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Alice Canton: “Expreso la política a través de lo que viven las personas”

Martina Vidret

Other [Chinese] es un espectáculo de teatro documental en vivo que examina la


multiplicidad de la identidad china. El proyecto amplifica las voces de la comunidad local de
Buenos AIres y revela lo que significa ser chino, aquí y ahora, entrecruzando aspectos de la
identidad migrante. Este domingo y lunes se presentará en Buenos Aires en el teatro
Dumont 4040 (Santos Dumont 4040), a las 20hs.
Alice Canton, la directora y creadora de la obra, es neozelandesa y tiene ascendencia china
y europea. Es fundadora de White_mess (desorden caucásico), una estructura abierta y
creativa que facilita la producción de proyectos y colaboraciones teatrales muy diversas. En
2017, Other [Chinese] recibió el premio de Mejor Espectáculo por Metro Magazine, además
de ganar el Premio a la Excelencia por Producción General y la Copa Hackman a la
Producción Más Original en los Premios de Teatro de Auckland.
En palabras de la coordinadora del proyecto, Joicy Xu: “Creo que muchos otros desafíos
que son específicos de Argentina tienen que ver con el idioma. En China, muchos de ellos
estudian inglés en la escuela. Entonces al mudarse a un país de habla inglesa, no están
empezando desde cero. Mientras que el español es un idioma totalmente nuevo. Es posible
que algunos de ellos también tengan menos sistemas de apoyo, porque está más lejos de
su ciudad natal”.

Viniste con Other [Chinese] por el FIBA, en donde se cruzan espectáculos


internacionales, transnacionales y nacionales. ¿Conocías algo del teatro argentino?
¿Viste algo, leíste algo?
Me llama la atención, como no argentina, que el teatro independiente porteño es muy fuerte,
y que los artistas tienen una voz muy distinta. ¡No puedo creer cuántos teatros y espacios
culturales hay en esta ciudad! Se siente como si la disciplina fuera muy diversa, y también
en términos de qué voces están contando historias en este momento. Solo he logrado ver
una función mientras estuve acá, una función coreográfica argentina-francesa, como
realmente interesante. Fue al aire libre, hubo proyecciones y baile. Así que sí, siento que es
una cultura teatral muy rica.

¿Cómo es el teatro en Nueva Zelanda?


El teatro en Nueva Zelanda va de la mano con nosotros tratando de descubrir quiénes
somos como país. Entonces, muchas de las voces que están surgiendo tratan de desafiar
quiénes somos, por qué somos quiénes somos. Por supuesto, tenemos una sólida historia
de teatro del estilo anglosajón, una especie de teatro tradicional, pero a la vez hay estilos
más New Wave que resuenan mucho. El teatro allá es realmente fuerte, muy
interdisciplinario, más que nada entre la danza, el teatro y el sonido. Y definitivamente
también hay un fuerte cruce con la comunidad de artes visuales. Además de eso, hay
algunas voces indígenas realmente interesantes.
¿A que te referís con cultura indígena?
Tuvimos una revitalización de la cultura indígena en Nueva Zelanda en los años 80’. Ahora
estamos viendo una segunda ola, que viene a través de los hijos de esa primera ola. Son
todos hablantes indígenas nativos. Y eso se expresa a través de la cultura, tanto en el
teatro, la música, la danza, ese tipo de cosas. Y mucho de eso se trata de una cultura de
recuperación. Muchas universidades de Artes están haciendo que el idioma maorí sea
complementario para sus profesores. Estamos viendo mucho teatro maorí, que se
representa totalmente en una lengua indígena.

En tus redes aparecés como “White_mess”. ¿Cómo surgió ese seudónimo?


Como artista, trabajo mucho con muchos artistas y colaboraciones diferentes. Entonces,
White Mess es mi práctica colectiva. Como artista, estoy interesada en el lugar que el ego
de los artistas juega dentro del trabajo. Siempre es a menudo muy jerárquico, ¿no? Tenés
un artista arriba y luego todos los demás abajo. Y, además, tener un seudónimo significa
que puedo proteger mi propia identidad, supongo, como Alice.

