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En esta revista R- Buchenhorst Filosofia y o como literatura? Sobre |a posibilidad de un cambio de paradigma de la critica del laraz6n ala critica literaria JA. Bonaccini, El problema de la identdad person: len Ta primera Parte de la Deduccién B M. G de Ortézar, Andlisis cttico del concepto de enfermed lad como eriterio de ‘acceso ala atencién de la satu! COMENTARIOS BIBLIOGRAFICOS SEPARATA “naturalismo” vs. “normativismo” 4 REVISTA LATINOAMERICANA DE FILOSOFIA - Vol. XXXII, N' ISSN 0325-0725 Peet SUR eee ae Vou. XXXII, N° 1 - OroNo 2006 COMITE EDITORIAL ‘Maria Julia Bertomew Alejandro Cassini Osvaldo Guariglia "UNLP-CONICET ‘UBA-CONICET ‘CONICET Leiser Madanes Mario A. Presas oF UNLP“UBA Secretaria: Cecilia Lastra CONSULTORES ACADEMICOS aro Bunge, Me Gl Unizers Ci Cor, Untrsiad de Chie Mrcelo Basal, ners de Te-Aoio Ew Gain Vai Unis de Maine ‘Alfonso Gomez Lobo, Gorgetom Uno Jonge Gracia State niesiy of New York (SUNY), Bufo Joup Feulo Montero, Utero ce ister "Dice Moulines, Lnfestnd de heise 6 Porchat Peres, Unters de Sen Pablo i Sybrevila, Linton de Lima Ensto Sos Bron Unies Roberto Tore Unita fe Puerto Rico ria Velde, Unnersnd Neca Atma de México MNVilovo:Unitersded Nacional Aatoma de ico ‘Para suscripciones, pedidos, correspondencia o informaciones dirigirse a: REVISTA LATINOAMERICANA DE FILOSOFIA Faditada en: Centro de Investigaciones Filos6ficas ‘Mifiones 2073 (1428) Buenos Aires - Argentina Fax: (64-11) 4787-0533 — E-mail: cifelf@mailretina.ar En Estados Unidos y Canada dirigirse a: BOX1493, 15 Southwest Park Birmingham, Alabama 35201-1943-US.A. Westwood, Mass 02090-US.A. ‘Argentina Individuos... — $30 Institueiones nn I 360 Exterior Tndividues... ——— uss25 € 25 Instituciones.- ussas ¢ 35 ‘(mas gastos de envio) La Revista Latinoamericana de Filosofia se publica los meses de mayo y noviembre de cada aio. Director Responsable: Daniel Brauer, Presidente del ‘Centro de Investigaciones Filosdficas, CIF, propietario de la publicacién. Domiciio ‘Legal: Miiones 2073, 1428 Buenos Aires. Copyright. Centro de Investigaciones. Tilos6ficas, CIF. Queda hecho el depésito que marca la Ley N° 11723, ISSN 0325-0725 Disefio de tapa: Buyi Presas ‘Mayo 2006 REVISTA LATINOAMERICANA DE FILOSOFIA, OTONO 2006 VOLUMEN 20xxtt wa SUMARIO. R.Buchenhorst,2Filosoffay 0 como literatura? Sobre la posibilidad de un cambio de paradigma de la critica de la razén a la ric Litera nnn =f) J-A. Bonaccini, El problema de la identidad personal en la primera parte dela DeducciGn B. ses 5 ee] M. G de Ortizar, Anilisis critica del concepto de enfermedad como criterio de acceso ala atencién dela salud: “naturalismo” vs, “normativismo” .. COMENTARIOS BIBLIOGRAFICOS : Cordua, Verda y sentido en La criss de Huser (RJ. Walton). A. Sa- Us y E. Millén-Ziber(eds.), Te Ral of History i Latin America Phi lesophy (E Lythgoe) L. Benitez Grobet, Descartes y el conocimiento del ‘mundo natural (D. Coke). A. Schopenhauer, dos nuevas raducciones castellanas de EI muti como vountnd y represenac6n (FD. Car). F Naishat, Probemas floes en a ccm inoidual_y colection: Una ers ection progmaticn (. Gilabert)-F. Naishlaty O. Nudler (eds), El lso- Jer hoy (P-Garca Valverde). R. Gutirre, Las snes de ln Replica Vi Vil de Platén(B. Steinman) F. Mié, Dilla, predcain y metasca en Plain. Investigacion sabe el Sofa los dogs trios (P. Spangen- berg), Platone, neo (RE Slava). E. Moutsopoulos, Le pilaspie de ln musique drs le syste de Proclas (. Ladue) Arsttels, Frag. rents (C. M. Seggiaro).F. Luna y E. Rivera Lépez (comps.), Los des fos ts de a getica humana (3. E. Somer). F. Lana yE,Rivera Liper (eds), Eticn y gendtca (M. G. de Ortizar). M. Kusch, Knowledge by Agrement. The Programme of Conmunitarion Epistenology (P. Karcz marezyk). A. Franklin, No Eney Answers: Science and the Porsut of Knowledge (R. Zuppone)...- 108 SEPARATA Le declaracn pablcn de Kant contra Fichte (F. Moledo) COLABORADORES RatrH BUCHENHORST. Licenciatura en Economfa (Universidad de Hamburgo, Alemania, 1984), Doctorado en Filosofia (Universidad de Viena, Austria, 1990). Fue profesor invitado de la Universidad de Gotemburgo (Suecia) y profesor adjunto de la Universidad Europea en Frankfurt del Oder (Alemania). Actualmente profesor visitante de la Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofia y Letras, y coor- dinador de la Cétedra Libre Walter Benjamin de la misma facultad. Publicaciones sobre estética contemporénea y la filosofia después de ‘Auschwitz. E-mail: ralphbuch@web.ae Juan A. Bonaccnt, Profesor del Departamento de Filosofia en la Uni- versidad Federal de Rio Grande del Norte (Brasil) y director de su Programa de Post-Grado. Ha sido becario de varias instituciones y 4t- bitro de varias revistas e instituciones dedicadas a la investigacién filoséfica. Es consejero del Comité Director de la Sociedad Kant Brasi- lefia y miembro de varias sociedades cientificas. Publics diversos tra- bajos en varias revistas especializadas y dos libros: A dialéticn em Kant Hegel (Natal, EDUFRN, 2000, 428p) y Kant e o problema da coisa ent si no Idealismo Alemio (Rio de Janeiro, Relume Dumaré, 2003, 442p). E-mail: juan@cchla.ufm.br ‘Mania GRACIELA DE ORT0ZAR. Profesora de Filosofia (Universidad Na- cional de La Plata-UNLP); Especialista en Politicas de Integracién La- tinoamericana (UNLP); Master en Biostica y Biojuridica (CEU; Espa- fa), y Doctora en Filosofia (UNLP). Desde 1991 hasta el presente se desemperia como docente e investigadora en la UNLP. Su més recien- te publicacién es: “Interdisciplinary ehtical committes for determining criteria of organ allocation in Argentina’, en Bioethics: Latin American Perspectives, Editoras: Arleen Salles y Marfa Julia Bertomeu, Amster- dam-NY, Rodopi, 2002, entre otros. E-mail: graceortuzar@hotmail.com FERNANDO MOLEDO (1976). Licenciado en Filosofia, UBA. Docente de las cétedras de Estética del departamento de Filosofia de la la Facul- tad de Filosofia y Letras dela UBA y de Problemas de la filosoffa y la estética