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Las palabras de Dios nos muestran que, aunque nuestra conducta mejorara cuando empezamos a
creer en Dios, esto no significa que se haya producido una transformación de nuestro carácter de
vida.
Cuando Dios obra para salvar al hombre no lo hace para adornarlo con una buena conducta; la
finalidad de la obra de Dios consiste en cambiar el carácter de las personas, en hacerlas nacer de
nuevo como nuevas personas.
Los cambios de conducta se basan en la doctrina y nacen del fervor; (nacen como fruto) no se
basan en el verdadero conocimiento de Dios ni en la verdad, muchos conocen pero no obedecen
Aunque tal vez se produzcan cambios en nuestra conducta externa, si no se transforma nuestro
carácter interno de vida, continuaremos gobernados por nuestras corruptas actitudes y seremos
susceptibles de pecar y oponernos a Dios en cualquier momento.
El Señor Jesús habló del camino del arrepentimiento, enseñó a las personas a
confesar sus pecados, a arrepentirse, a cargar la cruz y seguirlo. Del mismo modo,
debían amar al prójimo como a sí mismos, ser humildes, pacientes y tolerantes,
perdonar setenta veces siete, etc. Todas estas fueron exigencias al hombre en
función de la estatura de las personas de aquel entonces;