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SERIE DE ENSEÑANZAS CONFESIÓN DE FE DE

WESTMINSTER CAPÍTULO VI.


La Caída del Hombre, el pecado original y la
trasmisión del pecado

LA CAÍDA DEL HOMBRE


Entendiendo la naturaleza del pecado y lo que este es, ahora apodemos
entender con mayor profundidad la caída del hombre, y entendiendo la
naturaleza misma del pecado podemos entender en qué fue lo que cayó el
hombre y sus consecuencias devastadoras.
GÉNESIS 3:1-6
1Y la serpiente era más astuta que cualquiera de los animales del campo que
el Señor Dios había hecho. Y dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: «No
comeréis de ningún árbol del huerto»? 2Y la mujer respondió a la serpiente:
Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; 3pero del fruto del árbol
que está en medio del huerto, ha dicho Dios: «No comeréis de él, ni lo
tocaréis, para que no muráis». 4Y la serpiente dijo a la mujer: Ciertamente no
moriréis. 5Pues Dios sabe que el día que de él comáis, serán abiertos
vuestros ojos y seréis como Dios, conociendo el bien y el mal. 6Cuando la
mujer vio que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos,
y que el árbol era deseable para alcanzar sabiduría, tomó de su fruto y comió;
y dio también a su marido que estaba con ella, y él comió.
Hasta este punto en las Escrituras no nos habíamos encontrado con la idea
de algo sutil, seductor, sagaz o malicioso. Es decir, las mismas palabras
sugieren la intrusión de algo malévolo, algo perverso, algo malo, algo oscuro.
“La serpiente era más astuta que cualquiera de los animales del campo”,
totalmente engañadora y su astucia siniestra se ve en las primeras palabras
que dirige a las criaturas de Dios.
La serpiente viene a Eva y le pregunta, ¿Ha dicho Dios? ¿Les ha dicho Dios
que no pueden comer de ninguno de los árboles del huerto? Esa es la
pregunta, pero ¿qué hay de engañoso en esa pregunta?
Es evidentemente falsa y debió haber sido evidente al instante y lo fue para
Eva, que la pregunta que hacía la serpiente estaba contaminada con el error
y comunicaba información equivocada y mal informaba, porque es
perfectamente claro que Dios no había dicho eso, y con esta pregunta que
hizo la serpiente, Eva es la primera en actuar como defensora de la fe.
Ella defiende la verdad de Dios, ella defiende la integridad de Dios de esa
sugerencia calumniosa. Ella dice, “por supuesto que Dios no dijo que estamos
prohibidos de comer de cualquier árbol del huerto, De hecho, Dios dijo que
podemos comer de todos los árboles. Él solo colocó límites a un árbol, el cual
no debemos tocar, y si lo tocamos, el día que comamos de ese árbol,
ciertamente moriremos, pero de todo el resto de los árboles, podemos
comer con absoluta libertad.
Lo sutil de esta sugerencia velada de la serpiente es que, si Dios pone límites
a algo, si Dios dice que no a cualquier punto de tu libertad, si Dios da leyes, si
Dios se atreve a ejercer su soberanía sobre ti, si Dios dice qué pueden o qué
no pueden hacer, entonces bien podría Él quitarles toda su libertad, porque
él los ha reducido a la condición de esclavo, de marioneta o de una
herramienta en Sus manos.
Quiero que entendamos aquí que el punto de ataque de la serpiente contra
nuestros primeros padres fue atacar la Palabra de Dios. Cuando el Espíritu
Santo llevó a Jesús al desierto y Satanás se le acercó después de 40 días y 40
noches, le dijo a Jesús: en primer lugar, si eres el Hijo de Dios convierte estas
piedras en pan.
Ahora, ¿por qué no solo vino a Jesús y le dijo, Jesús convierte estas piedras
en pan? Así, todo el propósito de la tentación habría sido alterado
radicalmente. ¿Por qué?
