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DE LA SEGURIDAD RURAL
Guion de la clase
(09/05/2023)
Guion de la clase 3
Introducción
En esta clase analizaremos el papel que los gobiernos locales han adquirido en la
coordinación interagencial de políticas de seguridad. Comenzaremos explorando la
noción de interagencialidad, algunas definiciones y algunos de sus presupuestos.
Luego describiremos la relevancia que los gobiernos locales han adquirido en materia
de seguridad en Argentina, y en particular examinaremos algunos de los problemas
que estos organismos enfrentan, así como el tipo de intervenciones que han
desarrollado en los últimos años. Finalmente, conoceremos un caso de coordinación
interagencial exitosa entre un municipio y el Ministerio de Seguridad de la Provincia
de Buenos Aires.
¿Qué es la interagencialidad?
El delito es multicausal. Esta expresión ha sido repetida tantas veces que puede sonar
a lugar común. Sin embargo, conviene detenerse a examinar sus implicancias. Las
violencias y la criminalidad no responden a un único factor (la desigualdad, la pobreza,
los trastornos psíquicos, el desempleo, por ejemplo), sino que son productos
originados por diferentes factores causales. Como tal, para abordarlas
adecuadamente es necesario hacerlo de forma integral, atendiendo a sus múltiples
causas, y por ende a través de la intervención de diferentes agencias (que en este
caso es un sinónimo de organismos o instituciones) que tengan competencia sobre
cada una de ellas. Es decir, de forma interagencial. Profundicemos sobre este
concepto.
Según Licha y Molina (2006) la coordinación efectiva permite ahorrar a los programas
gubernamentales redundancias (solapamiento de iniciativas entre dos o más
organismos), incoherencia (políticas que buscan resultados opuestos) y vacíos
(inexistencia de políticas en áreas donde son necesarias). En este sentido, la
coordinación permite a) evitar o minimizar la superposición de políticas; b) reducir las
inconsistencias de las políticas; c) apuntar a la cohesión y coherencia entre políticas;
d) atenuar conflictos políticos y/o burocráticos; e) superar las miradas sectorialistas y
estrechas de las políticas públicas.
Así, desde 1994 los municipios argentinos gozan de relativa autonomía a nivel
institucional, político, administrativo y financiero. En la actualidad, el sistema municipal
se caracteriza por su heterogeneidad, que se manifiesta a nivel demográfico, en sus
normas, instituciones, sistemas electorales, jurisdicciones, presupuesto,
competencias impositivas y capacidades institucionales (Cravacuore, 2016).
La heterogeneidad del sistema se expresa claramente en la discrecionalidad de las
provincias para definir su régimen municipal. Mientras algunas no establecen
diferenciación entre sus gobiernos locales, otras definen hasta cinco tipos de
municipalidades y gobiernos locales no municipales. Ello resulta en un total de 2391
gobiernos locales, de los cuales 1129 son municipalidades y 1262 son gobiernos
locales sin jerarquía municipal.
Los municipios son actores decisivos en el diseño y ejecución de una enorme variedad
de políticas públicas. Algunas de sus competencias son las siguientes:
Según Sozzo (2009) ello se debió a una razón política, un gesto de delegación de
competencias “desde arriba”. Es decir, la delegación de competencias sobre
seguridad de parte de actores centrales en actores locales para distribuir la
imputación de demanda ciudadana para actuar frente al fenómeno de la inseguridad.
Así, se desplazó la responsabilidad y se difuminaron los riesgos que la competencia
exclusiva en materia securitaria planteaba en términos de juego electoral frente al
sentido de “crisis de la seguridad” prevalente en la ciudadanía. A la vez, un proceso
“de abajo hacia arriba” identificó a los intendentes como depositarios de demandas
ciudadanas por mayor seguridad. Ambas tendencias convergieron en la consolidación
de los gobiernos locales como actores con un peso decisivo en cuestiones
securitarias.
Ahora bien ¿en qué se tradujeron las competencias de los gobiernos locales en
asuntos de seguridad?
En una línea similar, muchos municipios han optado por delegar tareas de vigilancia
en las propias comunidades. Son iniciativas en las que residentes de una cuadra o
manzana se comprometen a detectar actividades “sospechosas” en sus barrios,
alertando a otros vecinos y a agencias policiales. Los programas denominados
“vecinos en alerta” son el ejemplo mejor definido de este tipo de intervenciones.
Para cumplir con su misión, esta fuerza requería de un insumo hasta entonces
inexistente: contar con datos actualizados diariamente sobre su performance y la
dinámica del delito. En concreto, un flujo informativo detallado sobre los
procedimientos policiales, sus orígenes, los horarios de mayor concentración del
delito, las zonas donde este se concentra, etcétera.
Un convenio firmado entre el Ministerio de Seguridad y la Secretaría de Seguridad
Municipal hizo posible viabilizar esta necesidad. El 25 de abril de 2014 ambas
instituciones firmaron el Convenio Marco de Cooperación para la implementación,
mantenimiento y supervisión del Comando de Prevención Comunitaria (629/14). El
convenio introducía una modalidad de policiamiento novedosa: el policiamiento de
proximidad. Asimismo, derivó en la creación del CeMAED, un órgano técnico y
multidisciplinario, que recibe el aporte de profesionales de diferentes disciplinas, y
cuyo objetivo es construir un sistema dinámico de gestión de la información dedicado
a brindar insumos para la toma de decisiones en materia de seguridad ciudadana.
Así, los dos organismos trabajaron para viabilizar esta necesidad. El Ministerio de
Seguridad organizó el patrullaje del CPC, de forma permanente en 82 zonas de
prevención, divididas según la densidad poblacional y criminal. La Municipalidad, por
su parte, realizó aportes materiales (infraestructura, vehículos, tecnología,
condiciones laborales), estratégicos y metodológicos a través de la creación del
Grupo Operativo de Seguimiento y Planificación (GOSYP), integrado por el
Intendente municipal, el Secretario de Seguridad, el Director General del CPC; el Jefe
del CPC, su segundo jefe y el Jefe Departamental de Policía. El GOSYP se reuniría
semanalmente para evaluar la performance del CPC basado en los aportes del
CeMAED.
Por otro lado, los insumos propuestos por el CeMAED resultaron en un rediseño de
las cuadrículas de patrullaje territorial que organizaban tradicionalmente el trabajo del
CPC. A partir de estos insumos, el Ministerio de Seguridad creó tres jefaturas con
jurisdicciones que coincidían territorialmente con las divisiones propuestas por el
CeMAED y una jefatura superior de coordinación. Además, incrementó el número de
cuadrículas y la cantidad total de patrulleros.
Licha, I., Molina. C.G. (2006). Coordinación de la política social. Criterios para
avanzar. Washington D.C.: INDES-Banco Interamericano de Desarrollo.