de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, Actualmente realiza en la UBA su doctorado en filosofia sobre la filos es becario doctoral del CONICET. E-mail: fermandomoledo@yahoo.com.ar fa de Kant y Revista Latinonmericana de Filesofia, Vol. XXXII N® 1 (Otomo 2006) zFILOSOF{A Y O COMO LITERATURA? SOBRE LA POSIBILIDAD DE UN CAMBIO DE PARADIGMA DE LA CRITICA DE LA RAZON ALA CRITICA LITERARIA Ralph Buchenhorst Universidad de Buenos Aires RESUME ne aj presen un ans lpn ort se relacén eng a forma eta y el contenido epistneo de tect Enla dsustn de los aguteatos de autores como Jigen Habermas Joh Sear Jaques Deed yichard Roy, nos peoponemos aan de deste lar el programa de una letra poltunconal eons totes Deen form, tentamos presenta como rerltado del investgactén un model eran tco qu deseo dened inastructra eta yr de as Derrida quiere, pues, reformular la totalidad del texto heideg- getiano (y todos los demés textos filosoficos que lee) a este nivel de una de-imitaci6n discursiva procesal (éste es el sentido de su “"re-inscripeién desplazada”) para poder inscribirlo en un texto ge- neral que no pueda ser considerado filos6fico en su totalidad. Co- mo este texto general no tiene un limite que lo separe de lo que de- signa, s6lo se lo puede identificar como literario en el sentido mas amplio. Es por eso que Culler puede afirmar que el procedimiento deconstructivo de Derrida trata a lo filos6fico que, “esté condena- 31. Derrida, J, Margenes de la filosofia,en lugar cit, p. 331. 32. Ibid, p. 333 y pag. siguiente. 33.Culler, J, Sobre la deconsiruecién, Madrid: Cétedra 1984, p. 161. Rei Ltinenarico de Fl, Vol XXXHN® 1 (tat 2005) 2 R.BUCHENHORST doa ser literario por su dependencia de lo figurativo" como una “forma especifica de un discurso poético generalizado”, como “ar- chiliteratura’” El procedimiento deconstructivista, sin embargo, no seria toma- do lo Suficientemente en serio si se quedara en el modelo del encap- sulamiento del discurso filos6fico por el literario Si bien una lec- tura retérica puede intervenir en el texto filoséfico en todos aquellos pasajes en los que éste se sirve de sus elementos ficticios y metaféricos como si se tratara de un material trivial y casual (0 sea, donde descuida su organizacién retérica en favor de la légica del contenido), tiene que tener previamente a disposicién criterios para poder distinguir entre lo fcticio y lo serio, lo esencial y lo causal, la forma y la sustancia. Para eso debe remitirse nuevamente al discur- 0 filos6fico. Se puede apreciar cémo se desarrolla aqui el modelo de una lectura doble, de un ir y venir entre dos funciones lingiifsti- cas. De esta manera, se mantiene la distincidn entre produccicn tex- tual filoséfica y literaria; sélo cambia su calidad puesto que la lectu- ra deconstructivista desconfia de la intencién aparente de un texto y, ya sea éste tedrico 0 postico, lo cepilla a contrapelo. Ahora bien, qué aspecto tiene aquéllo que Culler describe co- mo efecto de la deconstruccién: que ambos discursos pueden co- municarse entre sf? La comunicaci6n s6lo puede ser exitosa si am- bos discursos tienen un punto comiin de referencia. Como punto de referencia tiene que funcionar, en definitiva, un concepto am- pliado de literatura para el que no exista nada que sea tan definiti- vamente novliterario que éste no pueda abarcarlo: la esencia de es- ta literatura encierra “todo aquéllo que pudiera situarse fuera de ella”, o sea, también “cualquier explicacién de s{ misma”.*5 Conse- cuentemente, Rorty puede afirmar que un concepto de la literatu- za tan generalizado abarca "todo lo que la critica literaria critica” 3 34. este modelo se correspond, desde el punto de vista de su mo- ‘mento estratégico, con los “paréntesis” de Heidegger, sélo que el delante y el detras de los paréntesis ya no se denominan “ser” 0 “alétheia”, sino sencillamente “literatura”. 35. uller, J, Sobre Ia deconstruccién, en lugar citado, p. 161. 36. Rorty, R,, Contingencia, ironia ysoliaridad (en adelante: CIS), Barce- Jona: Paidés, 1996, p.99. El concepto de literatura considerado de este mo- Rect Latnenmrin de Ff, Vol OLN" (tsi 2006) UFILOSOFIA Y © COMO LITERATURA? 2 Como esta comunicacién no puede ser pensada de otra manera que no sea mediante este concepto de textualidad general, el pro- grama de una confrontacién sin reservas de ambos paradigmas parece nuevamente dominado, en tiltima consecuencia, por el me- taparadigma de una critica literaria omnipresente, cuya tarea es desplazar los limites entre los discursos particulares de expertos, que se han vuelto rigidos y obstaculizantes, mediante procedi- mientos que no deben derivarse de otra forma que no sea de ellos mismos.” Esto quiere deciz, pues, que cada texto tiene que contar con la posibilidad de que el lector interprete una intencién distinta de la articulada por 61 mismo. Su autonomia de produccién se ve frus- trada por una desdiferenciacién en la recepcién, que pragmatiza Jas funciones lingiiisticas en sentido opuesto como instrumentos de la disolucién de las formas de expresin pretendidas. Las con- secuencias son: - se debe renunciar a la pretensién del discurso fi- los6fico de tener el privilegio de la discusin de planteos universa- les; - la préctica comunicativa cotidiana, cuya toma de decisiones se basa en idealizaciones necesarias y en claras asignaciones de ‘competencias, es irritada y confrontada con la tarea, casi imposible de solucionar, de deconstruir sus propios presupuestos y seguir teniendo, al mismo tiempo, capacidad de accién. ‘Habermas reacciona a esto separando las pretenciones de sta- tus y los contenidos universalistas del discurso filosético, y exi- giendo la consideracién de estas condiciones para la comunicacién orientada a la préctica. Rorty, que también parte de la idea de que las idealizaciones ineludibles estructuran la retdrica piiblica de las sociedades liberales modernas, aboga, en cambio, por una separa- cin estricta de la lectura privada y la competencia social sda a la respuesta de Ezra Pound a la pregunta: ”;Qué es la lite- "Todo lo que esta impreso”. 