Considera que la tentación, la propuesta seductora de convertir las piedras
en pan, fue precedido por una declaración condicional, una premisa de «si,
entonces». Si eres Hijo de Dios, entonces convierte estas piedras en pan.
Ahora, trae a la memoria lo que sucedió en el bautismo de Jesús, que
después de entrar en el río Jordán para ser bautizado por Juan y ya el agua
había sido derramada sobre Él, los cielos se abrieron y el Espíritu Santo
descendió en la forma de una paloma. Y esta es una de las tres ocasiones en
el Nuevo Testamento donde se nos relata que Dios habló de manera audible
tal como está registrado.
Cuando Jesús en su bautismo oye la voz de Dios, que anuncia de forma
audible, “este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”. Es
inmediatamente después de que oye estas palabras que el Espíritu lleva a
Jesús al desierto para ser tentado por Satanás.
Ahora, noten que Satanás no viene a Jesús y le dice, “ya que eres el Hijo de
Dios convierte las piedras en pan”, sino «Si eres Hijo de Dios». Vemos aquí la
sutileza con que empieza la serpiente.
Satanás se acerca a Jesús y le dice, bueno, si puedes realmente confiar en la
Palabra de Dios, pongámoslo a prueba, convierte las piedras en pan, lánzate
desde el pináculo del templo y cosas así. Todo el encuentro entre Jesús y
Satanás se centró en la fiabilidad de la Palabra de Dios.
No olvides eso, porque si estás seguro dentro del redil del Buen Pastor, si
eres cristiano y estás en el seno de la Iglesia de Jesucristo, pero todo eso no
es un refugio que sea completamente ajeno al mismo ataque de Satanás,
porque este ataque es hecho en este mundo a todo cristiano.
¿Puedes realmente vivir de toda palabra que procede de la boca de Dios? No
hay mayor controversia en la iglesia de hoy que el tema de la fiabilidad, la
fiabilidad de este libro, de la Palabra de Dios. La serpiente no se limitó solo a
elevar esta propuesta en dos ocasiones en la historia del mundo.
Es su modo de operar favorito. Mientras tanto, de regreso en el huerto de
Edén, él vino a Eva y le dijo, «Dios dice que no puedes comer de ninguno de
los árboles del jardín».
Ella le respondió, por supuesto que no. Ella defendió la verdad de Dios. La
mujer dijo, “Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; 3pero del
fruto del árbol que está en medio del huerto, ha dicho Dios: «No comeréis de
él, ni lo tocaréis, para que no muráis». 4Y la serpiente dijo a la mujer:
Ciertamente no moriréis. 5Pues Dios sabe que el día que de él comáis, serán
abiertos vuestros ojos y seréis como Dios, conociendo el bien y el mal.”
Ahora, ya no hay sutileza y un ataque directo a la verdad de Dios es lanzado
por la serpiente, que abiertamente contradice lo que Dios ha dicho.
Dios dijo, si haces esto, esto te pasará. Si comes de ese árbol, ciertamente
morirás. Y Satanás dice, no morirás.
Satanás está diciendo que pueden desobedecer a Dios y salirse con la suya,
pueden transgredir la ley de Dios (y trasgredir la ley de Dios es el pecado) sin
afrontar ninguna consecuencia. Y ¿Qué es la transgresión a la ley de Dios? Es
el pecado. La Serpiente está diciendo: “Tú puedes cometer traición cósmica
en contra de tu Creador y no hay pena de muerte porque Dios ama a todos
incondicionalmente.”
Una vez más, la sutileza logra su objetivo. “Pues Dios sabe que el día que de
él comáis, serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios, conociendo el
bien y el mal.” ¡Oh! ¿Qué respondió ella a esto? ¿Qué quieres decir con que
voy a ser como Dios? ¿Yo ya soy como Dios? ¿No me creó Dios a su imagen?
¿No me creó Dios a su semejanza? Ya soy como Dios. Y todo lo que la
serpiente está sugiriendo es esto: ‘En ese sentido, sí’ insinúa la Serpiente; en
sentido general, en el espectro amplio de semejanza, pero yo hablo de ser
realmente como Dios, en el sentido divino. Una semejanza, una semejanza
Eva, que va a borrar la distinción entre criatura y creador.
