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SESIÓN 13

DELITO DE ROBO, APROPIACIÓN ILÍCITA Y ESTAFA

Docente: JORGE ROSAS YATACO


ROBO SIMPLE
ARTÍCULO 188.- El que se apodera ilegítimamente
de un bien mueble total o parcialmente ajeno, para
aprovecharse de él, sustrayéndolo del lugar en que
se encuentra, empleando violencia contra la
persona o amenazándola con un peligro inminente
para su vida o integridad física será reprimido con
pena privativa de libertad no menor de tres ni
mayor de ocho años.
Esta figura conocida como robo simple, es una de las ilicitudes penales que con mayor
frecuencia se cometen en nuestro medio social. La mayoría de los casos en forma de
banda, organizaciones o pandillas que aseguran el modus operandi de la criminalidad
patrimonial.
La nota diferenciadora del delito robo al delito de hurto lo integra la violencia o la
amenaza que el agente hace valer en su accionar contra la víctima para que de este modo
se despoje del bien que posee. Pues, no se trata de cualquier violencia o amenaza, sino
que debe ser idónea que permita en el sujeto pasivo no oponer ninguna resistencia.
El que se apodera ilegítimamente de un bien mueble total o parcialmente ajeno, para
aprovecharse de él, sustrayéndolo del lugar en que se encuentra, empleando violencia
contra la persona o amenazándola con un peligro inminente para su vida o integridad
física será reprimido con pena privativa de libertad no menor de tres ni mayor de ocho
años.
• Ángeles Gonzales, Frisancho Aparicio y Rosas Yataco; Código Penal comentado; 1997; pág. 1192.

Tanto la violencia como la amenaza han sido concebidas como instrumentos de
acción sobre la persona, teleológicamente orientados a procurar o facilitar la
sustracción y el respectivo apoderamiento del bien mueble, objeto material del
delito de robo. Acción instrumental es aquella que cumple un fin deliberado y
preciso en el contexto de un comportamiento de mayor complejidad al que sirve y
en el cual se halla globalizada. Acciones o actos que se agotan en sí mismo o que se
salen del marco de tipicidad fijada en la figura penal carecen de tal calidad
instrumental. Así, empujar a la víctima sin sustraerle su maletín o cartera, usar
violencia física con resultados lesivos contra el cómplice o el coautor durante la
ejecución de la sustracción o el apoderamiento. Dos artículos totalizan la tipicidad
(básica y modal) del robo en el Código Penal peruano, en ambos son exigibles la
violencia o la amenaza para ser realizada la conducta típica.
• Fidel Rojas Vargas, Derecho penal. Estudios fundamentales de la Parte General y Especial, Gaceta Jurídica, Lima 2013,
pág. 299.

La violencia es el uso manifiesto, explosivo -en menor o mayor grado- de la fuerza o
energía física, mecánica, química y/o tecnológica de la que hace gala el sujeto activo para
anular, reducir o dificultar la capacidad de respuesta de la víctima a efectos de efectuar la
defensa de su patrimonio mueble. Las diversas modalidades prácticas que puede asumir
se dirigen así a frustrar o imposibilitar la concreción de la voluntad de defensa de los
bienes muebles o a vencer resistencias ante la acción ilícita de
sustracción/apoderamiento que ejecuta el agente del delito. (…) La “amenaza” es
conceptual y jurídicamente una opción de técnica legislativa de mayor propiedad,
comprensión y coherencia conceptual en el contexto del robo a través de acciones
instrumentales facilitadoras. La amenaza debe ser objetiva, real; determinada y
direccionada; y significativa e intensa. De ahí la idoneidad de la amenaza, su calidad o
aptitud causal para producir efectos intimidatorios o enervantes que faciliten la
sustracción del bien mueble por el agente se halla íntimamente relacionada con los tres
requisitos enunciados anteriormente y sujeta a evaluación judicial concreta, caso por
caso.
• Fidel Rojas Vargas, Delitos de hurto y robo, Lima 2020, Gaceta Jurídica, p. 292.
•SENTENCIA PLENARIA 1-2005/DJ-301-A
•• DISCREPANCIA JURISPRUDENCIAL: ART. 301°-A CPP
•• ASUNTO: MOMENTO DE LA CONSUMACIÓN EN EL DELITO DE
ROBO AGRAVADO
•Lima, treinta de septiembre de dos mil cinco.
•Los Vocales de lo Penal de la Corte Suprema de Justicia de la República,
reunidos en Pleno Jurisdiccional, de conformidad con lo dispuesto por el
artículo 301ª-A del Código de Procedimientos Penales, introducido por
el Decreto Legislativo Número 959, han pronunciado la siguiente
SENTENCIA PLENARIA.