37, La consecuencia de Rorty de los problemas de tal omaipresencia fs, como veremos mas adelante, la limitacién de la lectura y la interpreta- cin literarias al Ambito de lo privado. Reise Latter de Fifi, Vol. XXXIN® 1 (Otoko 208) Py 1. BUCHENHORST VIII, La autonomia relatioa de los discursos La caftica de Habermas a la disolucién de la diferencia de géne- 10s entre la filosoffa y la literatura concierne a la disolucién de la diferenciaciGn de los discursos de expertos y la consecuente no consideracién de las dimensiones de validez de ambos tipos de texto, Habermas rechaza la idea de la heterogeneidad del discurso te6rico. Habré que discutir la conveniencia de la divisién entre las, esferas culturales y poner de relieve las posibles consecuencias de tuna asignacin untvoca de las funciones lingiiisticas espectficas a cada discurso en particular. Habermas distingue claramente entre la funcién poética de la lengua, la que posibilita la apertura del mundo, y la argumentati- va, la que soluciona problemas. Ambas funciones, incluidas en el “paquete de funciones del lenguaje cotidiano”, determinan nues- tra pre-comprensién sociocultural y encierran también, por otto lado, un potencial innovador para decisiones sobre contextos de accidn politicos, econdmicos y morales complejos. Sin embargo, para poder ser asf de efectivos, los contenidos de la expresiGn poé- tica y de los lenguajes especiales de la ciencia tienen que ser trans- formados en baja a partir de sus formas de expresién altamente es- pecificas mediante la critica literaria y la filosofia, de modo que se puedan derivar de ellos indicaciones de accién pragméticas. De esta forma, la filosofia se puede desligar de su papel de acomoda- dora y de jtiez de la ciericia, la moral y el arte, que se ha vuelto in- sostenible, para convertirse en vigilante de pretensiones universa- listas y en intérprete competente de la transmisi6n cultural para un mundo de la vida segregado por el proceso de diferenciaci6n.® Habermas adopta aqui el modelo explicativo de Max Weber para un proceso de modernizacién cultural en el que se disuelven las concepciones del mundo de la premodernidad fundadas teol6- gica y metafisicamente y cada uno de los momentos de la razén ingresa por separado en las esferas de valor de la ciencia, la moral y elarte. Sélo convergentes en la forma de fundamentacién argu- ‘mentativa, los complejos del saber, que se han vuelto auténomos, 38. Cir. Habermas, J, Conciencia moral y acci6n comunicatioa, Barcelona: Peninsula 1996, p.25 y p. siguientes. Resta Latnemricina de Fs, Vl. XXXIUN* 1 (Ota 206) GFILOSOFLA Y 0 COMO LITERATURA? 2% desarrollan sus incompatibles potenciales sociales de reflexin. Para la racionalicad comunicativa, la restituci6n de una unidad de la ra- 26n ya no puede tener lugar a través de la filosofia, sino s6lo “de este lado de las culturas de expertos, en una préctica cotidiana no- cosificada” ® En ésta se produce un productivo contexto de remi- sién de momentos cognitivos, estéticos y morales. La confronta- ién con obras de arte en una situacién biogréfica decisiva y Ia consecuente revisiGn de la antodescripcién y adquisicidn de com- ppetencia social sirven de ejemplo para la transformaciGn efectiva en términos de la accién de una cultura de expertos.*? Para Habermas es muy importante exigir las pretensiones de aprtopiacién y unién de discursos de expertos que tiene un mundo de la vida estructurado comunicativamente. Para eso, se basa en los resultados de la ordinary language philosophy creada por Austin y Searle, que muestran que la comunicaci6n cotidiana debe reali- zar determinadas idealizaciones respecto de la normalidad de los contextos de un acto de habla para poder llegar a un resultado re- levante en términos de la accin.!! Comentamos brevemente esta 39. fd, Theorie des konmunitativen Handetns, 3. edicin. Prankfust Suhrkamp 1985, tomo 2, p. 586 Fania 40. Cf. d., Modernidad~ Un proyecto incompleto,en El debate moderniad posmoderniad, Casullo, N. (edt), Buenos, Aires: El cielo por asalto 1996, .142. De lo antedicho parece desprenderse claramente que la critica de Gamun: “En la concepcidn de Habermas la regla, la presctipcién y la ad "mitra gobieman la comunicacn cotdlana” no es fandada, Su in icacién de que también “Ia seguridad de sf mismo, la impasibilidad, el charm, la compenetraién ylaroni" gon elementos releVantes del dis curso relativo al muncio de la vida, es demasiado limitada. Una critica a Habermas debe ocuparse de su supuesto mas fuerte: la pretensin de uni- ‘versalidad en las atribuciones de significado intersubjetivas. Gamun, G+ Eindimensionale Kommunikation. Vernunye und Rhethoritin J. Habermas’ Dew tung der Moderne, Warburg 1987, p.17 y p. siguiente. 41, Habermas habla de un “acuerdo que coordina la acci6n", al que los ppartcipantes del discurso, sometidos ala necesidad de decidir, se ven re- Iitidos. La filosofia del lenguaje deconstruetivista critica, en este contex- to, que laidlea de control de una variacin infnita de contexto es ilusoria Respecto del intento de explicar el acto de habla como una forma de com. Portamiento intencional regida por reglas y estabilizada a través de st Puestos basicos prestiponiendo la “seriedad” y la “sinceridad”, véase el Revs Latina de lf, Vol. XXXULN (Oo 2006) 5 R. BUCHENHORST tacién para demostrar que, en el esquematismo discursi- wo de Habermas, as fiers actuantes no sob vienen de arb no, sobre todo, de abajo, Este esquematismo no pasa por alto el hecho de que aquellas suposiciones idealizantes también pueden ser cuestionadas y de- sechadas por la transferencia de terminologias cientificas innova~ doras y de formas de expresisn literarias radicales a través de la fi- losofia y del lenguaje cultivado.