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PRUEBAS DE EVALUACIÓN CONTINUA (PEC)

(Curso académico 2010-2011)

Grado en Filosofía

HISTORIA DE LAS CIENCIAS II

Segunda Prueba

Fecha límite de entrega: 3 de mayo

Apellidos: ………CLAR PALOMARES………………………………

Nombre: ………ANGEL JAVIER ……………………………………..

Dirección postal: …

Correo electrónico: …xavierclar@gmail.com

Teléfono: ……………

CENTRO ASOCIADO: ……DENIA (ALICANTE)............................................

2ª PRUEBA DE EVALUACIÓN CONTINUA


COMENTARIO DEL TEXTO:

“Sabido es que al aplicar la electrodinámica de Maxwell –tal y como se suele


entender normalmente hoy día- a cuerpos en movimiento, aquella conduce a
ciertas asimetrías que no parecen ser inherentes a los fenómenos. Piénsese,
por ejemplo, en la acción electrodinámica recíproca de un imán y un
conductor. [...]

“Ejemplos de esta especie, junto con los intentos infructuosos de descubrir


algún movimiento de la Tierra con relación al “medio lumínico”, obligan a
sospechar que ni los fenómenos de la electrodinámica ni los de la mecánica
poseen propiedades que se correspondan con la idea de un reposo absoluto.
Indican más bien, como ya ha sido demostrado para magnitudes de primer
orden, que las mismas leyes de la electrodinámica y de la óptica son válidas
en todos los sistemas de referencia para los que son ciertas las ecuaciones de
la mecánica. Elevemos esta conjetura (cuyo contenido llamaremos de ahora en
adelante “Principio de Relatividad”) a la categoría de postulado, e
introduzcamos además otro, cuya incompatibilidad con el primero es solo
aparente, a saber: que la luz se propaga siempre en el vacío con una
velocidad c independiente del estado de movimiento del cuerpo emisor. Estos
dos postulados bastan para obtener una teoría simple y coherente de la
electrodinámica de los cuerpos en movimiento basada en la teoría de
Maxwell para los cuerpos estacionarios.”

A. Eintein, “Sobre la electrodinámica de cuerpos en movimiento” (1905).


[Aviso: Coincide parcialmente con el cuadro 24.26 del texto base.]

En 1905, Albert Eistein sorprendía a la comunidad con tres breves artículos, que
abarcaban la casi totalidad de las disciplinas físicas de candente actualidad en el
momento: la teoría cinética, la óptica, y el electromagnetismo. Cada uno de ellos
se convirtió en una ventana abierta a nuevos campos de exploración científica,
pero entre ellos, aquel que tituló “Sobre la electrodinámica de los cuerpos en
movimiento” presentaba los conceptos básicos de la teoría por la que más tarde
se haría mundialmente conocido, la teoría restringida de la relatividad.

La relevancia de su nueva teoría, que en este caso no sólo habría una ventana a
nuevas investigaciones sino que creaba de la nada una nueva física, unida a
una imagen rápidamente mediatizada del científico alemán, crearon una
personalidad mítica que vería con el tiempo su imagen unida tanto a la ciencia
como a la política y a la vida pública en general.
Albert Einstein, quien desarrolla su actividad en la antigua Prusia, señala en su
artículo la importancia de la obra de otro gran científico, el británico James
Clerk Maxwell. No es casual, por tanto, que podamos atribuir a ambos
investigadores las ideas que marcaran un hito en la historia de la ciencia de
finales del siglo XIX y principios del siglo XX, como tampoco es casual, que
dichos investigadores representaran a las dos mayores potencias científicas del
momento, Gran Bretaña y Alemania. Por una parte, las primeras décadas del
siglo XIX ven nacer un movimiento en Alemania, la Naturphilosophie, en el cual
la naturaleza se verá como una unidad, y en dicha unidad tanto el mundo
orgánico como el inorgánico, y por añadidura las distintas disciplinas que
gobiernan dichos mundos, se verán sometidos a las mismas leyes. Tal premisa
plantea la unificación de las leyes de la naturaleza, tarea que se iniciará tras la
unificación de la electricidad, el magnetismo y la óptica con Maxwell y que
sigue vigente en nuestros días con nuevos intentos de unificación. Pero para
que Maxwell pueda llegar a enunciar las leyes de su teoría electromagnética
será necesario un programa de investigación previo, que se desarrolla en las
islas británicas, una nueva física teórica, basada en la matematización de la
misma.

La física teórica británica conducirá a teorías como la de Maxwell, que unidas a


experimentos cruciales, como el experimento Michelson-Morley, o las
experiencias de Fizeau en su intento de medir la velocidad de arrastre del agua
sobre la luz, permitirán a Einstein desarrollar las ideas y conceptos que
perfilarán su teoría restringida de la relatividad.

