Está en la página 1de 3

FE EN MEDIO DE LAS PRUEBAS

Texto bíblico: «Visitó Jehová a Sara, como había dicho, e hizo Jehová con Sara como
había hablado. Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios
le había dicho» (Génesis 21: 1, 2).
INTRODUCCIÓN
Hoy en día es muy común escuchar sobre problemas originados en familias disfuncionales,
problemas que muchas veces terminan destruyendo la unidad familiar y así terminan
cayendo en las garras de Satanás. Debido a la entrada del pecado la imagen de la familia se
ha degradado, Dios la creó con un propósito divino, su atmósfera debía ser un pedacito de
cielo aquí en la tierra, los hijos debían ser criados bajo los más altos estándares de pureza y
santidad para ser dignos representantes y embajadores del cielo aquí en la tierra, pero desde
la caída, la perspectiva de la familia ha ido cambiando y hoy en día es un blanco
constantemente atacado por el maligno.
En el libro de Génesis 16: 1-16, encontramos la historia de Agar, al meditar en la historia
de esta mujer nos damos cuenta que es la clase de situación que nadie quiere que le suceda.
Abraham y Sara se habían unido en matrimonio hacía muchos años, con la ilusión de
formar una familia y de tener un heredero, pero los años habían pasado, Dios les había
hecho un llamado especial y a cambio de su obediencia se les daría una descendencia
grande que no se podría contar, pero los años pasaban y esa promesa no se había cumplido.
Sara cayó en la desesperación y Abraham había cedido a la incredulidad de Sara; en el
proceso se había creado toda clase de problemas, presentes y futuros. Agar quedó atrapada
en medio de la confusión, a ella no se le consultó en la toma de decisiones, no se le pidió
opinión, ni siquiera sabían si ella estaba de acuerdo, por lo contrario fue víctima de una
decisión creada por la duda.
DESARROLLO
I. LLAMADO PARA SER GRANDE (GÉNESIS 15)
Dios le había prometido a Abraham que sería el padre de una gran nación. A la edad de 75
años, Abraham comenzó a poner en práctica el programa de Dios y le fue reafirmada la
gran promesa de Dios de posteridad.
Abraham y Sara no tenían hijos, los años seguían pasando y Sara comenzó a desesperarse y
a dudar de la promesa de Dios. Sara convenció a Abraham de que tomara en sus propias
manos la voluntad de Dios.
II. VÍCTIMA DE LAS CIRCUNSTANCIAS
«Y Saraí mujer de Abram tomó a Agar su sierva egipcia, al cabo de diez años que había
habitado Abram en la tierra de Canaán, y la dio por mujer a Abram su marido» (Génesis
16:3).
Agar era la espectadora inocente, no tenía nada que ver con el problema de pareja que tenía
Sara y Abraham. Era egipcia y sierva en casa de Abraham.
Vivía confortablemente en el hogar de Sara y Abraham. Era de las favoritas de Sara, era
más joven que su ama.
Como fruto de aquella decisión nació Ismael, un hijo quien cambiaría la relación
matrimonial entre Abraham y Sara, más problemas surgieron como resultado de esta mala
decisión, los celos de Sara, el desprecio de Agar y como resultado de esto, la familia
comenzó a dividirse y la brecha creció entre ellos.
«Tanto Abraham como Sara desconfiaron del poder de Dios, y este error fue la causa del
matrimonio con Agar. Dios había llamado a Abraham para que fuese padre de los fieles, y
su vida había de servir como ejemplo de fe para las generaciones futuras. Pero su fe no
había sido perfecta. Había manifestado desconfianza para con Dios al ocultar el hecho de
que Sara era su esposa, y también al casarse con Agar» (Historia de los Patriarcas y
Profetas, 117-
143).
Si tan solo Sara y Abraham hubiesen tenido más fe y más confianza en la promesa de Dios,
muchos problemas familiares se hubiesen evitado; a raíz de la rivalidad y el desprecio,
Agar tuvo que salir huyendo junto con su hijo.
III. LA PROMESA CUMPLIDA
«Visitó Jehová a Sara, como había dicho, e hizo Jehová con Sara como había hablado. Y
Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho»
(Génesis 21: 1, 2).
Dios cumple sus promesas, el hijo esperado y anhelado por fin estaba en camino, y después
de tantos problemas familiares a falta de fe, Dios se encontraba obrando en esta familia.
El ser humano siempre debe confiar en las promesas de Dios, muchas dificultades vienen a
diario a las familias, retos diferentes, problemas con los hijos, problemas entre esposos y
cada día es más fácil dudar de Dios, de sus promesas y de sus cuidados. Pero, a la luz de las
Escrituras debemos tener la seguridad de que Dios es fiel, que él siempre cumple sus
promesas y que nuestra fe cada día debe crecer, nuestra fe cada día debe afianzarse más de
él, y solo de esa forma podremos vencer las adversidades.
CONCLUSIÓN
En muchas ocasiones quedamos atrapados en medio de problemas que nosotros no hemos
creado. Cuando esto sucede es necesario recordar que Dios sabe dónde estamos, él nos está
mirando y al final él pondrá todo en orden, no importa si el problema es grande, si no
tenemos nada a nuestro alcance, aunque parezca que lo único que nos espera es la muerte,
no olvidemos que allí está Dios.
Y al final de nuestra carrera en este mundo si tu fe se mantiene viva y tú y tu familia se
aferran de la mano de Dios, podremos cantar victoria y podremos encontrar nuestros
nombres como héroes de la fe, héroes que pese a las dificultades y a los problemas lograron
vencer y triunfaron en un mundo de pecado.
A pesar de que Abraham cometió equivocaciones, siempre se tomó de la mano de Dios y le
permitió que cumpliera sus promesas en su familia.

También podría gustarte