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Ley VIII, De los derechos prediales del derecho público. Apuntan sobre la
reglamentación de los edificios, en cuanto a las distancias entre los mismos en
relación a un vecino. Así como el conflicto sobre las construcciones entre
campos limítrofes, al igual que los frutos derivados en esos linderos y la manera
de proceder con los mismos.
También sobre el agua pluvial que pueda ocasionar algún perjuicio al vecino, a
causa de alguna mala praxis en su construcción o maquinaria que pueda
ocasionar un daño a dicho morador. Hace igualmente referencia a las vías de
acceso como su reglamentación, que no pueda menoscabar a la parte
colindante. También trata sobre el derecho a la servidumbre de esos pasos de
forma equitativa. En cuanto a estos límites, el Pretor nombrará tres árbitros para
dilucidar el conflicto.
Todo juez o árbitro que recibiese dinero a fin de favorecer a una u otra parte en
litigio, se le aplicará la pena capital.
Las condenas a muerte o sustituibles de algunos derechos de la ciudad, el
pueblo romano deberá hacer una declaración solemne, reuniéndose en
comicios por centurias.
Ley XI y XII, reforzando por medio de estas dos últimas leyes, lo que ya
promulgó en las leyes I y II, castigando el concubinaje o matrimonios entre
patricios y plebeyos, llamadas, por este motivo “Tabulae inicua” (Tablas de las
injusticias). Quedando por tal motivo derogada la prohibición con la “Ley
Canuleya”, una de las disposiciones más conocidas de la República Romana.