Como el propio Einstein afirmaba1, la teoría de la relatividad es una teoría de


principios (distinguiéndola de una teoría constructiva), en la que no se parte de
una hipótesis, sino de los resultados de la experiencia, y para entender la
naturaleza de una teoría de este tipo es necesario entender sus principios. En el
texto propuesto Einstein nos expone tanto los principios en que se basa, como
los experimentos que los derivan.

El texto, extraído del propio artículo de Einstein, describe las influencias


descritas, y narra el momento concreto, en que las premisas principales de la
teoría restringida de la relatividad ven la luz. Leemos como las asimetrías que
se presentaban al aplicar la electrodinámica de Maxwell a imanes y conductores
y la postulación del éter como sustancia prescindible tras el experimento
Michelson-Morley, remiten no sólo a la innecesariedad de establecer un reposo
absoluto en cuerpo alguno, sino a la indeferencia con que las leyes de Maxwell
tratan ese hipotético reposo absoluto depositado sobre el éter. Las leyes

1
Einstein, Albert, ¿Qué es la teoría de la relatividad?, Artículo de The Times, en Mi visión del mundo,
Tusquets, Barcelona, 2004, pgn 143
conocidas, por tanto, demuestran ser válidas independientemente del estado de
movimiento absoluto de los cuerpos a los que remiten. Se añade en ese
momento una segunda premisa, cuya posible contradicción con la anterior se ve
prontamente resuelta, la de que la velocidad de la luz en el vacío es una
constante del universo. Todo esto permite, con las modificaciones relativistas
pertinentes, seguir utilizando la electrodinámica de Maxwell sin ningún reparo
teórico y al mismo tiempo declarar al “éter luminífero” como superfluo.

Las paradojas que resultaban de una velocidad de propagación para la luz


dependiente del sistema de referencia elegido eran de sobra conocidas, pero la
imposibilidad de llevar a cabo experimentos que rebatieran tales paradojas
hacía que tales situaciones no dejaran de ser simples experimentos mentales. En
cambio, la clara asimetría que presentaban los fenómenos de inducción
electromagnética entre un imán en movimiento que creaba una corriente en un
conductor por mediación de un campo eléctrico emergente y un conductor en
movimiento sobre el que aparecía una corriente al atravesar un campo
magnético era un hecho irrenunciable; añadido a esto, nos encontrábamos con
unas leyes que describían perfectamente los resultados obtenidos sin que para
ello fuera necesario distinguir entre ambas situaciones. Era evidente para
Einstein por tanto, que la controversia no nacía de una teoría incompleta, sino
de una interpretación errónea del fenómeno físico mediante la introducción de
un medio, el éter. Así, el experimento de Michelson-Morley en que no fue
posible medir la velocidad de la Tierra frente a dicho medio, considerado en
reposo absoluto (es decir, el “viento del éter”), proporcionó a Albert Einstein el
sustento experimental necesario para elaborar sus tesis. Promulgó, en el artículo
mencionado, la eliminación del éter por innecesario, y la imposibilidad de
establecer un sistema de referencia absoluto al que referir todos los
movimientos, con ello la velocidad de la luz en el vacío debía permanecer
constante para cualquier observador de cualquier sistema de referencia elegido.

La imposibilidad de elegir un sistema de referencia absoluto condujo al uso de


las fórmulas de Lorenz para la contracción de las distancias y la dilatación del
tiempo, y la eliminación del éter, al establecimiento definitivo del concepto de
campo en sustitución del mismo. Ahora ya no era posible distinguir entre el
movimiento del conductor o el movimiento del imán como causa de la
aparición de la corriente inducida, era el movimiento relativo y la aplicación de
la electrodinámica de Maxwell, que asignaba la existencia de fuerzas sobre
cargas en movimiento en el seno de un campo magnético, la única justificación
válida para la aparición de una corriente inducida en el conductor. Las mismas
leyes eran válidas para explicar el proceso tanto desde el sistema de referencia
del conductor como desde el del imán o desde cualquier otro sistema de
referencia inercial.
Con el tiempo, al empezar a conocerse mejor la estructura interna de la materia,
se vio no sólo lo acertado de la propuesta de Einstein, sino la necesidad de
aplicar correcciones relativistas a los procesos microscópicos para explicar los
fenómenos observados. La teoría de campos de la física teórica se vio sustituida
por una teoría de campos relativista (que más tarde para procesos atómicos y
subatómicos necesitó de un tratamiento cuántico que condujo al desarrollo de
una teoría cuántica de campos relativista), de tal forma confirmada que hoy en
día no es posible aceptar una nueva teoría en la física si ésta no permite un
tratamiento relativista de la misma.

Bibliografía:

- Einstein, A. Mi vision del mundo, TUSQUETS, Barcelona (2004)


- Gamov, G. Biografía de la física. ALIANZA. Madrid (2001)
- Solis, C. y Sellés, M. Historia de la Ciencia, ESPASA, Madrid (2009)

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