® El hace referencia, sin embargo, a la necesidad de legitimacién que el discurso cotidiano le impone al lenguaje postico (y tedrico) debido a que la funcién lingéifstica de la apertura del mundo tiene que acreditarse en procesos de aprendizaje intramundanos.? Para poder estabilizar este campo de tensiones, una teorfa de la racionalidad comunicativa debe per- severar en que, en primer lugar, un acuerdo sobre las asignaciones de significado relevante en términos de la accién representa una condicién necesaria para una critica légica de interpretaciones y, en segundo lugar, este acuerdo, en el sentido de “reconocimiento in- tersubjetivo de las pretensiones de validez”, sélo puede produc sea través de la referencia a un principio universaista.® ‘Mediante la critica al modelo de Luhmann de una integracién sistémica totalizada, Habermas desarrolla, entonces, su concepto de una integracin social que une a la validez de una moral uni- versalista con sistemas de interpretacién que, si bien se orientan a normas de racionalidad, pueden ser revisados.* Con la reduccién de las pretensiones de status de discursofilossfco, el racionalista cree hacer justicia a la exigencia de planteamientos posmetafisicos ands de Seared ct ilocutivo “promesa” en: Seal, JR Speech Ads, Cambridge: Cambridge University Press 1969. . “2. Habermas habla de a “ronn de certezas cana’ Haber amas], Ungangsprc, Bildungssprace, Wisseschfssprect, en su Die Maine chinodnies Prop Llp Redan ab pote, Bldg curso flood In merida (en adelante: DFM), Mada: Tar, 189, past 43 Toi, p26, 44. Cir id, Connie marly cin comunicaton en lugar cited, 7 siguienes 7? (Habermas, wD. Hench Ze Ren, Brankfut/Mz Subvkamp 1974, p39 p. siguientes, en especial p. 68. . siguiente esis Latieurices de Fils, Vol. XXXILN (Oto 2506) eee GEILOSOFIA Y © COMO LITERATURA? 2 de reconocer la paradoja de un metalenguaje autoevidente. En cambio, a los cuestionamientos universalistas y a la forma de dis cusiGn argumentativa sobre sus pretensiones de valider sigue con- sideréndolos imprescindibles. Coincide con autores como Mead, Rawls y Sellars en que la raz6n se crea a través de la internaliza, clon de normas sociales y el modelo de una razén comunicative 8, por eso, hist6ricamente contingente. En la “idea de una inter. subjetividad integra” *® sin embargo, un consenso reconocido no se puede pensar ni controlar de otra manera que no sea mediante la espera permanente de un consenso a través de argumentaciSn racional. A partir de lo antedicho queda claro que las rigidas asignacio- nes de papeles la filosofia y a la literatura resultan de dos presi uestos: en primer lugar, de la tesis de aiferenciai6n, que, partiendo del proceso de modernizacién cientifico y social, le asigna a cada discurso identificable una funcidn lingitfstica centralizadora o (en ¢l discurso cotidiano) el imperativo de la coordinacién de accin; en segundo lugar, de la tesis de universalizacin, que promueve la lunidad de la raz6n como condicién contraféctica del entendimien. to. A partir de la primera tesis se puede derivar, por tn lado, la co. unin del discurso filos6fico y del eritico-literario: ambos adop- tan una funcién mediadore, que ya hemos explicado, puesto que teformulan los contenidos de los discursos de expertos, haciéndo. tos accesibles para el mundo de la vida. Para esto, deben enrique~ cetse con elementos retéricos."” Al mismo tiempo, queda claro lo que separa a ambos discursos: las diferentes formas de argumen- taci6n del texto a traducir de las que éstos dependen respectiva- mente. En el texto filos6fico, las metéforas son s6lo tejido de unién y de sostén que proporcionan la estructura légico-proposicional (el parénquima del texto, por asf decirlo). De la segunda tesis re- sulta la primacia de la forma de expresién ldgica por sobre la re- {6rica/literaria. $i ambos discursos mediadores cumplen con su funci6n de transmisiGn, s6lo se puede crear un consenso que soli clone problemas de manera temporaria, no sélo a un alto nivel 46. Cf fd, Nachmetaphysisches Denken (en adelante: Nm), Frankfurt/ ‘Mc: Suhrkamp 1988, p. 185, 47. Cft. DEM, en lugar cit, p. 252. Revise Laine de ls, Vol 20D (tai 2806) 8 R. BUCHENHORST cientifico, sino también a nivel del discurso cotidiano orientado al entendimiento, necesariamente mediante la suposicién de un de- sarrollo argumentativo que se pueda llevar a cabo de manera inin- terrumpida. Nuestra critica y nuestro apoyo a los argumentos centrales del planteo de Habermas se dividen de la siguiente manera: La acen- tuacién de la diferencia de los discursos respecto de sus funciones lingiiisticas muestra, por de pronto, que le debemos la compleji- dad de las formas modernas de expresi6n a la autonomia de las esferas culturales aunque se hayan vuelto hist6ricamente contin- xgentes, Habermas permanece, de este modo, susceptible frente a la idea de que la complejidad del uso actual del lenguaje es el resul- tado de esta diferenciacién, una diferenciacién, que, como ha mos- trado el fracaso de los movimientos de vanguardia hist6ricos, no puede ser revertida sin inconvenientes. Una asimilacién de la filo- sofia y la literatura requerirfa de un proceso que no renuncie a la funcién espectficamente argumentativa, sino que la transforme, por ejemplo, asociéndole, en una lectura retérica, una funcién epis- ‘émica literaria para reforzarla o para debilitarla. Por otro lado, el concepto de una razén comunicativa oculta el hecho de que la filosofia ya hace mucho tiempo ha dejado de me~ diar sélo entre las culturas de expertos y la practica cotidiana, sino que autores filos6ficos influyentes como Adorno, Benjamin, Lu- kécs y Gadamer aceptan cada vez. més a la literatura como un por- tador de una verdad propia. No tiene en cuenta que, en la actuali- dad, la literatura sencillamente no se contenta con juzgar a los textos s6lo bajo el aspecto de cuestiones de gusto. Ella formula, en- tre otras, también preguntas en cuanto a la validez moral" y el re- conocimiento sistemético.” Sin embargo, Habermas sefiala que la literatura y la erftica a la misma no pueden asumir el papel de fun- damentacién tiltima de una filosofia, al que, como pretensién de status, ella misma ha tenido que renunciar a lo largo de su histo- 48. Chr. Jau, FLR, Studien 21m Epochenwwandel der ésthetischen Moderne, Frankfurt/M.: Suhrkamp 1989, p. 302, y Rorty, R., CIS, p-160 y pig. si- ‘guiente (nota de pie 2). 