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Seminario Teológico Bautista Mexicano Apocalipsis Daniel Jiménez

Apuntes
Sardis 3:1-6
Esta iglesia tiene sólo una fachada de vida, pero en realidad ya esta muerta. No tiene razón de preocuparse
de que la persecución les lleva a morir, ellos ya están muertos pues sólo tiene nombre de que vive. Esta hi-
pocresía espiritual es tan severa para el Señor que la carta a Sardis no tiene ni un solo elogio no hay nada
bueno digno de tomarse en cuenta y felicitar a la iglesia (igual que Laodicea).
El Señor anima primeramente a Sardis que sea vigilante. Probable alusión al trasfondo histórico y geográfico
de la ciudad misma. Sardis estaba edificada en una eminencia topográfica, y unos riscos precipitosos la ro-
deaban quedando así y protegía por tres de sus lados; por lo mismo la ciudad difícilmente podía ser tomada
pues de esta forma soportaba largos sitios del enemigo. Pero el descuido había hecho que la ciudad cayera
dos veces: una cuando Creso, rey de Lidia, y su capital (Sardis), fueron conquistados por Ciro mientras el mis-
mo Creso y sus aliados dormían en la ciudad pues creían que estaban a salvo. La ciudad fue tomada por los
intrépidos soldados enemigos.
La segunda ocasión, cuando gobernaba Achneus, entonces la ciudad calló en condiciones parecidas ante el
empuje de las huestes de Antíoco el Grande. El Señor recuerda estos acontecimientos para amonestar a la
iglesia; y parece que le dice: “Recuerda la historia, y si no estás vigilando tendrás igual fin.”1.
La misma advertencia-consuelo que Jesucristo ha dado a las otras iglesias aparece en esta, vendré sobre ti.
La segunda venida de Cristo es una realización continua para ayudar y/o corregir, según sea el caso de la
iglesia que se trate. La analogía es como ladrón... y no sabrás a qué hora... La analogía hace el énfasis en lo
sorpresivo de la venida de Cristo, no señala que la venida de Cristo será encubierta o a “escondidas”. En el
mismo Apocalipsis se dice que en su venida todo ojo le verá (1:7).
Existe un grupo en Sardis que no se confía y que ha mantenido la verdadera religión en medio de toda la fal-
sedad de la iglesia. A estas personas se les describe como que no han manchado sus vestiduras. A ellos se
les promete que andarán con Cristo con vestiduras blancas. Pero la promesa no es sólo a ellos, sino tam-
bién los que vencieren tendrán esta bendición; además de que su nombre quedará escrito en el libro de la
vida (este libro se menciona en Sal. 69:28 y Daniel 12:1). La vestidura blanca puede simbolizar el cuerpo de
resurrección (así lo destacaba la literatura apocalíptica contemporánea de Juan), pero también festividad,
victoria y alegría.
Notemos que la recompensa está íntimamente ligada con la perseverancia de los fieles: hay algunos que no
han manchado sus vestiduras, estos andarán con Cristo con vestiduras blancas porque son dignos, pero
hay esperanza para el que está sucio y logra vencer, es decir, arrepentirse, para él se le promete que será
vestido de ropas blancas. Justamente la misma promesa que se da al que no ha manchado sus ropas. Esto
nos muestra que la promesa de bendición no se gana, si no que se recibe por gracia, pero que la responsa-
bilidad de esa vestimenta es del creyente.
Es interesante confrontar con 19:7 y 8 donde las ropas blancas con la que se vestirá la novia del Cordero son
descritas como las buenas obras de los santos. Estas buenas obras son una bendición de Dios mismo (nótese
el pasivo divino). La analogía del vestido expresa conducta (Jer 46:4; Rom. 13:14, Ef.4:21; Col. 3:12, 14). La
conducta de los creyentes refleja la blancura victoriosa. La victoria que Cristo promete a su iglesia no es eva-
dir o salir de las dificultades, sino conducirse a la altura del Señor en medio de las dificultades.

1
Summers, Ray. Digno es el Cordero. Traductor Alfredo Lerín. C. B. P. 1988 p. 164.