No serás simplemente mortal, finita y limitada, sino que pasarás al siguiente
nivel. Podrás tener el tipo de conocimiento que Dios tiene. Tú serás como
Dios. Ahora, los teólogos ven esto en la historia y dicen que lo que está
pasando aquí en esta tentación es una invitación a la autonomía, a que la
criatura se gobierne a sí misma, a aferrarse al autogobierno.
Autonomía significa ser la ley para uno mismo. Una vez más, ¿cuál es la
dinámica aquí en la historia de la caída, ¿cuál es el conflicto? ¿Cuál es el
punto básico de colisión? La colisión se produce en el punto de impacto entre
la voluntad de Dios y la voluntad del hombre. Es una batalla por la soberanía,
es una batalla por la autoridad.
¿De quién es el mundo? ¿Las palabras de quién prevalecerán? Satanás dice:
Si tan solo saboreas esa fruta, caerá el yugo de la esclavitud que el creador ha
puesto sobre ti. Él ya no será soberano, porque ya en ese árbol, justo ahí está
el fruto de la soberanía, de la autonomía. ¿Quién es el que está hablando?
Aquel que es descrito de diversas maneras y medios a lo largo de la Sagrada
Escritura, que está representado principalmente en el Nuevo Testamento por
el hombre de pecado, que es siempre el enemigo de la ley de Dios. Él le dice
a Eva: Eva ¿quieres vivir tus días bajo la ley cuando puedo darte libertad de la
ley? Este es tu boleto a la soberanía.
“Cuando la mujer vio que el árbol era bueno para comer, y que era agradable
a los ojos, y que el árbol era deseable para alcanzar la sabiduría, tomó de su
fruto y comió; y dio también a su marido con ella y él comió,” y luego …, los
ojos de ambos se abrieron.
De repente, sabían el bien y el mal, pero no se escapaban de la soberanía de
Dios. Sus ojos fueron abiertos, pero ¿qué vieron? Ellos vieron su vergüenza.
De repente se dieron cuenta de su desnudez, de su bancarrota, de su
empobrecimiento, y huyeron para esconderse de la presencia de Dios. Piensa
en esto, tú has sido hecho para correr a la presencia de Dios, para deleitarte
en la presencia de Dios, para disfrutar de la presencia de Dios mientras Él se
mueve en la frescura de la tarde, pero aquí sucede algo que coloca una
barrera, un abismo, una pared, como lo quieras describir, entre la dulzura de
la comunión que era el propósito de Dios para ti en tu propia existencia
humana.
Ahora, en vez de apresurarse a abrazar su creador cuando entra en el huerto,
las primeras criaturas corren por sus vidas y se ocultan, se convierten en
fugitivos de la mirada de Dios. Y, amados, la ruta desde ese mismo día, y el
resto de la historia bíblica no se trata de la búsqueda de Eva y Adán tratando
de encontrar a Dios. No se trata de la determinación de Eva y Adán para salir
de detrás de los arbustos y abrazar de nuevo la dulzura y la santidad de Dios,
sino que todo el resto de este libro es la historia de Dios buscando a sus
criaturas, inclinándose para cubrir su desnudez, tratando con su vergüenza,
cubriendo su culpa y restaurándoles a su posición como los portadores de la
imagen de Dios.
EL PECADO ORIGINAL
Existe mucha confusión acerca de lo que se quiere decir con este término
“pecado original” porque la palabra “original” sugiere que eso fue lo primero
en vez de algo futuro o una copia posterior. La idea que muchos tienen en
sus mentes es que el pecado original fue el primer pecado cometido por los
seres humanos—el pecado cometido por Adán y Eva. Pero esa no es la idea a
la que el pecado original se refiere.