49. Clr. Burger, P,, Prosa der Moderne, Frankfurt/M.: Subrkamp 1988, PB eit atinoaerctar de Flo, Vol. XXXTN*1 (Oe 26) GILOSOFIA Y 0 COMO LITERATURA? 2» ria, El contenido correctivo de su argumento muestra que la critica literaria, al inscribirse en el contexto de las formas discursivas, de- be afirmarse, frente a formas de enunciacién més fuertemente cog- nitivas y orientadas a la préctica, como una forma de conocimien- to posible entre otras. TX, Una alternativa: la cultura poetizada como lectura prionda ‘También Rorty emprende una divisién estricta para evitar que un discurso estético de-limitado socave los fundamentos de la li- bertad politica. Sélo que su linea divisoria se extiende entre el au- toencontrarse privatizado y la exigencia social de evitar la cruel dad. En lo que respecta a esta tiltima exigencia, coincide con Habermas en que la “comunicacidn libre de dominacién” es un buen medio para evitar el sufrimiento y la represién. Segiin Rorty, las autodescripciones innovadoras dentro de una democracia de- ben ser diferenciadas estrictamente de esto, puesto que se oponen al proceso de la internacionalizacién de normas sociales incorpora- das. En este sentido, las innovaciones poéticas no pueden ser si- tuados como parte del discurso piiblico, sino que se llevan a cabo sélo en el marco de una cultura privada poetizada. Rorty renuncia tanto a la subdivisién en esferas culturales co- mo a la funcién mediadora de la filosofia y de la critica literaria. Opina que el discurso de una cultura poetizada va més alla del modelo Weberiano de las tres esferas culturales. Fs decir, su linea divisoria se extiende de manera transversal a la estructuracién de Habermas de las esferas culturales: tanto la expresién discursiva como también la intuitiva pueden volverse efectivas para la inten- sificacién del sentimiento de solidaridad, mientras que, por el otro lado, ciertos autores filoséficos (como Nietzsche, Heidegger, Fou- cault y Derrida) son totalmente prescindibles como asesores s0- ciopoliticos. Sélo a través del lector ironista, que funciona como instancia de filtro y de control, es que estos autores tienen la opor- tunidad de volverse socialmente efectivos. 2Cémo se efectiia este proceso osmético? El lector ironista reci- be textos innovadores de cualquier indole e incorpora a su voca- bulario los neologismos que considera convincentes, sometiéndo- se as{ simulténeamente a una desconfianza permanente frente a su ‘Revs Latinoam Fils, Vo. XKLN" 1 (tah 2006) a R.BUCHENHORST vocabulario actual. Correspondientemente, este lector también de- be partir de un Yo inconsistente. Sin embargo, este irritante proce- 0 de reflexién y revolucién no tiene que llevar necesariamente a la destruccién de la competencia social. De este movimiento anti- metafisico de confrontaci6n de vocabularios alternativos, el prag- matismo poetizado espera efectos correctivos y ampliadores: tiene que actuar de manera pedagégica, educar hacia la tolerancia. La idea del confrontamiento de los vocabularios entre sf apare- ce ya en Ia discusi6n sobre las consecuencias del estructuralismo. Separéndose de la critica literaria académica que predominaba en Francia en los afios ‘50 y “60, Roland Barthes formula una concep- ci6n de literatura en la que ésta es vista como “signo para la histo- ria y, al mismo tiempo, resistencia contra ella” delante de un fon- do de un horizonte interpretativo que no se puede cerrar.®° Paso a ‘paso, radicaliza el concepto de una critica literaria que “deja a otros al cuidado indigno de distinguir perentoriamente la locura de la sinrazén, en el siglo mismo en que su deslinde ha sido pues- to en tela de juicio” 5! El cuestionamiento de esta divisién se con- vierte luego, en El placer del texto, en el tema dominante. El lector de Barthes, que siente placer, comparte dos propiedades decisivas con el irdnico de Rorty : se comprende como necesariamente pri- vado® y se desembaraza de las contradicciones l6gicas, mezcla las formas de expresién entre sf, es absorbido por el perpetuo entrela- zado del texto. Sélo que el lector de Barthes aspira a la “articula~ cidn del cuerpo y de la lengua” a que los vocabularios se con- viertan en cuerpos perceptibles a través de los sentidos y, de esta ‘manera, se abandone tanto la racionalidad interna al juego del len- ‘guaje en la Rorty que hace hincapié, asi como también la referen- ia a una idea de competencia social y estabilizacién moral. EL planteo pedagégico de Rorty acentiia el aspecto privado de una lec- tura ironista: la evitacién del dolor y de la humillacién, mientras ‘que Barthes favorece en su reflexién anarquica sobre el texto el as- 50. Ct. Barthes, R, Sur Racine, Paris 1963, p.149, p11, 5 fa, Crea y verdad, Buenos Aires: Siglo XXI, 1972, p. 67. 52 fa, El placer del texto, Buenos Aires Siglo XX, 1974, p. 83. 53. Ibid, p. 10, p. 104 54 Ibid, p. 108 Rei Latnamerc Fl, Vl. XXXLN"1 (tao 200) #PILOSOFIA Y 0 COMO LITERATURA? EN pecto provechoso: la obtencién de placer. De este modo, las conse- cuencias més radicales de Barthes de una pasién privada por el texto perceptible a través de los sentidos empaia también la idea fundamental de Rorty de que una lectura a modo de juego de este tipo “desemperia el mismo papel que se supone que, para los me- tafisicos, desempefia la biisqueda de principios morales universa- Jes” 5 Barthes ve “la imposibilidad de vivir fuera del texto infinito no importa que ese texto sea Proust, 0 el diario, ola pantalla tele- visiva”, y resume: “el texto del goce es absolutamente intransiti vo."86 Desde esta perspectiva, habria que volver a preguntar si el modelo de Rorty de una critica literaria como préctica en la com- petencia social es fundado.? El concepto de la lectura ironista le exige al lector privado aquella funcién mediadora que en Habermas adoptan justamente la filosofia y el lenguaje cultivado. La idea de que el lector privado lee al mismo tiempo textos de proveniencia cientifica, literaria y socio-politica sin hacer caso s6lo de argumentos racionales signifi- a, en principio, que éste debe realizar por su cuenta la transferen- cia de los lenguajes especiales al paquete de funciones del lenguaje cotidiano. Tiene que incorporar a su lenguaje cultivado los pro- ductos de tedricos literarios, de filésofos idealistas y de literatos idiosincrasicos como ladrillos susceptibles a deterioro, ya sea in- corporéndolos complementariamente o, a la inversa, deconstru- yendo con su ayuda una parte de su vocabulario. __ El modelo de una lectura expansiva parece ser légico para el Ambito de lo privado por lo menos en un aspecto. Presenta la ver 55. CIS, en lugar cit, p. 98. 