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La otra promesa al vencedor es la confesión que Cristo hará de los vencedores. Esto es tomado de la tradi-
ción sinóptica de Mat. 10:32 y Luc. 12:8 cf. (con Mc. 8:38). En los evangelios estos dichos están en un con-
texto de vida y muerte. Las tres promesas al vencedor llevan la misma idea, Cristo quiere prometer vida a
una iglesia que en realidad está muerta.
Filadelfia 3:7-13
A esta iglesia (como a la de Esmirna) no se le reprocha nada. Sus enemigos son los mismos que en Esmirna,
la sinagoga de Satanás. Una muestra de que el pueblo de Dios no son los judíos sino que es la iglesia cristia-
na. La misma enseñanza de Esmirna: cuando alguien persigue a otro sólo porque no cree igual se constituye
en siervo de Satanás y no siervo del Cordero.
A esta iglesia Cristo se presenta como el que tiene la llave de David. La expresión viene de Isaías 22:22, don-
de Dios anuncia a Eliacim su elección como mayordomo de la corte de Ezequías; se ha de entender aquí co-
mo mesiánico, como afirmación de que Cristo, por ser el hijo de David (la raíz de David 5:5), objeto de la pro-
mesa, tiene el poder de las llaves y decide, sin posibilidad de apelación, quién puede entrar en el reino me-
siánico y quien queda excluido de él (cf. Ap. 1:18; Mat. 16:19; 18:18; Heb. 3:6)2 .
Cristo usa la llave para abrir una puerta, por eso Filadelfia tiene una puerta abierta. En otras partes del N. T.
se usa esta figura para describir una oportunidad de dar testimonio (Hech. 14:27; Col. 4:3). La figura viene
tomada desde Isaías 45:1 y ss. Podemos decir entonces que esta iglesia de Filadelfia a pesar de ser pobre y
de poca fuerza tiene la tremenda oportunidad de ser candelero gracias a que Cristo mismo esta abriendo
esa oportunidad. No importa las fuerzas humanas, ni los recursos escasos, Cristo crea (abre las puertas), las
oportunidades para ser luz en este mundo, a pesar de que, quienes no creen como nosotros están al acecho.
La iglesia de Filadelfia no tenía poder, no lo necesitaba. El poder no es importante para ser candelero, lo que
importa es la fidelidad a la palabra de Dios y al nombre de Cristo (v. 8). Juan alaba a la congregación, no por-
que sea poderosa (aunque tienes poca fuerza), ni viva una paz con el mundo exterior (haré que los de la si-
nagoga de Satanás vengan y se postren ante ti), sino porque, colocada en un punto estratégico para la mi-
sión evangelizadora (mira delante de ti he puesto una puerta abierta que nadie puede cerrar), la iglesia ha
sabido cumplir el mandamiento de ser constante.3
El versículo 9 es un poco conflictivo expondremos el pensamiento de varios autores:
“Esta claro que todos los cristianos de Filadelfia han tenido que sufrir mucho la hostilidad y las calumnias de
los judíos. Cristo les dará por ello satisfacción, haciendo que sus opresores reconozcan algún día, avergonza-
dos, como los cristianos, los amados de Cristo, son los verdaderos hijos de Dios, y que se sientan obligados a
acudir a ellos y a rendirles homenaje, al verlos reinar con Cristo (2:26 y ss). La promesa de Isaías 49:23;
60:14, según la cual los paganos rendirán homenaje a los judíos, se cumple en el homenaje que los judíos in-
crédulos, no obstante haber rechazado a Cristo, acabarían por tributar al nuevo pueblo de Dios”4.
“Al cristiano de hoy, acostumbrado a las exhortaciones oportunas y justas que tratan de evitar el antisemi-
tismo, le preocupa el lenguaje con que Juan describe a las sinagogas, no sólo las de Filadelfia sino también
las de Esmirna. La mención de Satanás se debe en parte al papel de delatores (Satanás = acusador; cf. 12:10)
que probablemente algunos judíos tenían en estas ciudades ante las autoridades civiles. De esta manera los
cristianos sufren las desventajas de practicar una religión ilícita. Además, Juan, está tejiendo una serie de
textos del Antiguo Testamento que hablan del futuro triunfo de los creyentes en Jehová pero con la nueva
2
Wikenhauser, p. 79.