El pecado original ser refiere al resultado del pecado de Adán y Eva. Se
refiere a lo que llamamos “La Caída”. Cuando Adán y Eva pecaron, toda la
creación cayó, y tal caída fue una caída a la corrupción, de tal forma que
todos los que nacieron desde Adán y Eva han nacido con una naturaleza que
estaba corrompida.
Esa es la razón por la que el Nuevo Testamento dice, “somos por naturaleza
hijos de ira”; y David diría, “En pecado me concibió mi madre”. Algunas
personas tienen la idea de que somos pecadores porque pecamos, pero lo
que la Biblia enseña es que pecamos porque somos pecadores.
Es decir que tenemos una naturaleza humana caída, corrupta, que nos hace
propensos a pecar, y el fruto corrupto es producto de la naturaleza del árbol.
Cuando la esencia del árbol está corrupta, entonces el fruto es también
corrupto. Y esa es la idea que las Escrituras expresan en términos de la
naturaleza humana caída.
“todos reconocen que nadie es perfecto y que todos tenemos algo de
corrupción”. Y así, nos podemos hacer esta simple pregunta, “¿Cómo puede
ser esto?”
Algunos pueden argumentar que nacemos inocentes y buenos y que luego
nos enfrentamos a las situaciones de la vida y que en últimas es la sociedad la
que nos corrompe. Esa es una idea bastante popular hoy en día, y así una
persona no tiene la posibilidad de permanecer en su estado de inocencia
puro y prístino en la cual nació, porque hay tanta corrupción alrededor y hay
tantas tentaciones que asaltan su sentido moral todos los días.
La Biblia no enseña que hayamos nacido en un estado de neutralidad, pero
esto nos lleva a una controversia que se remonta a los primeros siglos de la
iglesia entre Agustín y Pelagio.
Y el argumento que Pelagio nos da es el siguiente: que es injusto para Dios, o
cualquiera, el imponer obligaciones sobre la gente si es que ellos no tienen el
poder de cumplir esas obligaciones por cuenta propia.
Por lo tanto, Pelagio llegó a la siguiente conclusión: Si Dios requiere algo de
una persona en términos morales, debe tener el poder moral para hacerlo sin
ninguna asistencia de gracia divina. Y así la controversia pelagiana de ese día
fue una de las controversias teológicas más serias en la historia de la iglesia.
Ahora, en ese tiempo Agustín ganó, y Pelagio fue condenado como hereje
porque Pelagio enseñó esto: que el pecado de Adán afectó a Adán y solo a él.
No hubo transferencia o imputación de culpa o del pecado desde Adán a sus
descendientes. Cada uno ha nacido en un estado de inocencia. No hay
proclividad hacia el pecado que sea heredado de Adán y que se encuentre en
el corazón de cada ser humano.
Pelagio, por lo tanto, negó el pecado original por completo. Él dijo, “Hay algo
parecido a la gracia y la asistencia divina, y la gracia facilita nuestra
obediencia; pero podemos ser obedientes sin ellas”. En otras palabras, lo que
Pelagio estaba diciendo, y lo dijo claramente, que los seres humanos tienen
el poder moral para vivir una vida perfecta; Y esto no es solo de forma
teórica, sino que Pelagio argumenta que algunas personas, de hecho, viven
vidas perfectas.
Y que cada uno tiene el poder dentro de ellos desde el día que nacen para
resistir cualquier tentación que lo lleve a pecar. La gracia podría ayudar, pero
no es necesaria. Ahora, como dije, Pelagio fue condenado como hereje en
aquel momento.
Pero si miramos a lo largo de la historia desde entonces, Agustín podría
haber ganado la batalla, pero perdió la guerra porque el pensamiento de
Pelagio está todavía generalizado, no solo en el mundo secular, sino en el
mundo cristiano, no solo en toda la comunidad cristiana.
Y la idea que persiste es que hay tal cosa como una incapacidad moral
heredada, que es virtualmente insignificante que la gente todavía tenga la
habilidad de pecar porque la objeción fundamental es esta: Que no sería
justo para Dios traer juicio a la gente que no participó en el Jardín del Edén.
