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Introducción: En la historia de Guatemala se han registrado sólo dos acontecimientos

sociopolíticos a los cuales se ha asociado el término "Revolución". Uno de ellos es el que se


conoce con los nombres de Reforma Liberal o Revolución de 1871; el otro es el movimiento
que comprendió la década 1944-1954, y que se inició con el levantamiento cívico-militar del
20 de octubre del primero de estos años. Ocasionalmente, sin embargo, se ha puesto en tela
de juicio si aquellos dos acontecimientos fueron en realidad revoluciones o simples cambios
coyunturales, como otros tantos anteriores y posteriores a ellos.
Movimientos revolucionarios de 1871
El 1° de mayo de 1865 se inauguró la administración de Vicente Cerna y, dos años después,
apenas, se produjo el primer movimiento armado de oposición. Aquellos particulares
acontecimientos, del 23 de enero de 1870, fueron descritos después por un intelectual de la
época, Ramón A. Salazar.
Con el objeto de consolidar el orden institucional, que ya mostraba hondas grietas en
diferentes partes del país, el gobierno adoptó una serie de medidas represivas contra los
líderes más visibles de la oposición. Entre éstos descollaba Miguel García Granados, quien
hacía una moderada crítica a las políticas gubernamentales desde un asiento de la Asamblea
Nacional, pero que, en aquella ocasión, no pudo abstenerse de condenar aquel acto de
barbarie contra los restos mortuorios del Mariscal Cruz.
En 1870, como resultado de las aludidas medidas represivas, García Granados fue reducido a
prisión, pero logró la protección del representante diplomático de la Gran Bretaña, Edwin
Corbet, y salió al exilio con destino a Estados Unidos de América. Allí definió su lucha frontal
contra el régimen establecido en Guatemala. Consiguió comprar cierto equipo de guerra y un
apreciable lote de armas modernas (200 fusiles remington, 15 winche- ster, un obús, el parque
necesario, espadas, uniformes, y otros materiales de guerra), todo lo cual trasladó hasta el
Estado de Chiapas. De inmediato entró en contacto con Justo Rufino Barrios, quien
merodeaba con piquetes de insurgentes en la zona fronteriza. Con el apoyo del gobierno
mexicano, y de manera conjunta, organizaron el movimiento armado que se convirtió en la
llamada Revolución Liberal de 1871.
La Revolución Liberal de 1871
En marzo de 1871 emprendieron a la invasión del territorio de Guatemala, al frente de mu
contingente importante, sobre todo por el tipo de armamento que portaban, pero también en
términos de la identificación con una causa bien definida, y en función de una decidida
entrega al sacrificio extremo. En los cuatro Considerandos del Acta cita- 155 Justo Rufino
Barrios (1835-1885). Busto en mármol, esculpido por Roberth Lowis Carrier Belleuse, París, c
1900. Se afirmaba que el gobierno "oligárquico y tiránico de Cerna se había hecho intolerable
a la nación, por sus actos arbitrarios, su crueldad y sus reiteradas violaciones a las leyes y a
las garantías individuales; que el mandatario era un usurpador, por arrogarse facultades que
las leyes no le concedían, y por perseguir o atacar a los miembros de la Representación
Nacional; que la Hacienda Pública estaba arruinada, además; que estaba comprometida la
independencia del país, como consecuencia de un empréstito ruinoso e ilegal firmado
recientemente por el gobierno; y, finalmente, de modo categórico, se afirmaba que, en tales
casos, los ciudadanos tienen, no sólo el derecho, mas también el deber de resistir a la tiranía.
Por lo tanto, se asentaba en el documento referido, se desconocía al gobierno del tirano y
usurpador Vicente Cerna 30 de junio, la población, que se había levantado muy temprano, vio
tremolar en las torres de la ciudad, multitud de banderas blancas en señal de paz v libertad.
"El pueblo, en forma de avalancha, se lanzó hasta extramuros de la capital. Llenaba toda la
gran calzada que viene desde el Guarda Viejo hasta la Plaza de Armas. Jamás ha visto la
capital mayor regocijo.
Ese día se cantó y se lloró, todo de alegría. Ese día es oyeron himnos patrióticos, que surgían
espontáneos del fondo de los corazones; ese día, en fin, alboreó, espléndida y hermosa, la luz
de la Nueva buena en nuestro país, esa luz de libertad, que tanto trabajo nos ha costado
mantener encendida y que tantos sacrificios ha costado al país.
Para concluir la anterior síntesis formal de la gesta militar de 1871, quizás sólo sea necesario
agregar que el General Miguel García Granados gobernó hasta el 4de junio de 1873, aun
cuan- do había presentado su formal renuncia al cargo de Presidente Provisorio desde el 28
de diciembre de 1872.
Trasfondo ideológico y social de la Reforma
En el famoso manifiesto publicado por García Granados en la ciudad de San Marcos,
precisamente el 10 de mayo de 1871, se enunciaron, por primera vez, algunos de los
principales postulados ideológicos de la Reforma Liberal. García Granados expresó