3
Foulkes, Ricardo. El Apocalipsis de San Juan, Una Lectura desde América Latina. Buenos Aires: Nuieva Crea-
ción 1989. 46.
4
Wikenhauser p. 79.
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perspectiva de referirlos a los cristianos, y la confluencia de estas dos ideas da una particular vehemencia a
sus palabras. Ya desde el exilio (586 a.C.), los judíos, siguiendo las profecías de Ezequiel y de Isaías, espera-
ban el día en que Dios invirtiera totalmente los valores del mundo, el día en que Israel, entonces desprecia-
do, sería reivindicado a los ojos de todos (Ez. 36:23; 37:27-28; Is. 45:14; 60:14). A la luz de esos versículos po-
demos afirmar que Juan tiene presente la eventual salvación de los suplicantes, y no simplemente una de-
rrota humillante”5
Otros autores como Shick y Newport interpretan el versículo más o menos en el mismo sentido. Esto signifi-
caría que antes que una venganza contra los judíos en favor de los cristianos, este versículo es un anuncio de
que los judíos perseguidores vendrán, por el testimonio de los filadelfenses, y adorarán, junto con los cre-
yentes (se postren a tus pies) al Cristo crucificado y resucitado. Adorarán a Dios delante de los pies de los
santos, pero no adorarán a los santos. El propósito entonces del sufrimiento de Filadelfia (se puede aplicar a
Esmirna también) en manos de la sinagoga de Satanás, es una puerta abierta para llevarles el mensaje de
salvación a aquellos que han rechazado a Jesucristo. Cuando hay hostigamiento sobre la iglesia es señal de
que hay esperanza para los perseguidores de la misma. Pues la iglesia verá ese sufrimiento como una opor-
tunidad de ser candelero (adorar y evangelizar). Tener una puerta es la posibilidad de ser candelero.
La promesa--bendición para los de Filadelfia se describe de tres maneras:6
Ser guardados de la hora de la prueba que vendrá sobre todo el mundo. Esta promesa presenta algunos pro-
blemas para su entendimiento. Primero, ¿cuál es la identificación de la “hora de la prueba”? Segundo, ¿cuál
es el significado preciso de “te guardaré de la hora de la prueba”?. De acuerdo con los dispensacionalistas,
la hora de la prueba es una época de intensa dificultad. Es conocida como la Gran Tribulación que llegará al
mundo antes de la venida de Cristo (Dan. 12:1; Joel 2:31; Mc. 13:14; 2 Tes. 2:1-12; Ap. 14:7). Estos intérpre-
tes entienden la promesa a los vencedores de que serán guardados “de la hora de la prueba” como signifi-
cando que serán quitados de la tierra (arrebatados) antes que comience la Gran Tribulación.
En contraste, otros indican que la frase “los que moran en la tierra” o “el mundo entero” se repite varias ve-
ces en Apocalipsis y que no se refiere a los creyentes, sino a los incrédulos, a los adoradores de la bestia
(6:10; 8:13; 11:10; 12:12; 13:8, 12,14). Por lo tanto, se puede evitar mucha confusión identificando claramen-
te “la hora de la prueba” como la ira de Dios sobre los incrédulos. Cristo no promete inmunidad a los cristia-
nos de la prueba o persecución en general. Pero los cristianos son protegidos de un tipo específico de prue-
ba (la ira de Dios), que está dirigida a los rebeldes en la tierra. Además, Él pedirá a los cristianos de Filadelfia
que se mantengan fieles (v.10), Cristo parece implicar que ellos pasarán a través de éste período de tribula-
ción. Juan 17:15 es quizá el mejor comentario sobre Apocalipsis 3:10: No ruego que los quites del mundo,
sino que los guardes del maligno. Cristo no ora para que los creyentes sean quitados del mundo sino para
que sean guardados del mal. Los que serán objeto de la ira de Dios son los seguidores de la bestia pero con
el propósito de guiarles al arrepentimiento. Y la iglesia juega un papel muy importante en ello pues son már-
tires, testigos hasta la muerte para que los demás se arrepientan.
