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PAUTAS PARA EL DESARROLLO DE LA REUNIÓN PRESENCIAL

1.- BIENVENIDA (1 minuto) dirigida por el anfitrión.


2.- ORACIÓN INICIAL (2 minutos) dirigida por el asistente, anfitrión o por algún participante que
desee orar. Esta es una oportunidad de ir observando el potencial de cada uno de ellos.

3.-ALABANZA/ADORACIÓN Y CÁNTICOS CONOCIDOS (15 minutos) se recomiendan cantos a


capela y los que posean recursos de audio (pistas, CD o videos), los pueden utilizar.

4.- ENSEÑANZA (25 minutos).

• TÍTULO DE LA ENSEÑANZA
• PASAJE CLAVE O FUNDAMENTOS BÍBLICOS: Versículos tomados como punto de
partida para derivar la enseñanza.
• LECTURAS DE APOYO: Citas bíblicas que complementan la enseñanza.
• OBJETIVO(S): Indica(n) el énfasis central de la enseñanza.
• INTRODUCCIÓN: Constituye el inicio de la enseñanza, se orienta a despertar el interés
hacia el tema que se tratará.
• DESARROLLO DEL TEMA: Contiene todos los aspectos que se deben explicar durante la
enseñanza, con indicación de los versículos bíblicos usados como fundamento.
• CONCLUSIÓN: Es el cierre de la enseñanza y promueve la reflexión, el exhorto, la
motivación y la autoevaluación acerca del tema tratado.

5.- PARTICIPACIÓN Y CUIDADO PASTORAL (15 minutos) en este espacio el maestro debe
explorar en los participantes acerca de lo aprendido en la enseñanza, aclarar dudas y disipar las
inquietudes que surjan en el grupo.

6.- ALTAR DE ORACIÓN (MINISTRACIÓN) (15 minutos) permitir a los participantes compartir sus
motivos de oración o acción de gracias. Orar los unos por los otros. Este espacio también brinda la
oportunidad de ir observando el potencial de cada uno de ellos.

7.- ORACIÓN DE DESPEDIDA (2 minutos).


8.- ÁGAPE - COMPARTIR (15 minutos).
RECOMENDACIONES DE INTERÉS

En las siguientes páginas está la enseñanza que corresponde a la presente semana. Se recomienda
leerla, estudiarla, investigar sobre el tema tratado en ella con antelación, y ensayarla para que pueda
impartirla en 25 minutos, procure no extenderse del tiempo estipulado. Recuerde además que debe
ser capaz de derivar del tema de la enseñanza la presentación de un mensaje evangelístico si fuere
necesario, en atención a posibles visitantes inconversos que pueda tener en la reunión; pues, la
misión de las Casas de Bendición contempla brindar cuidado pastoral, fomentar el amor fraternal
entre los hermanos, orar unos por otros, impulsar el crecimiento espiritual y evangelizar a los no
alcanzados. Así que si tiene visitantes no cristianos en la reunión no los deje ir sin presentarle el
mensaje del evangelio, bien sea usando el tema de la enseñanza o aplicando algún método de
evangelismo personal que usted maneje.
ENSEÑANZA N°151
Viernes 22/03/2024

CASAS DE BENDICIÓN
NO ACTUÉMOS COMO EL LLANERO SOLITARIO - 2ª PARTE

PASAJE CLAVE: Gálatas 6:1-3


LECTURAS DE APOYO: Proverbios 27: 5-6, 17; 28: 23 / Hebreos 10: 24 / Eclesiastés 4: 9-10 /
Romanos 12: 15

OBJETIVOS:

Comprender la necesidad de vigilarnos unos a otros dentro del Cuerpo de Cristo, con la
única finalidad de amarnos y cuidarnos mutuamente.
Esbozar brevemente el perfil del amigo mentor que todos los cristianos debiéramos procurar
tener.
Enfatizar en la necesidad de las relaciones amistosas que incluyan la rendición de cuentas
en la esfera espiritual.

INTRODUCCIÓN:
En la primera parte de este tema se inició con la definición de rendir cuentas a otro, también se
enunciaron las razones por las cuales debemos establecer relaciones de rendición de cuentas con
nuestros hermanos en la fe. Ello nos ayuda a fortalecernos como Cuerpo de Cristo, en lo que
concierne a resistir la tentación y erradicar el pecado de nuestras vidas. Además, resulta terapéutico
desde un punto de vista emocional, en tanto que nos ayuda a liberar la tensión que produce en
nosotros cargar aisladamente el peso de las luchas, pruebas, derrotas y frustraciones.
Aunado a todo esto, fortalece la dependencia y conexión horizontal que debemos mantener con los
otros miembros de la Iglesia del Señor, de la cual formamos parte.

