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En el tranquilo pueblo de Primavera, donde los campos florecían con colores vivos y el

aroma a frescura impregnaba el aire, vivía una joven llamada Isabella. Ella pasaba sus
días entre los libros y las flores, soñando con encontrar el amor verdadero.

Un día, mientras paseaba por el mercado local, sus ojos se encontraron con los de un
apuesto forastero llamado Lucas. Con su mirada cálida y su sonrisa gentil, capturó el
corazón de Isabella al instante.

A medida que pasaban los días, Isabella y Lucas se encontraban cada vez más,
compartiendo risas y confidencias bajo la luz del sol y las estrellas. Sus conversaciones
fluían como el río cercano, y pronto descubrieron que tenían mucho en común, desde
sus sueños más profundos hasta sus temores más ocultos.

Pero su amor no estuvo exento de desafíos. La familia de Isabella desaprobaba su


relación con el forastero, temerosos de que su hija se enamorara de alguien ajeno al
pueblo. Sin embargo, el amor entre Isabella y Lucas era más fuerte que cualquier
obstáculo que se interpusiera en su camino.

Decididos a estar juntos, Isabella y Lucas idearon un plan para escapar del escrutinio de
la sociedad y buscar su felicidad en otro lugar. Bajo el manto de la noche estrellada,
huyeron juntos hacia un futuro incierto, pero lleno de promesas de amor eterno.

— Christine Roso.

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