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Alumno: Henry Santiago Rosales Jijaño

PRESENTACIÓN DE JESÚS DESDE LOS


HIMNOS CRISTOLÓGICOS DEL NUEVO
TESTAMENTO

 Lc 1, 68-79: “CÁNTICO DE ZACARÍAS”

“Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una
fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de
sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que
nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el
juramento que juró a nuestro Padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la
mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti,
niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de
nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en
sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz”.

Este himno es el inicio de la esperanza en un Mesías que liberará al pueblo de Israel de


todos sus enemigos y de la mano de todos los que nos odian. En ese sentido, Zacarías
anuncia con alegría el inicio de la Buena Nueva. También, en el cántico se hace
referencia a la memoria del pueblo de Israel. La alabanza presente, se conecta con la
historia de Israel, de esta manera, se observa a un Dios que no se olvida de sus
promesas, aun cuando la promesa parece no favorable a los ojos humanos, pero Dios
es, siempre, fiel.

Zacarías, nos dice el himno, ve en su hijo el niño que será el profeta del Altísimo, aquel
que irá delante del Señor y preparará su camino. Lo maravilloso e este himno, o de la
manera que presentan a Jesús, es que el amor desde las entrañas de Dios, es un amor
que se da por pura gratuidad, no por merecimiento. Dios que ha estado enviando
chispazos de su misericordia, ahora enviará a la MISERICORDIA misma.

En este pasaje, Zacarías profetiza la llegada del Sol, del Mesías, del Señor, así como
indica de lo que va hacer cuando llegue, iluminar y guiar por el camino de la paz. De
esta manera, Jesús es el Mesías, el esperado; será la fuerza salvadora, la misericordia;
será la persona esperada que guiará a su pueblo al camino de la paz.
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 Lc 2, 29-32: “CÁNTICO DE SIMEÓN”

«Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han
visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para
iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.»

En la alabanza, de Simeón, se observan: Por una parte, la acción de gracias de Simeón


porque sus ojos han visto la Salvación; y, por otra parte, esta Salvación que se extiende
a todos los pueblos. Al decir “Ahora, Señor…” para designar a Señor se usa el término
gr. δέσποτα, y no Κυρίος. Con ello Simeón, en su oración, pide que le de la libertad. Y
la presentación pública del niño Jesús es la señal para que todos los siervos alcancen la
libertad. Simeón toma en sus brazos al Mesías, a la Salvación.

Luego, el niño que es la Salvación será Luz para todos los pueblos y gloria del pueblo de
Israel. Es decir, la salvación tiene una el proyecto de ser universal y el pueblo de Israel
tiene un papel importante y respecto a que Jesús es la Luz, se ve con mayor claridad en
Jn 8, 12, donde Cristo indica que es la LUZ del mundo y que quien le sigue no andará en
tinieblas. Por otro lado, respecto a la gloria del pueblo de Israel, Jesús lo confirma en Jn
4, 22 (Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos,
porque la salvación viene de los judíos), allí le da un lugar especial al pueblo judío.
Asimismo, esta proyección universal ha sido profetizada por Isaías 49, 6b (Te voy a
hacer luz de las gentes, para que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra),
así como en otros pasajes Is 52, 7, etc.

Por tanto, Jesús es la SALVACIÓN y la LUZ para todos los pueblos.

Fil 2, 6-11: “LA HUMILLACIÓN Y LA EXALTACIÓN DE CRISTO”

"El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se
despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y
apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la
muerte y muerte de cruz. Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre
todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y
en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios Padre."

Este himno ya era conocido por la época, lo recitaban las primeras comunidades
cristianas, es decir, Pablo lo tomará de la Tradición y lo pondrá por escrito con algunos
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matices propios. Es importante resaltar que la comunidad de los filipenses es uno de


los que más amó Pablo y es la primera comunidad cristiana griega. Para el siguiente
comentario se considerará algunos términos de la lengua griega.

En el v.6a, se indica que Jesús era μορφῇ θεοῦ ὑπάρχων (morfi Theo iparjon). Con el
término μορφῇ se da a conocer que se trata de una imagen que representa la realidad
en si y no solo una semejanza externa. Es una semejanza en la esencia, que señala
también una distinción. Es similar a cuando Jesús se hace semejante al hombre, pero
es una semejanza que no anula la distinción, pues Cristo esta sin pecado y el hombre
sí. Y con el término ὑπάρχων se manifiesta su existencia. Por tanto, Cristo preexiste en
la condición divina.

En el v.6b, ἁρπαγμὸν muestra que Cristo no consideró una usurpación el ser igual a
Dios. Por tanto, Jesús es de condición divina perfecta no participada. La riqueza de
Cristo es ser igual a Dios. Sin embargo, no retuvo para si los beneficios de dicha
condición.