2. Corresponde en este caso, luego de las labores preparatorias del Equipo de
Trabajo designado al efecto, bajo la coordinación del señor San Martín Castro,
dar cumplimiento a lo dispuesto por el citado artículo 301°-A del Código de
Procedimientos Penales, y dictar una sentencia plenaria respecto a la
definición del “momento de la consumación del delito de robo agravado”,
frente a la discrepancia surgida sobre ese asunto por las Ejecutorias Supremas
del diecisiete de febrero de dos mil cinco, recaída en el Expediente número tres
mil novecientos treintidós[sic] – dos mil cuatro, emitida por la Segunda Sala
Penal Transitoria, y del once de abril de dos mil cinco, recaída en el Expediente
número ciento dos -dos mil cinco, dictada por la Sala Penal Permanente. Esta
última Ejecutoria, con arreglo al apartado dos del referido artículo 301°-A de
la Ley Procesal Penal, decidió la convocatoria al Pleno Jurisdiccional.
3. La Segunda Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia, en el quinto
fundamento jurídico, luego de definir el delito de robo – consiste, según esa decisión,
en el apoderamiento de un bien mueble, con animus lucrandi, es decir, el
aprovechamiento y sustracción del lugar donde se encuentre, siendo necesario el
empleo de la violencia o amenaza por parte del agente sobre la víctima precisa que
éste se consuma con el apoderamiento del objeto mueble aunque sea por breve lapso
de tiempo. En el octavo fundamento jurídico puntualizó que el delito de robo
agravado queda consumado cuando los agresores huyen con el dinero, pues no sólo
habían aprehendido el objeto que estaba en poder y dominio de la víctima, sino que
se lo llevaban (reemplazo de un dominio por otro), teniendo la cosa en sus manos,
aunque fuera por breve tiempo. En el noveno fundamento jurídico reiteró que el delito
de robo agravado quedó consumado desde el momento en que los agentes delictivos
huyen con el botín, ejerciendo actos de disposición (aunque por breve tiempo).
4. La Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia, en el cuarto
fundamento jurídico, señaló que el apoderamiento debe entenderse consumado, no
con el solo hecho de aprehender o coger la cosa –contrectatio– ni en el mero hecho
de la separación de la posesión material del ofendido, sino con la ilatio, esto es,
cuando el autor ha logrado la disponibilidad potencial, que no efectiva, sobre la cosa
-puede ser incluso momentánea, fugaz o de breve duración, así como de parte de lo
sustraído para que quede consumado en su totalidad, en tanto que se precisa la
efectiva disposición de la misma-, lo que no sucede cuando se está persiguiendo al
agente y se le captura en posesión de la misma. Agrega en dicho fundamento jurídico
que será tentativa, pese a la aprehensión de la cosa, cuando el imputado es
sorprendido in fraganti o in situ y perseguido inmediatamente y sin interrupción es
capturado o si en el curso de la persecución abandona los efectos, sin haber
conseguido su disponibilidad momentánea o fugaz.
II. FUNDAMENTOS JURÍDICOS
6. El delito de hurto fija los criterios esenciales para determinar la
consumación del delito de robo, en tanto que este último delito coincide en
sus elementos típicos básicos con el primero -el bien jurídico afectado es el
mismo: el patrimonio-, y la diferencia deriva del hecho de que requiere la
presencia de violencia o amenaza -intimidación- contra la persona, en tanto
que constituye una forma calificante con respecto al hurto. El robo, como
añadido, exige dos condiciones: la acción, en la violencia o amenaza
ejercidas sobre las personas; y, el elemento temporal, en virtud del cual los
actos de violencia o de intimidación deben ser desplegados antes, en el
desarrollo o inmediatamente posterior a la sustracción de la cosa.
7. El delito de hurto, al igual que el delito de robo, desde la perspectiva
objetiva, exige que el agente se apodere ilegítimamente de un bien mueble,
total o parcialmente ajeno, sustrayéndolo del lugar donde se encuentra
(confrontar: artículos 185º y 188º del Código Penal). El acto de apoderamiento
es, pues, el elemento central de identificación para determinar, en el iter
criminis, la consumación y la tentativa. Desde esta perspectiva el
apoderamiento importa: (a) el desplazamiento físico de la cosa del ámbito del
poder patrimonial del tenedor -de su esfera de posesión- a la del sujeto
activo, y (b) la realización material de actos posesorios, de disposición sobre la
misma. A estos efectos, según el artículo 185º del Código Penal, se requiere de
la sustracción de la cosa, esto es, la separación de la custodia de la cosa de su
titular y la incorporación a la del agente.
