUAZU, M. (2007): "Del tributo al


impuesto: La legitimidad de la fiscalidad", en Revista del Instituto AFIP, nº 2, págs. 32-
59.

DELGADO LOBO, M.L. y GUTIERREZ LOUSA, M. (2006): “El espejo fiscal y su


reflejo social”, en M.A. GALINDO MARTÍN (Ed.): Ética y economía, Instituto de
Estudios Fiscales, Madrid, pp. 201 a 226.

DIAZ, C. y DELGADO, M.L. (1994): “Formación de la opinión fiscal: ¿Influyen los


mensajes de los líderes de opinión?”, Papeles de Trabajo 9/94, Instituto de Estudios
Fiscales, Madrid.

FERNANDEZ CAÍNZOS, J.J. (2006): Sociología de la Hacienda Pública, Instituto de


Estudios Fiscales, Madrid.

LEROY M. (2007): Sociologie des finances publiques, La Découverte, Paris.

SMÖLDERS, G. (1975): “La investigación del comportamiento humano en la Hacienda


Pública”, en Hacienda Pública Española, nº 34, pp. 17-20.

17

También podría gustarte