Caso 3 – Incidente en la Embajada española en Guatemala
El 31 de enero de 1980, un grupo de 27 personas - la mayoría campesinos
originarios de la provincia de Quiché al norte de Guatemala, pero también dos activistas de derechos humanos - ocupó la Embajada de España, en búsqueda de resonancia internacional para sus denuncias de las atrocidades en su contra por parte del Gobierno militar de Fernando Romeo Lucas (1978-1982), y que la prensa local callaba. Al conocerse la ocupación, el Gobierno guatemalteco envió a la policía con la consigna de desalojar a los ocupantes a cualquier precio, desoyendo las súplicas del embajador español Máximo Cajal de que se retiraran, para que él pudiera resolver la ocupación por medio del diálogo. La policía impidió la salida de los ocupantes, funcionarios y empleados de la sede diplomática y otros ciudadanos guatemaltecos; hizo caso omiso a las peticiones del embajador español, quien en repetidas ocasiones pidió que las fuerzas de seguridad no ingresaran a la sede diplomática; impidió y obstaculizó cualquier comunicación, mediación y negociación pacífica; y prendió fuego a la embajada. Murieron calcinados todos los miembros de la misión diplomática excepto el embajador, que logró escapar lanzándose por una ventana, así como todos los campesinos excepto un sobreviviente, rescatado bajo una montaña de cadáveres de sus compañeros de ocupación, que fue poco después secuestrado del hospital donde convalecía por escuadrones de la muerte, torturado hasta la muerte y su cuerpo lanzado al campus de la universidad nacional de San Carlos de Guatemala. El embajador español fue llevado a la residencia del embajador de Estados Unidos, cuya sede fue tiroteada por grupos represores fuera de control, sin que intervinieran las fuerzas del orden. El embajador español había anunciado días atrás que la Embajada de España era una misión de “puertas abiertas” y por ello el Gobierno guatemalteco a partir del 2 de febrero se refirió a los hechos del asalto como una “conspiración comunista”, orquestada por Cajal, acusado abiertamente de marxista, la descalificación más fuerte en un país marcado por la Guerra Fría y la dictadura militar, en un momento en que los sandinistas (comunistas) habían llegado al poder en Nicaragua. Los avances de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) en contra del régimen de Lucas eran importantes. El Gobierno guatemalteco invocó razones de seguridad nacional y orden público para justificar el asalto a la embajada española y acusó a España de inmiscuirse en los asuntos internos de Guatemala. Los familiares de las víctimas denunciaron los hechos ante los tribunales nacionales agotando todos los recursos jurisdiccionales internos, pero ningún tribunal llegó a reconocer ninguna responsabilidad gubernamental.
Contesta a las siguientes preguntas, situándote en el momento de la controversia, es
decir como si estuvieras en julio de 1980, pocos meses después del incidente: 1. a. Explica si se ha producido algún hecho internacionalmente ilícito que genere responsabilidad internacional. b. Si así fuera, explica quién puede invocar la responsabilidad internacional y qué le puede exigir al estado responsable.
2. ¿Cómo se puede solucionar la controversia entre España y Guatemala? ¿Se
podría llevar ante la Corte Internacional de Justicia? (en este caso no encontraréis cláusula compromisoria al final del convenio porque existe un Protocolo facultativo sobre la resolución de controversias relacionadas con este convenio, que “reemplaza” la cláusula compromisoria: buscadlo en la web de la asignatura y verificad si se aplica en este caso). 3. Mientras no se haya resuelto la controversia, puede España adoptar alguna medida, conforme al: i. derecho general de la responsabilidad internacional? ii. derecho especial aplicable a este incidente? 4. ¿Pueden acudir los familiares de la víctimas a algún mecanismo internacional de protección de los derechos humanos? En particular: i. ¿Se ha violado alguna norma de derecho internacional de los derechos humanos? ¿En qué tratado se encuentra esta norma? ii. ¿Algún Comité de la ONU sería competente para examinar una denuncia de los familiares en este caso?