Tanto en Other [Chinese] como en otras de tus obras aparecen críticas sociales.
¿Considerás que tu teatro es político?
Lo personal es político. No le tengo miedo a esta noción de ser político. Creo que en todo
caso, cuando la gente piensa en política, creo que piensan en política con P mayúscula, y a
mí lo que me interesa es la política con p minúscula: lo social dentro de lo político. Creo que
las personas que tienen aversión al teatro político lo piensan institucional, o como una idea
sistémica de lo político, o como una idea formal de la política. Yo estoy interesada en algo
que es más invisible, y que no deja de ser político por eso. Expreso la política a través de lo
que viven las personas, y a través de sus lugares y sus cosas. Entonces, si hacés un trabajo
sobre identidad y venís de una comunidad que podría estar típicamente marginada, y tu
trabajo se trata de la recuperación de la identidad, inevitablemente te volvés político, aunque
estés hablando de quién sos y de qué hacés en el mundo. Así que a veces me pregunto si
hay si se percibe que es política, incluso si esa no fuera su intención. Si tomamos a Other
[Chinese] como ejemplo, si yo lo presentara como teatro político creo que la gente pensaría
que tiene una agenda política, de la política de la P mayúscula. En Other [Chinese] aparece
la política en tanto que las personas puedan representarse a sí mismas en un espacio
donde pueden contar su propia historia.

Contame de Other [Chinese].


Other [Chinese] es como un iceberg. La parte más visible del trabajo es este espectáculo, el
documental en vivo, que es donde el público viene y experimenta estas historias que nos
contó la comunidad. Pero en realidad es toda una activación para un grupo de comunidades
que provienen de la diáspora china. La obra trata de provocar esta pregunta sobre la
identidad en relación con la raza, la etnia y la cultura, sin tratar de llegar a una respuesta. Es
todo un desafío investigar el entendimiento mutuo dentro de estas comunidades. Así que
Other [Chinese] es solo un espacio para que lo averigüemos.

¿Cómo hiciste acá en Buenos Aires? ¿Fuiste al Barrio Chino y convocaste gente para
que participe?
Sí, estuvimos acá durante las últimas dos semanas, entrevistando a personas de la
comunidad para evaluar cómo hablarle a la comunidad, hacer que nos conozcan, y convocar
a los que estén dispuestos a contar su historia y participar del espectáculo. Eso lo pueden
hacer ya sea con una entrevista con nosotras, al estilo de una entrevista privada, o lo
pueden hacer en un taller grupal, un taller privado, o incluso en la obra misma. Nosotras
facilitamos la conversación, digamos. Después, la siguiente fase es el taller, que es una
conversación grupal. Como estamos acá por un período de tiempo muy corto, decidimos
organizar las entrevistas, y dejar a las funciones como espacios para que se reúnan y se
conecten como grupo. El público va a ver a la gente descubrir cosas de sí mismos y de la
comunidad por primera vez.

¿Las entrevistas están en inglés, español o mandarín?


Yo sólo hablo inglés. Joicy Xu, la coordinadora del proyecto, habla mandarín, cantonés e
inglés. Y luego tenemos una especie de enlace comunitario con Carlos Lin y Zhongbo Li
Zhang, que hablan español y mandarín. Entonces, Joycy en gran medida lleva a cabo ese
trabajo emocional de traducción para los hablantes de chino mandarín. Diría que en realidad
una parte realmente crítica del trabajo es la noción de traducción. La pregunta sería: ¿qué
se pierde en ese ida y vuelta? También está lo que se convierte en una nueva percepción,
porque tenés que decir todo dos o tres veces, básicamente. Acá gran parte de la audiencia
va a ser de habla hispana, así que cada vez que se comparta algo, se tendrá que llegar a
ese idioma. Va a haber traductores, pero sin pretender una especie de formalidad limpia: los
participantes van a hablar, los traductores van a hablar, y se va a chocar una voz encima de
la otra, y yo voy a estar preguntando las cosas que no entendí. Toda la experiencia va a ser
un verdadero acto de traducción.

¿Hiciste esta obra en otras partes del mundo?


