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¿Internet ante su encrucijada?

Por Dr. Diego Levis (FSOC/ UBA), 2010

Desde hace algunos años el uso de Internet se ha naturalizado. El correo electrónico, el


chat y más recientemente las redes sociales son formas de comunicación cada vez más
habituales entre personas de diferentes edades y sectores sociales, en especial entre los
jóvenes. Ha pasado el tiempo en que tener una dirección de correo electrónico estaba
reservado a un grupo más o menos numeroso de privilegiados.
La gran expansión que tuvieron en su momento los cibers y el progresivo descenso de los
precios de las computadoras y de las tarifas de conexión facilitaron la integración de Internet
en la vida cotidiana de muchos de nosotros.
Millones de usuarios de la red no nos conformamos con ser consumidores pasivos de
contenidos y, aprovechamos las posibilidades y versatilidad de los medios digitales para
crear y compartir imágenes, textos, música y videos a través de Internet.
El desarrollo tecnológico hace que actualmente el dispositivo de comunicación sea casi
irrelevante. Puede ser una PC, una computadora portátil o un celular de última generación:
lo fundamental es la calidad de conexión a la red. En este contexto resulta auspicioso el
crecimiento del número de conexiones de banda ancha que se ha registrado en los últimos
años. Hoy algo más del 28% de los hogares de la Argentina dispone de este tipo de
conexión. Sin embargo, esta cifra es todavía limitada ante el 64% de hogares suscriptos a
un servicio pago de televisión o las más de 35 millones de líneas activas de telefonía celular.
¿Cuál es la causa de la menor difusión de Internet? En repetidas ocasiones se utiliza como
explicación la “brecha digital”, desigualdad de acceso a la Red cuya reducción es
considerada por distintos organismos multilaterales y gobiernos como un medio para
combatir la pobreza y favorecer el progreso social y económico. Simplificación que se apoya
más en deseos o intereses que en datos concretos. ¿Acaso en los países con un alto nivel
de conectividad se verifica un descenso en los índices de pobreza y de desigualdad
atribuible al uso de Internet?
En contadas ocasiones, en cambio, se señala la posibilidad de que Internet resulte poco
atractiva para un porcentaje significativo de la población. El precio no parece el motivo
principal al menor índice de conectividad de los argentinos respecto a otros medios.
Recordemos que en las principales ciudades del país es posible disponer de conexión de
banda ancha por algo más de la mitad de lo que vale el abono básico a la televisión por
cable y que se puede adquirir una computadora de escritorio por un precio equivalente o
menor al de un televisor. Lo cierto es que no todas las personas están dispuestas a pagar
por algo si no lo encuentran verdaderamente útil para sus vidas.
Quizás llegue el día en el que aceptemos que Internet es nada más y nada menos que un
maravilloso canal de comunicación entre los seres humanos y no una suerte de panacea
universal.

Diego Levis es autor de “La pantalla ubicua” (La Crujía, 2009)


diegolevis@gmail.com

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