8. La acción de apoderarse mediante sustracción, materialmente, define al delito de
hurto y, por extensión, de robo, como uno de resultado y no de mera actividad. Este
entendimiento de ambos delitos, a su vez, fuerza a entender no sólo que el agente
desapodera a la víctima de la cosa -adquiere poder sobre ella- sino también, como
correlato, la pérdida actual de la misma por parte de quien la tuviera, situación que
permite diferenciar o situar en un momento diferenciado la desposesión del
apoderamiento. En tal virtud, el criterio rector para identificar la consumación se
sitúa en el momento en que el titular o poseedor de la cosa deja de tener a ésta en el
ámbito de protección dominical y, por consiguiente, cuando el agente pone la cosa
bajo su poder de hecho. Este poder de hecho -resultado típico- se manifiesta en la
posibilidad de realizar sobre la cosa actos de disposición, aun cuando sólo sea por un
breve tiempo, es decir, cuando tiene el potencial ejercicio de facultades dominicales;
sólo en ese momento es posible sostener que el autor consumó el delito.
9. Este criterio de la disponibilidad potencial, que no efectiva, sobre la cosa -de
realizar materialmente sobre ella actos dispositivos- permite desestimar de plano
teorías clásicas como la aprehensio o contrectatio -que hacen coincidir el momento
consumativo con el de tomar la cosa, la amorío -que considera consumado el hurto
cuando la cosa ha sido trasladada o movida de lugar- y la ilatio -que exige que la
cosa haya quedado plenamente fuera del patrimonio del dueño y a la entera
disposición del autor-; y, ubicarse en un criterio intermedio, que podría ser
compatible con la teoría de la ablatio -que importa sacar la cosa de la esfera de
custodia, de la vigilancia o de la actividad del tenedor, efectivo dominio sobre la
cosa-. El desplazamiento de la cosa en el espacio no es el criterio definitorio del
hurto, sino el desplazamiento del sujeto que puede realizar actos de disposición.
10. Por consiguiente, la consumación en estos casos viene condicionada por la
disponibilidad de la cosa sustraída -de inicio sólo será tentativa cuando no llega a
alcanzarse el apoderamiento de la cosa, realizados desde luego los actos de ejecución
correspondientes-. Disponibilidad que, más que real y efectiva -que supondría la entrada en
la fase de agotamiento del delito- debe ser potencial, esto es, entendida como posibilidad
material de disposición o realización de cualquier acto de dominio de la cosa sustraída. Esta
disponibilidad potencial, desde luego, puede ser momentánea, fugaz o de breve duración.
La disponibilidad potencial debe ser sobre la cosa sustraída, por lo que: (a) si hubo
posibilidad de disposición, y pese a ello se detuvo al autor y recuperó en su integridad el
botín, la consumación ya se produjo; (b) si el agente es sorprendido in fraganti o in situ y
perseguido inmediatamente y sin interrupción es capturado con el íntegro del botín, así
como si en el curso de la persecución abandona el botín y éste es recuperado, el delito
quedó en grado de tentativa; y, (c) si perseguidos los participantes en el hecho, es detenido
uno o más de ellos pero otro u otros logran escapar con el producto del robo, el delito se
consumó para todos.
• III. DECISIÓN
• 11. En atención a lo expuesto, el Pleno Jurisdiccional de los Vocales de lo Penal de la Corte
Suprema de Justicia de la República, reunido de conformidad con el apartado dos del artículo
301°-A del Código de Procedimientos Penales, introducido por el Decreto Legislativo número 959;
por mayoría de 9 votos contra uno; HA RESUELTO:
• 12. ESTABLECER como doctrina legal, respecto a los delitos de robo agravado, que el momento
consumativo requiere la disponibilidad de la cosa sustraída por el agente. Disponibilidad que, más
que real y efectiva debe ser potencial, esto es, entendida como posibilidad material de disposición
o realización de cualquier acto de dominio de la cosa sustraída. Los principios jurisprudenciales
que rigen son los señalados en los párrafos 7° a 10° de la presente Sentencia Plenaria.
• 13. PRECISAR que los principios jurisprudenciales antes mencionados constituyen precedente
vinculante para los magistrados de todas las instancias judiciales, y que, en todo caso, las
Ejecutorias Supremas dictadas con anterioridad, en especial las vinculantes, en cuanto a la
doctrina legal que consignaron, quedan modificadas conforme a los términos de la presente
Sentencia Plenaria.
ROBO AGRAVADO
• ARTÍCULO 189.- La pena será no menor de doce ni mayor de veinte años si el robo
es cometido:
1. En inmueble habitado.
2. Durante la noche o en lugar desolado.
3. A mano armada.
4. Con el concurso de dos o más personas.
5. En cualquier medio de locomoción de transporte público o privado de pasajeros o
de carga, terminales terrestres, ferroviarios, lacustres y fluviales, puertos,
aeropuertos, restaurantes y afines, establecimientos de hospedaje y lugares de
alojamiento, áreas naturales protegidas, fuentes de agua minero-medicinales con
fines turísticos, bienes inmuebles integrantes del patrimonio cultural de la nación y
museos.