Yo vengo pronto es un énfasis básico en Apocalipsis. A veces se le usa para advertir a los infieles, otras veces
para animar a los fieles. Aquí se usa como estímulo. Dado que Él está viniendo pronto, ellos han de mante-
nerse firmes y ver que nadie les quite su corona. Después de la hora de la prueba, Cristo vendrá otra vez, y
los vencedores serán hechos columnas en el templo de Dios. Las ciudades antiguas estaban amenazadas
constantemente por los terremotos. A menudo las únicas partes de una ciudad que quedaban en pie des-
pués de una catástrofe como éstas eran las columnas de los edificios principales o de los templos. Cristo pro-

5
Foulkes pp. 47 y 48.
6
Las tres descripciones están tomadas de Newport pp. 151 y 152.
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mete ubicar a los creyentes en su templo en una posición tan segura que ningún disturbio puede sacarles de
allí.
La columna y el nombre nuevo. Un siervo municipal fiel o un sacerdote distinguido tenía una columna espe-
cial agregada a uno de los templos y escrita con su nombre. Este puede ser el sentido de la segunda prome-
sa, y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén... y mi
nombre nuevo. El nombre escrito significaba identificación, posesión y reconocimiento. A aquellos que tie-
nen poca influencia por haber sido apartados de la sociedad, Cristo les promete el reconocimiento en su
reino, digno del héroe más noble de cualquier sociedad. El nombre nuevo puede ser también una nueva
identidad para el creyente, una nueva identidad semejante a Cristo.
Laodicea 3:14-22 Esta carta muestra como las características de la sociedad se refleja en la iglesia. De esto
podemos inferir que la iglesia esta expuesta fuertemente a las influencias de la sociedad que le rodea y que
debe de estar alerta para no vivir su vida eclesiástica con la filosofía de la sociedad secular. Veamos: Laodi-
cea era conocida en el primer siglo como centro bancario (tú dices que eres rico...y no te das cuenta de que
eres...miserable, pobre...Por eso te aconsejo que de mi compres oro refinado en el fuego, para que seas
realmente rico); y de la industria textil, que manufacturaba y producía telas y alfombras de lana negra y bri-
llante (tú dices... que te ha ido muy bien...y no te das cuenta de que eres.......... ...un...desnudo. Por esto te
aconsejo... que de mí compres ropa blanca para vestirte y cubrir tu vergonzosa desnudez). Esos son algu-
nos ejemplos.
Aunque la carta es muy dura, no tiene otra motivación sino la del amor (yo castigo a los que amo), un amor
fraternal que motiva a Jesucristo a buscar el compañerismo de la iglesia rica e irresoluta (Mira yo estoy a la
puerta y llamo... yo entraré y cenaré..). Este concepto de una cena a la que Jesús nos convida la recorda-
mos ahora en la celebración de la Santa Cena, y resulta ser una de las metáforas con que Juan describe el
reino de Dios en su etapa permanente: el banquete de bodas del Cordero.7
Podemos notar como a lo largo de las cartas la “venida de Cristo” se va intensificando más y más. En Efeso la
frase es vendré pronto, en Esmirna no aparece la idea, en Pérgamo es más intensa vendré a ti pronto, En
Tiatira se exhorta a permanecer hasta que yo venga, En Sardis se incrementa vendrá sobre ti, en Filadelfia
yo vengo pronto; pero en Laodicea, la mas pecadora de las iglesias, la que no recibe ningún reconocimiento
sino las más severas críticas, el Señor poderoso y santo está rogando de manera amorosa entrar a ella; el se-
ñor en Laodicea no vendrá, ¡ya está llamando!. Cuándo más perdido esta alguien eso significa que más es-
peranza hay para él, ¡tremendo consuelo!. Claro que la promesa de cenar esta supeditada a la misma condi-
ción que se ha dado a las otras iglesias, arrepiéntete.
