Está en la página 1de 6

Comentario al Sri Guru Granth Sahib

§1

«Un solo creador universal, Verdad es su nombre. Creadora su personalidad. Sin miedo, sin
venganza. Inmortal. Sin principio, sin fin, autoexistente» (1-1)1.

Ik-okaar sat naam kartaa purakh nirbha-o nirvair akaal moorat ajoonee saibha gur parsaad.

El nombre de Dios es la Verdad. Pero ¿qué es la verdad? Para la tradición occidental, la verdad
es la adecuación entre el sujeto cognoscente y el objeto conocido o, si se prefiere, entre la mente
(o el alma) y la cosa que se conoce: adaequaetio rei et intellectus. La verdad, por tanto, es lo ter-
cero, el resultado.

Verdad

Mente Objeto conocido

Pero, entonces, si esto es así, ¿cómo podría ser Dios verdad, si la verdad es un resultado, y Dios
es increado? En efecto, Dios existe en sí y por sí mismo o, como se nos dice, es autoexistente
(ajoonee). Pero, en esta autoexistencia o autonomía absoluta, Dios todavía no es verdad porque
todavía no se le conoce. Por ello, Dios debe revelarse, manifestarse. Es, entonces, cuando el
hombre sabe de él y Dios pasa a ser Verdad.
En efecto, también para los griegos, la verdad es alétheia, es decir, desocultamiento, ma-
nifestación. Por ello, la luz se ha considerado siempre y en todas las culturas como el símbolo de
lo verdadero y lo bueno, mientras que las tinieblas como símbolo del mal y la mentira. No son
pocas las expresiones que recogen este mitologema. Por ejemplo, «descubrir» es quitar el cubri-
miento a algo y, por tanto, hacerlo manifiesto. Asimismo, tanto lo «evidente» como lo «obvio»
son lo que se dan a la vista perfectamente. Dios, en definitiva, es verdad porque se desoculta y
sale de sí mismo, de su cerrazón, para hacerse evidente, para revelarse y, por tanto, para ser co -
nocido. En efecto, si alguien dijera que tiene una gran habilidad pero que no la quiere enseñar o
mostrar, nadie le creería.
Pero observemos lo siguiente. De acuerdo con lo que se nos dice, Dios no tiene forma
(akaal morat), es decir, es amorfo. Pero, nuevamente, de acuerdo con la tradición clásica occi-
dental, la forma (eîdos) es el aspecto en el que algo se manifiesta: si Dios es amorfo, Dios no
puede manifestarse y, por lo tanto, ser verdad. De hecho, lo que se conoce de algo es su forma,
no su materia. Es cierto que un aspecto aislado es, más bien, una apariencia, es decir, algo falso y
engañoso. Sin embargo, si se reúnen todos los aspectos de algo, todas sus manifestaciones, estas
apariencias son la esencia en sí misma del objeto: la idea. Por ejemplo, un día de Sócrates no ex-
1
Sigo la siguiente traducción: https://www.sikhs.nl/downloads/Spanish/SGGS%20in%20Spanish.pdf
plica quién es Sócrates, pero, en cambio, toda su biografía sí agota y explica todo lo que él es. En
todo caso, lo que importa retener ahora es que la forma, lejos de ser un defecto o una limitación,
es, más bien, una perfección. En efecto, en español se dice que algo es formoso (hermoso) por-
que tiene forma; lo amorfo, en cambio, es lo desagradable, lo antiestético. Por ello, en el arte se
busca la proporción, la simetría, la forma. Así, si Dios es amorfo, no solo no puede manifestarse
y, por lo tanto, ser verdadero, sino que, además, es desagradable, desproporcionado. Es más, de
acuerdo con la segunda acepción de amorfo en la RAE, lo amorfo es lo que «carece de personali-
dad y carácter propio». Pero Dios, se nos dice en este fragmento, es «personalidad creadora».
Como se ve, es un tanto contradictorio lo que aquí se nos dice. Sobre todo, porque si Dios no es
forma, entonces, es materia. Pero si es pura materia, entonces, Dios no existe, porque la materia,
tal como lo ha mostrado Aristóteles, es pura potencialidad, pura posibilidad, pero no existencia.
La existencia es la forma y la forma es el acto. De hecho, de acuerdo con la definición de Aristó-
teles de Dios, Dios es acto o forma pura.
Pero sigamos adelante.