En el v.7a, es de suma importancia el término ἐκένωσεν, que indica la renuncia a algo


que se posee por derecho, es el vaciamiento de Jesús de su condición divina.
Comúnmente se iguala, la Kénosis de Cristo con la Encarnación; sin bien es cierto que
son dos realidades que no se pueden separar, si existe una diferencia. La Kénosis es la
Encarnación en “forma de siervo”. Pablo indica que Cristo al asumir la condición de
siervo, se despoja de la condición gloriosa a la que su humanidad tenia derecho. Por
tanto, el anonadamiento de Jesús se da en el modo de la Encarnación, en el modo de
hacerse hombre y más aún, hacerse esclavo (δούλου). De este modo, a Cristo se le
refiere los cantos del Siervo sufriente que había profetizado Isaías.

Con estos dos versículos, se observa que Jesús, quien tiene una riqueza, ser de
condición Divina, es el ser libre por excelencia, puesto que no se aferró a ella, no se
apegó, no es prisionero de nada. Por tanto, es referente de la verdadera libertad. Y
como El es el dueño de sí mismo, entonces Él mismo puede darse, puede anonadarse.
Cristo se desnuda de su condición divina, por ello, es capaz de amar hasta el extremo a
fin de que el hombre se convierta. Sin embargo, Jesús sabía bien lo que es, que es Rey
y que para eso ha nacido (Jn 18, 37), e incluso pide que el Padre le glorifique con la
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gloria que tuvo antes de que el mundo existiese (Jn 17, 5). Por tanto, el no defenderse
y humillarse corresponde con su enseñanza sobre el misterio de la Cruz. Cristo toma el
camino contrario del primer hombre, e incluso del ángel caído, quienes desearon ser
como Dios, no así quien tiene la condición divina que se despojó de sí mismo.

Asimismo, indica que tomando la condición de esclavo se hizo semejante a los


hombres, ello va de acuerdo con el pensamiento de San Pablo, que ve que todo
hombre es esclavo. Pero el problema no esta en se esclavo, sino en elegir de qué amo
eres esclavo. Pablo, en Rom 1, 1 indica el modo de su esclavitud: “Yo, Pablo, esclavo de
Cristo Jesús”. Por tanto, la salvación del hombre, consiste en elegir a Cristo como amo
y Señor, cuya promesa, supera toda expectativa humana.

También, por este vaciamiento de Jesús de sus prerrogativas divinas, es que Cristo
pudo ser tentado, así como sufrió verdaderamente durante su vida terrena que estuvo
marcado por el misterio de la Cruz y cuyo culmen fue en la crucifixión.

En el v.8a, ἐταπείνωσεν muestra que la nueva condición de Jesús es una condición


baja y humilde, es la disposición interior de humildad. Este término se ubica también
en Fil 4, 12 (ταπεινοῦσθαι), allí Pablo evidencia su situación de pobreza, sin medios
materiales, pero abandonado en la providencia de Dios. Asimismo, Jesús se define a sí
mismo con tal término en Mt 11, 29 (ταπεινὸς τῇ καρδίᾳ), donde dice que es humilde
de corazón. Además, predicó la necesidad de humillarse en Mt 23, 12 (ταπεινώσει)
para ser enaltecido. De esta manera, ταπεινόω es la cualidad de la persona que asume
la baja condición, pero esta animada por la confianza en Dios. Con ello se da pie a las
dos formas más de humillación, que se describe en v.8b, que es la obediencia hasta la
muerte; y en el v.8c, con la muerte más humillante de aquel tiempo, la muerte en la
cruz, y es el momento cumbre y final de este primer recorrido por Cristo.

En el v.9 se inicia con διὸ καὶ que establece un nexo causal explicativo, es decir, lo que
acontecerá a continuación es debido a la humillación. Ahora, Cristo es elevado a lo más
alto por Dios según indica el término ὑπερύψωσεν. Es importante, indicar que Cristo
no obtiene una gloria que antes no tenia, sino que, según señalan los Capadocios,
ahora se debe a la gloria de la naturaleza humana. Después de la exaltación de Jesús,
ahora también Dios le concede (ἐχαρίσατο) el Nombre sobre todo nombre.
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En el v.10 se denota la consecuencia de la exaltación, que todo lo que hay el cielo,


tierra y debajo de la tierra adoren a Jesucristo, el SEÑOR. Es la Adoración de todo lo
creado al Señor de los Señores, tal como había profetizado Isaías 45, 23 (que ante mí
se doblará toda rodilla). Esta adoración Cristo esta explicitado por los términos del v.10
κάμψῃ (doblar, inclinarse) y del v.11 ἐξομολογήσηται (alabar, confesar).

En el v.11, se detalla de manera explicita el contenido de la confesión de Fe:


“Jesucristo es el SEÑOR”, lo cual indica que Jesús es el Mesías, el Unido (Χριστὸς), así
como también es el Señor (Κύριος). Es importante resaltar que, en el Nuevo
Testamento, cuando hace referencia a Yahvé del Antiguo Testamento (AT) lo
denomina “Κύριος”, por tanto, Jesús es el Dios verdadero a quien hacían referencia en
el AT. Al final, el himno concluye con una alabanza a Dios Padre. Donde se señala que
todo viene de Dios Padre y todo vuelve a ÉL. Confesando la Divinidad de Cristo se da
Gloria a Dios Padre.

En síntesis, en el presente himno, se observa elementos centrales de la cristología:


Divinidad, Humanidad, Encarnación, Humillación, Muerte en Cruz y Exaltación de
Jesús.

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