6. Fingiendo ser autoridad o servidor público o trabajador del sector privado o
mostrando mandamiento falso de autoridad.
7. En agravio de menores de edad, personas con discapacidad, mujeres en estado
de gravidez o adulto mayor.
8. Sobre vehículo automotor, sus autopartes o accesorios.

La pena será no menor de veinte ni mayor de treinta años si el robo es cometido:


1. Cuando se cause lesiones a la integridad física o mental de la víctima.
2. Con abuso de la incapacidad física o mental de la víctima o mediante el empleo
de drogas, insumos químicos o fármacos contra la víctima.
3. Colocando a la víctima o a su familia en grave situación económica.
4. Sobre bienes de valor científico o que integren el patrimonio cultural de la
nación.
Se define al robo agravado como aquella conducta por la cual el agente haciendo uso de la
violencia o amenaza sobre su víctima, sustrae un bien mueble total o parcialmente ajeno y se
apodera ilegítimamente con la finalidad de obtener un provecho patrimonial, concurriendo en el
accionar alguna o conjuntamente con otras circunstancias agravantes previstas expresamente en
nuestro Código Penal. Existen hechos graves en los cuales el operador jurídico, sin mayor problema
puede calificar la concurrencia de circunstancias que agravan al delito de robo.
Comprobar fehacientemente una participación delictiva a título de coautoría requiere verificar, en
principio, que se haya realizado una de las acciones que se describen en la literalidad del art. 188
del CP, en cuanto al uso de violencia física (vis absoluta) o de la amenaza (vis compulsiva) para
allanar el camino y poder efectuar la sustracción de los viene muebles de la víctima. Luego, se debe
proceder al examen de las circunstancias que configuran las modalidades típicas de agravación
(art. 189 del CP). Como en todo delito, en la producción antijurídica del evento lesivo a los derechos
de la víctima sobre el bien mueble pueden participar más de una persona, lo que en algunos casos
dará lugar al título de participación delictiva por “coautoría”. Para ello se requiere acreditar que
cada uno de los coautores intervino en la fase ejecutiva del delito.
Salinas Siccha, Derecho penal, parte especial, Vol. 2, pág. 1270.
Alonso Raúl Peña Cabrera Freyre, Los delitos cometidos bajo el contexto del COVID-19, Lima 2020, Instituto Pacífico, p. 138.
Sin duda alguna consideramos que esta circunstancia agravante radica en que el
agente cometa el delito en un inmueble donde se encuentran los agraviados para
de ese modo amenazar o ejercitar la violencia sobre las víctimas.
James Reátegui Sánchez explica que, en otras palabras, la condición sine qua non
de la presente agravante específica es que el bien inmueble está habitado por
personas, es decir, que existan personas que estén viviendo -no interesa la
situación jurídica de las personas que allí radican-. Tampoco interesa para los
efectos de la aplicación de la agravante en estudio que esté completamente
habitado por las personas, basta que esté habitado solo una parte del inmueble, y
el resto no. Tampoco interesará el grado de familiaridad o amistad que posea la
víctima con las demás personas que habitan precisamente el inmueble.
• Delitos contra el patrimonio, Ediciones Legales, Lima 2018, pág. 170.

Al respecto la causal de “durante la noche” se encuentra el Recurso de Nulidad N°
3936-2013 que asumió la tesis de la perspectiva cronológica-astronómica, y no
teleológico-funcional, para determinar el momento de “durante la noche”. De ahí
que, la noche se defina como aquel periodo durante el que una parte del globo
terrestre deja de recibir luz solar, por ende, permanece en oscuridad.
Sin embargo, parte de la doctrina, así como la jurisprudencia asumen la tesis de la
teleológica-funcional, es decir que dicha circunstancia agravante es tal cual en
tanto permita ubicar al agente en una mejor situación para despojar
violentamente el bien del agraviado.
Con relación al “lugar desolado”, se puede colegir que lo que se pretende es que se
sancione con severidad al agente que se vale o se aprovecha de esta circunstancia
para lograr su cometido, buscando que la víctima no ponga resistencia,
encontrándose sin que nadie lo pudiera auxiliar o ayudar.