La presentamos en Nueva Zelanda. Hice talleres en Australia, pero sin ponerla en escena.
Había organizado una gira internacional, y apareció la pandemia. Estamos volviendo al
escenario después de tres años de talleres. La diferencia significativa entre lo que estamos
haciendo acá y lo que hice hasta ahora es que es la primera vez que la obra no está dentro
de una especie de colonia anglosajona, donde el inglés es el primer o segundo idioma de los
participantes. Las entrevistas en Buenos Aires fueron en parte en inglés, español, mandarín,
cantonés, otros cuatro idiomas. Me vi forzada a cambiar mi relación con el trabajo, porque
no puedo conducir la conversación por mí misma. Es un gran desafío.
¿Qué diferencias o similitudes notaste entre la comunidad china australiana, la
argentina y la neozelandesa?
Una similitud evidente es que existe una comprensión compartida de algunos valores, una
alineación de experiencias que tienen que ver con encajar, con el tipo de familia que se
forma. Por el otro lado, una diferencia es que la comunidad china de Buenos Aires viene en
su mayoría de Fujian, una provincia al sur de China, así que muchos de nuestros
participantes comparten una historia y pueden entenderse entre sí con mayor facilidad. En
Nueva Zelanda y en Australia, las comunidades chinas provienen de varios lugares
diferentes. Hay personas que incluso vienen de afuera de China, pero que todavía se
identifican como chinos: pueden ser de Singapur, incluso de Taiwán, Hong Kong o Malasia.
Además, en términos históricos la comunidad argentina tiene una ola de migración posterior.
En Nueva Zelanda o en Australia, si bien existen esas mismas olas migratorias, la
comunidad china es más antigua, y quizás porque es más antigua está más incluida en la
sociedad. La comunidad aquí es muy diferente. Y realmente desafió mi propia visión del
proyecto, porque surgieron ideas nuevas a partir de no estar familiarizada con el clima
cultural argentino o latinoamericano. Tuve que aprender eso junto con aprender sobre la
comunidad argentina.

¿Qué desafíos enfrenta o enfrentó cada comunidad?


Creo que en Nueva Zelanda, en Australia, en Estados Unidos y en el Reino Unido hay
familias de tres o cuatro generaciones nacidas ahí, y un desafío para ellos es reconectar con
ser chinos. A partir de ahí, tenés una comprensión muy clara de quién es esta persona y
cómo encaja dentro de la comunidad, el contexto en el que vive. Acá las personas tienen
una comprensión muy sólida de su identidad china, porque son chinos. No hay ninguna
duda de eso. El desafío entonces es que su identidad sea aceptada acá. Lo que siempre ha
impulsado este trabajo es tratar de fomentar un sentido de conexión. Entonces, incluso en
Nueva Zelanda, los chinos sienten que no siempre son aceptados, por lo que siempre son
aceptados en las comunidades. Ayer hablamos con una persona que lleva veinticinco años
acá, y trabaja en una lavandería. Llegó con 40 años, no hablaba nada de español, y ahora
habla español lo suficientemente bien como para conversar con sus clientes. Pero, para
poder aprender el idioma, tuvo que escribir palabras claves en post-its, y pegarlas en la
pared y seguir repitiendo esas frases. Tenía algunas preguntas que le podían hacer, y
señalaba las respuestas según qué post-it correspondiera. Y así fue como empezó a
aprender español.

¿Aparecen historias como esta en la obra?


No siempre, no todo. Los participantes no quieren compartir todos sus traumas con el
público. Particularmente, si alguien está diciendo algo que podría no ser muy agradable de
escuchar, prefieren decirnos en privado y luego recortar de eso lo que pueden decir
públicamente. Creo que también hay una cosa generacional: las personas mayores tienen
menos ganas de hacer mucho ruido, y después está la gente más joven a la que sí le gusta
eso, esa es su verdad, y quieren hablarlo y quieren hacerse cargo públicamente de lo que
les sucede.

Y una última pregunta, aprovechando que les preguntás esto a los participantes: ¿qué
significa para vos ser china?
Siento que realmente ha sido un desafío estar acá, justamente por esa pregunta. Me planteó
una crisis personal, casi. Mi respuesta solía ser que hay un conjunto de valores que le
atribuía a la cultura china, en torno a la familia, en torno a ser serviciales, a una visión
colectiva del mundo. Me refiero, por ejemplo, a respetar y cuidar a los ancianos, a
representar bien a tu familia, honrarla con las acciones que hacés y la forma en la que te
presentás. Ahora que estoy acá, y escuché nuevos testimonios y nuevas historias, pienso
que no sé si puedo atribuir eso a ser chino, o si es solo una forma en que mi madre me crió,
o si me crió así porque era china, o si es porque me crió en Nueva Zelanda. Así que hoy no
tengo una respuesta directa para eso.

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