§2

«Aunque medites en Él millones y millones de veces nunca acabarás de comprenderlo; por
más que pienses profundamente en Él, la mente no se desprenderá para unirse con Él» (1-
5).

Sochai soch na hova-ee jay sochee lakh vaar.

Para el sijismo, como para otras muchas religiones como el islam, Dios no se puede conocer. Sin
embargo, como se ha visto en el § 1, si Dios no se puede conocer, entonces, Dios no puede ser
verdad. Pero Dios es la verdad.

Verdad o Dios conocido

Hombre Dios autoexistente

El sijismo, al contrario que el islam, tiene la ventaja de que Dios no es Uno, sino que, más bien,
es Múltiple, aunque no quede demasiado clara la naturaleza de esta multiplicidad. A veces, en
efecto, se nos dice que Dios es Brahma, Shiva y Vishnú 2 y, a veces, que es Parawati y Lakshmi.
En todo caso, es claro que el monoteísmo del sijismo (y del hinduismo) es un monoteísmo com -
plejo; de hecho, el Trimurti remite irremisiblemente a la Trinidad.
Pero ¿por qué es una ventaja que Dios sea múltiple? El monoteísmo se ha considerado
siempre un avance teológico respecto al politeísmo. Principalmente, porque, si se cree en un solo
Dios, entonces, todo se simplifica. Al menos, aparentemente. Porque, en efecto, si uno tiene la

2
En el Rig-Veda el Trimurti lo componen: Indra, Agni y Soma.
paciencia de reflexionar sobre qué significa que haya un Dios Uno, entonces, todo se vuelve real-
mente complicado y hasta absurdo. Veámoslo.
Por un lado, tenemos a al Dios-Uno, del que decimos, entre otras cosas, que es creador,
omnipotente, omnisciente e infinito. Pero si Dios es Uno, ¿cómo es que tiene múltiples determi-
naciones e incluso infinitas? Aunque, de hecho, no es solo que tenga múltiples determinaciones,
sino que estas son, más bien, contradictorias entre sí. En efecto, si Dios es Uno, entonces, no
puede ser creador, porque crear es poner la dualidad, escindirse. Sobre todo, cuando esta duali-
dad, el mundo, se caracteriza por ser finito. La infinitud de Dios se reproduce, se desdobla, pero
lo hace de un modo defectuoso e impotente: es incapaz de crear un mundo igual de infinito que
Dios. Es más, tal como se lo representa, Dios está por un lado, en el más allá, y el mundo por el
otro, en el más acá, de tal manera que lo infinito y lo finito no se tocan. Pero, de esta manera, lo
infinito, al no contener lo finito, al dejarlo en un más allá, se vuelve en sí mismo finito, limitado.
Dios, por lo tanto, ni es infinito ni es omnipotente. De hecho, la omnipotencia de Dios también
se pone en tela de juicio cuando aceptamos que un triángulo, en ningún caso, puede tener dos la-
dos. Pero no solo ello. La omnipotencia, se dice, es la capacidad de hacer cualquier cosa. Pero,
por tanto, de hacer cualquier cosa que todavía no está hecha, que no sea. Pero, si esto es así, en-
tonces, Dios no es omnisciente, porque el saber es siempre de lo que es, de lo que de hecho ya
existe. Omnipotencia y omnisciencia, en efecto, se niegan, son opuestas. Como se niega el ser-
uno y el ser-creador o el ser-infinito y el ser-finito.
En cambio, si se acepta que Dios no es Uno, sino Triple, se tienen múltiples ventajas ex -
plicativas. Por un lado, podemos decir que Dios puede ser verdad por sí mismo.