Pero aún Pablo nos dice en el capítulo cinco de Romanos que todos caímos
con Adán.
“12Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por un hombre, y la
muerte por el pecado, así también la muerte se extendió a todos los
hombres, porque todos pecaron; 13pues antes de la ley había pecado en el
mundo, pero el pecado no se imputa cuando no hay ley. 14Sin embargo, la
muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aun sobre los que no habían pecado
con una transgresión semejante a la de Adán, el cual es figura del que había
de venir.” (ROMANOS 5:12-14)
¿Cómo es que entendemos esto? ¿Cómo puede Dios traer castigo sobre los
descendientes de alguien? ¿Cómo puede ser? Solo porque Adán y Eva
pecaron, ¿Cómo puede ser que todo el resto de la humanidad que viene
desde los primeros padres esté infectado por esta naturaleza de pecado?
¿Cómo Dios puede transferir la culpa, o la naturaleza de pecado, de una
persona a otra? Eso no parece justo.
La repetición moderna del Pelagianismo es la idea de que no fue la Caída, y
que, si hubo una caída, ésta solo afectó a Adán y no a nosotros. Pero para
sustentar tal enseñanza, uno tiene que sacrificar la enseñanza bíblica. En el
corazón de esta dificultad existe una protesta enérgica de nuestros corazones
en contra de la idea de la imputación de culpa de una persona a otra.
Dicen, “¡Eso no es justo!”
Y cuando se escucha esa objeción contra el pecado original, la escucho desde
dos fuentes o perspectivas. La escucho de gente que no ha hecho ninguna
profesión cristiana. No tienen idea del cristianismo, y están argumentando en
contra de la fe cristiana desde una posición secular, y ese es uno de los temas
que ellos traen como argumento.
Pero lo más asombroso es, cuán a menudo escucho esta objeción de gente
que profesa ser cristiana y ese es un problema completamente diferente, ¿no
es cierto? Y les digo a esas personas, “ustedes son cristianos, ¿verdad?” Y
ellos dicen, “¡Claro!”.
Pero ustedes están levantando una objeción de principio contra la
imputación de la culpa de una persona a otra. Y ellos dicen, “Cierto, ¡eso no
es correcto!” Y les digo, “Bueno, ustedes son cristianos. ¿Qué es lo que Cristo
hizo por ustedes?”
Y ellos dicen, “Bueno, él murió en la cruz por mis pecados”. “Bueno, ¿Cómo
lo hizo a menos que Dios transfiriera tu culpa, o imputara tu culpa en Él?”.
“Oh sí, Él lo hizo.
Ahora, el federalismo es llamado así porque trae la idea de que cuando Adán
fue creado—y su nombre significa “humanidad”—que Dios lo creó no solo
para actuar y funcionar como un individuo singular, sino que Dios lo
seleccionó para que represente a toda la raza humana—que era la cabeza de
la humanidad—y, en consecuencia, sus actos fueron hechos, no solo para sí
mismo, sino para él y para todos a los que representaba, así como cuando
Cristo vivió una vida de perfecta rectitud, no solo vivió para sí mismo, sino
que la vivió para y en nombre de todos a los que representaba.
Esa es la razón por la que este paralelo entre Adán y Cristo es tan popular en
el apóstol Pablo. Él habla de eso a los Corintios. Habla de eso a los Romanos.
“Porque, así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron
constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos
serán constituidos justos” (Ro. 5:19). Como ven, él habla acerca de la
representación negativa del primer Adán y la representación positiva de
Cristo, quién es el segundo Adán, o el nuevo Adán.
¿Qué queremos de nuestros representantes? Queremos representantes que
de forma certera y verdadera nos representen. Esa es la razón por la que
sostenemos, casi de forma sagrada, el derecho al voto.
No quiero que tú me escojas un representante. Quiero ser capaz de escoger
mi propio representante. ¿Por qué debo ser capaz de escoger mi propio
representante? Porque quiero ser capaz de hacer todo lo que pueda para
estar seguro que tal persona, que me representa, realmente me representa
de forma certera y consistente.