56. Barthes, R., El placer del texto, en lugar cit, p. 58, p. 83. 57. Es posible que Rorty pague la divisin de lectura y opinién pibli- acon una tendencia a la ingenuidad politica. Perfeccionando los planteos de Pierre Bourdieu (en: La ontologia poitien de Martin Heidegger, Bazcelo- nna/Buenos Aires : Paidds 1991), de Philippe Lacaue-Labarthe (en: La fic cin de lo politico. Heiegger, el arte y la politica, Madrid: Arena 2002) y de Ja~ ques Derrida (en: Del espivitu. Heidegger y Ia pregunta Valencia: Pre-textos 1989) que someten a Heidegger a una lectura critica doble, se puede mos- trar cémo Rorty no ve estrategias de transformacién y de acumulacién ‘manifiestas en Heidegger, que hacen posible mostrar una relacién légica del discurso politico y del flosético. Resist atime de Fifi Vol. 0OUTN* 1 (to 2096) eo R. BUCHENHORST taja de poder evadir el problema de la ilusién de la autonomia es- tética, del que se ocupan intensamente autores como Th.W. Ador- no, Herbert Marcuse, Peter Biirger y Albrecht Wellmer, puesto que, desde un principio, se elimina la reflexién de-limitativa sobre elarte, la filosofia, la psicologia, etc. del programa de una estetiza- cin del mundo de la vide, sin perder, sin embargo, completamen- te su relevancia préctica moral. No obstante, este modelo de una autonoméa privada de lectura tampoco queda exento de la critica de una cierta ingenuidad. Puesto que una de las condiciones para dedicarse intensamente a la literatura en el sentido mas amplio es, justamente, este tiempo libre que resulta de una economia capita- lista préspera. Aqui Rorty no tiene en cuenta que el proceso eco- némico de reproduccién tiene que volver a ocupar a la vez, por necesidad immanente al sistema, el tiempo libre que é1 mismo ha generado y esto, precisamente, con productos de una cultura de ‘masas, que no llevan consigo, en lo absoluto, aquel potencial inno- vador y sociorevolucionario que persigue el lector ironista. El pragmatista subestima el esfuerzo emocional y reflexivo necesario ‘para sustraerse de estas ofertas ce los medios de comunicacién de masas. X. Consecuencias de los diferentes conceptos de racionalidad Si bien la raz6n comunicativa se opone a la generalizacién de un contextualismo estético que anula la capacidad de los lenguajes es- peciales para resolver problemas, tal como postula Derrida, debe- Ha, por otro lado, aprobar los intentos de una cultura poetizada por limitar tal contextualismo critico-iterario a la lectura privada, ya que, de este modo, se obtienen dos cosas: - se limitan las pre- tensiones de status de la critica literaria (que abarca también a los textos filoséficos); - se incentivan las capacidades para resolver problemas de los discursos de expertos en el ambito de una estruc- tura democrética considerada estable, deconstruyendo, sin embar- go, la pretensién de validez universal, es decir, limitando etnocén- tricamente la creacién de consenso. ‘Habermas desconoce (y es mérito de Rorty haber dado cuenta de esto) que la lectura retdrica de textos filosoficos y la Jectura criti- co-metafisica de la literatura es absolutamente posible y justifiable Revit Latinas Fs, Vol UN" (tao 2006) GFILOSOFIA Y 0 COMO LITERATURA? 3 mientras se site ensayando, por asi decitlo, en el émbito del au- toencontrarse privado. Desde luego, habra que destacar de manera precisa qué consecuencias trae consigo la privatizacién de la cultu- ra de expertos. Justamente en esto consiste la colisién fundamental centre Habermas, por un lado, y Rorty y Derrida, por el otro. La confrontacién critica de la razén comunicativa y de la lectura de- constructiva tiene que partir de este punto. El concepto de Haber- mas es convincente cuando acude a la filosofia como instancia me- diadora; el planteo de Rorty también, cuando propone leer la producciGn tardfa de Derrida como “bromas privadas” 55 Comentemos brevemente la idea de Rorty que consideramos aceptable. Rorty busca entendimiento para el “carécter radical- mente poético de las vidas individuales y de la fundamentacién meramente poética de la ‘nosotros-conciencia’ que subyace a nuestras instituciones sociales” e, inmediatamente después, con- cretiza su idea de disparidad: “mi cultura ‘poetizada’ es una cul- tura que ha renunciado al intento de unificar las formas privadas que uno tiene que tratar con la finitud propia y el sentimiento de obligacién que se tiene para con los demés seres humanos”.*? El lector ironista de Rorty tiene algo de la postura del Monsieur Teste de Paul Valéry, que, como es sabido, rechaza la responsabilidad social para poder dedicarse por completo a las relaciones entre lo conocido y lo desconocido de su propio pensamiento. Benjamin suponfa que el secreto melancélico del intelecto de Teste consistia en que permanecia privado. En Rorty, esta melancolia ha desapa- recido sin dejar rastro. En su lugar, aparece un juego arriesgado y, no obstante, alegre con nuevas metéforas excitantes. Este juego no viene aparejado por ninguna especie de cargo de conciencia, puesto que no se le exige relevancia social directa, Puede expre- sarse. Sin embargo, trae aparejadas consecuencias. Los mundos metaféricos experimentales en los que se aventura el lector iro- nista son testeados luego, paso a paso, en cuanto a su idoneidad en el mundo de la vida, y sedimentan aqui para convertirse en instrumentos para la autodescripcién de toda la sociedad. De es- 58. CIS, en lugar cit, p. 144 59. Ibid, p. 86. Revs Latinas de Fifi Vl, XXXUN® 1 (Ohi 200) 3 1. BUCHENHORST te modo, quedan fosilizados finalmente en la literalidad. Aquéllo que ayer era todavia lingiifsticamente revolucionario y subversi- vo en el Ambito de lo privado, ya se puede volver a encontrar, en la actualidad, en estrategias pragméticas convencionalizadas pa- 1a la solucién de problemas. De ahf que no sea correcto lo que Habermas le critica a Rorty: que, en su filosoffa lingiifstica, ”...el proceso de renovacién que la apertura lingiiistica del mundo sig- nifica, ya no tiene comtrapeso alguno en el proceso acreditador que es la préctica intramundana’.