DESARROLLO DEL TEMA:

1. Vigilándonos unos a otros

Cuando algún órgano o sistema de nuestro cuerpo presenta fallas o deficiencias en su


funcionamiento todo el cuerpo se resiente, esto es así porque nuestro organismo funciona de modo
sistémico o interconectado. De igual modo, ocurre en nuestro funcionamiento como Cuerpo de
Cristo, como Iglesia del Señor Jesús.
Pensar que lo que le ocurra a nuestro hermano en la fe, no es de nuestra incumbencia, y mostrarnos
indiferentes ante ello, no es lo que nos indica la Escritura. Leemos en Gálatas 6: 1-3: Hermanos, si
alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de
mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Sobrellevad los
unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. Porque el que se cree ser algo, no siendo
nada, a sí mismo se engaña. Romanos 12: 15 complementa diciendo: Gozaos con los que se
gozan; llorad con los que lloran.
Asumir que no debemos intervenir en la vida privada de algún amigo o hermano en la fe que veamos
en peligro de pecar, es contrario a lo que nuestro Señor nos indica en su Palabra. Dentro del Cuerpo
de Cristo somos responsables ante Dios por nuestros hermanos. El pecado, las luchas y pruebas
de los otros miembros del cuerpo espiritual del cual formamos parte, de algún modo deben
impulsarnos a actuar, porque hay una repercusión espiritual positiva o negativa en la forma en la
que cada miembro de la Iglesia del Señor se conduce.
El abordaje de este tipo de intervenciones debe ser, en principio, basado en el amor a Dios y en el
amor hacia nuestro prójimo. Debe también ser guiado por el Espíritu Santo, quien es el que nos da
discernimiento espiritual. Asimismo, debe ser hecho en atención a las indicaciones que
encontramos en la Palabra de Dios. Proverbios 28:23 dice: El que reprende al hombre, hallará
después mayor gracia que el que lisonjea con la lengua. Y Proverbios 27: 5-6: Mejor es reprensión
manifiesta que amor oculto. Fieles son las heridas del que ama; pero importunos los besos del que
aborrece.
Tener la actitud correcta —tanto para rendir cuentas como para aconsejar a nuestro hermano o
hermana—, nos permitirá recibir un oportuno llamado de atención cuando nos toque a nosotros
enfrentar situaciones de peligro moral o espiritual. El llamado que el Señor nos hace es a sobrellevar
los unos las cargas de los otros, apoyarnos mutuamente en tiempos de tentación, ser humildes y
reconocer que todos tenemos debilidades, de manera que el camino hacia la consagración a Dios
debemos recorrerlo sosteniéndonos unos a otros. Sin dejar de reconocer la determinación particular
que cada uno debe tener para llevar la vida en santidad que el Señor demanda de sus hijos.
Una cosa importante a tener en cuenta es que no somos responsables por la forma en que
responde la otra persona a nuestras advertencias o consejos. Tampoco nos corresponde ser
garantes de que nuestro hermano tomará en serio lo que le hemos recomendado o la exhortación
que le hemos dado usando la Palabra de Dios. Nosotros solo somos responsables de decir la verdad
y, luego, continuar amando a esa persona a través de todo el proceso.

2. La persona en la que confiamos y el proceso de rendición de cuentas

Para elegir sabiamente a la persona a la que rendiremos cuentas debemos considerar una pista
que nos ofrece Gálatas 6:1 que dice: Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta,
vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti
mismo, no sea que tú también seas tentado. En principio, debe ser un cristiano espiritual, una
persona que busque siempre mantenerse dentro de la voluntad de Dios, que realmente desee
agradar al Señor en todas las áreas de su vida.
Es necesario que sea de nuestro mismo sexo y que tengamos afinidad espiritual y respeto mutuo,
sobre todo en la esfera espiritual.
La Biblia no nos indica reglas ni frecuencia para el proceso de rendición de cuentas. Es muy posible
que nuestro acercamiento hacia la persona que elegiremos como mentor inicie de manera informal,
solo para compartir —como buenos amigos— nuestras luchas más íntimas el uno con el otro.
Mientras más tengamos en común, mejor. Podemos compartir nuestros problemas y sentimientos
en medio de la ejecución de otras actividades en las que participemos juntos. Tal vez ya conocemos
a alguien que puede ser un buen compañero y solo necesitemos hablar de temas más profundos
con esa persona. O quizá podemos comenzar a demostrarle amistad y dejar que las cosas sigan
su curso natural.
Hebreos 10:24 dice: Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas
obras. Este debe ser el sentido y propósito de toda relación en la que buscamos rendir cuentas y
obtener guía espiritual. No deseamos ser criticados o juzgados, tampoco compartir con alguien que
solo calla y mucho menos con alguien que nos adula y asume que todo lo nuestro es bueno.
La clave es el equilibrio entre el aliento y la exhortación o instrucción. También es necesario
equilibrar la escucha y la retroalimentación. Pues, no se trata de un confidente al que solo le vamos
a contar nuestros secretos y que estos queden sepultados en sus oídos y mente. Se trata de una
relación en la se busca el consejo, la opinión, la confrontación y la crítica constructiva en base a la
Palabra de Dios.
La rendición de cuentas es una decisión que tomamos de manera seria y responsable. No consiste
en abrirnos con alguien que solo nos dirá las palabras que deseamos escuchar, sino en compartir
nuestras luchas entre amigos comprometidos a amarnos y cuidarnos mutuamente.