claramente, en aquel documento, los siguientes objetivos de su futuro gobierno:
"Queremos que, en vez de un gobierno dictatorial y tiránico como el presente, se establezca
otro que no tenga más norma que al justicia; que en vez de atropellar las garantías, las acate
y respete, y en una palabra, que en vez de gobernar según su capricho o su interés privado,
sea simplemente un fiel ejecutor de las leyes, sumiso y jamás superior a ellas; queremos que
des- aparezca la llamada Acta Constitutiva, que no es sino un documento informe y absurdo,
fraguado con la mira de establecer una dictadura, de al cual sacan partido, algunas pocas
personas que le sirven de agentes y satélites; queremos que haya una verdadera
Representación Nacional, libremente elegida y compuesta de hombres independientes, que
tengan celo por el decoro nacional y el cumplimiento dela ley.
El liberalismo, la doctrina política que daba fundamento al régimen, y que se trató de aplicar
más concienzudamente bajo el mandato de Barrios, es decir, a partir de 1873, trató de
introducir, en general, una ciencia moderna con orientación utilitaria, la libertad de conciencia,
la educación laica, el libre comercio, el progreso material, la separación entre la Iglesia y el
Estado, la eliminación de los monopolios, la expansión demográfica y el respeto a los
derechos del individuo.
Un programa tal, resumido en la forma anterior, demandaba, en la Guatemala de la época, un
esfuerzo extraordinario de transformación social, política, económica, educativa y de otros
muchos órdenes. Requería, entre otras cosas, la habilitación de todos los medios de
comunicación posibles, tales como carreteras, puertos, puentes, procedimientos modernos de
locomoción y de transporte. Exigía la reorganización de los sistemas educativos, la
consiguiente formación del equipo necesario de preceptores y un amplio programa de
construcción de edificios escolares. Progreso, civilización, libertad, instrucción pública, libertad
de cultos, todos éstos, y otros semejantes, eran los pilares en los que descansaba la doctrina
liberal. No era fácil, después de los 30 años del régimen conservador, y frente al
extraordinario poder adquirido por la Iglesia y por una poderosa elite que tenía fuertes
entronques económicos e intelectuales, emprender una transformación que se apegara, de
manera rigurosa, a los ideales, a los principios, a los fundamentos filosóficos y a los objetivos
pragmáticos del liberalismo.
Las grandes contradicciones del liberalismo
El liberalismo de la época, en particular el promovido por Barrios, comenzó a caer en el
terreno delas utopías, de los idealismos desvinculados de la realidad nacional; en la
inflexibilidad, a la intolerancia, los fanatismos aun; es decir, los vicios que le hicieron emerger
y que justificaban su existencia en la sociedad cerrada y obtusa de los anteriores 30 años. Es
innegable que el país necesitaba cambios, profundos e inmediatos, v que los núcleos
generadores de tales transformaciones impostergables se encontraban tanto fuera como
dentro del país.
Cuando fue necesario otorgar una apariencia legal a los procedimientos coercitivos que
implicaba aquella forma de trabajo obligado, se emitieron leyes arbitrarias, discriminatorias,
nugatorias de la filosofía liberal, tal como el famoso Reglamento de Jornaleros, contenido en
el Decreto Gubernativo N° 177, del 3 de abril de 1877. Además de regular los detalles de la
contratación laboral en el campo, dicho instrumento jurídico perseguía los objetivos señalados
en una Circular dirigida a los Jefes Políticos de la República.
En la práctica, en consecuencia, los indígenas fueron despojados, por mecanismos legales o
cuasi legales, de sus tierras comunales; se les marginó, progresivamente, dentro de los
límites del minifundio; se les convirtió en la fuente obligada de mano de obra, pagada de modo
inequitativo; y, lo que es peor aún, se les consideró, de manera sistemática, como un
"problema", que sólo se podía resolver mediante la tarca de "civilizarlos" o "ilustrarlos", pero
esto significaba, en al práctica, la eliminación de su entidad cultural y de su independencia
económica, bajo el pretexto de su educación, su incorporación en la sociedad, y aun su
dilución genética, esto es, su mezcla con nosotros "razas", supuestamente superiores.
Las reformas liberales, por consiguiente, tuvieron efectos devastadores en las comunidades
indígenas. Impusieron una cultura de pobreza y de violencia, equivalente a la de una
"segunda conquista". En suma, los liberales de 1871 pensaban, respecto de los aborígenes,
igual que sus antecesores de la post independencia, es decir, en forma abiertamente
despectiva y discriminatoria. García Granados, quien, en la primera parte del período liberal,
abogó por cambios moderados y progresivos, fue echado por la borda, en un proceso en
verdad enjundioso, pero ambivalente, atropellador; supuestamente basado en la libertad y la
democracia, pero impulsado por la tiranía y la dictadura.

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