® También en una cultura poetiza- da, la practica de la vida sigue dependiendo de vocabularios que Je permiten un trato adecuado con la propia cultura. Su problema radica, més bien, en que les impone a los miembros de las demo- cracias occidentales una tarea dificil de resolver: Como irénicos deben exponerse a las velocidades aceleradas de una lectura que constantemente esta experimentando y que rompe todas las ba- rreras discursivas; como ciudadanos politicamente comprometi- dos, por el contrario, deben contentarse con deseripciones de su entomo social fosilizadas y, desde la perspectiva ironista de su alter ego, completamente arcaizadas. Las dimensiones del tiempo sencillamente ya no parecen compatibles aqui. Como lector iro- niista uno se anticipa permanentemente a la propia disposicién como ciudadano politica y socialmente comprometido. El tinico argumento que justifica fal esquizofrenia es el hecho de que el sistema de la democracia establecida y de la economia préspera es precisamente el requisito para el espacio libre en el que se pue- de situar una lectura aut6noma y libre de los imperativos del mundo de la vida. La paradoja es que es justamente este lenguaja fosi- lizado del sistema de la admiinistracién piiblica y de la organizacién ca- pitalista el que brinda Ia posibilidad (0 la ilusidn) de sobrepasario. La aptitud funcional de las instituciones liberal-democraticas y la consecuente libertad para la lectura deconstructiva nutre, pa- 1a esa cultura, la esperanza de que las etnias foréneas se incorpo- ren con toda libertad a su formacién politica e intelectual en lu- gar de derribarla. Esta fusi6n libre slo puede ser concebida bajo dos condiciones hipotéticas que se excluyen mutuamente: o bien se parte del hecho de que una etnia fordnea tiene casualmente un (60. DFM, en lugar cit, p. 249. Rest Lateran de Flo, Vo. XXXILN® 1 (aio 2906) EFILOSOFIA Y © COMO LITERATURA? 3 horizonte de interpretaci6n similar en lo que respecta ala funcién de la critica literaria y la filosoffa politica (0 que decididamente se aproxima a un horizonte tal), 0 bien se presupone que cada etnia, sin importar su proveniencia, si es que piensa en conceptos como “comunidad”, “literatura” y “comunicacién”, debe tener necesa riamente las mismas ideas respecto de cOmo se puede lograr el en- tendimiento y la unién. Habermas considera a la segunda supo- sicién idealizadora como indispensable ya que la posibilidad de Ja adopeién mutua de perspectivas debe estar incorporada pre- viamente en cada una de las ideas de entendimiento, Para la ra- 26n comunicativa, los conceptos de fundamentacién y de enten- dimiento desempefian el mismo papel gramatical en cada una de las comunidades lingiiisticas. Por consiguiente, en cada proceso de entendimiento habria que poder precisar las condiciones discursivas bajo las que se puede lograr un consenso sobre lo que se entiende, en realidad, Por “abierto” y “libre”. El titulo que abarca la posibilidad de tal Precision es racionalidad. Segiin Habermas, ésta “encuentra sti medida en la facultad que participantes en la interaccién capaces de dar razén de sus actos tienen de orientarse por pretensiones de validez enderezadas a ser intersubjetivamente reconocidas” * Como para el pragmatismo poetizado la idea de una aceptabi lidad universal fundamentada racionalmente no tiene lugar (la a gumentacién filos6fica es tan sélo parte de una cultura piblica creada de modo contingente o de una lectura privada), sélo le res- ta la confianza en la funcién educativa de una critica literaria tole- ante, que expande paulatinamente su campo de accién. La astucia de Rorty consiste en que parte de un concepto de critica literaria que le parece permitir incorporar a un canon literario que debe ampliarse constantemente, en el caso ideal, todos los autores pasa- dos, presentes y futuros sin tener que recurtir a estandares de ra- cionalidad universales. En vista de esta incorporacién, una comu- nidad lingtifstica dispuesta a un consenso tiene que poder contar, entonces, con que la tolerancia inculcada estéticamente alcanza pa za integrar, paso a paso, etnias fordneas en el contexto de las dle. ‘mocracias liberales. La lectura critico-literaria parece generar asf la 61. fbid, p. 373, eit Latnomericans de ls, Vol. XIN (oo 2008 = R.BUCHENHORST perspective de una comunidad universal sin legitimacién racional, solamente presuponiendo que las etnias foréneas puedan ser in- corporadas sin dificultad, 0 sea, sin alterar las existencias de ins- tancias liberales, porque, en caso contrario, no se darian las condi- Mas allé de la dis- cusi6n histérica acerca de si Kant ley6 o no el Tratado, parece all 1. Aunque la mayorfa sostenga con razén que la soluci6n, funcionan- do ono, sélo aparece o se completa en el contexto de la segunda Analogia de Ia experiencia. Véanse por ejemplo los trabajos L. W. Beck (1996, pp. 4655s), J. Bennet (1966, pp.100ss, 126ss), P. F. Strawson (1966, pp. 265s, 243-44), R. P. Wolff (1973, pp. 24ss, 48-56, 88ss, 154-161), H. Allison (1983, pp. 216ss, 1996, pp. 80ss); B. Longuenesse (1993, 31ss, pp.412ss), Henrich (1994b, p.135), T. Sales Lima (2008, pp.18s5, 102ss, 184ss). Cfr. H. Holzhey (1970, pp. 107ss,, 121, 144-158), quien relativiza parcialmente la influencia de Hume sobre el pensamiento de Kant mediante una profunda investi- ‘gacién de sus fuentes. 