3. No permitamos que el orgullo se interponga

Cuando se trata de rendir cuentas de manera voluntaria se interponen pensamientos contrarios


originados en el individualismo, en el orgullo, en el machismo (en el caso de los hombres), en el
secretismo, entre otros. En general, las mujeres tienen más facilidad para desarrollar este tipo de
relación que los hombres. Pero, lo cierto es que todos necesitamos compartir nuestras luchas,
debilidades y dudas con alguien que nos pueda dar un consejo basado en la sabiduría divina,
porque ello puede salvarnos del desastre moral y espiritual.
Proverbios 27:17 nos da una razón de peso, leemos: Hierro con hierro se aguza; y el hombre aguza
el rostro de su amigo. “Aguzar” significa afilar, estimular, despabilar, afinar, forzar el entendimiento
o un sentido, para que preste más atención o se haga más perspicaz.
Así como el hierro se afila con otro hierro, de la misma manera, un amigo mentor puede
estimularnos, puede forzar nuestro entendimiento para que veamos peligros inminentes en el plano
espiritual, físico o moral; puede ayudar a despabilarnos para salir o alejarnos de situaciones
riesgosas.
Todos necesitamos a alguien que nos conozca y acepte tal como somos, alguien a quien no
podamos engañar, pero que sepa inspirarnos a ser como Cristo. Los amigos mentores no son fáciles
de encontrar, pero ese tipo de amistad es muy valiosa, porque esos amigos pueden ayudarnos a
evitar que perdamos todo lo que es importante en nuestra vida. Considerarnos islas espirituales es
un grave error.
Eclesiastés 4:9-10 nos dice: Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su
trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere,
no habrá segundo que lo levante. Nos necesitamos los unos a los otros.
Proverbios 18:24 nos dice: El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; y amigo hay más
unido que un hermano.
Pidámosle a Dios en oración que nos presente a ese amigo mentor con quien podamos desarrollar
una relación de rendición de cuentas en la esfera espiritual. Eso nos ayudará a mantenernos
enfocados y nos dará las fuerzas que necesitamos para desechar aquello que nos atrae pero que,
en esencia, es perjudicial en algún sentido.
Confrontar nuestras perspectivas espirituales con otros hermanos en la fe, que buscan también
permanecer haciendo la voluntad de Dios resultará en un enriquecimiento de nuestro ser interior.
Que otros nos ayuden con su mirada objetiva en situaciones donde no nos es posible decidir con
objetividad porque nuestros deseos, pasiones y sentimientos se encuentran involucrados, será de
mucha bendición. Dios, seguramente, puede usar a esas personas para exhortarnos, consolarnos
y edificarnos mediante las Sagradas Escrituras.

CONCLUSIÓN:

Entender que nos debemos cuidar unos a otros en el Cuerpo de Cristo y que eso incluye rendir
cuentas de nuestro proceder y de nuestra perspectiva espiritual, es síntoma de madurez espiritual.
Porque no se trata de inmiscuirse en la vida de otro o de permitir la incursión inescrupulosa de
alguien en nuestra esfera privada, se trata de advertirnos, alentarnos, exhortarnos, socorrernos
emocional y espiritualmente, unos a otros.
La elección cuidadosa de los amigos mentores para la rendición de cuentas es crucial para evitar
recibir consejos basados en la carnalidad o el desvío en los que algunos cristianos viven. Todo
consejo, exhortación, confrontación, recomendación debe estar basada en la Palabra de Dios, por
ende, los amigos mentores deben ser tanto conocedores de las verdades bíblicas, como
practicantes asiduos de ellas.
Es importante inculcar en los jóvenes la necesidad de fomentar este tipo de relaciones de rendición
de cuentas y de construir amistades sólidas, basadas en la confianza, el apoyo mutuo y, sobre todo,
impregnadas del consejo divino.

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