Al agente actúa violentamente o con intimidación, pero no basta con ello, sino que, además, se
asegura de portar un arma cualquiera, de cierto modo que inmediatamente la víctima no oponga
resistencia y, por el contrario, entregue rápidamente el bien que el autor le exige. Puede tratarse
de un arma de fuego, que reviste mayor riesgo para la víctima, o puede ser un objeto contundente
(ladrillo, mazo, fierro, etc.), no interesa, pero que sea lo suficiente para que la víctima se despoje
del bien.
Esta agravante se conoce más comúnmente con el nombre de asalto. Se trata de una previsión
legislativa muy importante. Concretamente el delincuente que esgrimiera para robar cualquier
clase de arma, revela una singular peligrosidad, causando lógicamente, una justificada alarma
social. (…) Portar o usar armas por el agente para cometer el delito, supone un propósito eventual
de acometimiento y lesión, y un indudable peligro para las personas perjudicadas o terceros que
se opongan a la ilícita sustracción. La exhibición o el uso del arma atenta a la seguridad del
asaltado por la eventualidad de que se transforme en acto el mal anunciado, doblegando la
voluntad de resistencia ante la acción depredadora por su temor a padecer el agravio o lesión de
bienes jurídicos personales, y por supuesto, más valioso.
Raúl Peña Cabrera, Tratado de Derecho penal, parte especial, Delitos contra el patrimonio, Tomo II-A, Ediciones Jurídicas, Lima 1995, págs.
160-161.
El delito también se agrava cuando en su comisión intervienen dos o más personas, lo cual reviste mayor
peligrosidad para asegurar la conducta delictiva y así tener mayor ventaja sobre la víctima.
El acuerdo plenario, establece que la pluralidad de agentes prevista en el inciso 4) del primer párrafo alude a
un criterio concierto criminal en el que el proceder delictivo conjunto es circunstancial y no permanente. Se
trata, pues, de un supuesto básico de coautoría o coparticipación, en el que los agentes no están vinculados
con una estructura organizacional y con un proyecto delictivo de ejecución continua (f. j. N° 6). En ese
sentido, efectivamente la participación de dos o más personas en la comisión del delito de robo agravado
puede ser una situación de hecho circunstancial y no permanente, en donde los sujetos activos no forman
parte integrante de una estructura criminal, y cuya actuación no está orientada a la realización del proyecto
criminal de una organización criminal. Por ejemplo, en el caso de dos o más ladrones que roban utilizando
vehículos mototaxis o falsos taxis -porque uno maneja el taxi o mototaxi, y los otros después de cierto
tramo o distancia suben como pasajeros premunidos con arma de fuego y se apoderan de las pertenencias
de las víctimas-, también es cierto, que la actuación de estos es circunstancial y no responde a un proyecto
criminal de una organización, en donde existe una estructura criminal que está caracterizada por la
permanencia y continuidad en el tiempo, con una división de funciones o roles, de tres o más integrantes,
logística, y cuyo proyecto criminal de la organización es independiente de la motivación o interés personal
de cada integrante.
César Antonio Delgado Castro, Diferencias entre las agravantes que en el delito de robo aluden a la pluralidad de agentes y a la actuación delictiva como integrante de una
organización criminal, en Comentarios de los Acuerdos Plenarios I, Lima 2017, Instituto Pacífico, p. 289.
Veamos algunas agravantes que indican una pena no menor de doce ni mayor de veinte
años si el robo es cometido:
a. El delito se produce en cualquier medio de locomoción de transporte público o
privado de pasajeros o de carga, terminales terrestres, ferroviarios, lacustres y fluviales,
puertos, aeropuertos, restaurantes y afines, establecimientos de hospedaje y lugares de
alojamiento, áreas naturales protegidas, fuentes de agua minero-medicinales con fines
turísticos, bienes inmuebles integrantes del patrimonio cultural de la Nación y museos.
Sobre este tema Coaguila Valdivia señala que la introducción del medio de locomoción de
transporte como agravante del delito de robo tiene su justificación en la frecuencia con
que diversos vehículos, e incluso aparatos de menor envergadura (motos lineales o
mototaxis), son empleados sistemáticamente para cometer esta clase de delitos. Es
innegable que la proliferación de nuevos medios de transporte, propios de la modernidad,
implica a su vez un desafío para la protección de la pluralidad de bienes jurídicos
cautelados por el delito de robo agravado.
Jaime Coaguila Valdivia, El delito de robo agravado en medios de transporte terrestre de pasajeros, Lima, Instituto Pacífico SAC., Lima 2018,
pág. 27 y ss.
• b. Cuando el agente para cometer este delito actúa fingiendo ser
autoridad o servidor público o trabajador del sector privado o
mostrando mandamiento falso de autoridad.
• c. En agravio de menores de edad, personas con discapacidad,
mujeres en estado de gravidez o adulto mayor, es decir, cuando la
víctima adolece de alguna cualidad desventajosa en relación al autor.