Ahora, el problema en la forma de gobierno de un representante humano, en
nuestro sistema, es que nuestros representantes no siempre votan de la
manera que quisiéramos que voten y no siempre actúan de la manera que
quisiéramos que actúen.
Hay muchas veces que hemos escuchado sus promesas de campaña donde
dicen que van a hacer tal o cual cosa y por eso votamos por ellos para que
nos representen. Pero luego de que han sido nombrados, actúan de otra
manera. Eso nos enoja porque nuestros representantes no nos representan.
Ahora, lo central en el concepto de federalismo es esto: que Adán fungió
como nuestro representante en el drama del período de prueba delante de
Dios en el Jardín del Edén, pero tenemos que admitir que no lo escogimos
para que nos represente. Fue Dios el que escogió nuestro representante.
¿Adán te representó bien o Adán te representó mal? Podemos quejarnos y
decir, “No es justo, Dios, que nos castigues por lo que Adán hizo, porque
nosotros no lo escogimos”. Y Dios va a decir, “¿Por qué querrías escogerlo?”
“¿Por qué?”
Porque quisieras estar absolutamente seguro de que lo que Adán haga, lo
haga de forma certera como tu representante. Esa es la razón por la que
queremos escoger nuestros propios representantes. Pero ya hemos visto que
cada vez que escogemos un representante, estamos corriendo un riesgo.
Podemos estar comprando “gato por liebre” porque nunca sabremos con
certeza que nuestro elegido, el representante seleccionado nos representará
con certeza. Pero, ¿qué si es que nuestro representante elegido es la elección
perfecta e infalible? Verás, si Dios escogió alguien para representarnos—
recuerda quién es el que está haciendo la elección. No es cualquier persona,
sino que es una selección hecha por un ser omnisciente que es
absolutamente justo y santo, y cuya elección de mi representante es
perfecta.
Dios ordenó que Adán y Eva nos represente. Dios los seleccionó para
representarnos en esta prueba, y que la selección de Adán y Eva era
infalible. Nunca en tu vida has sido mejor representando que cuando fuiste
representando por Adán y Eva en el Jardín; y protestamos porque todavía
decimos, “¡Espera un minuto! La suposición que tengo es ésta, si hubiera
estado allí, y la elección hubiera sido mía, de seguro no hubiera hecho lo que
Adán y Eva hicieron”.
¿Qué es lo que estoy diciendo?” Lo que estoy diciendo es, “Dios, estoy siendo
castigado como resultado de un representante que no me representó bien”.
Y, ¿qué dirá Dios? “El hecho de que estés sentado aquí diciéndome eso de
que yo hice algo equivocado al tener a Adán como tu representante, cuando,
de hecho, te representó perfectamente y ahora estás argumentando,
gritando y rebelándote contra mi juicio solo prueba mi punto”, dice el Señor.
“Tú misma protesta contra mi soberanía, la santa decisión de que Adán te
represente, muestra cuán bien representado estás porque tu actitud es una
de corrupción. Tu berrinche contra mí está revelando la naturaleza
complicada de tu propio corazón”.
Debemos entender que algo que la Biblia señala con absoluta claridad es que
tenemos una naturaleza caída y ésta llegó al mundo entero como resultado
directo de la caída de Adán y Eva.
Sabes que tienes una naturaleza corrupta, y una de las cosas más extrañas de
la vida cristiana es que mientras más aprendemos de las cosas de Dios, y, de
hecho, mientras más santificados nos volvemos en nuestro caminar con
Cristo, más conscientes somos de las profundidades de nuestra caída. Por eso
clamamos con el Apóstol Pablo, “¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este
cuerpo de muerte?” (Ro. 7:14)
Pero debemos descansar en Cristo y en Sus promesas y es que no siempre
tendremos esta naturaleza caída, llegará un día en el que seremos
completamente transformados por el poder del Espíritu Santo y viviremos
siendo semejantes a Cristo.

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