Vishnú

Brahma Shiva

En efecto, Dios, si ha de ser verdad por sí mismo, ha de tener una naturaleza triple. Por un lado,
él existe de manera autoexistente, es Brahma. Este existir autoexistente coincide con el ser-uno
de Alá o, más precisamente, de Yahvé, cuyo nombre no significa tanto «yo soy el que es» como,
más bien: «Yo soy». Dios, en su autoexistencia, se afirma a sí mismo en primera persona. Pero
en esta autoafirmación absoluta Dios es incapaz de ser verdad, porque, para ser verdad, ha de ser
conocido por otro. Este otro, sin embargo, no puede ser diferente de sí mismo, ya que, en este
caso, Dios no sería verdad por sí mismo, sino por otro. Por ello, Dios mismo se reproduce, se
desdobla, de manera absoluta. La reproducción finita (vegetal, animal y humana) es incapaz de
ponerse a sí mismo desde sí mismo y, por ello, necesita el auxilio de otro: macho y hembra. El
resultado, en todo caso, es distinto del padre y de la madre. En cambio, Dios se reproduce a sí
mismo absolutamente: no solo no necesita auxilio, sino que, además, el resultado es él mismo,
idéntico a él y no cae fuera de su esencia. Este es el proceso de la vida, la autorreproducción infi-
nita. Sea como sea, ahora hay dos Dioses idénticos. Uno se conoce por el otro. Y como este co-
nocimiento es tan verdadero como los Dioses que se conocen, entonces, se tiene el tercer Dios
como la Verdad en sí misma.
Verdad

Dios cognoscente Dios conocido


Dios conocido Dios cognoscente

La diferencia entre el Trimurti y la Trinidad es que, en el Trimurti, esta estructura propiamente no


se da. Brahma es el Dios creador; Visnhú el Dios conservador; y Shiva el Dios destructor. Es
cierto que en cada caso se trata del mismo Dios, pero, como se ve, en realidad, estos Dios no son
más que funciones divinas. En todo caso, el Trimurti ni siquiera es realmente importante en la
tradición hindú: todavía hoy se siguen adorando a avatares como Rama o Krishna 3. En cambio,
para el cristianismo, la Trinidad es el único y verdadero Dios. De hecho, cada miembro o persona
de la Trinidad es una substancia en sí misma y no una mera función.

Dios Espíritu

Dios Padre Dios Hijo


§3

Pero veamos la triplicidad de Dios aún de otro modo. No hay conocimiento sin conciencia, y la
conciencia siempre es conciencia de algo. Así, si Dios es omnisciente, ha de tener conciencia de
algo. Pero Dios es omnisciente incluso antes de la creación; si no fuese así, entonces, su omnis-
ciencia dependería del mundo, sería un saber relativo, finito, limitado. Así, antes de la creación,
todo el saber de Dios era él mismo. O, de otro modo: Dios era autoconsciente: sabía de sí mismo.
Es más, para ser plenamente uno mismo, se ha saber quién se es: si Dios no se conociera a sí mis-
mo, sería, por ejemplo, una mesa, peor aún, un loco, un enajenado.
Dios, pues, tiene una idea de sí mismo. Pero, para que esta idea sea verdadera, ha de con-
tener todo lo que Dios es. Y, por tanto, ha de contener toda su realidad. O sea, en última instan -
cia, esta idea ha de ser también Dios. Así, Dios se conoce a sí mismo como otro Dios, aunque
este otro Dios sea él mismo. Es más, cada Dios se conoce en el otro. Se trata de un conocimiento
intersubjetivo. Pero, nuevamente, para que este conocimiento mutuo sea verdadero, ha de ser tan
real como Dios y, por ello, ha de contener todo lo que él es. O sea, el conocimiento, que es la
3
En el Bhagavad-gītā, Krishna es el ser supremo; sin embargo, otros lo consideran un simple avatar de Vishnú.
verdad, ha de ser Dios. Se tienen, pues, tres Dioses: el Padre (origen), el Hijo (perfecta imagen
de Dios) y el Espíritu (conocimiento de Dios en su imagen). Por ello, si Dios fuese Uno, no po-
dría conocerse: el saber es siempre alguien que sabe de algo, la diferencia es necesaria. El cono-
cimiento se constituye en la relación entre alguien que conoce y algo conocido4. O sea, el cono-
cimiento es la relación resultante entre dos extremos.