• d. Cuando el accionar delictivo recae sobre un vehículo automotor, sus
autopartes o accesorios.
• Siguiendo con el delito de robo agravado, el segundo párrafo establece cuatro causales,
cuya pena privativa de libertad será no menor de veinte ni mayor de treinta años si el
robo es cometido:
• a. Cuando se cause lesiones a la integridad física o mental de la víctima. En la comisión
delictiva del autor ocasiona o produce lesiones leves o simples o una afectación
psicológica, el cual deberá probarse con la pericia respectiva.
• b. Con abuso de la incapacidad física o mental de la víctima o mediante el empleo de
drogas, insumos químicos o fármacos contra la víctima. El agente se aprovecha de la
situación especial de la víctima para cometer el delito de robo o mediante el uso de
drogas, conocidos como “el pepeo”, quedando indefensa la víctima quien por injerencia
de la droga le produce un sopor y desvanecimiento que el agente aprovecha, situaciones
delicadas para la salud de la víctima ya que con una sobredosis puede causarle la
muerte, en cuyo caso la pena sería de cadena perpetua.
• Constituyen también agravantes si en la actuación delictiva del agente es
cometido:
• a. Colocando a la víctima o a su familia en grave situación económica. Es
decir, que con la sustracción del bien se genera una situación calamitosa
económicamente al agraviado, como por ejemplo que el bien robado le
haya estado sirviendo a las víctimas y aún no han logrado pagar porque
sacaron en crédito para un negocio que era sustento de los alimentos
diarios y otros.
• b. Sobre bienes de valor científico o que integren el patrimonio cultural de
la Nación. Al igual que en el delito de hurto, también en el delito de robo
para su agravación debe recaer sobre bienes calificados de valor científico o
que forman parte del patrimonio cultural. Nuestra herencia cultural
debemos ser muy celosos en su cuidado.
APROPIACIÓN ILÍCITA COMÚN
• ARTÍCULO 190.- El que, en su provecho o de un tercero, se apropia indebidamente
de un bien mueble, una suma de dinero o un valor que ha recibido en depósito,
comisión, administración u otro título semejante que produzca obligación de
entregar, devolver, o hacer un uso determinado, será reprimido con pena privativa
de libertad no menor de dos ni mayor de cuatro años.
• Si el agente obra en calidad de curador, tutor, albacea, síndico, depositario
judicial o en el ejercicio de una profesión o industria para la cual tenga título o
autorización oficial, la pena será privativa de libertad no menor de tres ni mayor
de seis años.
• Cuando el agente se apropia de bienes destinados al auxilio de poblaciones que
sufren las consecuencias de desastres naturales u otros similares la pena será
privativa de libertad no menor de cuatro ni mayor de diez años.
Precisa Alonso Peña-Cabrera, que los injustos de hurto y robo en sus modalidades básicas
y agravadas, son delitos que atacan el patrimonio de una persona, de forma concreta la
propiedad, los derechos reales inherentes a dicho derecho subjetivo; siempre y cuando se
manifieste una actividad típica, según la descripción normativa de dichos tipos penales.
Conducción típica que tiene como común denominador la “apropiación” del bien, mediante
actos propios de sustracción, en cuanto al desplazamiento de la esfera de custodia del
sujeto pasivo del bien a la custodia del sujeto activo, a fin de asumir un nuevo dominus
sobre el mismo. Mas es sabido que la afectación a los derechos reales antes anotados, no
sólo puede provenir de una acción típica de apoderamiento, sino también de otras formas
comisivas que dan lugar a una tipificación penal que revela su propia sustantividad; nos
referimos a la figura delictiva de la Apropiación Ilícita que exterioriza la obtención ilegítima
de un bien, mediando el aprovechamiento de un “justo título” por el cual el agente recibe el
bien mueble por parte del sujeto pasivo, esto es, a diferencia del hurto, el objeto material
del delito ingresa de forma ilícita a la esfera de custodia del actor.
Derecho Penal, parte especial, Tomo II, págs. 280-281.
No obstante, el delito de apropiación ilícita, estar ubicado y regulado en el amplio
elenco de los delitos comunes o de dominio, la figura penal de apropiación ilícita
constituye un delito de infracción de deber, esto es, un ilícito penal que supone el
quiebre de obligaciones o deberes positivos que el agente ha asumido
previamente a la consumación de dicho supuesto penalmente relevante, agente
que se hallaba obligado a preservar roles especiales en aseguramiento de derecho
ajenos. Al constituir la apropiación ilícita un delito especial, el legislador ha
restringido el círculo posible de autores, para focalizar su atención en aquel sujeto
que se halla obligado, en su comportamiento, a respetar las reglas
preestablecidas en el contra o en la obligación asumida, en virtud de su especial
colocación frente al objeto material del delito, esto es, el bien mueble, la suma de
dinero o, en general, un valor.
