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Que todas las vaquitas de Argentina griten Mu

¿Hasta dónde puede llegar alguien para conseguir lo que quiere? Que todas las
vaquitas de Argentina griten Mu ofrece, en un tríptico tan gracioso como revelador,
tres respuestas a esta pregunta. Las escenas, independientes entre sí, intentan
mostrar algo que se repite en la Antigua Grecia, en la Argentina de principios y
finales del siglo XX. En la primera, héroes griegos pelean por la herencia de las
armas del recientemente fallecido Aquiles. En la segunda, una familia de inmigrantes
italianos se enfrenta a las implicancias económicas de una sequía trágica. Y, en la
última, una producción cinematográfica se ve problematizada por los roces entre
Fabiana Fever, estrella en decadencia, y Concepción Amoral, la sensación joven del
momento.
Qué es lo que insiste entre los actos no tiene una respuesta única. La miseria, el
intento de aprovecharse del otro, personajes que compiten entre sí, el destino cruel
de cada uno. No es una obra que cierre sentidos, sino todo lo contrario. La pregunta
es siempre: ¿hasta dónde?
“El teatro es el único arte que no ha sido desmaterializado”, dice una voz en off al
principio, en referencia a la pandemia y a los nuevos formatos de hacer. Y con esa
afirmación, que podrá parecer sencilla, se despliega otra cosa: el teatro, este teatro,
está para traer de vuelta algo de la materialidad perdida. El morbo, la violencia, la
política, el erotismo, son algunas de las maneras que la obra utiliza para convocar a
un público que vuelve a las salas después de un año o dos de encierro.
Algo que caracteriza a esta producción de Grupo Mínimo, dirigida por Juan
Francisco Dasso, es haber perdido su primer escenario. El Espacio Sísmico, como
muchos otros espacios, cerró sus puertas a principios de 2020 y nunca las volvió a
abrir. Eso, para “Vaquitas”, como la llaman ellos, implicó un movimiento a una sala
más grande, lo que en teatro independiente siempre representa un desafío. ¿Cómo
hacer para llenar más butacas? ¿Cómo hacer para readecuar los cuerpos y las
voces a más cantidad de metros? Y, fundamentalmente: ¿cómo hacer para
conservar la cercanía con el público, teniéndolo más lejos?
Las vacas, los personajes más inusuales de esta obra, son la manera de generar
continuidad. Aparecen en las tres escenas, en el título, y son el souvenir al salir de la
sala: uno puede sacarse una foto, ponerse al bovino en la cabeza y, si quisiera,
gritar mu. Pero, dejando de lado el aspecto lúdico y de lazo social entre
espectadores y artistas: ¿qué vienen a representar las vacas?
En la primera escena, Áyax, uno de los guerreros griegos de la Ilíada y el caballo de
Troya, lo dice claro: las vacas son la existencia efímera y productiva. Producción
entendido, en cada acto, de maneras diversas. En el primero, las vaquitas son una
alucinación; en el segundo, una marca de riqueza, representante de un ideal; y en el
tercero, son acompañantes bailarines de la famosa y estridente Fabiana Fever en lo
que parece ser un show o un videoclip. En un país como el nuestro, cuya agenda
política gira alrededor de la producción agrícola ganadera, podemos fácilmente
entender la importancia que tienen las vacas para nosotros. Pero como estamos en
una obra de teatro, y la cultura independiente no es nunca prioridad en la economía,
vuelvo a la idea de lo material: la risa, como las vacas, es efímera y productiva, y eso
viene a traer a colación el trabajo ruidoso e hilarante de Grupo Mínimo.
La pandemia nos sacó el humor, y Que todas las vaquitas de Argentina griten Mu
nos lo devuelve. Cuando los actores callan, se escucha al público, y se genera una
camaradería en las gradas que rara vez se encuentra entre desconocidos. Durante
ochenta minutos una pequeña porción de la ciudad porteña se llena de risas que
contagian, y qué más necesario hoy día que revalorizar, reescribir, la palabra
contagio. Que todas las risas vuelvan al teatro, y que todas las vaquitas griten mu.

Dramaturgia: Juan Francisco Dasso, Grupo Mínimo


Dirección: Juan Francisco Dasso, Grupo Mínimo
Intérpretes: Ximena Banús, Emiliano Formia, Juan Ísola, Cristian Jensen, Facundo Livio
Mejías, Eugenio Tourn
Vestuario: Mariano Gato Rodríguez, Julieta Sánchez Aragone
Escenografía: Mariano Gato Rodríguez, Julieta Sánchez Aragone
Diseño de luces: Victor Gabriel Olivera
Música: Jonathan Gejtman
Diseño gráfico: Martin Amuy Walsh
Asistencia de dirección: Max Murmis
Producción: Grupo Mínimo.
Miércoles 21hs, en El Galpón de Guevara (Guevara 326, CABA)

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