§4

Pero ahora hay que ver, de otro modo, si Dios es o no cognoscible, y, si lo es, de qué modo o por
qué vía. En primer lugar, baste decir que, si no lo fuese, entonces, no podría ser verdadero. La
verdad, se ha dicho, es el resultado entre alguien que conoce y algo conocido. Por ello, necesaria-
mente Dios debe ser cognoscible y se han de dejar a un lado los pruritos piadosos que defienden
su incognoscibilidad. De hecho, esta piedad que pretende ser devota es, más bien, apostasía. En
efecto, en todas las religiones, Dios se ha revelado, se ha manifestado: ya sea en forma de poder
(lluvia, sol, guerra, etc.), ya en forma de persona o avatar (Krishna, Zeus, Apolo, Jesucristo, etc.),
ya en forma de enseñanza o libro (el Corán, el Bhagavad-gītā, el Guru Granth Sahib). El hom-
bre sabe de Dios; de hecho, en algunos casos sabe directamente de él: Jesucristo es Dios, el Co-
rán es la palabra misma de Dios, así como lo son también el Bhagavad-gītā, el Guru Granth
Sahib. Por ello, decir que el hombre no puede conocer la verdad, es decir que Dios se ha revela -
do de un modo falso o que Dios se ha dejado algo por decir, por revelar y que justamente esto
que todavía no se ha dicho o revelado es lo verdaderamente verdadero, es decir que Dios o nos
engaña o es egoísta. Pero Dios ni engaña ni es egoísta. De ahí, en fin, que lo que nos ha revelado
es todo lo que se había que revelar y todo lo que es de suyo verdadero.
Ahora bien, puesto que se tiene una multiplicidad de dioses, cabe preguntarse cuál de to-
dos ellos es el verdadero. Podría parecer una tarea harto difícil, pero, para ello, basta con analizar
la propia estructura de la verdad, cosa que, por lo demás, ya hemos hecho en repetidas ocasiones.
La verdad es el resultado entre un sujeto que conoce y un objeto conocido. Dios, por tanto, ha de
ser triple. Pero, con ello, solo determinamos la verdad de Dios en sí y por sí mismo, no para
otro. O sea, de lo que se trata es de preguntarse cómo Dios puede ser verdad para el hombre o,
mejor, cómo el hombre lo puede reconocer como la verdad. Se ha dicho que la verdad es la ade-
cuación entre sujeto y objeto. Por ello, ambos, sujeto y objeto, han de tener algo en común. Lo
que tienen en común Dios y el hombre es la razón, la inteligencia, la mente o como se lo quiera
llamar. En efecto, en el Génesis, por ejemplo, se dice que el hombre, tras comer del árbol de la
ciencia, es decir, del saber y de la razón, pasa a ser como Dios (Génesis 3:22). A Dios, en efecto,
se le ha considerado siempre la Razón del universo o también la Ley que explica todos los fenó-
menos y lo gobierna todo. Pues bien, siendo hombre y Dios racionales, para que el hombre pue-
da reconocer a Dios como verdadero, hace falta que Dios se le presente al hombre racionalmen-
te. Dios, en efecto, no puede ser algo que se funde en el sentimiento: los animales no tienen reli-
gión. Ni nada que tenga que ver con lo puramente subjetivo: Dios es lo común a todos, es decir,
no es nada privado. Dios ha de ser racional. Y ello quiere decir, de otro modo, que ha de ser ex-
plicable, conceptualizable, definible. Pero el Sri Guru Granth Sahib, así como el Corán y otras
tantas religiones y sectas como la mística, entienden que Dios es lo indefinible porque definir es
limitar, finitizar. Pero Dios, dicen, es infinito. El problema es que entienden lo infinito como una
línea que se extiende indefinidamente, que no tiene fin. Pero lo indefinido es lo inacabado, lo im-

4
En el autoconocimiento me divido a mí mismo, me pongo como objeto. Soy, por tanto, dos: el que conoce y lo co -
nocido. El conocimiento resultante es lo tercero.
perfecto. Pero Dios es perfecto, está acabado del todo. Por ello, necesariamente ha de ser defini -
do. Su infinitud, por tanto, no es la infinitud de una recta que se extiende idenfinidamente, sino la
del círculo: de aquel que comienza y acaba en sí mismo. Esta es la imagen de Dios en el mundo
griego: de Parménides a Aristóteles.

También podría gustarte