Rojas Vargas, Fidel, Derecho Penal Práctico procesal y disciplinario, dogmática y argumentación, Editorial Gaceta Jurídica,
Lima 2012, p. 44.
El verbo rector es apropiarse, que a decir de Salinas Siccha, la conducta esencial que debe
desarrollar el agente lo constituye la “apropiación”, es decir, la conducta por la cual el
agente se apodera, adueña o adjudica a su favor un bien mueble que no le pertenece
legalmente. Esto es, el agente en forma ilegal, ilícita o indebida coloca dentro de su
patrimonio un bien mueble que sabe perfectamente le pertenece a otro, quien por título
lícito le confió por un tiempo determinado. Se evidencia el apoderamiento cuando el
agente comienza a realizar actos de disposición del bien como si fuera realmente el dueño
o propietario y se resiste a devolverlo o entregarlo ante el requerimiento del sujeto pasivo.
El delito de apropiación ilícita surge de una previa relación jurídica preexistente,
generalmente de un contrato civil. Así, quien recibe de otro dinero u otro objeto mueble en
depósito, comisión o administración, e incumple el mandato recibido apropiándoselos,
puede sin duda producir el derecho en el sujeto pasivo de iniciar una acción civil de
devolución o resarcimiento, pero también puede ejercitar la acción penal correspondiente,
pues el agente consiguió un lucro que el legislador ha estimado como ilícito penal.
Derecho Penal, parte especial, p. 1072.
Este tipo penal adquiere perfección delictiva, desde que el actor se apropia de forma definitiva del bien o cuando
usa dicho bien.
Reátegui Sánchez, precisa que, el delito de apropiación ilícita se consuma cuando el sujeto activo del delito,
incumpliendo una obligación específica de devolución o de hacer un uso determinado, se apodera de un
determinado bien mueble, incorporándolo de manera ilegítima a su patrimonio.
Por su parte Fidel Rojas Vargas, sostiene que al ser el delito de apropiación ilícita de naturaleza plurisubsistente,
esto es, conformado por una sucesión de acciones, legítimas y conforme a derecho las primeras (la realización o
existencia de una contrato o convenio que produzca obligación de entregar, devolver o hacer un uso determinado,
la entrega o traslado de posesión del bien del propietario a tercero vinculado, la realización de los actos a los que
se halla obligado el poseedor o administrador en virtud de los mandatos derivados del contrato, convenio o deber),
y penalmente relevantes las segundas (disposición de los bienes, negativa a devolver), el momento consumativo se
inicia cuando una vez producido el requerimiento para que el obligado cumpla con sus obligaciones este manifiesta
su negativa, ya sea explícita o implícitamente sin que exista causa legal o razonable que justifique su
comportamiento. Agrega que la negativa a entregar, devolver o la verificación de habérsele dado un uso no
determinado al bien mueble, dinero o valor, bajo los estándares de los plazos fijados en el convenio o derivados del
título válido, se constituyen así en los indicadores objetivos de que el agente ha desarrollado actos de disposición o
usos lesivos sobre los objetos materiales del delito o, en otros términos, que se ha comportado como propietario
de hecho, de facto, pues sus actos no están rodeados de juridicidad ni condiciones de legalidad.
Cuándo un caso es penal y no civil: casos complejos en la jurisprudencia, ob. Cit., p. 36.
Derecho Penal Práctico Procesal y Disciplinario, dogmática y argumentación, ob. Cit., p. 47.
ESTAFA
ARTÍCULO 196.- El que procura para sí o para otro un
provecho ilícito en perjuicio de tercero, induciendo o
manteniendo en error al agraviado mediante engaño,
astucia, ardid u otra forma fraudulenta, será reprimido
con pena privativa de libertad no menor de uno ni
mayor de seis años.
La estafa, antiguo delito conocido en el Derecho Penal romano imperial como stellionatus (del
latín Stellio, escorpión que hiere alevosa y perversamente), no dice José Antonio Choclán
Montalvo, se caracterizó por la ruindad y villanía, como un ilícito traicionero, de ataque a la
buena fe. Esta nota histórica exhibe de cuerpo entero la naturaleza intencional, dolosa, de los
actos que estructuran la tipicidad objetivo-subjetiva del delito de estafa. Por lo mismo, quien
denuncie la comisión del delito de estafa estará poniendo énfasis en la conducta altamente
deslegitimada y ruin del denunciado, quien ha tenido que hacer uso del engaño, el ardid o
cualquier estratagema para llevar a error –o mantenerlo en él- al afectado, a los efectos de
apoderarse de parte o de todo su patrimonio. Esto supone, como resulta obvio, una alta cuota
de responsabilidad en la imputación, vale decir, quien hace la denuncia de parte, debe tener
seguridad (en el conocimiento) de que en los actos del imputado concurren los componentes
objetivos-subjetivos de la estafa, es decir, conocer que ha sido dolosamente engañado, que ha
incurrido en estado de error como consecuencia de dicho engaño, astucia, ardid u otra forma
fraudulenta, que el dolo del que ha hechos uso el sujeto activo ha sido anterior al
desprendimiento patrimonial, anterior al estado de error generado.