2. De aqui en adelante citada como KrV y el ntimero de la pagina del texto original precedido por las letras A o B, que indican la primera o la segunda edicidn, respectivamente. Las traducciones son de nuestra entera responsabilidad. 3. David Hume, A Treatise on Human Nature, ed. by Selby-Bigge, Ox- ford: Clarendon Press, 1888 y ss. Citado como T, seguido del niimero del libro y de la seccién en caracteres romanos, del capitulo en arabigos, y Iuego por la paginacién de la edicién Selby-Bigge (por ejemplo: TI, IV, 6; T 251). Las citas, salvo tna que otra modificacin, siguen la versién caste- Mana de Félix Duque. 4. Ver P. Kitcher (1995, pp. 975s), N. Kemp Smith (1923, pp. 204ss), R. P, Wolff (1973, pp. 245s). La tesis histdriea de Kitcher ha sido bastante dis- Rist Ltnomerico de Flos, Vo. OOK (tai 2006) EL PROBLEMA DE LA IDENTIDAD PERSONAL 2» ‘menos bastante interesante leer e interpretar la Deduccién como si estuviera en parte destinada a la refutacién del escepticismo de Hume en lo que respecta a la identidad personal del sujeto. No obstante, una lectura como ésta deberia explicar en qué medida ello seria posible, considerando que Kant es un critico severo de toda pretensién al conocimiento de un sujeto simple, sustancial y personal 5 1 Al principio no se entiende cémo Kant podria defender la iden- tidad del sujeto contra la critica avasalladora de Hume, si él tam- bién es un critico de las tesis que postulan el conocimiento de la identidad personal.‘ Y no solamente en la discusién de los paralo- gismos cometidos por la Psicologia racional, sino también en el Ambito de la propia DIC (§§ 24-25). Pero esta dificultad puede ser esuelta si se sostiene inicialmente que estos dos autores no aplican el concepto de identidad del sujeto en el mismo sentido? Bien se podria pensar que ambos hablan de la identidad del su- jeto teniendo en mente cosas diferentes: Hume, la identidad perso- nal de un sujeto sustancial a fa Descartes; y Kant, la identidad nu- inérica del sujeto légico de todos los pensamientos, definida como Ja condici6n trascendental de la unidad de todo acto mental y de toda sintesis de representaciones. ¥ si esta hipétesis es vélida, pa- rece que precisar el sentido en que Hume entiende la identidad cutida, Recientemente ha sido cuestionada por Henry Allison (1996, p. 191-nota 15) y Wolfgang Carl (2001/2002, pp.135-136). 5. Kant distingue claramente la cuestin de la sustancialidad, de la simplicidad y de la personalidad del yo: KrV A348-67/B405-409. Sobre es- to véase Bonaccini (1996). El estudio més profundo sobre el tema es el de Karl Ameriks (2000). Cir. Brook (1994, pp. 152ss, 179ss). 6. KrVA36155/B408-9, 7. Bsta es una tesis que seré demostrada a lo largo del trabajo. Ms alld de ser consabido que Flume desconstruye el concepto tradicional de sus- tancia, y que Kant lo reformula, una buena pista sobre el diferente uso de tos conceptos de identidad y sustancia em Kant y Hume fue recientemen- te dada por Jay Rosemberg (2000, pp.13753). Resa Latina de ls, Vo. XXXILN®? (Ohio 2006) a J.A. BONACCINI (personal) del sujeto es condicién para compararlo con el sentido de identidad (numérica) empleado por Kant en la DTC, asf como para determinar si Kant argumenta contra él. Y para esto, a su vez, parece que no serfa inttil definir con claridad hacia quién va diri- gido el ataque humeano. En una palabra, si podemos saber lo que Hume critica tenemos cémo decidir si Kant puede aceptarlo 0 no; y si ciertos pasajes de Kant van dirigidos contra Hume o son més bien a su favor. En primer lugar hay que recordar que Hume ataca la presunta identidad personal del yo mostrando la imposibilidad de experi- mentar un yo numéricamente idéntico. Su estrategia, por tanto, parte de la constatacién tdcita de que la identidad personal presu- pone la identidad numérica como su condicién necesaria. Alacan- do esta tiltima, entonces, pretende afectar a la primera. Y es justa- mente aquf donde a tesis de Kant puede prosperar. Puesto que por un lado un término como “identidad personal” parece involu- crar algo asf como un predicado sustancial, referente a la identi- dad del yo en un sentido noumenal (es decir, aquello que define la esencia del sujeto considerado en si mismo), cuyo conocimiento, para Kant, nos serfa vedado, por otro lado atin esta por verse si la critica humeana de la identidad numérica es consistente. Al fin de cuentas, preguntarfa Kant: ges posible negar la identidad numéri- ca del yo sin ya haberla presupuesto? ZY es suficiente el mero he- cho de que su concepto no pueda remitirse directamente a una percepeién para considerarlo ficticio? Si se puede decir, entonces, que para Hume no hay identidad personal porque la identidad de un sujeto que permanece el mis- mo a través del tiempo es una ficein, y si se puede decir, ademas que no se podria hablar de ninguna identidad personal si la perso- nano fuera siempre la misma, quiz se pueda decir también que la defensa de un principio trascendental como fundamento légico de la identidad de la autoconciencia en el §16 de la DTC sirve ala vez para mostrar que el andlisis de Hume es inconsistente (como él mismo parecfa reconocer amargamente en el Apéndice al Trata- do)* y para desvincular por completo el concepto de la identidad 8, “(.) el pensamiento solamente deseubre Ia identidad personal ‘cuando al reflexionar sobre la serie de las percepciones pasadas que com- Revit Latnomericn de Fs, Vol. 200 N1 (Otto 206) EL PROBLEMA DE LA IDENTIDAD PERSONAL. a numérica del yo de un cierto concepto metafisico de identidad per- sonal de origen cartesiano? eeecmeenss En este sentido cabe acotar que asi como generalmente se cree que la Deduccién tiene como motivacién principal refutar la nega- cin de la necesidad del principio causal, demostrando que este no es gestado empiricamente por una asociacién habitual de percep-

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