3:16 La frase del versículo 16 ha sido interpretada tradicionalmente como que es mejor ser incrédulo o estar
alejado completamente de la iglesia que permanecer en un estancamiento o aletargamiento espiritual den-
tro de la misma. Para una mejor comprensión de esta sentencia es importante recordar el trasfondo históri-
co que le da origen: En Laodicea existían fuentes de aguas termales que, al alejarse de su origen, se entibia-
ban paulatinamente. Estas aguas parecían frescas al caminante que se aproximaba a la ciudad fatigado del
viaje; al acercarse al río para refrescarse del calor del camino, era muy decepcionante encontrar agua tibia
que no calmaba la necesidad de frescura. Las aguas también servían medicinalmente estando bien calientes
al salir de su fuente, o podían servir bien frías para refrescar a los viajeros cansados, pero tibias no servían
para nada; antes causaban repulsión y vómito a quien las probaba. La frase en v. 16 puede llevar esta conno-
tación: Jesucristo no tolera al creyente que no está comprometido con su Señor; la iglesia debe de servir

7
Foulkes p. 50.
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para algo necesariamente, la indiferencia no es tolerada. La iglesia debe refrescar o curar, pero no perma-
necer indiferente ante las necesidades.
Las promesas parecen ser retomadas de las otras cartas con lenguaje un poco diferente. Se le invita a la igle-
sia comprar vestiduras blancas (3:4 y 5) y a participar en el gobierno heredado por Cristo (2:27).
RESUMEN DE LAS CARTAS
Al llegar al final de las cartas a las iglesias se puede resumir la intención de Juan de la siguiente manera: Ante
la víspera de una persecución pavorosa en Asia Menor, Juan, que ya siente en carne propia las primicias, re-
cibe una visión de Jesús resucitado en la que éste lo capacita para escribir siete mensajes proféticos a otras
tantas congregaciones, representantes de todos los cristianos de la provincia. Frente al sufrimiento que ha
de venir, Juan apunta también a otra crisis relacionada con esta, la venida de Jesús y la reacción que ésta sin
duda producirá a las iglesias. Bajo los ataques de afuera (la religión imperial pagana y las sinagogas) y de
adentro (la herejía de los nicolaítas y Jezabel), ambos ataques propiciados por Satanás, se notan fácilmente
las debilidades y virtudes de cada comunidad cristiana; de manera que, en un ambiente de culto y de lectura
de un escrito sagrado, Juan intenta lograr en sus lectores el arrepentimiento y un nuevo compromiso con el
evangelio. Así los hermanos estarán preparados para la segunda venida.8
Las palabras a las iglesias no dejan indiferentes. El juicio de Cristo sobre su pueblo es objetivo: no se le esca-
pa lo que puede haber en ellas de positivo: la honradez secreta, los esfuerzos por perseverar, el empeño en
un crecimiento continuo. Aprecia y alaba todo eso con alegría; le gustaría que todo fuera igual. Pero Cristo
ama con demasiada seriedad para permitir a la Iglesia que se estanque en sus debilidades: le dice con tre-
menda claridad todo lo que no vale. Cristo no tolera una vida hipócrita, una vida que sea un compromiso
continuo entre el bien y el mal; no tolera la autosuficiencia ilusoria que nos hace creer que hemos llegado ya
a la meta y que podemos permitirnos el lujo de menospreciar a los demás; ni siquiera tolera que falle el nivel
más alto de amor para con él, que debería mantener continuamente el frescor del amor primero.9
Desde los siglos postapostólicos algunos intérpretes, firmemente convencidos de que Apocalipsis tiene que
predecir minuciosamente el futuro, han supuesto que las siete cartas describen las siete épocas de la histo-
ria de la Iglesia, pero les ha resultado imposible decidir qué siete épocas o dónde ubicar las fechas divisorias.
Recientes adherentes a esta escuela de interpretación ni siquiera se ponen de acuerdo que carta representa
el tiempo de la Reforma Protestante. ¡No!; como en la lectura que hacemos hoy de 1a. Corintios o Colosen-
ses, tenemos que leer estas siete cartas buscando las semejanzas con nuestra situación para oír en cada una
la voluntad perenne de Jesucristo resucitado para su Iglesia. Porque, aunque parezca mentira, Jesucristo sí
volverá, según su promesa (22:20a) y según nuestra petición (22:17 y 20b; cf. el Padrenuestro); para tal
evento tan deseado tenemos que alistarnos. Podría ocurrir dentro de poco tiempo, y antes, tenemos que
ejercer nuestra mayordomía.10

8
Foulkes p. 51
9
Vanni p.108.
10
Foulkes p. 52.
5

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