Rojas Vargas, Fidel, Derecho Penal Práctico Procesal y Disciplinario, dogmática y argumentación, p. 58.
La estafa penal se trata en términos generales de un desplazamiento físico
de orden patrimonial-económico que realiza la propia víctima, producido por
un vicio o distorsión de la voluntad que este padece, causado directamente
por un comportamiento doloso por parte del sujeto activo. No es un
desplazamiento violento ni amenazante en contra del patrimonio de la
víctima, sino más bien, que dicho desplazamiento se produce a través de
ciertas astucias o ardid, de la imaginación ilícita del sujeto activo, por ello la
estafa penal no es considerada como un delito de “sangre” o de “crueldad”,
sino como un delito “astucia” o de “destreza” utilizando para ello
mecanismos o maniobras precisamente de destreza y sagacidad del sujeto
activo para conseguir su objetivo final, cuál es su beneficio o
aprovechamiento económico de la cosa obtenida defraudatoriamente.
Reátegui Sánchez, James, Cuándo un caso es penal y no civil: casos complejos en la jurisprudencia, Gaceta Jurídica, Lima 2012, p. 47.
Peña-Cabrera Freyre, explica que se advierte en la actualidad, una
proliferación de una serie de prácticas en el mercado de bienes y servicios,
que, de cierta forma, linda con el terreno del engaño y del ardid; pero es que
ese mismo mercado tolera determinados usos de mercadotecnia y de
publicidad a fin de captar a los consumidores potenciales y, ello no puede ser
reputado como actos constitutivos de “estafa”. Máxime hoy en día, se ha
puesto en vigencia en nuestro país, toda una frondosa legislación
administrativa, que sanciona aquellos comportamientos que han de ser
calificados como “publicidad engañosa”. No obstante, también se advierten
nuevas modalidades engañosas, mediando técnicas sofisticadas y de las más
ingeniosas, que permiten la obtención de dividendos económicos ilícitos.
Derecho Penal, Parte Especial, Tomo II, p. 339.
Este delito sugiere, desde el inicio, que se trata de la conducta desarrollada por el
agente, quien, mediante el engaño, astucia, ardid u otra forma fraudulenta que le
permite que el agraviado envuelto en ese error, de despoja del bien del cual es su
titular, trasladando a manos del agente, lo que, luego advertido el fraude por
parte del sujeto pasivo, le representará un perjuicio patrimonial, mientras que al
agente le significará a él o a un tercero, una ventaja o provecho económico.
Así lo ha entendido la doctrina como la jurisprudencia peruana.
Para Bramont-Arias Torres y García Cantizano, el delito de estafa según el art.
196° CP, se define como el perjuicio patrimonial ajeno, causado mediante engaño,
astucia, ardid u otra forma fraudulenta, induciendo o manteniendo en error al
agraviado, procurándose el estafador un provecho económico para sí o para un
tercero.
Manual de Derecho Penal, p. 346.
Por su parte Salinas Siccha, señala que la configuración de la estafa requiere la secuencia
sucesiva de sus elementos o componentes; esto es, requiere primero el uso del engaño
por parte del agente, acto seguido se exige que el engaño haya inducido o servido para
mantener en error a la víctima y como consecuencia de este hecho, la víctima
voluntariamente y en su perjuicio se desprenda del total o parte de su patrimonio y lo
entregue al agente en su propio beneficio ilegítimo o de tercero. En concreto, la figura de
la estafa es una suma de aquellos componentes, sino exige un nexo causal sucesivo entre
ellos, comúnmente denominado relación de causalidad ideal o motivación. Si en
determinada conducta no se verifica la secuencia sucesiva de aquellos elementos, el
injusto penal de estafa no aparece. Aquí no funciona el dicho matemático: el orden de los
sumandos no altera la suma. Si se altera el orden sucesivo de sus elementos, la estafa no
se configura.
Lo cierto es que el tipo penal no define lo que constituye un delito de estafa, dejando a la
doctrina y la jurisprudencia elaborar una definición que trate de comprender por lo menos
los requisitos para su configuración.
Derecho Penal, parte especial, pp. 1134-1135.

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